Sermón: Mateo 6:11 Danos el pan cada día
Mateo 6:11 “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.”
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En nuestro estudio de la oración del Padre nuestro Jesús ha procurado no solo enseñarnos a orar correctamente sino también a pensar correctamente. Nos ha enseñado a poner las cosas de la vida en su justa perspectiva. Lo más importante en la vida es Dios de aquí que debemos pedir en primer lugar por la exaltación de su nombre, es decir, de Dios mismo. Luego Jesús nos ha enseñado que su nombre es exaltado principalmente en su reino. Después nos enseñó que nada le agrada más ni exalta su nombre que un corazón obediente a su voluntad.
Al ver todo esto cualquiera podría preguntar y qué de nosotros. En respuesta a esto Jesús nos enseña en la cuarta, quinta y sexta petición a pedir por nuestras necesidades. Lo curioso del caso es que Jesús nos llama a pedir por pan antes de pedir por perdón. ¿Cuál de los dos es más importante? La reconciliación con Dios es lo más importante que la misma comida. Pero aunque es más importante que la comida Jesús desea que pidamos primero por nuestras necesidades físicas. ¿Por qué? Porque ellas nos enseñan que así como Dios se preocupa o se ocupa de nuestras necesidades físicas de igual manera El se ocupa de nuestras necesidades espirituales.
Sí hermanos, a Dios le interesa todo lo que nos sucede. Incluyendo el aspecto físico nuestro. Tan chocante fue esto para algunos de los padres de la iglesia que algunos decían que la palabra pan se refería al pan espiritual de la Palabra de Dios o al pan de la Santa Cena. Pedir por pan material les sonaba muy carnal, muy terrenal contrario al espíritu del cristianismo, decían ellos.
Pero Jesús nos enseña que el Dios que nos ha creado y que nos ha redimido en Cristo Jesús se interesa de la totalidad de nuestro ser. El no solo le interesa nuestra alma sino también nuestro cuerpo. A Dios le interesa todo lo que nos sucede. Y El se ha proclamado el único que realmente puede satisfacer todas nuestras necesidades.
Ahora bien, qué más desea Jesús que aprendamos en esta cuarta petición. Jesús desea que aprendamos a reconocer tres cosas fundamentales:
I. Reconocer que nada es nuestro
¿Por qué Jesús nos llama a hacer esta petición? Lo primero que Jesús nos quiere enseñar es a reconocer que nada es nuestro. Dios es el creador de todo. Y como El ha creado todo, todo es suyo por derecho propio. El Salmo 24:1 “De Jehová es la tierra y su plenitud; El mundo, y los que en él habitan.” Por tanto, como nada es nuestro debemos aprender a pedir todas las cosas de la mano de Dios. Y reconocer que Dios es la fuente única de toda bendición. Debemos ver las cosas que nos da como una bendición suya. Dice Santiago 1:17 “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.”
Ahora bien, no solo todo es Dios porque El es el creador de todo y nada es nuestro. Hay algo más. Cuando Dios creó a Adán, El lo puso como administrador de todas las cosas. Y en un sentido todas las cosas eran suyas. Adán tenía el derecho de usar todas las cosas porque Dios se las había concedido. Pero por causa de la caída Adán y nosotros perdimos ese privilegio. Y no solo eso, nuestros propios pecados que cometemos a diarios son base para perder ese privilegio. ¿Entiendes esto? Hemos perdido el derecho a todas las bendiciones externas de esta vida. Así le dijo Dios al pueblo de Israel en Jeremías 5:25 “Vuestras iniquidades han estorbado estas cosas, y vuestros pecados apartaron de vosotros el bien.” Los pecados de no reconocer a Dios como el Dios de la providencia les llevó a perder el bien. ¿Cuál bien? La lluvia necesaria para que los árboles produzcan frutos y la hierba germine.
No tenemos derecho alguno a recibir ninguna cosa buena de parte de Dios. Así como el criminal pierde los derechos a la libertad, a la privacidad, e incluso algunos pierden el derecho a la vida, de igual manera nosotros hemos perdido el derecho sobre todas las cosas que tenemos. ¿Qué nos quiere enseñar esto? Nos enseña que debemos reconocer con humildad el enorme privilegio que Dios nos da al darnos cosas buenas. No tenemos derecho a la ropa que nos vestimos. No tenemos derecho a tener hijos o esposa o esposo. No tenemos derecho a tener un trabajo. El que Dios nos le de se lo debemos a Cristo Jesús. ¿Sabes por qué? Porque su sacrificio perfecto nos restaura el derecho perdido de usar las cosas para la gloria de Dios. Es por Cristo que no solo recibimos bendiciones espirituales sino bendiciones temporales. Esas bendiciones temporales están incluidas en el pacto de gracia. Y las recibimos de Dios no solo como creador sino con nuestro Padre celestial que ama y cuida a sus hijos. Cada cosa que recibimos si nos viene por el uso recto y lícito es fruto de la bendición de Dios.
¿Qué más desea Jesús que reconozcamos?
II. Reconocer que dependemos de Dios en cada momento
Jesús nos quiere enseñar al pedir el pan a reconocer que dependemos de Dios cada día, en cada momento. Al decir “pan” decimos provéeme de todas las cosas necesarias para la vida: salud, trabajo, fuerzas, sabiduría, destreza, familia, amigos, transportación, etc. Al decir “dánoslo hoy” es reconocer que nosotros, por nosotros mismos sin Dios jamás podremos llevarnos un solo bocado a nuestra boca. Jamás podremos ganar dinero para comprar absolutamente nada. Es solo su bendición la que nos provee todas las cosas.
Dice el Salmo 127:1 “Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican; Si Jehová no guardare la ciudad, En vano vela la guardia.”
Por eso Dios hablando por boca de Moisés les dijo al pueblo de Israel que cuando vieren la bendición de Dios en la Tierra Prometida tenían que cuidarse de decir: ¡esto lo logré yo!, ¡Esto me lo gané yo! Deuteronomio 8:17-18 Cuídate “y digas en tu corazón: Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza. 18 Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día.”
Fíjate que Jesús nos llama a pedir el pan de cada día. Pedimos para nuestro sustento y bienestar. No pedimos para riquezas y cosas innecesarias. No pedimos para satisfacer nuestras necesidades creadas. Pedimos lo necesario para la vida y no para satisfacer nuestra codicia.
Y al decir cada día Jesús nos quiere enseñar a vivir una día a la vez. Mateo 6:34 “Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.” En aquella cultura los obreros recibían el pago de sus servicios al finalizar el día. Se levantaban temprano iban a la plaza esperando el ser contratados para trabajar. Y podían estar una buena parte del día esperando. Se levantaban sin saber si iba a ser contratados. Y se acostaban sin saber si al otro día tendrían pan para su familia. Por eso pedían el pan diario. Pero nosotros no estamos lejos de ellos. Sin la bendición de Dios ni tú ni yo podemos comer a diario. No hay seguridad alguna que me levantaré a trabajar o a estudiar. En última instancia no hay seguridad de trabajo porque yo no lo puedo garantizar ni mi patrono ni el gobierno lo pueden garantizar. Por eso no debe pasar un día sin que pidamos su bendición sobre nosotros. Pidámosle pan a Dios a diario. Pidámosle el poder levantarnos y cuando lo hacemos démosle gracias a Dios. Y cuando nos falte el pan vayamos a El corriendo y suplicándole que nos de pan, abra puerta en conseguir un trabajo y fuerzas y sabiduría para trabajar de la mejor manera posible: con diligencia, con respeto, con humildad, no sirviendo al ojo del patrón sino haciendo todas las cosas como para el Señor.
Con todo esto Jesús desea enseñarnos a reconocer que solo Dios es la fuente de todo bien. 1 Corintios 4:7 “Porque ¿quién te distingue? ¿o qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?”
Además de aprender a esperar en El. Salmo 145:15-16 “Los ojos de todos esperan en ti, Y tú les das su comida a su tiempo. 16 Abres tu mano, Y colmas de bendición a todo ser viviente.”
Por tanto nuestra confianza debe descansar solo en El. No en ninguna cosa, ni criatura, sino solo en Dios y su amor paternal. Salmo 146:3 “No confiéis en los príncipes, Ni en hijo de hombre, porque no hay en él salvación.” ¿Por qué los príncipes? Porque ellos representan el estado, porque ellos representan poder y riquezas. Nosotros buscamos ayuda de los que pueden y de los que tienen. Dios nos dice: No. No confíes ni en príncipes ni en hijo de hombre porque en última instancia no hay salvación en ellos ni por ellos sino solo en Dios.
Jesús desea que aprendamos a orar no solo por nuestras necesidades sino también por la de los demás. Fíjate que en los versículos del 11 al 13 hay un cambio de persona gramatical. En las primeras tres peticiones Jesús nos llama a orar por tu nombre, tu reino y tu voluntad. Ahora nos dice que oremos por nuestro pan, nuestro perdón y nuestra protección. No solo por mi pan debo orar sino por nuestro pan. Te pregunto: ¿oras por el pan de los demás? ¿Cuántos hoy día en el mundo se acuestan sin comer? En cambio tú y yo comemos todos los días. Jesús nos dice: no te olvides de ellos. Ora por el pan de ellos y no solo por el tuyo.
¿Qué otra cosa desea que reconozcamos?
III. Reconozcamos que debemos estar contentos con lo que Dios nos da
Hemos visto que según Jesús y la Biblia todo lo que tenemos, absolutamente todo es un regalo de Dios. Y El distribuye sus bienes según su sabiduría. A unos El les da una cosa y a otros le da otra. Pero tanto el uno como El otro deben estar contentos con lo que Dios les da. Dice Pablo en 1 Timoteo 6:6-8 “Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; 7 porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. 8 Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto.”
Los ricos deben estar contentos con lo que tienen. Pero alguien dirá eso es fácil para ellos. La respuesta es que no. Muchos ricos viven vidas amargadas. Tienen mucho y quieren más. Y a veces ese más se adquiere haciendo trampas, abusando del necesitado, doblando la ley para su beneficio. Algunos de ellos jamás se sacian. Como una vez dijo el magnate Rockefeller. ¿Está usted contento con todo lo que tiene? Y dijo: con un poquito más.
Los no ricos deben estar contentos con lo que Dios les ha dado. Y no deben quejarse de que no tienen lo que tienen los demás. No significa que no busquen mejorar su condición. Pero su meta no es tener lo que otros tienen sino servir al Señor con lo que tienen. Y si Dios prospera nuestra diligencia, gloria a Dios. Tu diligencia no debe ser para enriquecerte sino para ser responsables de los dones que El nos ha dado.
¿Qué nos enseña Jesús en todo esto? Nos enseña a reconocer que nada es nuestro. Que todo lo que tenemos se lo debemos a Dios. Que necesitamos aprender a depender de Dios cada día y en cada momento. A valorar todo lo que tenemos como algo inmerecido y como un regalo de Dios gracias a la obra de la cruz de Cristo. Y que debemos tener corazones agradecidos a Dios y estar contentos con lo que Dios nos da sea mucho o sea poco. A El sea la gloria por siempre.