La respuesta categórica a esta pregunta es: SÍ. Por supuesto, que el bautismo de adultos es evidentemente bíblico. Por lo que, en lo que a el respecta, no tenemos que probar nada. No ocurre lo mismo con el bautismo infantil o de niños. Pero, el que no sea tan obvio, no significa que no sea probable. Es muy común en nuestros días hacer pruebas de DNA para demostrar la paternidad de criaturas, las cuales al nacer no traen un sello en la frente con el nombre del padre, pero un examen científico puede demostrar a quien corresponde su paternidad.
Lo mismo ocurre con el bautismo infantil; lo único, que en este caso no podemos mandarle a hacer un DNA. La prueba aquí tiene que ser bíblica. Y esto nos lleva inmediatamente a establecer como autoridad, la única base de fe y obediencia del cristiano: Las Sagradas Escrituras. Sin embargo, es necesario clarificar, que entendemos, que la Palabra de Dios comprende tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento. Y que ambos testamentos constituyen una revelación histórica y progresiva, y por lo tanto, una unidad sin errores ni contradicciones, ya que “toda la Escritura es inspirada por Dios” (2 Timoteo 3:16).
Lo próximo para facilitar la discusión de este tema es despejar el camino de algunos prejuicios o ideas erróneas: