Filipenses 4:11-13 “No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. 12 Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. 13 Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.”
Uno de los propósitos de Pablo al escribir esta epístola es la de agradecer a los filipenses el donativo que le enviaron cuando estaba en la cárcel. Aunque los filipenses tenían el deseo de ayudar a Pablo, no habían tenido la oportunidad, como dice al final del versículo 10 “pero os faltaba la oportunidad”. Aparentemente había un problema de logística: no tenían a un mensajero que llevara el donativo o no se habían organizado de tal manera que pudieran tener el donativo a tiempo. Algo parecido pasa en Puerto Rico. Tenemos un problema de logística en la distribución de los alimentos y artículos de primera necesidad.
Cuando Pablo recibe el donativo nos dice en el versículo 10 “En gran manera me gocé en el Señor de que ya al fin habéis revivido vuestro cuidado de mí”. Y para que nadie mal entienda estas palabras de Pablo como si fueran una queja sobre los filipenses, él les dice que, aunque tenían el deseo de ayudar no habían tenido la oportunidad de hacerlo.
Pablo entonces aclara que sus palabras no son de quejas. Él no se estaba quejando de ellos ni se estaba quejando de su condición actual. Mira cómo lo dice: “No lo digo porque tenga escasez”. Tengo escasez, pero no lo digo por esa causa. ¿Por qué? “pues he aprendido a contentarme [a sentirme satisfecho], cualquiera que sea mi situación.” Pablo habla del contentamiento en cualquiera que sea su situación. Generalmente pensamos en que debemos aprender a estar contentos en medio de la adversidad, los problemas. Pero Pablo nos enseña que debemos aprender a estar contentos no solo en la adversidad sino también en la prosperidad, cuando todo nos va bien. ¿Qué es lo que Pablo desea enseñarnos aquí? El desea enseñarnos que “Debemos aprender de Cristo a estar contentos, satisfechos, en medio de la abundancia y de la escasez”. Hoy nos limitaremos a hablar de la prosperidad y el próximo día hablaremos de la escasez. Miremos nuevamente el versículo 11 “No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación”. “Debemos aprender de Cristo a estar contentos, satisfechos, en medio de la abundancia”.
Lo primero que podemos ver del pasaje es que no podemos estar contentos a menos que hayamos aprendido a estar contentos. Pablo dice: “pues he aprendido”. Dos cosas son importantes aquí.
1. Fue Pablo quien aprendió. Hermanos, el contentamiento es algo que se aprende individualmente. Esto no es algo que se aprende por cabeza ajena. Fíjate que Pablo no dice: es escuchado que debo estar contento cualquiera que sea mi situación, sino he aprendido. No es suficiente escuchar cuál es nuestro deber, debemos aprender nuestro deber. Una cosa es escuchar, otra cosa el aprender. Una cosa es cocinar, otra cosa es el comer. Cada uno de nosotros en nuestro carácter particular somos llamados a aprender a estar contentos, satisfechos, cualquiera que sea nuestra situación. Esto es algo individual. Nadie lo va a prender por ti. Tú y solo tú debes aprender esto.
2. Es algo que se aprende. Hermanos, el contentamiento bíblico es una gracia divina. No es algo con la cual nacemos, sino algo que Dios nos otorga, algo que se aprende. Es una gracia que está en acorde con la doctrina del evangelio y la providencia divina. No hablamos de la actitud de aquellos que dicen que debemos embarrarnos de vaselina y que todo nos resbale. Ni tampoco de aquellos que dicen que debemos suprimir toda emoción en medio de los problemas para evitar que nos hagan daño. Eso podrá ser buena filosofía, pero es mal cristianismo. El contentamiento de que hablamos es una gracia que solo los creyentes poseen. Por eso es unida a la piedad. 1 Timoteo 6:6 “Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento;”
Lo segundo que deseo que veamos del pasaje es que el contentamiento es algo que aprendemos de Cristo Jesús. V. 13 “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” Pablo aprendió de Cristo el estar contento, satisfecho, en cualquiera que sea su situación. No solo aprendió de Cristo el estar contento en medio de la escasez sino también en medio de la abundancia. Su tranquilidad en medio de cualquier situación se debió no a su increíble habilidad de analizar todo y dejar todo bien cuadrado. No se debió a que su voluntad era fuerte. No se debió a que era una persona segura en sí misma y que no dejaba que sus emociones la dominaran. Su contentamiento en medio de cualquier circunstancia se debió a Cristo Jesús. Es de Jesús que nosotros aprendemos a estar contentos en medio de la abundancia y en medio de la escasez. Es de Jesús que nosotros debemos buscar la fortaleza, la paz y el sosiego para estar contentos cualquiera que sea nuestra condición. Así lo repite Pablo en 1 Timoteo 1:12, donde reconoce que su fortaleza para el ministerio se debe a Cristo Jesús quien lo consideró fiel. “Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio,” Y cuando Pablo estaba a punto de morir por el evangelio y fue abandonado por sus amigos en la hora de la muerte fue Jesús quien lo sostuvo. 2 Timoteo 4:17 “Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para que por mí fuese cumplida la predicación, y que todos los gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del león.” Y es la fortaleza que da Jesús, la gracia que nos da Cristo suficiente para sobrellevar cualquier carga que venga sobre nuestras vidas. 2 Corintios 12:9 “Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad.” En medio de cualquier circunstancia es la fortaleza y la gracia de Jesús nuestra mejor defensa. El auxilio viene de Jesús más que de familiares, amigos, resolución, astucia, etc.
Lo tercero que deseo que vean es que Pablo nos dice que él aprendió en cualquier circunstancia a estar contento, satisfecho, incluso en la abundancia. V. 12 “…sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado… así para tener abundancia”. Hermanos, hay que aprender a tener abundancia. Hay que aprender a estar contento en medio de la abundancia. Esto implica que podemos estar descontentos, inconformes, incluso en medio de la abundancia. “Ay, mi celular inteligente solo tiene 24 mega, si tuviera 124 estaría mejor, y el de 124 dice: si tuviera 500 estaría mejor. Ay, tengo acondicionador de aire en cada cuarto, si lo tuviera en toda la casa como mi vecino.” Siempre hay algo más. Por eso dice Eclesiastés 1:8 “nunca se sacia el ojo de ver, ni el oído de oír.”
Así que Pablo nos llama a estar contentos, satisfechos, en medio de la abundancia. ¿Cómo yo hago esto?
1. Reconociendo que ésta proviene de Dios. Es la bendición de Dios la que prospera. Eclesiastés 5:18 “Asimismo, a todo hombre a quien Dios da riquezas y bienes, y le da también facultad para que coma de ellas, y tome su parte, y goce de su trabajo, esto es don de Dios.” Todo lo que podemos adquirir lo tenemos de parte de Dios. Dale gracias por las mismas.
2. Reconociendo que somos mayordomos de los bienes de Dios. Todos los bienes que tenemos son de Dios. Hay un solo dueño de todo y ese es Dios. Salmo 24:1 “De Jehová es la tierra y su plenitud; El mundo, y los que en él habitan.” Somos llamados a cuidar de lo que le pertenece a otro.
3. Evitando poner nuestra felicidad en los bienes materiales. Fue Jesús quien dijo en Lucas 12:15 “Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.” Somos llamados a usarlos como si no los poseyéramos. 1 Corintios 7:30-31 “y los que compran, como si no poseyesen; y los que disfrutan de este mundo, como si no lo disfrutasen; porque la apariencia de este mundo se pasa.” No es que no los disfrutemos, sino que estos bienes nos lleven a Dios. Que veamos a Dios detrás de cada uno de ellos.
4. En usarlos para ayudar a los demás. Un creyente maceta es una contradicción. Dios nos bendice para que de la abundancia que nos da demos a los que necesitan. 2 Corintios 8:14 “sino para que en este tiempo, con igualdad, la abundancia vuestra supla la escasez de ellos, para que también la abundancia de ellos supla la necesidad vuestra, para que haya igualdad,”
5. En estar preparados, por si acaso Dios nos llama a abandonarlos. Pablo nos dice que él aprendió a vivir en abundancia y a vivir en escasez. Y en toda circunstancia él estuvo contento o satisfecho. Conociendo los cambios que Dios en su providencia hace es importantes aprender a vivir despegados que los bienes que tenemos. Es bueno tener acondicionador de aire, un buen abanico, agua fría, internet, etc. Pero nada de eso es la base de nuestra felicidad. Pero nosotros lo hacemos así.
Para ello necesitamos de Jesús. Él vivió su vida satisfecho de la suerte que Dios le marcó. Él era rico siendo Dueño y Señor de todo como Dios. Él vivía en la íntima, tranquila y dulce comunión con el Padre. Los ángeles se servían en todo momento. Pero él no tuvo problemas en dejarlo todo y hacerse pobre por nuestra salvación. Jesús se humilló: vivió en una condición baja, pobre, sujeto a la ley de Dios, a la burla y escarnio del mundo, a las dificultades de la vida, a la escasez. Quien decía que no tenía donde recostar su cabeza. Que las aves del cielo y las zorras estaban mejor que él, con casa propia. Por eso es que de él necesitamos su fortaleza, su gracia, su humildad y ausencia de codicia y envidia para poder estar contento cualquiera que sea nuestra situación. Busca aprender de Jesús a estar contento en medio de la abundancia.