Patrones Depresivos

Los depresivos suelen darse una y otra vez con la misma piedra

Ninguna persona está obligada a deprimirse. Y sin embargo, hay depresivos cíclicos, que no bien han salido de una depresión cuando ya se puede predecir que caerán en otra. Es como tropezar una y otra vez con la misma piedra o caer vez tras vez en el mismo hoyo. Pero, la culpa no la tiene ni la piedra ni el hoyo sino el que no toma las medidas para no volver a accidentarse.

Tomemos el caso de Santiago. Todos sus episodios depresivos están ligados a situaciones económicas. Cualquiera que no lo conozca podría pensar que ante su situación económica actual, hasta el más fuerte se deprimiría. Ha llegado al punto de deberle a cada santo una misa, y le han suspendido el servicio eléctrico, el agua, el seguro médico; los acreedores le salen hasta en las sopa. Debe al banco, la cuenta del auto, los servicios hospitalarios, y a todos los amigos, conocidos y desconocidos que se llevó arrastrados en su caída. Ahora está deprimido, desesperado. Ha agotado todos los recursos que en otras ocasiones le tendieron la mano. Esta vez está mas sólo, mas abajo y más desesperanzado que nunca.

Pero la verdadera causa de su depresión no es su desgracia económica sino todo un historial de irresponsabilidad administrativa, de enredos económicos, de incumplimientos y de darse buena vida en el momento sin pensar en el futuro. Los años han pasado y no ha aprendido la lección. Siempre apostó a él mismo, en perjuicio de los demás. Pero esta vez está devastadamente perdido. Ahora la buena vida, los buenos carros, la buena casa, la buena mesa de los restaurantes finos, tienen un sabor amargo en sus recuerdos. Se siente culpable, y tiene razón.

Lo peor de todo es que le ha fallado a Dios luego de haber superado las crisis anteriores. Ahora, no siente ni siquiera que merecer ni puede esperar nada de Dios. Por supuesto que está equivocado. Posiblemente, Dios en su infinito amor y misericordia, lo esté llevando a sus límites, hasta que levante su rostro a Dios o se postre ante él, y confiese arrepentido que no ha aprendido todavía la lección. Santiago siempre ha caído en las mismas trampas que el mismo se armó. Y esos patrones de conducta por gratificantes que parezcan al momento, en el fondo son pecaminosos. Y ahí es que está el detalle. Todo conducta y patrón de conducta pecaminoso, constituyen una ofensa a Dios. Y cuando llega la hora de la verdad hay que darse cuenta que cuando todo se acaba, cuando todo pasa, cuando nos quedamos solos, lo único que nos queda en Dios.

Pero esta es la más bendita de las soledades, de las desesperanzas, de las derrotas y las impotencias. A veces es la única forma de darnos cuenta de que aunque nosotros le hayamos dejado, Él permanece fiel porque Él no puede negarse a sí mismo. Entonces, y sólo entonces, todas nuestras pérdidas comienzan a convertirse en ganancia. Pablo dijo, que llegó el momento en su vida en que tuvo que considerarlo todo como perdida por causa de la excelencia del conocimiento de Cristo.

Sólo este conocimiento de Cristo es el que hace decir al apóstol San Pablo: “Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, que estamos atribulados en todo, mas para no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos; llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal.” – 2 Corintios 4:7-11.

¡Aprenda a Vivir!