2009

Danny E. Olinger es el editor de la Revista New Horizon

El Cristianismo

y la Iglesia Emergente

En su libro de mayor venta, The Great Emergent [El Gran Emergente], Phyllis Tickle argumenta que un cambio arrebatador está ocurriendo en la cristianismo. De modo similar a la Reforma Protestante, la iglesia está limpiando la casa, y lo que va a quedar es la iglesia emergente.

De acuerdo a Tickle, el líder (parecido a Lutero) de la gran iglesia emergente es Brian McLaren, y su libro A Generous Orthodoxy [Una Ortodoxia Generosa], del 2005, es las 95 tesis del movimiento. McLaren presenta un nuevo camino para la iglesia que evita las trampas de la llamada teología doctrinal conservadora y de la indiferencia liberal. La meta de McLaren es deshacer el cristianismo y reconstruirlo en una forma que armonice con la cultura posmoderna: una fe más bondadosa, menos parecida al cielo y más socialmente transformadora. La iglesia debe bajar la voz acerca de la verdad absoluta y la certidumbre y seguir el ejemplo de Jesús en su modo de obrar con los problemas más urgentes del hombre (hambre, cambios climatológicos, enfermedades transmisibles, consumismo).

El presidente electo Obama, con su mensaje luego de las elecciones, ha mostrado un camino hacia un nuevo día en la política; ahora la iglesia debe hacer lo mismo en la religión. Apoyando fervientemente a Obama, McLaren escribió en su “blog” después de las elecciones, “¡Felicitaciones, América! Gracias a todos los que tuvieron la valentía de votar por el cambio sobre el atrincheramiento, la esperanza sobre el temor, la diversidad sobre la homogeneidad y la reconciliación sobre la división”.

Para McLaren, lo que aplica a la política aplica a la iglesia. Para dejar atrás el atrincheramiento, la iglesia debe dejar el tono dogmático y cesar de proclamar las doctrinas que son aterradoras (cielo/infierno) o abusivas (expiación sustitutiva). La iglesia debe aceptar a todos sin importar lo que crean (arminianos/calvinistas) o sus estilos de vida (homosexuales). La iglesia debe deshacerse de la certeza (la inerrancia de la Biblia) y de las fronteras auto-impuestas (confesiones), las cuales han causado divisiones y desunión. La buena noticia es que ahora hay muchos cristianos haciendo esto.

No importa si estás de acuerdo con la evaluación de McLaren sobre los cambios en la política americana, te debes preguntar si este mismo tipo de movimiento en el cristianismo es una buena nueva. Las buenas nuevas realmente se centran en la vida, muerte y resurrección de Cristo Jesús por los pecadores. “Cristo crucificado” es el mensaje que debe proclamarse si se trata de un testimonio fiel que trae buenas nuevas a un mundo caído y moribundo.

Este nuevo movimiento, la iglesia emergente, combina aspectos de dos teologías antiguas que eran contrarias al cristianismo: el liberalismo de los días de J. Gresham Machen y la neo-ortodoxia de los días de Cornelius Van Til.

Cristianismo y Liberalismo

El liberalismo en los tiempos de Machen era predicado para adaptar el cristianismo a pensamientos modernos. Su respuesta a la aparente tensión entre la fe y la ciencia era ver al cristianismo primordialmente supliendo la vida moral, la cual se enriquece con el aprendizaje. La iglesia emergente está más interesada en la sensibilidad contemporánea que en la respetabilidad intelectual, pero comparten con los liberales las metas de establecer un reino justo en el mundo a través de la transformación social. La iglesia emergente y los liberales comparten una hermenéutica común, a saber, que el cristianismo se trata de obras, no credos.

McLaren repetidas veces proclama que el evangelio es el camino de Jesús. La ética es primero y luego la doctrina. McLaren dice acerca de los protestantes liberales que enfatizan las obras y no los credos: “yo aplaudo su deseo de vivir la intención de las historias de milagros aun cuando ellos no creen que las historias realmente sucedieron como están escritas”. (A Generous Orthodoxy [Una Ortodoxia Generosa] p.61)

J. Gresham Machen, en Christianity and Liberalism [Cristianismo y Liberalismo], sostiene que el cristianismo trata de credos y obras, doctrinas al igual que vida. Machen dijo: “Se dice, ‘El cristianismo es vida, no una doctrina’. Esta afirmación se hace a menudo y tiene una apariencia de piedad. Pero es radicalmente falsa” (p19). En cambio, cristianismo es una vida basada en un mensaje: “Cristo murió por nuestros pecados”. Machen explicó que “Cristo murió” es historia y que “Cristo murió por nuestros pecados” es doctrina. Sin la historia y la doctrina juntas en una unión indisoluble, no hay cristianismo.

Machen además vio al liberalismo separando la historia de la fe al sostener que la fe puede existir a pesar de la inexactitud de la historia y la fabricación en la Escritura. Tickle indica que ésta es la posición de la iglesia emergente. Ella escribe: “Una persona que es parte de la iglesia emergente, al observar debates acalorados o conversaciones apasionados acerca de la veracidad del nacimiento virginal, por ejemplo, puede extrañarse. Para él o ella, “ahí” no hay ningún “problema” en un sentido real o distinguible. Para esta persona, tal como lo diría ella o él mismo, el nacimiento virginal es tan precioso que tiene que ser cierto, haya sucedido o no” (p. 149).

La Autoridad de las Escrituras

McLaren cree que la modernidad y el protestantismo están ligados, y que la Teología Reformada es el mejor sistema teológico en la modernidad. El final de la modernidad, sin embargo, puede significar el final de cualquier tradición teológica que depende de la autoridad de la Escritura como su fundamento.

Los protestantes confesionales, argumenta McLaren, ponen su confianza en una Biblia libre de errores. La doctrina de la inerrancia, sin embargo, es una distracción porque la Biblia trata de seguir a Jesús como un modo de vida, no acerca de reclamos de verdad. La vida de un cristiano es una jornada en la cual el creyente puede conocer a Dios, pero ese conocimiento no puede ser equiparado con la certeza. McLaren prefiere hablar de “inherencia” pues, dice él, la Biblia sólo contiene la Palabra de Dios.

McLaren es muy cuidadoso en sus escritos de no decir mucho más sobre las Escrituras, excepto que él ama la Biblia y que los cristianos siempre han sido bendecidos al usarla con el propósito de ser buenas personas que, al seguir el ejemplo de Jesús, hacen buenas obras en el mundo bueno de Dios. Parece que McLaren esta aplicándose el consejo que una vez recibió del novelista Walker Percy. Percy escribió a McLaren, un instructor colegial de inglés, “El escritor religioso siempre debe encubrir sus huellas.” McLaren afirma que él nunca supo si esta forma de hacerlo fue intencional o no, pero, “si uno está escribiendo para una audiencia religiosa o una no religiosa, hay veces cuando no adoptar posiciones es la mejor estrategia” (Dan Knauss, entrevista con McLaren en www.newpantagruel.com,vol2,issue3).

El camino de no asumir posiciones es profesar amor por la Biblia, y mantener que ninguna autoridad externa es más grande que la experiencia personal de uno. McLaren cree que el significado está localizado, no en el texto, sino en el lector. La interpretación de la Biblia revela lo que una persona en particular cree, no lo que la Biblia enseña. La autoridad de la Palabra, entonces, no se encuentra en las palabras de las Escrituras. Históricamente, esta opinión está relacionada a la doctrina neo-ortodoxa de las Escrituras.

La posición del neo-ortodoxia de la Escritura en los días de Van Til fue que la Biblia no es la Palabra de Dios, sino un testimonio a la Palabra de Dios que es transhistórica. La Palabra de Dios, entonces, no ha de ser identificada con las palabras de la Escritura. En vez de eso, la Escritura viene a ser la Palabra de Dios según Dios mismo se hace conocer al que la lee en fe. Revelación no puede ser la palabra escrita; es un encuentro personal con Cristo Jesús.

En la Teología Reformada, sin embargo, la Biblia es la Palabra de Dios, y la autoridad de la Escritura está basada en la persona de Dios mismo. Su autoridad no depende en ningún hombre o iglesia. La Escritura es auto-autenticada, el juez de toda controversia, y su propia intérprete.

Cristo me escribe una carta. ¿Cuál es la carta? La carta es la Escritura, la cual se enfoca en la redención de Cristo del pecado. La Escritura constituye la culminación de la obra redentora de Dios a través de Cristo y su Espíritu. Van Til, entonces, pone certeza en Dios mismo, el Dios de la Escritura que se atestigua a sí mismo.

Van Til cree que la posición neo-ortodoxa es meramente liberalismo en una nueva indumentaria. Una diferencia clave que le distinguía era que no ofendía directamente, como el liberalismo. El liberalismo derramó leche de una botella y la sustituyó por agua contaminada, y entonces, la neo-ortodoxia le dio al agua contaminada el color de la leche.

El Criatianismo y Los Emergentes

Tickle y McLaren, abiertamente declararon que la iglesia emergente esta interpretando una sinfonía diferente a la de la iglesia histórica. Lo que ellos no declaran, sin embargo, es su tono. No establecen la diferencia entre el protestantismo confesional y el liberalismo. Más bien, portan fuertes notas de liberalismo y neo-ortodoxia, anunciando que el hombre puede resolver los problemas del mundo a través de esfuerzos morales, combinados con un ataque a la autoridad de la Escritura.

Pero, sabiendo que la cultura moderna está afligida por la duda sobre la certeza de la fe, el emergente ha bañado el tono en el lenguaje de humildad de manera que pueda atraer una audiencia. Pero es una humildad falsa. Una ambivalencia acerca de la verdad de la obra de Dios en la historia no es humildad bíblica. Una humildad bíblica se somete a un Dios viviente y a su Palabra. La verdadera humildad reconoce que la interpretación del hombre es falible, pero que la Biblia, la interpretación de Dios de su actividad en consumar la redención, es perfecta. Nuestra confianza está en nuestro Dios y en su revelación a nosotros, y nuestra esperanza está en la obra expiatoria de su Hijo, Cristo Jesús, en la historia. El acto majestuoso de Dios en Cristo, lo que Machen llama “el indicativo triunfante”, es las buenas nuevas de la Biblia que la iglesia verdadera cree y predica.

Siguiendo la dirección de Machen y Van Til, la Iglesia Presbiteriana Ortodoxa a través de su historia se ha parado firme en contra de la devoción destructiva del liberalismo y la neo-ortodoxia. Parece que la misma postura es necesaria ahora en contra de la iglesia emergente.

(Este artículo fue tomado de la revista New Horizons del mes de enero de 2009. Fue traducido por Mercedes Cordero y Carmen Villanueva de la Iglesia Presbiteriana Ortodoxa “Jesús es la Verdad” en San Juan, Puerto Rico.)

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