Sermón: Isaías 9:6 La Hermosura de la Obra del Mesías (Parte 2)
Isaías 9:6 “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.”
De momento los padres se han puesto las botas y han decido, en esta navidad, entregar los regalos de una forma distinta. Tienen varios regalos que darles a sus hijos. Y se los van a dar de una forma interesante. Los van a poner en diferentes sitios alrededor de la casa y ellos tienen que ir por todas partes buscándolos. Pero lo padres le han hecho la vida fácil. Le han dado claves sobre dónde podrían estar los regalos. Así que al llegar el 25 de diciembre y buscar debajo del árbol que encuentran son el mapa en donde se encuentran los regalos. ¿Qué tiene que hacer? Tienen que salir a buscarlos. Pero hay algo más: cada regalo es más grande que el otro. Así que cada vez que abren uno dicen: ¡Wao! ¡Gracias, no lo puedo creer! ¡Este es mejor y más grande que el anterior!
Bueno, hermanos, yo espero que no nos hayamos metido en un lío en estas navidades con este ejemplo.
¿Qué tiene que ver eso con el pasaje que tenemos presente? Tiene que ver lo siguiente. Cada uno de esos nombres dados al Mesías, dado a Jesús en forma profética es como un hermoso regalo que se pone mejor según lo vamos estudiando. La alegría que nos debe producir a cada uno a de nosotros al contemplar la Hermosura de la Persona y la Obra del Mesías.
Hemos visto hasta ahora que el Mesías prometido es verdadero hombre, verdadero Dios y verdadero Rey. Él es nuestro Consejero Maravilloso o Milagroso. En dónde vamos a buscar verdadera sabiduría sino en Jesús. ¿Por qué? Porque en Él “están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento” (Colosenses 2:3). Nadie sabe más que Dios. Por eso debemos buscar su guía y sabiduría para nuestra vida.
La alegría y la paz que debemos respirar en la Navidad se desprende del hecho de quien es Jesús, por lo que Él es en sí mismo y lo que El hace por nosotros.
Si te has dado cuenta todos estos nombres o títulos del Mesías son lo que Él es en sí mismo y lo que Él es para nosotros. Él es nuestro regalo por excelencia. Fíjate cómo lo dice Isaías 9:6 “un niño nos es nacido, hijos nos es dado”. Eso nos es para nuestro beneficio. Dios nos ha dado a Jesús para nuestro beneficio, nuestro bien. Él es nuestro Maravilloso Consejero. Pero Él es para nosotros algo más. ¿Qué más es El? Él es…
I. Dios fuerte
V. 6 “y se llamará su nombre… Dios fuerte”. En hebreo es “El gibor”. Es significativo esto, sabes por qué. Es significativo porque se le está dando el nombre de Dios al Mesías. Jesús no es un dios, como algunos dicen: sino que Él es Dios. No es la única vez que se le atribuye a Jesús deidad en la Biblia. Hay muchos pasajes en los cuales se enseña que Jesús es Dios, de forma directa e indirecta. Claro está, no vamos a estudiar con detenimiento esto. Solo les refiero otro pasaje del NT 1 Juan 5:20 “Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna.”
Oh hermanos, el hecho de que Jesús es: Dios fuerte nos debe de llenar de gran consuelo y alegría. ¿Sabes por qué? Porque yo sé que yo no soy fuerte. Tenemos que ser sinceros con nosotros mismos. Tenemos que tener una opinión correcta de nosotros mismos. Y esta opinión nos lleva a entender que no somos fuertes.
Todos nosotros experimentamos casi a diario esa debilidad. Y si no a diario, constantemente. Luchamos con los problemas de la vida y a veces nos sentimos desfallecer. Nos sentimos que nos abruman los problemas, las responsabilidades. Nos sentimos muchas veces impotentes. A veces nos sentimos que estamos cargando el mundo sobre nuestros hombros.
Luchamos muchas veces con nuestros hijos para que hagan las cosas bien y a veces nos sentimos que quisiéramos meternos por dentro de ellos para que despierten y piensen con cordura y claridad. Luchamos contra un esposo o esposa difícil: tal vez porque tiene una adicción que no logra vencer, o un carácter difícil, o con la idea que ya no me ama como antes. Luchamos con hijos inconversos, esposos o esposas inconversas.
Luchamos contra las enfermedades, contra las condiciones de salud: dolor de rodillas, espalda, cintura, artritis, problemas con los riñones, los divertículos, la escoliosis. Y éstas parecen eternas. Luchamos con problemas económicos y nos sentimos que donde quiera que vamos se nos cierran las puertas.
Problemas en el trabajo, con exceso de trabajo o con compañeros de trabajo que son un dolor de cuello para nosotros. O luchamos contras las injusticias que vienen sobre nosotros. Y eso como tratar de subir una pesada piedra sobre la montaña que cuando vamos tal vez por la mitad, ésta se nos cae y tenemos que volver a empezar de nuevo.
O tenemos una lucha contra un pecado en particular. Y luchamos contra él con fuerza y cuándo creemos que lo hemos vencido, regresa de nuevo.
Nuestra fragilidad se deja ver cuando cosas a veces triviales nos sacan por el techo. Hacemos una tormenta en un vaso de agua.
Pero también hay una lucha con la realidad de la muerte. Somos creyentes, sí. Sabemos que moraremos en los cielos por toda la eternidad. Sabemos que allí Dios enjugará todas nuestras lágrimas, seremos inefablemente felices: paz por doquier y conoceremos cómo fuimos conocidos. Pero la realidad es que la realidad de la muerte nos puede asustar. La muerte de un ser querido que nos deja solo o que nosotros le dejemos solo. O la realidad de que somos débiles para creer plenamente en la realidad de la vida en los cielos.
Pero aquí nos dice Isaías, Jesús es Dios fuerte. Es Dios fuerte para ti. Jesús es nuestro defensor. Y la Biblia usa ese título “fuerte” “gibor” de Dios especialmente cuando El pelea por su pueblo. Deuteronomio 10:17-18 “Porque Jehová vuestro Dios es Dios de dioses y Señor de señores, Dios grande, poderoso [gibor] y temible, que no hace acepción de personas, ni toma cohecho; que hace justicia al huérfano y a la viuda; que ama también al extranjero dándole pan y vestido”. Isaías 42:13 “Jehová saldrá como gigante [gibor], y como hombre de guerra despertará celo; gritará, voceará, se esforzará sobre sus enemigos.” Aunque nosotros somos débiles no debemos tener temor de nuestros enemigos. Él es gibor, Dios fuerte, grande, poderoso, gigante y valeroso guerrero. Quien lucha por nosotros. Es de Jesús que debemos buscar fuerzas para luchar contra el pecado. Es de Jesús que debemos buscar fuerzas contra Satanás. Y es de El que debemos buscar fuerzas contra la muerte misma. Y por qué El venció la muerte, El venció a Satanás y El venció el pecado clavándolos en la cruz. ¡Alabado sea su nombre!
Por eso debemos como dice Pablo en Efesios 6:10 “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor [Jesús], y en el poder de su fuerza.” Es de El que debemos buscar las fuerzas en toda lucha. Nuestras fuerzas se podrán acabar, pero no las fuerzas del Dios fuerte. De Dios fuerte jamás se acabarán.
Jamás te olvides de Romanos 8:35-39 “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.”
¿Qué más es El? Él es…
II. Padre eterno
V. 6 “y se llamará su hombre… Padre eterno”. Es interesante que aquí se llame al Mesías, Padre. Ya hemos visto que el Mesías es Jesús. Y Jesús es el Hijo de Dios. Nunca es el Hijo de Dios llamado Padre. La primera persona de la Trinidad es el Padre. Y Él no es el Hijo, ni el Hijo es Padre. ¿Qué quiere decir entonces Isaías cuando llama al Mesías, Padre? Comentando sobre esto dice Calvino que el nombre Padre es sustituto de Autor. Es decir, el Mesías es el Autor de la eternidad, en el sentido de que con su muerte Él nos da la inmortalidad y la vida eterna. Pero, aunque eso es cierto yo creo que hay algo más.
Entiendo que la idea aquí es, como dijo John Piper, que debemos ver al Mesías como aquel que, con firmeza y autoridad, pero con ternura cuida y protege a sus hijos.
Nosotros necesitamos de un Padre firme en nuestra vida. Y eso es Jesús para nosotros. La idea de un Jesús que carece de firmeza no es cierto. Jesús tenía un carácter firme y decidido. Jesús hablaba fuerte. Mira Mateo 12:30 “El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama.” Juan 6:64-67 “Pero hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar.
Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre. Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él. Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros?”
Pero Jesús es tierno con sus hermanos. Y como Padre, El cuida de nosotros. Él envía a sus ángeles para que nuestro pie no tropieza sobre la roca. Como dice el Salmo 91:11-12 “Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, Que te guarden en todos tus caminos. En las manos te llevarán, Para que tu pie no tropiece en piedra.” O el Salmo 34:7 “El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, Y los defiende.”
Pero a diferencia de nuestros padres que envejecen y dejan de ser nuestro Padre, es un Padre eterno. Siempre estará con nosotros. Nunca nos dejará. Nunca abandona a sus hijos. Y quien nos acompaña cada paso que damos y va con nosotros hasta la eternidad. Isaías 63:16 “Pero tú eres nuestro padre, si bien Abraham nos ignora, e Israel no nos conoce; tú, oh Jehová, eres nuestro padre; nuestro Redentor perpetuo es tu nombre.”
Te pregunto, por qué cosas vas a dar gracias esta Navidad. Es pero que sobre todas las cosas des gracias por tu glorioso Salvador quien nació en Belén hace 2 mil años para tu bien, para salvarte, cuidarte, estar contigo y llevarte a la gloria. ¿Es esa tu fe? Descansa en El.