Canibalismo Puertorriqueño Por Milton Villanueva
La realidad cotidiana de la gente de nuestro país, en todos los órdenes y niveles de nuestra sociedad, nos hace pensar que nos hemos convertido en un pueblo caníbal o pirañero. Tan reciente como esta semana, fuimos testigos de cómo un automovilista molesto porque el del auto que iba al frente no avanzaba, se le pasó al frente y de maldad le hizo lo mismo como venganza. Y esto no es nada al lado de lo que uno ve en las carreteras.
También esta semana acudimos a una oficina del gobierno, nada menos que del Departamento de Estado, que siempre nos hace pensar en diplomacia, y fuimos testigos de cómo un empleado molesto se dio el gustazo de irrumpir en otra de las oficinas y llamarle la atención, de mala manera, en público a una compañera de trabajo. Luego, mientras parece que fue a acusarla con su jefa, ella entró a defenderse, y él levantó la voz de tal manera que se oía en toda la sala. Muy mal para un hombre, que debe ser un caballero en todo tiempo, y peor, por el mal ejemplo de compañerismo que nos hizo sentir vergüenza ajena. Más tarde en un ambiente más relajado ella y otra compañera me dijeron de corazón: “Padre, ore por nosotras, que somos de las que estamos amenazadas a ser votadas por el gobierno.”
Eso me partió el corazón. Les prometí que toda nuestra iglesia oraría por ellas, y espero que todos nos unamos en intercesión por ellas.
Como si todo esto fuera poco, pasados unos pocos días después de la manifestación de Todo Puerto Rico con Puerto Rico, liderada por el Obispo Juan Vera de la Iglesia Metodista, Jorge Raschke despotricó contra él públicamente usando los medios de comunicación para decir “que el Obispo Vera no representaba al pueblo cristiano (o evangélico de Puerto Rico)”. Si no hubiera abierto la boca le hubiera quedado mejor.
Y bueno, para colmo, tenemos una “tiraera” entre los presidentes de la Cámara y del Senado que parece que va para largo. Además, la del presidente de este último cuerpo con el gobernador. Si uno no lo supiera, le parecería que todos ellos formaran parte de tres partidos distintos en oposición.
Hemos llegado al momento “que ni comemos, ni dejamos comer”. Que por más bueno que sea algo, siempre nos concentramos en el “pero...”. Y lo más triste es que esto se ha ido convirtiendo en un estilo de vida, que ni la misma iglesia se ha salvado de él.