Primera Iglesia Presbiteriana Ortodoxa: Jesús es la Verdad

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Sermón: Santiago 2:1-4 Evitando el Favoritismo

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Sermón: Santiago 2:1-4 Evitando el Favoritismo Pastor Roberto Quiñones

Santiago 2:1-4 “Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas. Porque si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de oro y con ropa espléndida, y también entra un pobre con vestido andrajoso, y miráis con agrado al que trae la ropa espléndida y le decís: Siéntate tú aquí en buen lugar; y decís al pobre: Estate tú allí en pie, o siéntate aquí bajo mi estrado; ¿no hacéis distinciones entre vosotros mismos, y venís a ser jueces con malos pensamientos?”

 

            El capítulo número dos de esta carta de Santiago comienza contándonos una historia. Y esa historia es la siguiente. Mientras se daba el culto de adoración llega un hombre rico. Sabemos que es rico por la forma en cómo viste: tiene un anillo de oro en su mano y su ropa no es la ropa de todo el mundo. El viste con una ropa espléndida y más que espléndida, la palabra que usa Santiago es “lamprá” que significa brillante, llamativa. Una ropa que sin lugar a dudas llama la atención. Y no bien entra el rico a la iglesia, detrás de él entra un hombre pobre.  Un hombre que vestía una ropa que también llamaba a atención. No por su brillantez sino por ser andrajosa, rota, sucia y posiblemente maloliente.

            Toda la congregación mira lo que está sucediendo. Y la reacción de la gente fue que miró con agrado al rico, a aquel que tenía la ropa espléndida. Posiblemente pensaban: qué bueno que esa persona nos está visitando. Debe ser un tremendo hombre, nuestra iglesia va por buen camino. El corazón de ellos se inclina a favor de ese hombre. Lo miran con buenos ojos y le dan un trato cortés: Fulano, “Siéntate tú aquí en buen lugar”. Lo miran con buenos ojos y lo tratan con respeto. Le dan un favor especial.

            Pero al pobre que tiene un vestido andrajoso no lo miran con buenos ojos y posiblemente pensaron: qué hace ese tipo aquí. Y lo tratan ásperamente, descortésmente, lo tratan como poca cosa. Y le dice: Mengano, “Estate tú allí en pie, o siéntate aquí bajo mi estrado”. En otras palabras, quédate de pie en la parte de atrás de la iglesia o si no, te puedes sentar en el piso.

            Y Santiago le pregunta a la iglesia, ¿es esa una actitud correcta? ¿Es esto el verdadero cristianismo? ¿Es esta la religión pura y sin mácula delante del Padre? Santiago les dice: esa no debe ser nuestra actitud, hermanos míos, amados míos. Mostráis favoritismo entre ustedes. Esa no debe ser nuestra actitud como cristianos. Entonces, ¿cuál debe ser nuestra actitud?

I. ¿Cuál debe ser nuestra actitud?

            Debemos actuar diferente. Santiago nos dice que debemos evitar el favoritismo. En la iglesia de Cristo no hay lugar para el favoritismo. Dice: “Hermanos míos, que vuestra fe… sea sin acepción de personas”.  Aquí hay un mandato: vuestra fe sea sin acepción de personas. Es un mandamiento, no es una opción. Es algo que debemos evitar hacer y si es algo que hemos hecho o estamos haciendo, entonces es algo que debemos dejar de hacer. Es un “injunction” bíblico: un cese y desista de parte de Dios.

            ¿Qué es el favoritismo? Para poder entender esto, que aparenta ser un mandamiento sencillo, sería bueno explicarlo con más detalle. Así que lo primero que deseo que vemos a la luz de la Biblia lo que no es el favoritismo.

            El favoritismo no nos lleva a negar que Dios ha hecho distinciones entre los miembros de la sociedad.       Hermanos, Dios nos llama a honrar a nuestros padres. Y por padres debemos entender, a la luz de toda la Biblia, no solo a los padres biológicos sino a todos aquellos que Dios nos llama a considerar como padres: sean los pastores, los gobernantes, nuestros mayores en edad o en habilidades. Por ejemplo, a la luz de la Biblia nuestro gobernador es nuestro padre, irrespectivamente sea de mi partido político o no, o esté yo de acuerdo o no a la forma que gobierna el país. El no deja de ser mi padre a la luz de la Palabra de Dios.  Y si él nos visitara en la iglesia es nuestro deber tratarlo con el respeto y la dignidad que conlleva su cargo. Por eso Dios nos dice en 1 Pedro 2:17 “Honrad a todos. Amad a los hermanos. Temed a Dios. Honrad al rey.” Otro ejemplo lo vemos en Levítico 19:32 “Delante de las canas te levantarás, y honrarás el rostro del anciano, y de tu Dios tendrás temor. Yo Jehová.” Es decir, tratarás con respeto a los viejitos y le demostrarás con tu conducta que los respetas. Eso no es favoritismo sino reconocer que Dios ha establecido en la sociedad, en la iglesia y en la familia ciertas distinciones que debemos respetar. Nadie debe pensar que si le cedemos un asiento a un anciano de la iglesia por su condición de anciano debe pensar que estamos actuando pecaminosamente. Estamos honrando las canas.

            Ahora bien, qué es el favoritismo que Santiago nos dice no debe existir entre nosotros. El favoritismo es el tratar desigualmente a las personas en base a cuestiones puramente externas. La frase “sin acepción de personas” en el original griego es una sola palabra “προσωπολημψίαις” y significa “recibir el rostro”. Es el aceptar a esa persona a primera vista, aceptándolo por su apariencia externa y juzgando la clase de persona que es por su apariencia. En el contexto de Santiago es mirar con agrado al rico por ser rico, por su apariencia externa, y mirar con desagrado al pobre por ser pobre.

            Y la tendencia pecaminosa es pensar que como es rico entonces es la persona indicada para estar en la sesión de la iglesia, es la persona indicada para que hagamos excepciones a las reglas de la iglesia, etc. Esa persona puede ser rica económicamente o puede ser rica intelectualmente, educativamente, o rica servicialmente, etc. y se hacen excepciones y se le da trato preferencial sobre los demás. Lo triste del caso es que hay algunos que piensan así. Hay algunos que piensan que como sirven a la iglesia desprendidamente entonces tienen derecho a que las reglas no les apliquen a ellos. Ellos sí pueden llegar tarde, ellos sí pueden ser escusados de irse temprano, ellos sí pueden tener unas excepciones que no se toleran en los demás. Todos eso es favoritismo, otorgado o buscado, intencional o no. 

            La iglesia de Cristo no debe ser así. La iglesia de Cristo debe ser un lugar en donde todos se sientan bien recibidos irrespectivamente de la raza, el sexo, la condición social o económica de las personas. La iglesia no debe tratar a nadie con favoritismo. Nadie debe esperar un trato especial excepto con las excepciones que Dios establece en la Palabra y que ya vimos.

II. ¿Por qué debe ser esa nuestra actitud?

            Porque Dios es así. Dios no hace acepción de personas correctamente entendido. Romanos 2:11 “porque no hay acepción de personas para con Dios”. ¿Cuál es el contexto?   V.6-8 “el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia”. Hermanos, nadie debe pensar que Dios salvará a todas las personas. Dios no excluye a nadie del cielo excepto a los que se excluyen a sí mismos.  El evangelio abre la puerta de los cielos a los que creen y se arrepienten con sinceridad, pero cierra la puerta a los no creyentes y no se arrepienten de sus pecados. Dios jamás dirá: ven a los cielos tú que nunca creísteis en mí salvadoramente y viviste todos los días de tu vida de espaldas ante mí. Dios no hará eso porque El no hace acepción de personas.

            Jesús dijo en Juan 6:37 “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera.” Todo el que viene a Cristo, es decir, cree salvadoramente en El y se arrepiente de todos sus pecados Jesús no le echa fuera. El los recibe con los brazos abiertos. Él es el Salvador del mundo.

            ¿Por qué no debemos hacer acepción de personas? Porque Dios no hace acepción de personas y nosotros quienes somos sus hijos debemos imitar a nuestra Padre celestial. Efesios 5:1 “Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados”.

            Y además, porque es incompatible con el evangelio de Cristo. Fíjate cómo nos dice Santiago en el versículo 1 “Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas”. ¡Porque nuestra fe descansa en la Persona y Obra de Cristo no debemos hacer acepción de personas, no debemos mostrar favoritismo! El evangelio de Jesús excluye el favoritismo.

            ¿Por qué? Porque el evangelio nos reconcilia con Dios. Antes de ser creyentes nosotros vivíamos sin Dios en este mundo. Había una separación entre Dios y nosotros. Éramos hijos de ira. Éramos enemigos de Dios. Espiritualmente y por nuestros pecados estábamos desnudos, sucios, enfermos desde la coronilla de la cabeza hasta la punta de los pies. Nuestra justicia era como trapo de inmundicia, nos dice Isaías 64:6.  Pero Dios envió al mundo a Jesús a reconciliarnos con Dios. El evangelio nos une salvadoramente con Dios.

            Y el evangelio nos reconcilia con los demás. Dios nos llama a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, Marcos 12:31. A considerar a los demás como dice Filipenses 2:3como superiores a [nosotros] mismo[s]”.

            ¿Por qué no debemos hacer acepción de personas? Porque es incompatible con la fe cristiana. V. 4 “¿no hacéis distinciones entre vosotros mismos, y venís a ser jueces con malos pensamientos?”. Cuando Santiago hace esa pregunta él espera que los hermanos a quienes les escribe digan: tienes toda la razón. Hemos actuado como jueces con malos pensamientos. Hemos tratado a estas personas con una actitud anti-cristiana. Dios nos llama a algo distinto. Él nos llama a tratar a los demás como nos gustaría que nos trataran. Mateo 7:12 “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.” Quiero explicar este versículo que ha sido mal interpretado. El pasaje no dice que tratemos con justicia y misericordia a los demás porque queremos que así hagan con nosotros. Eso no es lo que dice. Lo sí dice es que: como nos gustaría que nos trataran así vamos a tratar a los demás. Aunque tal vez y muchas veces sucede, las demás personas no nos traten como nosotros los tratamos.  

III. Aplicaciones prácticas

            Deseo reconocer mi deuda en parte al Dr. Daniel Doriani en algunas de estas aplicaciones. Debemos tratar a los pobres con amor y el respeto. ¿A qué pobres? No solo a los pobres económicamente sino también a los pobres en personalidad: el aburrido, el introvertido, el tímido, etc. Pero también a los pobres intelectualmente: el lento para aprender, el no educado. Y a los pobres en el cuerpo: los viejitos, los calvos, los obesos, etc. Esto tiene un sinnúmero de aplicaciones.  

            Esto implica el no hacer grupitos en la iglesia donde algunos están excluidos por ser “pobres”. En algunas iglesias existen los grupitos de creyentes que son exclusivos. Grupitos de los jóvenes donde se excluyen a otros por razones de dinero, o por que otros no tienen los mismos intereses o no saben cómo relacionarse con los demás. Pero aun los adultos hacen sus grupitos donde un grupo selecto entra. Algunos dirán: nadie es excluido, es cierto, pero solo algunos son invitados. Generalmente los mismos de siempre. Eso sucede en las iglesias y eso no debe ser así.

            Hermanos, cómo vamos a tratar a aquellos que vienen a la iglesia y están llenos de tatuajes que no le caben ni uno más. Hay personas dentro de la iglesia que piensan que debe haber iglesias exclusivas para los que se tatúan. Así como hay iglesias para los negros, para los anglosajones, para los chinos, para los mexicanos, aunque hablen el mismo idioma, así debe haber iglesias para lo que están tatuados desde la cabeza hasta los pies. Hermanos, Jesús con su muerte y resurrección rompió la barrera de separación entre judíos y gentiles y ha hecho de los dos pueblos uno solo. Si esto es así entonces no separemos lo que Dios ha unido.

            ¿Qué debemos hacer? No debemos hacer acepción de personas. Porque eso es compatible con nuestra fe en Dios, con el evangelio de Jesucristo y con el carácter cristiano que Dios forma en nosotros.