Primera Iglesia Presbiteriana Ortodoxa: Jesús es la Verdad

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Sermón: Mateo 5:13 Somos la sal de la tierra

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Sermón: Mateo 5:13 Somos la sal de la tierra Pastor Roberto Quiñones Cardona

Mateo 5:13 “Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres.”

 

            En medio de toda la conmoción que hemos vivido en las últimas dos semanas y en específico con respecto a la marcha histórica que se dio en la isla forzando al gobernador de Puerto Rico a renunciar, muchos se preguntaron: ¿en dónde estaba la iglesia en esos momentos? Algunos señalaron que la gran ausente de las manifestaciones lo fue la iglesia.

            Y de esto se levanta una pregunta: ¿cuál es la relación que la iglesia o más bien el cristiano tiene con respecto al mundo? ¿En qué consiste esa relación? ¿Debe haber una relación entre los cristianos y el mundo?

            Para cada una de estas preguntas Jesús tiene una contestación en este breve versículo. Quisiera que veamos qué Jesús nos quiere enseñar aquí.

            Hemos terminado las bienaventuranzas. Y se recuerdan, las bienaventuranzas nos enseñan el carácter del cristiano. ¿Cuál es el carácter del cristiano? El cristiano es pobre en espíritu, es decir, él es humilde. El llora por sus pecados sinceramente y por los pecados del mundo. El tiene hambre y sed de justicia. El es manso; es puro de corazón. Es pacificador y es bienaventurado cuando es perseguido por causa de la justicia o por causa de ser seguidor de Cristo.

            Ahora de los versículos 13-16 Jesús entra en un tema nuevo.  En las bienaventuranzas tenemos el carácter del cristiano. Ahora Jesús nos habla de la influencia del cristiano en el mundo. Si te das cuenta, Jesús nos dice que e cristiano no puede vivir enajenado de lo que pasa en el mundo. No debe aislarse del mundo, ni separarse físicamente del mundo como hicieron los ermitaños, anacoretas y los monjes. Dios nos ha puesto en el mundo con un propósito: cuál el de influenciarlo. Fíjate cómo Jesús presenta esta enseñanza y la manera en la cual El lo ilustra.

            Lo primero que deseo que vean es el contraste. Esto es sumamente importante. “Vosotros sois la sal de la tierra”. Aquí hay un contraste. Aquí hay dos cosas distintas. No te olvides que Jesús está hablando en forma metafórica. La metáfora es una comparación indirecta. Nosotros los cristianos somos la sal. Y somos algo distinto a la tierra.

            Ahora bien, ¿qué quiere Jesús enseñar por medio de esta metáfora? La sal en aquellos tiempos como en los nuestros era usada como sazonador y también como preservativo, evitando así la corrupción natural de las cosas. En una época en donde no existía la refrigeración el uso de la sal como preservativo era y es medular. Eso es lo que somos nosotros. Nosotros somos la sal. Somos el medio que Dios utiliza para preservar la tierra.

            Ahora bien, ¿qué significa la tierra? La tierra significa el mundo. Significa el mundo sin Dios y sin Cristo. Un mundo que por causa del pecado no puede hacer otra cosa que podrirse. El mundo sin Cristo es como una carne muerta cuyo resultado natural es podrirse, es descomponerse, es dañarse. Y ella misma es incapaz de evitarlo.

            Lo que hemos vivido esta semana es un claro ejemplo de lo que Jesús enseña aquí. El resultado natural de un gobierno y de líderes del gobierno que no tienen a Cristo, no importa el color del partido, lo es la corrupción. Lo vemos en Puerto Rico, lo vemos en los EE. UU., lo vemos en Cuba, en Santo Domingo, lo vemos en Alemania, en Francia, Japón, en China, en la India, en Canadá, etc. El pecado pudre. Destruye, daña, corrompe y ensucia todo lo puro, todo lo limpio.

            Pero Jesús nos dice: vosotros sois la sal de la tierra. Ustedes son el instrumento y medio que yo utilizo para evitar la corrupción natural de la tierra. “Sin ustedes aquí”, la tierra sería casi el mismísimo infierno.

            ¿Cuál es nuestro deber? Nuestro deber es influenciar el mundo. Nuestro deber es el ser ese preservativo contra la podredumbre natural de un mundo que no tiene a Cristo en su corazón y que no ha experimentado el nuevo nacimiento. Ese es nuestro deber.

            ¿Y cómo lo hacemos? Jesús nos lo dice aquí en parte. En los versículos del 14-16 El amplia la idea. Pero veamos cómo Jesús nos dice que debemos hacer.   

1. Viviendo las bienaventuranzas.

            Si hay algo en lo que la iglesia de Cristo en el siglo 21 ha fallado lo es en vivir a la altura de nuestro llamado. Nuestras vidas muchas veces no se distinguen de las vidas de los no creyentes. Abundan los matrimonios destruidos en las iglesias. Abundan los ministros involucrados en la pornografía. Abundan la mundanalidad en donde es más importante estar en la playa que estar en la casa de Dios los domingos u otros días de la semana. Muchos cristianos han puesto su felicidad en las mismas cosas que el mundo las pone: en las posesiones materiales, en los chinchorreos, en las redes sociales, en los celulares, en la internet. Esos son los nuevos dioses, sin quitar el sexo. Miembros de las iglesias conviviendo. Viendo programas de televisión pornográficos y lo justifican al decir: es que la trama es increíble. No hay amor sacrificial. Los esposo no aman a sus esposas como Cristo amó a la iglesia. Las esposas no se someten a sus esposos. Muchos en los matrimonios no quieren resolver los problemas matrimoniales bíblicamente optando con el divorcio cuando se pudo salvar el mismo.

            Hay orgullo en desmedida. No hay perdón entre los hermanos. Hay críticas destructivas entre ellos. Hay luchas de poder entre los líderes de la iglesia. No hay abnegación. No hay desprendimiento. No hay sacrificio para las cosas de Dios.

            Y esto que estamos viviendo en Puerto Rico nos lo hemos ganado.

            Jesús también nos da una advertencia. Dice: “pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres”. Si la sal pierde su sal no puede ser salada, es inútil, no sirve para nada, sino para pisoteada porque no tiene valor alguno. ¿Cómo podemos entender esto? Para ello es importante conocer algo de la geografía y vida de los habitantes de Israel. En aquellos tiempos la sal se extraía del Mar Muerto o Mar Salado. Pero era sal era una mezcla. Era polvorienta. Y en ese polvo había nitrato de sodio, es decir, sal. Pero esa mezcla se podía separar y el nitrato de sodio perderse y lo que quedaba era un polvo sin valor alguno.

            ¿Cuál es la idea detrás? La idea detrás es que si nosotros perdemos nuestra identidad dejaremos de ejercer nuestro llamado. La iglesia dejaría de ser lo que Dios quiere que ella sea: el medio para frenar la corrupción y podredumbre de un mundo sin Cristo.

            ¿Cómo un creyente puede dejar de ser sal? Cuando en vez de vivir distintos del mundo vivimos como el mundo.

            Pero Jesús nos enseña que solo cuando vivimos las bienaventuranzas es que nosotros influenciamos el mundo al demostrarle que solo la gracia de Dios transforma las vidas y las naciones y todas las cosas. Que solo Cristo salva. Que solo en unión con Él es que seremos nuevas criaturas y caminaremos como nuevas criaturas. Que es en comunión con Dios, en obediencia a la Palabra de Dios, en el uso de los medios de gracia, en luchar contra Satanás, el mundo y nuestra propia carne, es que podremos vivir como escogidos de Dios. Y así ser la sal de mundo.

            ¿Qué vas a hacer ahora? ¿Estás viviendo las bienaventuranzas? ¿Estás coqueteando con el mundo? ¿Estás resistiendo a Satanás? ¿Estás alimentando tu carne y deseos pecaminosos? Solo agarrados a Cristo Jesús como el aliento de nuestra vida, por medio de la fe, es que tendrás las fueras, las ganas, el deseo, el celo y la energía de vivir las bienaventuranzas.

            No te olvides tú eres la sal de la tierra. Eso es lo que eres. Y debes serlo en primer lugar para ti mismo, en tu propia familia, en la iglesia y en dondequiera que estés. De lo contrario todo a tu alrededor se destruirá, se pudrirá. El que tiene oídos para oír que oiga.