Señor, delante de ti están todos mis deseos,
Y mi suspiro no te es oculto.
-Salmos 38:9
Llegará un momento a la vida de todos los hijos de Dios, en que viviremos profundas aflicciones que tipifican los sufrimientos de Jesús (Col 1:24) y otros momentos en que la tristeza será marcada en distinción con el mundo, pues seremos disciplinados paternalmente por Dios participando así de su gracia (Heb 12:11). Pero en la hora del dolor, ¿Cuan cerca esta Dios de ti? Muy cerca.
Había al menos 3 cosas que estaban sobre el salmista aquí;
1. Su cuerpo estaba sufriendo las consecuencias de su pecado personal.
Tu conciencia, tus emociones, tu cuerpo y mente sufren las consecuencias por el pecado que atesoras personalmente. El habla de que:
Nada hay sano en mi carne, a causa de tu ira;
Ni hay paz en mis huesos, a causa de mi pecado. (v.3)
El salmista se define como enlutado, humillado, encorvado, debilitado, molido, acongojado, sin vigor, en dolor, gimiendo, sordo, mudo y en locura (v.5-8) como algunos adjetivos que definen su cuerpo, el peso de su pecado y algunos de los efectos de la disciplina paternal de Dios.
2. Sus enemigos externos estaban al asecho y eran muchos.
David no estaba exento de enemigos que sin razón o con ella, venían al asecho de su alma. El habla que tantos sus conocidos, como sus amigos y familiares le abandonaron y que:
Los que pagan mal por bien me son contrarios, por seguir yo lo bueno. (v.20)
Él tenía enemigos de gratis y gente conocida que le había traicionado. Sus enemigos eran muchos, estaban vivos y estaban fuertes. Seguir a Jesús le costaría. (v.18).
3. La presencia de Dios estaba con ÉL.
Es imposible arrepentirse del pecado que atesoras personalmente, sin que la influencia del Espíritu de Dios este en tu vida. ¿Pero cuan cerca estaba Dios de él? Muy cerca. Él proclama estas palabras justo después de reconocer su pecado personal:
Señor, delante de ti están todos mis deseos,
Y mi suspiro no te es oculto.
—Salmos 38:9 (RV1960)
¡Qué mucho podemos aprender de esto! Todos nuestros deseos están delante del Señor. Toda nuestra insuficiente adoración, toda nuestra idolatría oculta, todo nuestro orgullo propio, nuestra vanagloria escondida, pero también todos nuestros sueños más puros, todos nuestros deseos grandes y pequeños, todas nuestras oraciones, TODOS nuestros deseos están delante de Dios. Dios ve de que deseos está compuesto nuestro corazón. Dios ve lo más secreto y en lo más oscuro de tu alma. En la oscuridad, todos tus deseos los conoce Dios con claridad suprema. Pero él también ve otra cosa cuando dice "Y mi suspiro no te es oculto" Los suspiros son los deseos del alma puestos en respiración y en sonidos. Son gemidos. Todos tus suspiros los conoce el Señor. Lo que quiere decir que tu vida, dolor y tu quebranto no es oculto para Dios. Suspiras cuando duele, cuando aflige y cuando sueñas, cuando molesta. Ningún suspiro es desconocido para el Señor.
El apóstol Pablo no se equivoca cuando dice; “Pero la justicia que es por la fe dice así: No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al cielo? (esto es, para traer abajo a Cristo); o, ¿quién descenderá al abismo? (esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos). Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.” —Romanos 10:6-9 (RV1960)
Oye, no intentes traer abajo a Cristo. Él ya ha venido, nacido, resucito de los muertos e hizo su obra. Mas aún; !Él está sentado a la diestra del Padre intercediendo por ti! Si eres cristiano tienes el Espíritu de Jesús morando en tu vida. Esta muy cerca. No quieras descender al abismo para buscarlo, Jesus lo hizo por ti pagando tu precio, subiendo y resucitando de entre los muertos. Todo para darte vida, esperanza, amor y fe. Garantizando con esto su presencia cercana en el Espíritu Santo que reside e intercede cerca, con gemidos indecibles por tu alma. Él está mas cerca de lo que piensas. Su palabra esta accesible. Viva. Cerca. Estamos en Él y Él está en nosotros, esto es muy cerca. Y en la oscuridad, todos tus deseos los conoce Dios. En el dolor, todos tus suspiros los conoce el Señor. Y sin embargo Él está más cerca de lo que parece. Muy cerca.