No hace mucho había una teoría sicológica llamada “Ventilación”. No estoy seguro si se ha muerto ya en todas partes. Pero teoría o no teoría, parece ser una idea popular todavía –si tienes algo agitándose por dentro, es mejor que te lo saques, por tu propio bien.
“¿Qué hay de malo con eso?”
Pues varias cosas. Pienso mencionar por lo menos dos.
Primero, la vida centralizada en uno mismo es evidente. ¡Qué importa lo que le pase a la otra persona cuando yo vierta toda mi ira en él –aquí el que cuenta soy yo!
“Bien, puedo ver eso. ¿Qué es lo segundo?”
Déjame leerte lo que dice Dios sobre este asunto en Proverbios 29:11:
“El necio da rienda suelta a su ira,
pero el sabio la reprime.” (LBLA)
“¡Wao! ¡No sabía que Dios había hablado de este asunto!
Bastante explícito. ¿Quién quiere mostrarse a sí mismo como un tonto? Y no te duele “reprimirlo” como los freudianos piensan, tampoco. De hecho, mientras más histérico te pongas y finalmente revientes, peor se ponen las cosas –no mejor. No solamente para ti –sino para todos lo que te rodean.
Y tú lo sabes bien, vas a tener que ir por ahí pidiendo perdón. Ventilar la ira es algo tanto en todas las formas que puedas imaginar. Tenlo por seguro, la “ventilación” no es una opción para el creyente.
Algo para pensarlo, ¿no?
“¡Claro que sí!”