En este artículo analizaremos los argumentos generalmente empleados en favor de la ordenación de mujeres.
Pregunta #12 Pablo escribía sus cartas para atender problemas locales y específicos. ¿Cómo podemos aplicar hoy lo que Pablo escribió si las situa-ciones y contextos son diferentes?
Respuesta: Casi todos los libros del Nuevo Testamento fueron escritos en respuesta a alguna situación específica en una o más de las comunidades cristianas del siglo 1. Pero los que defienden la ordenación femenina no dirían por esto que nada del Nuevo Testamento se aplica a las iglesias cristianas de hoy. La carta a los Gálatas, por ejemplo, en que Pablo defiende la doctrina de la justificación por la fe sola, fue escrita para combatir el legalismo de los judaizantes que procuraban desviar las iglesias gentiles de Galacia a mediados del siglo 1. ¿Nos atreveríamos a decir que la enseñanza de Pablo sobre la justificación por la fe no tiene relevancia hoy por haber sido enseñada en reacción a una herejía que afligía las iglesias en el siglo 1? El punto es que existen principios y verdades permanentes que fueron transmitidos para atender las cuestiones locales, culturales y pasajeras. Pasan las circunstancias históricas, mas el principio teológico permanece. La conducta inadecuada de las mujeres en las iglesias de Corinto y Éfeso, a quienes Pablo escribió indicando que se quedaran calladas en la Iglesia, fue un momento histórico definido, pero los principios aplicados por Pablo para resolver los problemas causados por estas actitudes permanecen válidos. O sea, la enseñanza que las mujeres deben estar sumisas al liderazgo masculino en las iglesias y en las familias, sin ocupar posiciones de liderazgo y gobierno, es el principio permanente y válido para todas las épocas y culturas.
Pregunta #13 ¿Dónde se encuentra en la Biblia que solamente los hombres pueden ser pastores, presbíteros y diáconos
Respuesta: Los textos más explícitos son Hechos 6:1-7; 1 Timoteo 2:11-15; 1 Corintios 14:34-36 y 1 Corintios 11:2-16. Algunos de estos pasajes fueron analizados con más profundidad en los capítulos anteriores. Además, la relación intrínseca entre la familia y la Iglesia muestra que aquél que es cabeza en la familia (Efesios 5:21-33) también debe ejercer el liderazgo en la Iglesia.