Sermones Para Día de las Madres

Sermón: Proverbios 31:26 La Ley de Clemencia está en su boca

Proverbios 31:26 “Abre su boca con sabiduría, Y la ley de clemencia está en su lengua.”

 

            Proverbios 31:10-31 es un poema acróstico, es decir, cada estrofa comienza con una de las letras del alfabeto hebreo en orden, desde la “a” hasta la “z” si fuera nuestro alfabeto, así también lo es el Salmo 119.

            De todos los versículos en este elogio a la mujer virtuosa no hay uno más excelente que este versículo 26.

            Claro está, aquí se nos presenta a la mujer, esposa y madre ideal. Digna de ser imitada por todos nosotros. Y lo que se dice de ella en este versículo 26 es verdaderamente admirable.

            Vamos a ver dos de sus virtudes que sin lugar a duda nos van a llevar a considerar los demás versículos ya que todos estos están conectados con las dos virtudes que aquí se exaltan. Veamos cuáles son.

I. Ella habla con sabiduría

            Cuando dice que ella abre su boca es una forma hebraica de expresión que significa que ella habló. Lo importante no es que ella hable, aunque eso es importante. Ella tiene derecho de hablar. En cambio, la virtuosidad de ella no descansa en que ella hable sino en cómo ella habla. Ella habla con sabiduría.

            La palabra sabiduría en el AT es [hokma] y denota la idea de destreza, habilidad. Incluye las habilidades para hacer la guerra, hacer ropa, carpintería y metalurgia, etc.

            Implica el percibir la realidad y reaccionar ante la realidad a tiempo y con destreza. La Biblia nos lleva a ir a la hormiga si queremos aprender sabiduría. Proverbios 6:6 “Ve a la hormiga, oh perezoso, Mira sus caminos, y sé sabio;” Mira cómo ella recoge la comida en el tiempo donde puede ser hallada, en el verano, porque sabe que en el invierno no habrá. Y si no recoge ahora morirá en el futuro.

            Así es ella al hablar. Ella habla con sabiduría. Su experiencia y amor le ha dado la destreza de ver de antemano lo que hay que hacer. Ella es como una hormiguita que trabaja sin descanso. Pero como buena hormiga ella prevé el futuro y se prepara de antemano. Por eso esa se ríe del invierno porque su familia tiene ropas gruesas. V. 21 “No tiene temor de la nieve por su familia, Porque toda su familia está vestida de ropas dobles.”

             V. 16 “Considera la heredad, y la compra, Y planta viña del fruto de sus manos.” Ella analiza bien cómo usar el dinero y hacer buenas inversiones para el beneficio de la familia. Para ella el bienestar de su familia: su esposo, sus hijos es central. V. 24 “Hace telas, y vende, Y da cintas al mercader.” Ella incluso hace tela para vender. Ella busca todo lo posible por ayudar económicamente a su familia.

            Ella es buena administradora, V. 18 “Ve que van bien sus negocios; Su lámpara no se apaga de noche.”

            Y como ella es así sus palabras tienen peso porque ella habla con sabiduría.

            Ella habla para edificar. Sus palabras tienen el respaldo de la voluntad de Dios porque ella teme a Dios. Ella sabe que va a dar cuenta delante de Dios por sus palabras. Sabe que la verdadera sabiduría se encuentra en la Palabra de Dios. Y por tanto se esfuerza no solo en conocer bien la voluntad de Dios sino en hablar a todos de esa Palabra: ella habla con sabiduría. Y por tanto, procura por sobre todas las cosas que el temor de Dios esté presente en la vida de todos aquellos que la escuchan.  

            Entonces, todos van donde ella porque allí encontraran buen consejo. Ella no se deja llevar por la moda sino la Palabra de Dios. Ella no gasta su saliva en cosas que no son importantes. Ella habla la verdad en todo momento.

            Ahora bien, ella habla así porque la Palabra de Dios es céntrica en su vida. Ella sabe que no puede dar palabras sabias si no busca esas palabras de aquel que es el único que tiene sabiduría en el mundo; y ese es Dios. Romanos 16:27 “al único y sabio Dios, sea gloria mediante Jesucristo para siempre. Amén.” La conjunción “y”

 no aparece en el original griego. Así que literalmente dice: “al único sabio Dios”. El único que es sabio en este mundo es Dios. Y ella lo sabe. Y sabe que la única manera en que ella realmente es sabia es sometiendo su mente a la voluntad de Dios. Por eso ella estudia la Palabra de Dios sin cesar. Y es de la abundancia de esa Palabra en su corazón que mana la sabiduría de su boca.

            Oh hermanos, cuanto nosotros necesitamos imitar a esta mujer. Cuan importante es que la Palabra de Dios sea céntrica en nuestra vida. Cuando eso pasa veremos como llueve a bendición de Dios sobre nuestra vida. Como viviremos una vida recta que agrada a Dios y cosecharemos lo que hemos sembrado: el favor de Dios. No porque lo merecemos sino porque a Dios le complace bendecir la obediencia.

            Claro está, esta mujer virtuosa no solo habla palabras con sabiduría sino que la manera de comunicar sus palabras son virtuosas también. No solo el contenido de sus palabras sino la manera de decirlo expresa también sabiduría. Por eso, en segundo lugar…

 

II. Ella instruye con amor

            En el hebreo lo que dice es [torah hesed] la ley de misericordia está en su boca. La palabra hebrea [torah] se traduce como ley esa es su traducción literal, y significa instrucción, enseñanza, guía.

            La RV60 traduce como clemencia la palabra hebrea [hesed], lo cual es una traducción válida. La palabra [hesed] puede ser traducida bondad, compasión, misericordia, amor, etc. El salmo 136 traduce la palabra [hesed] como misericordia 26 veces, porque para siempre es su misericordia.

            Ahora bien, la oración puede ser traducida de varias maneras: ella enseña con misericordia, o ella enseña misericordia.

            Es decir, ella enseña con misericordia. Ella enseña con amor. No se nos dice si es solo a los hijos lo cual es muy probable pero puede incluir a su esposo y a todos los que busquen de ella sabiduría. Ella no es una persona dulce solo cuando está en su casa. Ella es dulce solo cuando se trata de sus hijos pero no así cuando se trata de las demás personas. Ni ella es dulce cuando se trata de las demás personas pero no es dulce cuando se trata de su familia. No. Ella es la misma en donde quiera que esté. Ella enseña con misericordia, con amor, con compasión.

            Ella habla con dulzura. Sus palabras son un bálsamo a todos los que la oyen. Habla con respeto. No busca humillar ni herir con sus palabras a menos que sea herir con la Palabra de Dios. Ni se deleita cuando tiene que regañar. No busca ofender. 

            Ella sabe cuándo hablar. Hay momentos en que es mejor callar que hablar. Salimos perdiendo más cuando hablamos que cuando callamos. Hay personas que merecen que uno les digan un par de cosas, pero la mujer virtuosa sabe que es mejor callar a veces que hablar.

            Ella sabe cómo hablar. Cómo apaciguar la ira. Cómo regañar con dulzura, de tal manera que uno sabe que sus palabras de reprensión son con amor, revestidas de bien, respaldada con una conducta santa que ata la conciencia. Salmo 141:5 “Que el justo me castigue, será un favor, y que me reprenda será un excelente bálsamo que no me herirá la cabeza; pero mi oración será continuamente contra las maldades de aquéllos.”

             

            Pero también ella enseña misericordia. No solo enseña con misericordia y amor sino que enseña a ser misericordiosos, compasivos, dulces, respetuosos hacia los demás especialmente a los que sufren. V. 20 “Alarga su mano al pobre,
Y extiende sus manos al menesteroso.”
Ella hace eso y enseña a su familia a hacerlo también, porque ella enseña misericordia. Ella les dice a los suyos a que no piensen solo en ellos sino también en los demás. Ella le enseña a su familia lo que es ser compasivos con los necesitados.

            Ella habla bien de su esposo en donde quiera que esté. V. 23 “Su marido es conocido en las puertas, Cuando se sienta con los ancianos de la tierra.” La buena reputación de su marido se debe en gran parte a ella. Ella sabe que él tiene sus pecados pero no se pasa pregonándolos. Y como ella enseña misericordia, ella habla bien de él. No se burla de sus defectos y fallas. Y no permite que sus hijos hablen mal de su padre, ni se burlen de él. Ella busca que le respeten como ella misma busca respetarle porque ella enseña misericordia en su hogar y en donde quiera que esté. Por eso V. 11-12 “El corazón de su marido está en ella confiado, Y no carecerá de ganancias. 12 Le da ella bien y no mal Todos los días de su vida.”

            Hermanos, nada de esto es forzado en ella. Sale natural y espontaneo en ella. Por eso dice el proverbista “la ley de clemencia está en su lengua”, es decir, la tiene a flor de labios. Las palabras de misericordia, de dulzura, de amor están en la punta de su lengua porque abundan en su corazón.  

            ¿Por qué todo esto? ¿Por qué ella es así? Ella es así por la gracia de Dios. Ella es así porque ella teme a Dios. V. 30 “Engañosa es la gracia, y vana la hermosura;
La mujer que teme a Jehová, ésa será alabada.”
Ella es alabada, es exaltada, es honrada porque la vida que lleva es fruto del poder del evangelio en su vida. La imagen de Cristo es formada cada día en ella. Vivir por la Palabra de Dios es lo que dirige su vida. Vivir en comunión con Dios por medio de su Palabra y en dependencia del Espíritu Santo es lo que hace de ella la mujer virtuosa que es. Honrar a Dios es su deleite y meta. Ella vive para glorificar a Dios. Ella es ejemplo a imitar porque ella imita a Cristo.

            Por tanto, cómo nosotros esposos e hijos debemos tratarla. Debemos honrarla. ¿Cómo lo hacemos? Teniendo la ley de clemencia en nuestra boca. Tratándola con respeto y dulzura. A veces los hijos y los esposos tendemos a ser ásperos con nuestras esposas y madres. A veces somos irrespetuosos, malcriados, repunantes hacia ella. A veces la menospreciamos en la manera en que la tratamos. No valoramos sus buenos consejos. Ni le damos el voto de confianza por el hecho de ser la persona que más nos ama entre los hombres.

            Pero hermanos y amigos la ley de clemencia debe de estar en nuestra lengua. Nuestras palabras deben ser siempre de respeto, amor, compasión. El evangelio de Cristo vino a transformar todo nuestro ser. Vino a cambiar nuestro corazón de uno de piedra a uno de carne. Un corazón santificado es un corazón respetuoso, compasivo, paciente. Honrar a nuestras madres…porque esto es justo, esto agrada a Dios.

            ¿Cómo te diriges a ellas? ¿Cómo las tratas? ¿Cuánto respeto hay en tus palabras? Busca de Dios es ley de clemencia. Busca de Dios esa sabiduría para que sepas conducirte hacia ella no solo en el día de hoy sino todos los días.

            Pero no solo eso. La ley de clemencia incluye actos de misericordia también. Implica ayudarla también. No hay que hacer regueros en la casa y si se hacen debemos ayudar a recogerlos. Si vemos que está afanada con los quehaceres ayuda con ellos. Todos podemos aprender a cocinar y ayudar con otras tareas. Le podemos hacer café cuando tiene dolor de cabezas o para motivarla. Darle las gracias por la comida y lo que hace. Y si trabaja afuera ayudar aun más. Debemos ser serviciales hacia ellas.

            Quiera Dios que cada uno de nosotros vivamos bajo el temor de Dios, haciendo que abunde en nosotros la Palabra de Cristo para que nuestras palabras sean con sabiduría, con bondad, con respecto y actuemos con compasión hacia todos los que tienen necesidad.