Sermón: Mateo 6:1-4 Que tu izquierda no sepa lo que hace tu derecha
Mateo 6:1-4 “Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos. 2 Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. 3 Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, 4 para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.”
Un joven predicador estaba ansioso de subirse al púlpito para poder predicar un excelente sermón que había escrito. Se había fajado mucho. Había hecho bien su trabajo y estaba orgulloso de todo lo que había preparado y escrito. Este sermón me quedó bueno de verdad. Este sermón, decía, va a hacer historia en la iglesia. Muchos los van a oír porque es al aire libre.
Entonces llegó el momento de la predicación y lo llamaron para que subiera al púlpito. Se levanta con ánimo, su cabeza en alto, contento de que llegó el momento de demostrar todo lo que había aprendido en el seminario. Y cuando iba a subir al podio vino un viento y le arrebató el papel en el cual había escrito el sermón, cuyo papel se perdió. Su sermón no fue lo que esperaba ser. Luego de terminar su parte bajó del podio cabizbajo y se sentó en medio de la congregación.
Y alguien dijo: si hubiera subido al podio como bajó, con la actitud humilde en la cual bajó, la cosa hubiese sido diferente.
Jesús en este pasaje nos da una precaución a una iglesia ansiosa y celosa de hacer el bien. Nos da precaución a una iglesia deseosa de demostrar que su justicia es superior a la justicia de los escribas y los fariseos. A una iglesia alegre de ser una luz puesta en un candelero que alumbra a todos los que están en la casa. A una iglesia que reconoce su llamado de ser una ciudad asentada sobre una montaña de tal manera que el mundo entero pueda verla. Sí hermanos, Dios nos ha puesto para que brillemos. Dios te ha puesto para que todos te vean. Y al verte vean la obra de la gracia en Cristo Jesús.
Ahora bien. Aunque la iglesia es ansiosa de servir a los demás Jesús le da una precaución. Al hacerlo debes tener en consideración que hay una actitud incorrecta de hacerlo y una actitud correcta de hacerlo.
I. La actitud incorrecta de hacer bien
V. 6 “Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos.” Lo primero que deseo que vean es que aquí hay una precaución. Fíjate que Jesús no prohíbe hacer nuestra justicia delante de los hombres. Es más él nos dice que es inevitable porque esa es la voluntad de Dios. Él nos ha puesto como una ciudad asentada en una montaña para que todos nos vean. Nosotros somos una luz puesta en el candelero que alumbra a todos en la casa. Y dice Mateo 5:16 “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras,”. Hermanos, nosotros somos la obra de Dios en el mundo. Dios nos ha perdonado en Cristo. Y su Espíritu nos sigue santificando cada día más. Y El busca exhibir su gloria por medio de nuestras vidas. Pero aunque esto es así, Jesús nos da una advertencia. Esa justicia, esa santidad de vida, ese vivir las bienaventuranzas y en este pasaje el hacer bien a los demás, el hacer buenas obras a nuestro prójimo, no deben ser hechas con el propósito de buscar nuestra gloria: no debe ser con el propósito “de ser vistos de ellos”, “para ser alabados por los hombres”. El creyente jamás debe ser vanaglorioso. Nada de lo que haga debe ser para que otros digan: Wao! qué tremendo es fulano de tal, sino cuán glorioso es Dios quien produce tal transformación en la vida de fulano. ¡Cuán glorioso es Cristo al hacer tal obra de salvación! ¡Cuán glorioso es el Espíritu Santo al hacer tal obra de santificación! O como dijo Jesús en Mateo 5:16b “para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.” Dios produce esa buenas obras en nosotros para que ellas le glorifiquen solo a El porque en última instancia Dios es el autor de ellas. Como dice Efesios 2:10 “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.”
El llamado de Jesús es a la humildad, en el propósito de dar limosnas, de orar y de ayunar, es decir, en todos nuestras actividades religiosas. Todos estos temas están entrelazados. Pero los hipócritas no buscan la gloria de Dios al hacer obras de caridad sino su propia gloria. Lo mismo hizo el pueblo de Israel ayunando no para la gloria de Dios sino para su propia gloria. Zacarías 7:5-6 “Habla a todo el pueblo del país, y a los sacerdotes, diciendo: Cuando ayunasteis y llorasteis en el quinto y en el séptimo mes estos setenta años, ¿habéis ayunado para mí? 6 Y cuando coméis y bebéis, ¿no coméis y bebéis para vosotros mismos?”.
Si nos vanagloriamos no tenderemos recompensa de Dios por nuestras buenas obras. “de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos.” Hay una recompensa de parte de Dios por nuestras buenas obras. Pero para que sea clasificada una buena obra un requisito importante es que sean hechas palabra la gloria de Dios. Nuestro Padre jamás recompensará nuestras “buenas obras” que no busquen exaltarlo.
Ahora bien, en el V. 2 Jesús nos da una ilustración de lo que nos quiere decir. El ejemplo lo es con dar limosnas, con ayudar a los pobres o a los necesitados. Tanto en el A como en el NT Dios nos llama a cuidar de los necesitados. Nos llama a tener misericordia y compasión con el que sufre. Y a dar de gracia lo que por gracia hemos recibido. Nos llama a ser misericordiosos. Y nos recuerda que son bienaventurados los misericordiosos y ellos alcanzarán misericordia. Y que cuando lo hagas no llames la atención. No hagas algarabía: toques trompetas para ser alabado por los hombres. Si lo haces la única alabanza que podrás tener será de los hombres pero no de Dios, que es lo más importante.
Así que hermanos Jesús nos enseña que hay una manera incorrecta de hacer bien. Hay una manera incorrecta de ser luz en este mundo. Y la actitud del corazón, el fin y propósito de hacerlo debe ser uno correcto. ¿cuál es la manera correcta de hacer bien?
II. La actitud correcta de hacer bien
V. 3 “Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha,”. Al dar limosna, o el hacer algún favor, hacer algún bien, hacer alguna buena obra, debemos hacerlo con tal discreción, con tal anonimato que ni siquiera la mano izquierda no sepa lo que ha hecho la derecha. La ilustración es interesante ya que casi siempre hacemos las cosas con ambas manos. Y la discreción que nos llama Jesús es de tal manera que no solo sea secreta a otros sino a uno mismo. ¿Cómo así? Luego de hacerla olvidarnos de ella y no decir dentro de nosotros: O que tremendo yo soy, así es que deben hacer los otros. Yo marqué el paso para que otros me sigan. Jesús dice: No. Que la izquierda no sepa lo que hace la derecha.
Ahora bien, hay dos cosas importantes. Jesús reconoce que sus discípulos son misericordiosos y que son dadivosos. Jesús dice V.2 “cuando, pues, des”. Y lo repite en versículo 3 “Mas cuando tú des limosna”. Él no dice: si algún día dieras al necesitado. No, “mas cuando tú des limosna”. Así que una marca de un hijo de Dios es que tiene compasión de los demás y es desprendido y da de su dinero, da de su ayuda, da de lo suyo. ¿Es esa tu marca? Y que nosotros como cristianos debemos ayudarnos unos a otros y ayudar a los necesitados no solo en medio nuestro sino en la sociedad. Hubo un tiempo cuando la iglesia se derramaba en servir a los necesitados. Y en esos tiempos la iglesia construía orfanatos, construía escuelas para proveer educación a los pobres. La escuela dominical fue un proyecto para proveer educación a los niños que participaban de la revolución industrial. Niños que trabajaban desde los cuatro años y que muchas veces trabajaban hasta 16 horas. Jamás podían estudiar. Y la iglesia creó la escuela dominical para esos niños. Jesús nos enseña que debemos ser creyentes dadivosos, desprendidos a los necesitados y no solo pensar en nosotros mismos. A veces pienso que los creyentes están centrados en sí mismos que se nos olvida que hay otros afuera que sufren. Y que debemos de alguna manera aliviar sus cargas.
Ahora bien. Nos dice algo adicional el versículo V. 4 “para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.” De tal manera debe ser hecho que sea hecho en secreto, es decir, sin buscar ser visto por nadie para ganar gloria. Es imposible que sea totalmente en secreto. Alguien se va a enterar. Pero esto es una circunstancia de la vida inevitable. Pero lo que sí es posible es hacerlo sin fanfarria sin llamar la atención a nuestra persona ni a lo que hacemos. Entonces, y solo entonces, si lo hacemos así por respeto a la gloria de Dios, por lo que Él ha hecho por nosotros, y lo hacemos desinteresadamente, Dios nos recompensará. No al buscar exaltarnos, sino a bendecirnos. Al darnos una buena conciencia y el de gozarnos con la alegría de los que reciben tu expresión de amor al dar.
La frase “en público” tanto aquí como en los versículo 6 y 18 no aparecen en los manuscritos más antiguos. Y aunque no aparece en los manuscritos más antiguos la enseñanza de toda la Biblia es que Dios recompensa en el ahora y en la eternidad. Hermanos, no limitemos ni necesariamente pensemos en el presente como si todo nuestra felicidad y bendiciones las recibiremos aquí. En el juicio final seremos reconocidos públicamente y recibiremos públicamente la recompensa de la vida eterna además de recompensas de obras.
Pero hay un punto importante. ¿Cómo podemos hacerlo sin traer esta condenación sobre nosotros? Pablo nos contesta a esta pregunta en 2 Corintios 8:5 con la ofrenda de los Macedonios a la iglesia de Jerusalén. ¿Cómo lo lograron? Dice 2 Corintios 8:5 “Y no como lo esperábamos, sino que a sí mismos se dieron primeramente al Señor, y luego a nosotros por la voluntad de Dios;” Ellos se dieron primeramente al Señor: Señor todo lo que yo tengo es tuyo, incluso yo no me pertenezco a mí mismo, nada es mío. Y luego de darse al Señor se dieron a ellos por la voluntad de Dios, es decir, Señor damos de lo que tenemos porque tú nos llamas a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Y a no amar de palabra sino de hecho y en verdad. Así como tu amor no fue solo un sentimiento en ti sino uno que te impulsó a dar a tu Hijo unigénito para que todo aquel que en él cree, no se pierda, ms tenga vida eterna.
¿Qué nos enseña Jesús aquí? Nos enseña que Por el hecho de que Dios nos ha hecho sus hijos nosotros debemos ser desprendido con nuestro dinero. Dar a los necesitados no buscando nuestra gloria sino siempre y exclusivamente la gloria de nuestro Padre que está en los cielos. Da generosamente y da alegremente y da para la gloria de Dios. Esa es su voluntad para ti.