Una tal llamada “Reforma Apostólica y Profética” campea por su respeto en nuestro país. Mientras en otras partes del mundo hispano-parlante están poniendo los gritos en el cielo para denunciarlos, en Puerto Rico, parece que nos están comiendo los dulces. Ellos se llenan la boca llamándose a sí mismos apóstoles(as) y profetas, y nosotros nos la hemos callado por no causar la impresión de que somos contenciosos. Pero esa pretendida paz que queremos proyecta es la paz de los cementerios. Dios nos exhorta en su Palabra a que sigamos “luchando vigorosamente por la fe encomendada una vez y por todas a los santos”-Judas 3.