Primera Iglesia Presbiteriana Ortodoxa: Jesús es la Verdad

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Sermón: 2 Crónicas 32:31 Las Causas de la Frialdad Espiritual

2 Crónicas 32:31 “Mas en lo referente a los mensajeros de los príncipes de Babilonia, que enviaron a él para saber del prodigio que había acontecido en el país, Dios lo dejó, para probarle, para hacer conocer todo lo que estaba en su corazón.”

 

            Hermanos y amigos hoy vamos a retomar el tema que habíamos estudiado la última vez antes sobre la frialdad espiritual. Y quisiera que repasáramos algunas de las cosas que ya dijimos la última vez que tratamos este tema.

            Cuando Dios nos salva El implanta en nuestros corazones un nuevo principio de vida espiritual. Esa naturaleza nueva busca crecer, lucha por vivir. Como todo niño que viene a este mundo, desde el momento que nace, lucha por sobrevivir, de igual manera lo hace la nueva naturaleza en los creyentes.

            Pero aunque esto es así si esta nueva naturaleza no es cuidada, no es alimentada propiamente entonces sin lugar a duda comienza a enfriarse, comienza a debilitarse. Su vigor espiritual, su pasión por las cosas de Dios comienzan a declinar, a decaer. Y vimos que esta debilidad espiritual es llamada por Jesús mismo en Apocalipsis 2:4 como el perder el primer amor. Un creyente genuino puede perder ese primer amor, esa pasión y entrega por las cosas de Dios que antes poseía.

            Dijimos que este perder el primer amor se manifiesta por una falta de apetito espiritual. Ya no le apasionan las cosas de Dios como antes. Lee la Biblia y siente que Dios no le habla. No tiene deseos para orar y aunque puede asistir a la iglesia lo hace más por cumplir que por deseo de estar cerca de Dios y de disfrutar del mensaje que Dios tiene para él o ella.

            Esto es serio hermanos y amigos. Cualquier esposo o esposa se preocuparía si descubre que su cónyuge ya no le ama con la pasión y entrega que tenía antes. Y todos nosotros nos podemos identificar si vemos que nuestros hijos ya no nos aman como al principio o ellos sienten que nosotros no les amamos como antes y piensen que son para nosotros una carga.

            De igual manera lo es para Dios. El nos llama a que le amemos con todo nuestro corazón, con toda nuestra mente, con toda nuestra alma y con todas nuestras fuerzas (Marcos 12:30-31). ¿Le amamos así? ¿Cómo no debemos amarle con todo nuestro ser y todas nuestras fuerzas a aquel que dio su vida en la cruz del Calvario, sufrió el mismo infierno y llevó sobre el madero nuestra maldición?

            Hermanos y amigos, hay miles de razones para amar a Dios con todo nuestra alma y fuerzas. Pero aunque esto es así, un genuino creyente puede enfriarse espiritualmente.  Puede desarrollar una actitud indiferente a las cosas de Dios. Puede venir a la Santa Cena y participar de ella y salir vacío de Dios. Puede escuchar un buen sermón y no movérsele un pelo de la cabeza. Y esto es triste. Y es serio. Tan serio que Jesús mismo reprendió a la iglesia de Éfeso por tal frialdad espiritual. Apocalipsis 2:4 “Pero tengo contra ti”. Tengo una queja contra ti. Esto no está bien en ti. ¿Es esa tu actitud ante esa condición espiritual? Ahora bien.

            ¿Cuáles son causas de esta frialdad espiritual en la vida de un genuino creyente? Hay varias causas. Y el conocerlas nos ayudará a saber cómo recuperarnos si nos hemos enfriado. O el de ayudar a otros si les ha ocurrido. Nuevamente, ¿Cuáles son causas de esta frialdad espiritual en la vida de un genuino creyente?

I. La Mano de Dios

            Eso es lo que tenemos aquí en 2 Crónicas 32:31. ¿Qué es lo que está pasando aquí? El pasaje nos habla del último rey de Judá Ezequías. El fue un buen rey. Trajo muchas reformas para el pueblo de Dios. Pero un día enfermó de muerte. Y Dios envió al profeta Isaías para decirle que tenía que poner en orden su casa ya que iba a morir. A lo cual Ezequías respondió en humillación. Clamó a Dios y El escuchó su ruego. 2 Reyes 20:4 “Vuelve, y di a Ezequías, príncipe de mi pueblo: Así dice Jehová, el Dios de David tu padre: Yo he oído tu oración, y he visto tus lágrimas; he aquí que yo te sano; al tercer día subirás a la casa de Jehová.” Y no solo eso. Dios le añadió 15 años más de vida a Ezequías y lo libraría a él y a Jerusalén del rey de Asiria. Junto con ello le daría una señal: haría retroceder la sombra del sol 10 grados atrás.

            Pero luego de haber sido sanado por Dios Ezequías se enorgulleció. Y nos dice el autor de Crónicas y Dios lo dejó. Dios se apartó de Ezequías, dejó de sostenerle. ¿Con qué propósito? Dice el versículo “para probarle, para hacer conocer todo lo que estaba en su corazón”.  Para ver si Ezequías confiaba plenamente en Dios para que lo librara de sus enemigos o confiaría en los hombre y en hacer tratos con ellos. 

            ¿Qué ocurrió cuando Dios lo dejó?  Vinieron los enemigos de Dios para visitar a Ezequías y saber sobre el milagro. Y Ezequías abrió su palacio y les mostró sus riquezas. Ezequías se comportó como si todo lo que tenía lo había logrado por sí mismo. Y Dios se enojó contra Ezequías.

            Hermanos, Dios hace lo mismo con nosotros. Dios nos pone a prueba constantemente para que nosotros demostremos nuestra absoluta fidelidad a Dios. Para que demostremos que confiamos plenamente en Dios no importa lo que pase en nuestras vidas. Pero muchas veces fallamos. Y en vez de agarrarnos por la fe en Jesús y buscar más de El por medio de la oración, el estudio de la Palabra y aprender a decir como dice el Salmo 27:3 “Aunque un ejército acampe contra mí, No temerá mi corazón; Aunque contra mí se levante guerra, Yo estaré confiado.” comenzamos a descuidar la oración y nuestra fe se desvía de Dios y se deposita en otra cosa.

            Y cuando esto ocurre nuestra vida espiritual comienza a decaer. Y cuando vemos que lo que le pedimos a Dios no llega nos desesperamos y dejamos de confiar en Dios, nos ausentamos de la iglesia, dejamos de leer la Biblia, dejamos de negarnos a nosotros mismos y tomar la cruz.

            Hermanos Dios es justo al ponernos a prueba. El es sabio al hacerlo. Que nadie dude de esto. Cuánto tú y yo necesitamos de Él. Sin El nada podemos hacer. Si Él no nos sostiene nos caemos con gran rapidez. En toda nuestras pruebas jamás dejes de confiar en Dios. Jamás dejes de buscarle aunque no veas tu petición cumplida. ¿O le servimos meramente porque nos bendice? Si El decide contestarnos un No a una petición grande en nuestras vidas, ¿le seguiremos sirviendo?

            Dios nos suelta muchas veces para que hagamos como los niños pequeños cuando los padres los sueltan, buscan agarrase más rápido que ligero de ellos. Así debemos hacer nosotros.

            El pasaje de Crónicas solo menciona una causa de la frialdad espiritual. hay otras más en otros pasaje bíblicos. ¿Qué otras causas?

II. La Vagancia de Nuestro Corazón

            Vivimos en una época en donde todos quieren las cosas fáciles. Pero a mí me enseñaron que las cosas fáciles, fáciles se van. La vida espiritual requiere trabajo espiritual. Buscar a Dios, estudiar su palabra, orar, meditar en la Biblia, venir a la iglesia etc. dan trabajo. Y conlleva que tú y yo nos esforcemos en luchar hacia delante. Por eso dice Filipenses 2:11 “Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor”. La palabra ocupaos en el original griego [katergatzomai] significa trabajar, ocuparse, producir mediante esfuerzo, llevar a cabo la obra. Y esto implica fajarnos. Es un mandamiento que todos nosotros nos fajemos por el bienestar de nuestra alma. Pero la naturaleza humana caída se resiente, lucha, es vaga, tiende a lo terrenal más que a lo espiritual.

            ¿Cómo se traduce esto? Se traduce en descuidar nuestra alma. Sacar tiempo para todo lo demás y poco tiempo para cuidar, alimentar nuestra alma. Se traduce en poner una alarma para que no se me olvide la novela, pero no ponemos una alarma para que no se nos olvide orar, leer la Biblia. Se traduce en ver una detenimiento una revista o una película pero leemos la Biblia con suma rapidez y no sacamos tiempo para meditar en lo leído. Se traduce en estar más pendiente de lo que hacen los niños de lo que se predica aquí. Y todo esto produce frialdad espiritual.

            Lo triste del caso es que como toda enfermedad que no se atiende ni se le pone un freno, la misma se sigue apoderando hasta que postra en la cama a su víctima.

            ¿Cuán dedicado eres a las cosas de Dios? ¿Sacas más tiempo para ellas que para las cosas del mundo? No es que no vayamos al cine, o ver una película, o ir a divertirnos. ¿Pero te ocupas más de tu alma de lo que te ocupas de otras cosas? Esto no está bien. No lo tomes como poca cosa porque no lo es.

            ¿Qué otra causa?

III. Por tolerar el pecado

            Uno de los males en nuestra época es la falta de sensibilidad al pecado. Algunos piensan que solo debemos preocuparnos por los pecados grandes y no por los pequeños. Por ejemplo, ponemos nuestra mirada en el mundo y la quitamos de Dios, y podríamos pensar que es poca cosa. Y no confesamos nuestro pecado. O codiciamos a una mujer o a un hombre, pero como no hicimos nada más podríamos pensar que no es gran cosa. Y cuando se actúa así tal actitud nos enfría cada día más y nos hacemos más insensibles a las cosas de Dios. Tal actitud nos aleja de Dios quien es la fuente de nuestra vida espiritual y nos lleva a perder poco a poco el vigor espiritual.

            En otros casos, la frialdad espiritual viene por haber cometido un gran pecado el cual ataca nuestra conciencia. Como David cuando pecó con Betsabé y Urías heteo. En este caso hay una herida enorme. La caída es tan grande y de momento que debilita con mayor rapidez y fuerza la vida espiritual de ese cristiano. Y no solo su caída es grande sino que su recuperación es más difícil.

            ¿Cuál es la solución ante todo esto?

1. Reconocer que nosotros mismos somos la causa de esa frialdad. Somos nosotros lo que no nos hemos esforzados. Somos nosotros lo que hemos jugado con el pecado. Somos nosotros los que hemos quitado nuestra confianza con Dios. Eso fue lo que Jesús le dijo a la iglesia de Éfeso en Apocalipsis 2:5 “Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete”. Si nos hemos enfriado espiritualmente, y todos hemos experimentado esto en nuestras vida en algún momento u otro, lo primero que tenemos que hacer es reconocer que nosotros nos hemos caído por nuestro propio peso. Tú y yo somos responsables por nuestra vida espiritual. Tú y yo somos responsables por habernos enfriado. Y la solución es una clara: pídele perdón a Dios por haberle amado poco, por no haberle buscado con pasión. Confiesa tu pecado.

            Lo maravilloso de esto es que Dios te ama o cristiano. Él te anhela. El quiere estar a solas contigo. El quiere recibir tu amor como El quiere darte de su amor. Ve a El pronto.

2. Busca cuidar tu alma con temor y temblor. No vengas a la casa de Dios para adorarle sin preparar tu corazón. Antes de venir: háblale a tu alma yo voy a la casa de Dios y allí Dios está. Allí debo buscarle con fe creyendo que su amor es quien me invita, que mi amado quien murió por mí me está esperando para cenar conmigo. Allí lo encontraré por la fe cuando se lee la Biblia, cuando tomo la Santa Cena, cuando dirijo mis cántico para alabarle. Saca tiempo para estar a solas con Dios. ¿Cuándo fue la última vez que sacaste tiempo, pero tiempo de calidad para estar a solas con Dios en oración, en alabanza, en el estudio serio de la Palabra. Si no lo haces te debilitarás más y más. Y aunque un genuino creyente jamás podrá perder su salvación Dios le hará la vida difícil por no amarle con pasión.

3. Si no eres cristiano tu condición espiritual es una de muerte. Tu alma está muerta espiritualmente. Solo Dios puede darte vida. Y la vida espiritual que Dios da refresca el alma como nada en este mundo puede hacer. Solo Dios puede saciar todas nuestras necesidades porque El es infinito en su Ser. La paz que El da no se consigue en ningún lugar sino en El. En Jesús hay vida, en Jesús hay perdón eterno, en Jesús hay pleno gozo y perfecta felicidad. Recíbele como tu Dios y Salvador. Y tendrás vida, vida abundante para toda la eternidad. Si no vienes hoy no hay garantía que vendrás mañana. Tú no controlas el mañana. Al que ha tomado veneno no le decimos tómate la cura mañana sino hoy, ahora, que más tarde es peor. Ven a Cristo y verás la vida.