Sermón: Isaías 9:6 La Persona y Obra del Mesías (4)

Isaías 9:6 “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.”

 

            El mundo entero desea la paz. Eso es lo que se nos dice por los medios de comunicación. Yo no estoy seguro cuán ciertas sean esas expresiones. Constantemente escuchamos peticiones y oraciones por la paz mundial. Inclusive el Papa ora por la paz mundial. El mundo busca la paz, pero no la halla. Buscan paz entre las naciones y piensan que esta se centra en estar mejor armados que sus enemigos. Buscan paz entre los seres humanos, pero esta se centra en déjame vivir mi vida como yo quiera, no me molestes que yo no te molesto. Otros buscan la paz como satisfacción en los bienes materiales, en el desenfreno de los deleites carnales: sea la diversión, el sexo, el alcohol, los chinchorros, la droga, etc.

            Todos nosotros anhelamos tener paz. Tener una paz sólida, permanente. Tener tranquilidad en nuestra conciencia. Poseer sosiego, quietud, serenidad. Deseamos tener un momento de paz en nuestras vidas. ¿Es eso algo malo? En sí mismo no. Paz y tranquilidad es el ideal que deseamos tener. Ese era el orden normal de la creación. Adán y Eva vivían en la paz y tranquilidad en el jardín del Edén. Había paz en ese matrimonio. Y si había paz en ellos habría paz en los hijos que tuvieran. Entonces, había armonía en la relación matrimonial entre Adán y Eva. No había lucha de poder entre ellos. Había también armonía entre el hombre y el ambiente. No había espinos y cardos en la naturaleza. No existía temor entre los animales salvajes y los domésticos. La tierra producía sus frutos por sí mismos sin mucho esfuerzo. No había pecado, no existía la frustración del trabajo. Era sin lugar a dudas un paraíso.

            Pero el pecado irrumpió en el mundo. Adán y Eva desobedecieron a Dios y cayeron del estado de santidad y justicia con que fueron creados. La armonía que existía entre Adán y Eva se desquebrajó. Se avergonzaron el uno del otro el verse desnudos. Perdieron la comunión con Dios. Perdieron el favor de Dios. Lo vemos porque se ocultaron de Dios. Y lo vemos también cuando Dios los expulsa del paraíso y les prohíbe regresar al mismo. Si te das cuenta esa armonía descansaba en el hecho de que el hombre gozaba del favor de Dios. Su paz residía en Dios y en la comunión que Adán y Eva gozaban con Dios.

            Todos anhelamos un Edén. Todos anhelamos un paraíso. Pero eso paraíso no puede existir sin Dios. No puede existir sin el amor de Dios ni sin el amor a Dios. No puede existir sin: amor, santidad, justicia ni verdad. Y estos como dones de Dios.

            El mundo busca la paz, pero la busca en los lugares donde no existe.

            Isaías nos enseña en esta profecía en dónde el mundo debe buscar la paz. Y nos enseña en qué consiste la paz que solo el Mesías puede otorgar. Así que, ¿en dónde podemos encontrar esa paz que traiga verdadera tranquilidad del alma y que sea una paz perdurable? ¿En dónde la podemos encontrar? La respuesta es en el único que es el Príncipe de Paz.

I. ¿Por qué se llama al Mesías, Príncipe?

            V. 6 “y se llamará su nombre Admirable… Príncipe de Paz”. En hebreo la palabra es: Śar-Šhālôm. La palabra en hebreo para príncipe es: Śar con s. Se acuerdan del famoso Zar de la droga. Ese zar era con zeta. El Zar de la droga iba a ser la persona encargada de perseguir y luchar contra todo lo relacionado con el tráfico y consumo de la droga con miras a eliminarla. Y no bien lo nombran en Puerto Rico, a la semana renuncia al puesto indicando que luego de ver la película “Traffic” se dio cuenta que es imposible la erradicación de la droga. Tenía la autoridad, tenía grandes recursos, pero no tenía poder para lograr su misión.

            Pero Jesús no es el Zar con zeta, Él es el verdadero Śar, el que posee, no solo autoridad sobre todas las cosas, sino el poder para llevar a cabo todos sus planes. Nos dice Mateo 28:18 “Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.” Jesús posee toda potestad y toda autoridad en el mundo entero. Todas las naciones están bajo su mano y control. El corazón de todos los hombres está también bajo su control. Nadie está por encima del poder y la autoridad del Señor Jesucristo. Es por eso que luego de decirles esto a los discípulos les encomienda a hacer discípulos de todas las naciones. ¿Por qué? Porque como Śar que Él es, como Príncipe y Señor de todo el universo El garantiza el éxito de la iglesia en convertir a sus elegidos por todo el mundo. Y nadie puede detener ese logro.

            Isaías nos dice que el Mesías es el Śar. Es el único que puede traer verdadera paz en este mundo. El único que no solo la trae, paz verdadera, paz duradera, sino el único que puede lograr que así sea. Esa paz solo se encuentra en Dios por medio del Señor Jesús. Por eso Él es llamado Príncipe. Solo El como Dios-hombre puede traer verdadera paz en el mundo. Isaías 26:12 “Jehová, tú nos darás paz, porque también hiciste en nosotros todas nuestras obras.” Es Dios quien nos da paz. Paz verdadera, paz permanente. Esa paz proviene únicamente de Dios. Esa paz reside en Jesús y es dispensada por Jesús. Así fue profetizado. Miqueas 5:2, 4-5a “Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad. V. 4 Y él estará, y apacentará con poder de Jehová, con grandeza del nombre de Jehová su Dios; y morarán seguros, porque ahora será engrandecido hasta los fines de la tierra. Y éste será nuestra paz.” LBLA traduce la primera parte del versículo 5 “Y El será nuestra paz.” Más claramente, Efesios 2:13-14a “Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. Porque él es nuestra paz”.

            ¿En dónde buscas la paz? ¿En dónde buscas la tranquilidad de tu vida? ¿En dónde buscas el sosiego para tu alma? ¿En dónde buscas la paz para sobrellevar tu familia, tu trabajo, tus vecinos, la paz de conciencia? Esa paz solo se encuentra en Jesús. Solo Él es el Príncipe de Paz. Solo de El fluye la paz que necesitamos.

II. ¿Qué significa que Él es el Príncipe de Paz?

            La palabra paz en hebreo es “Šhālôm”. Me imagino que todos han escuchado esa palabra alguna que otra vez, la cual significa paz, tranquilidad. La idea detrás de la palabra es totalidad, lo completo. Es paz en todas las dimensiones de la vida. Paz en todas las áreas de la vida. Es decir, la paz que nos da Jesús es una paz completa, para todo nuestro ser, para todas las áreas y dimensiones de la vida humana. ¿Cómo así? ¿Cómo es posible que sea para todas las áreas y dimensiones de la vida?

            Porque la paz que obtenemos en Jesús y por Jesús es su misma paz. Es la paz que Jesús mismo posee. Es su paz. Esa misma paz que Jesús poseía y posee, es la que El mismo nos da. Busquemos Juan 14:27 “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da.” Fíjate el amor de Jesús por sus discípulos. Él está a punto de partir y regresar al Padre. Y Él sabía que esto les iba a traer ansiedad y turbación. Por eso les dice que, aunque Él se iba les iba a dejar la paz. Pero no es cualquier paz. No es la paz que el mundo da: en vicios, en placeres terrenales, sino la paz que El mismo posee: “mi paz os doy”. ¿Cuál es esa paz?

            A. Reconciliación con Dios. Dijo el Padre acerca de Jesús: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.” (Mateo 3:17) Pero nosotros somos pecadores. El pecado nos ha separado de Dios. Somos hijos de ira. Por tanto, nos dice Isaías 48:22 “No hay paz para los malos, dijo Jehová.” Pero Jesús con su obediencia perfecta, su muerte y resurrección reconcilia a todos los que creen en El. Nos reconcilia con Dios, trayéndonos paz con Dios. Isaías 53:5 “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.” ¿Qué quiere decir con el castigo de nuestra paz? Significa que el castigo que es necesario dar para que haya paz fue sobre El. Dios castigó a Jesús para que los que en El creen no sean castigados sino reconciliados con Dios.

            B. Paz de Conciencia.  Hermanos, así como nuestro mejor amigo es tener una buena conciencia, de igual manera nuestro pero enemigo es tener una mala conciencia. Y yo creo que la crisis de salud mental que tenemos en Puerto Rico es producto de la mala conciencia que tienen los puertorriqueños al vivir de espaldas a Dios. Pero Jesús con su muerte y resurrección trae paz de conciencia sobre el pecador arrepentido. Ahora, él sabe que ya Dios no ese enemigo, porque ha sido reconciliado. Él sabe que su relación paternal con Dios es permanente. “Que ni la vida, ni la muerte, ni lo presente ni lo porvenir lo podrás separar jamás del amor de Dios en Cristo Jesús”. (Romanos 8:38-39)

            C. Paz y tranquilidad en el alma. Dios promete a su pueblo guardarlos en completa paz. Isaías 26:3 “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.” Claro está, esto no significa ausencia absoluta de problemas porque vivimos en un mundo de pecado. Sino una paz, como dice la RSB, que guardará nuestros corazones y mentes en medio de grandes pruebas. Aquí nos dice Isaías que la clave es poner nuestra mirada no en los problemas sino solo en Jesús. “a aquel cuyo pensamiento en ti persevera”. Pon todas las cosas en las manos de Dios por medio de la oración, nos dice Pablo, y entonces Filipenses 4:7 “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”.

            D. Paz en nuestras relaciones personales. Así como el pecado destruye puentes entre los seres humanos, la gracia construye puentes entre los seres humanos. Tan grande es el poder de la gracia de Dios que incluso hace que nuestros enemigos tengan paz con nosotros. Proverbios 16:7 “Cuando los caminos del hombre son agradables a Jehová, Aun a sus enemigos hace estar en paz con él.” ¿Qué significa esto? Significa que vivir en obediencia a Dios tiene un efecto reconciliador y sanador en las relaciones interpersonales.

III. ¿Cómo yo aplico esto a mi vida?

            A. Si no eres cristiano no hay paz entre tú y Dios. No importa lo que hagas: no importa lo buen hijo(a) que seas, lo buen esposo(a) que seas, lo buen ciudadano que seas, nada de esto logrará adquirir la paz que solo se obtiene por medio de la fe en Jesús. Romanos 5:1 “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. Solo los adquieren el perdón de todos sus pecados por medio de la fe en Jesús tienen paz con Dios. Todos los que buscan salvarse por lo que Cristo hizo en la cruz del Calvario, todos los que lo reciben como su profeta, sacerdote y rey de sus vidas son los que disfrutan de la paz con Dios. Si no eres genuino creyente no hay paz en tu vida, ni la habrá jamás. Podrás tener la “paz” del mundo, si es que podemos llamarla paz. Pero jamás tendrás la paz que permanece para siempre. La paz que solo se encuentra en Jesús.

            B. Si eres creyente no te olvides que la paz que Jesús nos da puede ser incrementada en nuestra vida o puede ser disminuida. Jamás la perderemos totalmente. Pero un genuino creyente puede tener su paz grandemente disminuida sino pone todas sus cargas en Jesús o si no consagra todas las cosas para Dios. Nuestra paz se disminuye si no vivimos en obediencia a Dios. De igual manera nuestra paz crecerá abundantemente si vivimos para Dios, en obediencia a Él, descansando en El, siendo sinceros en nuestra profesión de fe.  

            Recuerda Jesús es tu Príncipe de Paz: bebe de su paz por medio de la fe y vive entonces en paz.