El Pacto de Gracia
El Pacto de Gracia
DR. LEONARD J. COPPES
(Traducido por Mercedes Cordero y Carmen G. Villanueva)
LO QUE ENSEÑA LA BIBLIA ACERCA
DEL PACTO
Un pacto es un acuerdo entre dos o más personas. Este concepto identifica varios acuerdos contractuales descritos en la Biblia. Aunque el concepto fundamental del pacto es relativamente fácil de exponer, no es fácil de definir puesto que se aplica a diferentes tipos de pactos registrados en la Biblia.
Hay pactos que son bilaterales, o entre dos partes que mutuamente acuerdan, tal como el pacto entre Abraham y Abimelec (Génesis 21:27) y el pacto entre David y Jonatán (1 Samuel 20:8,18). Se podría dar otros ejemplos de pactos bilaterales, pero con estos dos ejemplos queda claro que la palabra “pacto” puede representar un convenio ente dos o más personas.
La Biblia expone el trato de Dios con el hombre como una obra externa de su consejo eternal, por medio del cual, entre la Trinidad, Padre e Hijo pactaron redimir a los electos. Esto se llama el pacto de redención. Esta conclusión descansa en las enseñanzas de la Biblia de que existe una sola religión revelada por Dios. La práctica de esta religión consiste en tener compañerismo con, y adorar y servir al único Dios verdadero. El beneficio de este compañerismo es que el hombre tendrá vida en compañerismo con Dios tal como Dios lo planificó para él, vida más abundante (Juan 10:10; Tito.1:2). Todo lo que es revelado en la Biblia es un registro de cómo este pacto de redención se ejecutó en los pactos de obra y de gracia. Este registro está propiamente identificado como el pacto.
Los pactos unilaterales son pactos en los cuales una parte superior impone su voluntad (sea benevolentemente o malevolentemente) sobre uno inferior. La Biblia expone el trato benevolente y cordial de Dios con el hombre como la obra exterior del pacto de redención y como dos pactos unilaterales. A éstos se les llama el pacto de obra y el pacto de gracia.
La frase “pacto de obras” describe la aplicación del pacto eterno de redención según fue aplicado antes de la caída. Éste es un pacto unilateral en el sentido de que fue impuesto sobre el hombre, o sea, el hombre no participó en la definición de sus términos o estipulaciones. Tampoco acordó que fuera iniciado. “Obras” es el fenómeno central que la Biblia describe como la característica que lo distingue de otros pactos divinos. En éste hay un elemento de gracia indiscutible, y es fundamentalmente de gracia en cuanto a que el hombre no merecía, de ninguna forma, ninguno de los muchos beneficios que recibió de parte de Dios. Sin embargo, se distingue claramente de todos los tratos de Dios con el hombre que vinieron después de la caída por la condición en la que el hombre habría de permanecer en disfrute del compañerismo con Dios y sus bendiciones especiales. Así que es un pacto de obras no por los términos de su iniciación (los cuales eran de gracia) sino por los términos de su continuación (la obediencia perfecta del hombre hacia Dios).
La frase “pacto de gracia” describe la aplicación del pacto eternal de redención según fue aplicado después de la caída. Éste, también, es un pacto unilateral en tanto que es impuesto sobre el hombre, es decir, el hombre no participa en definir los términos o estipulaciones, ni acuerda su inicio. “Gracia” es el fenómeno central que la Biblia describe como su característica distintiva sobre el pacto perteneciente al jardín del Edén. Consta de gracia tanto en su inicio como en su continuación. Sin embargo, esto no significa que los hombres individuales no tienen responsabilidad hacia Dios. Son responsables de cumplir con los términos de la iniciación. Deben arrepentirse de su rebelión pecaminosa contra Dios, la cual consiste en lo que son y lo que hacen. Pero no pueden hacer esto por sí mismos. Por lo tanto, pueden cumplir con los términos de la admisión (fe y arrepentimiento) sólo después de ser unidos a Cristo por la obra del Espíritu Santo en ellos. Luego de entrar en el pacto, el hombre debe continuar en obediencia al mismo. También ellos son incapaces de hacer esto por sí solos. Pero como están unidos a Cristo y habitados por el Espíritu Santo, sus esfuerzos descansan en y crecen debido a la obra de Dios en ellos (Filipenses 2:10). Así que, una vez regenerados, tienen un nuevo espíritu que por naturaleza gime en obediencia a Dios (Romanos 8:15).
La Biblia enseña que todo ser humano después de la caída aún vive bajo el pacto de obra (Romanos 5:12). Cada hombre es responsable de cumplir perfectamente con los estándares rectos de Dios si va a tener compañerismo con él. Si un hombre no cumple con esos estándares, no escapa ni puede escapar del estado en el cual nació, es decir, el estado de estar sin Dios y sin esperanzas en el mundo: el estado de pecado y muerte. Este estándar no es otra cosa que el hombre sea apto para el compañerismo con Dios. Dios es Santo (sin ninguna atracción a ni estar involucrado con el mal o el pecado), justo (sin ninguna práctica de mal o pecado) y bueno (sin ninguna presencia de mal o pecado). Como tal, en su propia naturaleza él erradica todo pecado que viene delante de él. Así que todo hombre está bajo la maldición de la ley (Gálatas 3:10, 12-13) y se le requiere que sea santo así como Dios es santo (Lev. 11:44; 1 Pedro 1:16), es decir, ser santo, justo y bueno.
En la terminología bíblica, el pacto de gracia se divide en el antiguo pacto, que comprende lo que llamamos el Antiguo Testamento, y el nuevo pacto o el Nuevo Testamento. El antiguo pacto está subdividido en los siguientes pactos: el “Pacto Adámico” de antes de la caída, el Pacto Adámico, el Pacto Noético, el Pacto Abrahámico, el Pacto Mosaico (el cual consiste de dos pactos) y el Pacto Davídico de después de la caída. Cada uno de estos pactos menores es representado en la Biblia como parte de un pacto mayor. Los lectores notarán que esta división es algo distinta a la presentada anteriormente. La diferencia proviene de la Biblia misma. Visto con amplitud, el pacto pre-caída es parte del Pacto de Gracia; visto restrictivamente, no lo es. Hablando en general, ese pacto es el trasfondo necesario y sirve como una introducción al Pacto de Gracia, propiamente hablando.
LO QUE ENSEÑA LA BÍBLIA SOBRE
EL PACTO DE GRACIA
I. EL PACTO DE GRACIA DEFINIDO
En la teología del pacto toda la historia después de la caída del hombre en pecado es vista como una obra progresiva del pacto de Gracia de Dios (Tito. 1:2). Desde la primera promesa a Adán después de la caída y a través de la historia hasta los últimos días, Dios ordena todas las cosas para lograr su propósito de redimir para sí mismo a su pueblo.
A. El Pacto de Gracia en el Antiguo Testamento
Este pacto tiene varias administraciones en el tiempo antes de la venida de Cristo. Desde Adán hasta Abraham se manifiesta en varios pactos separados, los cuales son en esencia un solo pacto en el cual la gracia predomina (Efesios 2:12). Esto significa que las bendiciones centrales o básicas del pacto vienen a los que lo reciben como un regalo de Dios (Romanos 9:6-8). Al mismo tiempo, a todos los que lo reciben se les llamó a y respondieron con fe, por la cual ellos retienen la divina promesa de vida eterna a través de la simiente que restauraría al hombre a tener verdadero compañerismo con Dios (Romanos 4). Al pacto del periodo Mosaico se le llama el primer o antiguo pacto en el Nuevo Testamento (Hebreos 8:7-9). Descansando en y tipológicamente señalando hacia la promesa en Cristo, fue administrado en ese tiempo por promesas, profecías, sacrificios, circuncisión y el cordero de la Pascua al igual que un gran número de otros tipos y ordenanzas dadas a los judíos. Estas señales eran suficientes para aquellos tiempos a través de la obra del Espíritu para instruir y desarrollar el pueblo de Dios en su fe y en el Mesías que había de venir (Juan.3:10; II Timoteo 3:16; 1 Corintios. 9:10,10:6-11). Por Él, el pueblo de Dios tenía total perdón de pecados y salvación eterna (Hebreos 11, vs.16 especialmente; 12:23).
B. El Pacto de Gracia en el Nuevo Testamento (Nuevo Pacto)
Cuando vino Cristo, el misterio fue completamente revelado, la sombra fue realidad, y los tipos se convirtieron en anti-tipos. El pacto de gracia ahora se llama nuevo pacto. Las ordenanzas por las cuales se administra este nuevo pacto son la predicación de la Palabra y los sacramentos del bautismo y la Cena del Señor. Aunque éstos son menos, más simples y exteriormente menos espléndidos, en ellos el pacto se revela más completamente, clara y poderosamente a todas las naciones, tanto judíos como gentiles. Solamente hay un solo pacto de gracia a través de toda la historia del hombre desde la caída.
C. La relación entre los pactos anteriores y el nuevo pacto
Aunque la distinción entre los varios pactos pertenece al periodo del Antiguo Testamento, esto varios pactos son frecuentemente, y correctamente, vistos como un solo pacto, en contraste con el Nuevo Pacto en Cristo (Hebreos 8; Efesios 2:12). Por consiguiente, es apropiado ver a Cristo como el punto crucial en la historia de la redención y los dos grandes periodos (antes y después de Cristo) como la marca de una gran división estructural en la historia. Estos dos periodos deben verse relacionándose íntegramente uno con el otro como promesa y cumplimiento y como sombra y realidad.
II. El DESARROLLO del pacto de gracia en la historia
A. Adán: el pacto del principio (Génesis 3:14-19; Romanos 8:7, 20-22; 16:20; 1 Timoteo 2:15)
Las palabras de Dios a Adán, Eva y la serpiente inmediatamente después de la caída trajeron promesas y maldiciones que encuentran su culminación en Jesucristo. Como estas declaraciones definen las condiciones de la vida, se ha concluido correctamente que son la sustancia del pacto. La promesa central de este pacto (la destrucción de la serpiente y la herida de la simiente de la mujer) lo estable como un pacto de gracia. Las palabras de Dios declaran la naturaleza de la lucha que sucederá en la causa de traer al hombre a salvación. En el sudor de la frente del hombre, a través del dolor de parto, por la provisión de un solo Campeón, Dios alcanzará para el hombre absoluta redención. El propósito de todo este programa es la restauración del hombre al estado de comunión y bendición para el cual fue creado originalmente y del cual no puede caer (Juan 6:39).
B. Noé: El Pacto de Preservación (Gen.6:17-22; 8:20-22; 9:1-17)
Después del diluvio, Dios hizo un pacto con el hombre a través de Noé para preservar la tierra hasta que se completara la historia de redención. Esta preservación tiene como su meta primordial sostener y gobernar al mundo hasta alcanzar la completa redención. La gracia soberana de Dios se centra en, o escoge a, una sola familia que él salva del juicio destructivo del diluvio. Él sella su relación de gracia con ellos por la señal del arco iris. Después del diluvio, Dios declara que los descendientes de Noé serán bendecidos en Sem, sugiriendo que la redención vendría a través de esa línea familiar, y así brevemente esboza la historia del mundo. Está claro que la redención descansa solamente en la gracia divina y viene a través de la promesa.
C. Abraham: El Pacto de Promesa (Gen.15,17; Romanos 4; Galatas. 3)
Este pacto de promesa puede ser llamado en un sentido único a la luz de Romanos 4 y Gálatas 3. En este pacto, Dios adelanta su propósito de redención al escoger cierto pueblo (elección) y prometer darle vida eterna y dominio terrenal (Romanos 4:13). Estas promesas son expuestas en tipos como la promesa de tierra (Hebreos 11:8-10; 13-16; Romanos 4:13), una simiente (Romanos 4:9-12) y bendición a todas las naciones del mundo (Romanos 4:16-18, Gálatas 3).
D. Moisés: El Pacto de La Ley
Aunque es en cierto sentido inapropiado, éste ha sido llamado el pacto de la ley porque es aquí que la ley de Dios encuentra su completa expresión. Dios ahora forma al pueblo de Abraham en una nación al darle la tierra y la ley. En esto, él cumple la promesas tipológicas dadas a Abraham, Isaac y Jacob (Josué 21:43-45). Israel fue solidificada como una nación distintiva y consagrada como los sacerdotes de Dios (Ex.19:6). Los preceptos de la Ley eran expresiones positivas de la justicia eternal y la verdad, de la naturaleza de Dios (Salmo 19). Le enseñaban al pueblo los requerimientos de una vida santa, convenciéndolos así de pecado (el primer uso de la Ley, 1 Timoteo 1:8-11), incrementando su conocimiento de la necesidad de redención (el segundo uso, Romanos 7:7-11)y enfatizando el tipo de vida que se esperaba del santo pueblo de Dios (el tercer uso, Romanos 8:7-9; 13:8-10; Santiago 2:8-12). Este pacto manifiesta la promesa de redención a través de la gracia, tanto por medio de los tipos como mediante las profecías (Deuteronomio 30), No enseñaba que el hombre podía salvarse a sí mismo por medio de las buenas obras (Gálatas 2:15-16; 3:1).
E. David: El Pacto del Reino (2 Samuel. 7; Salmo 78:60-72; Mateo1:1; Lucas 1:32, 69; Juan 7:42; Hechos 2:29-36;13:23; Romanos 1:3; Hebreos 1:5)
En el pacto hecho a través de David, Dios transformó una nación que había escogido ser meramente un reino humano en un reino eterno donde Su trono dominaría para siempre (1 Samuel 6:5-9; 2 Samuel 7). Bajo David y Salomón, tenían una posesión más completa de la tierra y el reino de Dios se estableció tipológicamente en la tierra. Dios prometió establecer su reino para siempre sobre su pueblo a través de un descendiente de David. Al irse deshaciendo el reino, el pueblo de Dios comenzó a comprender mejor que había un camino mayor cuando vendría un ocupante más grande del trono de David. Este prometido (el Mesías) se sentaría en el trono de David para siempre y gobernaría la tierra en justicia (Hebreos1).
G. Cristo: El Nuevo Pacto (Deuteronomio 30:1-6; Ezequiel 36:22-27; 37:24-28; Jeremías. 31:31-34; 32:37-41; 33:14-26; Lucas 22:14-23; Hebreos 8, 10:15-18; Romanos 4:9-12; 9:6-8, 16, 25; Efesios 2:11-22; Colosenses 2:11-12)
El pecado de Israel eventualmente resultó en la expulsión del pueblo de la tierra prometida como Dios les había advertido en su pacto (Deuteronomio 28). Aunque Israel falló en sus responsabilidades pactuales, la promesa de redención para ellos y toda la humanidad no falló, puesto que reposaba en la gracia soberana de Dios. A través de Moisés y los profetas, Dios le dijo al pueblo que iba a establecer un Nuevo Pacto con ellos (Deuteronomio 30:1-6; Ezequiel 36:22-27; 37:24-28; Jeremías 31:31-34; 32:37-41; 33:14-26). Este Nuevo Pacto fue formalmente inaugurado por el Señor Jesucristo en lo que comúnmente se llama la Cena del Señor.
Cada uno de los pactos sucesivos con Adán, Noé, Abraham, Moisés y David encuentran su cumplimiento en el Nuevo Pacto en y a través de Jesucristo como se demuestra en las referencias del Nuevo Testamento bajo cada uno de los encabezamientos anteriores. El Antiguo Pacto, con sus profecías y sombras, ahora ha dado paso al Nuevo Pacto con su cumplimiento y realidad.
Jesús es esa simiente prometida de la mujer que derrotaría a Satanás. Él es la manera predicha por la cual la simiente de Abraham bendeciría a todas las naciones. Él es el único que ha obedecido la Ley de Dios perfectamente dada a través de Moisés y no está bajo condenación de la Ley. Él es el único sacrificio perfecto por el pecado por medio de quien todos los requerimientos de Dios para la restauración del hombre se cumplieron (Romanos 8:1-7).
Él es el cumplimiento, el tan esperado descendiente de David y ahora reina como el Cristo (Mesías o el ungido) sobre Su reino sentado en el trono prometido de Dios (Hechos 2:29-36). Como no creen en él, los judíos por descendencia natural han sido cortados y separados del pueblo de Dios. Los judíos que lo confiesan como su Salvador, junto con todos los gentiles que hacen la misma confesión, forman el verdadero Israel de Dios (Romanos 11:17-24; Gálatas 6:15-16), y son participantes en el pacto de la promesa, miembros del mismo pueblo de Israel, tienen esperanza y Dios en el mundo, miembros de la familia de Dios (Efesios 2:11-19). De esta manera, después de la venida de Cristo, la descendencia física ya no determina si uno es judío o no, sino que se decide por la naturaleza nueva de uno, si está o no circuncidado en el corazón (Romanos 2:27-29; Gálatas 2:15). Él es el recipiente de todas las promesas de Dios (Efesios 2:11-12: Romanos 15:9-10; 2 Corintios 1:20).
Aunque todas las promesas de Dios se cumplieron en Cristo, aun falta un cumplimiento mayor de esas promesas en los tiempos por venir. Cuando la obra de redención de Dios esté completa, el velo será removido y el presente reinado de Cristo se manifestará completamente (Hebreos 2:8, Filipenses 2:9-11). Entonces, Cristo entregará el reino a Dios el Padre para que Dios sea el todo en todo (1 Corintios 15:23-28).
III. importantes verdades Resumidas manifestadas por el pacto de Gracia
A. La unidad y continuidad del Pueblo de Dios en todos los tiempos.
B. La unidad del Propósito único de Dios para su pueblo del pacto a través de todos los tiempos.
C. La iglesia del Nuevo Pacto es la continuación y la sucesora legitima de la iglesia del Antiguo Pacto (Romanos 11:17-24; Efesios 2:11-22; Gálatas 4:28-31; Colosenses 2:11-12)
I V. La clave distintiva de la teología pactual
A. El pueblo unificado de Dios: La iglesia del Nuevo Testamento es la nueva Israel espiritual.
1. El pueblo de Dios se compone ahora tanto de judíos como de gentiles (Romanos 9:24; 11:1-32; Efesios 3:1-11)
2. El judío no está en una posición mejor ante Dios hoy, ni estará nunca en mejor posición que los gentiles (Romanos 3:9; 9:1-13; 11)
3. La antigua pared de separación que hizo Dios entre judíos y gentiles ha sido completamente derrotada en Cristo para nunca más ser construida (Efesios 2:14-18)
4. Dios ha hecho ahora “un nuevo hombre” o “un rebaño” de judíos y gentiles (Efesios 2:15; Juan 10:16)
5. El pueblo de Dios en la iglesia del Nuevo Testamento es ahora la “simiente de Abraham” (Gálatas 3:9, 29)
6. El pueblo de Dios en la iglesia del Nuevo Testamento ha recibido la circuncisión espiritual prometida (que también tipificó a todos los verdaderos creyentes del Antiguo Testamento) y correctamente se le llama la “verdadera circuncisión” (Deuteronomio 30:14, 6; Ezequiel 36:25; Colosenses 2:11; Filipenses 3:3; Romanos 2:28-29; 9:6; Gálatas 6:15-16).
7. Al pueblo de Dios en la iglesia del Nuevo Testamento se le ha dado el mismo título y estatus dado a la nación de Israel (1 Pedro 2:9-10; Éxodo 19:6; Deuteronomio 7:6; Colosenses 2:11).
B. Las promesas unificadas de Dios: La iglesia del Nuevo Testamento goza de las mismas promesas dadas a Israel
1. La promesa del Nuevo Pacto dada a Israel se cumple en la iglesia del Nuevo Testamento en Cristo (Jeremías 31:27-34; Lucas 22:19-20).
2. Las promesas del reino dadas a Israel se cumplen en la iglesia del Nuevo Testamento.
a. El tabernáculo de David es ahora restaurado (Amós 9:11-12; Hechos 15:1-21).
b. El trono de David es ahora ocupado por Cristo (2 Samuel 7:12-13; Salmos 89:3-4; Hechos 2:29-36).
3. Las Escrituras del Antiguo Testamento dadas a la nación del Israel ahora también son dadas a la iglesia del Nuevo Testamento como regla de fe (2 Timoteo 3:16-17; Romanos 7:7-12; Efesios 6:1-3; Santiago 2:1-13).
4. Hay un solo plan de salvación a través de toda la historia del hombre después de la caída: salvación por fe en Jesucristo (Juan 14:6-7; 3:10; 5:39).
C. El propósito unificado de Dios: Hay un solo propósito para el pueblo del pacto de Dios de todos los tiempos (Romanos 4:9-25; Efesios 2:11-22)
Dios no tiene un propósito y un destino distintivo para los judíos y otro propósito y destino distintivo para la iglesia del Nuevo Testamento. En lugar de eso, desde la caída del hombre, Dios ha ordenado todas las cosas a la luz de su único propósito de redimir a un único pueblo del pacto para sí mismo de toda tribu, lengua y nación (vea la sección II para evidencia de esto en las Escrituras).
Primera Iglesia Presbiteriana Ortodoxa “Jesús es la Verdad” - San Juan, Puerto