En estos días en que me he visto obligado a reorganizar y darle atención a la parte de mi biblioteca pastoral que quedó en Arecibo, he tenido que reencontrarme con los libros acerca del discipulado cristiano que alguna vez marcaron mi vida y ministerio. Volví a tomar uno de ellos, en busca de algo útil para un devocional que se me ha asignado para la Segunda Conferencia Hispana de la Iglesia Presbiteriana Ortodoxa en Orlando, Florida. Providencialmente mis ojos se fijaron en esta cita marcada con un amarillo ya casi imperceptible por el tiempo: “La vasta mayoría de los cristianos de occidente –miembros de iglesia, llenadores de escaños, cantadores de himnos, probadores de sermones, lectores de la Biblia, incluso los “creyentes “nacidos de nuevo” o “carismáticos llenos del Espíritu”, no son verdaderos discípulos del Señor. Si nosotros estamos dispuestos a ser discípulos, la iglesia en occidente será transformada, y su impacto en la sociedad será asombroso.” -David Watson, Called & Commited. Como conozco bien el tema y sus implicaciones, quedé cautivo de mis inevitables pensamientos y conclusiones.