Sermón: Mateo 6:13b El reino, poder y gloria pertenecen a Dios
Mateo 6:13b “porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.”
Amada iglesia, hoy finalizamos nuestra serie de sermones en la cual expusimos la oración del Señor conocida como el Padre nuestro. Verdaderamente ha sido un viaje edificante. Hemos visto que en esta oración Jesús no solo nos ha enseñado cómo confeccionar nuestras oraciones y así orar correctamente sino que Jesús nos ayuda a pensar correctamente. Nos ayuda a poner en orden nuestros pensamientos al poner en un orden correcto nuestras peticiones. Dios siempre debe ir primero en nuestros pensamientos y en nuestra. Lo primero en nuestras vidas debe ser la gloria de Dios o su santificación, su reino y su voluntad. Y esto por encima de nuestras necesidades físicas, por encima de nuestro perdón y pro encima de nuestra protección. No que estas cosas no sean importantes. Lo son para nosotros y lo son para Dios. Pero Dios debe tener la prioridad y la precedencia en todas las cosas de nuestra vida.
Ahora bien, dijimos que la oración del Padre nuestro consta de tres partes: una introducción, seis peticiones y una conclusión. Hoy expondremos la conclusión del Padre nuestro. Pero antes de exponer el mensaje es necesario hacer una clarificación. Necesitamos aclarar algo y luego expondremos brevemente sus frases.
I. Clarificación
Hermanos y amigos. En muchas biblias modernas esta conclusión del Padre nuestro, la cual es una doxología, no aparece allí. Y la pregunta es obligatoria. ¿Por qué? Bueno los eruditos que estudian los manuscritos antiguos del NT han descubierto lo siguiente. El pasaje paralelo en Lucas capítulo 11 no la tiene. La conclusión sí aparece en una gran parte de los manuscritos de Mateo. Aparece incluso, en una forma abreviada, en libro de la Didaché, llamado la enseñanza de los 12 apóstoles escrita, según se entiende, a principios del siglo 2. Pero según los eruditos, la conclusión no aparece en los manuscritos más antiguos de Mateo. Aunque se reconoce que el uso de esta conclusión es antiquísimo y su uso fue amplio en muchas de las regiones del imperio romano en el cristianismo desde el segundo siglo.
¿Qué debemos pensar sobre esto? ¿Cómo se explicar la presencia de esta conclusión en el evangelio de Mateo si no aparece en Lucas ni en los manuscritos más antiguos de Mateo?
Hay varias posible y/o plausibles contestaciones al respecto:
1. Algunos entienden que aunque no aparece en los manuscritos más antiguos, debió haber estado en el original ya que era común en las oraciones judías terminar con una conclusión o doxología.
2. Era común en la adoración judía la práctica de responder audiblemente con Amén a las oraciones públicas. Por ejemplo si buscamos en 1 Crónicas 16:36 “Bendito sea Jehová Dios de Israel, De eternidad a eternidad. Y dijo todo el pueblo, Amén, y alabó a Jehová.” Otro ejemplo lo tenemos en Nehemías 8:6 “Bendijo entonces Esdras a Jehová, Dios grande. Y todo el pueblo respondió: ¡Amén! ¡Amén! alzando sus manos; y se humillaron y adoraron a Jehová inclinados a tierra.” Y aparentemente la iglesia primitiva en el NT lo practica también. Por ejemplo en 1 Corintios 14:16 “Porque si bendices sólo con el espíritu, el que ocupa lugar de simple oyente, ¿cómo dirá el Amén a tu acción de gracias? pues no sabe lo que has dicho.” Así que la ausencia del Amén en los manuscritos más antiguos es inexplicable.
3. Algunos expertos que han estudiado la forma de la adoración de la iglesia en los primeros siglos entienden que la oración del Padre nuestro fue incluida en la adoración de la iglesia desde casi el principio. Y la costumbre era que el pueblo recitaba toda la oración con la excepción de la doxología la cual era pronunciada por el ministro. Eso es posible y plausible pero no es absolutamente seguro.
4. Otros eruditos entienden que tomando todos los argumentos anteriores concluyen que la ausencia de tal conclusión o doxología en todos los manuscritos antiguos en el pasaje paralelo de Lucas capítulo 11 y la ausencia en los manuscritos más antiguos de Mateo, aunque no en todos los manuscritos antiguos, justifica la conclusión que esta doxología no es original de Mateo. Yo entiendo que esa es la conclusión correcta.
Pero entonces de dónde salió la misma. Bueno, no se sabe quién la compuso, pero se entiende que fue escrita siguiendo el modelo de 1 Crónicas 29:11-13 “Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos. 12 Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tú dominas sobre todo; en tu mano está la fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y el dar poder a todos. 13 Ahora pues, Dios nuestro, nosotros alabamos y loamos tu glorioso nombre.”
Ahora bien. ¿Es esta doxología palabra de Dios? ¿Es material inspirado?
Aunque la doxología no es original en Mateo ni en Lucas esto no significa que no tiene un valor e importancia en sí misma ya que todo lo que dice es correcto a la luz de las Escrituras. Dice la ESV Study Bible: “No hay nada incorrecto teológicamente en esta conclusión, ni es inapropiado incluirla en nuestras oraciones públicas”. Dice el erudito Craig Blomberg (NAC): “Aunque ausente en los manuscritos provee una conclusión adecuada, y nadie debe hacer campaña en la iglesia para eliminarla. Los cristianos regular y correctamente decimos muchas cosas en la oración que no son citas directas de los escritos originales.” D.A. Carson (EBC): “La doxología en sí misma es profundamente teológica y adecuada al contexto y no cabe la duda de que fue considerada adecuada por los que vieron en las últimas tres peticiones una alusión indirecta a la Trinidad: la creación por el Padre y su providencia de darnos pan; la expiación del Hijo que asegura nuestro perdón y el poder de la morada del Espíritu que nos provee seguridad y triunfo”.
Tomando todo lo anterior en consideración creo que estamos listo para ver cuál es el mensaje que nos comunica esta conclusión.
II. La Doxología
Lo primero que podemos decir es que esta doxología termina con un Amén. Y esta sola palabra es súper importante. Es usada aquí para finalizar la oración pero Jesús la usaba constantemente no como una expresión final sino al principio de una afirmación. Yo sé que tú has escuchado la frase: De cierto, de cierto os digo. En el original griego dice: Amén, amén.
Ahora bien, qué significa la palabra Amén y porque digo que es una palabra súper importante. Significa así sea. Testifica nuestro deseo y convicción de que creemos lo que pedimos. No es una petición de que estas cosas sean así. Si no que reconocemos que ellas son así y sucederán como Dios ha dicho y prometido.
Y por tanto al concluir nuestras oraciones con Amén nosotros testificamos que descansamos en Dios. El llamado es a no preocuparte por el futuro si somos hijos de Dios. Constantemente vienen a nuestras mentes si esto que está sucediendo en nuestras vidas y en el mundo está bajo el control de Dios. Cuando estamos ansiosos por lo que pasa en el mundo es porque esperamos resolver la crisis que venga en nuestra vida por nuestro propio poder, por nuestra propia astucia y vemos que el problema es mayor de lo que nosotros podemos controlar y nos llenamos de ansiedad.
Pero Dios nos dice: di Amén. Cree en Mí. Confía que el reino del mundo es su reino y El no lo deja abandonado. Nada se escapa de las manos a Dios. Muchos reyes vieron como su reino, su autoridad y el control de sus países se les escapaban de las manos como el agua en una cubeta rota. Y no podían hacer nada para evitarlo. Solo se sentaron a ver cómo ocurría. Y muchas veces salieron corriendo de su propio país porque fueron desterrados de allí. Pero esto jamás ha pasado con Dios y jamás podrá pasar. Eso es lo que testificamos cuando decimos Amén. Confesamos con nuestra boca lo que creemos en nuestro corazón que de Dios es el reino y que El tiene el poder de cumplir sus Palabras y sus promesas. Y nada ni nadie tiene el derecho de cuestionar lo que Él hace ni el poder de frenar Su voluntad. Él es soberano. Y El lo hace todo para su gloria.
Todos hemos pedido a Dios que frene el avance del coronavirus. Deseamos que no haya más contagios y que Dios, en su misericordia, preserve las vidas. Nosotros creemos que Dios lo puede hacer. Es más, El es capaz de hacer mucho más de lo nosotros pedimos o nos imaginamos. Pero sobre esto debemos pedir a Dios que nos cambie a nosotros. ¿Por qué? Porque no sabemos cuándo todo lo que Dios ha planificado en su decreto eterno ocurrirá. Y en medio de toda esta ansiedad le pedimos a Dios que nos cambie. Por encima de Él cambiar las circunstancias le pedimos que nos cambie. Que cambie nuestra forma de pensar y nuestra forma de dirigir nuestras emociones. Eso es lo que Pablo nos enseña en Filipenses 4:6-7 “Por nada estéis afanosos [ansioso], sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. 7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” La palabra afanosos significa “estar ansioso acerca de, tener un cuidado que perturba”. Nada debe perturbarnos. ¿Cuál es la solución para no estar ansioso? Ora, ruega, adora a Dios. Al orar, rogar y adorar te enfocas en Dios. Cuando quitas tu mirada de Dios te desenfocas. Ves todo borroso. No ves bien, no analizas bien las cosas. ¿Por qué? Porque estas desenfocado. Por eso Pablo dice: pon tu mirada en Dios.
Hermanos, nosotros hemos resucitados con Cristo. Y El está sentado a la diestra de Dios Padre. Y es allí donde debemos fijar nuestra mirada. Cuando pones tu mirada en Cristo Jesús como el Rey que ha recibido toda autoridad en los cielos y en la tierra tienes paz y seguridad. Mira a Pedro caminando sobre el mar. Cuando puso su mirada sobre Jesús pudo caminar sobre el mar turbulento. Quitó su mirada: se hundió.
¿Cuál es la promesa en Filipenses 4? Dios nos promete paz. Fíjate que la paz que promete es interior no exterior. La paz de Dios controlará nuestros corazones y nuestros pensamientos. La palabra guardar es un “término militar, que significa confinar guardando, mantener bajo vigilancia, como con una guarnición”. Conlleva la idea de sitiar, rodear para evitar todo posible lugar de escape. Oh, hermanos, qué bendición es esta. ¿Sabes por qué? Porque cuando las cosas que nos producen ansiedad vienen nuestro corazón se nos quiere salir y nuestra mente piensa en mil cosas y no descansa. Aquí hay una promesa: Dios nos dará una paz que guardará nuestros corazones y mentes para que no estemos en ansiedad. Pero hay algo más. El guardará nuestros corazones y mentes en Cristo Jesús. ¿Por qué en Cristo Jesús? Al decir “en Cristo”, la idea es posicional. Esa paz se encuentra en El. La posee por estar en El. No es que El te la da y tú la posees separado de Cristo. No. Jamás. Es en Cristo es allí donde la hallarás. Es en Cristo porque es de Cristo que procede. Es en Cristo porque siempre reside en El, El es la fuente de paz inagotable de la cual puedes beber y beber por siempre.
En medio de la crisis del coronavirus testifiquemos que de Dios es el reino, el poder y la gloria por siempre. Amén.