Nuestro cuerpo es como la batería de un auto. La del auto tiene una serie de celdas que se cargan y ofrecen energía para que el auto prenda y se mantenga en función. Si la batería se cruza o se descarga nos quedaremos a pie. Nuestro cuerpo está compuesto de células que también tienen cargas electromagnéticas. Cuando están no funcionan bien nos enfermamos.
Un investigador experimentado en BiomagScience explica: “El cuerpo es una batería humana compuesto de trillones de células que funcionan con energía eléctrica. Cuando la energía celular del cuerpo está baja, el metabolismo y las funciones inmunológicas dejan de operar correctamente. “Cargar” el cuerpo mediante una terapia adecuada ha demostrado que ayuda al cuerpo a volver a funcionar metabólicamente bien. Se ha comprobado que suplementar energía al cuerpo no solo ayuda a mantener una alta carga celular sino a aumentar el “bajo voltaje” de una persona que está enferma y atascada por su pobre energía.”
Hoy día nuestros cuerpos están siendo atacados por los campos magnéticos que producen las comunicaciones inalámbricas de los teléfonos celulares, la internet inalámbrica, las torres de microondas, los satélites, los electrodomésticos, las líneas de alto voltaje, y tantos otros campos magnéticos que existen en el mundo moderno.
Lo triste es que se convierten en enemigos invisibles de nuestra salud. Se ha demostrado que estos campos electromagnéticos debilitan y provocan la perdida de vitalidad en las células de nuestros cuerpos, provocan la pérdida de comunicación intracelular, la pérdida de sensibilidad de las membranas, incrementan los tumores cerebrales, y se estudia su posible relación con los crecientes casos de autismo, alergias y desórdenes del sistema inmunológico.
En resumen, la tecnología moderna emana una radiación que enferma a la gente mediante un deterioro de la energía en las células. Muchas enfermedades son producidas por la desorientación de las células debilitas por un campo magnético tecnológico o no natural.
Existen unos aditamentos en el mercado que ayudan a reducir o eliminar hasta sobre un 90% la radiación de los teléfonos celulares sobre el cerebro, pero ¿qué hacemos con el resto de las millones de frecuencias magnéticas que inevitablemente están sobre nosotros en el ambiente? Ni en las cabinas de los aviones nos podemos escapar de ellas.
Una de las formas preventivas y remediativas con que podemos contrarrestar el efecto de los inevitables campos magnéticos que produce la tecnología moderna está en la magnetoterapia (terapia de imanes). Hay que comenzar bebiendo agua magnetizada. Esto se logra pegando el lado negativo del imán (pintado de verde o azul) al vaso o la jarra de agua. En pocas hora estará lista para tomar. Esta agua magnetizada orientará correctamente la dirección energética de las células alterada por los campos magnéticos a que estemos expuesto. El agua magnetizada ayudará a incrementar el voltaje celular del cuerpo.
Además de tomar agua magnetizada como su agua habitual, se debe aplicar la siguiente terapia diurna de imanes varias veces en semana. Se colocan cuatro imanes tipo dominó de la siguiente manera: uno con el lado positivo (rojo) pegado a la palma de la mano derecha, uno con el lado negativo (verde) pegado a la mano izquierda, uno con el lado negativo (verde) pegado a la planta del pie derecho y uno con el lado positivo (rojo) pegado a la planta del pie izquierdo simultáneamente por entre 15 a 30 minutos.
Esta terapia de circuitos corporales, no solamente le ayudará a contrarrestar el efecto dañino de las ondas o frecuencias electromagnéticas ambientales sino que le ayudará a poner su cuerpo en condiciones energéticas para sanarse de muchas otros condiciones.
Tener imanes en su casa es tener acceso a un médico y una medicina cuando lo necesite y a un bajo costo, que se paga una sola vez en la vida. (Para más información visite BiomagScience.net)