Juan 3:16 “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”
Este versículo bíblico es uno de los versículos más citados de la Biblia. Y esto con mucha razón, porque en este versículo está contenido el mensaje del evangelio. Es más podemos decir que tenemos en este versículo el resumen del mensaje de toda la Biblia. Por eso Martín Lutero lo llamaba: La Biblia en miniatura.
De qué nos habla este versículo, nos habla de por los menos de tres cosas medulares: nos habla del Gran Amor del Padre, nos habla del Gran Regalo del Padre y de la Gran Salvación que obtenemos del Padre. Veamos cada uno de estos tres puntos.
I. El Gran Amor del Padre
Fíjate cómo dice el versículo bíblico “Porque de tal manera amó Dios al mundo”. Generalmente hablamos mucho acerca de Jesús. Y en muchos lugares se habla mucho acerca del Espíritu Santo. Pero aquí Juan nos habla acerca del Padre. Cuando nos dice que Dios amó, ese Dios se refiere a la persona del Padre. Y nos dice por lo menos dos cosas:
(1) nos habla acerca del mundo. ¿Qué es el mundo? A la luz de todo el evangelio de Juan el mundo es la humanidad, los seres humanos. Pero no solo los seres humanos sino la humanidad en rebelión contra Dios. Todos los seres humanos desde nacimiento viven en rebeldía contra Dios. El apóstol Pablo le dijo a la iglesia de los efesios lo que eran ellos y lo son todos los seres humanos desde nacimiento. En Efesios 2:3 “éramos por naturaleza hijos de ira”. Fíjate que dice: por naturaleza, no por imitación y ejemplo, no por el ambiente, sino por naturaleza, desde el mismo nacimiento, somos hijos de ira. Herederos de la ira de Dios. Los seres humanos nacemos en rebelión contra Dios. No queremos que Dios reine sobre nosotros. Ni queremos recibir a Jesús como el Rey y Salvador nuestro. Por eso el apóstol Juan dice, desde el mismo comienzo de su evangelio, en Juan 1:11 “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.” Si miramos las portadas de los periódicos de Puerto Rico qué leemos: robos, asesinatos, violaciones, mentiras, engaños, bullyings, corrupción, egoismo, materialismo, adulterio, fornicaciones, odio, envidia, etc. Este es un retrato de la humanidad. Es un retrato de nosotros. Es un retrato de nosotros porque todos nosotros somos pecadores. Y el pecado no es otra cosa que rebelión contra Dios. Todos somos rebeldes ante Dios porque todos somos pecadores.
Cuando le trajeron a Jesús a la mujer adúltera, qué fue lo que Jesús dijo a los que la trajeron en Juan 8:7 “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella.” Nadie en este mundo está sin pecados. Ni tú ni yo. Este mundo está perdido. Es de ese mundo que nos habla Juan en este pasaje de Juan 3:16. El mundo es la humanidad perdida, pecadora y rebelde contra Dios.
Pero el pasaje nos habla de algo más. Nos habla…
(2) del Gran Amor del Padre. “Porque de tal manera amó Dios”’. El énfasis del pasaje es el Gran Amor del Padre. ¡Cuán Grande es el Amor de Dios por la humanidad! Es increíble el pensar que Dios, quien es tres veces santo, pueda tener compasión con una humanidad terriblemente pecadora. Es incomprensible que Dios tenga la intensión de salvar a criminales, porque eso es lo que somos por naturaleza.
¿Qué decimos del que mata a su padre, madre, hijos, roba, asalta, viola, maldice, destruye, etc? ¿Qué decimos de esa persona? ¡Enciérrenlo y boten la llave! Pero Dios dice: yo tengo compasión de él, yo le voy a mostrar mi misericordia. Yo le voy a dar el regalo más grande que alguien puede recibir en esta tierra.
El amor de Dios es incomprensible, no lo podemos entender plenamente. ¿Cómo es posible que Dios desee salvar a una humanidad rebelde? ¿Cómo es posible que Dios quiera redimir a aquellos que no merecen nada excepto la condenación? Pero el amor de Dios supera el obstáculo del pecado. Podemos decir que el pecado es algo grande, pero más grande es el amor de Dios. El pecado destruye pero el amor de Dios construye. El pecado deshumaniza pero el amor de Dios nos hace verdaderos seres humanos. El pecado mata pero Dios da vida. ¡Cuán grande es el amor de Dios!
Por eso nos dice Juan “Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado”. El Amor de Dios es tan inmenso que El provee, El provee, un camino para salvar a la humanidad perdida por sus pecados. Y ese camino es el...
II. El Gran Regalo del Padre
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda”. Con respecto al regalo del Padre podemos ver por lo menos tres cosas:
(1) Jesús es el Gran Regalo del Padre. El Padre nos dio a nada más ni nada menos que a su propio Hijo, a su Hijo unigénito. Fíjate que el énfasis es “de tal manera”. Su Amor es tan Grande, tan inmenso, que El no puede dar sino lo mejor de El, a su Hijo unigénito. Cuando el amor es grande uno da lo mejor. El Padre nos dio a su Hijo, el Regalo más Grande que puede existir. Dios es perfecto, por tanto su regalo es perfecto: Jesús es Dios y por tanto perfecto. Dios es santo, por tanto su regalo es santo: Jesús jamás pecó ni podía pecar. Dios es infinito, por tanto su regalo el cual es Jesús, ofreció un sacrificio de poder infinito para salvar a los pecadores.
Jesús es el Gran Regalo del Padre. ¿Por qué lo es? Porque con El hay salvación y sin El hay condenación.
Eso es lo segundo que vemos aquí.
(2) Fe en Jesús libra de la condenación. El pecado trae condenación. Eso está incluido en el paquete. No nos gusta que esté incluido en el paquete, pero así es. La paga del pecado es muerte. No nos gusta eso, pero está incluido allí. Dios odia el pecado y condenará a los que persisten en vivir en pecado. Eso es lo que Dios mismo dice en su Palabra. Como dice el Salmo 5:5-6 “Los insensatos no estarán delante de tus ojos; Aborreces a todos los que hacen iniquidad. Destruirás a los que hablan mentira; Al hombre sanguinario y engañador abominará Jehová”.
Pero la fe en Jesús libra de la condenación. ¿Por qué? Nos contesta Pablo de Roamnos 1:16 “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego”. Fe en Jesús salva, nos libra de la condenación. ¿Sabes cómo? Porque sola la fe nos une a Cristo quien con su muerte, su sacrificio en la cruz paga la deuda ante Dios de todos los que creen en El. El pecado nos hace deudores ante Dios. Pero la “moneda” que paga la deuda es la muerte de Cristo a los que creen en El.
Por eso el Amor de Dios es tan Grande que nos dio a su Hijo unigénito para que todo aquel que en El cree no se pierda. Los que creen en El no se pierden pero los que no creen en El se pierden, es decir, serán condenados. Y el Padre dice que esa salvación solo se encuentra en su Hijo. Por eso dice Hechos 4:11-12 “Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” Fe en Jesús libra de la condenación producto del pecado. Los milagros de Jesús provaban que eso era cierto. Por eso dice Lucas 5:24 “Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa.” Fe en Jesús libra de la condenación producto del pecado.
Pero esa fe en Jesús no es cualquier cosa. No es levantar la mano y decir: yo creo en Jesús como mi Salvador personal. La fe en Jesús, la que salva, no es una fe cualquiera. Es una fe que salva. Es una fe que transforma, que cambia a la persona en otra persona. Una fe en Cristo que deja a la persona igual no es fe que salva. La fe que salva no viene sola. Es acompañada por un cambio de vida, un cambio de carácter, un cambio de mentalidad hacia el pecado, una sensibilidad hacia el pecado (con un deseo y lucha contra el pecado), un corazón obediente a la Palabra de Dios, un amor y respeto por el prójimo (sea niño, adulto, joven, rico, pobre, lindo o no), un amor por la Iglesia, un deseo de servir en la misma, una boca que busca hablar verdad, solo la verdad y nada que no sea la verdad en amor. Y sobre todo una fe que recibe a Jesús como su Salvador, Amigo y Rey.
Juan 3:16 nos enseña algo más acerca de lo que el Padre hace por nosotros. Y no habla arca de…
III. La Gran Salvación que da el Padre
“Para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” El Gran Amor del Padre por la humanidad le llevó a dar el Gran Regalo que es Jesús. Y el Gran Regalo que da el Padre es salvación y vida eterna por medio de Jesús. Dos cosas podemos ver aquí.
(1) la salvación que el Padre nos da por medio de Jesús es vida. A todos nos gusta la vida. Y no solo eso, nos gusta el vivir. Y Juan nos dice que este vivir solo se encuentra en la fe de Jesús. Jesús es la vida. Tener a Jesús es vivir. Sin Jesús tenemos muerte y el resultado la condenación.
Pero la fe en Jesús nos da verdadera vida, nos lleva a vivir la vida plena. Jesús dijo en Juan 10:10 “yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.” La vida que Jesús se refiere es vida plena, feliz, alegre, satisfaciente en comunión con Dios. Es disfrutar de Dios y a Dios en las cosas que El nos da en la vida. Es disfrutar de adorar a Dios, de estudiar su Palabra, de hablar con El por medio de la oración. Pero es algo más. Es vivir esta vida y disfrutar de las cosas que Dios nos da en comunión con El. Es darle gracias por el pan, por los hijos, por la libertad, por la playa, por la familia, por la Iglesia, por todo. Es vivir la vida bajo la seguridad de su amor y su cuidado de mí y los míos. Es vivir bajo la paz y la alegría que solo Dios da aun en medio de los problemas, aflicciones de la vida. Es vida plena.
(2) la vida que nos da es eterna. El disfrute de esa vida, que obtenemos por la fe en Cristo, es por toda la eternidad. El vivir natural es temporero. Pero el vivir que Dios da es vivir en el disfrute de El desde hoy hasta la eternidad sin fin. Así como la condenación será sin fin, la salvación es vida plena, abundante, sin fin.
Cierre:
Jesús no solo es el Salvador si no también Amigo de los que le reciben como Salvador del pecado. Siendo Jesús el Gran Regalo del Padre, producto de su Gran Amor por la humanidad, es con El con quien podemos contar para todo. El no solo nos salva, El se une a nosotros. El mora dentro de nosotros por el Espíritu Santo. Con El podemos conversar. Pero conversar no solo con alguien que me escucha sino con alguien que me entiende como nadie puede en este mundo. Con alguien que es compasivo como ninguna persona. Con El puedo contar para todo problema, desición, temor, ansiedad, necesidad. Su gracia, su amor, su fortaleza es conocida por todo creyente. Entonces, ven a El. Conviértete de tus pecados a El. Renuncia a tu vida antigua de pecado e incredulidad y cree en el evangelio. Solo así tendrás perdón y vida eterna. El amor de Dios es tan grande que no hay pecado tan grande que El no pueda perdonar. Pero no hay perdón sin fe ni arrepentimiento. Ven a El y hallarás la vida y vida eterna.