Primera Iglesia Presbiteriana Ortodoxa: Jesús es la Verdad

View Original

Respuesta a algunos argumentos usados a favor de la ordenación femenina

En este artículo analizaremos los argumentos generalmente empleados en favor de la ordenación de mujeres.

Pregunta #7 ¿Qué se debe hacer cuando las mujeres poseen visión pastoral, liderazgo, habilidad para la enseñanza o capacidad administrativa, o dones para el evangelismo?

Respuesta: Las mujeres deben ejercer estas habilidades y dones dentro de las posibilidades existentes en las iglesias. Ellas no tienen que ser ordenadas para desarrollar sus ministerios y manifestar sus dones.

Pregunta #8 ¿No es la resistencia a la ordenación de la mujer otra reafirmación del concepto antiguo de la inferioridad de la mujer, hecha por teólogos y líderes importantes en la Iglesia?

Respuesta: La Iglesia debe andar por la enseñanza de las Escrituras Sagradas. Si teólogos y líderes antiguos defendieron ideas erradas sobre la inferioridad de la mujer, le toca a la Iglesia corregirlas a la luz de las Escrituras, que muestran que Dios creó al hombre y a la mujer iguales. Así que, corregir los errores de los antiguos en el presente no significa ordenar mujeres, pues de esa forma estaríamos cometiendo otro error. Ciertamente las mujeres no son y nunca fueron inferiores a los hombres. Pero hay un gran abismo entre reconocer la igualdad de ambos, y abolir los papeles distintos que Dios determinó en la creación para cada uno.

Pregunta #9 ¿Existe algún texto en la Biblia que diga claramente: «Es prohibido que las mujeres sean ordenadas al ministerio?»

Respuesta: Ninguno de los pasajes usados en contra de la ordenación femenina dicen explícitamente que las mujeres no pueden ser ordenadas al ministerio. Pero todos ellos imponen restricciones al ministerio femenino, y exigen que las mujeres cristianas estén sumisas al liderazgo cristiano masculino. Estas restricciones tienen que ver principalmente con la enseñanza de las mujeres en la iglesia. Ya que el gobierno de las iglesias y la enseñanza pública oficial en las mismas son funciones de los presbíteros y pastores (ver 1 Tim. 3:2,4-5; 5:7; 11 Tito 1:9), se infiere que tales funciones no forman parte del llamado cristiano de las mujeres. Pero aún más, si se quiere usar el argumento de silencio, este gira en contra de la ordenación femenina también, pues no hay texto alguno que diga que las mujeres deben ser ordenadas al ministerio de la Palabra y el gobierno eclesiástico. Las Escrituras atribuyen al hombre cristiano el ejercicio de la autoridad eclesiástica e de la familia.

Pregunta #10 Si las mujeres reciben los mismos dones espirituales que los hombres, ¿no es una prueba deque Dios desea que ellas sean ordenadas al ministerio?

Respuesta: No. Las condiciones para ejercer los puestos oficiales en la Iglesia apostólica están prescritas en 1 Timoteo y Tito 1. Debemos notar que el don de enseñanza es sólo uno de los requisitos. Hay otros, como por ejemplo, saber gobernar a su propia casa y ser marido de una sola mujer, que no pueden ser cumplidos por mujeres cristianas - por más dones que tengan.

Pregunta #11 ¿Se aplica hoy la enseñanza de Pablo sobre las mujeres en la Iglesia? ¿No estaba Pablo bajo la influencia de la cultura de aquella época, que fue muy diferente de la nuestra?

Respuesta: Es necesario hacer una distinción entre el principio teológico supra cultural y la expresión cultural de este principio. Hay cosas en la enseñanza de Pablo que son claramente culturales, como las instrucciones para el uso del velo en 1 Corintios 11. Sin embargo, mientras que el uso del velo es claramente una costumbre cultural, al mismo tiempo expresa un principio que no está condicionado por ninguna cultura en particular, y este principio es la diferencia funcional entre el hombre y la mujer. Lo que Pablo está defendiendo en aquel pasaje es la vigencia de esta diferencia en el culto público - el velo es simplemente la forma por medio de la cual esto ocurriría normalmente en las ciudades griegas del siglo 1. Se debe notar que Pablo defiende la participación diferenciada de la mujer en el culto usando argumentos permanentes, que trascienden la cultura, tiempo y sociedad, como la distribución o las funciones de las personas de la Trinidad

(1 Cor. 11:3), y el modo por el cual Dios creó al hombre (1 Cor. 11:8,9).