Sermón: Eclesiastés 7:13-14 La mano de Dios en las aflicciones
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Eclesiastés 7:13-14 “Mira la obra de Dios; porque ¿quién podrá enderezar lo que él torció? 14 En el día del bien goza del bien; y en el día de la adversidad considera. Dios hizo tanto lo uno como lo otro, a fin de que el hombre nada halle después de él.”
Hace como 24 años atrás yo conocí a un compañero de trabajo en un Colegio en el área metropolitana. El era maestro de matemática. Y en una actividad de la escuela, para los maestros, se hizo una dinámica en la cual se puso una silla en el centro del salón y esa silla representaba el trono de Dios. Y cualquiera que quisiera se iba a acercar a la silla e iba a hablar con Dios y traerle sus preocupaciones, sus quejas o cualquier otra cosa. Y este maestro trajo su queja. Su queja eran sus ojos. El era bastante cegato. Sus espejuelos eran bastante gruesos. Para leer además de usar sus espejuelos él usaba una lupa. El sabía que había algo en su vida que no le hacía sentido. Había algo en su vida que estaba torcido, que no estaba bien. La carretera que llegaba a su casa tenía hoyos. Los hoyos eran su ceguera. Esa era su condición. Y su condición era su aflicción.
Yo me imagino que todos nosotros de alguna manera u otra nos podemos identificar con ese maestro. Todos nosotros en algún momento de la vida hemos sido visitados por aflicciones. Cosas de las que decimos: esto no está bien, esto no debería ser así, pero lo es. Es como una piedra grande en el camino. O un hoyo inmenso en la carretera. Algo no está bien, hay algo torcido en mi camino. Tal vez sea una enfermedad seria mía o de un ser querido, un problema de la espalda, o de los ojos, o de la rodilla, o los problemas comunes de la vejez. Alguna otra aflicción física, o alguna aflicción familiar. Tal vez un problema con los hijos, o con los padres, o con las necesidades básicas de la vida, o con un compañero de clase que es un abusador, o con un novio o novia, o con el gobierno.
De eso trata el pasaje que tenemos presente. Trata acerca de las aflicciones que vienen en la vida. Y cuál debe ser nuestra reacción al respecto. ¿Cómo debemos ver las aflicciones en la vida y cuál debe ser nuestra conducta al respecto? Lo primero que nos dice el predicador en Eclesiastés es “mira la obra de Dios”.
I. ¿Qué quiere decir con la obra de Dios?
Por la obra de Dios debemos entender no su obra de creación sino su obra de providencia. Y la providencia es el gobierno y sustento que Dios tiene de todas sus criaturas y todo lo que ellas hacen. Hermanos, en este mundo nada sucede por el azar y la suerte. Hay un Dios en los cielos que gobierna esta tierra. Hay un Dios en los cielos que dirige este mundo. Todas las cosas grandes y pequeñas son sustentadas y gobernadas por nuestro Dios. Aún las cosas más “insignificantes” están bajo el control soberano de Dios. Fue Jesús mismo quien dijo en Mateo 10:29-31 “ ¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre. 30 Pues aun vuestros cabellos están todos contados. Así que, no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos.” Aún los pájaros no caen en la tierra sin el permiso, control y decreto de nuestro Dios. Y El tiene conocimiento de cada uno de los cabellos que caen de nuestra cabeza y de los cuales no nos damos cuenta. Pero, ¿por qué Jesús le dijo eso a los discípulos? Para que tuvieran confianza en su tarea evangelísticas. Ellos no iban a ir solos. Dios los acompañaba en todo momento y sus vidas estaban en las manos de Dios.
De igual manera lo es nuestra vida. Nada de los que sucede en nuestra vida por más torcido que sea, por más horrible y difícil que sea está fuera del control de Dios. Nuestra vida está en sus manos. Y no hay aflicción que nos visite sino por su providencia. Y Jesús nos dice por tanto: “no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos.” Si Dios cuida de la vida de los pájaros de tal manera que ninguno cae a tierra sin su voluntad, cuánto más cuidará de nosotros que valemos más de muchos pajarillos. Distinto a lo que dice Peta o cualquier otra organización que iguala en valor y dignidad a los animales de los seres humanos.
Hermanos, ninguno de sus hijos es olvidado por su Dios. Ninguno de nosotros ha sido olvidado ni por un segundo de nuestra vida por parte de Dios. Para Dios después de su propia gloria sus hijos son lo más importante. ¿Cómo El no cuidará de ellos? ¿Cómo El no dirigirá sus vidas?
Su providencia: su gobierno y control alcanza todas las cosas. Nada ni nadie de en este mundo puede decir que está fuera del control de Dios.
II. ¿Qué significa mirar la obra de Dios?
Significa el reconocer que como Dios gobierna todas las cosas entonces las aflicciones que vienen a nuestras vidas nos vienen por su voluntad. En otras palabras todo está bajo su control incluso las aflicciones. Mira cómo lo dice el versículo 14 “En el día del bien goza del bien; y en el día de la adversidad considera. Dios hizo tanto lo uno como lo otro”. ¿Qué significa? Significa que debemos gozarnos y disfrutar de todas las cosas buenas que vienen a nuestra vida. Son dones de Dios y debemos recibirlas con acción de gracias. Pero también debemos meditar cuando viene la adversidad a nuestra vida. Y reconocer que tanto el día del bien como el día de la adversidad “Dios hizo tanto lo uno como lo otro”. O como dijo Job 2:10 “¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos?”
Por eso el versículo 13 dice: “¿quién podrá enderezar lo que él torció?” ¿Quién es él? El es Dios. El contexto demanda que esa sea la respuesta. Es Dios quien envía las aflicciones a nuestra vida. Pero alguien podría preguntar ¿tú me quieres decir que el adulterio de mi ex esposo fue algo que Dios me envió? Sí, pero correctamente explicado y entendido. Cuando decimos que El envía las aflicciones, lo torcido en nuestra vida, lo que queremos decir a la luz de la Palabra de Dios es, que Dios quien es soberano y controla todas las cosas determinó permitir la ocurrencia de ese pecado por razones que El tiene. El pecado es de la criatura pero su actuar no está fuera del control y del propósito de Dios. Veamos un ejemplo bíblico en la vida de David. Busquemos 2 Samuel 16:5-10. Aquí tenemos a Simei, de la familia de Saúl, y quien culpa a David de las muertes de Abner e Is-boset y también porque David permitió que los Gabaonitas ejecutaran a 7 de los descendientes de Saúl como pago de todo el mal que Saúl hizo a los Gabaonitas. Y se levanta a tirarle piedras a David y a los suyos y a maldecirle. Y Abisai le pide permiso a David para cortarle la cabeza a Simei por haber maldecido al rey David quien huía de Absalón. Y David le responde en el versículo 10 “¿Qué tengo yo con vosotros, hijos de Sarvia? Si él así maldice, es porque Jehová le ha dicho que maldiga a David. ¿Quién, pues, le dirá: ¿Por qué lo haces así?” Es decir, el pecado de maldecir es todo de Simei, por odio a David, pero el hacerlo está bajo el control de Dios. Aquí llamado: “Jehová le ha dicho que maldiga a David.” Dios no puso pecado en Simei pero permitió ese pecado según su soberano propósito. Dios pudo haberlo evitado. Pero no quiso. Por razones que solo Dios posee.
¿Qué implica esto para nosotros? Implica que en toda aflicción debemos ver la mano de Dios. El lo ha permitido. Esa es su voluntad. Esa es la voluntad de Dios para mi vida. No pienses ni por un momento que lo que sucede es por mala suerte, ni porque estamos en el sitio equivocado a la hora equivocada. Dios ha traído esa aflicción sobre tu vida. Y si eres creyente entonces debes ver que es tu Padre celestial que te ama El que ha determinado esto para tu vida.
En su lecho de muerte Juan Calvino decía: “Señor me afliges, me afliges. Pero que bueno es saber que eres tú”. El podía ver la mano de Dios en sus aflicciones. El no sufría porque ese es el curso natural de la vida. Ni porque al final todos los seres humanos morimos. No es fruto del movimiento impersonal del universo. Es Dios quien lo ha enviado. El tiene control de todas estas cosas en nuestra vida. Mira la obra de Dios. Reconoce que es Dios quien te ha enviado esa aflicción. Y El tiene razones para hacerlo.
III. ¿Cuál es el propósito de la obra de Dios?
Dios tiene varios propósitos.
1. Probar la sinceridad de nuestro corazón. Probar si realmente le amamos en verdad. Si realmente somos genuinos creyentes. Esa fue la prueba que tuvo Job. Fíjate cómo lo dice Job 1:8-11 “Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal? 9 Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: ¿Acaso teme Job a Dios de balde? 10 ¿No le has cercado alrededor a él y a su casa y a todo lo que tiene? Al trabajo de sus manos has dado bendición; por tanto, sus bienes han aumentado sobre la tierra. 11 Pero extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia.” ¿Qué es lo que dice Satanás? Si le quitas todas sus bendiciones y lo afliges yo sé que El te abandonará. Pero Job era sincero en su fe. Amaba y servía a Dios aún en medio de las aflicciones. Dios seguía siendo su Dios aunque no entendiera porque había permitido que todo eso sucediera. ¿Y si Dios hiciera lo mismo contigo le serías fiel?
2. Llevarnos a anhelas los cielos. Hermanos, hay muchas cosas hermosas en esta vida. Pero que mucho también se sufre. Dolores de cabeza, de espaldas, problemas estomacales, problemas en la familia, la escuela, el trabajo, etc. Dios busca recordarnos que debemos anhelar los cielos nuevos y la tierra nueva. Allí no habrá más llanto ni dolor. No habrá problemas ni aflicciones ni frustraciones. No habrá pecado ni maldad. Jamás habrán aflicciones para nuestra vida.
3. A veces castigarnos por nuestros pecados. Todo el sufrimiento que hay en el mundo es fruto del pecado. Por eso no habrá sufrimiento en los cielos porque Jesús con su muerte y resurrección derrotó el pecado y venció la muerte por nosotros. Todo sufrimiento es fruto del pecado pero no todo sufrimiento es fruto de nuestro pecado, pero a veces lo es. David fue perseguido por su hijo Absalón para matarlo. Y la Biblia nos dice que eso fue castigo de su pecado con Betsabé y Urías heteo. El sacerdote Eli sufrió con sus hijos que eran perversos. Sufrió porque no fue un padre responsable en disciplinar a sus hijos. Pero no siempre es así. El hombre que ciego de nacimiento no era ciego por su pecado ni por el pecado de sus padres sino como dice Jesús en Juan 9:2 “No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él.” No fue culpa ni de su pecado ni el de sus padres sino para la gloria de Dios o para purificarnos como el horno purifica el oro o,
4. Para hacernos crecer en su gracia. Hermanos, hay un crecimiento en la vida cristiana que es imposible adquirirlo sin las aflicciones. Porque ¿cómo creceremos en paciencia si todo nos sale bien? ¿Cómo creceremos en resignación a la voluntad de Dios si no sufrimos por su voluntad? ¿Cómo creceremos en humildad si no por medio de las ofensas? Dios ha diseñado esto para nuestro crecimiento espiritual, para nuestro bien.
IV. Aplicaciones
1. Mira la obra de Dios. Todo lo que nos sucede en la vida Dios lo ha hecho. Y si El lo ha hecho debemos poner nuestra mirada en Dios. Ver que cada aflicción tiene un propósito para nuestras vidas. Dios sabe más y debemos estar satisfecho con ello.
2. Sométete a la voluntad de Dios. Espera en El y El hará. A su tiempo y en su tiempo. Busca de Dios que te dé paciencia y resignación a su voluntad. Demuéstrale a El que no has creído en El de balde sino en verdad. ¿Cómo yo lo sé? Cuando seguimos siéndole fieles haciendo las cosas que sabemos son nuestros deberes y no dejamos que estas cosas nos aparten del camino.
3. Todo esto nos debe llevar a Cristo. Todo don perfecto proviene del Padre de las luces, pero proviene del Padre a través de Cristo. El es nuestro Mediador. Todo lo bueno que viene a nuestra vida y queremos que venga a nuestra vida nos viene por la obra de la Cruz de Cristo. Ve a El. Derrama tu corazón a El. El es más fuerte que toda adversidad. Y descansa en El.
Mira la obra de Dios, todo sucede bajo su control, para su gloria y para nuestro bien. ¿Crees en esto? Amén.