Sermón: Santiago 5:19-20 Cuidándonos unos a otros

Santiago 5:19-20 “Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace volver, 20 sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados.”

 

            Hermanos, no hace mucho prediqué 26 sermones sobre toda la epístola de Santiago la cual finaliza con estos dos versículos que hemos leído. Es mi convicción que el deber que aquí se ordena a la iglesia es algo en el cual nosotros tenemos que mejorar. Este no es el mismo sermón que prediqué anteriormente sino que es uno completamente nuevo.

            ¿Qué debemos hacer cuando alguien en medio nuestro se aparta de la verdad? ¿Cuál es nuestro deber al respecto? De eso trata el sermón.

            Y lo primero que Santiago nos quiere enseñar es que para poder cumplir cabalmente con este deber debemos vernos en primer lugar como una familia.

I. Una familia

            Mira como comienza el versículo V. 19 Hermanos. No siempre Santiago utiliza esa expresión. Cuando lo hace lo hace para expresar su amor por ellos y su sentido de hermandad. Esto que vamos a hablar es un tema que enfatiza la hermandad de la iglesia. Lo que vamos a poner en práctica no es otra cosa que el amor fraternal que debe predominar en nosotros. Si nosotros somos hermanos, si nosotros tenemos a Dios por Padre, entonces esto es lo que debemos hacer los unos por los otros. Debemos vernos como una familia. Debemos vernos no como personas separadas ni desconocidos, sino como hermanos unos de otros. Como aquellos que tenemos un común Padre, poseemos como si fuera una misma sangre, un mismo corazón. Hay un vínculo que ha sido formado sobre nosotros por Dios mismo. El nos ha hecho el ser una familia de muchos hermanos y hermanas. Así que esto de que vamos a hablar es lo que nosotros como hermanos debemos hacer los unos por los otros. Los hermanos se comportan de esta manera. Y si Dios te ha hecho nuestro hermano por medio de la fe en Jesucristo y por medio de haberte salvado y adoptado en la familia de Dios de esta manera debemos actuar en todo momento. Pero especialmente cuando uno entre nosotros se aparta de la verdad.

            ¿Es así como te ves a ti mismo en esta iglesia? ¿Es así como tratamos a nuestros hermanos? Yo sé que son nuestros hermanos, pero los tratamos así. ¿Los hago sentirse como mi hermano? ¿Le demuestro mi amor, mi interés? ¿Tomo la iniciativa en hacerlo? Yo sé que sí. Esta es una iglesia que se caracteriza por el amor. Pero hay lago más que aprende. Hay algo más que poner en obra entre nosotros.

            Así que lo primero que debemos tener presente al trabajar con el caso que Santiago trata es que nosotros debemos vernos como hermanos unos de otros. Hermanos cuya hermandad trasciende la carne y la sangre. Incluso en muchos casos vas más allá que la vida presente.

            Lo segundo que nos da Santiago es una palabra de precaución.

II. Una precaución

            “si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad”. ¿Qué tenemos aquí? Tenemos a un hermano o hermana que se ha extraviado, se ha desviado, se ha apartado de la verdad del evangelio, de algún aspecto del evangelio. No sabemos qué específicamente es la verdad detrás del caso. Santiago presenta un caso hipotético basado en la realidad. Sabemos que muchos han venido a la iglesia y ya no están con nosotros. Sabemos incluso de líderes que se han apartado de la verdad.

            Esa verdad puede ser alguna doctrina fundamental como la Trinidad, la Deidad de Cristo, la Deidad del Espíritu Santo, la justificación por la fe solamente, la doctrina bíblica de la santificación. No sabemos si es una doctrina fundamental de la fe del cristianismo o de los deberes del cristianismo: es decir, ha dejado de buscar de Dios, se ha ausentado de la iglesia, ha dejado de perseverar, de buscar de Dios, de servir en la iglesia, o ha abrasado un estilo de vida pecaminoso. El pasaje no lo dice. Pero es posible que sea algo serio ya que Santiago habla de hacer regresar al pecador. Pero no lo sabemos a ciencia cierta. 

            Hay algo importante que señalar. Santiago nos enseña que el extraviarse de la verdad es algo que ocurre en la iglesia de Cristo. “si alguno entre vosotros”.  Y escúchenme bien: nadie está exento de extraviarse de la verdad. Aún los líderes más consagrados y dedicados se han aparatado de la verdad. La historia de la iglesia está llena de ejemplos de creyentes que se han extraviado, se han apartado de la verdad. Han dejado de perseverar, han dejado de negarse así mismos, han quitado su mano del arado, han dejado de pelear la buena batalla. Y es posible que algunos de los que están aquí hoy mañana no estén. Ninguno de nosotros puede decir: eso nunca me va a suceder. Eso le podría pasar a fulano, a fulana, a perencejo, pero no a mí. Eso me recuerda a Jesús con el apóstol Pedro en Mateo 26:34 “Jesús le dijo: De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces.” Y qué le contestó Pedro V. 35 “35 Pedro le dijo: Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré. Y todos los discípulos dijeron lo mismo.

            ¿Qué lo llevó a desviarse de la verdad? El pasaje no nos dice. Pero no es difícil si tomamos la carta de Santiago como guía y toda la Biblia para ver algunas causas por las cuales uno que ha profesado su fe en Jesús se ha extraviado como oveja descarriada de la verdad. Por ejemplo:

            1. Mateo 13:20-21 “Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo; 21 pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza.” ¿Cuál fue la causa de su no perseverar? El sufrir aflicciones o persecuciones. Las aflicciones sin Dios, sin poner nuestra mirada en El y buscar de Él la fortaleza nos llevan a apartarnos de la verdad. Aquí vemos a uno que recibió con gozo la palabra, pero no tiene raíz, la palabra no ha sido sembrada con profundidad en su corazón. Acepta el mensaje y se goza del mismo porque es el glorioso evangelio de Cristo. Pero, aunque se ha gozado del mismo éste no ha penetrado a su alma. No ha creado raíces que cimienten su fe. No tiene una fe estable, bien arraigada. Su fe no ha sido cimentada sobre la roca. Y cuando eso pasa cuando viene la aflicción o la persecución por ser cristianos se aparta del camino. Su fe es de corta duración.

            La iglesia a la cual Santiago le escribe era una iglesia perseguida. Estaba dispersa por la persecución y allí en el exilio las cosas no eran fáciles. Tenían muchas y diversas aflicciones como Santiago menciona en el capítulo 1. Así que las aflicciones si no son puestas en las manos de Dios y nos enfrentamos a ellas vestido de toda la armadura de Dios pueden ser causa de que algunos de nosotros nos apartemos de la fe.

            2. 1 Timoteo 1:19-20 “manteniendo la fe y buena conciencia, desechando la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos, 20 de los cuales son Himeneo y Alejandro, a quienes entregué a Satanás para que aprendan a no blasfemar.” Tenemos aquí a unos líderes de la iglesia que se extraviaron en la fe, o como dice Pablo “naufragaron en cuanto a la fe”. El barco de su fe se hundió. ¿Cuál fue la causa? Ellos se apartaron de la verdadera doctrina bíblica y no mantuvieron su fe ni tampoco una buena conciencia, es decir, dejaron de luchar contra el pecado, no lo confesaron, sino que lo dejaron como si nada. Dejaron que el pecado se apoderara de ellos. Posiblemente no escucharon a su conciencia que les decía: eso está mal pero se empeñaron en no hacerle caso y terminaron naufragando en la fe. Tuvieron dudas sobre su fe y en vez de trabajar con ella dejaron que la incredulidad los dominara. Y el resultado en el caso de estos líderes fue la excomulgación de la iglesia. Fueron excomulgados. O como lo dice Pablo “a quienes entregué a Satanás para que aprendan a no blasfemar.”

            Cosas así no suceden de la noche a la mañana. Algunos hermanos antes de apartarse de la fe descuidaron su vida espiritual, dejaron de estudiar la Biblia, consistentemente, dejaron de orar fielmente, dejaron de negarse así mismo, comenzaron a ser inconstantes en su asistencia a la iglesia, etc. Poco a poco se fueron deslizando. Todos aquellos que entre nosotros que por las razones que sean han descuidad su vida espiritual son candidatos a extraviarse de la verdad.

            3. En última instancia la causa lo es el pecado. Santiago 5:20 “sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino”. Hermanos y amigos la última razón por la cual un hermano se ha extraviado de la verdad lo es el pecado. No busques mayor explicación porque no hay otra que dar. “Él amó más el mundo que las cosas de Dios, pecado. Dejó de buscar de Dios, pecado. Dejó de luchar contra las tentaciones, pecado. Puso su trabajo primero antes que el reino de Dios, pecado.”

            Y lo triste del caso es que el pecado nunca viene solo, siempre viene acompañado. El daño es como una gangrena que aunque comenzó en el dedo más chiquito del pie sigue creciendo y creciendo hasta que daña el pie, la pierna, el torso, los órganos internos, etc. Por tanto, afecta su vida, su matrimonio, sus hijos, etc. 

            Te pregunto a ti, ¿cómo estás cuidando tu alma? ¿Qué estás haciendo para preservar tu alma y mantenerte en el camino correcto? ¿Cómo luchas contra el pecado, el desánimo, la pereza, el error doctrinal, las tentaciones, el amor al mundo?

            Hermanos, si esto está pasando en medio nuestro cuál debe ser entonces nuestro deber.

III. Un deber

            Nuestro deber es buscar al que se ha extraviado. Dice Santiago: “y alguno le hace volver,”. Ese alguno es cualquier hermano en la iglesia. Fíjate lo que dice Santiago el procurar hacer que un hermano regrese al camino de Dios no es exclusivo de los pastores y ancianos de la iglesia. Es tú responsabilidad también. Si algún miembro de la iglesia sea designado por el pastor o la sesión de la iglesia o movido por amor a su hermano lo hace volver ha salvado una vida. No tenemos que hacer una reunión para poner por obra este deber. Ni los ancianos necesitan reunirse para hacerlo. Hay una tarea que los ancianos hacen en conjunto, pero hay tareas que se pueden hacer individualmente como ancianos. Pero el énfasis del pasaje lo es la congregación, “y alguno le hace volver,”

            Oh hermanos, en esto yo creo que todos debemos crecer. Hay hermanos y hermanas que no están en medio nuestro. Hay hermanos y hermanas que están jugando con fuego y que son candidatos o candidatas a naufragar de la fe. Y nosotros somos hermanos unos de otros.

            ¿Qué vas a hacer cuando eso ocurre? No pienses eso es solo para los pastores y ancianos de la iglesia. No pienses de esa manera porque eso no es bíblico. Todos somos llamados a cuidarnos unos de los otros. Todos somos llamados a motivarnos al amor y a las buenas obras. Dice Hebreos 10:24-25 “Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; 25 no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.” Seamos considerados unos a otros dice el autor de Hebreos. Valorémonos unos a otros. Amémonos unos a otros. Y estimulémonos al amor y a las buenas obras. Motivémonos a amarnos unos a otros, a tolerarnos unos a otros, a ser pacientes lo unos con los otros, a servirnos unos a otros y a servir a los hermanos, y a los no creyentes. No nos cansemos de así hacerlo. Y cuando alguien persista en faltar a la iglesia es nuestro deber exhortarnos a no hacerlo más. Llama a tu hermano y dile te extrañamos en la iglesia, en el culto de los jueves, en la actividad de la iglesia, etc. Meramente con decirle eso lo estás amonestado y exhortando con amor. Porque esa persona, ese hermano, sabrá: no estuve en la iglesia y debí haber estado.

            Debemos cuidarnos unos a otros. Y hacer todo lo posible porque nuestro hermano regrese al camino de la verdad. Hay que orar, sí. Pero hay que llamar, visitar, motivar, exhortar y amonestar a ese hermano. Esa es la iglesia que yo deseo estar. Una iglesia en donde los hermanos me amen de tal manera que no solo se preocupen de mí sino también se ocupen de cuidarme, inclusive de amonestarme en amor. Dice Romanos 15:14 “Pero estoy seguro de vosotros, hermanos míos, de que vosotros mismos estáis llenos de bondad, llenos de todo conocimiento, de tal manera que podéis amonestaros los unos a los otros.” Somos llamados a amonestarnos unos a otros. Dos requisitos para hacerlo bien: estar llenos de bondad y de todo conocimiento, es decir, sabiduría. Con amor y con mucha paciencia, pero con sabiduría.

            Si te das cuenta la perseverancia de los santos se da en el contexto de la iglesia. Necesito la iglesia porque es el medio que Dios utiliza para mantenerme en el camino de la verdad. Es allí donde Dios envía vida eterna. Por eso la comunión de los santos en la iglesia es buena y deliciosa. Salmo 133:1, 3 “¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es Habitar los hermanos juntos en armonía! 3. Porque allí envía Jehová bendición, Y vida eterna.” ¿Cuánto amas tú a la iglesia? Y amar a la iglesia no es decir: yo la amo, es estar presente, apoyarla económicamente, ayudar en la limpieza, es sentarte a aprender, es usar los dones que Dios te ha dado en la iglesia, etc.             

            Lo interesante del caso presente es que Dios nos da varias razones o motivos para cumplir este deber. ¿Cuáles son?

IV. Motivos para cumplir este deber

            V. 20salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados”. El motivo en primer lugar es salvar de muerte un alma. Hermanos, el que se aparta de la verdad está matando su alma. Fuera de Cristo no hay sino muerte. Solo en Cristo hay vida, vida eterna. Y aquel que se extravía de la verdad no está viviendo, realmente no se está dando la buena vida, sino todo lo contrario, está matando su alma.  Todos los que estaban fuera del arca de Noé perecieron en el diluvio universal. De igual manera todo el que no está en Cristo con una fe verdadera y sincera, es decir, una fe que se entrega en alma y cuerpo totalmente a Cristo para vivir para El no verá la vida eterna, sino la muerte eterna en el infierno.

            Así que Dios nos da un motivo excelente: el de ser el instrumento en las manos de Dios para salvar de la muerte. Hermano Dios te ha puesto a ti como guardián de tu hermano. Y te ha dado el privilegio de ser, en un sentido semejante a Dios, un “salvador” del alma de mi hermano extraviado. ¡Qué enorme privilegio! ¡Qué gran bendición!

            Pero hay algo más nos dice Santiago: “y cubrirá multitud de pecados”. La fe verdadera trae pleno perdón del hermano errado. Sus pecados son cubiertos para nunca verlos jamás. El amor que es de Dios nos debe llevar a perdonar a ese hermano totalmente. Nada debe estorbar el que lo recibamos con amor, con alegría y ser restablecido a la plena comunión de la iglesia. Y recibirá como el hijo pródigo un nuevo vestido, una sortija en su mano y mataremos el becerro más gordo, que significa plena restauración a la comunión con Dios y con la iglesia. Y también en el día del juicio final sus pecados habrán sido cubiertos por la sangre de Cristo.

            Pero detrás de esos motivos hay uno mayor. ¿Sabes cuál es? El de dar por gracia lo que por gracias has recibido. Tú y yo estuvimos un tiempo extraviados. Antes de ser convertidos vivíamos lejos de la verdad. Y Dios utilizó a un siervo o a una sierva de Dios para traerte al camino de la verdad. Y me imagino que estás agradecido a Dios y a ese instrumento en las manos de Dios para darme vida. ¿Cómo yo no debo hacer lo mismo? Y así como hicieron conmigo yo deseo hacer con los demás.

            Jesús como el Buen Pastor deja a las 99 ovejas que están seguras en el aprisco y va a buscar a la única oveja que se extravió. Dejándonos con esto ejemplo que cada oveja del rebaño es importante. Y debemos hacer todo lo posible por buscar a esa oveja.

            Esa misma actitud motivó al rey David a prometerle a Dios que ayudaría a rescatar a los extraviados. En el Salmo 51:13 “Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, Y los pecadores se convertirán a ti.” El contexto de este Salmo es la confesión de pecado de David por sus pecados contra Urías heteo y el adulterio contra Betsabé. Y él le pide a Dios que lo restaure nuevamente, restaure su vigor espiritual que había perdido, que lo purifique y él promete en cambio ser instrumento para enseñar a los transgresores a los que se han extraviado del camino a regresar a él.  

            Hermanos, Dios nos llama a cada uno de nosotros a hacer todo el esfuerzo posible en buscar al hermano que se ha extraviado de la verdad. ¿Qué has hecho con esa hermana o ese hermano que ya no está con nosotros? ¿Lo has llamado? ¿Lo has visitado? ¿Le has exhortado? Eso es lo que los hermanos estamos llamados a hacer.

            Yo sé que vivimos vidas ajetreadas. Pero no debemos dejar que esas cosas nos aparten de cumplir la voluntad de Dios. De ser hacedores de la Palabra y no tan solo oidores. De amar en hecho y en verdad. Ese es el verdadero amor cuando nos cuidamos unos a otros.  Ese es el amor del cual Cristo vino a enseñarnos: a amarnos unos a otros como Él nos amó y dio su vida en rescate por nosotros.