Texto: Apocalipsis 5
El capítulo 5 de Apocalipsis está relacionado con el capítulo anterior, el capítulo 4. Este capítulo 5 es una continuación del capítulo 4. Ellos son un todo armonioso. Son realmente una sola visión, aunque en el capítulo 5 se añaden detalles a lo que se menciona en el capítulo 4.
Y este capítulo 5 guarda relación con el propósito del libro de Apocalipsis. El propósito del libro de Apocalipsis es exaltar la Persona y la Obra de Cristo Jesús. Todo lo que se revela en este libro no tiene otro propósito que glorificar al Señor Jesucristo, el Rey de reyes y el Señor de señores. Juan así lo enseña en el capítulo 1 versículo 1 cuando dice “La revelación de Jesucristo”. Fíjate que no habla de las revelaciones en plural sino “la revelación de Jesucristo”. En otras palabras, el libro de Apocalipsis no es otra cosa que una revelación de la Persona de Jesucristo. Este busca llevarnos a ver la gloria de Su persona, la dignidad de Su ser, el poder de Su fuerza, la realización de Su reino y el establecimiento de Su pacto. Cristo Jesús es el centro de las revelaciones en Apocalipsis. Y este capítulo 5 abunda en llevarnos a admirar la dignidad de su Persona. No hay nadie en este mundo que sea digno como lo es el Cordero. Ese es el mensaje de este capítulo 5. Solo el Cordero es digno de abrir el libro sellado y de desatar los sellos del mismo. Nadie en la tierra, nadie en el mundo, ni debajo de la tierra es digno de hacerlo.
Ahora bien, ¿qué significa los símbolos que leemos en este capítulo 5? Y les menciono desde ahora que no voy a dar una explicación exhaustiva de este pasaje. ¿Por qué? Por dos razones: en primer lugar, porque nos tomaría mucho tiempo en hacerlo y en segundo lugar porque ese no es el propósito principal de la literatura apocalíptica. En este género literario lo importante es dar más énfasis al bosque que a los árboles. Debemos buscar como lo se diría en inglés “the big picture”, la totalidad del cuadro más que cada detalle por separado.
Veamos ahora los símbolos principales. Tenemos en el capítulo 4 versículo 2 “un trono establecido en el cielo, y en el trono, uno sentado.” Y el versículo 3 de este capítulo 4 nos dice “Y el aspecto del que estaba sentado era semejante a piedra de jaspe y de cornalina; y había alrededor del trono un arco iris, semejante en aspecto a la esmeralda.” ¿Quién es ese? No cabe la menor duda de que el que está sentado en el trono en el cielo es Dios Padre. Lo sabemos porque en el capítulo 5 Dios Padre es distinguido del Cordero. Y se nos dice en el capítulo 5:1 “Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos.” Se nos dice en este versículo que el que está sentado en el trono tiene en su mano derecha un libro escrito por dentro y por fuera sellado con siete sellos. ¿Y qué significa esto? El libro simboliza el decreto eterno de Dios, su plan eterno. ¿Cómo lo sabemos? Lo sabemos porque todo lo que se narra en el libro de Apocalipsis no es otra cosa que la apertura de los siete sellos del libro, que luego dan paso a las siete trompetas y éstas dan paso a las siete copas.
Hermanos, todo lo que sucede en la historia del mundo ha sido decretado por Dios. La historia del mundo ya ha sido escrita por Dios. Todo lo que sucede en este mundo ocurre según Dios lo ha planificado. Nada de lo que ocurre en este universo ocurre fuera del plan de Dios. Eso es lo que nos enseña Juan en el símbolo del libro escrito por dentro y por fuera sellado con siete sellos.
Luego nos dice Juan en el versículo 2 y 3 “Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos? Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo.” Es decir, no hay ser en todo el universo que sea digno de abrir el sello. Es interesante la palabra digno. En el griego la palabra digno es “ἄξιος”, es un adjetivo y significa pesado o de peso, de ahí la idea de valioso. La idea es de poner en una balanza algo importante y ver cuánto pesa y a mayor peso mayor valor. Nadie es lo suficientemente pesado, valioso o digno para abrir el libro o tan siquiera para mirarlo.
Entonces se nos dice que Juan lloraba, V. 4 “Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo.”
Y en medio de esa frustración, de que no hay nadie en el universo digno de abrir el libro, se nos dice que sí hay alguien digno de abrir el libro, de leerlo y de mirarlo. ¿Quién es ese? Juan recibe la contestación de uno de los 24 ancianos que representan a la iglesia triunfante. Esto es interesante. Es interesante porque es la iglesia triunfante, la que mora en los cielos, la que consuela a la iglesia militante que está en la tierra, representada por Juan. Y es de gran consuelo para nosotros el saber por las Escrituras que nuestros hermanos en Cristo, que han muerto antes que nosotros, están disfrutando de la paz y el amor de nuestro Dios en los cielos. Que, aunque algunos de ellos han sufrido aquí en la tierra, como Lázaro en Lucas capítulo 16 y que en el caso de Lázaro sus únicos amigos fueron los perros que lamían sus heridas, ahora ellos, al igual que Lázaro, gozan de la presencia de Dios en los cielos. Que consuelo eso nos da. Y nosotros también tenemos la promesa de que seremos glorificados al igual que ellos.
V. 5 “Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos.” ¿Quién es el único digno de abrir el libro y desatar los sellos? El León de la Tribu de Judá, la raíz de David, es decir, el Señor Jesucristo. Y de El se nos dice además, V. 6 “Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.” Fíjate bien, los ancianos lo identifican como el León de la tribu de Judá y la raíz de David sin lugar a dudas relacionándolo con las profecías acerca del Mesías. Pero cuando Juan mira hacia el trono él ve en medio del trono a un Cordero como inmolado, como uno que ha muerto. Pero esta muerte no es de derrota sino de victoria. Porque es por su muerte en la cruz ocurrida según el decreto eterno de Dios que hace digno al Cordero para desatar los sellos y abrir el libro. V. 9 “y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación”. Es decir, es por la victoria de su muerte y su poder para salvar que el Cordero es digno de tomar el libro y abrir sus sellos.
¡Hermanos y amigos, cuán importante es esto! ¿Cuál es la enseñanza de todo esto? La enseñanza es que todo lo que sucede en la historia del mundo está en las manos del Cordero. Es El quien desata los sellos, es decir, es El el que hace que lo que Dios ha decretado, lo que Dios ha planificado, se lleve a cabo en la historia.
Nada sucede por el azar. Todas las cosas que suceden han sido planificadas por Dios. Es el Cordero quien dirige la historia del mundo. Y El cumple su propósito infaliblemente.
En los tiempos en que vivimos cuán importante y consolador es esta doctrina bíblica. Cuando miramos a nuestro alrededor lo que vemos es caos, inseguridad. No sabemos lo que sucederá en el mañana. Dentro de poco se celebrarán las elecciones tanto en Puerto Rico como en los EE.UU. y lo primero que nos preguntamos es qué sucederá con Puerto Rico. ¿Qué pasará con la economía de la Isla? ¿Qué pasará con la economía de los EE.UU. que ronda en un déficit de 17 trillones de dólares? Llevamos 10 años con una crisis económica a nivel mundial. En España el desempleo ronda en el 25%, un país más grande que nosotros. El reino Unido se salió de la Unión Europea y otros países piensan hacer lo mismo. El euro se tambalea. Irán en posibles aires de guerra. El precio de la gasolina es inestable. Hay grupos en los EE.UU. que piden por la separación de la Unión. Han declarado que el gobierno federal no está cumpliendo fielmente su labor y desean separarse de los EE.UU. La tierra se ha pasado temblando como nunca desde hace varios años. Hace varios años un súper huracán azotó el este de los EE.UU. con pérdidas de 25 mil millones de dólares. ¿Qué sucederá con el mundo? ¿Qué le pasará a Puerto Rico? ¿Seremos estado de la nación americana, seremos independientes, seremos libres y soberanos pero asociados con los EE.UU.? ¿Y qué podemos decir de la Junta Fiscal que ha venido solo a cobrar y no a mejorar la economía del país?
¿Y qué de mi vida? ¿Cuánta inseguridad hay en mi vida? Antes se hablaba de trabajos seguros. Eso es ahora cosa del pasado. Compañías sólidas y estables ha desaparecido. Los convenios colectivos que eran una fuente de seguridad de empleo, ahora están a la merced de que se anulen o pospongan indefinidamente o se rescindan. Y así como no hay seguridad permanente de trabajo, tampoco hay seguridad permanente de vivienda, ni de planes médicos, etc. Los galenos se van de Puerto Rico. Hay menos médicos en la Isla. Muchos preparan sus maletas para dar el salto a los EE.UU. Y no los culpo. ¿Cuál es la respuesta a todo esto?
La respuesta para todo esto es cantar un cántico nuevo “Digno eres [oh Cordero] de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación”.
Hermanos y amigos nuestra paz y seguridad descansa en el hecho de que este mundo es de nuestro Dios. De que la historia del mundo es Su historia. Acuérdate de que el libro del decreto eterno de Dios está en la mano derecha del Padre, indicando su poder y dirección.
Nuestra vida está en las manos de Dios y del Cordero y nada de lo que pase en el mundo me debe asustar, porque estamos en las manos de nuestro Padre. Y su providencia divina gobierna a todos los hombres y todo lo ellos hacen.
Pero sobre todo eso hay una providencia especial para los hijos de Dios. Hay un amor especial para los creyentes que el mundo no disfruta. Todo ha sido ordenado y está subordinación a la salvación de los elegidos. El amor de Dios y su cuidado por nosotros están eterna e infaliblemente asegurados. ¿Cómo lo sabemos? Porque el Cordero fue inmolado por nosotros. Y si Dios nos ha dado a su Hijo y nos lo ha dado de la manera en que lo Dios, jamás deberíamos dudar de que nuestra vida está en las manos de Dios. Como dice el himno “Del Amor Divino”, la segunda estrofa: Todo lo que pasa en mi vida aquí, Dios me lo prepara para bien de mí. En mis pruebas duras Dios me es siempre fiel. ¿Por qué pues las dudas? Yo descanso en El.
Oh hermanos, cuando entendemos esta verdad y la creemos con todo el corazón entonces podremos con confianza adorar a Dios en medio del caos en el mundo.
Es por eso que el capítulo 5 termina con una doxología, con adoración. Apocalipsis 5:11-14 “Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones, 12 que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza. 13 Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos. 14 Los cuatro seres vivientes decían: Amén; y los veinticuatro ancianos se postraron sobre sus rostros y adoraron al que vive por los siglos de los siglos.”
Es esta doctrina bíblica la que nos lleva a poner todas las cosas que suceden en el universo y todas las cosas que suceden en nuestra vida en la justa perspectiva. A veces las iglesias predican como si Satanás fuera tan fuerte como Dios. Y ven a Satanás detrás de cada conflicto que viene a nuestras vidas. Pero eso no es correcto. La Biblia nos enseña que Satanás no puede hacer absolutamente nada si Dios no le da permiso. Eso es lo que nos enseña Job. La perspectiva bíblica no es ver a Satanás detrás de todos los problemas de la vida, sino ver a Dios detrás de todas estas cosas. El mundo es de nuestro Dos. Y cuando tenemos tal perspectiva bíblica entonces podremos proclamar como dice Salmo 97:1 “Jehová reina, regocíjese la tierra”. Amén.