Mateo 6:9 “Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos…”
En nuestro estudio de la vez pasada vimos que Jesús dirige a sus discípulos a lo que no deben hacer cuando van a orar. Cuando vamos a orar Jesús nos dice que debemos evitar toda vanagloria: nosotros oramos a Dios y no a los hombres. No es momento para hacerles ver a nadie lo súper piadosos que somos, lo súper santos que somos. Cuando oramos oramos para Dios buscando tener comunión con Él. Tan poco debemos ir con la mentalidad de manipular a Dios. Ni debemos orar a Dios en incredulidad. El sabe nuestras necesidades aun antes de que se las pidamos. Ya El tiene preparado de ante mano la respuesta y la provisión para cada una de nuestras necesidades.
Luego de decirnos lo que no debemos hacer Jesús entonces procura enseñarnos cómo orar a Dios correctamente. Y en estos versículos tenemos lo que se ha sido llamado históricamente el Padre Nuestro o la Oración del Señor.
El Padre Nuestro se divide en tres partes. ¿Cuáles son? Tenemos en primer lugar el Prefacio, luego vienen seis peticiones y finaliza con una conclusión. Las primeras tres peticiones guardan referencia primaria a la gloria de Dios. Las otras tres a nuestra salvación y a nuestra necesidades. Pero hay algo importante que tener presente. Todas y cada una de ellas se centran en la gloria de Dios. Porque aunque en una de ellas le pedimos a Dios que nos dé el pan diario para nuestra vida aun esa petición lo es si esto redunda en su gloria. A veces Dios aguanta el darnos el pan que pedimos por razones sabias que Él tiene y como parte de su plan para nosotros. Él sabe mejor que nosotros cuál es la porción que nos beneficia. Y cuándo es el mejor momento para dárnosla. A veces El nos da las cosas a cuenta gota, no porque Él no pueda dárnoslas todas de un cantazo, sino porque como Dios sabio que dirige nuestras vidas a veces dispensa su medicina poco a poco para nuestra sanidad. Llevándonos a espera siempre en El.
Hoy nos vamos a concentrar en el prefacio.
I. El Prefacio
¿Cuál es el prefacio del Padre Nuestro? El prefacio es Padre nuestro que estás en los cielos.
Ahora bien, lo primero que deseo que vean es que el Padre Nuestro es un modelo de oración. ¿Cómo lo sabemos? V. 9 “Vosotros, pues, oraréis así”. O como lo traduce LBLA: “Vosotros, pues, orad de esta manera”. Ella es la oración modelo. Jesús en su misericordia, deseando que nosotros pudiéramos orar correctamente para que nuestras oraciones lleguen a los cielos nos da en el Padre Nuestro el modelo que deseamos usar como guía cuando oramos. En otras palabras, hermanos cuando oramos a Dios debemos incluir los elementos esenciales de la oración modelo. ¿Cuáles son ellos? Debemos incluir adoración a Dios, peticiones, confesión de pecados, acción de gracias e intercesión por otros y no solo por nosotros mismos. Jesús nos enseña con esto que nuestras oraciones no deben ser egoístas: pedir solo para nosotros. Debemos pedir por los demás miembros de la familia de Dios, ya que Dios no solo es mío sino nuestro, es decir, del pueblo de Dios también. Por eso Jesús nos enseña a orar Padre nuestro y no Padre mío. ¿En tus oraciones estás orando por los hermanos de la fe? ¿Incluyes oraciones por las demás iglesias? ¿Oras por tu pastor y ancianos, líderes de la iglesia? ¿O solo oras por ti y los tuyos? Jesús nos dice cuando ores, ora de esta manera.
En segundo lugar, el Padre Nuestro no solo es una oración modelo. Ella es también una forma de oración. ¿Qué queremos decir con eso? Queremos decir que Jesús no solo la dio como modelo sino también como una oración misma ya preparada de ante mano que podemos nosotros hacer o recitar. ¿Cómo lo sabemos que es así? Jesús nos dice en Lucas 11:2 “Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.” No solo oraréis así sino también cuando oréis decid: Padre nuestro. Claro está hermanos, Dios mira el corazón y no solo las palabras. Así que cuando recitemos el Padre Nuestro no nos olvidemos que debemos hacerlo con entendimiento, es decir, debemos haber entendido el significado de cada una de las palabras. Esto no es hacerlo al papagayo. Es con entendimiento. Además haciendo nuestras cada una de esas peticiones y súplicas. Orando también con fe, es decir, ora con el alma y no solo con la mente. Ora con tu corazón.
Lo tercero que deseo que vean es la manera propia de acercarnos a Dios en oración. Jesús nos dice que cuando oremos debemos hacerlo con reverencia. No nos acercamos a uno de nuestros pares, nos acercamos a Dios mismo, nos acercamos al Padre. Y esto debe evocar reverencia y respeto. Hay que mantener en un sentido una cierta distancia. Él es el Creador y nosotros somos la criatura. Esa distinción jamás debemos perderla de vista. Por tanto no es propio ni correcto acercarnos a Dios en la oración y llamarle chuito como yo he escuchado decir a verdaderos hermanos en la fe. O decirle: Oye pana mío. Yo sé que algunos dicen que su relación con Dios es personal e íntima y El y yo tenemos una relación de entera confianza. Hermanos, tener confianza no significa olvidar quiénes somos nosotros y quién es Dios. La palabra Padre debe imprimir en nosotros entre otras cosas un sentido de respeto ante su presencia. Él y nosotros no somos iguales. El está en los cielos y nosotros en la tierra.
Jesús nos dice además que cuando oremos debemos acerquémonos a Dios con confianza. El es no solo Padre, El es nuestro Padre. Y la palabra Padre aquí aplica al Dios trino y uno. El Dios trino y uno es nuestro Padre y no solo la primera persona de la Trinidad. Y el hecho de que es Padre debe evocar en nosotros un sentido de confianza, amor y seguridad. El es infinito en bondad en sí mismo. Y gracias a Jesús, por su obra de redención, Él es ahora nuestro Padre. Y nosotros somos hijos adoptivos de Dios. Cristo es nuestro hermano mayor.
El hecho de que Dios es nuestro Padre nos debe llevar a no olvidar que El es un Padre perfecto. Solo hay un Padre perfecto en este mundo y ese es el Dios Trino y uno: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Jesús dijo en Mateo 5:48 “vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.” Con esto Dios se presenta como la misma fuente de amor y misericordia. Un amor y misericordia mayor que cualquiera de nuestros padres terrenales. Y si nuestros padres terrenales dejaran de comportarse como tal sabemos que Dios nunca dejará de sernos así ya que Él no puede negarse a sí mismo. Salmo 27:10 “Aunque mi padre y mi madre me dejaran, Con todo, Jehová me recogerá.” Isaías 49:15 “¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti.”
Y si nosotros que somos padres pecadores les damos cosas buenas a nuestros hijos, cuánto más nuestro Padre. Lucas 11:13 “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?”.
En quinto lugar, Jesús nos dice que cuando oremos no nos olvides que Dios es nuestro Padre que está en los cielos. ¿Qué quiere decir eso? Cuando oramos no nos acercamos a un padre terrenal: débil, frágil, limitado, incapaz de hacer muchas de las cosas que pedimos o necesitamos. Cuando oramos nos acercamos al Padre que está en los cielos: al Dios soberano, todo poderoso, Rey y Señor del Universo, al Dios del cual nada es difícil, al Dios que llama las cosas que no son como si fueren, al Dios que resucita a los muertos. Esa es la idea detrás de la frase: que está en los cielos. Mira varios ejemplos. Salmo 2:4 “El que mora en los cielos se reirá; El Señor se burlará de ellos.” Los enemigos de Dios se levantan contra El pero el que mora en los cielos se burlará de ellos. Tú quieres pelear contra mí: Tú me haces reír. Nadie puede contra Dios. Salmo 115:3 “Nuestro Dios está en los cielos; Todo lo que quiso ha hecho.” Todo lo que Dios se propone hacer El lo hace y nada ni nadie puede detener su brazo. Por tanto, no limites el poder de Dios como si El solo pudiera hacer algo: mírate de lejos y tener compasión de ti y nada más. Verte de lejos con los brazos cruzados. O con los brazos y la cara de qué puedo yo hacer, tengo las manos atadas. No así nuestro Padre celestial. El somete todas las cosas debajo de los pies de Cristo para tu bien.
Ese es tu Padre que está en los cielos. Por tanto acércate a El con un corazón de hijo. Admira a tu Padre. Confía en El. Imítalo. Obedécelo. Búscalo. Pon todo en sus manos.
Así que lo primero que desea Jesús que aprendas es a descansar en fe en tu Padre celestial. Porque si nuestra oración no está bañada de fe no va para ningún lado.
Con esto finalizo. Hay una palabra de precaución. Solo pueden llamar a Dios Padre los que están reconciliados con Él. Nadie tiene el derecho de llamar a Dios Padre excepto sus hijos. Si no eres creyente, y creyente no es sinónimo de ser miembros de la iglesia, no tienes derecho de llamarlo tu Padre. Porque es solo por adopción que El es nuestro Padre. Y somos adoptados hijos de Dios por medio de la fe en el Señor Jesucristo. El nos revela la clase de Padre maravilloso que Dios es. Este es un privilegio para los que le aman y no le odian. Si no eres creyentes tú odias a Dios. Por eso no puedes llamarlo tu Padre. Solo por fe en Jesús. Al recibirle con el Rey de tu vida, tu Salvador y rendirte a sus pies para vivir para Él es que recibirás el poder de ser llamado hijo de Dios. Ven a Cristo y así conocerás y experimentarás el amor de Dios como Padre.