La Entrada Triunfal

Esta semana, celebrando el acto más importante que ha ocurrido en la historia humana, vamos a hablar acerca del evento más claro para la humanidad de ver quien era verdaderamente Jesús. En Mateo capítulo 21 leemos que Jesús venía de regreso a Jerusalén desde Jericó, para la celebración de la Pascua. Pero antes de hablar acerca de este tema, vamos a irnos al Antiguo Testamento para entender que significaba la Pascua.

En el libro de Éxodo, leemos como el pueblo de Israel se encontraba en la tierra de Egipto, donde era oprimido por el faraón y su pueblo. Israel era esclavo, y por lo tanto era puesto a realizar los trabajos forzados en tierra ajena. El pueblo de Dios clama y el libro nos dice que Jehová escuchó sus plegarias y toma a un hombre del pueblo de Israel para liberarlos. Este hombre era Moisés.

Una vez que Moisés fue instituído por Dios como el que iba a guiar a Israel hacia su libertad, Dios le dice a Moisés que hable con faraón y le pida la liberación del pueblo de Jacob. Después de varias ocasiones, faraón se niega a liberarlos, y Dios le dice a faraón a través de Moisés que de no liberarlos, mataría a todos los primogénitos de Egipto, tanto de hombres como de ganado.

Faraón se niega a liberarlos, pero Dios le avisa a Su pueblo, que ese día, deberían tomar un cordero y sacrificarlo, y su sangre la colocarían en los dos postes y el dintel de las casas de Israel, y luego comerán la carne del cordero, que debía ser un cordero sin ningún defecto, y estar preparados para salir de la tierra de Egipto (Éxodo 12: 1-12).

Ese día, debería ser recordado por todas las generaciones, y por ello todos los años, en el mes primero (Nisán), en el décimo día, debían tomar el cordero y por cuatro días lo cuidarían, y al cuarto día lo sacrificarían, comerían su carne, y con su sangre marcarían sus casas. Con esto, Dios les ordenaba a los israelitas, que recordaran el día en que fueron liberados de Egipto.

En Mateo, entonces, leemos que Jesús venía de Jericó a Jerusalén a celebrar la Pascua, el día diez del mes primero judío (Nisán). Pero antes de entrar a la ciudad, Jesús le ordena a sus discípulos que fueran a la aldea contigua y tomaran una asna y un pollino y que se los trajeran a Él

-“diciéndoles: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego
hallaréis una asna atada, y un pollino con ella; desatadla, y
traédmelos. Y si alguien os dijere algo, decid: El Señor los necesita; y luego los enviará.
”- Mateo 21: 2-3


Jesús monta el pollino y entra a Jerusalén seguido por una gran multitud, la cual le seguía desde Jericó, y había presenciado los milagros que había hecho. Esta gran multitud gritaba alegre, sacudía palmas, las cuales significaban libertad para Israel, y tiraban sus ropas frente al camino de Jesús, lo cual se le hacía a la realeza (Lucas 19: 28-40).Mientras Jesús bajaba el Monte de los Olivos, los fariseos que se encontraban en un monte, presenciaban este increíble hecho. Porqué increíble? Veamos Zacarías 9:9 para poder responder esta pregunta.

Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he
aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre
un asno, sobre un pollino hijo de asna.
” Zacarías 9: 9

Debemos tener muy claro que Jesús conocía cual era el plan de Dios, y los fariseos, al igual que Él, se conocían perfectamente el Antiguo Testamento. No sólo se lo conocían, pero se lo sabían de memoria. Por lo tanto, Jesús no tomó el pollino para hacerle ver al mundo que era humilde, sino para hacerle ver al mundo que Él era el Mesías. Para hacerle ver a los fariseos, los cuales al presenciar este espectáculo (la gran multitud gritando ¡Hosana! ¡Hosana! y al salvador de Israel montado en un pollino) que Él era aquel del que profetizaban las escrituras. Por razones que no están muy claras en la Biblia, los fariseos, no podían creer lo que estaba ocurriendo, pues en su mente, a pesar de que las escrituras sagradas decían otra cosa, el Mesías vendría en un caballo blanco y sería aquel que los libertaría de la opresión que estaban sufriendo en ese momento por el pueblo de Israel. Los escritos judíos, específicamente, en el Talmud, en el libro de Sanhedrín 8, escriben los antiguos que el Mesías llegaría a Israel en un caballo blanco si el pueblo estaba preparado, pero vendría en un pollino si el pueblo no estaba preparado (lo cual sabemos fue lo que ocurrió).

Era claro que ellos estaban presenciando lo que Zacarías había escrito cientos de años antes acerca de la venida del Mesías, pero no quisieron abrir sus ojos. En Lucas leemos que estos fariseos llegan a Jesús y le dicen que calle a los que le siguen, que les diga que paren de cantar: Bendito el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo y gloria en las alturas! (Lucas 19: 38). Pero Jesús les responde que si ellos no estuvieran gritando, entonces las rocas gritarían por ellos.

Es decir Cristo les dijo que nada podía impedir que ese día fuera manifestado el verdadero Jesús, aquel que había sido profetizado por los profetas del Antiguo Testamento, el salvador de Israel y la bendición de todas las naciones, pero como decían también las escrituras hebreas, debido a que no estaban preparados, no pudieron ver que su rey venía a ellos en un pollino.