Sermón: Jeremías 6:16 Preguntad por las sendas antiguas

Jeremías 6:16 “Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos.”

 

            Una de las cosas que me gusta del 2017 es que el año pasado fue un año electoral y ahora tenemos cuatro años antes de las próximas elecciones. Cada cuatro años es un reto. Un reto de escoger el candidato para gobernar el país. El reto se hace más difícil cuando uno desea escoger no por partidos político sino por los méritos de los candidatos. Y si los candidatos no tienen mérito, pues la elección se hace aún más difícil, por no decir casi imposible. Muchas veces qué difícil es escoger algo. Queremos escoger lo mejor y muchas veces no sabemos qué es lo que nos conviene. A veces yo desearía que alguien escogiera por mí y así zafarme del problema y la responsabilidad.

            Pero eso no siempre está bien. Nosotros somos responsables de nuestras decisiones. Dios nos ha hecho seres moralmente responsables de nuestras decisiones. Y aunque esto es así Dios en su misericordia nos ayuda en nuestra elección. Eso fue lo que hizo con el pueblo de Dios en el AT y lo mismo lo hace hoy día con nosotros. El en un sentido nos chotea cuál es la decisión correcta. Él nos llama a escoger el buen camino. Él nos dirige a la elección correcta. 

            En conjunto con ello, deseo que nosotros también veamos el buen camino que nos dejaron los reformadores del siglo 16 ya que estamos celebrando el Día de la Reforma. Ellos bajo la misericordia de Dios nos dejaron el camino que debemos seguir. ¿Cuál va a ser nuestra decisión? ¿Cuál va a ser nuestra elección hoy? Vamos a ver hoy, en primer lugar, cuál es la base de nuestra elección. Luego cuál es la elección correcta. En tercer lugar, el beneficio de una buena elección. Y en cuatro lugar: el peligro de una mala elección.

           

I. La base de nuestra elección

            1. La gracia de Dios. En el pasaje de Jeremías vemos que Dios les da el privilegio de escoger de nuevo. Él pudo haber destruido el pueblo de Judá desde antes. Por siglos el pueblo de Dios ha estado atesorando la ira de Dios. Por siglos ha sido un pueblo desobediente. De aquí que Dios no tenía la más mínima obligación de darles otra oportunidad. Hoy día decimos que todo el mundo tiene el derecho de una segunda oportunidad. Y qué de la oportunidad número 500. Aun así, Dios les da el permiso para escoger. Dios pone delante de ellos la vida y la muerte. Y les da la oportunidad de escoger nuevamente la vida. Fíjate cómo lo dice: “Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad… cuál sea el buen camino, y andad por él”.

            De igual manera nos sucede a nosotros, la iglesia de Cristo del siglo 21. Dios nos da el permiso para escoger. En su gracia y misericordia nos da a escoger la vida, el camino correcto.

            Hermanos, en los últimos 167 años hemos visto un abandono de la teología de la Reforma en las iglesias protestantes. La teología de la Reforma era una centrada en Dios basada exclusivamente en la Palabra de Dios. La meta del creyente era vivir para la gloria de Dios en todas las áreas de la vida, negándose a sí mismos y tomando la cruz todos los días.  Hoy día tenemos una teología centrada en el hombre basada en una religiosidad terapéutica: Dios desea y busca que estés feliz en todo momento. Todo lo que te cause angustia y dificultad no es bueno para ti. Sigue los deseos de tu corazón. Mucha de esa teología ha sido abrasada por las iglesias protestantes hoy día.

            Te pregunto a ti en esta mañana. ¿Hay algo de esa teología moderna que has abrasado? ¿Habrá alguno de nosotros que haya abrasado la teología del confort, de la comodidad y se arropan con la sabana de: no me ajoren mucho que quiero evitar la fatiga o se arropan con la sabana de la cruz? Hoy día se vende los cielos sin la cruz. Eso es querer comprar la rosa sin espina.

            En medio de esto Dios en su gracia nos llama a escoger la vida, la verdad, la cruz. Y esto en su misericordia.   

II. Cuál es la elección correcta

            1. La elección correcta es escoger “las sendas antiguas”. “Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él”. La lección correcta es conocer, aprender las sendas antiguas, el camino correcto de antaño y caminarlo, creerlo, atesorarlo y sobre todo vivirlo. Ese camino no es uno nuevo, es uno antiguo. Tiene su origen desde el jardín del Edén. Y ese mismo camino fue proclamado en la Reforma Protestante. Es ese el buen camino que debemos andar. Y los reformadores nos lo enseñaron. ¿Cuál es ese camino?

                        a. la autoridad final de las Sagradas Escrituras. Los reformadores nos enseñaron que la verdad de Dios es la autoridad final sobre la autoridad de los hombres. Hay una sola verdad: la verdad de Dios. Y esta va por encima de la autoridad de los hombres. La sabiduría de los hombres es necedad en comparación con la sabiduría de Dios. Para ello, nosotros herederos de la Reforma, debemos abrazar con convicción que Dios es el único sabio. Y que su Palabra es la sabiduría celestial que necesitamos para salvarnos y para vivir en este mundo.

            Para ellos, toda doctrina, toda filosofía, todo pensamiento estaba sujeto a la Palabra de Dios. Y que solo en obediencia a la Palabra de Dios es que seremos verdaderamente libres y felices. Ella es la guía suprema sobre qué debemos creer y observar para ser salvos y sobre cómo yo debo vivir, pensar, sentir, hablar.

            Pero hoy día, lamentablemente, eso no es así. Para muchos la Biblia no es la autoridad final sino la psicología, lo que hacen los ricos y famosos, lo que me llena de alegría. Hablar de que el cristiano tiene que vivir una vida de auto-negación, tomando la cruz diariamente es legalismo. Es querernos salvar por las obras. Se olvidan que fue Jesús mismo quien dijo esas palabras. Decir que es más correcto escoger leer la Biblia versus ver televisión o estar conectado a face-book es llamarnos fanáticos. Decir que asistir a la iglesia es uno de los más grandes privilegios y un deber sagrado. Y que ausentarse a la misma sin una razón justificada es pecado, para muchos es caer en una mentalidad sectaria. En cambio, Dios nos llama a vivir para El negándonos a nosotros mismos. Dando prioridad a su reino. Creyendo que lo que Dios dice es la única sabiduría que debemos seguir. Que obedecer su palabra es vida, es libertad y felicidad. 

                        b. la salvación por la sola gracia de Dios. Los reformadores, basados correctamente en la Palabra de Dios, nos enseñaron que es Dios quien nos salva. Nadie puede salvarse a sí mismo. Dios nos salva, no por algo bueno que hayamos hecho, ni porque hemos vivido una vida honesta y buena sin hacer daño a nadie; no por ser buenos padres o madres o hijos; ni por ser celosos de las cosas religiosas o espirituales somos salvos. La salvación no es algo que se gana. No la reciben los mejores del mundo. Cristo no vino a llamar a los justos sino a los pecadores a la salvación. Lo necio del mundo escogió Dios. Las rameras y los publicanos, es decir, las prostitutas y los pillos entraban primero al reino de los cielos que los mismos líderes religiosos. Por gracia sois salvos por medio de la fe.  

            Los reformadores también no enseñaron que la salvación que Dios obra en nosotros es salvación de la culpa del pecado y también del poder del pecado. Una fe estéril no es la fe que salva. Una fe que no cambia a la persona no es fe salvadora. Una persona que profesa ser cristiano sin dar frutos de obediencia no es salva. La fe salvadora obra. Obra por el amor: amor a Dios y amor al prójimo.

            Cuando distinto es lo que se enseña hoy día. Hoy día se enseña que una persona puede ser salvo, aunque no dé frutos de arrepentimiento. Que la ley de Dios no tiene nada que ver con el evangelio de la gracia. Esa no es la senda antigua.

                        c. la doctrina bíblica de la iglesia. Los reformadores nos enseñaron que la iglesia son los elegidos que han sido, son y serán reunidos en uno bajo Cristo Jesús. Y que esa iglesia invisible se hace visible por medio de la profesión de fe en conjunto con sus hijos. Que una persona puede estar en la iglesia sin ser de la iglesia. Que muchos de los miembros de la iglesia no se salvarán porque la iglesia no salva sino Cristo.

            También nos enseñaron que nadie puede salvarse, normalmente, separado de la iglesia visible. Que nadie puede crecer correctamente separados de la iglesia. Que nos hacemos daño a nosotros mismos y a nuestras familias cuando no estamos comprometidos con la iglesia local. Que quedarse en la casa orando no es un sustituto. Y que demuestra la debilidad espiritual en que se encuentra esa persona. Claro está a menos que haya una razón justificada.

            Y que la iglesia visible profesa la verdadera religión junto con sus hijos. Y esto implica conocer la verdadera religión, creerla, vivirla y enseñársela a nuestros hijos de palabra y de modelaje. Y esa profesión lo es hasta que la muerte nos llegue. El creyente jamás deja de profesar su fe con lo que hace y con lo que deja de hacer.

            Y esto implica separarnos del mundo. No del mundo físico porque ha sido creado por Dios, pero sí de la filosofía del mundo. No porque todo el mundo lo hace yo lo debo hacer ni está correcto. Lamentablemente, muchos en la Iglesia de Cristo siguen las prácticas del mundo.

                        d. la correcta adoración. Los reformadores nos enseñaron cuál es la correcta forma de adorar a Dios. No es por medio de imágenes sea de Jesús, el Espíritu Santo, ni debemos usar ninguna imagen de Dios en la adoración ni como ayuda en la enseñanza de la iglesia. Y que lo que se hace en la adoración se hace para que Dios reciba toda la gloria. Era una adoración centrada en Dios y no en los hombres: sean estos mujeres, hombres o niños.

            Pero hoy día la adoración se centra en el hombre. En algunos sitios es un verdadero espectáculo. Donde lo importante es cómo agradar a las visitas y no cómo agradar a Dios. En la iglesia católica la misa es el centro de la adoración. En las iglesias de la Reforma lo era el púlpito, la predicación y enseñanza de la Palabra de Dios. Hoy día lo es la música, las danzas, las pantomimas, en otras palabras, el teatro.

            Debemos regresar a los principios bíblicos de la verdadera adoración. Dios es el centro de la adoración. Y El merece ser adorado con toda la reverencia y seriedad en un espíritu alegre y únicamente según Él ha ordenado en su Palabra.   

III. El beneficio de nuestra elección

            1. “hallaréis descanso para vuestra alma”.  

                        a. paz con Dios. Solo el creyente goza de paz con Dios. ¿Por qué? Porque ha sido reconciliado con Dios. Antes de ser creyentes éramos enemigos de Dios. Éramos lo ammi, no pueblo de Dios. Pero por la fe en el sacrificio expiatorio de Jesús hemos sido reconciliados. Hemos sido adoptados a la familia de Dios. Hay paz entre nosotros.

            Pero esa paz, fruto de la justificación, nos da derecho a una paz en el interior. Y esa paz se incrementa según nuestra vida se conforma a Cristo. Solo en obediencia a Dios esa paz interior se fortalece por medio de la obra del Espíritu Santo.

                        b. seguridad del amor de Dios. Los creyentes gozan de la seguridad del amor de Dios. Nada nos podrá separar del amor de Dios en Cristo Jesús.

                        c. gozo en el Espíritu Santo. Uno de los frutos del Espíritu Santo es el gozo. Pero ese fruto el Espíritu Santo lo produce en conjunto con la comunión con Cristo. Es por medio de la fe en Jesús, en su suficiencia, en su amor y gracia y seguridad de salvación que nuestro gozo incrementa.

                        d. herencia entre los santificados. Los que reciben la Palabra de Dios son los que heredan las mansiones celestiales. Solo los santos heredan los cielos. Buscad la paz y la santidad sin la cual nadie verá al Señor.

IV. Una mala elección

            Dios les dio la oportunidad de escoger el buen camino. ¿Y cuál fue su respuesta? “Mas dijeron: No andaremos.” ¿Qué significa esa respuesta?

            1. no arrepintieron. Pero, aunque Dios le dio una elección al pueblo de Dios en a AT ellos escogieron no andar en sus caminos. Es decir, no se arrepintieron de sus pecados. Por eso vino sobre ellos gran destrucción. Esto es importante. ¿Sabes por qué? Porque…

                        a. no andar en el buen camino es andar en el mal camino. No hay camino neutral. O estamos con Dios o estamos con el diablo. No hay punto medio. O abrazamos las sendas antiguas o las rechazamos y andamos por el camino del error. Y como consecuencia…

                        b. no hay paz para ellos. Solo hay paz en la verdad y en obediencia a esa verdad. Hay muchos en la iglesia de Cristo que sufren enormemente. Algunos de ellos porque no hay seguido las sendas antiguas. No han vivido en fe en Dios ni en obediencia a Él. No han creído en sus promesas. Han sido selectivos en cómo negarse a sí mismo. Han querido ser sus propios maestros, sus propios pastores. Y no han encontrado paz. Llegarán al reino de los cielos, pero con la espalda pela. La paz que Cristo prometió y que comenzamos a disfrutar en esta vida no la disfrutaron por ser sabios en su propia opinión.

            Dios es un Dios de misericordia. Él nos llama a buscar y escoger el buen camino, la sendas antiguas. Si no lo hemos escogido antes todavía hay tiempo. Arrepiéntete y ordena tus caminos.

            Debemos aprender del pasado y corregir nuestros caminos. Debemos abrazar la Fe de la Reforma con plena convicción, con todo el corazón y vivir el evangelio no satisfaciendo los deseos de la carne. Viviendo bajo la autoridad de la Palabra. Tomando a Jesús como nuestra salvación del pecado y de nosotros mismos. Nunca es tarde para aprender. Nunca es tarde para corregir. Solo así tendremos paz.

 

 

 

El 31 de octubre de 2017 se conmemoran los 500 años de la Reforma Protestante iniciada por Martín Lutero. Esta celebración es significativa. Lo es, porque en los últimos 167 años hemos visto un abandono de la teología de la Reforma. La teología de la Reforma era una centrada en Dios basada exclusivamente en la Palabra de Dios. La meta del creyente era vivir para la gloria de Dios en todas las áreas de la vida, negándose a sí mismos y tomando la cruz.  Hoy día tenemos una teología centrada en el hombre basada en una religiosidad terapéutica: Dios desea y busca que estés feliz en todo momento. Todo lo que te cause angustia y dificultad no es bueno para ti. Sigue los deseos de tu corazón.

             ¿Cuánto de esa mentalidad es parte de ti hoy día? ¿Cuánto nosotros hemos absorbido de esa teología? ¿Qué debemos hacer? ¿Debemos seguir viviendo de esa manera o viviremos según aprendimos de nuestros padres espirituales los reformadores el camino que le agrada a Dios?

            Esas mismas preguntas le hizo Dios al pueblo de Judá. Dios les puso en sus manos su responsabilidad ante El. Ustedes son responsables de sus decisiones. Y Dios les dice lo que deben hacer. Deben escoger andar en las sendas antiguas. Esa es nuestra misma responsabilidad como pueblo de somos. ¿Qué debes hacer? ¿Cuál es la correcta elección? ¿Cuál es la naturaleza de una elección correcta de nuestra parte?

 

 

 

 

 

Yo me imagino que tú te puedes identificar conmigo cuando digo que muchas de las cosas antiguas eran hechas con mejor calidad de lo que tenemos hoy día. Por ejemplo, las baterías de los relojes duraban antes 4 años, hoy día duran un año y medio o a lo más dos. Las sillas eran más duraderas. Incluso los radios y los televisores duraban mucho más de lo que duran hoy día. Muchas de las cosas de antes, las cosas antiguas eran hechas con más dedicación, con miras a que duraran mucho. Mientras que hoy día la meta no es hacer que algo dure sino hacer que algo dure menos para que tengas que volver a comprarlo de nuevo.

            Hay algo en la antigüedad que le da un sabor distinto y mejor. Se habla de que el vino añejo es el mejor. Y que hay algunas cosas que saben mejor después de un tiempo que al mismo momento en que fueron creadas. Hay un cierto valor especial en las cosas antiguas, sobre todo si estas cosas son buenas.

            En una forma similar Dios le habla al pueblo de Dios en este pasaje de Jeremías. Él les llama a mirar al pasado. No mirar el pasado por ser pasado sino las cosas buenas del pasado. Por aquellas que ellos conocían y que les iba a llevar por el camino recto. Ellos deben escoger ese camino. Pero ellos deben escogerlo por sí mismo. Pero, así como existe la verdad existe la mentira. Hay un camino bueno y un camino malo. ¿Cuál vas a escoger? Dios nos llama hoy día a hacer una elección. ¿Cuál camino vas a elegir? ¿Cuál va a ser tu elección?

Iglesia Presbiteriana Ortodoxa Jesús es la Verdad

Lcdo. Roberto Quiñones Cardona

Sermón: Jeremías 6:16 Preguntad por las sendas antiguas

 

Texto: Jeremías 6:16 “Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos.”

 

            Una de las cosas que me gusta del 2017 es que el año pasado fue un año electoral y ahora tenemos cuatro años antes de las próximas elecciones. Cada cuatro años es un reto. Un reto de escoger el candidato para gobernar el país. El reto se hace más difícil cuando uno desea escoger no por partidos político sino por los méritos de los candidatos. Y si los candidatos no tienen mérito, pues la elección se hace aún más difícil, por no decir casi imposible. Muchas veces qué difícil es escoger algo. Queremos escoger lo mejor y muchas veces no sabemos qué es lo que nos conviene. A veces yo desearía que alguien escogiera por mí y así zafarme del problema y la responsabilidad.

            Pero eso no siempre está bien. Nosotros somos responsables de nuestras decisiones. Dios nos ha hecho seres moralmente responsables de nuestras decisiones. Y aunque esto es así Dios en su misericordia nos ayuda en nuestra elección. Eso fue lo que hizo con el pueblo de Dios en el AT y lo mismo lo hace hoy día con nosotros. El en un sentido nos chotea cuál es la decisión correcta. Él nos llama a escoger el buen camino. Él nos dirige a la elección correcta. 

            En conjunto con ello, deseo que nosotros también veamos el buen camino que nos dejaron los reformadores del siglo 16 ya que estamos celebrando el Día de la Reforma. Ellos bajo la misericordia de Dios nos dejaron el camino que debemos seguir. ¿Cuál va a ser nuestra decisión? ¿Cuál va a ser nuestra elección hoy? Vamos a ver hoy, en primer lugar, cuál es la base de nuestra elección. Luego cuál es la elección correcta. En tercer lugar, el beneficio de una buena elección. Y en cuatro lugar: el peligro de una mala elección.

           

I. La base de nuestra elección

            1. La gracia de Dios. En el pasaje de Jeremías vemos que Dios les da el privilegio de escoger de nuevo. Él pudo haber destruido el pueblo de Judá desde antes. Por siglos el pueblo de Dios ha estado atesorando la ira de Dios. Por siglos ha sido un pueblo desobediente. De aquí que Dios no tenía la más mínima obligación de darles otra oportunidad. Hoy día decimos que todo el mundo tiene el derecho de una segunda oportunidad. Y qué de la oportunidad número 500. Aun así, Dios les da el permiso para escoger. Dios pone delante de ellos la vida y la muerte. Y les da la oportunidad de escoger nuevamente la vida. Fíjate cómo lo dice: “Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad… cuál sea el buen camino, y andad por él”.

            De igual manera nos sucede a nosotros, la iglesia de Cristo del siglo 21. Dios nos da el permiso para escoger. En su gracia y misericordia nos da a escoger la vida, el camino correcto.

            Hermanos, en los últimos 167 años hemos visto un abandono de la teología de la Reforma en las iglesias protestantes. La teología de la Reforma era una centrada en Dios basada exclusivamente en la Palabra de Dios. La meta del creyente era vivir para la gloria de Dios en todas las áreas de la vida, negándose a sí mismos y tomando la cruz todos los días.  Hoy día tenemos una teología centrada en el hombre basada en una religiosidad terapéutica: Dios desea y busca que estés feliz en todo momento. Todo lo que te cause angustia y dificultad no es bueno para ti. Sigue los deseos de tu corazón. Mucha de esa teología ha sido abrasada por las iglesias protestantes hoy día.

            Te pregunto a ti en esta mañana. ¿Hay algo de esa teología moderna que has abrasado? ¿Habrá alguno de nosotros que haya abrasado la teología del confort, de la comodidad y se arropan con la sabana de: no me ajoren mucho que quiero evitar la fatiga o se arropan con la sabana de la cruz? Hoy día se vende los cielos sin la cruz. Eso es querer comprar la rosa sin espina.

            En medio de esto Dios en su gracia nos llama a escoger la vida, la verdad, la cruz. Y esto en su misericordia.   

II. Cuál es la elección correcta

            1. La elección correcta es escoger “las sendas antiguas”. “Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él”. La lección correcta es conocer, aprender las sendas antiguas, el camino correcto de antaño y caminarlo, creerlo, atesorarlo y sobre todo vivirlo. Ese camino no es uno nuevo, es uno antiguo. Tiene su origen desde el jardín del Edén. Y ese mismo camino fue proclamado en la Reforma Protestante. Es ese el buen camino que debemos andar. Y los reformadores nos lo enseñaron. ¿Cuál es ese camino?

                        a. la autoridad final de las Sagradas Escrituras. Los reformadores nos enseñaron que la verdad de Dios es la autoridad final sobre la autoridad de los hombres. Hay una sola verdad: la verdad de Dios. Y esta va por encima de la autoridad de los hombres. La sabiduría de los hombres es necedad en comparación con la sabiduría de Dios. Para ello, nosotros herederos de la Reforma, debemos abrazar con convicción que Dios es el único sabio. Y que su Palabra es la sabiduría celestial que necesitamos para salvarnos y para vivir en este mundo.

            Para ellos, toda doctrina, toda filosofía, todo pensamiento estaba sujeto a la Palabra de Dios. Y que solo en obediencia a la Palabra de Dios es que seremos verdaderamente libres y felices. Ella es la guía suprema sobre qué debemos creer y observar para ser salvos y sobre cómo yo debo vivir, pensar, sentir, hablar.

            Pero hoy día, lamentablemente, eso no es así. Para muchos la Biblia no es la autoridad final sino la psicología, lo que hacen los ricos y famosos, lo que me llena de alegría. Hablar de que el cristiano tiene que vivir una vida de auto-negación, tomando la cruz diariamente es legalismo. Es querernos salvar por las obras. Se olvidan que fue Jesús mismo quien dijo esas palabras. Decir que es más correcto escoger leer la Biblia versus ver televisión o estar conectado a face-book es llamarnos fanáticos. Decir que asistir a la iglesia es uno de los más grandes privilegios y un deber sagrado. Y que ausentarse a la misma sin una razón justificada es pecado, para muchos es caer en una mentalidad sectaria. En cambio, Dios nos llama a vivir para El negándonos a nosotros mismos. Dando prioridad a su reino. Creyendo que lo que Dios dice es la única sabiduría que debemos seguir. Que obedecer su palabra es vida, es libertad y felicidad. 

                        b. la salvación por la sola gracia de Dios. Los reformadores, basados correctamente en la Palabra de Dios, nos enseñaron que es Dios quien nos salva. Nadie puede salvarse a sí mismo. Dios nos salva, no por algo bueno que hayamos hecho, ni porque hemos vivido una vida honesta y buena sin hacer daño a nadie; no por ser buenos padres o madres o hijos; ni por ser celosos de las cosas religiosas o espirituales somos salvos. La salvación no es algo que se gana. No la reciben los mejores del mundo. Cristo no vino a llamar a los justos sino a los pecadores a la salvación. Lo necio del mundo escogió Dios. Las rameras y los publicanos, es decir, las prostitutas y los pillos entraban primero al reino de los cielos que los mismos líderes religiosos. Por gracia sois salvos por medio de la fe.  

            Los reformadores también no enseñaron que la salvación que Dios obra en nosotros es salvación de la culpa del pecado y también del poder del pecado. Una fe estéril no es la fe que salva. Una fe que no cambia a la persona no es fe salvadora. Una persona que profesa ser cristiano sin dar frutos de obediencia no es salva. La fe salvadora obra. Obra por el amor: amor a Dios y amor al prójimo.

            Cuando distinto es lo que se enseña hoy día. Hoy día se enseña que una persona puede ser salvo, aunque no dé frutos de arrepentimiento. Que la ley de Dios no tiene nada que ver con el evangelio de la gracia. Esa no es la senda antigua.

                        c. la doctrina bíblica de la iglesia. Los reformadores nos enseñaron que la iglesia son los elegidos que han sido, son y serán reunidos en uno bajo Cristo Jesús. Y que esa iglesia invisible se hace visible por medio de la profesión de fe en conjunto con sus hijos. Que una persona puede estar en la iglesia sin ser de la iglesia. Que muchos de los miembros de la iglesia no se salvarán porque la iglesia no salva sino Cristo.

            También nos enseñaron que nadie puede salvarse, normalmente, separado de la iglesia visible. Que nadie puede crecer correctamente separados de la iglesia. Que nos hacemos daño a nosotros mismos y a nuestras familias cuando no estamos comprometidos con la iglesia local. Que quedarse en la casa orando no es un sustituto. Y que demuestra la debilidad espiritual en que se encuentra esa persona. Claro está a menos que haya una razón justificada.

            Y que la iglesia visible profesa la verdadera religión junto con sus hijos. Y esto implica conocer la verdadera religión, creerla, vivirla y enseñársela a nuestros hijos de palabra y de modelaje. Y esa profesión lo es hasta que la muerte nos llegue. El creyente jamás deja de profesar su fe con lo que hace y con lo que deja de hacer.

            Y esto implica separarnos del mundo. No del mundo físico porque ha sido creado por Dios, pero sí de la filosofía del mundo. No porque todo el mundo lo hace yo lo debo hacer ni está correcto. Lamentablemente, muchos en la Iglesia de Cristo siguen las prácticas del mundo.

                        d. la correcta adoración. Los reformadores nos enseñaron cuál es la correcta forma de adorar a Dios. No es por medio de imágenes sea de Jesús, el Espíritu Santo, ni debemos usar ninguna imagen de Dios en la adoración ni como ayuda en la enseñanza de la iglesia. Y que lo que se hace en la adoración se hace para que Dios reciba toda la gloria. Era una adoración centrada en Dios y no en los hombres: sean estos mujeres, hombres o niños.

            Pero hoy día la adoración se centra en el hombre. En algunos sitios es un verdadero espectáculo. Donde lo importante es cómo agradar a las visitas y no cómo agradar a Dios. En la iglesia católica la misa es el centro de la adoración. En las iglesias de la Reforma lo era el púlpito, la predicación y enseñanza de la Palabra de Dios. Hoy día lo es la música, las danzas, las pantomimas, en otras palabras, el teatro.

            Debemos regresar a los principios bíblicos de la verdadera adoración. Dios es el centro de la adoración. Y El merece ser adorado con toda la reverencia y seriedad en un espíritu alegre y únicamente según Él ha ordenado en su Palabra.   

III. El beneficio de nuestra elección

            1. “hallaréis descanso para vuestra alma”.  

                        a. paz con Dios. Solo el creyente goza de paz con Dios. ¿Por qué? Porque ha sido reconciliado con Dios. Antes de ser creyentes éramos enemigos de Dios. Éramos lo ammi, no pueblo de Dios. Pero por la fe en el sacrificio expiatorio de Jesús hemos sido reconciliados. Hemos sido adoptados a la familia de Dios. Hay paz entre nosotros.

            Pero esa paz, fruto de la justificación, nos da derecho a una paz en el interior. Y esa paz se incrementa según nuestra vida se conforma a Cristo. Solo en obediencia a Dios esa paz interior se fortalece por medio de la obra del Espíritu Santo.

                        b. seguridad del amor de Dios. Los creyentes gozan de la seguridad del amor de Dios. Nada nos podrá separar del amor de Dios en Cristo Jesús.

                        c. gozo en el Espíritu Santo. Uno de los frutos del Espíritu Santo es el gozo. Pero ese fruto el Espíritu Santo lo produce en conjunto con la comunión con Cristo. Es por medio de la fe en Jesús, en su suficiencia, en su amor y gracia y seguridad de salvación que nuestro gozo incrementa.

                        d. herencia entre los santificados. Los que reciben la Palabra de Dios son los que heredan las mansiones celestiales. Solo los santos heredan los cielos. Buscad la paz y la santidad sin la cual nadie verá al Señor.

IV. Una mala elección

            Dios les dio la oportunidad de escoger el buen camino. ¿Y cuál fue su respuesta? “Mas dijeron: No andaremos.” ¿Qué significa esa respuesta?

            1. no arrepintieron. Pero, aunque Dios le dio una elección al pueblo de Dios en a AT ellos escogieron no andar en sus caminos. Es decir, no se arrepintieron de sus pecados. Por eso vino sobre ellos gran destrucción. Esto es importante. ¿Sabes por qué? Porque…

                        a. no andar en el buen camino es andar en el mal camino. No hay camino neutral. O estamos con Dios o estamos con el diablo. No hay punto medio. O abrazamos las sendas antiguas o las rechazamos y andamos por el camino del error. Y como consecuencia…

                        b. no hay paz para ellos. Solo hay paz en la verdad y en obediencia a esa verdad. Hay muchos en la iglesia de Cristo que sufren enormemente. Algunos de ellos porque no hay seguido las sendas antiguas. No han vivido en fe en Dios ni en obediencia a Él. No han creído en sus promesas. Han sido selectivos en cómo negarse a sí mismo. Han querido ser sus propios maestros, sus propios pastores. Y no han encontrado paz. Llegarán al reino de los cielos, pero con la espalda pela. La paz que Cristo prometió y que comenzamos a disfrutar en esta vida no la disfrutaron por ser sabios en su propia opinión.

            Dios es un Dios de misericordia. Él nos llama a buscar y escoger el buen camino, la sendas antiguas. Si no lo hemos escogido antes todavía hay tiempo. Arrepiéntete y ordena tus caminos.

            Debemos aprender del pasado y corregir nuestros caminos. Debemos abrazar la Fe de la Reforma con plena convicción, con todo el corazón y vivir el evangelio no satisfaciendo los deseos de la carne. Viviendo bajo la autoridad de la Palabra. Tomando a Jesús como nuestra salvación del pecado y de nosotros mismos. Nunca es tarde para aprender. Nunca es tarde para corregir. Solo así tendremos paz.

 

 

 

El 31 de octubre de 2017 se conmemoran los 500 años de la Reforma Protestante iniciada por Martín Lutero. Esta celebración es significativa. Lo es, porque en los últimos 167 años hemos visto un abandono de la teología de la Reforma. La teología de la Reforma era una centrada en Dios basada exclusivamente en la Palabra de Dios. La meta del creyente era vivir para la gloria de Dios en todas las áreas de la vida, negándose a sí mismos y tomando la cruz.  Hoy día tenemos una teología centrada en el hombre basada en una religiosidad terapéutica: Dios desea y busca que estés feliz en todo momento. Todo lo que te cause angustia y dificultad no es bueno para ti. Sigue los deseos de tu corazón.

             ¿Cuánto de esa mentalidad es parte de ti hoy día? ¿Cuánto nosotros hemos absorbido de esa teología? ¿Qué debemos hacer? ¿Debemos seguir viviendo de esa manera o viviremos según aprendimos de nuestros padres espirituales los reformadores el camino que le agrada a Dios?

            Esas mismas preguntas le hizo Dios al pueblo de Judá. Dios les puso en sus manos su responsabilidad ante El. Ustedes son responsables de sus decisiones. Y Dios les dice lo que deben hacer. Deben escoger andar en las sendas antiguas. Esa es nuestra misma responsabilidad como pueblo de somos. ¿Qué debes hacer? ¿Cuál es la correcta elección? ¿Cuál es la naturaleza de una elección correcta de nuestra parte?

 

 

 

 

 

Yo me imagino que tú te puedes identificar conmigo cuando digo que muchas de las cosas antiguas eran hechas con mejor calidad de lo que tenemos hoy día. Por ejemplo, las baterías de los relojes duraban antes 4 años, hoy día duran un año y medio o a lo más dos. Las sillas eran más duraderas. Incluso los radios y los televisores duraban mucho más de lo que duran hoy día. Muchas de las cosas de antes, las cosas antiguas eran hechas con más dedicación, con miras a que duraran mucho. Mientras que hoy día la meta no es hacer que algo dure sino hacer que algo dure menos para que tengas que volver a comprarlo de nuevo.

            Hay algo en la antigüedad que le da un sabor distinto y mejor. Se habla de que el vino añejo es el mejor. Y que hay algunas cosas que saben mejor después de un tiempo que al mismo momento en que fueron creadas. Hay un cierto valor especial en las cosas antiguas, sobre todo si estas cosas son buenas.

            En una forma similar Dios le habla al pueblo de Dios en este pasaje de Jeremías. Él les llama a mirar al pasado. No mirar el pasado por ser pasado sino las cosas buenas del pasado. Por aquellas que ellos conocían y que les iba a llevar por el camino recto. Ellos deben escoger ese camino. Pero ellos deben escogerlo por sí mismo. Pero, así como existe la verdad existe la mentira. Hay un camino bueno y un camino malo. ¿Cuál vas a escoger? Dios nos llama hoy día a hacer una elección. ¿Cuál camino vas a elegir? ¿Cuál va a ser tu elección?

Iglesia Presbiteriana Ortodoxa Jesús es la Verdad

Lcdo. Roberto Quiñones Cardona

Sermón: Jeremías 6:16 Preguntad por las sendas antiguas

 

Texto: Jeremías 6:16 “Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos.”

 

            Una de las cosas que me gusta del 2017 es que el año pasado fue un año electoral y ahora tenemos cuatro años antes de las próximas elecciones. Cada cuatro años es un reto. Un reto de escoger el candidato para gobernar el país. El reto se hace más difícil cuando uno desea escoger no por partidos político sino por los méritos de los candidatos. Y si los candidatos no tienen mérito, pues la elección se hace aún más difícil, por no decir casi imposible. Muchas veces qué difícil es escoger algo. Queremos escoger lo mejor y muchas veces no sabemos qué es lo que nos conviene. A veces yo desearía que alguien escogiera por mí y así zafarme del problema y la responsabilidad.

            Pero eso no siempre está bien. Nosotros somos responsables de nuestras decisiones. Dios nos ha hecho seres moralmente responsables de nuestras decisiones. Y aunque esto es así Dios en su misericordia nos ayuda en nuestra elección. Eso fue lo que hizo con el pueblo de Dios en el AT y lo mismo lo hace hoy día con nosotros. El en un sentido nos chotea cuál es la decisión correcta. Él nos llama a escoger el buen camino. Él nos dirige a la elección correcta. 

            En conjunto con ello, deseo que nosotros también veamos el buen camino que nos dejaron los reformadores del siglo 16 ya que estamos celebrando el Día de la Reforma. Ellos bajo la misericordia de Dios nos dejaron el camino que debemos seguir. ¿Cuál va a ser nuestra decisión? ¿Cuál va a ser nuestra elección hoy? Vamos a ver hoy, en primer lugar, cuál es la base de nuestra elección. Luego cuál es la elección correcta. En tercer lugar, el beneficio de una buena elección. Y en cuatro lugar: el peligro de una mala elección.

           

I. La base de nuestra elección

            1. La gracia de Dios. En el pasaje de Jeremías vemos que Dios les da el privilegio de escoger de nuevo. Él pudo haber destruido el pueblo de Judá desde antes. Por siglos el pueblo de Dios ha estado atesorando la ira de Dios. Por siglos ha sido un pueblo desobediente. De aquí que Dios no tenía la más mínima obligación de darles otra oportunidad. Hoy día decimos que todo el mundo tiene el derecho de una segunda oportunidad. Y qué de la oportunidad número 500. Aun así, Dios les da el permiso para escoger. Dios pone delante de ellos la vida y la muerte. Y les da la oportunidad de escoger nuevamente la vida. Fíjate cómo lo dice: “Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad… cuál sea el buen camino, y andad por él”.

            De igual manera nos sucede a nosotros, la iglesia de Cristo del siglo 21. Dios nos da el permiso para escoger. En su gracia y misericordia nos da a escoger la vida, el camino correcto.

            Hermanos, en los últimos 167 años hemos visto un abandono de la teología de la Reforma en las iglesias protestantes. La teología de la Reforma era una centrada en Dios basada exclusivamente en la Palabra de Dios. La meta del creyente era vivir para la gloria de Dios en todas las áreas de la vida, negándose a sí mismos y tomando la cruz todos los días.  Hoy día tenemos una teología centrada en el hombre basada en una religiosidad terapéutica: Dios desea y busca que estés feliz en todo momento. Todo lo que te cause angustia y dificultad no es bueno para ti. Sigue los deseos de tu corazón. Mucha de esa teología ha sido abrasada por las iglesias protestantes hoy día.

            Te pregunto a ti en esta mañana. ¿Hay algo de esa teología moderna que has abrasado? ¿Habrá alguno de nosotros que haya abrasado la teología del confort, de la comodidad y se arropan con la sabana de: no me ajoren mucho que quiero evitar la fatiga o se arropan con la sabana de la cruz? Hoy día se vende los cielos sin la cruz. Eso es querer comprar la rosa sin espina.

            En medio de esto Dios en su gracia nos llama a escoger la vida, la verdad, la cruz. Y esto en su misericordia.   

II. Cuál es la elección correcta

            1. La elección correcta es escoger “las sendas antiguas”. “Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él”. La lección correcta es conocer, aprender las sendas antiguas, el camino correcto de antaño y caminarlo, creerlo, atesorarlo y sobre todo vivirlo. Ese camino no es uno nuevo, es uno antiguo. Tiene su origen desde el jardín del Edén. Y ese mismo camino fue proclamado en la Reforma Protestante. Es ese el buen camino que debemos andar. Y los reformadores nos lo enseñaron. ¿Cuál es ese camino?

                        a. la autoridad final de las Sagradas Escrituras. Los reformadores nos enseñaron que la verdad de Dios es la autoridad final sobre la autoridad de los hombres. Hay una sola verdad: la verdad de Dios. Y esta va por encima de la autoridad de los hombres. La sabiduría de los hombres es necedad en comparación con la sabiduría de Dios. Para ello, nosotros herederos de la Reforma, debemos abrazar con convicción que Dios es el único sabio. Y que su Palabra es la sabiduría celestial que necesitamos para salvarnos y para vivir en este mundo.

            Para ellos, toda doctrina, toda filosofía, todo pensamiento estaba sujeto a la Palabra de Dios. Y que solo en obediencia a la Palabra de Dios es que seremos verdaderamente libres y felices. Ella es la guía suprema sobre qué debemos creer y observar para ser salvos y sobre cómo yo debo vivir, pensar, sentir, hablar.

            Pero hoy día, lamentablemente, eso no es así. Para muchos la Biblia no es la autoridad final sino la psicología, lo que hacen los ricos y famosos, lo que me llena de alegría. Hablar de que el cristiano tiene que vivir una vida de auto-negación, tomando la cruz diariamente es legalismo. Es querernos salvar por las obras. Se olvidan que fue Jesús mismo quien dijo esas palabras. Decir que es más correcto escoger leer la Biblia versus ver televisión o estar conectado a face-book es llamarnos fanáticos. Decir que asistir a la iglesia es uno de los más grandes privilegios y un deber sagrado. Y que ausentarse a la misma sin una razón justificada es pecado, para muchos es caer en una mentalidad sectaria. En cambio, Dios nos llama a vivir para El negándonos a nosotros mismos. Dando prioridad a su reino. Creyendo que lo que Dios dice es la única sabiduría que debemos seguir. Que obedecer su palabra es vida, es libertad y felicidad. 

                        b. la salvación por la sola gracia de Dios. Los reformadores, basados correctamente en la Palabra de Dios, nos enseñaron que es Dios quien nos salva. Nadie puede salvarse a sí mismo. Dios nos salva, no por algo bueno que hayamos hecho, ni porque hemos vivido una vida honesta y buena sin hacer daño a nadie; no por ser buenos padres o madres o hijos; ni por ser celosos de las cosas religiosas o espirituales somos salvos. La salvación no es algo que se gana. No la reciben los mejores del mundo. Cristo no vino a llamar a los justos sino a los pecadores a la salvación. Lo necio del mundo escogió Dios. Las rameras y los publicanos, es decir, las prostitutas y los pillos entraban primero al reino de los cielos que los mismos líderes religiosos. Por gracia sois salvos por medio de la fe.  

            Los reformadores también no enseñaron que la salvación que Dios obra en nosotros es salvación de la culpa del pecado y también del poder del pecado. Una fe estéril no es la fe que salva. Una fe que no cambia a la persona no es fe salvadora. Una persona que profesa ser cristiano sin dar frutos de obediencia no es salva. La fe salvadora obra. Obra por el amor: amor a Dios y amor al prójimo.

            Cuando distinto es lo que se enseña hoy día. Hoy día se enseña que una persona puede ser salvo, aunque no dé frutos de arrepentimiento. Que la ley de Dios no tiene nada que ver con el evangelio de la gracia. Esa no es la senda antigua.

                        c. la doctrina bíblica de la iglesia. Los reformadores nos enseñaron que la iglesia son los elegidos que han sido, son y serán reunidos en uno bajo Cristo Jesús. Y que esa iglesia invisible se hace visible por medio de la profesión de fe en conjunto con sus hijos. Que una persona puede estar en la iglesia sin ser de la iglesia. Que muchos de los miembros de la iglesia no se salvarán porque la iglesia no salva sino Cristo.

            También nos enseñaron que nadie puede salvarse, normalmente, separado de la iglesia visible. Que nadie puede crecer correctamente separados de la iglesia. Que nos hacemos daño a nosotros mismos y a nuestras familias cuando no estamos comprometidos con la iglesia local. Que quedarse en la casa orando no es un sustituto. Y que demuestra la debilidad espiritual en que se encuentra esa persona. Claro está a menos que haya una razón justificada.

            Y que la iglesia visible profesa la verdadera religión junto con sus hijos. Y esto implica conocer la verdadera religión, creerla, vivirla y enseñársela a nuestros hijos de palabra y de modelaje. Y esa profesión lo es hasta que la muerte nos llegue. El creyente jamás deja de profesar su fe con lo que hace y con lo que deja de hacer.

            Y esto implica separarnos del mundo. No del mundo físico porque ha sido creado por Dios, pero sí de la filosofía del mundo. No porque todo el mundo lo hace yo lo debo hacer ni está correcto. Lamentablemente, muchos en la Iglesia de Cristo siguen las prácticas del mundo.

                        d. la correcta adoración. Los reformadores nos enseñaron cuál es la correcta forma de adorar a Dios. No es por medio de imágenes sea de Jesús, el Espíritu Santo, ni debemos usar ninguna imagen de Dios en la adoración ni como ayuda en la enseñanza de la iglesia. Y que lo que se hace en la adoración se hace para que Dios reciba toda la gloria. Era una adoración centrada en Dios y no en los hombres: sean estos mujeres, hombres o niños.

            Pero hoy día la adoración se centra en el hombre. En algunos sitios es un verdadero espectáculo. Donde lo importante es cómo agradar a las visitas y no cómo agradar a Dios. En la iglesia católica la misa es el centro de la adoración. En las iglesias de la Reforma lo era el púlpito, la predicación y enseñanza de la Palabra de Dios. Hoy día lo es la música, las danzas, las pantomimas, en otras palabras, el teatro.

            Debemos regresar a los principios bíblicos de la verdadera adoración. Dios es el centro de la adoración. Y El merece ser adorado con toda la reverencia y seriedad en un espíritu alegre y únicamente según Él ha ordenado en su Palabra.   

III. El beneficio de nuestra elección

            1. “hallaréis descanso para vuestra alma”.  

                        a. paz con Dios. Solo el creyente goza de paz con Dios. ¿Por qué? Porque ha sido reconciliado con Dios. Antes de ser creyentes éramos enemigos de Dios. Éramos lo ammi, no pueblo de Dios. Pero por la fe en el sacrificio expiatorio de Jesús hemos sido reconciliados. Hemos sido adoptados a la familia de Dios. Hay paz entre nosotros.

            Pero esa paz, fruto de la justificación, nos da derecho a una paz en el interior. Y esa paz se incrementa según nuestra vida se conforma a Cristo. Solo en obediencia a Dios esa paz interior se fortalece por medio de la obra del Espíritu Santo.

                        b. seguridad del amor de Dios. Los creyentes gozan de la seguridad del amor de Dios. Nada nos podrá separar del amor de Dios en Cristo Jesús.

                        c. gozo en el Espíritu Santo. Uno de los frutos del Espíritu Santo es el gozo. Pero ese fruto el Espíritu Santo lo produce en conjunto con la comunión con Cristo. Es por medio de la fe en Jesús, en su suficiencia, en su amor y gracia y seguridad de salvación que nuestro gozo incrementa.

                        d. herencia entre los santificados. Los que reciben la Palabra de Dios son los que heredan las mansiones celestiales. Solo los santos heredan los cielos. Buscad la paz y la santidad sin la cual nadie verá al Señor.

IV. Una mala elección

            Dios les dio la oportunidad de escoger el buen camino. ¿Y cuál fue su respuesta? “Mas dijeron: No andaremos.” ¿Qué significa esa respuesta?

            1. no arrepintieron. Pero, aunque Dios le dio una elección al pueblo de Dios en a AT ellos escogieron no andar en sus caminos. Es decir, no se arrepintieron de sus pecados. Por eso vino sobre ellos gran destrucción. Esto es importante. ¿Sabes por qué? Porque…

                        a. no andar en el buen camino es andar en el mal camino. No hay camino neutral. O estamos con Dios o estamos con el diablo. No hay punto medio. O abrazamos las sendas antiguas o las rechazamos y andamos por el camino del error. Y como consecuencia…

                        b. no hay paz para ellos. Solo hay paz en la verdad y en obediencia a esa verdad. Hay muchos en la iglesia de Cristo que sufren enormemente. Algunos de ellos porque no hay seguido las sendas antiguas. No han vivido en fe en Dios ni en obediencia a Él. No han creído en sus promesas. Han sido selectivos en cómo negarse a sí mismo. Han querido ser sus propios maestros, sus propios pastores. Y no han encontrado paz. Llegarán al reino de los cielos, pero con la espalda pela. La paz que Cristo prometió y que comenzamos a disfrutar en esta vida no la disfrutaron por ser sabios en su propia opinión.

            Dios es un Dios de misericordia. Él nos llama a buscar y escoger el buen camino, la sendas antiguas. Si no lo hemos escogido antes todavía hay tiempo. Arrepiéntete y ordena tus caminos.

            Debemos aprender del pasado y corregir nuestros caminos. Debemos abrazar la Fe de la Reforma con plena convicción, con todo el corazón y vivir el evangelio no satisfaciendo los deseos de la carne. Viviendo bajo la autoridad de la Palabra. Tomando a Jesús como nuestra salvación del pecado y de nosotros mismos. Nunca es tarde para aprender. Nunca es tarde para corregir. Solo así tendremos paz.

 

 

 

El 31 de octubre de 2017 se conmemoran los 500 años de la Reforma Protestante iniciada por Martín Lutero. Esta celebración es significativa. Lo es, porque en los últimos 167 años hemos visto un abandono de la teología de la Reforma. La teología de la Reforma era una centrada en Dios basada exclusivamente en la Palabra de Dios. La meta del creyente era vivir para la gloria de Dios en todas las áreas de la vida, negándose a sí mismos y tomando la cruz.  Hoy día tenemos una teología centrada en el hombre basada en una religiosidad terapéutica: Dios desea y busca que estés feliz en todo momento. Todo lo que te cause angustia y dificultad no es bueno para ti. Sigue los deseos de tu corazón.

             ¿Cuánto de esa mentalidad es parte de ti hoy día? ¿Cuánto nosotros hemos absorbido de esa teología? ¿Qué debemos hacer? ¿Debemos seguir viviendo de esa manera o viviremos según aprendimos de nuestros padres espirituales los reformadores el camino que le agrada a Dios?

            Esas mismas preguntas le hizo Dios al pueblo de Judá. Dios les puso en sus manos su responsabilidad ante El. Ustedes son responsables de sus decisiones. Y Dios les dice lo que deben hacer. Deben escoger andar en las sendas antiguas. Esa es nuestra misma responsabilidad como pueblo de somos. ¿Qué debes hacer? ¿Cuál es la correcta elección? ¿Cuál es la naturaleza de una elección correcta de nuestra parte?

 

 

 

 

 

Yo me imagino que tú te puedes identificar conmigo cuando digo que muchas de las cosas antiguas eran hechas con mejor calidad de lo que tenemos hoy día. Por ejemplo, las baterías de los relojes duraban antes 4 años, hoy día duran un año y medio o a lo más dos. Las sillas eran más duraderas. Incluso los radios y los televisores duraban mucho más de lo que duran hoy día. Muchas de las cosas de antes, las cosas antiguas eran hechas con más dedicación, con miras a que duraran mucho. Mientras que hoy día la meta no es hacer que algo dure sino hacer que algo dure menos para que tengas que volver a comprarlo de nuevo.

            Hay algo en la antigüedad que le da un sabor distinto y mejor. Se habla de que el vino añejo es el mejor. Y que hay algunas cosas que saben mejor después de un tiempo que al mismo momento en que fueron creadas. Hay un cierto valor especial en las cosas antiguas, sobre todo si estas cosas son buenas.

            En una forma similar Dios le habla al pueblo de Dios en este pasaje de Jeremías. Él les llama a mirar al pasado. No mirar el pasado por ser pasado sino las cosas buenas del pasado. Por aquellas que ellos conocían y que les iba a llevar por el camino recto. Ellos deben escoger ese camino. Pero ellos deben escogerlo por sí mismo. Pero, así como existe la verdad existe la mentira. Hay un camino bueno y un camino malo. ¿Cuál vas a escoger? Dios nos llama hoy día a hacer una elección. ¿Cuál camino vas a elegir? ¿Cuál va a ser tu elección?