Sermón: Colosenses 3:23-24 Poniendo la Mirada en el Galardón
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Colosenses 3:23-24 “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís.”
Para el siglo 18, Inglaterra contaba con dos grandes predicadores y evangelistas. Los nombres de ellos era John Wesley y George Whitefield. Lo interesante del caso es el hecho de que estos dos hombres de Dios eran grandes evangelistas, pero de teologías distintas. John Wesley era arminiano y Whitefield era calvinista. Y ustedes saben que hay disputas entre esas dos vertientes teológicas. Al punto de que a veces uno a otro se cuestionan, en forma de broma, si irán al cielo.
Resulta que en medio de esas bromas y preguntas que a veces se hacen le preguntan a John Wesley si en los cielos él vería a George Whitefield. A lo cual Wesley le contesta que no lo verá en los cielos. Y le preguntan nuevamente por qué. Y le contesta Wesley: Porque Whitefield estará tan cerca de Dios que me será imposible verle por lo lejos que estará de mí.
¿Qué quiso decir Wesley con esas palabras? ¿Quiso decir que no todos en el cielo estarán en la misma posición? ¿En el reino de los cielos estarán unos más cerca de Dios qué otros? ¿Implica esto que habrá en los cielos diversos grados de gloria? ¿Qué nos enseña la Biblia al respecto?
Pablo nos enseña lo siguiente en este pasaje:
1. Que habrá recompensa en los cielos
2. Que esta recompensa será distinta en los salvos
3. Que es una recompensa basada en el servicio hecho a Cristo
4. Que debemos poner nuestra mirada en esa recompensa o galardón
Vemos cada uno de ellos.
I. Que habrá recompensa en los cielos
Hermanos, no nos cansamos de decir como se dijo en la Reforma Protestante, en acorde con la Palabra de Dios, que la salvación es por gracia. Como dice Efesios 2:8-9 “Por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es un don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”. 2 Timoteo 1:9 “quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos”. Nadie llega a los cielos por sus “buenas obras” sean estas hechas en sinceridad o con buenas intenciones. Nadie merecer la salvación, nadie puede comprar la salvación. Es algo que Jesús mereció y compró por medio de su vida de santidad y sacrificio perfecto. Y esa salvación solo la recibimos por medio de la fe en El.
Pero Pablo nos enseña en este pasaje que, aunque estas palabras se las dice a los esclavos con respecto a su trabajo, enseñan un principio bíblico: “que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia”. Pablo les dice estas palabras para motivarlos a trabajar con dedicación, con honestidad, con ahínco y esfuerzo. Porque, aunque muchas veces los amos no recompensan a sus esclavos, o los patronos no lo hacen con sus empleados, Cristo Jesús recompensará sus trabajos que busquen hacerlo para la gloria de Dios en Cristo Jesús. O como dice Pablo, cuando busquen hacerlo: “como para el Señor y no para los hombres”. Así que la Biblia nos enseña que Dios recompensará a sus fieles siervos por sus fieles servicios.
Es más, la Biblia habla de que Dios recompensará a todo hombre según sus obras. Busquemos Romanos 2:6-8 “el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia;” A los justos, a los creyentes, quienes demuestran su fe en perseverar haciendo bien, recibirán dice Pablo: vida eterna, gloria e inmortalidad. A los injustos, a los no creyentes, quienes demuestran su falta de fe al no obedecer la verdad, son contenciosos y obedecen la injusticia, recibirán dice Pablo: ira y enojo. ¿Qué significa? El opuesto de la vida eterna, el castigo eterno. Dios dará a cada uno conforme a sus obras. Sus obras revelan lo que son.
Si te diste cuenta, la recompensa no es otra cosa que la vida eterna para los creyentes y el castigo eterno para los no creyentes. Y si nos enfocamos en los creyentes, tenemos que decir que la recompensa no es otra cosa que la vida eterna, una herencia gloriosa y eterna. En Romanos 2, Pablo dice que Dios “pagará… vida eterna”. Y en el pasaje de Colosenses 3:23-24, Pablo nos habla de que “recibiréis la recompensa de la herencia”. Es decir, la recompensa que consiste en la herencia.
2 Corintios 5:10 “Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.”
Mateo 16:27 “Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras”.
Podríamos seguir citando pasaje tras pasaje, pero estos son suficientes para demostrar que habrá recompensa en los cielos. Pero la Biblia nos enseña algo más. Nos enseña…
II. Que esta recompensa será distinta en los salvos
La Biblia nos enseña que habrá grados de gloria para los santos. La recompensa será igual en un sentido y no será igual en otro sentido. Será igual en el sentido que todos los santos o creyentes, recibirán la vida eterna. No es que unos recibirán vida eterna y otros no. Todos los creyentes recibirán vida eterna. Pero la recibirán en diversos grados.
Habrá gradaciones en la recompensa de gloria. No todos los santos en gloria serán igual. Ni todos ocuparán el mismo lugar. Unos tendrán más gloria que otros. Me explico con varios ejemplos. Los ejemplos no siempre son perfectos, pero nos dan una idea de lo que queremos decir. “Todos irán en el mismo vuelo, pero algunos en primera clase y otros no. Todos comerán una comida exquisita que sacie plenamente su hambre: un buen biftec encebollado, con arroz blanco y habichuelas rosadas, con amarillitos por el lado; pero otros un filete de mingón, con papas gratinadas y un buen vino o piña colada. Ambas comidas sacian, pero una es más deleitosa que la otra.” O si prefieren la ilustración de Jonathan Edwards: “se lanzan al mar varios vasos y todos salen llenos, pero los vasos más grandes salen con más agua”.
Eso es lo que Pablo nos enseña en 1 Corintios 15:41-42 “Una es la gloria del sol, otra la gloria de la luna, y otra la gloria de las estrellas, pues una estrella es diferente de otra en gloria. Así también es la resurrección de los muertos.” Así como la brillantez o la gloria de la luna es menor que la brillantez o gloria del sol, y la brillantez o gloria de las estrellas es diferente de otra en gloria, de igual manera lo es en la resurrección de los muertos. Y aunque el cuerpo celestial será más glorioso que el cuerpo terrenal, aun así, habrá diferentes grados de gloria en ellos como lo es entre los cuerpos celestes. Esa es la idea.
Daniel 12:2-3 “Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua. Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad.” Aquí nos enseña Daniel que la resurrección será una general: de justos e injustos en un mismo suceso. Y hablando de los justos nos dice que los entendidos, los creyentes resplandecerán como el resplandor del firmamento. La resurrección de todo creyente será gloriosa. Pero más gloria recibirán los que enseñan la justicia a la multitud, los que evangelizan y son maestros, su resurrección será con las estrellas a perpetua eternidad.
Esta misma enseñanza la podemos ver en la parábola de las diez minas en Lucas 19:11-27. A sus siervos les estrega una mina, una cantidad de dinero, equivalente a varios meses de trabajo. Cada uno recibe lo mismo. Pero al que con una mina produjo diez minas, el Señor lo recompensa con autoridad para diez ciudades, y el que con la mina ganó cinco, le dio autoridad sobre cinco ciudades. Indicando variedad en la recompensa que cada uno recibirá cuando Jesús venga a pedirnos cuenta de nuestra mayordomía.
Entonces podemos hablar que habrá grados de gloria en los cielos. Todos recibirán la corona de gloria, pero no todas tendrán el mismo brillo.
Pero la Biblia nos enseña algo adicional.
III. Que es una recompensa basada en el servicio hecho a Cristo
Es justo que así sea. Es justo que haya grados de gloria en los cielos. ¿Por qué? Porque Dios ha prometido dar mayor recompensa a los que trabajan más por el reino que los que trabajan menos.
No todos trabajan de la misma manera. No todos se esfuerzan de la misma manera. Y Dios ha prometido recompensar con mayor gloria a los que se fajan más.
Y esta recompensa está basada en el servicio que los santos hayan hecho a Cristo. Fíjate como Pablo les dice a los esclavos en Colosenses 3:23-24. Les dice: fájense en trabajar para sus amos. Pero háganlo correctamente. ¿Cómo? “Hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres”. Hazlo con sinceridad, no a regañadientes, sino sinceramente, dócilmente, diligentemente. Como si todo lo que haces lo estás haciendo al Señor mismo. En otras palabras, lo que nos debe mover a dar el máximo en todo lo que hacemos es honrar, adorar y servir a Cristo Jesús. Nuestras buenas obras deben ser hechas con diligencia, con esfuerzo, con entrega, con pasión. Como si le estuvieras sirviendo a Cristo. Cuando barres la iglesia, es la casa de Cristo la que estás barriendo. ¿Con cuánta dedicación lo vas a hacer? Pablo llama a la iglesia en 1 Timoteo 3:15, la casa del Dios viviente.
Mateo 10:42 “Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa.” Cuando nos esforzamos en servir a nuestros hermanos por el hecho de que son discípulos de Cristo recibirá su recompensa. Es interesante que Jesús dice “no perderá su recompensa”. ¿Sabes por qué? Porque a veces cuando damos algo nuestro creemos que lo hemos perdido. Jesús nos dice: esto no es así: “no perderá su recompensa”. Está asegurada.
Algo importante que señalar. La recompensa nos dice Pablo nos la dará Jesús mismo. Colosenses 3:24 “del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís.” Esa recompensa no es algo que nosotros merecemos. Nuestras buenas obras no son perfectas, están manchadas por nuestro pecado. Y aún si no estuvieran manchadas por el pecado, hablando hipotéticamente, solo hicimos nuestro deber. “Siervos inútiles somos”. Pero, aunque no son perfectas, como Dios ha aceptado nuestras vidas por la mediación de Cristo, El acepta la sinceridad de nuestras buenas obras, aunque sean débiles y frágiles. Y promete recompensarlas en Cristo y por medio de Cristo.
Con qué propósito Dios hace esto. Dios lo hace con el propósito de motivarnos a servir y trabajar en la viña del Señor con afán santo para lo gloria del Señor. Por eso Dios nos llama a…
IV. Que debemos poner nuestra mirada en esa recompensa o galardón
Una manera que Dios nos motiva a trabajar afanosamente por el Señor, por su reino, haciendo bien a todos, buscando ser instrumentos para ganar almas para Cristo lo es poniendo nuestra mirada en el galardón. Así los hizo Moisés. En Hebreos 11:24-26 “Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón.”
Ahora bien, ¿cómo yo hago esto? No pensando de esta manera. “Ah, yo voy a hacer esto y esto porque si lo hago Dios me recompensará con tanto”. O como hacen en algunas iglesias: yo voy a dar diez dólares porque espero que Dios me dé cien”. Esa no es la idea correcta ni bíblica.
La forma correcta es entender que Dios ha prometido recompensar nuestras buenas obras, nuestro trabajo en el Señor. Y creer que Dios cumplirá su Palabra fielmente. Que mi trabajo por el Señor no es en vano. Que mis sufrimientos por ser fiel, mi trabajo en la casa del Señor, mi esfuerzo en enseñar y en evangelizar serán coronados con gloria por medio de Cristo. Que no hay trabajo pequeño o grande que no recibirá recompensa. Y que de Jesús debo buscar su poder y su gracia para poder server en su reino. Y que Dios ha revelado a mayor trabajo mayor recompensa. Por eso dice Pablo en 2 Corintios 9:6 “Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará.” Dios nos ha dado el privilegio de celebrar 11 años como iglesia. Y esto no ha sido fácil. Ha sido el fruto de su gracia por medio del trabajo de ustedes. Pero todavía hay trabajo que hacer. Todavía hay mucho que crecer y madurar. Todavía hay almas que salvar. Todavía hay mucho, mucho que hacer. Hay mucho pero mucho trabajo. ¿Cómo vas a sembrar para los próximos 11 años? ¿Para quién vas a trabajar en los próximos años? ¿Vas a sembrar escasamente o vas a sembrar generosamente? Mientras más sembramos, mientras más celosamente trabajamos, más gloria recibe Jesús quien nos salvó para que seamos un pueblo celoso de buenas obras.
Quiera Dios que cada de uno de nosotros pongamos nuestra mirada en el galardón y que la verdad de a mayor trabajo mayor recompensa nos motive e impulse bajo la gracia de Dios a servir en la viña del Señor con celo y devoción para la gloria de Dios.