Doctrinas que Distinguen a la Teología Reformada

Doctrinas que Distinguen a la Teología Reformada

Las doctrinas distintivas de la Teología Reformada se encuentran agrupadas en dos sistemas conocidos como Las Doctrinas de la Gracia y La Teología del Pacto

1) Las Doctrinas de la Gracia

Las doctrinas de la gracia también son conocidas como calvinismo, un nombre

inapropiado, en primer lugar porque no fue Juan Calvino quien las concibió ni las

sistematizó y en segundo porque no son doctrinas concebidas por hombre sino reveladas por Dios en las Escrituras. La exposición histórica más clara y sistemática de las doctrinas de la gracia proviene de los días de la Reforma y se encuentra en los Cánones del Sínodo de Dort, una declaración doctrinal redactada en la ciudad de Dordrecht, Holanda, donde en 1618 y 1619 se realizó una convocación teológica para rebatir las doctrinas de los antagonistas,, un grupo de teólogos holandeses que se oponían a la soberanía de Dios y enseñaban la suficiencia y centralidad de la fe humana para salvarse, una enseñanza conocida—también inapropiadamente—como arminianismo. Los Cánones de Dort afirman que sólo Dios salva pues ni las obras del hombre ni su fe natural son suficientes para la salvación, y que la fe salvadora es una fe sobrenatural que Dios da a sus elegidos cuando los llama eficazmente por su gracia soberana. Las cinco doctrinas de la gracia fueron encapsuladas en el acróstico TULIP que en inglés corresponde a sus siglas. La T es por Total Depravation , en español Depravación Total; la U es por Unconditional Election, en español Elección Incondicional; la L es por Limited Atonement, en español Expiación Limitada (o Particular); la I es por Irresistible Grace, en español Gracia Irresistible; y la P es por Perseverance of the Saints, en español Perseverancia de los Santos.

Depravación Total –todo ser humano ha sido corrompido por el pecado a tal extremo que no puede ser salvo ni por sus obras ni por su fe natural.

Elección Incondicional – la elección y la fe salvadora son un don de Dios. Él elige incondicionalmente, desde antes de la fundación del mundo, a los que han de ser salvos.

Expiación Particular o limitada – la muerte de Cristo es suficiente para expiar los pecados de todo el mundo pero su eficacia salvadora está limitada particularmente a los elegidos.

Gracia Irresistible – en su gracia soberana Dios llama y regenera eficaz e irresistiblemente a sus elegidos para salvación.

Perseverancia de los Santos – Dios preserva a sus elegidos para salvación y les da la gracia, el poder y la provisión para perseverar hasta el fin.

¿Qué se necesita para entender las doctrinas de la gracia?

Dos cosas se necesitan para entender las doctrinas de la gracia: la infinita soberanía de Dios y la absoluta pecaminosidad del hombre. Es imposible entender estas doctrinas cuando se le atribuye merito al esfuerzo, a la fe o a la voluntad humanas. La única manera de entenderlas es reconocer que la salvación pertenece a Jehová (Job. 2.9), que es Él quien nos elige a nosotros, no nosotros a Él (Juan 15.16), que Él nos escogió antes de la fundación del mundo (Ef. 1.4), que la salvación no depende del que quiere ni del que corre sino de Dios quien tiene misericordia (Rom. 9.1516). Estas son doctrinas totalmente centrada en Dios y son las únicas por medio de las cuales se puede realmente atribuir a Dios todo el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza (Ap. 5.12; 4.11; 1 Crónicas 29.11). Quienquiera que entienda y reconozca la suprema soberanía Divina y la gravedad de la condición pecaminosa del hombre llega inevitablemente a las doctrinas de la gracia.

2) La Teología del Pacto

La teología del pacto es una explicación coherente de la historia de la revelación bíblica. A través de ella podemos contemplar la unidad de las Escrituras y del plan de

redención. La teología del pacto no es una simple doctrina sino un sistema integral; además es una herramienta hermenéutica, es decir una herramienta para la correcta

interpretación de la Biblia. La Teología del Pacto es una armonización de los pactos bíblicos entre los cuales el pacto de gracia es el más prominente.

Fue por el pacto de gracia que Adán, en lugar de ser aniquilado al quebrantar el pacto de obras que Dios había hecho con él en el Edén, recibió la promesa de un redentor y una redención eterna. El embrión de este pacto de gracia es la promesa de Génesis 3.15 donde Dios anunció la venida de uno que vencería a la serpiente y a quien llamó ‘la simiente de la mujer.’ Esta simiente de la mujer encuentra su consumación en Cristo, y su identidad fue revelada paulatinamente a través de grandes pactos sucesivos de la historia de la redención que Dios hizo en diferentes épocas y con diferentes hombres. Estos pactos, hechos en el antiguo testamento con Noe, Abraham, Moisés y David, están conectados uno con el otro y se derivan del pacto de gracia. La teología de la Biblia es estructurada y armonizada dentro del marco de estos pactos sucesivos. Ellos culminan y son consumados en el Nuevo Pacto hecho por nuestro Señor Jesucristo por su muerte en la cruz.

La teología del pacto explica el progreso de la historia de la redención a través de los diferentes pactos, nos permite ver la unidad del antiguo y el nuevo testamento y evita la confusión y las inconsistencias en la interpretación de la escatología (las doctrinas sobre el futuro y los tiempos finales) la soteriología (las doctrinas sobre la salvación) y la eclesiología (las doctrinas sobre la iglesia). Estos pactos están conectados por la promesa mencionada o aludida en cada pacto: “Yo seré tu Dios y vosotros seréis mi pueblo,” una frase que aparece por primera vez en Gen. 17.7 y por última en Apocalipsis 21.3, pero se menciona o es aludida repetidamente cada vez que Dios establece, ratifica o renueva un pacto. La plenitud máxima de esta promesa se manifiesta en la persona de Cristo, el supremo consumador del pacto de gracia, Emmanuel, Dios con nosotros.