Cristo como Mediador entró en la relación representativa en la que estuvo Adán en el estado de integridad, con objeto de merecer para el pecador la vida eterna. Esto constituye la obediencia activa de Cristo que consiste en todo lo que Él en su aspecto representativo hizo para obedecer la ley, como condición para obtener vida eterna. La obediencia activa de Cristo era necesaria para que su obediencia pasiva fuera aceptable a Dios, es decir, convertirlo en objeto del beneplácito de Dios. Sólo en atención a esto, Dios estima los sufrimientos de Cristo en forma diferente de la que estima los sufrimientos de los perdidos. ....Y finalmente, si Cristo hubiera sufrido nada más que el castigo impuesto al hombre, los que participan de los frutos de su obra habrían quedado en el lugar exacto en donde Adán estuvo antes de la caída.
Dios continuó demandando obediencia del hombre(después de la caída), pero en adición a eso le requirió que pagara el castigo de la pasada transgresión. Satisfacer este doble requerimiento era el único camino de la vida después de que el pecado entró en el mundo. Si Cristo hubiera nada más obedecido la ley y no hubiera pagado el castigo, no hubiera podido ganar un título a vida eterna para los pecadores; y si hubiera únicamente pagado el castigo, sin pagar las demandas originales de la ley, hubiera dejado al hombre en la posición en que Adán estuvo antes de la caída enfrentándose todavía a la tarea de obtener la vida eterna en el camino de la obediencia. No obstante, Cristo mediante obediencia activa llevó a su pueblo más allá de aquel punto y les dio derecho a la vida eterna..
Tomado de la Teología Sistemática de Berkhof, Págs. 451, 452 y 453