Colosenses 1:21-23 “Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él; si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído, el cual se predica en toda la creación que está debajo del cielo; del cual yo Pablo fui hecho ministro.”
Desde que el mundo es mundo, los padres tenemos una participación directa en el desarrollo y crecimiento de los hijos. Desde antes de nacer los padres y especialmente las madres hacen todo lo que está a su alcance para lograr que su bebé crezca saludable en su vientre. Por eso ellas visitan a su ginecólogo desde las primeras semanas del embarazo, evitan consumir bebidas alcohólicas, procuran comer alimentos saludables, tomar su ácido fólico, en fin, seguir las directrices del doctor con miras a que su bebé se desarrolle y crezca sanamente.
Pero ese cuidado antes del nacer o cuidado pre-natal no finaliza allí. Los padres nos preocupamos del crecimiento de nuestros hijos. Y buscamos cuáles son las cosas que debemos hacer para ayudar que a nuestros hijos crezcan bien. Este crecimiento que desean ver en sus hijos no solo se limita al crecimiento físico sino también a un crecimiento emocional, social, educativo. Lo que hoy día se llama un crecimiento holístico, integrado, balanceando todas las áreas.
Luego de que el hijo crece, él o ella se preocupan también de su propio crecimiento. Queremos ser tan altos como los demás, fuertes como los demás, etc.
Sabemos que ese crecimiento depende, entre otras cosas, de una buena nutrición. Hay que darles o debemos consumir una dieta balanceada para poder crecer. La meta es crecer saludablemente.
Eso mismo sucede en la vida cristiana. Para poder crecer saludablemente debemos tener una dieta balanceada. Debemos comer los alimentos espirituales que nos ayudarán a crecer y madurar bien en nuestra fe. Nuestra meta es crecer para la gloria de Dios. Y no solo eso. Es importante saber qué hacer para crecer. Hay que saber cuáles son los alimentos fundamentales para tal crecimiento. De eso Pablo habla en este pasaje. El nos habla de un deber que Dios requiere de nosotros. Pero también nos habla de cómo debemos llevar a cabo ese deber. Veamos lo que Pablo dice. Mira el deber y observa cómo lo podemos llevar a cabo. Dice el versículo 23 “si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe”. Pablo nos dice que debemos permanecer firmes en la fe, ese es nuestro deber. Pero Pablo también nos dice cómo podemos permanecer firmes en la fe. Él dice que la manera por la cual permanecemos firmes en la fe es cuando permanecemos fundados en la fe. Fíjate cómo lo dice: “permanecéis fundados en la fe”. En otras palabras, para poder estar firmes en la fe hay que estar fundados en la fe. Si estamos fundados en la fe entonces estaremos firmes en la fe. Así que hay un deber: permanecer firmes en la fe y la manera para lograrlo es permanecer fundados en la fe. Veamos ambos puntos de cerca.
I. Es el deber de todo cristiano permanecer firmes en la fe
¿Qué quiere decir Pablo con que debemos permanecer firmes en la fe? ¿A qué fe se refiere? Por fe debemos entender la fe que mora en nuestro corazón. La fe que Dios ha implantado en nuestras vidas. La fe que el Espíritu Santo ha producido en nuestro corazón. Hermanos, la fe salvadora es un don de Dios. Es algo que Dios produce en nosotros y que nosotros no podemos producir.
Pero esa fe debe madurar y puede madurar. Y madurar implica que hubo un momento en que no era madura, era débil, no era firme sino inestable. Cuando una persona se convierte es normal que su fe sea una débil. Digo normal porque no todos los casos son iguales. Como cuando nace un niño ese nuevo bebé es frágil de igual manera una persona recién convertida posee, normalmente una fe frágil, débil e inmadura.
Pablo nos dice: esa fe debe madurar. Nuestras convicciones deben de ir creciendo más y más. Nuestra fe debe ir fortaleciendo cada día. Nuestros pasos al caminar la vida cristiana deben ser cada vez más firmes, más estables más sólidos. Ese es nuestro deber.
Es el deber de todo creyente el crecer en su fe cristiana. Si nuestros niños crecen raquíticos es señal de que algo no está bien. De la misma manera si pasan los años y un creyente no crece, no madura en su fe, su caminar no es firme ni consistente, hay algo que no está bien. ¿Por qué? Porque es el deber de todo creyente el crecer en su fe, en su convicción de la fe.
Eso es lo que nos enseña la Biblia. En Hebreos 5:11-14 “Acerca de esto tenemos mucho que decir, y difícil de explicar, por cuanto os habéis hecho tardos para oír. Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.” El autor de Hebreos reprende a sus hermanos porque habiendo pasado tiempo desde que se convirtieron ya debían ser maestros en el conocimiento de la verdad. Pero al hacerse tardos para oír, lentos en aprender, todavía son niños en la fe con necesidad de leche espiritual y no alimento sólido. Hermanos, es una reprensión que el autor de hebreos les da a estos hermanos. ¿Por qué? Porque debieron haber crecido en su fe y no lo hicieron. Ese era su deber. Su deber era crecer.
La misma idea la tenemos presente en 2 Pedro 3:18 “Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén”. Y yo te pregunto cómo está tu crecimiento espiritual. ¿Puedes ver en tu vida mayor crecimiento? ¿Has madurado en tu fe?
¿Cómo yo lo sé? ¿Cómo yo sé si estoy creciendo en la fe? Bueno, pregúntate cómo es tu caminar en la vida cristiana. ¿Cuán consistente eres en tu vivir, en poner en práctica lo que sabes? Cuando vemos a un niño de 10 años que mide 3 pies de alto sabemos que su crecimiento se ha estancado. Algo no está bien. Cuando mides el tiempo que has profesado tu fe en el Señor, ¿cuán alto te percibes? ¿Cuán robusta es tu fe?
Nuestro deber es permanecer firmes en nuestra fe, firmes en nuestras convicciones, maduros en la fe. Pero cómo yo hago esto.
II. Hay que permanecer fundados en la fe
Ahora bien. La fe de la que habla Pablo en Colosenses no solo se limita, según el contexto, a la fe subjetiva producida en el corazón por el Espíritu Santo. El contexto demanda que la palabra fe signifique también: las verdades doctrinales de la fe cristiana. Debemos crecer en el conocimiento de la verdad. Debemos crecer en el conocimiento doctrinal de la verdad. Que esto es una correcta interpretación lo podemos ver por el contexto. Pablo en Colosenses está combatiendo falsas doctrinas acerca de la Persona de Jesús y su Supremacía sobre todas las cosas, acerca de la vida cristiana, acerca de los ángeles, acerca de la santificación. Y el remedio que Pablo da a los errores es: hay que crecer en la teología bíblica, sobre todo en la Cristología, en la doctrina de la Persona y Obra de Cristo. Veamos Colosenses 1:9-10 “Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios”. El énfasis es en el conocimiento de la voluntad de Dios, en la sabiduría e inteligencia espiritual. Y los versículos del 15 al 20 Pablo trata de la Persona y la Obra de Cristo, pura teología. Así que cuando Pablo habla de fundados en la fe sin lugar a dudas incluye el conocimiento doctrinal.
En otras palabras, cómo podemos permanecer firmes en la fe, cómo podemos crecer en la fe, cuando estamos fundados en la verdadera doctrina cristiana.
Si alguien preguntara qué debo hacer para crecer y madurar como cristiano. ¿Cuál sería la respuesta? Estudia la doctrina cristiana. Conoce la teología bíblica. Sumérgete en el conocimiento doctrinal de la verdad. Esfuérzate en entender todas las doctrinas fundamentales del cristianismo. Procura no solo entenderlos sino creer en ellas. Procura que cada una de las doctrinas de la fe cristiana moldeen tu forma de pensar. Que creen en tu vida un entendimiento de la vida misma, de la realidad, del mundo, de la vida diaria, de la vida cristiana que sea consistente con esa verdad. Hermanos, solo así creceremos en la vida cristiana. Y solo así creceremos en una vida cristiana balanceada.
No solo eso. Eso es lo que Dios desea. Todo lo que Dios hace lo hace para producir hijos y una vez hechos, El procura hacernos crecer y busca que nosotros crezcamos en la fe cristiana.
Él envió a Cristo para hacernos nacer. El evangelio es el evangelio del Señor Jesucristo. Y es por medio de la predicación del evangelio de Cristo que nosotros nacemos de nuevo. Santiago 1:18 dice: “El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.” La palabra de verdad es el evangelio de Jesucristo. Y el evangelio es Cristo mismo. Y luego de hacernos nacer Dios procura que crezcamos a la imagen de Cristo. Hemos sido predestinados para ser conformados a la imagen de Cristo. Él es el fin y meta de nuestro crecimiento. Dice Romanos 8:29 “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.” Y como ser como Cristo es nuestra meta todo lo que Dios hace en nuestra vida es con miras a que lleguemos a esa meta: de ser conformados a la imagen de Cristo. Por eso Dios nos dejó el ministerio de la Palabra para que por ella nos dice Pablo en Efesios 4:15 “crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo”. Por eso Dios ha instituido los sacramentos para que al usarlos dignamente por medio de la fe y la obra santificadora del Espíritu Santo comamos y bebamos del cuerpo y sangre de Cristo para nuestra alimentación espiritual. Para eso Dios instituyó la oración para que por medio de ella crezcamos en nuestra fe. Esa fue la oración de los apóstoles a Jesús en Lucas 17:5 “Dijeron los apóstoles al Señor: Auméntanos la fe.” Esa fue una oración, es decir, una petición directamente a Cristo para que Cristo mismo por Su poder y deidad les aumentara su fe en Dios.
Solo cuando estamos bien fundados en la doctrina cristiana es que podemos crecer. Hay algunos cristianos que no crecen porque no conocen la teología bíblica. Una planta que no está bien arraigada en la tierra no puede crecer. Solo cuando conocemos bien las doctrinas bíblicas somos preservados del error. Hermanos, hay cientos de errores doctrinales en las iglesias, incluso enseñados por pastores. Tristemente enseñados por pastores, que se espera sean lo conocedores de la teología bíblica. Pero lamentablemente no es así. Pero cuando cada uno de nosotros conoce bien la verdad y está bien fundado en las doctrinas bíblicas será preservado de todo error. Y entonces podrá evaluar todo lo que se enseña, no en base a su opinión personal sino en base a la verdad revelada en la Biblia. Y cuando así las conocemos nos dice Pablo seres creyentes maduros y no niños y seremos creyentes firmes, estables en nuestra vida cristiana. Fíjate cómo lo dice en Efesios 4:11-15 “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo,”. Solo cuando seguimos la verdad en amor, es decir, la recibimos con fe y mansedumbre es que podemos crecer en todo, en toda área de la vida cristiana y creceremos en Cristo Jesús, nuestro varón perfecto. Solo cuando conocemos la verdad y la creemos con una firme convicción es que estaremos preparados para poder sufrir por la verdad y soportar por la gracia de Dios la persecución. Y seguiremos firmes y adelante como soldados de Cristo cantando alabanzas a Dios aun cuando lleven nuestros cuerpos a la muerte.
Y por último hermanos, cuando crecemos en nuestra fe alegramos a nuestro Dios, agradamos a nuestro Dios. Porque qué desea todo padre, ver a sus hijos crecer, madurar como hombres y mujeres de bien. ¿Y qué desea Dios? Que crezcamos en la imagen de Su Hijo. Y solo podemos crecer cómo Cristo si nos alimentamos de Cristo. Y nos alimentamos de El por medio de la verdad doctrinal y los medios alimenticios que Cristo mismo ha instituido en Su Palabra. Permaneced firmes en la fe y la manera de hacerlo es estar bien fundados en la verdad.