Súper Ocupados
Basado en el libro Crasy Busy por Kevin Deyoung
Adaptado por: Pastor Roberto Quiñones
I. Introducción
1. ¿Cuán ocupada está tu vida? ¿Cómo esto te afecta o te ha afectado en tu vida personal como cristiano, en tus relaciones con tu familia, tu trabajo?
2. Se dice que el estrés de la vida es uno de los factores que causan mayor daño a la salud. Si nosotros trabajáramos por 70 años en un trabajo físico tendríamos menos problemas de salud que los que tenemos hoy día por causa del estrés.
3. El estar súpero ocupado no es algo que nunca ha ocurrido. Podemos ver personajes de la historia bíblica y de la historia de la iglesia y ver cuán súper ocupados estaban. Por ejemplo: el evangelio de Marcos nos describe la vida súper ocupada que Jesús tenía. Marcos 1:14-45. Pero los evangelistas no nos dicen que todos los días de Jesús eran así. Es más, sabemos que Jesús luego de ministrar en Galilea tomó un momento de break en su ministerio y se habla del tiempo de refrigerios de Jesús. Pero para Jesús no implicó un tiempo de vacaciones como hoy día los conocemos. Tuvo un momento de retiro en su ministerio en la región de Tiro y de Sidón.
4. En la historia de la iglesia sabemos que hombres de Dios que vivieron vidas súpero ocupadas. Por ejemplo, Juan Calvino. El predicaba casi todos los días de la semana, además de dar clases de teología, predicar dos veces el domingo, tener reuniones con los pastores y el concilio de la ciudad, contestar cartas, recibir personas en su casa, escribir comentarios bíblicos en francés y en latín, trabajando incluso desde la cama cuando estaba enfermo.
II. Tres Peligros de Evitar
1. Pero hay unos peligros asociados a esto. Hay peligros que nos afectan en nuestra salud física y espiritual que debemos tener presente. Hay tres peligros que debemos evitar en esto de estar súper ocupados. Claro está, el peligro principal para una vida súper ocupada es que ponemos en riesgo nuestra salud espiritual. Ponemos nuestra alma en riesgo. El reto es, por tanto, no dejar que nuestra salud espiritual se deslice. Pero esto es serio. Nuestra vida espiritual está en juego. No que el genuino creyente vaya a perder su salvación, pero sí hacerse mucho daño a él y a los que le rodean, espiritualmente hablando.
2. Primer peligro: Una vida súper ocupada puede arruinar nuestro gozo. Como creyentes nuestra vida debe ser una vida de gozo. Filipenses 4:4 “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!”. Es más, el gozo es uno fruto del Espíritu Santo, Gálatas 5:22 “Mas el fruto del Espíritu es… gozo”. Debemos tener una vida llena de gozo, un gozo perfecto. Juan 15:11 “Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido.” Santiago 1:2, incluso nos dice que debemos tener sumo gozo cuando no hallemos en diversas pruebas. Así que una actitud gozosa debe ser lo que caracterice nuestra vida, aun en medio de las pruebas. Pero una vida súper ocupada roba de nuestro gozo. Dice Deyoung: “un estudio encontró que una persona que viaje cada día de su casa a su trabajo experimenta más altos nieles de estrés que un piloto en el ejército o un policía anti-motines”. Sin lugar a dudas que cuando estamos menos ocupados somos más pacientes con nuestros hijos, más atentos a nuestro cónyuge y con tiempo para estar a solas con Dios y escuchar su voz por medio de la lectura de la palabra y orar con calma. Cuando estamos súper ocupados nuestra vida espiritual se deteriora. El que no caigamos en pecados escandalosos y sigamos una vida cristiana normal no significa que nuestro vigor espiritual no haya menguado. Y que éste se manifieste en actitudes no bíblicas en nuestra vida.
3. Segundo peligro: Una vida súper ocupada roba nuestro corazón. Jesús mismo lo enseñó en la parábola del sembrador. En Marcos 4:1-20 vemos cómo se manifiesta. El sembrador salió a sembrar la semilla que es la palabra de Dios. Algunas cayeron junto al camino y las aves la devoraron, otras cayeron en pedregales y creció un poco pero se secó porque no tenía raíz profunda y otra cayó entre espinos y estos ahogaron la semilla. De la que fue sembrada entre espinos Jesús nos dice en Marcos 4:18-19 “Estos son los que fueron sembrados entre espinos: los que oyen la palabra, pero los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa.” Juan Calvino dijo que el corazón del hombre es un “espeso bosque de espinas”. Jesús menciona como una de las espinas: “los afanes de este siglo”. ¿Por qué los viajes misioneros, los campamentos de verano y las conferencias cristianas son buenísimos para nuestra vida espiritual? Dice Deyoung: porque tú tienes que hacer espacio en tu tiempo para poder asistir a ellas. Entonces, sacas tiempo para pensar, orar y adorar a Dios. Para muchos de nosotros no son las herejías ni la apostasía lo que nos puede desviar de la profesión de nuestra fe sino “los afanes de este siglo”.
Jesús menciona otra espina cuando dice: “las codicias de otras cosas”. No es que poseer otras cosas se algo malo en sí mismo, sino que el problema es con todo lo que hacemos para cuidarlas y todo lo que hacemos para obtener más de esas cosas. Nuestra alma no se sacia de obtener cosas, o de desear obtener cosas.
3. Tercer peligro: Una vida súper ocupada puede esconder lo que está mal en nuestra alma. Hemos dicho que una vida súper ocupada no solo nos puede hacer daño físicamente sino también espiritualmente. Una vida súper ocupada puede señalar problemas espirituales en esa persona o de otra índole. Una persona puede esconderse en el trabajo y dar la apariencia de ser adicto al trabajo porque no quiere llegar a la casa y enfrentar a su familia y el caos que allí se vive. En otros casos pueden ser síntomas de ser una persona que busca agradar a los demás en una manera desproporcionada. O en algunos casos de su deseo desmedido de adquirir cosas: si trabajo más, gano más y puedo darme la clase de vida que sueño. En otros, porque solo una vida así le da sentido y valor a su vida que de otra manera no sería así.
4. Hermanos, el estar súper ocupados no nos hace mejores cristianos, ni más fieles ni más fructíferos. Solo dice de nosotros que estamos súper ocupados y que nuestro gozo cristiano, nuestro corazón y nuestra alma están en peligro. Necesitamos que la Palabra de Dios, el cual es Cristo Jesús nos libere de esa esclavitud.
III. Siendo realistas
1. Cuando nos enfrentamos con la tarea de tratar de entender el por qué estamos súper ocupados es importante separar la paja del trigo. Y para ello es importante que nos preguntemos cuál es la causa o las causas que me llevan a estar súper ocupados. Tenemos que auto-examinarnos. Para ello el Salmo 139:23-24 es nuestra guía en la tarea del auto-examen.
2. La primera pregunta que debemos hacernos es: ¿Es esta condición o estado impuesta por Dios? A la luz de la Biblia es Dios quien dispone de nuestra vida. Todos nuestros caminos han sido ordenados por Dios. Como dice Proverbios 20:24 “De Jehová son los pasos del hombre;
¿Cómo, pues, entenderá el hombre su camino?” Es posible que el hecho de estar súper ocupados se debe al hecho de que Dios nos ha puesto es una posición de gran responsabilidad y que ello conlleva el que estemos súper ocupados la mayor parte del tiempo. No cabe la menor duda que ese fue el caso de Jesús y posiblemente de los reformadores del siglo 16 como vimos el caso de Juan Calvino. Así que ese es el primer paso que debemos preguntarnos si esta situación ha sido impuesta por el Señor.
2. Si la contestación a la primera pregunta es no o sí y no, entonces una segunda pregunta es necesaria. ¿Es esto algo impuesto por mí mismo? ¿Yo mismo me he impuesto esto? Es cierto que todos tenemos responsabilidades en la vida: somos esposos (as), padres, hijos, vecinos, ciudadanos, miembros de la iglesia, etc., y a veces estamos involucrados en diversas actividades que tienden a sobre cargar nuestro tiempo y nos llevan a estar súper ocupados. ¿Es esto auto-impuesto? ¿Era necesario que mis hijos pertenecieran al equipo de baloncesto, de natación, de ajedrez, presidente de la clase, etc.? ¿Era necesario que fuera miembro de 5 comités en la iglesia? ¿Estoy involucrado en cada baile de muñeca, como decimos en PR.? Esto es algo que solo tú sabes. Sabemos que hay profesiones que son bien demandantes y que acaparan gran parte de nuestro tiempo. Pero aún en eso hay una solución bíblica para trabajar con esas situaciones.
3. Junto con esto debemos preguntarnos si algunas de estas actividades auto-impuestas están motivadas por algo distinto que no sea el hacer bien y que no estén motivadas por el orgullo personal. Podemos decir, que es posible, que algunas de nuestras cargas estén basadas en nuestro deseo de agradar a los seres humanos porque nos gusta que piensen de nosotros que somos serviciales, o tal vez que nos gusta que oigan que estamos súper ocupados porque nos gusta que nos cojan pena o nos den de palmaditas en la espalda. En esto cada creyente tiene que analizar su caso ya que cada caso es uno particular. Pero es importante que nos auto-examinemos y veamos cuál es la causa o causas de estar súper ocupados.
4. Hay algunos que están súper ocupados por un sentido desmedido de justicia o visión mesiánica. Explico. Todos nosotros escuchamos de la importancia de leer la Biblia y de crecer en esa disciplina: ser mejores lectores de la Biblia. Y escuchamos además que podemos hacer más en nuestra vida de oración, nuestro evangelismo, nuestra hospitalidad. Y a veces escuchamos que debemos hacer algo por el hambre mundial, por el tráfico sexual que hay en algunos países, por los cristianos que sufren persecución en países donde el cristianismo es ilegal, o por las necesidades de todos nuestros vecinos inmediatos o de nuestra comunidad, etc., que sentimos que hemos fallado a Dios si no hemos hecho algo para solucionar esos problemas o más bien que no hemos puesto nuestro granito de arena en cada una de esas empresas. Todo esto puede producir un sentido de culpa por no ser lo súper diligentes que “debemos” ser. En esto hay que tener mucho cuidado. Podríamos desarrollar el “terror” de creernos que somos llamados a cubrir todas las bases de los problemas que hay en el mundo. En esto hay varios principios que necesitamos considerar como guías para evitar en caer en el terror de pensar que somos llamados a resolver todos los problemas de todas las gentes. Y así sobrecargarnos de responsabilidades y llegar a estar súper ocupados porque pensamos ingenuamente que si nosotros no lo hacemos nadie lo puede hacer ¿Cuáles son esos principios o más bien guías en esto?
a. Nunca olvidemos que nosotros no somos el Mesías. A Juan el Bautista le preguntaron en Juan 1:19-20 “Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas para que le preguntasen: ¿Tú, quién eres? Confesó, y no negó, sino confesó: Yo no soy el Cristo.” El Salvador del mundo no lo somos nosotros. ¿Significa que no podemos ayudar a aliviar las necesidades de los demás según podamos? Claro que sí. Pero es importante que nunca busquemos echarnos los problemas del mundo en nuestra espalda, porque nosotros no somos el Mesías. Él es el Salvador. No lo somos nosotros.
b. Hay buenas nuevas en el mundo. Hay catástrofes en el mundo, hay caos, hay aflicciones, etc. Y la iglesia ha sido motivada a hacer misiones en base a las estadísticas negativas de lo que hay en el mundo. Y esto nos lleva a veces olvidar las buenas nuevas de la muerte y resurrección de Jesús. Dios es la única esperanza de este mundo. Podríamos pensar que lo más apremiante que necesita el mundo es más agua potable, más escuelas, más democracia, etc. Y no segamos que lo es. Pero sobre todo lo que el mundo necesita es recordar que hay un mensaje de buenas nuevas y que esas buenas nuevas son reales ahora en el mundo. Dios está obrando en la necesidad más apremiante que es la salvación de pecadores.
c. Preocuparnos no es lo mismo que hacer algo. John Piper una vez dijo: “debemos preocuparnos acerca de todo el sufrimiento que hay en el mundo y especialmente del sufrimiento eterno”. Fíjate que Piper no dice que debemos hacer algo acerca de todo el sufrimiento que hay en el mundo. ¿Por qué? Porque nosotros no podemos hacer algo de toda cosa. Pero podemos preocuparnos. Es decir, que cuando escuchamos acerca de la gran pobreza que hay en el mundo, las injusticias sociales que vemos en el mundo, la proliferación de las clínicas de aborto, nosotros no somos indiferentes a esas cosas. Tiene que haber una santa indignación en nosotros. No debemos ser indiferentes ni insensibles a esas cosas. Pero eso no significa que tenemos que hacer algo nosotros directamente sobre ello. Lucas 12:13-14 “Le dijo uno de la multitud: Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia. Mas él le dijo: Hombre, ¿quién me ha puesto sobre vosotros como juez o partidor?” Resolver disputas familiares es algo importante. Pero aquí Jesús se niega a hacerlo. ¿Por qué? Porque su ministerio es principalmente predicar el evangelio y no ser juez ni partidor de herencias. Además, Jesús ve que lo que esa persona necesitaba más era enseñarle V. 15 “Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.” Esa era su necesidad principal por encima de resolver disputas de justicia social, si las hubiera. Jesús percibió que había materialismo en el corazón de esa persona.
d. Todos tenemos diferentes dones y diferentes llamados. Todos estamos llamados como dice 1 Pedro 3:15 “presentar… razón de la esperanza que hay en vosotros”. Pero eso no significa que, por ejemplo, todos harán evangelismo en la playa. Todo creyente es llamado a estar involucrado en la Gran Comisión, pero no todo creyente está llamado a mudarse a otro país u otro continente para ganar las almas para Cristo. Todo creyente debe oponerse al aborto, pero no todo creyente está llamado a adoptar o a ser voluntario en una clínica que provee ayuda a mujeres embarazadas. No todos estamos llamados a hacer lo mismo y nadie debe sentirse culpable si alguien no sigue nuestros mismos pasos en estas áreas. Necesitamos evangelistas, pastores, etc., pero necesitamos abogados cristianos, científicos cristianos, maestros cristianos, y otros que estén involucrados en expandir el evangelio de otras maneras y servir a la comunidad de otras maneras. Lucas 3:12-14 “Vinieron también unos publicanos para ser bautizados, y le dijeron: Maestro, ¿qué haremos? Él les dijo: No exijáis más de lo que os está ordenado. También le preguntaron unos soldados, diciendo: Y nosotros, ¿qué haremos? Y les dijo: No hagáis extorsión a nadie, ni calumniéis; y contentaos con vuestro salario.” Fíjate que Juan el Bautista no les dijo: a ti publicano si quieres servir a Dios tienes que ser pastor o evangelista. Le dice cómo ellos pueden servir a Dios como publicanos. ¿De qué manera? Siendo honrados y no siendo abusadores y extorsionadores. Lo mismo les dijo a los soldados. Todos tenemos diferentes dones y llamados.
e. Nunca nos olvidemos de la iglesia. La única obra que es absolutamente necesaria en este mundo es la obra de Cristo. Y la obra de Cristo es llevada a cabo por medio de la iglesia. Y hacemos más por medio de la iglesia de lo que podemos hacer solos por nosotros mismos. Efesios 3:10-11 “para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales, conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor”. La multiforme sabiduría de Dios no es otra cosa que el evangelio. Y Dios instituyó a la iglesia para que ésta sea el vehículo para dar a conocer el evangelio.
f. Siempre podemos orar al instante. Aprovecha las oportunidades que vienen a tu vida para orar inmediatamente por esas cosas. Si tienes noticias de algo: un primo se va a operar, algún misionero comparte sus peticiones, aprovecha el momento para orar a Dios. No tiene que ser una oración larga. Es más, muchas de las oraciones que aparecen en la Biblia son oraciones cortas. No creo que todas eran así. Pero una oración breve no deja de ser una oración. Una oración puede ser compuesta de una sola oración gramatical. “Orad sin cesar”, dice la Biblia en 1 Tesalonicenses 5:17.
g. Jesús mismo no lo hizo todo. Jesús mismo dejó gente “plantadas”, como diríamos aquí en Puerto Rico. Lucas 1:35-38 “Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba. Y le buscó Simón, y los que con él estaban; y hallándole, le dijeron: Todos te buscan. Él les dijo: Vamos a los lugares vecinos, para que predique también allí; porque para esto he venido.’’ Jesús se cansaba. Y El no interaccionó con la mayoría de las personas del planeta cuando estuvo en medio nuestro. Consumió 30 años de su vida en preparación para su ministerio el cual duró 3 años. El no trató de hacerlo todo. Pero hizo todo lo que Dios le llamó que hiciera.
5. No pensemos que estamos promoviendo un cristianismo fácil, de hamaca, en donde como Nerón tocamos la lira mientras se quema el mundo. Esa no es la idea. La idea es que somos llamados a llevar a la cruz de Cristo y hacer todo para seguir a Jesús, pero eso no significa que vamos a llevar el mundo sobre nuestros hombros por Jesús. No olvidemos el mundo no se sostiene por mi poder sino por el poder de Cristo.
IV. Estableciendo Prioridades
1. Hemos visto hasta ahora que Jesús, como hombre, no lo hizo todo. Como hombre es imposible que así sea, por el hecho de que su naturaleza humana es finita. Como Dios Él lo puede todo, pero como hombre, no. Vimos que según en evangelio de Marcos Jesús llevaba una vida súper ocupada y esto por la misión que se le impuesta por su Padre y que El voluntariamente asumió.
2. Ahora bien, eso no significa que Jesús dejó si hacer algo de la voluntad de Dios. El cumplió todo lo que Dios le impuso, nada quedó incompleto. Eso fue lo que Jesús indicó cuando dijo: Consumado es, es decir, todo ha sido completado, he acabado la carrera y cumplido mis obligaciones sin dejar nada incompleto. Y Él se refería a todo lo que había que hacer para merecer nuestra salvación.
3. Alguien pudiera preguntar que la vida de Jesús es mucho más sencilla que la nuestra. Él no tenía hijos que cuidar, aunque los apóstoles a veces se comportaban como niños celosos uno de otros. No tenía un trabajo que le requiriera llegar puntualmente a las 8:00 am y estar pegado al mismo hasta las 4:30 pm o más, etc. Pero Jesús tenía una vida súper ocupada como nosotros. Jesús no tenía una oficina en la cual pudiera cerrar la puerta. No tenía período de almuerzo de una hora o media hora. Ni siquiera tenía una casa propia, dependía de la hospitalidad de los hermanos y las casas que les abrieran la puerta. Los discípulos le seguían a todas partes, las multitudes lo acosaban al estilo de los ricos y los famosos al punto que tuvo que irse a un bote para alejarse de las multitudes. Así que podemos decir que Jesús vivió una vida súper ocupada y pude sin lugar a dudas entender nuestra situación y compadecerse de la misma. Por eso dice Hebreos 4:15-16 “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.”
4. Ahora bien, Jesús nunca hubiera cumplido su misión si Él no hubiera mantenido ésta en la perspectiva correcta. ¿Cuál? Que hay que poner prioridades en nuestra vida según las tareas y responsabilidades que tenemos. Así que, ¿cuáles son tus prioridades? ¿Cuál es la misión que Dios ha puesto sobre ti? Esto nos lleva a considerar varios principios relacionados con las prioridades de la vida.
5. Primer principio: Debemos establecer prioridades porque no podemos hacerlo todo. Sabemos que no podemos comprarlo todo porque hay unos límites: nuestro dinero no es ilimitado; ni siquiera los ricos de este mundo lo pueden comprar todo. De igual manera nuestro tiempo es limitado. Podemos “crear” más dinero, pero no podemos “crear más tiempo”. Es más, somos llamados a redimirlo no a crearlo. Y uno de los problemas que tenemos hoy día es como dijo James I. Packer: “tendemos a poner dos libras de actividades en media libra de tiempo”. Muchas veces pensamos que somos los únicos que podemos hacer dos cosas a la misma vez. Pero realmente no podemos. Podemos hacer dos cosas si una de ella involucra un esfuerzo mental y la otra no. Por ejemplo: podemos caminar y mascar chicles, podemos caminar y hablar a la vez. Pero no podemos realmente hablar por teléfono y escribir una carta a la misma vez. Realmente lo que hacemos es cambiar de tarea momentáneamente para poder hacer una de las otras y regresamos de nuevo a la otra tarea. Así que es importante tener presente que necesitamos establecer prioridades porque no podemos hacerlo todo.
6. Segundo principio: Debemos establecer prioridades si queremos servir a los demás más efectivamente. Yo tenía un amigo en la universidad que tenía “problemas” para establecer prioridades. Era una persona bien servicial y desprendida. Pero era una persona que no era bien disciplinada. A veces le pedían sus amigos que le ayudara con algo e inmediatamente lo hacía dejando incompleto la tarea que estaba realizando. Al no tener una agenda definida de lo que iba a hacer durante el día podía fallar a un compromiso que tenía cuando algo no planificado surgía de momento. Y eso le trajo problemas con sus amistades, entre otras cosas. Ese amigo es sin lugar a dudas un ejemplo del servicio que debe caracterizar a los creyentes. Él era servicial y no lo penaba dos veces. Pero al final terminaba hiriendo a los demás y a él mismo. Es imposible servir a los demás eficazmente si no tenemos claras nuestras prioridades. Claro está, hay ciertas cosas que pueden ser pospuestas según las necesidades del momento. Hay momentos en los cuales tenemos que dejar todo al garete porque hay una necesidad apremiante e impostergable. Hay imprevistos en la vida, por lo menos para nosotros, aunque nunca para Dios.
Pero eso no es todo. Necesitamos aparte de establecer prioridades en la vida, necesitamos establecer “posterioridades”. Es decir, debemos decidir qué cosas vamos a hacer primero y qué cosas no vamos a hacer para poder hacer las cosas que debemos hacer. Hermanos, es imposible que podamos hacer todas las cosas. Hay cosas que podemos hacer más tarde, pero hay cosas que vamos a tener que decidir no hacer para poder hacer lo que debemos hacer.
7. Tercer principio: Debemos permitir que otros también establezcan sus propias prioridades. No solo yo tengo cosas que hacer. Las demás personas también tienen cosas que hacer y ellos también necesitan establecer sus prioridades. Escucharemos de vez en cuando la frase: en este momento no puedo, pero hablaremos de esto más tarde. Hay ciertas tareas que son impostergables. Y hay otras que no son negociables. En esto debemos entender las complejidades de las vidas de los demás y no pensar que su no atendernos inmediatamente o no cumplir con nuestras peticiones necesariamente significa que no les importamos.
8. ¿Cuál es la base bíblica de todo lo que hemos mencionado hoy? La base bíblica de todo esto es Eclesiastés 3:1-8 “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado; tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar; tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar; tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar; tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar; tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar; tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz.” Hay un tiempo para todo según Dios ha establecido en su Providencia. Todo nuestro tiempo está en las manos de Dios, como dice el Salmo 31:15 “En tu mano están mis tiempos”. Y hay un tiempo apropiado para cada actividad humana. Cuando establecemos prioridades reconocemos que hay un tiempo para todo, un lugar para todo y que no todo se hace en todo tiempo. Gálatas 6:10 “Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.” Pablo nos dice que como cristianos estamos llamados a aliviar el sufrimiento de aquellos que no son de la iglesia, pero que tenemos una responsabilidad especial sobre nuestros hermanos en Cristo que tienen necesidad. Aquí vemos prioridad a la familia de la fe versus los no creyentes.