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Sermón: Mateo 11:12 Sólo los violentos arrebatan el reino de los cielos

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Mateo 11:12 “Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan.”

 

Uno de los grandes problemas que enfrenta la iglesia de Cristo del siglo 21 lo es su desconocimiento de lo que es el evangelio. La iglesia moderna carece de un conocimiento completo acerca de la biblia, las doctrinas cristianas, la forma correcta de adorar a Dios.  Y lo triste del caso es que carece de un claro entendimiento de lo que es el evangelio y la verdadera naturaleza de la conversión. Carece de un claro entendimiento acerca de las marcas distintivas de un verdadero cristiano.  No entiende lo que es la fe salvadora y las marcas distintivas de lo que es la fe salvadora. Así que en comparación con otras épocas del cristianismo, la iglesia de Cristo hoy día es una iglesia que necesita mucho, pero mucho que aprender de la biblia y de la teología cristiana.

            Este versículo que tenemos delante de nosotros es uno que trata acerca de la naturaleza de la fe salvadora. Y con respecto a esto tenemos que decir algo muy importante: no toda fe en Cristo es fe salvadora. Una persona puede creer en Cristo y aún así ir para el infierno. No sé si me sigues. Una persona puede creer en Cristo, saber todo lo relacionado a la vida y misión de Jesús, puede incluso explicar correctamente la doctrina de la Trinidad y explicar perfectamente la unión hipostática de la naturaleza humana de Jesús con su naturaleza divina y explicar correctamente cómo uno se salva y aún así perderse por toda la eternidad. ¿Por qué? Porque aunque sabe mucho acerca de Cristo Jesús no ha conocido a Cristo de una manera salvadora. Por eso decimos: no toda fe en Cristo es una fe salvadora.

Pero entonces se levanta una pregunta, ¿Cuáles son las características de poseer una fe salvadora? Nuestro pasaje nos dice cuáles son dichas características. O por lo menos nos dice de una característica fundamental de la fe salvadora. ¿Cuál es? Ya mismo lo explicaremos.

            Ahora bien, Jesús mismo lo enseñó cuando dijo en Mateo 7:22No todo el que dice Señor, Señor entrará en el reino de los cielos sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”. Jesús mismo nos dice que invocar su nombre de una manera afectiva: Señor, Señor, no es suficiente para clasificar como fe salvadora. La fe salvadora, dice Jesús, tiene que ir acompañada de obediencia. Jesús dice quién entrará en el reino de los cielos, es decir, quién se salvará “el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”. Repito: la fe salvadora, dice Jesús, no digo yo, tiene que ir acompañada de obediencia. De eso trata el sermón de hoy.

No todo el que se sienta en la iglesia a escuchar el mensaje predicado es nacido de nuevo. Porque sólo los que han nacido del agua y del Espíritu estos son los que han nacido de nuevo. No todos los que se hacen miembros de la iglesia de Cristo son necesariamente miembros de Cristo. Sólo los regenerados son los verdaderos miembros de Cristo. Y no todo el que por años persevera en una iglesia, leyendo la Biblia, orando y ayunando es necesariamente un hijo de Dios.

            Oh hermanos y amigos esto es muy importante. Y nos debe llevar a cada uno de nosotros a meditar y preguntarnos si realmente poseemos la fe salvadora. Cada uno de nosotros debe auto-examinarse para ver si está en la fe. Y este auto-examen es necesario y saludable tanto para el ceryente verdadero como para el que cree que es creyente cuando realmente no lo es.

            Jesús mismo nos dice quiénes son los que heredan el reino de los cielos. Y estos son los violentos.

            Miremos lo que nos dice Jesús: “Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia”. Juan el Bautista fue quien comenzó a predicar el evangelio de Jesucristo llamando al pueblo a preparar su vida para la llegada del Mesías. El evangelio que antes había sido prometido ahora hizo su entrada por medio de la predicación de Juan el Bautista. Y desde esos momentos el reino de los cielos o los cielos mismos, donde mora Dios, sufre violencia. Muchos se apresuraban y se esforzaban para entrar en él. Lo vemos cuando Juan el Bautista comenzó a predicar el bautismo de arrepentimiento cómo las multitudes venían a su bautismo. Dice Marcos 1:5 “Y salían a él toda la provincia de Judea, y todos los de Jerusalén; y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados.” Lo mismo ocurría con la predicación de Jesús en los años de su popularidad. En esos tiempos vemos cómo las multitudes le buscaban. Las casas estaban llenas de gente que si alguien quería ver a Jesús le era casi imposible entrar. Incluso los amigos de un paralítico tuvieron que hacer una abertura en el techo para poder lograr que Jesús lo viera y lo sanara. Lo vemos en las multitudes que fueron por él alimentadas: la alimentación de los 5 mil y la alimentación de los 4 mil.  En otras palabras, la idea es que desde que Juan comenzó a predicar que el Mesías había llegado y que El vino a traer salvación y juicio, multitudes corrían con ímpetu y fuerza por entrar en el reino de los cielos, para alcanzar la salvación. Esa es la naturaleza de la fe salvadora. Aquél que posee la fe salvadora se esforzará para llegar a los cielos. El reino de los cielos sufre violencia, muchos desean entrar a los cielos y alcanzar la salvación eterna. ¿Quién quiere ir al infierno? ¿Quién desea ser condenado y destruido en cuerpo y en alma por toda la eternidad? ¿A quién le gustaría ser atormentado de día y de noche por los siglos de los siglos sin fin? El infierno es un horno de fuego donde los que van allí son castigados perfectamente: quemados en cuerpo y en alma, sufriendo en inagotable agonía todos los días de su vida, por toda la eternidad, y sin la más mínima posibilidad de que su sufrimiento termine. ¡Qué cosa más horrible! ¿A quién le gustaría ir allí? Por eso muchos buscan entrar en el reino de los cielos. Pero muchos lo buscan equivocadamente. Muchos buscan ser salvos, no del pecado, sino del infierno. Muchos buscan ser salvos con sus pecados no de sus pecados. Quieren ser salvos viviendo en pecado. ¡Qué ignorantes son! Es más, ¡qué perversos son!

Pero Jesús nos dice quienes son los únicos que realmente llegan a los cielos. Jesús nos dice quiénes son los únicos que arrebatan el reino de los cielos. Y esos son los violentos. Sólo los violentos arrebatan el reino de los cielos. Así lo dice Jesús: “el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan”. Sólo los violentos lo arrebatan. El sustantivo violento en griego es “biastés” que significa: hombre esforzado o violento. Implica fuerza, vehemencia, dedicación.

Algunos comienzan la carrera pero cuando ven lo que implica se quitan de la misma. Muchos entran a la carrera con ideas equivocadas de lo que es ser cristiano. Entran bajo emociones equivocadas y cuando esas emociones desaparecen dejan de perseverar. Y algunos piensan que mostrar interés en las cosas de Dios es todo lo que se necesita para ser salvos. Pero Jesús nos dice que no es así. Solo los violentos, no dice los valientes, sino los que ofrecen violencia en las cosas de Dios heredan el reino de los cielos.

            Y te pregunto: ¿Eres tú violento para el reino de los cielos? ¿Te esfuerzas para entrar en él? Todo aquél que desea ser salvo debe ofrecer violencia para el reino de los cielos. ¿Por qué? Porque solo los violentos lo arrebatan. Sólo los violentos entran en el reino de los cielos. Sólo los violentos se salvan. Eso es lo que Jesús enseña. Fe sin obediencia a Dios es una fe muerta.

            Si tú deseas ver a Dios y recibir de El las palabras de Mateo 25:34:Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.” tienes que ser violento. Tienes que ofrecer y estar ofreciendo violencia para arrebatar el reino de los cielos.

            Ahora bien, quisiera hacer una aclaración antes de proseguir con la exposición. Quisiera aclarar lo que no es ser violento para el reino de los cielos. Y luego explicar cuál es la violencia santa que debemos ejercer para arrebatar el reino de los cielos.

            Veamos lo que no es ser violento para el reino de los cielos. Algunos piensan que ser violentos para el reino de los cielos es ser religioso. Piensan que después que yo vaya a la iglesia algunos días especiales durante el año: en Navidad, Viernes Santo, etc. eso es ofrecer violencia para entrar en el reino de los cielos. Eso es lo que debemos hacer para asegurar la entrada en los cielos. Hermanos, eso no es ofrecer violencia para entrar en los cielos. Eso es ser supersticioso. Dios no ordenó la celebración de tales días. La iglesia los celebra para conmemorar la vida y obra de Jesús y recordar los grandes hecho históricos que son el fundamento del evangelio. Pero, nadie es salvo por celebrar esos días. Es más uno puede ser salvo sin celebrar el día de la Navidad. Nadie se salva por obras religiosas. Somos salvos por la fe y no por obras. Pablo dijo: “Por gracia sois salvos por medio de la fe… no por obras para que nadie se gloríe”. Efesios 2:8-10. Pero aunque somos salvos por la fe, tenemos que entender que no somos salvos por cualquier clase de fe. La fe tiene que ser verdadera. Es decir, una fe que obra por el amor. Podemos comprar un pollo con diez dólares, pero no podemos comparlo con un billete falsificado. Por eso dijo el ministro puritano Elisha Coles: “La fe justifica a la persona, y las buenas obras justifican su fe”.

Otros piensan que ser violentos para alcanzar los cielos lo es el ser sinceros cualquiera que sea su fe. Piensan que después que uno sea sincero en lo que cree y humilde y servicial a los demás eso es lo que vale para ser salvos no importa lo que uno crea. Eso no es bíblico. Jesús no enseñó eso. Jesús dijo a la mujer Samaritana que los samaritanos están errados en su fe, ¿Por qué? Porque su fe no estaba basada en la verdad de la Escrituras. En Juan 4:22 “Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos.” Dios escogió al pueblo de Israel para ser los recipientes de la revelación de Dios. Y si ustedes no siguen dicha revelación no están adorando al Dios verdadero. Si te das cuenta la sinceridad de lo que uno cree no es suficiente para ser salvos. Debemos poseer la verdad.

Otros piensan que ser violentos para el reino de los cielos es hacer buenas obras para ganar los cielos. Si yo trabajo honradamente, no le hago mal a nadie, cuido a mis hijos y esposa tengo el cielo gano. Eso no es el evangelio de salvación. Nadie gana el cielo. La salvación no es por obras sino por la gracia de Dios. Es por creer en Cristo. Es por recibirle por fe como nuestro único Profeta, Sacerdote y Rey. Es por creer en Cristo y recibirle como Señor. Creyendo que sólo la sangre de Cristo es la única que nos puede limpiar de nuestros pecados. Como aquél único que nos puede reconciliar con Dios.

Lo interesante del caso es que muchos piensan que ni siquiera es necesario ser violentos o esforzarse para entrar en el reino de los cielos. Que todo esfuerzo es negar la salvación por la gracia de Dios y traer como se dice por la puerta trasera salvación por obras. Pero fue Jesús mismo quien dijo en Lucas 13:24 “Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán”. La palabra esforzaos en griego es [agonizomai (ἀγωνίζομαι)] (del castellano, agonizar), se puede traducir: luchar. Comentando sobre esta palabra dice el Diccionario Vine: “la idea es de luchar como en una competencia, forzando todos y cada uno de los nervios para alcanzar el objetivo”. NET: “La idea es la de ejercer el máximo esfuerzo”. Hermanos, solo los violentos heredan el reino de los cielos. Por tanto cada uno de nosotros debemos ofrecer violencia para entrar en el reino de los cielos.

            Veamos ahora, cuál es la violencia santa que debemos ejercer para arrebatar el reino de los cielos.

            En primer lugar, debemos ejercer violencia hacia la verdad. La verdad es únicamente lo que Dios dice que es la verdad. Pablo dijo en Romanos 3:4 “sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso”. Sólo Dios es veraz. Sólo Dios es el único que no miente. Sólo El tiene la verdad y habla la verdad. Y toda verdad que hablen los hombres es verdad porque procede de Dios. Y esa verdad se encuentra en la Biblia.  ¿Qué es la verdad? La verdad no es otra cosa que la Palabra de Dios, por eso es llamada la Palabra de Verdad en Efesios 1:13. Y la verdad es toda doctrina que se deriva de las Santas Escrituras. Así que debemos contender por la doctrina de la Trinidad, de la Creación, del pecado original, de la predestinación, de la justificación por la fe solamente, la santificación, la segunda venida de Cristo, etc. Debemos ser violentos por estas doctrinas que son esenciales al mensaje del evangelio.

Los que desean ser salvos deben ejercer violencia hacia la verdad. ¿Por qué? Porque Dios nos llama a contender por la verdad revelada. Judas 3 “Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos.” Judas nos dice que la verdad del evangelio está siendo atacada. Es atacada por aquellos que usan el evangelio no para agradar a Dios, viviendo en santidad, sino todo lo contrario. Algunos “convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo.” Y esto mismo pasa en nuestros tiempos. Algunos se jactan del amor de Dios. Y en vez de que este amor les motive a vivir una vida de agradecimiento a Dios y santidad, usan, erróneamente, la doctrina santa del amor de Dios para justificar su vivir en pecado. Como Dios es amor Dios me ama no importa que yo no le sirva. Dios me ama no importa si yo soy homosexual. Dios me ama y no importa si no soy miembro de ninguna iglesia. Dios me ama y no importa si hablo malo, me apropio ilegalmente de lo que no es mío. No importa si yo miento, si manipulo para conseguir las cosas, si yo asisto a la iglesia una vez al mes, etc. Por eso Judas le dice a toda la iglesia cristiana: “contiendan ardientemente por la fe que de una vez para siempre fue entregada a los santos.”

            ¿Por qué más debemos ser violentos por la verdad?  Porque somos salvos por medio de la verdad. Santiago 1:18 “Él, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.” Porque somos santificados por la verdad, Juan 17:17 “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.” Porque sólo la verdad nos hace discípulos de Cristo y verdaderamente libres. Juan 8:31-32 “Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.”

En segundo lugar, debemos ejercer violencia hacia nuestra salvación. Pablo dijo en Filipenses 2:12 “Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor,” ¿Qué quiere decir Pablo con ocupaos en vuestra salvación? El contexto nos da la respuesta: sigan siendo obedientes a Dios en humildad y sumisión. Ese es el contexto del pasaje. En los versículos anteriores Pablo les dijo a los Filipenses sean de un mismo sentir, hablen un mismo idioma en la iglesia, ámesen de una misma manera, haya armonía entre ustedes, sean humildes, nada hagan por vanagloria sino con humildad considerando los demás como superiores a ustedes mismos. Tengan el mismo espíritu que hubo en Jesús quien se humilló para nuestra salvación. Humíllense unos a otros, sírvanse unos a otros, así como Cristo vino a servir. Y así como habéis obedecido a mis palabras sigan obedeciendo mis palabras: V.12 “ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor”. Y lo repite de nuevo, V.14 “Haced todo sin murmuraciones y contiendas”.  No se coman por los rabos. Ese es el llamado. En otras palabras: trabajen con su corazón, luchen en el Espíritu con su soberbia, con su orgullo, con las actitudes pelioneras. Crezcan en humildad y respeto unos con otros. Debemos esforzarnos, debemos ser violentos con respecto a la santidad, eso es ocuparnos de nuestra salvación con temor y temblor.

            Hermanos, el ser violento con respecto a nuestra salvación, en arrebatar el reino de los cielos, implica por lo menos tres cosas. Implica en primer lugar una plena resolución de nuestra voluntad. Muchos no llegan a los cielos porque no tienen hambre de los cielos. Comienzan a buscar de las cosas de Dios pero se fatigan. Se cansan de ir a la iglesia, se cansan de leer la Biblia, se cansan de orar, se cansan de perseverar, se cansan de luchar contra su pecado, de vivir vidas rectas, de poner en práctica la santidad de vida que Dios demanda, en otras palabras, d negarse a sí mismo, tomar la cruz cada día y seguir a Jesús. Y se convierten en casi cristianos. Sólo los violentos arrebatan el reino de los cielos. Solamente los que tienen esa hambre de llegar a los cielos llegarán. Los que están dispuestos a seguir adelante no importa lo que se ponga en su medio. Están dispuestos a sufrir, a llorar, a aborrecer a padre, madre, hijo, dinero y aún su propia vida para ser dignos de ser discípulos de Cristo. Mateo 10:37-38 “El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; 38 y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí”.

            Implica también una plena resolución en nuestras emociones. Nuestras emociones prejuician nuestros planes. A veces sabemos lo que es correcto pero no lo amamos. Es por eso que debemos dirigir nuestras emociones por el camino correcto sujetándolas a la Palabra de Dios, sometiéndolas bajo el Señorío de Cristo para que ellas, bien informadas, acompañen la resolución de nuestra voluntad.

            Y por último implica una dedicación a esta empresa.  Los comerciantes exitosos son los que se entregan al comercio. Los cantantes exitosos son los que se entregan en cuerpo y alma a su carrera de cantantes. Los que heredan los cielos son los que se dan en cuerpo y alma para el reino de los cielos. Es por eso que Jesús hablando de la conversión dijo en Lucas 13:24 “Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán.” Ya vimos este pasaje. Pero no comentamos sobre algo importante. Dice Jesús que hay muchos que “procurarán entrar y no podrán entrar”. ¿Por qué no podrán? Jesús dice porque no se han esforzado. No es meramente procurar entrar sino esforzarse a entrar. La fe de ellos no ha sido acompañada con la obediencia violenta que evidencia que poseen la fe salvadora.

Sé violento, sé esforzado, agoniza, porque sólo los violentos arrebatan el reino de los cielos.  

Sermón: Salmo 97:1a Jehová reina

Salmo 97:1ª “Jehová reina; regocíjese la tierra”.

            Hemos visto que a la luz de la Biblia Dios es un Dios que actúa en base a un plan definido. Todo lo que sucede en este mundo ha sido hecho cierto y fijo por el plan divino. Vimos que en este plan Dios ha incluido no solo las buenas acciones de sus hijos sino también los actos pecaminoso de los seres humanos.  Lo vimos claramente en el hecho de la muerte de Cristo. Él fue entregado a morir en la cruz del Calvario según nos dice el evangelista Lucas en Hechos 2:23 “por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios”. Su muerte no ocurrió por la casualidad. La redención de la humanidad no quedó en las manos de la posibilidad. Dios se encargó que esta fuera cierta y se aseguró decretando que ocurriría según El la planificó. Pero esa muerte vil, que es la salvación del mundo, es llevada a cabo de tal manera que Dios no es el autor del pecado ni la voluntad de la criatura es forzada o eliminada. Lo sabemos por el hecho de que Lucas nos dice que Jesús fue entregado a la muerte “por manos de inicuos, crucificándole”. El que ocurriera la muerte de Cristo fue por causa del plan de Dios. Pero el que fuera crucificado fue hecho por los pecadores que odiaban a Cristo. Dios actúa en base a un plan predeterminado, fundado desde antes de la fundación del mundo, es decir, desde la eternidad.

            Ahora bien ¿Cuáles son las implicaciones prácticas de la doctrina de los decretos divinos?

I. Reconocer que Jehová reina

            Hermanos y amigos la doctrina bíblica de los decretos nos debe ayudar a ver este mundo desde otra perspectiva. Ver las cosas que suceden en este mundo desde la perspectiva cristiana teocéntrica.

            Es Jehová quien reina en este mundo. Este es el testimonio de toda la Escritura. Como dice el Salmo 93:1-2 “Jehová reina; se vistió de magnificencia; Jehová se vistió, se ciñó de poder. Afirmó también el mundo, y no se moverá. 2 Firme es tu trono desde entonces; Tú eres eternamente.” Y nosotros como cristianos tenemos que decirle a todo el mundo que esto es así. Dios no ha renunciado al gobierno de este mundo. Pero las filosofía secular y la mentalidad del mundo nos quieren hacer pensar que es así. Nosotros como creyentes no podemos permitir que el mundo domine nuestra forma de pensar y cómo deben ser interpretadas las cosas.

            ¿Qué implica el hecho de que Jehová reina en este mundo?

1. Que El reina y gobierna por encima de las famosas leyes de la naturaleza. Sí, hablamos de la ley de la gravedad, del ciclo de la evaporación, de las leyes de la termodinámica. Pero todo esto descubierto por los científico no son otra cosa que leyes establecidas por Dios mismo. Y El se Rey sobre ellas. El Dios de la naturaleza está por encima de las leyes de la naturaleza. Lo vemos claramente en los milagros que Dios hizo en el AT: la creación del universo, del ser humano, del diluvio universal, de las plagas de Egipto, los milagros de Jesús y sus apóstoles. Este mundo en última instancia no es gobernado por estas leyes impersonales sino por El Dios personal Jehová de los ejércitos. El sana, el hace milagros, El oye la oración e interviene en las vidas nuestras. El muda los tiempos y aún el viento y la lluvia le obedecen.

2. Que el destino no existe. Ningún cristiano debe hablar acerca del destino. No existe el destino en un mundo gobernado y dirigido por Dios. No hablamos de un destino sino de una predestinación. No es lo mismo ni se escribe igual. La diferencia lo es entre una máquina y un ser personal. La máquina actúa según fue programada. No tiene sentimientos, no tiene propósitos, solo hacer para lo que fue programada. En la predestinación de todas las cosas es Dios quien planifica todo. Y Él es un ser personal: El piensa, siente, tiene propósitos, etc. Este mundo no es gobernado por el destino ciego sino por el Dios mismo.

3. Entonces no debemos buscar conocer la voluntad de Dios por ningún otro medio que no sea su Santa Palabra. No es propio de un cristiano leer el horóscopo, consultar los médiums, etc. Ni pensar yo sé que eso no es cierto lo de los horóscopos pero lo hago para entretenerme. Ni es correcto a la luz de la Biblia crear un horóscopo cristiano como una estudiante mía me dijo que iba a hacer. Las estrellas no dirigen este mundo. Ni la Luna, ni los signos del zodíaco. Ni debemos buscar la dirección de nuestras vidas en estas cosas. Dios les prohibió al pueblo de Israel el consultar con estas cosas. Deuteronomio 18:9-15 “Cuando entres a la tierra que Jehová tu Dios te da, no aprenderás a hacer según las abominaciones de aquellas naciones. 10 No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, 11 ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. 12 Porque es abominación para con Jehová cualquiera que hace estas cosas, y por estas abominaciones Jehová tu Dios echa estas naciones de delante de ti. 13 Perfecto serás delante de Jehová tu Dios. 4 Porque estas naciones que vas a heredar, a agoreros y a adivinos oyen; mas a ti no te ha permitido esto Jehová tu Dios. 15 Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis”. Ese profeta es Cristo Jesús. Y las palabras de ese profeta son la Escrituras del AT y NT, la Biblia que tienes en tus manos.

4. Ni la práctica del “Feng shui” es propia de un cristiano. ¿Sabes lo que es el “Feng shui? Es una filosofía china que postula el “uso de las fuerzas de la energía para armonizar al individuo con el ambiente que les rodea”. En una de sus formas enseña que hay que acomodar los muebles en la casa de tal manera que fluya la energía buena que hay allí. Hermanos, tal forma de paganismo tan común hoy día no debe pasar por nuestras mentes.

5. Ni tampoco es propio hablar que tengas suerte. O una forma cristianizada que he oído: suerte a Dios. La suerte no existe en el sentido correcto de la palabra. El futuro es desconocido para nosotros pero no para Dios. El decreto de Dios incluye que las acciones libres serán libres, las acciones que dependen de otras para que se hagan ocurrirán así y las cosas que son necesarias será necesarias. Pero todo esto está bajo el control y dirección soberana de Dios. Claro está la palabra suerte no es en sí misma errónea. Es usaba en la Biblia en Proverbios 16:33 “La suerte se echa en el regazo;
Mas de Jehová es la decisión de ella.”
El echar todos nuestros nombres en una bolsa y sacar quien es el que se llevará el carro lujoso Mercedes Benz podrá ser llamado echar suertes pero el resultado no es dejado a la suerte o al azar sino a la voluntad de Dios: “Mas de Jehová es la decisión de ella.”

            Si esto es así entonces no debemos olvidar que no es meramente Dios quien reina sino Jehová. ¿Cuál es la diferencia? La diferencia es lo que significa e implica el nombre Jehová para nosotros.

            Miremos Éxodos 3:1-14 “Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios. 2 Y se le apareció el Angel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía. 3 Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema. 4 Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. 5 Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es. 6 Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios. 7 Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias, 8 y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel, a los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo. 9 El clamor, pues, de los hijos de Israel ha venido delante de mí, y también he visto la opresión con que los egipcios los oprimen. 10 Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel. 11 Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel? 12 Y él respondió: Ve, porque yo estaré contigo; y esto te será por señal de que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte. 13 Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? 14 Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros.” El Dios verdadero no es meramente Dios sino Jehová, el Dios del pacto. Según este pasaje nos dice varias características de Jehová:

            1. Él es santo y El con su presencia santifica o consagra la tierra. Por eso Moisés tenía que quitarse el calzado de sus pies.

            2. El es fiel a sus promesas por que El es el “Dios de Abraham, Isaac y de Jacob”. El cumple su pacto con su pueblo. El es su Dios y ellos son sus hijos para siempre. Nunca olvidados por Dios aunque hayan muerto.

            3. El conoce nuestra aflicción, se compadece y actúa a nuestro favor. “He visto la aflicción de mi pueblo”, “he oído su clamor”, “he conocido sus angustias”, “y he descendido para librarlos”.

            Ese es el Dios que reina en este mundo. Y si esto es así y lo creemos porque El lo ha revelado así, entonces demanda una respuesta razonable ante este Dios quien cumple su pacto, sus promesas para con su pueblo.  ¿Cuál es?

II. Vivir en alegría

            “Regocíjese la tierra”. Fíjate que es un llamado a que toda la creación se regocije. Todo lo creado debe alegrarse de que Jehová reina. Las aves y los animales porque reciben de Dios su ración diaria. Salmo 104. La tierra porque es El quien la hace germinar. Y nosotros los cristianos más que ninguna persona debemos vivir vidas alegres. ¿Sabes por qué? Porque nuestro Dios reina. Nada pasa en este mundo fuera de su control soberano. No hay enfermedad, aflicción, problema, crisis económica, injusticia que no esté bajo su control y que El no pueda anular o desviar para el bien de sus hijos.

            En última instancia fue Dios quien llevó a José a Egipto y no sus hermanos. Y Dios lo hizo con un propósito salvador en mente. Mira Génesis 45:5-8 “5 Ahora, pues, no os entristezcáis, ni os pese de haberme vendido acá; porque para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros. 6 Pues ya ha habido dos años de hambre en medio de la tierra, y aún quedan cinco años en los cuales ni habrá arada ni siega. 7 Y Dios me envió delante de vosotros, para preservaros posteridad sobre la tierra, y para daros vida por medio de gran liberación. 8 Así, pues, no me enviasteis acá vosotros, sino Dios, que me ha puesto por padre de Faraón y por señor de toda su casa, y por gobernador en toda la tierra de Egipto.” Mira también Génesis 50:20 “Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo.”

            ¿En qué se basa esta alegría? Se basa nos dice el Salmo 97 en quién es Dios y en lo que El hace en el mundo.

            1. Los versículos del 2-6 describen los impresionante que es Dios. V. 2-6 “Nubes y oscuridad alrededor de él; Justicia y juicio son el cimiento de su trono. 3 Fuego irá delante de él, Y abrasará a sus enemigos alrededor. 4 Sus relámpagos alumbraron el mundo; La tierra vio y se estremeció. 5 Los montes se derritieron como cera delante de Jehová, Delante del Señor de toda la tierra. 6 Los cielos anunciaron su justicia, Y todos los pueblos vieron su gloria.”

            2. Lo que Dios hace en este mundo. El actúa con justicia y juicio. Destruye a sus enemigos. Demanda que los que adoran dioses falsos se avergüencen y lo reciban a El como el Dios verdadero.

            3. Por eso los justos deben estar alegres. Porque V. 10-11 “El guarda las almas de sus santos; De mano de los impíos los libra. Luz está sembrada para el justo, Y alegría para los rectos de corazón”. 

            Por tal razón el salmista termina llamándonos a estar alegres y alabar la memoria de su santidad.

            En otras palabras nosotros tenemos mil razones para estar siempre alegres, siempre gozosos porque nuestro Dios Jehová de los ejércitos reina. Sus decretos nos deben llevar a confiar en Él, a esperar en El y a ver la vida desde la perspectiva teocéntrica. Debemos rechazar toda forma de pensar que niega el gobierno y el control de Dios del mundo y de nuestras vidas. Debemos rechazar tu idea de fatalismo, de inseguridad ante el futuro, de incertidumbre y entregarnos en los brazos de Aquel que el verdadero Rey del mundo y de mi vida: Jehová de los ejércitos.

            ¿Es esa su actitud ante la vida? ¿Vives alegre o siempre llorando porque tu vida no es la vida de los ricos o los famosos o del vecino?  Dios nos llama a estar siempre gozosos. A regocijarnos siempre. Pero a regocijarnos en el Señor. Y la única manera de hacerlo es ver que este mundo está bajo el control de Dios, que todo lo que sucede ha sido decretado por Dios. Y que su salvación siempre está con nosotros. Amén.

Sermón: Efesios 1:11 El Designio de Su Voluntad, los decretos (Parte 1)

Efesios 1:11 “En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad,”

 

            Hoy entramos al trono mismo de la presencia de Dios. Y cuando entramos ante se presencia debemos entrar con nuestras cabeza bajas. Prestos a escuchar más que para hablar. Hoy venimos a aprender del misterio de los misterios. E iniciamos conocer como fuimos conocidos.

            Para ello es necesario que nosotros no desechemos lo que Dios ha querido enseñarnos. Pero es necesario que frenemos nuestra curiosidad y nos limitemos a lo que Dios ha revelado en su santa Palabra.

            Venimos a aprender acerca de los decretos de Dios, su plan eterno y cómo este se manifiesta en el mundo y en nuestra vida. Y qué mejor guía para hacerlo que el pasaje que tenemos presente. Pero quiero que veamos que lo que nos enseña este pasaje está totalmente de acuerdo nuestra confesión de fe. Y quisiera que estudiáramos este pasaje en conjunto con la pregunta número 7 del Catecismo Menor de Fe de Westminster. 

            Dice así la pregunta 7 ¿Qué son los decretos de Dios? R. Los decretos de Dios son su propósito eterno según el consejo de su propia voluntad, en virtud del cual ha preordenado, para su gloria, todo lo que sucede. 

            Creo que la mejor manera de estudiar este tema es contestarnos varias preguntas guía que nos ayudarán a entrelazar el Catecismo con la Palabra de Dios y ver que hay una armonía entre lo que se enseña en la Palabra con lo que se enseña en el Catecismo.

I. ¿Qué son los decretos de Dios?

            Dice el Catecismo Menor: son su propósito eterno. Hermanos y amigos, Dios es un Dios de propósito. O como dice el apóstol Pablo aquí en Efesios 1:11 “el designio de su voluntad”.  ¡Cuán importante es esto! Nuestro Dios planifica lo que va a hacer. El no actúa sin un propósito. El no actúa según surgen las cosas. Dios planifica cómo va a actuar.

            Dios tiene un plan definido para el mundo. El mundo es como es porque ha sido diseñado y planificado por Dios. Cada una de las cosas que hermosean este mundo ha sido creado según el designio de su voluntad, es decir, según su plan o su decreto. El canto del ruiseñor, el volar de las mariposas, la frescura del aire del río ha sido diseñado por Dios como un perito arquitecto. La belleza de la creación y los colores que la adornan han sido “pintadas” según el deseo de Dios.

II. ¿Qué cosas incluye este decreto?

            Incluye todas las cosas. Dice Pablo que Dios “hace todas las cosas” según el designio de su voluntad. Dios tiene un plan definido para cada persona y para cada criatura en el universo. Tanto es así que Jesús dijo en Lucas 12:16 “¿No se venden cinco pajarillos por dos cuartos? Con todo, ni uno de ellos está olvidado delante de Dios.”

            Y sobre todo para cada uno de sus hijos. Incluye nuestra misma creación en el vientre de nuestras madres. Miremos el Salmo 139:13-17 “13 Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre. 14 Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; Estoy maravillado, Y mi alma lo sabe muy bien. 15 No fue encubierto de ti mi cuerpo, Bien que en oculto fui formado, Y entretejido en lo más profundo de la tierra. 16 Mi embrión vieron tus ojos, Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas Que fueron luego formadas, Sin faltar una de ellas. 17 !!Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! !!Cuán grande es la suma de ellos!”. Incluye cada cosa que pasa en nuestra vida aún las cosas pequeñas e insignificantes.  Por eso Jesús dijo en Mateo 10:30 “Pues aun vuestros cabellos están todos contados.” E incluye nuestra salvación. Pablo nos dice en Efesios 1:4 “que Dios nos escogió desde antes de la fundación del mundo para ser santos y sin mancha delante de él”. V. 11 “En él asimismo tuvimos herencia”. Nuestra herencia, el poseer a Dios mismo y tener vida eterna ha sido planificada por Dios.

            Incluye las buenas obras de sus hijos. Efesios 2:10 Porque somos hechura suya creados en Cristo Jesús para buenas obras la cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas”.

            Incluye los actos pecaminosos de sus criaturas. Hechos 2:23 “a éste, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole;”       

            E incluye cuando naceremos, en dónde naceremos, cuando moriremos. En fin, todo lo que sucede en este universo está incluido en este plan todo abarcador.

            Oh hermano cuán maravillo es saber que Dios actúa en base a un plan predefinido, predeterminado. A veces pensamos que las cosas que pasan en nuestra vida ocurren por que Dios tiene los brazos cruzados. Que Dios se entera de las cosas al mismo tiempo que nos enteramos nosotros. Vemos tantas cosas locas en este mundo, tanto desorden y tanto dolor en nuestra vida que podríamos creernos que este mundo sigue su camino solo y sin control. Pero eso no es cierto. Dios tiene un propósito en todo lo que hace. Este mundo sigue el camino que Dios le ha trazado. Dios actúa en base a un plan eterno y nada ni nadie puede evitarlo. El brazo de Dios es más fuerte que el brazo de los hombres. El sabe lo que hace.

            Él tiene un propósito específico para tu vida. El no actúa caprichosamente. Nada de lo que sucede en tu vida carece de propósito en el plan de Dios. No es solo que Dios sabe lo que ocurrirá en el futuro porque Dios lo sabe todo. No es solo eso. Todo lo que sucede en tu vida ha sido planificado por Dios o ha sido decretado por Dios. Dios planifica todo según su voluntad. La voluntad de Él no la voluntad de la criatura. Pablo dice que Dios hace todas las cosas según el designio de qué: “de su voluntad”. O como dice nuestro Catecismo: “Los decretos de Dios son su propósito eterno según el consejo de su propia voluntad”.

            Tenemos que decir cuando sucede lo que sucede: Dios tiene un propósito para esto. Dios lo ha enviado. Y aunque yo no sé con qué propósito yo sé que es bueno porque Dios en Cristo Jesús es mi Padre. Y a Él sea la gloria por esto.  

III. ¿Con qué otro nombre se conocen los decretos?

            Pablo nos da varios nombres para el decreto de Dios. El lo llama el designio de su voluntad. Indicando que es su voluntad lo que determina sus planes y no la criatura. Dios no hace las cosas porque la criatura le dicta cómo El debe hacerlo. El no planifica las cosas y tiene que cambiarlas porque la criatura no lo deja actuar. No. Tal idea sería blasfemia. El actúa según su voluntad. El hace lo que le plazca en los cielos y en la tierra. Por eso dice Daniel 4:35 “Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?”

            Según Pablo hay otro nombre para los decretos de Dios. El habla del propósito de Dios. Lo interesante de esta palabra es el hecho de que está en singular. Y esto es importante. ¿Sabes por qué? Porque nos enseña que aunque el plan de Dios incluye muchas cosas: creación, providencia, salvación, es realmente un solo plan todo armonioso. Dio es el gran tejedor, como diría el apologista Ravi Zacarías. Dios es el gran tejedor que teje en un todo perfecto, armonioso todas las diferentes partes de ese hermoso traje. Podrá tener el traje de novia: mangas, faldas, fruncidos y pliegues, cola, etc. pero es un solo traje compuesto de muchas partes. De igual manera lo es el plan de Dios. Ese plan podrá incluir mi nacimiento, el país de mi nacimiento, mi esposo, mis hijos, mi trabajo, mis enfermedades, mis dolamas, mis éxitos y aparentes fracasos, absolutamente todo. Y aunque hablamos de muchas cosas es un solo plan o propósito.

            Es llamado por Pablo la predestinación. El decreto de Dios es también su predestinación. Dios ha predestinado todas las cosas. El ha decretado todo lo que sucede y sucederá. O como dice nuestro catecismo El ha preordenado todas las cosas que suceden.

            Hay muchos cristianos que no les gusta la palabra predestinación y eso no es correcto. ¿Por qué? Porque es una palabra bíblica. Efesios 1:11 “En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados”. Efesios 1:5 “en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo”. Romanos 8:29-30 “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. 30 Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó”. Y aunque en algunos pasajes no se use esa palabra la idea de la predestinación o decreto eterno de Dios está presente. Jesús mismo dijo en Lucas 22:29 “Yo, pues, os asigno un reino, como mi Padre me lo asignó a mí,” 1 Tesalonicenses 2:12 “y os encargábamos que anduvieseis como es digno de Dios, que os llamó a su reino y gloria.”

            ¿Hay otro nombre? Hay muchos más. Pero quiera señalar otro: la palabra ordenado. Hechos 13:48 “Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna.”

IV. ¿Cuál es el propósito de los decretos de Dios?

            El propósito de los decretos de Dios o su plan eterno es gloria de Dios. Todo lo que Dios hace en el mundo y en nuestra vida lo es la alabanza de su gloria. Lo hace para la exaltación de su persona. Lo hace para que le adoremos. Lo hace para que nos postremos delante de El y digas Tú y solo tú eres Dios.

            Todo el capítulo 1 de Efesios es una alabanza a la gloria de Dios por todo lo que El hace. Veamos algunos versículos bíblicos. Efesios 1:3 “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo”. V. 5-6 “en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, 6 para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado,”. V. 11-12 “hace todas las cosas según el designio de su voluntad, 12 a fin de que seamos para alabanza de su gloria”. Filipenses 1:11 “llenos de frutos de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.”

            Podríamos seguir multiplicando pasaje tras pasajes de toda la Biblia para probar que todo lo que Dios hace lo hace para la alabanza de la gloria de su nombre.

            Hermanos y amigos, la vida cristiana se vive en alabanza a Dios. Todo lo que Dios hace en tu vida te debe llevar a postrarte ante sus pies en humildad y su misión y confesar: Tú eres Dios, has lo que te plazca con mi vida. La meta de mi vida es adoración. Vivo para adorarte. Ese es uno de los propósitos de la venida de Cristo: salvarnos de la idolatría ya hacer de nosotros verdaderos adoradores de Dios. Porque tales adoradores Dios busca según Juan 4:23 “Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.” Tu vida debe ser una vida de alabanza a Dios en todo momento, en el todo de tu vida. Alabar a Dios en la iglesia, en tu casa con tu familia, en tu trabajo, cuando estás alegre, cuando estés triste, cuando tengas abundancia, cuando tengas escases, en toda circunstancia.

            Le alabamos cuando confiamos que Dios no actúa caprichosamente en nuestra vida. Mateo 14:12 “No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino.” Todo lo que pasa en nuestra vida es una preparación para heredar el reino. Absolutamente todo. Le alabamos cuando nos sometemos a su voluntad y hablamos como Cristo: no se haga mi voluntad sino la tuya (Lucas 12:42). Cuando pensamos como Cristo: Juan 4:34 “Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió”. Y adoramos a Dios cuando tenemos una correcta idea acerca de Dios. Un Dios que no planifica todas las cosas no es el Dios de la Biblia. Un Dios que no predestina no es el Dios de la Biblia. Un Dios que no decreta o que decreta ciertas cosas y otras no, no es el Dios de la Biblia. Nada está fuera del control de Dios de Dios. Y decir que hay algo fuera del control es ateísmo. Por eso decimos que todo sistema de doctrina que se enseña en el 99% de las iglesias en PR promueven indirectamente una especie de ateísmo. Pero para nosotros Dios es Rey soberano. Él se sienta en el trono de los cielos y dirige el todo de nuestras vidas. El las dirige con sabiduría, con firmeza, con un propósito santo y sabio, y con perfecto y puro amor por sus hijos. Y todo esto para la alabaza de la gloria de su gracia.

            ¿Es esta tu fe? Yo espero y creo que sí.

Sermón: 2 Crónicas 32:31 Las Causas de la Frialdad Espiritual

2 Crónicas 32:31 “Mas en lo referente a los mensajeros de los príncipes de Babilonia, que enviaron a él para saber del prodigio que había acontecido en el país, Dios lo dejó, para probarle, para hacer conocer todo lo que estaba en su corazón.”

 

            Hermanos y amigos hoy vamos a retomar el tema que habíamos estudiado la última vez antes sobre la frialdad espiritual. Y quisiera que repasáramos algunas de las cosas que ya dijimos la última vez que tratamos este tema.

            Cuando Dios nos salva El implanta en nuestros corazones un nuevo principio de vida espiritual. Esa naturaleza nueva busca crecer, lucha por vivir. Como todo niño que viene a este mundo, desde el momento que nace, lucha por sobrevivir, de igual manera lo hace la nueva naturaleza en los creyentes.

            Pero aunque esto es así si esta nueva naturaleza no es cuidada, no es alimentada propiamente entonces sin lugar a duda comienza a enfriarse, comienza a debilitarse. Su vigor espiritual, su pasión por las cosas de Dios comienzan a declinar, a decaer. Y vimos que esta debilidad espiritual es llamada por Jesús mismo en Apocalipsis 2:4 como el perder el primer amor. Un creyente genuino puede perder ese primer amor, esa pasión y entrega por las cosas de Dios que antes poseía.

            Dijimos que este perder el primer amor se manifiesta por una falta de apetito espiritual. Ya no le apasionan las cosas de Dios como antes. Lee la Biblia y siente que Dios no le habla. No tiene deseos para orar y aunque puede asistir a la iglesia lo hace más por cumplir que por deseo de estar cerca de Dios y de disfrutar del mensaje que Dios tiene para él o ella.

            Esto es serio hermanos y amigos. Cualquier esposo o esposa se preocuparía si descubre que su cónyuge ya no le ama con la pasión y entrega que tenía antes. Y todos nosotros nos podemos identificar si vemos que nuestros hijos ya no nos aman como al principio o ellos sienten que nosotros no les amamos como antes y piensen que son para nosotros una carga.

            De igual manera lo es para Dios. El nos llama a que le amemos con todo nuestro corazón, con toda nuestra mente, con toda nuestra alma y con todas nuestras fuerzas (Marcos 12:30-31). ¿Le amamos así? ¿Cómo no debemos amarle con todo nuestro ser y todas nuestras fuerzas a aquel que dio su vida en la cruz del Calvario, sufrió el mismo infierno y llevó sobre el madero nuestra maldición?

            Hermanos y amigos, hay miles de razones para amar a Dios con todo nuestra alma y fuerzas. Pero aunque esto es así, un genuino creyente puede enfriarse espiritualmente.  Puede desarrollar una actitud indiferente a las cosas de Dios. Puede venir a la Santa Cena y participar de ella y salir vacío de Dios. Puede escuchar un buen sermón y no movérsele un pelo de la cabeza. Y esto es triste. Y es serio. Tan serio que Jesús mismo reprendió a la iglesia de Éfeso por tal frialdad espiritual. Apocalipsis 2:4 “Pero tengo contra ti”. Tengo una queja contra ti. Esto no está bien en ti. ¿Es esa tu actitud ante esa condición espiritual? Ahora bien.

            ¿Cuáles son causas de esta frialdad espiritual en la vida de un genuino creyente? Hay varias causas. Y el conocerlas nos ayudará a saber cómo recuperarnos si nos hemos enfriado. O el de ayudar a otros si les ha ocurrido. Nuevamente, ¿Cuáles son causas de esta frialdad espiritual en la vida de un genuino creyente?

I. La Mano de Dios

            Eso es lo que tenemos aquí en 2 Crónicas 32:31. ¿Qué es lo que está pasando aquí? El pasaje nos habla del último rey de Judá Ezequías. El fue un buen rey. Trajo muchas reformas para el pueblo de Dios. Pero un día enfermó de muerte. Y Dios envió al profeta Isaías para decirle que tenía que poner en orden su casa ya que iba a morir. A lo cual Ezequías respondió en humillación. Clamó a Dios y El escuchó su ruego. 2 Reyes 20:4 “Vuelve, y di a Ezequías, príncipe de mi pueblo: Así dice Jehová, el Dios de David tu padre: Yo he oído tu oración, y he visto tus lágrimas; he aquí que yo te sano; al tercer día subirás a la casa de Jehová.” Y no solo eso. Dios le añadió 15 años más de vida a Ezequías y lo libraría a él y a Jerusalén del rey de Asiria. Junto con ello le daría una señal: haría retroceder la sombra del sol 10 grados atrás.

            Pero luego de haber sido sanado por Dios Ezequías se enorgulleció. Y nos dice el autor de Crónicas y Dios lo dejó. Dios se apartó de Ezequías, dejó de sostenerle. ¿Con qué propósito? Dice el versículo “para probarle, para hacer conocer todo lo que estaba en su corazón”.  Para ver si Ezequías confiaba plenamente en Dios para que lo librara de sus enemigos o confiaría en los hombre y en hacer tratos con ellos. 

            ¿Qué ocurrió cuando Dios lo dejó?  Vinieron los enemigos de Dios para visitar a Ezequías y saber sobre el milagro. Y Ezequías abrió su palacio y les mostró sus riquezas. Ezequías se comportó como si todo lo que tenía lo había logrado por sí mismo. Y Dios se enojó contra Ezequías.

            Hermanos, Dios hace lo mismo con nosotros. Dios nos pone a prueba constantemente para que nosotros demostremos nuestra absoluta fidelidad a Dios. Para que demostremos que confiamos plenamente en Dios no importa lo que pase en nuestras vidas. Pero muchas veces fallamos. Y en vez de agarrarnos por la fe en Jesús y buscar más de El por medio de la oración, el estudio de la Palabra y aprender a decir como dice el Salmo 27:3 “Aunque un ejército acampe contra mí, No temerá mi corazón; Aunque contra mí se levante guerra, Yo estaré confiado.” comenzamos a descuidar la oración y nuestra fe se desvía de Dios y se deposita en otra cosa.

            Y cuando esto ocurre nuestra vida espiritual comienza a decaer. Y cuando vemos que lo que le pedimos a Dios no llega nos desesperamos y dejamos de confiar en Dios, nos ausentamos de la iglesia, dejamos de leer la Biblia, dejamos de negarnos a nosotros mismos y tomar la cruz.

            Hermanos Dios es justo al ponernos a prueba. El es sabio al hacerlo. Que nadie dude de esto. Cuánto tú y yo necesitamos de Él. Sin El nada podemos hacer. Si Él no nos sostiene nos caemos con gran rapidez. En toda nuestras pruebas jamás dejes de confiar en Dios. Jamás dejes de buscarle aunque no veas tu petición cumplida. ¿O le servimos meramente porque nos bendice? Si El decide contestarnos un No a una petición grande en nuestras vidas, ¿le seguiremos sirviendo?

            Dios nos suelta muchas veces para que hagamos como los niños pequeños cuando los padres los sueltan, buscan agarrase más rápido que ligero de ellos. Así debemos hacer nosotros.

            El pasaje de Crónicas solo menciona una causa de la frialdad espiritual. hay otras más en otros pasaje bíblicos. ¿Qué otras causas?

II. La Vagancia de Nuestro Corazón

            Vivimos en una época en donde todos quieren las cosas fáciles. Pero a mí me enseñaron que las cosas fáciles, fáciles se van. La vida espiritual requiere trabajo espiritual. Buscar a Dios, estudiar su palabra, orar, meditar en la Biblia, venir a la iglesia etc. dan trabajo. Y conlleva que tú y yo nos esforcemos en luchar hacia delante. Por eso dice Filipenses 2:11 “Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor”. La palabra ocupaos en el original griego [katergatzomai] significa trabajar, ocuparse, producir mediante esfuerzo, llevar a cabo la obra. Y esto implica fajarnos. Es un mandamiento que todos nosotros nos fajemos por el bienestar de nuestra alma. Pero la naturaleza humana caída se resiente, lucha, es vaga, tiende a lo terrenal más que a lo espiritual.

            ¿Cómo se traduce esto? Se traduce en descuidar nuestra alma. Sacar tiempo para todo lo demás y poco tiempo para cuidar, alimentar nuestra alma. Se traduce en poner una alarma para que no se me olvide la novela, pero no ponemos una alarma para que no se nos olvide orar, leer la Biblia. Se traduce en ver una detenimiento una revista o una película pero leemos la Biblia con suma rapidez y no sacamos tiempo para meditar en lo leído. Se traduce en estar más pendiente de lo que hacen los niños de lo que se predica aquí. Y todo esto produce frialdad espiritual.

            Lo triste del caso es que como toda enfermedad que no se atiende ni se le pone un freno, la misma se sigue apoderando hasta que postra en la cama a su víctima.

            ¿Cuán dedicado eres a las cosas de Dios? ¿Sacas más tiempo para ellas que para las cosas del mundo? No es que no vayamos al cine, o ver una película, o ir a divertirnos. ¿Pero te ocupas más de tu alma de lo que te ocupas de otras cosas? Esto no está bien. No lo tomes como poca cosa porque no lo es.

            ¿Qué otra causa?

III. Por tolerar el pecado

            Uno de los males en nuestra época es la falta de sensibilidad al pecado. Algunos piensan que solo debemos preocuparnos por los pecados grandes y no por los pequeños. Por ejemplo, ponemos nuestra mirada en el mundo y la quitamos de Dios, y podríamos pensar que es poca cosa. Y no confesamos nuestro pecado. O codiciamos a una mujer o a un hombre, pero como no hicimos nada más podríamos pensar que no es gran cosa. Y cuando se actúa así tal actitud nos enfría cada día más y nos hacemos más insensibles a las cosas de Dios. Tal actitud nos aleja de Dios quien es la fuente de nuestra vida espiritual y nos lleva a perder poco a poco el vigor espiritual.

            En otros casos, la frialdad espiritual viene por haber cometido un gran pecado el cual ataca nuestra conciencia. Como David cuando pecó con Betsabé y Urías heteo. En este caso hay una herida enorme. La caída es tan grande y de momento que debilita con mayor rapidez y fuerza la vida espiritual de ese cristiano. Y no solo su caída es grande sino que su recuperación es más difícil.

            ¿Cuál es la solución ante todo esto?

1. Reconocer que nosotros mismos somos la causa de esa frialdad. Somos nosotros lo que no nos hemos esforzados. Somos nosotros lo que hemos jugado con el pecado. Somos nosotros los que hemos quitado nuestra confianza con Dios. Eso fue lo que Jesús le dijo a la iglesia de Éfeso en Apocalipsis 2:5 “Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete”. Si nos hemos enfriado espiritualmente, y todos hemos experimentado esto en nuestras vida en algún momento u otro, lo primero que tenemos que hacer es reconocer que nosotros nos hemos caído por nuestro propio peso. Tú y yo somos responsables por nuestra vida espiritual. Tú y yo somos responsables por habernos enfriado. Y la solución es una clara: pídele perdón a Dios por haberle amado poco, por no haberle buscado con pasión. Confiesa tu pecado.

            Lo maravilloso de esto es que Dios te ama o cristiano. Él te anhela. El quiere estar a solas contigo. El quiere recibir tu amor como El quiere darte de su amor. Ve a El pronto.

2. Busca cuidar tu alma con temor y temblor. No vengas a la casa de Dios para adorarle sin preparar tu corazón. Antes de venir: háblale a tu alma yo voy a la casa de Dios y allí Dios está. Allí debo buscarle con fe creyendo que su amor es quien me invita, que mi amado quien murió por mí me está esperando para cenar conmigo. Allí lo encontraré por la fe cuando se lee la Biblia, cuando tomo la Santa Cena, cuando dirijo mis cántico para alabarle. Saca tiempo para estar a solas con Dios. ¿Cuándo fue la última vez que sacaste tiempo, pero tiempo de calidad para estar a solas con Dios en oración, en alabanza, en el estudio serio de la Palabra. Si no lo haces te debilitarás más y más. Y aunque un genuino creyente jamás podrá perder su salvación Dios le hará la vida difícil por no amarle con pasión.

3. Si no eres cristiano tu condición espiritual es una de muerte. Tu alma está muerta espiritualmente. Solo Dios puede darte vida. Y la vida espiritual que Dios da refresca el alma como nada en este mundo puede hacer. Solo Dios puede saciar todas nuestras necesidades porque El es infinito en su Ser. La paz que El da no se consigue en ningún lugar sino en El. En Jesús hay vida, en Jesús hay perdón eterno, en Jesús hay pleno gozo y perfecta felicidad. Recíbele como tu Dios y Salvador. Y tendrás vida, vida abundante para toda la eternidad. Si no vienes hoy no hay garantía que vendrás mañana. Tú no controlas el mañana. Al que ha tomado veneno no le decimos tómate la cura mañana sino hoy, ahora, que más tarde es peor. Ven a Cristo y verás la vida. 

           

Sermón: 1 Corintios 2:9 Salvación revelada a los que aman a Dios

Texto: 1 Corintios 2:9 “Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman.”

 

            Cuando nos preguntamos qué cosas son las que hacen los jóvenes y niños hoy día para entretenerse la respuesta generalmente es: los juegos de videos, la internet, “you tube”, etc.  ¿Y yo a veces me pregunto si nuestros hijos saben lo que nosotros hacíamos cuando niños para entretenernos? Me acuerdo de que uno de los juegos que casi siempre se hacía cuando uno iba a un cumpleaños era el de ponerle la cola al burro. En donde había un dibujo de un burro sin cola en la pared y a la persona que le iba a poner la cola le tapaban los ojos, y le daban varias vueltas, y luego de darle las vueltas le decían que tratara de poner la cola al burro. La mayoría de nosotros nunca le podíamos poner al burro su cola. A veces se la poníamos en la cara, en las patas e incluso algunos bien lejos del burro.

            Otros de los juegos que también hacíamos era el de la gallinita ciega. ¿Se acuerdan? Se le pone una venda al niño, se le dan tres vueltas y el niño tiene que buscar a los niños que están cerca de él y cuando lo coge decir quién es.

            Ah, qué tiempos aquellos cuando el jugar era más sencillo y menos costoso que hoy día. Y verdaderamente nos moríamos de la risa.

            Lo interesante del caso es que según el pasaje que hemos leído de 1 Corintios 2:9, el mundo entero es como una gallina ciega en relación con Dios y su salvación. El capítulo 1 de primera de Corintios finaliza indicando que el éxito del evangelio de Cristo no depende de la sabiduría de los hombres, no depende de la sabiduría humana. El ser humano no conoce a Dios por medio de la sabiduría humana. Podrá tener grandes logros en el campo de las ciencias como hacer operaciones de corazón abierto, hacer trasplantes de riñón, o trasplantes de hígado, o trasplantes de pulmones, podrá haber llevado al hombre a la Luna, podrá crear aviones que vuelen a la velocidad del sonido, submarinos que lleguen a tocar el fondo del planeta tierra, etc. Pero con respecto al conocimiento de Dios y de su salvación, del evangelio, el ser humano es una gallina ciega que no puede conocer a Dios de una manera salvadora. De eso trata el pasaje que tenemos presente. Vamos a verlo más de cerca.

            Mira cómo Pablo lo dice: V. 9 “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman.” Hay una salvación tan gloriosa, tan grande y tan increíble que ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado ni ninguna mente humana ha podido imaginar.  ¿Por qué? ¿Porque no lo ha podio imaginar, ni oír ni ver? Porque el ser humano no la puede descubrir por sí mismo. Nuestros ojos, nuestros oídos y nuestro corazón o mente son incapaces de descubrir a Dios salvadoramente. El ser humano no tiene la capacidad espiritual ni moral para descubrir a Dios. Ni siquiera tiene la capacidad de planificar una salvación tan gloriosa, tan perfecta tan fuera de este mundo como lo ha hecho Dios.

            Hay un camino de salvación y el ser humano no puede descubrirlo por sí mismo. Nuestros ojos no tienen la capacidad espiritual de verlo. Nuestros oídos no tienen la capacidad espiritual de oírlo. Ni nuestras mentes son capaces de inventar un camino de salvación perfecto. Lo vemos claramente cuando se predica la Palabra de Dios. Los que oyen el mensaje no escuchan a Cristo quien nos habla por medio de su Palabra predicada. Solo escuchan a este frágil predicador. El ser humano no puede conocer a Dios salvadoramente ni creer en el evangelio por sí mismo.

            Un ejemplo claro lo tenemos en el evangelio de Mateo. Aunque Jesús predicó en muchos sitios e hizo muchos milagros la gente no conocía quién era Jesús en verdad. Y Jesús les pregunta a los apóstoles lo que la gente piensa acerca de quién es El. Mateo 16:13-14 “Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? 14 Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas.” Ya vez. ¿Por qué esto es así? Porque el ser humano está ciego a las cosas espirituales. El pecado nos ha cegado con respecto a estas cosas. Jesús dijo en Juan 8:12 “Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.” Y el que no sigue a Jesús anda en tinieblas. Toda su vida está llena de tinieblas y estas les incapacitan para buscar de Dios.

            El ser humano no busca de Dios. Y cada día que pasa sin venir a Cristo para salvación el ser humano se pone una venda en los ojos. Desde que nacemos tenemos una venda en los ojos, el pecado es esa venda. Y cada día que pasa nuestra venda se hace más gruesa, nuestros oídos se tapan también y nuestro corazón o nuestra mente se endurece más y más a las cosas de Dios. Amigo que me escuchas si Cristo no es tu Dios y Rey es porque el pecado, cual venda, a cegado tus ojos. El dios de este siglo, Satanás, te ha cegado. Dice Pablo en 2 Corintios 4:3-4 “Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; 4 en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.” A los incrédulos la luz del evangelio de la gloria de Cristo no les resplandece. ¿Por qué? Porque están ciegos. ¿Cómo es que están ciegos? El dios de este siglo, sin lugar a duda, Satanás, los ha cegado. Les ha dicho: Dios no existe; o Dios es tan bueno que nadie se va a perder; o tu eres tan inteligente que no necesitas estas tonterías de Cristo y la salvación; o el cielo y la vida eterna no existen; o el infierno es aquí en la tierra; que hay un solo camino para ir al Padre y ese es Cristo, no es cierto, etc.

            Pablo lo enfatiza esto mismo en estos primeros dos capítulo de Corintios. 1 Corintios 1:18 “Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios.” 1 Corintios 1:21 “Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación.” Y el evangelio no es la sabiduría de los hombres, no es posible descubrirlo por medio de la filosofía humana ni la ciencia humana. Pero aunque no es sabiduría humana es sabiduría de Dios. Sabiduría divina revelada por Dios mismo. Incapaz de ser descubierta por sí misma aunque las personas sean los ricos y poderosos del mundo. Pablo lo prueba. ¿Cómo? Porque si hubieran descubierto la sabiduría de Dios jamás hubieran matado a Cristo. 1 Corintios 2:7-8 “Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, 8 la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria.”

            Vemos entonces que el pecado no ha incapacitado para poder conocer a Dios salvadoramente. Pero hay algo más. El conocimiento de Dios no se adquiere por la sabiduría humana. ¿Sabes por qué? Porque el conocimiento de Dios se adquiere por revelación divina. Jesús dijo en Mateo 11:25 “En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños.”  ¿Pero por qué es eso así? V. 26 Sí, Padre, porque así te agradó.”

            Cuando Jesús les preguntó a los discípulos lo que la gente pensaba acerca de El todos se equivocaron. Y cuando le hace la misma pregunta a sus discípulos responde Pedro diciendo, Mateo 16:15-17 “El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? 16 Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. 17 Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.”

            El ser humano está ciego a las cosas de Dios. Y es incapaz de curarse así mismos. De la misma manera que incapaz el ciego de operar sus ojos y darse vista, o un ciego darle vista a otro ciego, de la misma manera ningún ser humano puede darse vista espiritual a sí mismo a menos que Dios le dé un nuevo corazón. Por eso Jesús vino. El vino a dar el conocimiento verdadero de Dios que nadie puede descubrir por sí mismo.  Dice 1 Juan 5:20 “Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna.” Y esta revelación de Cristo no solo la necesitan los no creyentes sino también los cristianos. Siempre necesitamos de Cristo y de que El abra los ojos de nuestra mente para poder entender la revelación de Dios en su Palabra. Lucas 24:44-45 “Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos. 45 Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras”.

 

            Pero aunque este camino de salvación no puede ser descubierto por el ser humano, ni por nuestros ojos, oídos y mentes, Dios nos las reveló por su Espíritu y las reveló a los que le aman.  El versículo 9 finaliza diciendo: “Son las que Dios ha preparado para los que le aman”.

            Hay una salvación gloriosa y perfecta que Dios ha preparado para los que le aman. Y esto es importante.

            ¿Qué Dios ha preparado? Dios ha preparado el salvarnos de nuestros pecados. Nuestros pecados nos destruyen. El pecado nos separa de Dios. Y nos pone bajo la sentencia condenadora de Dios. Todos los pecadores serán condenados. Pero Dios en su inmenso amor y misericordia hacia la humanidad ha provisto un camino de salvación. Y ese camino lo es por medio de la fe en Cristo. Mira lo maravilloso de esto. Es una salvación perfecta. Es una salvación que nadie se la puede imaginar. Mira alguno de sus beneficios: 1. Perdón de todos nuestros pecados: pasados, presentes y futuros. 2. Un nuevo corazón que ama lo que Dios ama y aborrece lo que es contrario a la santidad. 3. Ser adoptados como hijos de Dios y ser parte de la familia de Dios. 4. Herencia en los cielos: la vida eterna. 5. Seguridad del amor de Dios, de que nunca jamás dejaremos de ser real y verdaderamente sus hijos y disfrutar de su amor Paternal. 6. Protección contra todos los males excepto de aquellos que adelantan nuestra salvación. 7. Cielos nuevos y tierra nueva. En donde no habrá más lágrimas ni dolor sino paz, alegría, gozo, santidad y felicidad por siempre.

            Todas esta salvación perfecta y gloriosa Dios ha preparado. ¿Cuándo? Desde la eternidad. Esto no es algo improvisado. Dios ha preparado esta salvación desde la eternidad.

            ¿Pero para quién es esta gloriosa salvación? Es para todos los que le aman. No importa la nacionalidad, no importa su condición social, económica. Es para todos los que aman al Señor Jesucristo de veras. Decimos de veras porque hay muchos que dicen que aman pero no es cierto. Es para los que aman a Dios en Cristo Jesús. No es amarle y hacer lo que me da en gana. Eso no es amarle. Ni es amarle el no obedecer su palabra. Ni es amarle el no someterse a su gobierno. Ni es amarle el no creer todo lo que Él ha revelado en la Biblia. Ni es amarle el vivir como el mundo vive. Ni es amarle el no someterse al bautismo bíblico. Ni es amarle el no adorarle en la iglesia cada domingo.

            El amor a Dios es una entrega total de alma y cuerpo a Dios para adorarle, servirle, conocerle, vivir para Él, tener comunión con Él. Es recibirlo como el único Profeta de nuestra vida. El único que posee toda la Verdad y solo la Verdad. Es recibirle como Sacerdote y creer que solo su sacrificio en la Cruz del Calvario es el pago a la deuda que tenemos con Dios por nuestros pecados. Es recibirle como nuestro único Rey en nuestras vidas viviendo bajo sus leyes, bajo su autoridad y dependiendo de El para todas protección, defensa, etc.

            A ellos Dios les revela su salvación. A ellos Dios les da su salvación.

            ¿Eres tú uno de ellos? ¿O eres tú una gallina ciega? 

Sermón: Eclesiastés 7:13-14 La mano de Dios en las aflicciones

Eclesiastés 7:13-14 “Mira la obra de Dios; porque ¿quién podrá enderezar lo que él torció? 14 En el día del bien goza del bien; y en el día de la adversidad considera. Dios hizo tanto lo uno como lo otro, a fin de que el hombre nada halle después de él.”

 

            Hace como 24 años atrás yo conocí a un compañero de trabajo en un Colegio en el área metropolitana. El era maestro de matemática. Y en una actividad de la escuela, para los maestros, se hizo una dinámica en la cual se puso una silla en el centro del salón y esa silla representaba el trono de Dios. Y cualquiera que quisiera se iba a acercar a la silla e iba a hablar con Dios y traerle sus preocupaciones, sus quejas o cualquier otra cosa. Y este maestro trajo su queja. Su queja eran sus ojos. El era bastante cegato. Sus espejuelos eran bastante gruesos. Para leer además de usar sus espejuelos él usaba una lupa. El sabía que había algo en su vida que no le hacía sentido. Había algo en su vida que estaba torcido, que no estaba bien. La carretera que llegaba a su casa tenía hoyos. Los hoyos eran su ceguera.  Esa era su condición. Y su condición era su aflicción.

            Yo me imagino que todos nosotros de alguna manera u otra nos podemos identificar con ese maestro. Todos nosotros en algún momento de la vida hemos sido visitados por aflicciones. Cosas de las que decimos: esto no está bien, esto no debería ser así, pero lo es. Es como una piedra grande en el camino. O un hoyo inmenso en la carretera. Algo no está bien, hay algo torcido en mi camino. Tal vez sea una enfermedad seria mía o de un ser querido, un problema de la espalda, o de los ojos, o de la rodilla, o los problemas comunes de la vejez. Alguna otra aflicción física, o alguna aflicción familiar. Tal vez un problema con los hijos, o con los padres, o con las necesidades básicas de la vida, o con un compañero de clase que es un abusador, o con un novio o novia, o con el gobierno.

            De eso trata el pasaje que tenemos presente. Trata acerca de las aflicciones que vienen en la vida. Y cuál debe ser nuestra reacción al respecto. ¿Cómo debemos ver las aflicciones en la vida y cuál debe ser nuestra conducta al respecto? Lo primero que nos dice el predicador en Eclesiastés es “mira la obra de Dios”.

I. ¿Qué quiere decir con la obra de Dios?

            Por la obra de Dios debemos entender no su obra de creación sino su obra de providencia. Y la providencia es el gobierno y sustento que Dios tiene de todas sus criaturas y todo lo que ellas hacen. Hermanos, en este mundo nada sucede por el azar y la suerte. Hay un Dios en los cielos que gobierna esta tierra. Hay un Dios en los cielos que dirige este mundo. Todas las cosas grandes y pequeñas son sustentadas y gobernadas por nuestro Dios. Aún las cosas más “insignificantes” están bajo el control soberano de Dios. Fue Jesús mismo quien dijo en Mateo 10:29-31 “ ¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre. 30 Pues aun vuestros cabellos están todos contados. Así que, no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos.” Aún los pájaros no caen en la tierra sin el permiso, control y decreto de nuestro Dios. Y El tiene conocimiento de cada uno de los cabellos que caen de nuestra cabeza y de los cuales no nos damos cuenta. Pero, ¿por qué Jesús le dijo eso a los discípulos? Para que tuvieran confianza en su tarea evangelísticas. Ellos no iban a ir solos. Dios los acompañaba en todo momento y sus vidas estaban en las manos de Dios.

            De igual manera lo es nuestra vida. Nada de los que sucede en nuestra vida por más torcido que sea, por más horrible y difícil que sea está fuera del control de Dios. Nuestra vida está en sus manos. Y no hay aflicción que nos visite sino por su providencia. Y Jesús nos dice por tanto: “no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos.” Si Dios cuida de la vida de los pájaros de tal manera que ninguno cae a tierra sin su voluntad, cuánto más cuidará de nosotros que valemos más de muchos pajarillos. Distinto a lo que dice Peta o cualquier otra organización que iguala en valor y dignidad a los animales de los seres humanos.

            Hermanos, ninguno de sus hijos es olvidado por su Dios. Ninguno de nosotros ha sido olvidado ni por un segundo de nuestra vida por parte de Dios. Para Dios después de su propia gloria sus hijos son lo más importante. ¿Cómo El no cuidará de ellos? ¿Cómo El no dirigirá sus vidas?  

            Su providencia: su gobierno y control alcanza todas las cosas. Nada ni nadie de en este mundo puede decir que está fuera del control de Dios.

II. ¿Qué significa mirar la obra de Dios?

            Significa el reconocer que como Dios gobierna todas las cosas entonces las aflicciones que vienen a nuestras vidas nos vienen por su voluntad. En otras palabras todo está bajo su control incluso las aflicciones. Mira cómo lo dice el versículo 14 “En el día del bien goza del bien; y en el día de la adversidad considera. Dios hizo tanto lo uno como lo otro”. ¿Qué significa? Significa que debemos gozarnos y disfrutar de todas las cosas buenas que vienen a nuestra vida. Son dones de Dios y debemos recibirlas con acción de gracias. Pero también debemos meditar cuando viene la adversidad a nuestra vida. Y reconocer que tanto el día del bien como el día de la adversidad “Dios hizo tanto lo uno como lo otro”. O como dijo Job 2:10 “¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos?”

            Por eso el versículo 13 dice: “¿quién podrá enderezar lo que él torció?” ¿Quién es él? El es Dios. El contexto demanda que esa sea la respuesta. Es Dios quien envía las aflicciones a nuestra vida. Pero alguien podría preguntar ¿tú me quieres decir que el adulterio de mi ex esposo fue algo que Dios me envió? Sí, pero correctamente explicado y entendido. Cuando decimos que El envía las aflicciones, lo torcido en nuestra vida, lo que queremos decir a la luz de la Palabra de Dios es, que Dios quien es soberano y controla todas las cosas determinó permitir la ocurrencia de ese pecado por razones que El tiene. El pecado es de la criatura pero su actuar no está fuera del control y del propósito de Dios. Veamos un ejemplo bíblico en la vida de David. Busquemos 2 Samuel 16:5-10.  Aquí tenemos a Simei, de la familia de Saúl, y quien culpa a David de las muertes de Abner e Is-boset y también porque David permitió que los Gabaonitas ejecutaran a 7 de los descendientes de Saúl como pago de todo el mal que Saúl hizo a los Gabaonitas. Y se levanta a tirarle piedras a David y a los suyos y a maldecirle. Y Abisai le pide permiso a David para cortarle la cabeza a Simei por haber maldecido al rey David quien huía de Absalón. Y David le responde en el versículo 10 “¿Qué tengo yo con vosotros, hijos de Sarvia? Si él así maldice, es porque Jehová le ha dicho que maldiga a David. ¿Quién, pues, le dirá: ¿Por qué lo haces así?” Es decir, el pecado de maldecir es todo de Simei, por odio a David, pero el hacerlo está bajo el control de Dios. Aquí llamado: “Jehová le ha dicho que maldiga a David.” Dios no puso pecado en Simei pero permitió ese pecado según su soberano propósito. Dios pudo haberlo evitado. Pero no quiso. Por razones que solo Dios posee.

            ¿Qué implica esto para nosotros? Implica que en toda aflicción debemos ver la mano de Dios. El lo ha permitido. Esa es su voluntad. Esa es la voluntad de Dios para mi vida. No pienses ni por un momento que lo que sucede es por mala suerte, ni porque estamos en el sitio equivocado a la hora equivocada. Dios ha traído esa aflicción sobre tu vida. Y si eres creyente entonces debes ver que es tu Padre celestial que te ama El que ha determinado esto para tu vida.

            En su lecho de muerte Juan Calvino decía: “Señor me afliges, me afliges. Pero que bueno es saber que eres tú”. El podía ver la mano de Dios en sus aflicciones. El no sufría porque ese es el curso natural de la vida. Ni porque al final todos los seres humanos morimos. No es fruto del movimiento impersonal del universo. Es Dios quien lo ha enviado. El tiene control de todas estas cosas en nuestra vida. Mira la obra de Dios. Reconoce que es Dios quien te ha enviado esa aflicción. Y El tiene razones para hacerlo.

III. ¿Cuál es el propósito de la obra de Dios?

            Dios tiene varios propósitos.

1. Probar la sinceridad de nuestro corazón. Probar si realmente le amamos en verdad. Si realmente somos genuinos creyentes. Esa fue la prueba que tuvo Job. Fíjate cómo lo dice Job 1:8-11 “Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal? 9 Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: ¿Acaso teme Job a Dios de balde? 10 ¿No le has cercado alrededor a él y a su casa y a todo lo que tiene? Al trabajo de sus manos has dado bendición; por tanto, sus bienes han aumentado sobre la tierra. 11 Pero extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia.” ¿Qué es lo que dice Satanás? Si le quitas todas sus bendiciones y lo afliges yo sé que El te abandonará. Pero Job era sincero en su fe. Amaba y servía a Dios aún en medio de las aflicciones. Dios seguía siendo su Dios aunque no entendiera porque había permitido que todo eso sucediera. ¿Y si Dios hiciera lo mismo contigo le serías fiel?

2. Llevarnos a anhelas los cielos. Hermanos, hay muchas cosas hermosas en esta vida. Pero que mucho también se sufre. Dolores de cabeza, de espaldas, problemas estomacales, problemas en la familia, la escuela, el trabajo, etc. Dios busca recordarnos que debemos anhelar los cielos nuevos y la tierra nueva. Allí no habrá más llanto ni dolor. No habrá problemas ni aflicciones ni frustraciones. No habrá pecado ni maldad. Jamás habrán aflicciones para nuestra vida.

3. A veces castigarnos por nuestros pecados. Todo el sufrimiento que hay en el mundo es fruto del pecado. Por eso no habrá sufrimiento en los cielos porque Jesús con su muerte y resurrección derrotó el pecado y venció la muerte por nosotros. Todo sufrimiento es fruto del pecado pero no todo sufrimiento es fruto de nuestro pecado, pero a veces lo es. David fue perseguido por su hijo Absalón para matarlo. Y la Biblia nos dice que eso fue castigo de su pecado con Betsabé y Urías heteo. El sacerdote Eli sufrió con sus hijos que eran perversos. Sufrió porque no fue un padre responsable en disciplinar a sus hijos. Pero no siempre es así. El hombre que ciego de nacimiento no era ciego por su pecado ni por el pecado de sus padres sino como dice Jesús en Juan 9:2 “No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él.” No fue culpa ni de su pecado ni el de sus padres sino para la gloria de Dios o para purificarnos como el horno purifica el oro o,

4. Para hacernos crecer en su gracia. Hermanos, hay un crecimiento en la vida cristiana que es imposible adquirirlo sin las aflicciones. Porque ¿cómo creceremos en paciencia si todo nos sale bien? ¿Cómo creceremos en resignación a la voluntad de Dios si no sufrimos por su voluntad? ¿Cómo creceremos en humildad si no por medio de las ofensas? Dios ha diseñado esto para nuestro crecimiento espiritual, para nuestro bien.

IV. Aplicaciones

1. Mira la obra de Dios. Todo lo que nos sucede en la vida Dios lo ha hecho. Y si El lo ha hecho debemos poner nuestra mirada en Dios. Ver que cada aflicción tiene un propósito para nuestras vidas. Dios sabe más y debemos estar satisfecho con ello.

2. Sométete a la voluntad de Dios. Espera en El y El hará. A su tiempo y en su tiempo. Busca de Dios que te dé paciencia y resignación a su voluntad. Demuéstrale a El que no has creído en El de balde sino en verdad. ¿Cómo yo lo sé? Cuando seguimos siéndole fieles haciendo las cosas que sabemos son nuestros deberes y no dejamos que estas cosas nos aparten del camino.

3. Todo esto nos debe llevar a Cristo. Todo don perfecto proviene del Padre de las luces, pero proviene del Padre a través de Cristo. El es nuestro Mediador. Todo lo bueno que viene a nuestra vida y queremos que venga a nuestra vida nos viene por la obra de la Cruz de Cristo. Ve a El. Derrama tu corazón a El. El es más fuerte que toda adversidad. Y descansa en El.

            Mira la obra de Dios, todo sucede bajo su control, para su gloria y para nuestro bien. ¿Crees en esto? Amén.

Sermón: Eclesiastés 7:13-14 La mano de Dios en las aflicciones

Eclesiastés 7:13-14 “Mira la obra de Dios; porque ¿quién podrá enderezar lo que él torció? 14 En el día del bien goza del bien; y en el día de la adversidad considera. Dios hizo tanto lo uno como lo otro, a fin de que el hombre nada halle después de él.”

 

            Hace como 24 años atrás yo conocí a un compañero de trabajo en un Colegio en el área metropolitana. El era maestro de matemática. Y en una actividad de la escuela, para los maestros, se hizo una dinámica en la cual se puso una silla en el centro del salón y esa silla representaba el trono de Dios. Y cualquiera que quisiera se iba a acercar a la silla e iba a hablar con Dios y traerle sus preocupaciones, sus quejas o cualquier otra cosa. Y este maestro trajo su queja. Su queja eran sus ojos. El era bastante cegato. Sus espejuelos eran bastante gruesos. Para leer además de usar sus espejuelos él usaba una lupa. El sabía que había algo en su vida que no le hacía sentido. Había algo en su vida que estaba torcido, que no estaba bien. La carretera que llegaba a su casa tenía hoyos. Los hoyos eran su ceguera.  Esa era su condición. Y su condición era su aflicción.

            Yo me imagino que todos nosotros de alguna manera u otra nos podemos identificar con ese maestro. Todos nosotros en algún momento de la vida hemos sido visitados por aflicciones. Cosas de las que decimos: esto no está bien, esto no debería ser así, pero lo es. Es como una piedra grande en el camino. O un hoyo inmenso en la carretera. Algo no está bien, hay algo torcido en mi camino. Tal vez sea una enfermedad seria mía o de un ser querido, un problema de la espalda, o de los ojos, o de la rodilla, o los problemas comunes de la vejez. Alguna otra aflicción física, o alguna aflicción familiar. Tal vez un problema con los hijos, o con los padres, o con las necesidades básicas de la vida, o con un compañero de clase que es un abusador, o con un novio o novia, o con el gobierno.

            De eso trata el pasaje que tenemos presente. Trata acerca de las aflicciones que vienen en la vida. Y cuál debe ser nuestra reacción al respecto. ¿Cómo debemos ver las aflicciones en la vida y cuál debe ser nuestra conducta al respecto? Lo primero que nos dice el predicador en Eclesiastés es “mira la obra de Dios”.

I. ¿Qué quiere decir con la obra de Dios?

            Por la obra de Dios debemos entender no su obra de creación sino su obra de providencia. Y la providencia es el gobierno y sustento que Dios tiene de todas sus criaturas y todo lo que ellas hacen. Hermanos, en este mundo nada sucede por el azar y la suerte. Hay un Dios en los cielos que gobierna esta tierra. Hay un Dios en los cielos que dirige este mundo. Todas las cosas grandes y pequeñas son sustentadas y gobernadas por nuestro Dios. Aún las cosas más “insignificantes” están bajo el control soberano de Dios. Fue Jesús mismo quien dijo en Mateo 10:29-31 “ ¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre. 30 Pues aun vuestros cabellos están todos contados. Así que, no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos.” Aún los pájaros no caen en la tierra sin el permiso, control y decreto de nuestro Dios. Y El tiene conocimiento de cada uno de los cabellos que caen de nuestra cabeza y de los cuales no nos damos cuenta. Pero, ¿por qué Jesús le dijo eso a los discípulos? Para que tuvieran confianza en su tarea evangelísticas. Ellos no iban a ir solos. Dios los acompañaba en todo momento y sus vidas estaban en las manos de Dios.

            De igual manera lo es nuestra vida. Nada de los que sucede en nuestra vida por más torcido que sea, por más horrible y difícil que sea está fuera del control de Dios. Nuestra vida está en sus manos. Y no hay aflicción que nos visite sino por su providencia. Y Jesús nos dice por tanto: “no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos.” Si Dios cuida de la vida de los pájaros de tal manera que ninguno cae a tierra sin su voluntad, cuánto más cuidará de nosotros que valemos más de muchos pajarillos. Distinto a lo que dice Peta o cualquier otra organización que iguala en valor y dignidad a los animales de los seres humanos.

            Hermanos, ninguno de sus hijos es olvidado por su Dios. Ninguno de nosotros ha sido olvidado ni por un segundo de nuestra vida por parte de Dios. Para Dios después de su propia gloria sus hijos son lo más importante. ¿Cómo El no cuidará de ellos? ¿Cómo El no dirigirá sus vidas?  

            Su providencia: su gobierno y control alcanza todas las cosas. Nada ni nadie de en este mundo puede decir que está fuera del control de Dios.

II. ¿Qué significa mirar la obra de Dios?

            Significa el reconocer que como Dios gobierna todas las cosas entonces las aflicciones que vienen a nuestras vidas nos vienen por su voluntad. En otras palabras todo está bajo su control incluso las aflicciones. Mira cómo lo dice el versículo 14 “En el día del bien goza del bien; y en el día de la adversidad considera. Dios hizo tanto lo uno como lo otro”. ¿Qué significa? Significa que debemos gozarnos y disfrutar de todas las cosas buenas que vienen a nuestra vida. Son dones de Dios y debemos recibirlas con acción de gracias. Pero también debemos meditar cuando viene la adversidad a nuestra vida. Y reconocer que tanto el día del bien como el día de la adversidad “Dios hizo tanto lo uno como lo otro”. O como dijo Job 2:10 “¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos?”

            Por eso el versículo 13 dice: “¿quién podrá enderezar lo que él torció?” ¿Quién es él? El es Dios. El contexto demanda que esa sea la respuesta. Es Dios quien envía las aflicciones a nuestra vida. Pero alguien podría preguntar ¿tú me quieres decir que el adulterio de mi ex esposo fue algo que Dios me envió? Sí, pero correctamente explicado y entendido. Cuando decimos que El envía las aflicciones, lo torcido en nuestra vida, lo que queremos decir a la luz de la Palabra de Dios es, que Dios quien es soberano y controla todas las cosas determinó permitir la ocurrencia de ese pecado por razones que El tiene. El pecado es de la criatura pero su actuar no está fuera del control y del propósito de Dios. Veamos un ejemplo bíblico en la vida de David. Busquemos 2 Samuel 16:5-10.  Aquí tenemos a Simei, de la familia de Saúl, y quien culpa a David de las muertes de Abner e Is-boset y también porque David permitió que los Gabaonitas ejecutaran a 7 de los descendientes de Saúl como pago de todo el mal que Saúl hizo a los Gabaonitas. Y se levanta a tirarle piedras a David y a los suyos y a maldecirle. Y Abisai le pide permiso a David para cortarle la cabeza a Simei por haber maldecido al rey David quien huía de Absalón. Y David le responde en el versículo 10 “¿Qué tengo yo con vosotros, hijos de Sarvia? Si él así maldice, es porque Jehová le ha dicho que maldiga a David. ¿Quién, pues, le dirá: ¿Por qué lo haces así?” Es decir, el pecado de maldecir es todo de Simei, por odio a David, pero el hacerlo está bajo el control de Dios. Aquí llamado: “Jehová le ha dicho que maldiga a David.” Dios no puso pecado en Simei pero permitió ese pecado según su soberano propósito. Dios pudo haberlo evitado. Pero no quiso. Por razones que solo Dios posee.

            ¿Qué implica esto para nosotros? Implica que en toda aflicción debemos ver la mano de Dios. El lo ha permitido. Esa es su voluntad. Esa es la voluntad de Dios para mi vida. No pienses ni por un momento que lo que sucede es por mala suerte, ni porque estamos en el sitio equivocado a la hora equivocada. Dios ha traído esa aflicción sobre tu vida. Y si eres creyente entonces debes ver que es tu Padre celestial que te ama El que ha determinado esto para tu vida.

            En su lecho de muerte Juan Calvino decía: “Señor me afliges, me afliges. Pero que bueno es saber que eres tú”. El podía ver la mano de Dios en sus aflicciones. El no sufría porque ese es el curso natural de la vida. Ni porque al final todos los seres humanos morimos. No es fruto del movimiento impersonal del universo. Es Dios quien lo ha enviado. El tiene control de todas estas cosas en nuestra vida. Mira la obra de Dios. Reconoce que es Dios quien te ha enviado esa aflicción. Y El tiene razones para hacerlo.

III. ¿Cuál es el propósito de la obra de Dios?

            Dios tiene varios propósitos.

1. Probar la sinceridad de nuestro corazón. Probar si realmente le amamos en verdad. Si realmente somos genuinos creyentes. Esa fue la prueba que tuvo Job. Fíjate cómo lo dice Job 1:8-11 “Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal? 9 Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: ¿Acaso teme Job a Dios de balde? 10 ¿No le has cercado alrededor a él y a su casa y a todo lo que tiene? Al trabajo de sus manos has dado bendición; por tanto, sus bienes han aumentado sobre la tierra. 11 Pero extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia.” ¿Qué es lo que dice Satanás? Si le quitas todas sus bendiciones y lo afliges yo sé que El te abandonará. Pero Job era sincero en su fe. Amaba y servía a Dios aún en medio de las aflicciones. Dios seguía siendo su Dios aunque no entendiera porque había permitido que todo eso sucediera. ¿Y si Dios hiciera lo mismo contigo le serías fiel?

2. Llevarnos a anhelas los cielos. Hermanos, hay muchas cosas hermosas en esta vida. Pero que mucho también se sufre. Dolores de cabeza, de espaldas, problemas estomacales, problemas en la familia, la escuela, el trabajo, etc. Dios busca recordarnos que debemos anhelar los cielos nuevos y la tierra nueva. Allí no habrá más llanto ni dolor. No habrá problemas ni aflicciones ni frustraciones. No habrá pecado ni maldad. Jamás habrán aflicciones para nuestra vida.

3. A veces castigarnos por nuestros pecados. Todo el sufrimiento que hay en el mundo es fruto del pecado. Por eso no habrá sufrimiento en los cielos porque Jesús con su muerte y resurrección derrotó el pecado y venció la muerte por nosotros. Todo sufrimiento es fruto del pecado pero no todo sufrimiento es fruto de nuestro pecado, pero a veces lo es. David fue perseguido por su hijo Absalón para matarlo. Y la Biblia nos dice que eso fue castigo de su pecado con Betsabé y Urías heteo. El sacerdote Eli sufrió con sus hijos que eran perversos. Sufrió porque no fue un padre responsable en disciplinar a sus hijos. Pero no siempre es así. El hombre que ciego de nacimiento no era ciego por su pecado ni por el pecado de sus padres sino como dice Jesús en Juan 9:2 “No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él.” No fue culpa ni de su pecado ni el de sus padres sino para la gloria de Dios o para purificarnos como el horno purifica el oro o,

4. Para hacernos crecer en su gracia. Hermanos, hay un crecimiento en la vida cristiana que es imposible adquirirlo sin las aflicciones. Porque ¿cómo creceremos en paciencia si todo nos sale bien? ¿Cómo creceremos en resignación a la voluntad de Dios si no sufrimos por su voluntad? ¿Cómo creceremos en humildad si no por medio de las ofensas? Dios ha diseñado esto para nuestro crecimiento espiritual, para nuestro bien.

IV. Aplicaciones

1. Mira la obra de Dios. Todo lo que nos sucede en la vida Dios lo ha hecho. Y si El lo ha hecho debemos poner nuestra mirada en Dios. Ver que cada aflicción tiene un propósito para nuestras vidas. Dios sabe más y debemos estar satisfecho con ello.

2. Sométete a la voluntad de Dios. Espera en El y El hará. A su tiempo y en su tiempo. Busca de Dios que te dé paciencia y resignación a su voluntad. Demuéstrale a El que no has creído en El de balde sino en verdad. ¿Cómo yo lo sé? Cuando seguimos siéndole fieles haciendo las cosas que sabemos son nuestros deberes y no dejamos que estas cosas nos aparten del camino.

3. Todo esto nos debe llevar a Cristo. Todo don perfecto proviene del Padre de las luces, pero proviene del Padre a través de Cristo. El es nuestro Mediador. Todo lo bueno que viene a nuestra vida y queremos que venga a nuestra vida nos viene por la obra de la Cruz de Cristo. Ve a El. Derrama tu corazón a El. El es más fuerte que toda adversidad. Y descansa en El.

            Mira la obra de Dios, todo sucede bajo su control, para su gloria y para nuestro bien. ¿Crees en esto? Amén.

Sermón: Apocalipsis 2:4 Perdiendo el Primer Amor

Apocalipsis 2:4 “Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor.”

 

            La gracia de Dios es una gracia que vive. Es una gracia que lucha por vivir y sobrevivir. Es una gracia que nunca deja de ser. Pero es una gracia que puede languidecer. Es una gracia que se puede debilitar. Es una gracia que puede enflaquecer. Ella no posee por sí misma la capacidad de mantener su vigor en todo tiempo. Ella se puede enfermar gravemente. Y puede al así hacerlo llevar a un creyente a vivir una vida cristiana miserable.

            De eso trata el pasaje que tenemos presente. El pasaje de Apocalipsis 2:1-7 trata de una iglesia dinámica. Trata de una iglesia que alguien pudiera pensar es la iglesia ideal. Es una iglesia fajona, trabajadora. Llena de actividades. Una iglesia ortodoxa, celosa por la verdad. Una iglesia que no se deja engañar por los que se dicen ser apóstoles pero que no lo son. Ella los ha desenmascarado. Una iglesia que no tolera el pecado.

            Pero una iglesia con una gran falta. Y esto ha traído una queja de su Señor. Veamos en primer lugar, ¿Cuál es la falta de esa iglesia?

I. La falta de la iglesia

            La iglesia de Éfeso por encima de todos los logros, su arduo trabajo, paciencia e intolerancia hacia los malos, defensora de la verdad, opositora contra los herejes, ella ha dejado, ha abandonado, ha dejado atrás su primer amor por el Señor.

            Ella ha decaído espiritualmente. Ella se ha enfriado espiritualmente. Nuestro vigor espiritual depende del amor, del amor a Dios. Depende del amor a Jesucristo y depende del amor al Espíritu Santo. Lo que nos mueve como cristianos es cuánto nosotros amamos a Dios. Cuán agradecido estamos por haber sido salvados. Haber recibido el perdón de todos nuestros pecados.

            Pero esta iglesia por encima de su gran labor ha decaído espiritualmente, aquí llamado, ha perdido su primer amor. Su primer amor por Dios.

            Si te das cuenta, uno que profesa su fe en Cristo puede decaer espiritualmente. Un genuino creyente puede enfriarse espiritualmente. Si es un creyente genuino tenemos que decir que a la luz de las Escrituras ese creyente jamás podrá perder su salvación. Es imposible que un genuino creyente pierda su salvación. ¿Por qué? Porque Dios lo ha prometido. El ha prometido preservarnos y cuidarnos por su poder omnipotente hasta que lleguemos al cielo, a la vida eterna. 1 Pedro 1:5 “que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero.”  Creemos que los santos perseverarán hasta el fin. Y creemos que esta perseverancia hasta el fin es fruto de la preservación divina. Es cierto que el 99% de las iglesias en este país enseñan todo lo contrario. Pero nosotros no seguimos los porcientos sino la verdad de Dios. Y Cristo ha dicho en Juan 10:28 “y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.” Todo verdadero y genuino creyente jamás perecerá, jamás se perderá, nunca irá a parar al infierno porque Jesús con su muerte garantizó para nosotros la vida eterna y El mismo nos preserva con su mano omnipotente para llegar a los cielos.

            Pero aunque eso es cierto también es cierto que un genuino creyente puede decaer espiritualmente. No caer total ni finalmente de la gracia pero sí puede caer terriblemente de su vigor espiritual. Su primer amor lo puede perder. Y si esta condición espiritual no es frenada y revertida podría incluso su fe retroceder. Y esto es serio.

            La Biblia nos habla mucho acerca de esto. Nos habla de que esto es una seria y triste realidad en la vida de muchos creyentes. La iglesia de Éfeso perdió su primer amor. Hablando de esto mismo dice el libro de Lamentaciones 3:18 “Y dije: Perecieron mis fuerzas, y mi esperanza en Jehová.” Salmo 31:10 “Porque mi vida se va gastando de dolor, y mis años de suspirar; Se agotan mis fuerzas a causa de mi iniquidad”. Salmo 38:10 “Mi corazón está acongojado, me ha dejado mi vigor, Y aun la luz de mis ojos me falta ya.”

            Y como esto es una realidad la Biblia nos da avisos de que esto pudiera ocurrirte a ti. Hebreos 12:15 “Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados;” Hebreos 12:12-13 “Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; 13 y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado.”

            ¿Cómo se manifiesta este decaimiento espiritual? Se manifiesta de varias maneras.

1. Se manifiesta cuando no hay pasión por las cosas de Dios.

            a. Cuando no hay ese deleite de orar que antes existía en nosotros.

            b. Cuando nos acercamos a la Palabra de Dios y no sentimos que ella nos habla. Incluso escuchamos la predicación y ella no nos edifica. Queremos que termine rápido porque el deseo de entender esa Palabra no está en mí. Y creemos que no hemos decaído porque todavía la escuchamos y la leemos pero ella no nos impacta no nos lleva a adorar a Dios y no nos lleva a un mayor fervor espiritual, mayor deseo de servir, de entenderla más y más, etc. No nos confronta y si nos confronta no hay ese deseo de poner en práctica esa palabra.

            c. Cuando no hay pasión por venir a la casa de Dios. Y piensan que la razón es que allí se hace lo mismo en vez de preguntarse se enseña con fidelidad la Palabra de Dios. Lo que la iglesia necesita más y más es fiel exposición de la Palabra que nos rete que nos amoneste. Y porque no escuchamos algo que nos, impacte según nuestros gustos y lo que creemos es lo que hay que enseñar, pensamos que el problema es la iglesia y no nuestras personas.

            d. Cuando no hay pasión por servir a los hermanos, ayudarles, cuidarles, servirles. Lo interesante es que ese decaimiento puede existir aún en una iglesia donde hay mucho trabajo arduo por el Señor. Eso es lo que tenemos aquí en Éfeso. Ellos eran celosos y trabajadores por el Señor. Pero no lo hacían con amor, por amor sino porque era su responsabilidad y punto. Hay que hacerlo vamos a hacerlo y nada más.

            Y este decaimiento espiritual generalmente se da poco a poco. Se da aun en medio del uso de los medios de gracia. Se da aun usando la oración, leyendo la Biblia, asistiendo a la iglesia, luchando por la verdad.

            Te pregunto, ¿Has perdido tu primer amor? ¿Hay pasión en ti en conocer más y más su Palabra? ¿Hay esa entrega que tenías antes en servir a Dios en hacer todo para su gloria, en evitar todo pecado por amor a su nombre? ¿Hay deleite en ti al tomar la Santa Cena? ¿Te apasiona escuchar su Palabra predicada?

            Todo esto le sucedió a la iglesia de Éfeso.  Y esto es serio. Tan serio es que Dios mismo le trajo una queja a la iglesia.           

II. La Queja de Dios

            ¿En qué consiste esa queja? “Pero tengo contra ti”. Dios se queja de los hermanos en Éfeso. Es más, es Jesús mismo quien trae esa queja contra la iglesia. Apocalipsis 2:1 “Escribe al ángel de la iglesia en Efeso: El que tiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto:” Jesús dirige esa carta al ángel de la iglesia, es decir, al pastor de la iglesia, porque él es el responsable del cuidado de la iglesia. El es responsable del bienestar espiritual de la iglesia. Y Jesús se identifica como el que tiene las siete estrellas en su diestra, es decir, es Jesús mismo quien tiene a su cargo los ángeles o pastores de las iglesias. No olvidemos que la iglesia es la iglesia de Jesús. El es la Cabeza de la Iglesia, de cada miembro y de cada oficio y ministerio. Él es el Señor de la iglesia. Y algo más. El anda en medio de los candelabros de otro, Jesús mismo anda en medio de su iglesia. Esas dos frases son explicadas en Apocalipsis 1:20 “El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y de los siete candeleros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros que has visto, son las siete iglesias.” Si te das cuenta el énfasis es en Jesús. Yo mismo soy quien dice esto. No es que el pastor o el apóstol Juan entendió esto. No. Yo mismo he evaluado tu vida, tu conducta. Y estas son mis palabras en base a mi conocimiento personal de todos ustedes.

            Él tiene conocimiento personal de lo que se hace aquí. Y de cómo se hace si mientras se predica estamos “guguliando” con el celular en vez de atender la predicación, o si estamos callados en vez de confesar nuestra fe al unísono, si en vez de cantar solo movemos los labios y si en vez de orar solo pretendemos que estamos orando. El camina en medio de nosotros. El está aquí. El sabe lo que hacemos. Por eso dice el V. 2 “Yo conozco tus obras.

            Y es Jesús mismo quien tiene esa queja contra esa iglesia. Tu decaimiento espiritual, tu frialdad espiritual es algo que yo no apruebo. Tal frialdad me deshonra. Tal actitud es algo que yo no soporto. Todo lo que hacen podrá parecer glorioso pero es nada si no lo hacen con amor. Como dice 1 Corintios 13:1-3 “Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. 2 Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. 3 Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.”

            Hermanos, Dios no aprueba, no tolera, no acepta el que alguien haya perdido su primer amor. Es una reprehensión fuerte, pero es una en amor. Por medio de ella El busca hacer a la iglesia consciente de su necesidad. El no solo desea que le amemos. El desea que le amemos con toda nuestra mente, con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, con todas nuestras fuerzas. (Marcos 12:30-31). Que haya en nosotros el deseo como bebés recién nacidos por la leche espiritual. Como dice 1 Pedro 2:2 “desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación,” Que luego de tanto tiempo en la fe cristiana que dejemos de ser niños y seamos maestros de la Palabra. Como dice Hebreos 5:12 “Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido.” Pero no solo ser maestros sino serlo como amor, con pasión, con entrega, con plena dedicación y esfuerzo y celo, siendo nosotros ejemplo mismo en todo. Que cuando vengamos a la iglesia vengamos con gozo porque vamos a adorar a Dios, vamos a encontrarnos con Él, venimos a cantarle, a orarle, a escuchar su Palabra leída y predicada, a ver a mis hermanos. A decir con sinceridad las palabras del Salmo 122:1 “Yo me alegré con los que me decían: A la casa de Jehová iremos.” Que cuando demos nuestras ofrendas lo hagamos no por hacerlo, no porque hay que hacerlo sino porque deseo hacerlo y quiero hacerlo más y si tengo que dar más, Aleluya. Porque Dios bendice, no al que da, sino al dador alegre.

            Dios desea que temblemos ante su Palabra. Como dice Isaías 66:2 “Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice Jehová; pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra.” Temblar porque lo que escuchamos no es palabra de hombres sino la misma voz de Dios. Temblar porque deseamos aprenderla más y más. Temblar porque deseamos ponerla en práctica. Porque deseamos enseñarla a los demás. Porque deseamos compartir lo que hemos aprendido con los demás. Temblar por el deseo que otros que no conocen el evangelio vengan a conocer a Dios por medio de esa Palabra. Ya que la fe es por el oír de la Palabra de Dios.

            Ahora bien. Esta queja de Jesús misma es seria. Tan serio es esto que Jesús mismo da una amenaza a la iglesia de Éfeso si no cambian sus caminos. Apocalipsis 2:5b “si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido.” Si no cambian sus caminos, si no se arrepienten y hacen las primeras obras, si no lo haces con pasión y entrega, entonces esta iglesia desaparecerá. Cerraremos la iglesia, le pondremos candado, la venderemos y todo lo que se ha hecho se perderá.

            Pero esto no tiene que ser el caso. Mira el amor de Jesús por su iglesia. El reconoce las cosas buenas que la iglesia ha hecho. Y El no solo señala su queja, identifica el problema, sino también da la solución al mismo.

            ¿Cuál es la solución? V. 5ª “Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras”. El llamado es el mismo para cada creyente que ve en su vida ese decaimiento espiritual del que hablamos. Recuerda cómo amabas antes a Dios. Cómo estabas dispuesto a perder todo incluso la vida por el evangelio. Cómo no te importaba levantarte temprano para las actividades de la iglesia. Ir tres veces a la iglesia en la semana no era una carga sino un gozo. Recuerda que no te molestaba gastar tu dinero para comprar libros que te enseñaban a entender la Biblia. Cómo tomabas la iniciativa para servir sin que nadie te dijera nada. Tu meta era tener una familia educada en el evangelio. Celosos de las cosas de Dios. Amar a mi esposa como Dios espera de mí y tú sujetarte a tu esposo como Dios espera de ti. Había ardor en tu corazón. De ese estado has caído. Acéptalo. Confiesa tu pecado, arrepiéntete y apártate del mismo. Y regresa a servir a Dios con amor y por amor.

            Medita en las cosas hermosas que posee Jesús. Cuán excelente esposo es El. Cuánto te amó y te ama al punto de sufrir el infierno por ti. Cómo El jamás te desecha aunque hayas fallado. Cómo El está dispuesto a acercarse a ti más y más y perdonarte. Cómo El abrió los cielos para ti y ganó para ti riquezas espirituales las cuales comparadas con las riquezas materiales son incalculables. Las riquezas materiales son heno y hojarasca. Pero el verdadero tesoro es El mismo. Piensa en cuán afortunado eres de ser cristiano. Cuánta paz El ha derramado sobre ti. Cuán delicioso es estar en su presencia. En fin, mira lo glorioso que es Jesús en sí mismo y para ti.

            Y entonces, haz las primeras obras. Sírvele con pasión. Sírvele con un corazón que ama mucho. Sé celoso por las cosas de Dios pero hazlo, no porque tienes que hacerlo, sino porque quieres hacerlo por amor a Cristo.  

             

Sermón: Proverbios 31:26 La Ley de Clemencia está en su boca

Proverbios 31:26 “Abre su boca con sabiduría, Y la ley de clemencia está en su lengua.”

 

            Proverbios 31:10-31 es un poema acróstico, es decir, cada estrofa comienza con una de las letras del alfabeto hebreo en orden, desde la “a” hasta la “z” si fuera nuestro alfabeto, así también lo es el Salmo 119.

            De todos los versículos en este elogio a la mujer virtuosa no hay uno más excelente que este versículo 26.

            Claro está, aquí se nos presenta a la mujer, esposa y madre ideal. Digna de ser imitada por todos nosotros. Y lo que se dice de ella en este versículo 26 es verdaderamente admirable.

            Vamos a ver dos de sus virtudes que sin lugar a duda nos van a llevar a considerar los demás versículos ya que todos estos están conectados con las dos virtudes que aquí se exaltan. Veamos cuáles son.

I. Ella habla con sabiduría

            Cuando dice que ella abre su boca es una forma hebraica de expresión que significa que ella habló. Lo importante no es que ella hable, aunque eso es importante. Ella tiene derecho de hablar. En cambio, la virtuosidad de ella no descansa en que ella hable sino en cómo ella habla. Ella habla con sabiduría.

            La palabra sabiduría en el AT es [hokma] y denota la idea de destreza, habilidad. Incluye las habilidades para hacer la guerra, hacer ropa, carpintería y metalurgia, etc.

            Implica el percibir la realidad y reaccionar ante la realidad a tiempo y con destreza. La Biblia nos lleva a ir a la hormiga si queremos aprender sabiduría. Proverbios 6:6 “Ve a la hormiga, oh perezoso, Mira sus caminos, y sé sabio;” Mira cómo ella recoge la comida en el tiempo donde puede ser hallada, en el verano, porque sabe que en el invierno no habrá. Y si no recoge ahora morirá en el futuro.

            Así es ella al hablar. Ella habla con sabiduría. Su experiencia y amor le ha dado la destreza de ver de antemano lo que hay que hacer. Ella es como una hormiguita que trabaja sin descanso. Pero como buena hormiga ella prevé el futuro y se prepara de antemano. Por eso esa se ríe del invierno porque su familia tiene ropas gruesas. V. 21 “No tiene temor de la nieve por su familia, Porque toda su familia está vestida de ropas dobles.”

             V. 16 “Considera la heredad, y la compra, Y planta viña del fruto de sus manos.” Ella analiza bien cómo usar el dinero y hacer buenas inversiones para el beneficio de la familia. Para ella el bienestar de su familia: su esposo, sus hijos es central. V. 24 “Hace telas, y vende, Y da cintas al mercader.” Ella incluso hace tela para vender. Ella busca todo lo posible por ayudar económicamente a su familia.

            Ella es buena administradora, V. 18 “Ve que van bien sus negocios; Su lámpara no se apaga de noche.”

            Y como ella es así sus palabras tienen peso porque ella habla con sabiduría.

            Ella habla para edificar. Sus palabras tienen el respaldo de la voluntad de Dios porque ella teme a Dios. Ella sabe que va a dar cuenta delante de Dios por sus palabras. Sabe que la verdadera sabiduría se encuentra en la Palabra de Dios. Y por tanto se esfuerza no solo en conocer bien la voluntad de Dios sino en hablar a todos de esa Palabra: ella habla con sabiduría. Y por tanto, procura por sobre todas las cosas que el temor de Dios esté presente en la vida de todos aquellos que la escuchan.  

            Entonces, todos van donde ella porque allí encontraran buen consejo. Ella no se deja llevar por la moda sino la Palabra de Dios. Ella no gasta su saliva en cosas que no son importantes. Ella habla la verdad en todo momento.

            Ahora bien, ella habla así porque la Palabra de Dios es céntrica en su vida. Ella sabe que no puede dar palabras sabias si no busca esas palabras de aquel que es el único que tiene sabiduría en el mundo; y ese es Dios. Romanos 16:27 “al único y sabio Dios, sea gloria mediante Jesucristo para siempre. Amén.” La conjunción “y”

 no aparece en el original griego. Así que literalmente dice: “al único sabio Dios”. El único que es sabio en este mundo es Dios. Y ella lo sabe. Y sabe que la única manera en que ella realmente es sabia es sometiendo su mente a la voluntad de Dios. Por eso ella estudia la Palabra de Dios sin cesar. Y es de la abundancia de esa Palabra en su corazón que mana la sabiduría de su boca.

            Oh hermanos, cuanto nosotros necesitamos imitar a esta mujer. Cuan importante es que la Palabra de Dios sea céntrica en nuestra vida. Cuando eso pasa veremos como llueve a bendición de Dios sobre nuestra vida. Como viviremos una vida recta que agrada a Dios y cosecharemos lo que hemos sembrado: el favor de Dios. No porque lo merecemos sino porque a Dios le complace bendecir la obediencia.

            Claro está, esta mujer virtuosa no solo habla palabras con sabiduría sino que la manera de comunicar sus palabras son virtuosas también. No solo el contenido de sus palabras sino la manera de decirlo expresa también sabiduría. Por eso, en segundo lugar…

 

II. Ella instruye con amor

            En el hebreo lo que dice es [torah hesed] la ley de misericordia está en su boca. La palabra hebrea [torah] se traduce como ley esa es su traducción literal, y significa instrucción, enseñanza, guía.

            La RV60 traduce como clemencia la palabra hebrea [hesed], lo cual es una traducción válida. La palabra [hesed] puede ser traducida bondad, compasión, misericordia, amor, etc. El salmo 136 traduce la palabra [hesed] como misericordia 26 veces, porque para siempre es su misericordia.

            Ahora bien, la oración puede ser traducida de varias maneras: ella enseña con misericordia, o ella enseña misericordia.

            Es decir, ella enseña con misericordia. Ella enseña con amor. No se nos dice si es solo a los hijos lo cual es muy probable pero puede incluir a su esposo y a todos los que busquen de ella sabiduría. Ella no es una persona dulce solo cuando está en su casa. Ella es dulce solo cuando se trata de sus hijos pero no así cuando se trata de las demás personas. Ni ella es dulce cuando se trata de las demás personas pero no es dulce cuando se trata de su familia. No. Ella es la misma en donde quiera que esté. Ella enseña con misericordia, con amor, con compasión.

            Ella habla con dulzura. Sus palabras son un bálsamo a todos los que la oyen. Habla con respeto. No busca humillar ni herir con sus palabras a menos que sea herir con la Palabra de Dios. Ni se deleita cuando tiene que regañar. No busca ofender. 

            Ella sabe cuándo hablar. Hay momentos en que es mejor callar que hablar. Salimos perdiendo más cuando hablamos que cuando callamos. Hay personas que merecen que uno les digan un par de cosas, pero la mujer virtuosa sabe que es mejor callar a veces que hablar.

            Ella sabe cómo hablar. Cómo apaciguar la ira. Cómo regañar con dulzura, de tal manera que uno sabe que sus palabras de reprensión son con amor, revestidas de bien, respaldada con una conducta santa que ata la conciencia. Salmo 141:5 “Que el justo me castigue, será un favor, y que me reprenda será un excelente bálsamo que no me herirá la cabeza; pero mi oración será continuamente contra las maldades de aquéllos.”

             

            Pero también ella enseña misericordia. No solo enseña con misericordia y amor sino que enseña a ser misericordiosos, compasivos, dulces, respetuosos hacia los demás especialmente a los que sufren. V. 20 “Alarga su mano al pobre,
Y extiende sus manos al menesteroso.”
Ella hace eso y enseña a su familia a hacerlo también, porque ella enseña misericordia. Ella les dice a los suyos a que no piensen solo en ellos sino también en los demás. Ella le enseña a su familia lo que es ser compasivos con los necesitados.

            Ella habla bien de su esposo en donde quiera que esté. V. 23 “Su marido es conocido en las puertas, Cuando se sienta con los ancianos de la tierra.” La buena reputación de su marido se debe en gran parte a ella. Ella sabe que él tiene sus pecados pero no se pasa pregonándolos. Y como ella enseña misericordia, ella habla bien de él. No se burla de sus defectos y fallas. Y no permite que sus hijos hablen mal de su padre, ni se burlen de él. Ella busca que le respeten como ella misma busca respetarle porque ella enseña misericordia en su hogar y en donde quiera que esté. Por eso V. 11-12 “El corazón de su marido está en ella confiado, Y no carecerá de ganancias. 12 Le da ella bien y no mal Todos los días de su vida.”

            Hermanos, nada de esto es forzado en ella. Sale natural y espontaneo en ella. Por eso dice el proverbista “la ley de clemencia está en su lengua”, es decir, la tiene a flor de labios. Las palabras de misericordia, de dulzura, de amor están en la punta de su lengua porque abundan en su corazón.  

            ¿Por qué todo esto? ¿Por qué ella es así? Ella es así por la gracia de Dios. Ella es así porque ella teme a Dios. V. 30 “Engañosa es la gracia, y vana la hermosura;
La mujer que teme a Jehová, ésa será alabada.”
Ella es alabada, es exaltada, es honrada porque la vida que lleva es fruto del poder del evangelio en su vida. La imagen de Cristo es formada cada día en ella. Vivir por la Palabra de Dios es lo que dirige su vida. Vivir en comunión con Dios por medio de su Palabra y en dependencia del Espíritu Santo es lo que hace de ella la mujer virtuosa que es. Honrar a Dios es su deleite y meta. Ella vive para glorificar a Dios. Ella es ejemplo a imitar porque ella imita a Cristo.

            Por tanto, cómo nosotros esposos e hijos debemos tratarla. Debemos honrarla. ¿Cómo lo hacemos? Teniendo la ley de clemencia en nuestra boca. Tratándola con respeto y dulzura. A veces los hijos y los esposos tendemos a ser ásperos con nuestras esposas y madres. A veces somos irrespetuosos, malcriados, repunantes hacia ella. A veces la menospreciamos en la manera en que la tratamos. No valoramos sus buenos consejos. Ni le damos el voto de confianza por el hecho de ser la persona que más nos ama entre los hombres.

            Pero hermanos y amigos la ley de clemencia debe de estar en nuestra lengua. Nuestras palabras deben ser siempre de respeto, amor, compasión. El evangelio de Cristo vino a transformar todo nuestro ser. Vino a cambiar nuestro corazón de uno de piedra a uno de carne. Un corazón santificado es un corazón respetuoso, compasivo, paciente. Honrar a nuestras madres…porque esto es justo, esto agrada a Dios.

            ¿Cómo te diriges a ellas? ¿Cómo las tratas? ¿Cuánto respeto hay en tus palabras? Busca de Dios es ley de clemencia. Busca de Dios esa sabiduría para que sepas conducirte hacia ella no solo en el día de hoy sino todos los días.

            Pero no solo eso. La ley de clemencia incluye actos de misericordia también. Implica ayudarla también. No hay que hacer regueros en la casa y si se hacen debemos ayudar a recogerlos. Si vemos que está afanada con los quehaceres ayuda con ellos. Todos podemos aprender a cocinar y ayudar con otras tareas. Le podemos hacer café cuando tiene dolor de cabezas o para motivarla. Darle las gracias por la comida y lo que hace. Y si trabaja afuera ayudar aun más. Debemos ser serviciales hacia ellas.

            Quiera Dios que cada uno de nosotros vivamos bajo el temor de Dios, haciendo que abunde en nosotros la Palabra de Cristo para que nuestras palabras sean con sabiduría, con bondad, con respecto y actuemos con compasión hacia todos los que tienen necesidad.

Sermón: Santiago 5:19-20 Cuidándonos unos a otros

Santiago 5:19-20 “Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace volver, 20 sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados.”

 

            Hermanos, no hace mucho prediqué 26 sermones sobre toda la epístola de Santiago la cual finaliza con estos dos versículos que hemos leído. Es mi convicción que el deber que aquí se ordena a la iglesia es algo en el cual nosotros tenemos que mejorar. Este no es el mismo sermón que prediqué anteriormente sino que es uno completamente nuevo.

            ¿Qué debemos hacer cuando alguien en medio nuestro se aparta de la verdad? ¿Cuál es nuestro deber al respecto? De eso trata el sermón.

            Y lo primero que Santiago nos quiere enseñar es que para poder cumplir cabalmente con este deber debemos vernos en primer lugar como una familia.

I. Una familia

            Mira como comienza el versículo V. 19 Hermanos. No siempre Santiago utiliza esa expresión. Cuando lo hace lo hace para expresar su amor por ellos y su sentido de hermandad. Esto que vamos a hablar es un tema que enfatiza la hermandad de la iglesia. Lo que vamos a poner en práctica no es otra cosa que el amor fraternal que debe predominar en nosotros. Si nosotros somos hermanos, si nosotros tenemos a Dios por Padre, entonces esto es lo que debemos hacer los unos por los otros. Debemos vernos como una familia. Debemos vernos no como personas separadas ni desconocidos, sino como hermanos unos de otros. Como aquellos que tenemos un común Padre, poseemos como si fuera una misma sangre, un mismo corazón. Hay un vínculo que ha sido formado sobre nosotros por Dios mismo. El nos ha hecho el ser una familia de muchos hermanos y hermanas. Así que esto de que vamos a hablar es lo que nosotros como hermanos debemos hacer los unos por los otros. Los hermanos se comportan de esta manera. Y si Dios te ha hecho nuestro hermano por medio de la fe en Jesucristo y por medio de haberte salvado y adoptado en la familia de Dios de esta manera debemos actuar en todo momento. Pero especialmente cuando uno entre nosotros se aparta de la verdad.

            ¿Es así como te ves a ti mismo en esta iglesia? ¿Es así como tratamos a nuestros hermanos? Yo sé que son nuestros hermanos, pero los tratamos así. ¿Los hago sentirse como mi hermano? ¿Le demuestro mi amor, mi interés? ¿Tomo la iniciativa en hacerlo? Yo sé que sí. Esta es una iglesia que se caracteriza por el amor. Pero hay lago más que aprende. Hay algo más que poner en obra entre nosotros.

            Así que lo primero que debemos tener presente al trabajar con el caso que Santiago trata es que nosotros debemos vernos como hermanos unos de otros. Hermanos cuya hermandad trasciende la carne y la sangre. Incluso en muchos casos vas más allá que la vida presente.

            Lo segundo que nos da Santiago es una palabra de precaución.

II. Una precaución

            “si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad”. ¿Qué tenemos aquí? Tenemos a un hermano o hermana que se ha extraviado, se ha desviado, se ha apartado de la verdad del evangelio, de algún aspecto del evangelio. No sabemos qué específicamente es la verdad detrás del caso. Santiago presenta un caso hipotético basado en la realidad. Sabemos que muchos han venido a la iglesia y ya no están con nosotros. Sabemos incluso de líderes que se han apartado de la verdad.

            Esa verdad puede ser alguna doctrina fundamental como la Trinidad, la Deidad de Cristo, la Deidad del Espíritu Santo, la justificación por la fe solamente, la doctrina bíblica de la santificación. No sabemos si es una doctrina fundamental de la fe del cristianismo o de los deberes del cristianismo: es decir, ha dejado de buscar de Dios, se ha ausentado de la iglesia, ha dejado de perseverar, de buscar de Dios, de servir en la iglesia, o ha abrasado un estilo de vida pecaminoso. El pasaje no lo dice. Pero es posible que sea algo serio ya que Santiago habla de hacer regresar al pecador. Pero no lo sabemos a ciencia cierta. 

            Hay algo importante que señalar. Santiago nos enseña que el extraviarse de la verdad es algo que ocurre en la iglesia de Cristo. “si alguno entre vosotros”.  Y escúchenme bien: nadie está exento de extraviarse de la verdad. Aún los líderes más consagrados y dedicados se han aparatado de la verdad. La historia de la iglesia está llena de ejemplos de creyentes que se han extraviado, se han apartado de la verdad. Han dejado de perseverar, han dejado de negarse así mismos, han quitado su mano del arado, han dejado de pelear la buena batalla. Y es posible que algunos de los que están aquí hoy mañana no estén. Ninguno de nosotros puede decir: eso nunca me va a suceder. Eso le podría pasar a fulano, a fulana, a perencejo, pero no a mí. Eso me recuerda a Jesús con el apóstol Pedro en Mateo 26:34 “Jesús le dijo: De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces.” Y qué le contestó Pedro V. 35 “35 Pedro le dijo: Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré. Y todos los discípulos dijeron lo mismo.

            ¿Qué lo llevó a desviarse de la verdad? El pasaje no nos dice. Pero no es difícil si tomamos la carta de Santiago como guía y toda la Biblia para ver algunas causas por las cuales uno que ha profesado su fe en Jesús se ha extraviado como oveja descarriada de la verdad. Por ejemplo:

            1. Mateo 13:20-21 “Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo; 21 pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza.” ¿Cuál fue la causa de su no perseverar? El sufrir aflicciones o persecuciones. Las aflicciones sin Dios, sin poner nuestra mirada en El y buscar de Él la fortaleza nos llevan a apartarnos de la verdad. Aquí vemos a uno que recibió con gozo la palabra, pero no tiene raíz, la palabra no ha sido sembrada con profundidad en su corazón. Acepta el mensaje y se goza del mismo porque es el glorioso evangelio de Cristo. Pero, aunque se ha gozado del mismo éste no ha penetrado a su alma. No ha creado raíces que cimienten su fe. No tiene una fe estable, bien arraigada. Su fe no ha sido cimentada sobre la roca. Y cuando eso pasa cuando viene la aflicción o la persecución por ser cristianos se aparta del camino. Su fe es de corta duración.

            La iglesia a la cual Santiago le escribe era una iglesia perseguida. Estaba dispersa por la persecución y allí en el exilio las cosas no eran fáciles. Tenían muchas y diversas aflicciones como Santiago menciona en el capítulo 1. Así que las aflicciones si no son puestas en las manos de Dios y nos enfrentamos a ellas vestido de toda la armadura de Dios pueden ser causa de que algunos de nosotros nos apartemos de la fe.

            2. 1 Timoteo 1:19-20 “manteniendo la fe y buena conciencia, desechando la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos, 20 de los cuales son Himeneo y Alejandro, a quienes entregué a Satanás para que aprendan a no blasfemar.” Tenemos aquí a unos líderes de la iglesia que se extraviaron en la fe, o como dice Pablo “naufragaron en cuanto a la fe”. El barco de su fe se hundió. ¿Cuál fue la causa? Ellos se apartaron de la verdadera doctrina bíblica y no mantuvieron su fe ni tampoco una buena conciencia, es decir, dejaron de luchar contra el pecado, no lo confesaron, sino que lo dejaron como si nada. Dejaron que el pecado se apoderara de ellos. Posiblemente no escucharon a su conciencia que les decía: eso está mal pero se empeñaron en no hacerle caso y terminaron naufragando en la fe. Tuvieron dudas sobre su fe y en vez de trabajar con ella dejaron que la incredulidad los dominara. Y el resultado en el caso de estos líderes fue la excomulgación de la iglesia. Fueron excomulgados. O como lo dice Pablo “a quienes entregué a Satanás para que aprendan a no blasfemar.”

            Cosas así no suceden de la noche a la mañana. Algunos hermanos antes de apartarse de la fe descuidaron su vida espiritual, dejaron de estudiar la Biblia, consistentemente, dejaron de orar fielmente, dejaron de negarse así mismo, comenzaron a ser inconstantes en su asistencia a la iglesia, etc. Poco a poco se fueron deslizando. Todos aquellos que entre nosotros que por las razones que sean han descuidad su vida espiritual son candidatos a extraviarse de la verdad.

            3. En última instancia la causa lo es el pecado. Santiago 5:20 “sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino”. Hermanos y amigos la última razón por la cual un hermano se ha extraviado de la verdad lo es el pecado. No busques mayor explicación porque no hay otra que dar. “Él amó más el mundo que las cosas de Dios, pecado. Dejó de buscar de Dios, pecado. Dejó de luchar contra las tentaciones, pecado. Puso su trabajo primero antes que el reino de Dios, pecado.”

            Y lo triste del caso es que el pecado nunca viene solo, siempre viene acompañado. El daño es como una gangrena que aunque comenzó en el dedo más chiquito del pie sigue creciendo y creciendo hasta que daña el pie, la pierna, el torso, los órganos internos, etc. Por tanto, afecta su vida, su matrimonio, sus hijos, etc. 

            Te pregunto a ti, ¿cómo estás cuidando tu alma? ¿Qué estás haciendo para preservar tu alma y mantenerte en el camino correcto? ¿Cómo luchas contra el pecado, el desánimo, la pereza, el error doctrinal, las tentaciones, el amor al mundo?

            Hermanos, si esto está pasando en medio nuestro cuál debe ser entonces nuestro deber.

III. Un deber

            Nuestro deber es buscar al que se ha extraviado. Dice Santiago: “y alguno le hace volver,”. Ese alguno es cualquier hermano en la iglesia. Fíjate lo que dice Santiago el procurar hacer que un hermano regrese al camino de Dios no es exclusivo de los pastores y ancianos de la iglesia. Es tú responsabilidad también. Si algún miembro de la iglesia sea designado por el pastor o la sesión de la iglesia o movido por amor a su hermano lo hace volver ha salvado una vida. No tenemos que hacer una reunión para poner por obra este deber. Ni los ancianos necesitan reunirse para hacerlo. Hay una tarea que los ancianos hacen en conjunto, pero hay tareas que se pueden hacer individualmente como ancianos. Pero el énfasis del pasaje lo es la congregación, “y alguno le hace volver,”

            Oh hermanos, en esto yo creo que todos debemos crecer. Hay hermanos y hermanas que no están en medio nuestro. Hay hermanos y hermanas que están jugando con fuego y que son candidatos o candidatas a naufragar de la fe. Y nosotros somos hermanos unos de otros.

            ¿Qué vas a hacer cuando eso ocurre? No pienses eso es solo para los pastores y ancianos de la iglesia. No pienses de esa manera porque eso no es bíblico. Todos somos llamados a cuidarnos unos de los otros. Todos somos llamados a motivarnos al amor y a las buenas obras. Dice Hebreos 10:24-25 “Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; 25 no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.” Seamos considerados unos a otros dice el autor de Hebreos. Valorémonos unos a otros. Amémonos unos a otros. Y estimulémonos al amor y a las buenas obras. Motivémonos a amarnos unos a otros, a tolerarnos unos a otros, a ser pacientes lo unos con los otros, a servirnos unos a otros y a servir a los hermanos, y a los no creyentes. No nos cansemos de así hacerlo. Y cuando alguien persista en faltar a la iglesia es nuestro deber exhortarnos a no hacerlo más. Llama a tu hermano y dile te extrañamos en la iglesia, en el culto de los jueves, en la actividad de la iglesia, etc. Meramente con decirle eso lo estás amonestado y exhortando con amor. Porque esa persona, ese hermano, sabrá: no estuve en la iglesia y debí haber estado.

            Debemos cuidarnos unos a otros. Y hacer todo lo posible porque nuestro hermano regrese al camino de la verdad. Hay que orar, sí. Pero hay que llamar, visitar, motivar, exhortar y amonestar a ese hermano. Esa es la iglesia que yo deseo estar. Una iglesia en donde los hermanos me amen de tal manera que no solo se preocupen de mí sino también se ocupen de cuidarme, inclusive de amonestarme en amor. Dice Romanos 15:14 “Pero estoy seguro de vosotros, hermanos míos, de que vosotros mismos estáis llenos de bondad, llenos de todo conocimiento, de tal manera que podéis amonestaros los unos a los otros.” Somos llamados a amonestarnos unos a otros. Dos requisitos para hacerlo bien: estar llenos de bondad y de todo conocimiento, es decir, sabiduría. Con amor y con mucha paciencia, pero con sabiduría.

            Si te das cuenta la perseverancia de los santos se da en el contexto de la iglesia. Necesito la iglesia porque es el medio que Dios utiliza para mantenerme en el camino de la verdad. Es allí donde Dios envía vida eterna. Por eso la comunión de los santos en la iglesia es buena y deliciosa. Salmo 133:1, 3 “¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es Habitar los hermanos juntos en armonía! 3. Porque allí envía Jehová bendición, Y vida eterna.” ¿Cuánto amas tú a la iglesia? Y amar a la iglesia no es decir: yo la amo, es estar presente, apoyarla económicamente, ayudar en la limpieza, es sentarte a aprender, es usar los dones que Dios te ha dado en la iglesia, etc.             

            Lo interesante del caso presente es que Dios nos da varias razones o motivos para cumplir este deber. ¿Cuáles son?

IV. Motivos para cumplir este deber

            V. 20salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados”. El motivo en primer lugar es salvar de muerte un alma. Hermanos, el que se aparta de la verdad está matando su alma. Fuera de Cristo no hay sino muerte. Solo en Cristo hay vida, vida eterna. Y aquel que se extravía de la verdad no está viviendo, realmente no se está dando la buena vida, sino todo lo contrario, está matando su alma.  Todos los que estaban fuera del arca de Noé perecieron en el diluvio universal. De igual manera todo el que no está en Cristo con una fe verdadera y sincera, es decir, una fe que se entrega en alma y cuerpo totalmente a Cristo para vivir para El no verá la vida eterna, sino la muerte eterna en el infierno.

            Así que Dios nos da un motivo excelente: el de ser el instrumento en las manos de Dios para salvar de la muerte. Hermano Dios te ha puesto a ti como guardián de tu hermano. Y te ha dado el privilegio de ser, en un sentido semejante a Dios, un “salvador” del alma de mi hermano extraviado. ¡Qué enorme privilegio! ¡Qué gran bendición!

            Pero hay algo más nos dice Santiago: “y cubrirá multitud de pecados”. La fe verdadera trae pleno perdón del hermano errado. Sus pecados son cubiertos para nunca verlos jamás. El amor que es de Dios nos debe llevar a perdonar a ese hermano totalmente. Nada debe estorbar el que lo recibamos con amor, con alegría y ser restablecido a la plena comunión de la iglesia. Y recibirá como el hijo pródigo un nuevo vestido, una sortija en su mano y mataremos el becerro más gordo, que significa plena restauración a la comunión con Dios y con la iglesia. Y también en el día del juicio final sus pecados habrán sido cubiertos por la sangre de Cristo.

            Pero detrás de esos motivos hay uno mayor. ¿Sabes cuál es? El de dar por gracia lo que por gracias has recibido. Tú y yo estuvimos un tiempo extraviados. Antes de ser convertidos vivíamos lejos de la verdad. Y Dios utilizó a un siervo o a una sierva de Dios para traerte al camino de la verdad. Y me imagino que estás agradecido a Dios y a ese instrumento en las manos de Dios para darme vida. ¿Cómo yo no debo hacer lo mismo? Y así como hicieron conmigo yo deseo hacer con los demás.

            Jesús como el Buen Pastor deja a las 99 ovejas que están seguras en el aprisco y va a buscar a la única oveja que se extravió. Dejándonos con esto ejemplo que cada oveja del rebaño es importante. Y debemos hacer todo lo posible por buscar a esa oveja.

            Esa misma actitud motivó al rey David a prometerle a Dios que ayudaría a rescatar a los extraviados. En el Salmo 51:13 “Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, Y los pecadores se convertirán a ti.” El contexto de este Salmo es la confesión de pecado de David por sus pecados contra Urías heteo y el adulterio contra Betsabé. Y él le pide a Dios que lo restaure nuevamente, restaure su vigor espiritual que había perdido, que lo purifique y él promete en cambio ser instrumento para enseñar a los transgresores a los que se han extraviado del camino a regresar a él.  

            Hermanos, Dios nos llama a cada uno de nosotros a hacer todo el esfuerzo posible en buscar al hermano que se ha extraviado de la verdad. ¿Qué has hecho con esa hermana o ese hermano que ya no está con nosotros? ¿Lo has llamado? ¿Lo has visitado? ¿Le has exhortado? Eso es lo que los hermanos estamos llamados a hacer.

            Yo sé que vivimos vidas ajetreadas. Pero no debemos dejar que esas cosas nos aparten de cumplir la voluntad de Dios. De ser hacedores de la Palabra y no tan solo oidores. De amar en hecho y en verdad. Ese es el verdadero amor cuando nos cuidamos unos a otros.  Ese es el amor del cual Cristo vino a enseñarnos: a amarnos unos a otros como Él nos amó y dio su vida en rescate por nosotros.

 

Sermón: Hageo 2:20-23 Ten paz porque Cristo vendrá a trastornar el mundo

Hageo 2:20-23 “Vino por segunda vez palabra de Jehová a Hageo, a los veinticuatro días del mismo mes, diciendo: 21 Habla a Zorobabel gobernador de Judá, diciendo: Yo haré temblar los cielos y la tierra; 22 y trastornaré el trono de los reinos, y destruiré la fuerza de los reinos de las naciones; trastornaré los carros y los que en ellos suben, y vendrán abajo los caballos y sus jinetes, cada cual por la espada de su hermano 23 En aquel día, dice Jehová de los ejércitos, te tomaré, oh Zorobabel hijo de Salatiel, siervo mío, dice Jehová, y te pondré como anillo de sellar; porque yo te escogí, dice Jehová de los ejércitos.”

 

            Recientemente los EE. UU. en unión con Gran Bretaña y Francia bombardearon la ciudad de Douma con miras a destruir los arsenales químicos de Siria. Inmediatamente Rusia pidió una reunión de emergencia con el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para que condenaran tal acción contra una nación soberana. Cuando estas cosas ocurren el mundo entero se siente conmovido, se siente con temor por la posibilidad del comienzo de la tercera guerra mundial. Acontecimientos así trastornan los pueblos y crean ansiedad.

            El  mismo trastorno ocurrió la semana pasada cuando se fue la electricidad en todo Puerto Rico. Y las noticias indicaban que la recuperación sería entre 24 a 36 horas. Y todo Puerto Rico se conmovió por el hecho. Las gasolineras se llenaron de gente buscando llenar los tanques de los carros. A punto fue la conmoción que algunas gasolineras se quedaron sin gasolina.

            Así que los rumores de guerra, las noticias que anuncian caos trastornan a los pueblos.

            Lo interesante del caso es que la noticia más importante del mundo no parece en nuestros tiempos trastornar a los pueblos y menos a las naciones. Si hay algo que históricamente trastornó el mundo lo fue la venida de Cristo. El evangelio de Cristo vino a trastornar el mundo. Vino a poner al revés todo lo que existía y existe. Vino a traer espada, a poner en conflicto a padres e hijos. Mira cómo Jesús mismo lo dijo en Mateo 10:34-36 “No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. 35 Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; 36 y los enemigos del hombre serán los de su casa.” Por el hecho de quién es Cristo y por el hecho de lo que vino a hacer y lo que El hace en las vidas de sus discípulos era inevitable que el mundo hubiese sido trastornado por su venida.   

            Eso es lo que nos enseña Hageo en este cuarto y último sermón. Veamos lo que nos enseña sobre Cristo y su venida.

            El último sermón de Hageo se da el mismo día del sermón anterior. Nos dice el V. 20 “Vino por segunda vez palabra de Jehová a Hageo, a los veinticuatro días del mismo mes, diciendo:” Los veinticuatro días del mes mismo mes, es decir, del mes noveno, lo es el 18 de diciembre de 520 A.C. Si nos dejamos llevar por estas fechas tenemos que concluir que el ministerio profético de Hageo duró solo cuatro meses. No se sabe más de él, ni de su ministerio ni de su vida. Algunos eruditos consideran que Hageo debió haber muerto al poco tiempo después de finalizar su ministerio profético. Pero realmente no sabeos a ciencia cierta.

            Pero lo interesante de este sermón es a quién se lo dirige. Este cuatro sermón no se lo dirige a Josué ni al pueblo de Israel. Este mensaje es enviado para Zorobabel solamente. V. 21a “Habla a Zorobabel gobernador de Judá”. Lo repite de nuevo en el versículo 23a “En aquel día, dice Jehová de los ejércitos, te tomaré, oh Zorobabel hijo de Salatiel”. ¿Por qué es dirigido a Zorobabel solamente? Es dirigido solo a Zorobabel no por sí mismo solamente sino también por aquel que desciende de Zorobabel. No nos olvidemos que Zorobabel es descendiente del rey David. Y por tanto la línea mesiánica sigue por medio de Zorobabel hacia el Cristo. Tanto Mateo como Lucas incluyen a Zorobabel en el linaje de Jesús el Cristo. Dice Mateo 1:12 “Después de la deportación a Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, y Salatiel a Zorobabel.” Y Lucas 3:27 “hijo de Joana, hijo de Resa, hijo de Zorobabel, hijo de Salatiel, hijo de Neri,”

            Pero, aunque se dirige a Zorobabel por el hecho de que por él el Cristo nacería también hay un mensaje al pueblo de Israel por medio de Zorobabel. ¿Cuál es? Ten paz, confía en mí. Aunque el mundo piense que eres pequeño, indefenso, débil en ti mismo tu vives bajo mi cuidado y protección.

            A ti te digo que Yo voy a hacer algo grande en el mundo. Yo voy a trastornar el mundo. Yo voy, como dice el versículo 21b a “hacer temblar los cielos y la tierra”.  Lo que Yo voy a hacer tiene un alcance cósmico. Yo haré temblar a todo el planeta Tierra.

            Pero no solo eso yo voy V. 22 “y trastornaré el trono de los reinos, y destruiré la fuerza de los reinos de las naciones; trastornaré los carros y los que en ellos suben, y vendrán abajo los caballos y sus jinetes, cada cual por la espada de su hermano.” La palabra trastornar en hebreo es “hāp̱aḵ” y significa trastornar, poner las cosas al revés, derrocar, destruir. Implica la idea de conmoción, de cataclismo. Dios trastornará a todas las naciones, destruiré sus riquezas, trastornará el ejército de ellos, al punto de que se matarán entre ellos mismos “cada cual por la espada de su hermano”.

            Zorobabel, esto Yo lo haré por mi mano. La mayoría de los verbos están en primera persona: Yo haré temblar, Yo trastornaré, Yo destruiré. Es Dios mismo quien lo va a hacer. Por tanto, Zorobabel ten paz. Confía en que las conmociones del mundo Yo soy el que las hago. Lo mismo le dijo Dios al pueblo de Israel por medio de Isaías cuando dirigió al rey Ciro a dejar salir de Babilonia a Israel. En Isaías 45:6-7 “para que se sepa desde el nacimiento del sol, y hasta donde se pone, que no hay más que yo; yo Jehová, y ninguno más que yo, 7 que formo la luz y creo las tinieblas, que hago la paz y creo la adversidad. Yo Jehová soy el que hago todo esto.”

            Hermanos, nada ni nadie puede impedir que Dios lleve a cabo sus propósitos con sus Iglesia. El mundo se podrá levantar contra la Iglesia de Cristo y aún esa oposición es parte del plan soberano de Dios. El jamás es vencido. El nunca ha perdido una batalla y menos la guerra. Porque todo lo que sucede ha sido planificado por Dios para su gloria y el bien de su Iglesia. Hermanos, nunca tomemos una actitud derrotista ante la oposición del mundo. Nunca pensemos que todo está perdido, que no hay nada o no hay mucho que hacer. Todo lo contrario. El mundo se levantará contra Dios y contra su Ungido, pero Dios se ríe de todo eso. Y aun cuando los impíos se oponen a la voluntad de Dios cumplen la voluntad de Dios según sus decretos y planes.

            Lo mismo debemos pensar en nuestras vidas. Para nosotros los creyentes, en última instancia no hay derrota. El número de los elegidos nunca será disminuido. Todos vendrán al redil y tendrán un Pastor. Y aún cuando las cosas salen mal en nuestras vidas es ese el momento de ver la voluntad de Dios en permitir males a nuestra vida incluso en permitir nuestro pecado para educarnos. Sí hermanos, Dios siempre se glorifica en todo. El se glorifica con nosotros, en nosotros o sobre nosotros. Por eso cuando veamos males sobre nosotros Dios los envía para que le busquemos con más devoción, para que aprendamos a no confiar en la carne sino en su Espíritu. Y cuando Dios permite nuestros pecados que nos llevan a la vergüenza, a la pérdida, al deshonor, aprendamos a ser humildes y reconocer que no hay nada bueno en el pecado y que todo lo que bueno que hay en nosotros o viene a nosotros se lo debemos todo a Jesús.

            Así que Dios nos dice como le dijo a Zorobabel ten paz. Te he anunciado lo que voy a hacer para que estés tranquilo y descanses en mí.

            Y esta conmoción en el mundo entero, en todas las naciones se debe a que Yo te pondré, a ti Zorobabel, o más bien a un hijo tuyo según la carne, “como anillo de sellar”. ¿Qué significa eso? El anillo de sellar era el anillo que usaban los reyes o personas de la alta sociedad para sellar sus decretos y contratos. Y es símbolo de autoridad, de poder y de ser propietario.

            Dios le está diciendo a Zorobabel: Yo voy a restaurar por medio de ti el linaje de David. Es algo que Yo haré. Tú no tienes que hacer nada para que esto se logre. Es algo que yo hago. Espera en mí.

            Y en tu simiente Yo voy a trastornar el mundo. Yo voy a hacer una obra que nadie puede hacer: terminar con el pecado por medio del Cristo. El mundo no va a ser el mismo lugar que antes. Porque el evangelio de Jesús pondrá al mundo al revés. Salvará a los pecadores de sus pecados. El pecado no reinará en sus vidas aunque a veces lo parezca. Las vidas serán transformadas: de vidas centradas en sí mismas a vidas centradas en Dios. De hombres y mujeres cuya conducta es ejemplar. Donde se honra la Palabra, se honra la institución de la familia, se honra santidad de la vida, se honra a todas las razas, se honra el cuerpo humano, se honran las artes y todos los dones y talentos y hallazgos científicos. Se valora cada ser humano y se protegen a los débiles: sean niños o ancianos o discapacitados. Se honran los idiomas, las nacionalidades. En fin se honra todo lo que Dios ha creado con todas las diversidades que existen restauradas por el poder de la muerte y resurrección de Cristo.

Aplicaciones:

1. Nunca tengas una actitud derrotista sobre la Iglesia, sobre el mundo, sobre tu vida. Hablo a los cristianos. Dice el Salmo 115:3 “Nuestro Dios está en los cielos;
Todo lo que quiso ha hecho.”
Su plan para la Iglesia es perfecto. Su plan para tu vida o cristiano es perfecto. Ve a todos en todas las conmociones en el mundo y ten paz.

2. Cristo vino a trastornar el mundo a poner el mundo al revés o más bien a poner en orden lo que estaba torcido por el pecado. El pode orden en tu vida al salvarte de la ira de Dios por tu pecado. Tu vida debe reflejar una vida trasformada por Cristo. Tu vida personal, tu familia, tu trabajo y la forma que ves la vida debe ser una según el orden de la trasformación de Dios.  El mundo ve el poder del evangelio en tu vida. El mundo ve lo que Dios hace en las vidas, en las familias, en los principios que rigen nuestras vidas. No puedes ser sino cartas abiertas al mundo de lo que Dios hace en ti por medio de Jesús y su Espíritu Santo. Esa vida bendita solo tú la posees. El fruto de paz y orden es para ti si vives para Dios.

            Ten paz porque Cristo vino a trastornar el mundo y lo sigue haciendo en el mundo, en la Iglesia y en tu vida. Confía en El y vive para Él.

Sermón: Hageo 2:10-19 Santificados para la Obra de Dios

Hageo 2:10-1910 A los veinticuatro días del noveno mes, en el segundo año de Darío, vino palabra de Jehová por medio del profeta Hageo, diciendo: 11 Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Pregunta ahora a los sacerdotes acerca de la ley, diciendo: 12 Si alguno llevare carne santificada en la falda de su ropa, y con el vuelo de ella tocare pan, o vianda, o vino, o aceite, o cualquier otra comida, ¿será santificada? Y respondieron los sacerdotes y dijeron: No. 13 Y dijo Hageo: Si un inmundo a causa de cuerpo muerto tocare alguna cosa de estas, ¿será inmunda? Y respondieron los sacerdotes, y dijeron: Inmunda será. 14 Y respondió Hageo y dijo: Así es este pueblo y esta gente delante de mí, dice Jehová; y asimismo toda obra de sus manos; y todo lo que aquí ofrecen es inmundo. 15 Ahora, pues, meditad en vuestro corazón desde este día en adelante, antes que pongan piedra sobre piedra en el templo de Jehová. 16 Antes que sucediesen estas cosas, venían al montón de veinte efas, y había diez; venían al lagar para sacar cincuenta cántaros, y había veinte. 17 Os herí con viento solano, con tizoncillo y con granizo en toda obra de vuestras manos; mas no os convertisteis a mí, dice Jehová. 18 Meditad, pues, en vuestro corazón, desde este día en adelante, desde el día veinticuatro del noveno mes, desde el día que se echó el cimiento del templo de Jehová; meditad, pues, en vuestro corazón. 19 ¿No está aún la simiente en el granero? Ni la vid, ni la higuera, ni el granado, ni el árbol de olivo ha florecido todavía; mas desde este día os bendeciré.”

 

            De nuestro estudio del libro del profeta Hageo vemos cómo Dios nos enseña cuál es la manera correcta de servirle. Hemos visto que Dios espera que nosotros le demos la prioridad número uno todo lo que tiene que ver con su reino. No es que no cuides tu casa. No es que no proveas para los tuyos. Todo eso es válido. Pero por encima de todo eso la prioridad número uno debe ser “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia y todas las demás cosas os serán añadidas.” Servir a Dios en su iglesia, trabajar para su reino, como maestros, diáconos, ancianos, pastores, líderes, pero también estar involucrados en todo lo que tiene que ver por el bienestar y el adelanto del reino de Dios, sea en evangelismo directo, o directo al invitar a otros, etc. eso debe ocupar lo principal de nuestro tiempo, trabajo, dinero. Dios demanda precedencia y prioridad sobre todo.

            Hemos visto también que Dios espera que le adoremos cuando escuchemos su Palabra predicada. Es Dios quien nos habla por medio de su siervo. Es su palabra misma la que escuchamos cuando la predicación es fiel a la revelación bíblica. No necesitamos nuevos profetas para conocer la voluntad de Dios porque esta se encuentra en las páginas de la Biblia. La Biblia es la voz de Dios dada por escrito. Y cuando esta Palabra es fielmente predicada debe ser recibida. ¿Cómo? Nos dice Hageo con un corazón obediente, con un corazón que ve la voz de Dios detrás del mensaje, con un corazón creyente, humilde, que reconoce el gran privilegio de que Dios nos hable.

            Y vimos también en el último sermón de Hageo 2:1-9 que Dios espera de nosotros que trabajemos en su reino, en su obra con esfuerzo y dedicación descansando en sus promesas mirando al futuro. La tarea de trabajar en el reino nos fue encomendada. Y qué gran privilegio es. Es tu trabajo y es tu vocación. Y Dios espera que te esfuerces en esa obra. Que dés lo máximo y no lo mínimo en la obra del Señor. El no la encomendó a ángeles sino que la encomendó a la iglesia de Cristo. Es nuestra responsabilidad.

            Ahora bien, qué tenemos aquí en los versículos del 10-19 de Hageo capítulo 2. Lo primero que podemos ver en nuevamente la fecha del mensaje profético. V. 10 “A los veinticuatro días del noveno mes, en el segundo año de Darío, vino palabra de Jehová por medio del profeta Hageo, diciendo:” Aquí tenemos el tercer sermón profético que Dios envió por medio del profeta Hageo. La fecha el día 24 del mes noveno, es decir, el 18 de diciembre de 520 A.C. El primer mensaje ocurrió hace cuatro meses atrás en el mes de agosto. Y este tercero ocurre a dos meses después del segundo sermón en octubre.

            Pero antes de darle el mensaje al pueblo de Israel, Hageo consulta con los sacerdotes. Le presenta un caso hipotético para que ellos resuelvan según la ley ceremonial prescrita por Dios. ¿Cuál es el caso hipotético o la pregunta hipotética? V. 12 “Si alguno llevare carne santificada en la falda de su ropa, y con el vuelo de ella tocare pan, o vianda, o vino, o aceite, o cualquier otra comida, ¿será santificada? Y respondieron los sacerdotes y dijeron: No.” ¿Puede la carne que ha sido consagrada en el altar santificar cualquier otra comida? La respuesta es no. La pureza ritual no trasmite físicamente. La santidad ceremonial no se transmite. ¿Pero si la santidad ritual no se transmite ocurre lo mismo con la contaminación ritual? V. 13 “Y dijo Hageo: Si un inmundo a causa de cuerpo muerto tocare alguna cosa de estas, ¿será inmunda? Y respondieron los sacerdotes, y dijeron: Inmunda será.” Si una persona se ha contaminado con muerto y por tanto es inmundo según la ley ceremonial, ¿su inmundicia contamina las demás cosas? La respuesta es sí. La contaminación ritual sí se transmite.

            Entonces Hageo aplica el principio al pueblo de Israel. V. 14 “Y respondió Hageo y dijo: Así es este pueblo y esta gente delante de mí, dice Jehová; y asimismo toda obra de sus manos; y todo lo que aquí ofrecen es inmundo.” Este pueblo y esta gente están contaminados. Y por tanto, toda la obra de sus manos está inmunda. ¿Cómo se han contaminado? Se han contaminado por la actitud negativa que han tenido por las cosas de Dios. Se han contaminado al tener prioridades equivocadas: todo para mí y poco para Dios. Se han contaminado al promover actitudes derrotistas sobre la obra del Señor: es que no es tan gloriosa, tan grande como tiempos antiguos. Se han contaminado porque no se han esforzado en la obra del Señor, en trabajar por su reino con dedicación, esfuerzo, industria. Por pensar: es un fastidio hacer la obra del Señor con tantas cosas que tengo que hacer. Yo no sé para qué hacemos esto si somos pocos, si esto no se compara con lo que hacen otras iglesias. No hay nada más que hacer aquí.

            Hermanos, nuestras actitudes y conductas afectan la adoración a Dios. Si nosotros hacemos las cosas del reino con un corazón molesto, incómodo, irritados, sin fe en lo que hacemos, tal servicio y adoración son rechazados por Dios. Si venimos a la iglesia por venir y no porque deseamos venir estamos fallando ante Dios. Si nuestro cuerpo está aquí pero no nuestro corazón estamos fallando ante Dios. Si no nos esforzamos a servir a Dios nuestra adoración falla ante Dios. Dios dice en 1 Samuel 15:22 “Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros.” E Isaías 29:13 “Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado”. Hermanos, Dios espera que le sirvamos de corazón, por amor, con un deseo de honrarle y servirle. Debemos deleitarnos en el servicio del Señor. Hacerlo con pasión, con dedicación. De lo contrario nada de lo que hagamos le agradará a Dios.

            ¿Cuál es la solución a este problema? V. 15 “Ahora, pues, meditad en vuestro corazón desde este día en adelante, antes que pongan piedra sobre piedra en el templo de Jehová.” Reflexiona sobre lo que hemos dicho y hecho, y cambia tu actitud antes de poner manos a la obra. “antes que pongan piedra sobre piedra en el templo de Jehová.” Porque no es suficiente hacer la obra hay que hacerla con un corazón recto. Con una actitud correcta de honrar a Dios, de adorarle con un corazón obediente. Fidelidad del corazón y no solo de los brazos. Dios pide fidelidad de la cabeza, el corazón y las manos. El pueblo está contaminado porque ellos se han apartado de Dios. El mero hecho de reconstruir el Templo no los santifica a menos que incluya un cambio de corazón y vida. Dios desea que le sirvamos de corazón. No es obediencia ni amor cuando le decimos a nuestro hijo bota la basura y la coge de mala gana y la restrilla en el dron. Ni cuando le decimos a la hija recoge la cama y nos dice: ¡ya voy, ya voy!  y la recoge de mala gana. De igual manera cuando hacemos las cosas de la iglesia de su reino pero no con un corazón humilde, por amor y deseo de adorar a Dios con un corazón alegre, no le agrada a Dios lo que hacemos. La solución: arrepiéntete de tus pecados. Tan sencillo como eso. Reconoce que has fallado. Confiesa: oh Padre mis prioridades han sido las equivocadas, no he tenido una actitud correcta ante la predicación de tu Palabra, no me he esforzado en tu obra. Y si he hecho algo lo que he hecho para cumplir no por amor a Dios, no por deseo de honrarte, tal vez por vanagloria, para que me admiren y no para que tú recibas gloria.

            Ahora bien. Dios desea que mediten en su vida y conducta antes de reiniciar la reconstrucción del Templo. V. 16 “16 Antes que sucediesen estas cosas, venían al montón de veinte efas, y había diez; venían al lagar para sacar cincuenta cántaros, y había veinte.” Antes de todo esto veían que sus cultivos no prosperaban: buscaban veinte efas y solo encontraban diez; iban a buscar cincuenta cántaros de vino y solo recogían 20. ¿Por qué todo esto? Porque yo los castigaba por su desobediencia. Dios enviaba esto para llevarles a recapacitar. ¿Por qué nos viene esto? ¿Será porque estamos pecando? Dios envía esos males para llevarnos a reflexionar en nuestras vidas y preguntarnos: ¿estamos siendo fieles a Dios, hay algún pecado que estamos atesorando? A veces las cosas nos salen mal y no nos sentamos a preguntarnos y a auto-examinar nuestras vidas. Cuando vienen males a nuestra vida debemos preguntarnos si estamos en desobediencia a Dios. Claro está, no toda aflicción viene por causa de la desobediencia. El caso de Job es un ejemplo. Pero eso no significa que muchas de nuestras aflicciones son producto de nuestra desobediencia. Y Dios nos envía males para forzarnos a reflexionar y llevarnos a confesar nuestros pecados y a apartarnos de ellos.

            V. 17 “Os herí con viento solano, con tizoncillo y con granizo en toda obra de vuestras manos; mas no os convertisteis a mí, dice Jehová.” El viento solano es el siroco, un viento del este que seca todo lo que encuentra a su paso. Tizoncillo es un hongo negro en el cereal. Y granizo ustedes saben lo que es. Dios les dio en donde más le duele: en el bolsillo. Su trabajo arduo no prosperó como esperaban y por tanto su entrada económica se disminuía. ¿Con qué propósito? Para que se conviertan a Jehová. Pero no lo hicieron. Hay hermanos en las iglesias donde vemos que viven en desobediencia a Dios y vemos que todo le sale mal y no quieren aprender que la razón de todo esto es su pecado de desobediencia. Y mientras sigan pecando: mientras Dios no sea lo primero en sus vidas, mientras no vivamos consagrando todo lo nuestro a Dios jamás tendrán paz en sus vidas. Se esforzarán en resolver sus problemas pero no lo lograrán porque no tienen la bendición de Dios. Trabajan y no ganan. ¿Por qué? ¿Porque no se esfuerzan? No. Me imagino que los israelitas se fajaban: esperaban 50 cántaros de vino, es decir, trabajaron para cincuenta cántaros, pero como no tenían la bendición de Dios por su desobediencia solo recogieron 20, menos de la mitad. Hermanos, solo la bendición de Dios es la que prospera. Pero Dios bendice la obediencia no la desobediencia.

            Hermanos, no recibimos la bendición de Dios para nuestras vidas mientras no pongamos el reino de Dios, su iglesia, como la prioridad número uno en nuestras vidas. No busquemos excusas delante de Dios. El que siempre tiene excusas delante de Dios sabe que tiene un abogado y cliente por tonto. No excusemos nuestro pecado. El que excusa su pecado jamás prosperará. Pero el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia. Proverbios 28:13 “El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.”

            Entonces Dios nuevamente llama al pueblo a reflexionar. V. 18 Reflexiona en esto. No dejes pasar este momento para reflexionar y arreglar tu vida.

            Pero Dios es un Dios de misericordia. V. 19 “¿No está aún la simiente en el granero? Ni la vid, ni la higuera, ni el granado, ni el árbol de olivo ha florecido todavía; mas desde este día os bendeciré.” Él les da una promesa si hacen lo que Él les dice: si se arrepienten y sirven a Dios con todo su corazón.

            Todavía “Ni la vid, ni la higuera, ni el granado, ni el árbol de olivo ha florecido”. Aún no están en el granero. Es diciembre y por tanto el producto está sembrado y solo nos queda esperar cual va a ser el resultado de la cosecha. Pero Dios les promete: “mas desde este día os bendeciré.” Aunque ustedes han sido desobedientes, aunque ustedes están inmundos por su corazón desobediente e incrédulo, si hoy escuchan mi Palabra y se arrepienten, desde hoy mismo verán mi bendición. RSB: “La gracia de Dios vence por encima del pecado y la contaminación del pueblo. Aunque Dios los disciplina al final la misericordia triunfa sobre el juicio”. Hermanos, Dios está presto a bendecir a todo corazón que se arrepiente. Y desde ese mismo momento comienza a recibir la bendición de Dios. Dios nos les dice cuando yo vea terminado el Templo entonces os bendeciré. No. Desde hoy. Desde el día mismo en que te arrepentiste comienzas a recibir mi bendición. “mas desde este día os bendeciré.”

            ¿Acaso eso no es lo que Dios siempre hace? ¿Acaso eso no es lo que Dios siempre ha hecho con nosotros? Aunque nosotros éramos inmundos delante de Dios por nuestro pecado, Dios proveyó salvación por medio de Cristo. “[Y] Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.” 2 Corintios 5:21.  Y desde el mismo momento de nuestro arrepentimiento creyente ya tenemos vida eterna. Desde ese mismo momento hemos pasado de muerte a vida. Desde ese mismo momento somos justificados delante de Dios libres de culpa para siempre y herederos de Dios y coherederos con Cristo. Así dice la Escritura. Juan 5:24 “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.” Juan 6:54 “El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”

            Hermanos, Dios no solo espera que le demos a El la prioridad número uno en nuestras vidas por encima de nuestras necesidades básicas de supervivencia: comida, bebida y vestido. También espera que obedezcamos a su Palabra. Que le sirvamos con esfuerzo y dedicación. Pero que lo hagamos con amor. Demuéstrale a Dios cuanto lo amas. Un amor que solo existe en el corazón no es amor verdadero. Un amor que no actúa, ni sufre, ni padece no es el amor que proviene de Dios. Dice 1 Corintios 13:4-5, 7 “El amor es sufrido, es benigno, no busca lo suyo, Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.”

            Sirve a Dios con esfuerzo, con pasión, en obediencia y por amor, agradecidos del amor de Dios por ti en Cristo Jesús.

Sermón: Mateo 25:31-40 El Destino de los Convertidos

Mateo 25:31-40 “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, 32 y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. 33 Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. 34 Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. 35  Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; 36 estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. 37 Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? 38 ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? 39 ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? 40 Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.”

 

            Hermanos y amigos, hemos estado estudiando un tema que es súper importante. El tema que hemos venido predicando lo es la conversión. Decimos que es súper importante porque sin ella nadie entra en el reino de los cielos. Por lo menos en cuanto a los adultos se refiere.

            Todo el mundo necesita ser convertidos a Dios y a Cristo Jesús por el poder del Espíritu Santo. Porque sin ella no hay salvación ni vida eterna.

            Vimos que la conversión es una obra en el corazón de los pecadores. Y ella es fruto del nuevo nacimiento. Jesús mismo dijo en Juan 3:3, 5 “Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. V. 5 Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.” El nuevo nacimiento es la causa de la conversión, es la causa de poder ver el reino de Dios y de poder entrar en el reino de Dios.

            Pero hay algunos que no quieren venir a Cristo para tener vida. Rechazan el evangelio. Algunos abiertamente y agresivamente. Otros lo rechazan no de una manera agresiva pero sí al ser indiferentes al llamado del evangelio de creer en Cristo Jesús y ser salvos. Sea que lo rechacen agresivamente o no el destino de ambos será el mismo: el horno de fuego en el infierno. Ese es el destino de todos aquellos que no se convierten de veras.

            Pero hay otros que reciben el evangelio. Hay otros que por la gracia de Dios perciben la ira de Dios sobre ellos por sus pecados, ven lo horrible que es el pecado, reconocen que nada de lo que hagan podrá merecer la salvación y ven la hermosura de la persona y obra de Cristo que les dice: “A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche.” (Isaías 55:1). Y abrazan la salvación plena y libre que Cristo ha adquirido para su pueblo. ¿Cuál es el destino de aquellos que se convierten? A la luz de la Escritura, a la luz de las palabras misma de Jesús lo es: el cielo. 

            Hoy vamos a contestar tres preguntas similares a las del domingo pasado. El domingo pasado predicamos sobre el infierno y contestamos tres preguntas: ¿Qué es el infierno? ¿Quiénes van al infierno? ¿Cómo podemos escapar del infierno?  Hoy vamos a estudiar sobre el cielo: ¿Qué es el cielo? ¿Quiénes van al cielo? ¿Cómo podemos escapar del cielo?

I. ¿Qué es el cielo?

            El cielo es un lugar específico. Es un lugar en donde allí van a morar los justos. Jesús mismo lo describe así en Juan 14:2 “En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.” Jesús habla de un lugar específico cuando dice que es un reino. ¿Qué clase de reino es?

            Es un reino heredado nos dice Jesús. La vida eterna es la recompensa del justo. Somos herederos de Dios y coherederos con Cristo. ¿De qué? De todo, de absolutamente todo. Herederos de este mundo entero. Todo es nuestro nos dice Pablo en 1 Corintios 3:21-23 “Así que, ninguno se gloríe en los hombres; porque todo es vuestro: sea Pablo, sea Apolos, sea Cefas, sea el mundo, sea la vida, sea la muerte, sea lo presente, sea lo por venir, todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.” Por eso Jesús dijo en Mateo 5:5 “Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.” Por tanto, usemos de este mundo el cual nos pertenece a nosotros. Pero no pongamos nuestro corazón en ellos. Donde está vuestro corazón allí estará vuestro tesoro. Y vuestro tesoro debe estar en los cielos. Por tanto, “19 No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; 20 sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan”. (Mateo 6:19). ¿Dónde está tu corazón en este momento? ¿Qué es lo más ama tu alma?

            Es un reino preparado por Dios mismo desde la eternidad. Desde la eternidad Dios preparó este reino. Desde antes de la fundación del mundo Dios escogió en Cristo Jesús a los herederos de este reino. Antes que le conocieras Dios había puesto su amor sobre ti. Antes de nacer Dios te había escogido para hacerte rey en este reino de su amado Hijo. Y antes de todas las cosas Dios había diseñado la hermosura, la felicidad, el gozo que estará presente en ese reino celestial para los que le aman de veras. Nada sucede por casualidad.

            Es un lugar de honor. V. 33 “Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda.” Es cierto que en este pasaje se describe el juicio final. Hay una separación entre las ovejas y los cabritos. La idea es de separación por causa de honor. Estos me pertenecen, los demás están excluidos de este honor, de estos privilegios. Así como Cristo fue exaltado luego de sus sufrimientos aquí en la tierra, los justos serán exaltados a un lugar de honor en los cielos.

            Es un lugar de absoluta bendición. V. 34 “Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre”. Luego de que el juez dé el fallo exculpatorio reconociendo como suyos a los creyentes, El los recibe con todo amor y dulzura. Los invita a venir ante El. A estar cerca de Cristo mismo. Y a entrar en la plena bendición de la vida eterna. ¿En qué consiste esa bendición? Consiste en primer lugar en ver a Dios. Veremos a Dios en el rostro del Señor Jesús. Y esa visión de Dios sea beatífica, es decir, transforma el alma a la imagen de Dios llenándonos de la vida de Dios y llenándonos de Él. En segundo lugar, en absoluta y perfecta felicidad. Apocalipsis 21:4 “Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.” En esta vida hay alegría y lloro, y en muchas ocasiones hay más llanto que alegría. Hay muchas decepciones, frustraciones, pero el reino de los cielos ya no habrá más llanto ni dolor sino absoluta y perfecta felicidad. En tercer lugar, no habrá pecado. En los cielos reina de la santidad. No habrá engaño, ni mentira, ni habrá odio, ni envidia, no habrá codicia sino un corazón dispuesto a amar a Dios con todo el corazón y toda el alma. En cuatro lugar, allí veremos a los santos de Dios. Nuestras esposas y esposo creyentes los veremos allí, Nuestros hijos que han abrazo el evangelio allí estarán. Junto con todos los santos del pasado: allí veremos a Moisés, a David, Isaías, a Juan, a Pablo, a los reformadores, etc. Y disfrutaremos de su compañía y anos amaremos por toda la eternidad.

            Hermanos, podríamos seguir hablando sobre cómo la Biblia describe los cielos nuevos y la tierra nueva. Pero realmente no hay manera de describir toda la gloria y la felicidad que acompaña la misma. Pero Pablo dijo algo importante en 1 Corintios 2:9 “Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman.”

II. ¿Quiénes van al cielo?

            Al cielo no van todas las personas. No todos heredan la vida eterna. Pero quiénes la heredan. Jesús nos dice aquí en Mateo 25 que los que van al cielo son las ovejas. Son a las ovejas a quienes Jesús les dice: “Venid, Benditos de mi Padre, heredad el reino preparado desde la fundación del mundo”. ¿Quiénes son las ovejas? Jesús mismo las describe en los versículos 35-36, 40 “35  Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; 36 estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. 40 Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.” ¿Quiénes son ellos? Son los que aman a Cristo al amar a sus hermanos. “De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.” Oh, hermanos, no podemos amar a Cristo si no amamos a nuestros hermanos. Por eso Jesús dice quiénes son esas ovejas. Las ovejas son las que me aman. ¿Y cómo sabemos que amamos a Cristo? Porque buscamos servirle. Él es nuestro Rey y nosotros sus súbditos. Y de El buscamos protección y fortaleza, salvación y vida eterna. Por El amamos a nuestros hermanos y buscamos servirles por amor a Cristo. Y no solo oramos por ellos sino les servimos: los visitamos cuando están enfermos, les damos comida cuando tienen hambre, cubrimos su desnudez, etc. En otras palabras, la fe salvadora se traduce en actos de amor por los hermanos. Por todo el mundo, pero especialmente por los hermanos.

            Las ovejas son aquellos que escuchan la voz del pastor y le siguen. Obediencia es una marca de ser ovejas de Cristo. Y sobre todo de una oveja que escucha la voz de Cristo que dice en Juan 15:12 “Que os améis unos a otros, como yo os he amado.”

            Ah, pero alguien me dirá entonces la salvación es por obras y no por gracia. No es así. Ellos demuestran su amor a Cristo desinteresadamente. Fíjate cómo preguntan: V.  37-3937 Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? 38 ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? 39 ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?” En otras palabras, sirvieron a Cristo sin esperar nada de Él. No es por obras, sino por gracia. No es por lo que yo hago sino por lo que hizo Jesús en su vida, su muerte, su resurrección que los creyentes heredan el reino de los cielos.

            Hermanos, que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha.

            Hermanos, hay un punto teológico que aclarar. Aunque la esencia de la fe salvadora lo es el confiar, el de descansar en Cristo para salvación y vida eterna, el amor a Cristo acompaña a esa fe salvadora. No somos justificados por una fe que ama sino por una fe que descansa en Cristo Jesús, pero al amor acompaña a la fe salvadora. Por eso Pablo puede decir en 1 Corintios 16:22 “El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema. El Señor viene.

III. ¿Cómo podemos escapar del cielo?

            Hermanos, hemos hablado de las glorias del reino de los cielos. De ver a Dios, de la perfecta felicidad en los cielos, de la comunión de los santos, de ser reyes, de heredar el mundo, la vida eterna, de ser libres del pecado. Y aunque la salvación es absolutamente gratuita es una oferta gratuita a todos los que escuchan el evangelio, muchos no entran a los cielos.

            Entonces hay algunos que escapan del cielo, huyen de allí, no llegan allí. ¿Sabes cómo un puede escapar el cielo, errar con el blanco de dar en el cielo? Jesús nos dice por ser cabritas. ¿Quiénes son ellos? Son todos los que nacen en este mundo. Venimos a este mundo en un estado de pecado y miseria. Venimos a este mundo bajo condenación. Pecamos porque somos pecadores. Somos por naturaleza hijos de ira. Sin hacer nada vamos directo al precipicio del infierno.

            ¿Quiénes son las cabritas? Son todos los que no vienen a Cristo para tener vida. Son todos los que no se arrepienten de sus pecados ni creen en Cristo como su Señor y Salvador. Son todos aquellos que buscan salvarse por sus buenas obras, por su bondad, por su justicia. Son todos aquellos miembros de la iglesia que han recibido con gozo la palabra de verdad pero no han rendido su corazón a Cristo. Son todos aquellos que no tienen un corazón en los cielos y por ello decimos que sus pensamientos, sude afectos y deseos no están con Dios. Son aquellos que no aman la santidad. Ellos serán excluidos de los cielos. Apocalipsis 21:8 “Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.” ¿Quiénes son los cobardes? Los cobardes son aquellos que se apartan de la fe cuando viene la persecución.

Aplicaciones:

1. Medita en la vida futura. Pablo nos dice que el meditar en las glorias venideras es un alivio al sufrimiento presente. Romanos 8:18 “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.” Dios tiene preparado un reino glorioso para ti. Un reino de libertad: del pecado, de toda aflicción, de la misma muerte. V. 21 “porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.” Dios enjugará todas tus lágrimas.

2. No pierdas el cielo por no venir a Cristo. Hay un lugar glorioso esperándote sin vienes a Cristo. Es un lugar glorioso que El ganó con su sangre. El mereció la vida eterna para ti si vienes a Él. Pero ven a Cristo en fe y arrepentimiento. Recíbele como tu Profeta, Sacerdote y Rey. Descansa no en tus obras sino en el poder de Cristo para salvarte. Es Dios quien te distingue no tú a ti mismo. Ven a Él y llegarás a los cielos.

Sermón: Mateo 25:41-46 El Destino de los No Convertidos

Mateo 25:41-46 “Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. 42 Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; 43 fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis. 44 Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? 45 Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis. 46 E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.”

 

            En los pasados días hemos estado estudiando acerca de lo que es la verdadera y genuina conversión. Hemos visto que la genuina conversión es una obra de Dios sobre el corazón humano. Es fruto del nuevo nacimiento. Y se manifiesta en un aceptar, recibir y descansar sobre Cristo solamente para el perdón de nuestros pecados, para nuestra santificación y para la vida eterna. Dijimos también que la conversión es absolutamente necesaria. Nadie entra en los cielos sino por medio de la conversión. Obviamente, decimos esto con respecto a los adultos.

            Pero, aunque todo esto es así y Dios ofrece su salvación a los pecadores invitándoles a venir a Cristo muchos rechazan esa invitación. Muchos consideran que es un insulto hablarles de Cristo y la religión. Otros no le dan importancia y dicen que si es bueno para ti se alegran, pero ellos no están interesados. Y otros piensan que porque creen que Cristo es el Salvador del mundo y han creído en El son salvos aunque no han rendido su corazón realmente a Cristo.

            De esto se levantan varias preguntas. ¿Qué le sucederá a estas personas que rechazan el evangelio sea porque no les interesa, o porque son hostiles al mismo o porque aunque creen no se han convertido de todo su corazón? La Biblia nos da una respuesta. Es más, Jesús mismo nos da una respuesta a esa pregunta en le pasaje que tenemos presente. Jesús nos dice que ellos irán al fuego eterno. ¿Cuál es el destino de los no convertidos? El destino de los no convertidos lo es el infierno de fuego. Hoy vamos a estudiar este tema súper importante. Y vamos meramente a tocar brevemente lo que es el infierno según la Palabra de Dios. Contestaremos tres preguntas: ¿Qué es el infierno? ¿Quiénes van a parar allí? ¿Cómo yo puedo escapar del mismo?  

I. ¿Qué es el infierno?

            El infierno es un lugar específico. No sabemos dónde es, pero sabemos que es un lugar específico porque es el lugar en donde irán los pecadores. Y es un lugar que ha sido preparado desde antes de la creación y caída del ser humano con Adán.   Por eso Jesús habla del “fuego eterno preparado”. Sí, hermanos, el infierno de fuego es un lugar que ha sido preparado por Dios mismo. Y si hecho por Dios entonces es una obra perfecta. Porque todo lo que Dios hace es perfecto. Y por perfecto queremos decir que cumple perfectamente al propósito de ser creado: ser un lugar de castigo para los no convertidos.

            Es un lugar de separación. Luego de que el Hijo del hombre dé el fallo: culpables. Dará la sentencia: “Apartaos de mí”. El infierno es un lugar de separación. De separación de Dios y de Cristo. “Apartaos de mí”. Y así como tener a Dios es la suprema felicidad, el estar separados de Dios es la suprema infelicidad. En el infierno los pecadores estarán separados del amor de Dios, de la presenciad consoladora de Dios. Estarán separados de Cristo, de los cielos, de los ángeles. Y de la felicidad, paz, consuelo, santidad, y alegría que caracteriza los cielos por el hecho de que Dios está allí. Pero también de todo lo bueno de la vida. Busquemos Lucas 16:25 “Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado.”

            Es un lugar de tormento. Es descrito por Jesús y la Biblia como fuego. La idea detrás del símbolo es extremo dolor y sufrimiento. Todos sabemos o muchos sabemos lo que duele quemarse. Es horrible. Es súper doloroso. Es terrible. Es un lugar de tormento. Es descrito también como un horno de fuego. Como un lloro y un crujir de dientes. Es descrito en Apocalipsis 19:20 como “un lago de fuego que arde con azufre”.

            Por tanto, es un lugar de castigo. V. 46 “E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.” La misericordia no alcanza el infierno.  Lucas 16:24 “Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama.” El sufrimiento se agrava por le hecho que quienes van a parar allí: Satanás y sus demonios. “al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.” No solo estarán presentes sino serán también los verdugos. Y los demás que allí lleguen también se unirán al castigo. Como ocurre en la cárcel. Los presos duermen con un solo ojo si logran dormir, porque saben que en cualquier momento pueden ser atacados por los demás presos. No solo eso, su propia conciencia les acusará Marcos 9:44 “donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.” La conciencia es ese gusano que no muere y que les dirá: eres el idiota más grande del mundo: la salvación se te fue ofrecida gratuitamente y la rechazaste: eres una bestia.

            Y si eso fuera poco, lo terrible del infierno es que el lugar en donde la ira se Dios se derrama sin límite por toda la eternidad. “al fuego eterno eterno”.  Por eso en Apocalipsis 19:15 se nos habla de la ira y del furor de Dios sobre los pecadores, “De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso.”

II. ¿Quiénes van al infierno?

            Es un lugar donde van los malditos. V. 41 “Apartaos de mí, malditos”.  ¿Quiénes son ellos? Los no convertidos, los no creyentes, los incrédulos, Los que no creen en el evangelio ni obedecen al mismo.

            Pero Jesús dice algo más en Mateo 25:41-46.  Que el infierno de fuego, el castigo eterno está reservado también para los que profesan ser creyentes, pero no lo son con sinceridad. Sus obras testifican que no lo son. ¿Cuáles obras? El no demostrar su amor y cuidado sobre los creyentes quienes representan a Cristo. Mateo 25:42-45 “42 Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; 43 fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis. 44 Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? 45 Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis.” Cristo se identifica con su pueblo. Y no amar, cuidar, visitar, consolar, aliviar el dolor a los hermanos creyentes es no amar a Cristo mismo.  Esa es una marca distinta de ser cristianos. Jesús dijo en Juan 13:35 “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.” Entonces nos cuidaremos los unos a los otros. Nos visitaremos cuando estemos enfermos, en el hospital, en el home, cuando estén encamados, oraremos unos por otros, los visitaremos en la cárcel cuando van allí por causa del evangelio. Entonces podremos hacer nuestras las palabras del apóstol Juan en 1 Juan 3:18 “Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.”

III. ¿Cómo podemos escapar del infierno?

            Jesús mismo lo contesta en el versículo 46 “E irán… los justos a la vida eterna”. ¿Quieres escapar del infierno? Entonces necesitas ser vestido de la justicia de Cristo. Solo su justicia es la base de nuestra justificación y de la vida eterna. Solamente revestidos de Cristo es que podremos entrar a las bodas del Cordero. No es tu justicia sino la de Cristo. No es tu bondad sino la bondad de Cristo. No son tus buenas obras sino las buenas obras de Cristo el fundamento de nuestra salvación.

            Y solo nos vestimos de Cristo por medio de una genuina conversión. Solo por rendirnos a los pies de Jesús como nuestro Señor y Salvador es que podemos escapar del infierno. Juan 3:36 “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.” ¿Quieres escapar de la ira de Dios? Cree en el Señor Jesucristo. Cree de todo corazón. Conviértete de todo corazón.  Arrepiéntete de todos tus pecados y verás la vida. No digas en tu corazón: tenemos a Abraham como nuestro padre, es decir, soy hijo de padre creyente, soy miembro de la iglesia, yo no me porto mal, no hago mal a nadie. Hermanos, Dios no ha prometido salvar a nadie por ser meramente hijo de padre creyente y no haber hecho suyo las promesas que los padres hicieron en su bautismo. Ni Dios ha prometido salvar a alguien por ser miembro de la iglesia visible sino por creer salvadoramente. Pablo dijo en Romanos 2:28-29 “Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne;
sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios.”
La conversión es algo del corazón y no de la carne. Es confesar con tu boca, Sí, pero es también creer en tu corazón. Romanos 10:9 “que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.”

            ¿Qué es el infierno? Es un lugar de castigo, de tormento, en donde la ira de Dios se revela sin la más mínima misericordia. Y allí irán los no convertidos, sean miembros de la iglesia o no lo sean. Y la única manera d escapar del mismo es por medio poseer la justicia de Cristo la cual se recibe por la fe solamente. ¿Quieres escapar del infierno? Ven a Cristo y tendrás vida eterna.

Sermón: Juan 10:27-30 Las Bendiciones de los Convertidos

Juan 10:27-30 “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. Yo y el Padre uno somos”.

 

            Cuando hay tormenta todo se torna oscuro. Las nubes negras arropan el cielo. La intensa lluvia evita que veamos claramente lo que está aún cerca de nosotros. Y junto con ello se nos olvida de que hay un sol en los cielos que sigue brillando. Que hay un cielo azul que no se ha ido. Y que el verdor de la hierba se nutre del agua de las nubes.

            A veces en nuestra vida sucede lo mismo. Las aflicciones del diario vivir nos hacen pensar que no hay algo más detrás de todo esto. Y podemos perder de perspectiva que hay un Dios detrás del dolor. Un Dios que, lejos de ser indiferente, es un Padre compasivo sobre sus hijos. Y un Dios que nos ha enriquecido con toda bendición espiritual.   

            Hemos estado estudiando sobre lo que es la verdadera conversión. “No todos los que dicen Señor, Señor entrarán en el reino de los cielos, sino los que hacen la voluntad de mi Padre que está en los cielos”. Mateo 7:21-22. Ni todos los que son miembros de la iglesia visible necesariamente son miembros de la iglesia invisible.  Juntamente con ello hemos visto la necesidad de la conversión. Ella es necesaria para poder entrar en los cielos y ser salvos. No hay salvación sin conversión.

            Hoy vamos a estudiar sobre las bendiciones que poseen los que son convertidos genuinamente. 

            Hermanos, Dios nos ha enriquecido con toda bendición espiritual. Pero esas bendiciones no son para todo el mundo, sino solo para los que verdaderamente se han convertido. Solo ellos disfrutan de tales bendiciones. Solo ellos disfrutan del favor de Dios. Por tanto, hoy vamos a contestar la siguiente pregunta. ¿Cuáles son algunas de las bendiciones que poseen los convertidos?

            Jesús mismo nos contesta a esta pregunta. Y es importante que estemos atentos porque hoy vamos a contar no dinero que se pierde y se gasta sino verdaderas riquezas. Aquellas que sobrepasan las riquezas del mundo. ¿Cuáles son algunas de las bendiciones que poseen los convertidos? ¿Cuáles son algunos de esos privilegios?

I. El escuchar la voz de Cristo

            V. 27 “Mis ovejas oyen mi voz… y me siguen”.  Es cierto que estas palabras nos enseñan una característica distintiva de todo genuino cristiano: todo genuino cristiano oye, es decir, escucha las palabras, los mandamientos de Cristo y ve que son la verdad y no meramente las opiniones de un gran maestro. Para él no son palabras de hombre sino Palabras de Dios. El cree esa palabra y busca vivir esa palabra. Su vida se define por ser guiados en todo momento de su vida por esa palabra. Son palabras de vida. Buscan escuchan con el propósito de obedecer. Y por tanto una evidencia de genuina conversión lo es la obediencia a esas palabras de Cristo.

            Pero, aunque la idea del versículo lo es lo que nos distingue y caracteriza, eso mismo es una bendición de parte de Dios. Nosotros escuchamos porque hemos sido enseñados por Dios. Dice Juan 6:44-45 “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero. Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí.”  Hermanos, por naturaleza somos incapaces de venir a Cristo para salvación. Somos incapaces de hacerlo. Hay una inhabilidad espiritual y moral en nosotros. Venimos a Cristo porque el Padre nos ha atraído eficazmente. El nos ha convertido. Y esa conversión o ese llamamiento eficaz es llamado aquí el ser “enseñados por Dios”. En otras palabras, Dios nos ha dado un oído espiritual para oír la voz de Cristo. Y esto es un gran privilegio.

            Antes de ser convertidos tú y yo estábamos sordos a las cosas de Dios. Escuchábamos su Palabra y no nos conmovía. Escuchábamos sobre el cielo y la vida eterna y era como si estuvieran diciendo: los indios vienen. Pero Dios destapó nuestros oídos sordos. Sordos por el cerumen del pecado. Y ahora escuchamos su voz. Y ahora oímos en ella de su amor y compasión, de su santidad, de su paciencia y su perdón. Y creemos esa palabra. Y nos esforzamos en obedecer esa palabra. Esa palabra nos define, nos controla, nos moldea. Nos deleitamos en escuchar su voz. Deseamos escuchar su voz constantemente. En todo momento su voz está presente en nuestra mente. Queremos conocer más de esa voz. Y no nos cansamos de escucharla predicada. Queremos que se nos predique más y más de esa voz. Porque sabemos que cada vez que escuchamos esas palabras de Cristo le conocemos más, le amaremos más. Sus palabras traen paz a nuestra vida. Nos llenan de alegría. Nos llenan de consuelo. Y nos llevan a conocerle. Antes Dios era un desconocido. Ahora un Padre que me ama y me habla, me consuela con su amor, paz, bondad y dulzura.

            ¡Qué gran privilegio es oír las palabras de Cristo! Ser enseñados por Dios. Pero hay más, muchos más. En segundo lugar…

II. El ser adoptados

            V. 10 “Mis ovejas”.  Todos los creyentes somos ovejas de Cristo. Dios nos ha adoptado como sus hijos.  Solo los genuinos creyentes son hijos de Dios. Juan 1:11-13 “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.” Muchos no reciben a Cristo como Señor y Salvador. Pero a los que recibieron a Cristo, es decir, se convirtieron a Él, les dio del derecho, el privilegio de ser hechos hijos de Dios. En este contexto, hijos por regeneración o nuevo nacimiento. Por eso dice que estos hijos de Dios “no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.”

            Pero Jesús nos dice algo más. Somos ovejas porque hemos sigo elegidos por el Padre. El nos escogió y nos llevó eficazmente a Cristo. Juan 6:37 “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera.” Venimos a Cristo porque hemos sido dados por el Padre a Cristo. Mira lo que dice aquí Jesús. La conversión es fruto de la elección. Por eso Lucas podía decir en Hechos 13:48 “Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna.” La causa de nuestra conversión es que hemos sido escogidos para salvación. La elección divina, la predestinación divina es la causa de ser ovejas de Cristo. Por eso Jesús dijo en Juan 10:29 “Mi Padre que me las dio”.  

            Hay algo glorioso que dice Cristo con respecto al oír las palabras de Cristo. Nosotros no son hacemos ovejas por el oír la palabra, sino que oímos la palabra, creemos esa palabra, porque somos ovejas de Cristo. Jesús mismo dijo en Juan 10:26 “pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho.”

            Hermanos qué gran privilegio es haber sido escogidos por Dios para ser ovejas de Cristo. Y ser adoptado como ovejas tiene un enorme privilegio. ¿Sabes cuál? Dios nos ha dado a Jesús como nuestro Buen Pastor. Somos ovejas bajo el cuidado, la dirección del Buen Pastor. De este Buen Pastor que hace todo lo posible e imposible por cuidar, proteger y salvar a sus ovejas. Lo da todo por sus ovejas incluso da su propia vida por ellas. Dios nos ha dado a Cristo y con ello nos ha dado todas las cosas.  

            En tercer lugar…

III. El ser conocidos por Dios

            V. 27 “y yo las conozco”.  Conocer en la Biblia es sinónimo de amor y de una íntima relación. Por ejemplo, Adán conoció a Eva y ella concibió un hijo.

            Así que cuando dice que Jesús nos conoce la idea es que El nos ama y ha establecido una íntima relación con nosotros. Oh hermanos, cuán importante es tener siempre presente que tenemos una relación personal con Dios. El no es una cosa que la tomamos y dejamos a nuestro placer. Que como lata de refresco la dejamos en la mesa y al otro día la buscamos y no pasó nada. Con la conversión se establece una relación personal íntima con Dios: con el padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Y esa relación se cultiva. No olvidemos esa gran verdad.

            Hermanos, Cristo nos conoce, es decir, nos ama. Este amor de que habla el pasaje lo es exclusivo de las ovejas, de los creyentes. Su amor por nosotros es el verdadero amor. Es un amor puro que da y da libre, espontáneamente, desinteresadamente, abundantemente. Es un amor que le lleva a dar su vida por su amada. Que le lleva a dar todo su Ser: alma, cuerpo, vida, salud, tranquilidad. Un amor que está dispuesto a sufrir todo, absolutamente todo por su esposa. Inclusive hacerse El mismo maldición por su amada iglesia. Sufrir totalmente la ira de Dios para que ella no sufra esa ira. Estar dispuesto a ser considerado la escoria del mundo, un farsante, un vividor, quedarse totalmente solo, ser abusado: físicamente, verbalmente, emocionalmente no solo por los que le odiaban sino por aquellos que había amado hasta el fin: sus propios discípulos. Un amor que todo lo da y nada retiene.

            Pero es también un amor que conoce a su amada totalmente. Que conoce su levantarse y su acostarse. Que conoce su dolor, aunque el mundo crea que ríe y que todo está bien. Que conoce cada lágrima, cada suspiro, que conoce lo que es estar desesperado. Y que no se sienta ni es indiferente ni impotente ante tal dolor. Porque El siempre trabaja. Él es Jehová-jireh, El provee para sus hijos. Y El prevé sus necesidades. Y por tanto nos dice que no estemos ansiosos por nuestras necesidades porque “vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas.” Mateo 6:32. El sabe y El provee. Tú sabes esto. Tú has experimentado esto en tu vida. ¿No es así? Cuando no veías solución a tu problema, Dios ordena todas las cosas y éstas caen como anillo al dedo.

            ¡Qué hermosas son esas promesas! Y ellas son solo para los genuinos convertidos. Esas perlas les pertenecen solo a ellos.

IV. Nos da la vida eterna

            V. 28 “y yo les doy vida eterna”. ¿Qué quiere decir con vida eterna? ¿Cómo Juan presenta el tema de la vida eterna? Según el evangelio de Juan la vida eterna no solo es una promesa sino una posesión que tenemos ahora. Juan 5:24 “’De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.” Juan lo repite en su epístola. 1 Juan 5:13 “Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios”. Al momento de creer y convertirnos somos poseedores de la vida eterna. Y comenzamos a disfrutar de ella desde ahora. Así que en un sentido no es algo futuro sino presente. Y esa vida eterna la poseemos porque hemos poseído a Cristo por la fe. Y en virtud de estar unidos con Él.

            Es vida porque antes estábamos muerto. Y ahora es realmente que vivimos. Solo los convertidos están vivos en este mundo. Ahora realmente vivimos. Porque para nosotros el vivir es Cristo. Y aun la muerte es ganancia no pérdida. Ahora puedo gozar de Dios en todo y gozar de todo en Dios. Ahora la playa no es meramente una playa sino un regalo de Dios para yo disfrutarla y cuidarla como mayordomo que somos de los bienes de Dios. Pero también en lugar en el cual podemos encontrarnos con Dios y disfrutar de Dios en la playa. Esto sí es vida. Esto sí es vivir.

            Es vida eterna porque nunca acabará. Dios nos otorga la inmortalidad. Viviremos para siempre. La muerte ya no tendrá más dominio sobre nosotros.  Seremos total y absolutamente transformados en cuerpo y en alma. Nuestros cuerpos resucitarán en victoria. Un cuerpo caracterizado según lo describe Pablo: incorruptible, con poder, con brillo. Poseeremos un cuerpo en su estado perfecto y óptimo.

            Y no solo eso. Seremos libre de todo pecado. Veremos a Dios. Conoceremos como hemos sido conocidos. Entraremos a nuestro reposo. tendremos absoluta paz, felicidad, alegría, satisfacción, deleite. Todo en Dios, por Dios y para Dios. Será una vida realmente abundante. Juan 10:10 “yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.”.

V. Somos preservados

            V. 28-30 “y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. Yo y el Padre uno somos.” ¡Qué hermosa promesa! Somos ovejas de Dios. ¿Cuál es la idea detrás? Esto significa lo débiles que somos. Lo fácil que es que nos descarriemos del camino. Lo vulnerable que somos ante nuestros enemigos. Lo fácil que es ser presas de las fauces de Satanás, del engaño del mundo y de los deseos de nuestros pecados. Si fuera por nuestras propias fuerzas cada uno de nosotros nos caemos por el precipicio.

            Pero somos ovejas de Dios. Cristo es el Buen Pastor. Y El garantiza que nunca jamás pereceremos. La vida que Dios nos dio jamás la perderemos. Nadie nos podrá arrebatar de la mano ni de Cristo ni del Padre. Y sin lugar a duda llegaremos a la gloria. ¿Cómo así? Porque es Dios mismos quien nos preserva. ¿Perseverará un creyente hasta el fin? Claro que sí. Eso es lo que enseña aquí Jesús. No perecerán jamás. ¿Por qué llegaran a la gloria? ¿Por su libre albedrío, por sus fuerzas, por sus habilidades? No. Por la preservación del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

            Cuanto consuelo es esta doctrina. Y cuanto debemos luchar por entenderla correctamente, creerla y vivirla. Dios nunca deja las cosas inconclusas. Filipenses 1:6 “estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo;”.

            ¿Cuáles son algunas de las bendiciones de los convertidos? Ellos son enseñados por Dios mismo, son adoptados, somos amados íntimamente, se nos da la vida eterna y somos preservados por el pode Dios para alcanzar la vida eterna. Todo esto y mucho más son las cosas que Dios ha preparado para los que le aman. Es tuyo si eres convertido genuinamente. Y si no lo eres: te lo estás perdiendo. No lo pierdas: Ven a Cristo, ríndete a sus pies y vive.

Sermón: Joel 2:12-13 ¿Qué es la Conversión?

Joel 2:12-13 “Por eso pues, ahora, dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento. 13 Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos a Jehová vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo.”

 

            En el día de hoy todos nosotros nos matriculamos en la escuela de explosivos. Todos vamos a ser entrenados en desmantelar bombas. Una de las cosas que debemos aprender es que no todos los cables que se corten para detener la explosión son los cables verdaderos. Hay cables que desconectan la bomba y hay cables que lo que hacen es acelerar la explosión. Así que más no vale que aprendamos cuáles son los cables correctos no sea que la bomba nos explote en la cara. Por tanto, esta clase es algo seria. Es una clase de vida o muerte. Y es una clase en la cual debemos estar súper atentos no sea que entendamos mal la clase y al final nos explote la bomba en la cara.

            El tema de hoy es la conversión.  Es un tema importantísimo. Es uno de vital importancia no solo para ti sino también para los tuyos. Y nos debe llevar a hacernos varias preguntas: ¿Me he convertido verdaderamente? ¿Son mis hijos, esposo, esposa, padre, madre, hermanos, amigos, familiares, convertidos?

            La Biblia habla sobre la conversión verdadera. Pero también habla de la conversión falsa. Jesús mismo decía lo siguiente cuando explicaba la parábola del sembrador. No toda la semilla cae en buena tierra. Hay una que cae en suelo pedregoso. Y Jesús explica qué significa eso en Lucas 8:13 “Los de sobre la piedra son los que habiendo oído, reciben la palabra con gozo; pero éstos no tienen raíces; creen por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba se apartan.” Esto es un ejemplo de una falsa conversión. Y como esto es posible cada uno de nosotros debería preguntarse: ¿Es mi conversión una verdadera, genuina o falsa? ¿Cómo yo sé si me he convertido verdaderamente? Siendo esto tan importante para ti y para los nuestros, vamos a predicar sobre lo que es la verdadera conversión y lo que no es la verdadera conversión. Para esto Joel 2:12-13 es medular. Veamos en primer lugar lo que no es la conversión.

I. Lo que no es la Conversión

            1. La palabra de Dios por medio de Joel nos dice que no es un cambio de conducta externa V. 13Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos”. Los judíos, como parte de su cultura, cuando había algo que les afligía, les molestada o era algo terrible, lo manifestaban rasgando su ropa. El rasgar su ropa era supuestamente una forma externa de demostrar su enojo en el corazón. Pero aquí Dios nos dice que la verdadera conversión no es rasgar el vestido y sino “rasgar el corazón”.

            Hay muchos que piensan que convertirse es meramente dejar de hacer las cosas malas. Ya no voy a fumar, ir a los bailes, ir al cine, dejar de ver películas pornográficas, dejar de hablar malo, etc. Pero eso no es la conversión. La conversión verdadera no es dejar de hacer lo malo por dejar de hacer lo malo, sea porque me dicen que eso es malo o porque yo haya llegado a creer que eso es malo. Toda esa forma de actuar no necesariamente es conversión.

            Una persona puede creer que es convertida porque ha dejado de hacerlo malo y ahora hace lo que es bueno. Ahora voy a la iglesia, leo la Biblia, hablo como “cristiano”. Llamo a las mujeres varonas y a los hombres varón. Cuando escucho un sermón digo: me estoy gozando del sermón. Nada de eso es sinónimo de genuina conversión. Toda esa conducta es meramente externa y no es equivalente a ser convertido.

            Si te das cuenta la conversión es algo del corazón, de nuestra alma, de la fibra más profunda que define lo que somos: “Rasgad vuestro corazón”.

            2. No es un cambio parcial V. 12 “convertíos a mí con todo vuestro corazón”. Hay algunos que no se convierte con todo el corazón. Algunos se convierten con los pies solamente: ahora asisten a la iglesia. O se convierten de los ojos solamente: ahora no voy al cine, o no veo películas clasificadas R. O se convierten de los labios solamente: ya no digo malas palabras. O se da una combinación de algunas de ellas.

            Yo me acuerdo cuando adolescente lo estricto que yo era. Cuando iba a jugar baloncesto yo les decía a mis amigos que me iba a ir y llevar mi bola de baloncesto si ellos hablaban malas palabras. Y tan pronto alguien hablaba malo yo me iba. Pero no me motivaba el amor a Dios ni la gracia de Dios. estaba buscando salvarme por las obras y no por la gracia de Dios.

            La conversión verdadera afecta a todo nuestro ser. No hay verdadera conversión si no es una con todo nuestro corazón. Cuando nos rendimos total y absolutamente a Dios para salvación y vida.

            3. No es un cambio producido solo por ver la ira de Dios “Por eso pues, ahora,”. Cuando dice “Por eso pues, ahora” del versículo 12 conecta este versículo con los primeros 11 del capítulo 2. Y al principio de este capítulo Joel nos habla del día de Jehová. Y ese día de Jehová en el contexto inmediato es cuando Dios visite con su ira a las naciones que han perseguido a Israel. Pero en el caso de Joel Dios revela que su ira se derramará incluso sobre su pueblo no convertido verdaderamente. 

            Ese día es un día terrible. Mira cómo es descrito por Joel y otros profetas. Joel 2:2 “Día de tinieblas y de oscuridad, día de nube y de sombra”. V. 11 “grande es el día de Jehová, y muy terrible; ¿quién podrá soportarlo?” Sofonías 1:15 “Día de ira aquel día, día de angustia y de aprieto, día de alboroto y de asolamiento, día de tiniebla y de oscuridad, día de nublado y de entenebrecimiento,” Amós 5:18 “¡Ay de los que desean el día de Jehová! ¿Para qué queréis este día de Jehová? Será de tinieblas, y no de luz;”  

            Hermanos, Dios juzgará a todos los seres humanos. Y todos los que no se hayan convertido a Jesús serán destruidos. Y como esto es cierto Joel dice: V.11-12 “porque grande es el día de Jehová, y muy terrible; ¿quién podrá soportarlo? 12 Por eso pues, ahora, dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento.” Todo el mundo sabe que hay un infierno. Y como es tan terrible nadie quiere hablar de eso. Y muchos cambian su forma de ser y comportarse porque no quieren ir al infierno. Pero eso no es una genuina conversión. No es un cambio producido por ver la ira de Dios meramente y así evitar el castigo.

            Es cierto que Joel nos dice que el contemplar la realidad de la ira de Dios en el juicio final es un motivo para convertirnos, pero no es el único motivo en le verdadera conversión. Si el terror que infunde el infierno te motiva a buscar de Dios eso es bueno. Es como cuando un doctor le dice al paciente: no puedes regresar a tu casa hoy, tienes que ir inmediatamente al hospital o no verás el día de mañana. El paciente puede decir: pero doctor no me asustes. Si es bueno y necesario para ti, entonces el susto es bueno.  

            Ahora bien, entonces qué es la verdadera conversión.

II. Lo que sí es la Conversión

            1. Es un cambio total del corazón “convertíos a mí con todo vuestro corazón”. Todo nuestro corazón significa todo nuestro ser: nuestra mente, nuestra voluntad, nuestras emociones, nuestros valores, nuestra forma de ver la vida, la esencia de nuestro ser, de lo más profundo de nuestro ser y que nos define lo que somos. Es un cambio total de vida. Tan es así que es llamado en la Biblia “un pasar de muerte o vida”. Es un pasar “del reino de Satanás al reino del Señor Jesucristo”. Ahora El es mi Señor y Dueño y yo le pertenezco a El en cuerpo y alma.

            Mi alma le pertenece porque El la ha redimido. Y ahora hablar de Jesús, pensar en Jesús, consagrarme a Jesús, vivir para El es mi pasión. Mi corazón tiene ahora un solo dueño y ese es Jesús. Es un cambio de 180 grados. Cambia totalmente la dirección de nuestra vida.  

            Y ese cambio es acompañado con dolor y odio por el pecado “con ayuno y lloro y lamento”. Pero es dolor y odio por el pecado como pecado (por lo sucio y odioso que es) y no meramente por el castigo y las consecuencias del pecado (problemas, pérdida de dinero). Yo conocí a una mujer que avergonzada por haber abortado comenzó a ir a la iglesia. Pero su sentido de culpa no era porque el pecado en sí mismo es odioso ya que ofende a Dios sino por la vergüenza de que ella no había sido criada así. La conversión nos lleva a odiar el pecado porque es una ofensa a mi Esposo que me ama y yo deseo agradarle en todo. Y odio lo que El odia al igual que amo lo que El ama.

                        La verdadera conversión conlleva un apartarse del pecado. 1 Juan 3:9 Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios. Una vida que no se aparte del pecado no ha conocido a Dios salvadoramente.

            2. Es una conversión hacia Jehová “convertíos a Jehová vuestro Dios”. El no creyente no tiene a Dios como su Dios. Podrá profesar su fe en Dios, podrá hacerse miembro de la iglesia, incluso podrá ser bautizado, pero Dios no reina supremo en su vida. En cambio, en la conversión verdadera el creyente escogerá Dios como su Dios. Ahora Dios es lo más importante en su vida. Y todas las cosas giran alrededor de Dios. Procura con plena resolución de vivir para El y solo para Él. Como dice el Salmo 73:25-26 “¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra. 26 Mi carne y mi corazón desfallecen; Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.”

            3. Es un cambio producto de ver la ira y la misericordia de Dios. La verdadera conversión reconoce la realidad de que Dios es un Dios airado contra el pecado. Y sabe que Dios tiene toda la razón del mundo para castigarlo. El ve que sus pecados merecen castigo. Que su vida es una sucia por causa del pecado. Y está consiente que si no se convierte será condenado. Pero junto con ello ve que Dios es un Dios de perdón. Y por la fe ve la misericordia y compasión de Dios en Cristo a los que se arrepienten. V. 13 “porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo.” Él cree lo que la Palabra de Dios dice acerca de Dios. Ve que Dios ha venido a buscar y a salvar lo que se ha perdido. Que Dios es misericordioso, que El es compasivo. Que Dios se duele del castigo, pero que nunca considerará inocente al impío y pecador. Ve que Dios desea salvar y se goza en salvar. Que no hay pecado horrible que Dios no pueda perdonar. Que en Cristo Jesús Dios ha provisto salvación y perdón para siempre. Que su perdón es pleno y total. Que El nunca se acordará de sus pecados jamás. Y que nos da el privilegio de ser sus hijos y heredar la vida eterna.

            4. Es un cambio producido por la gracia de Dios, su Palabra y Espíritu. Hay algo importante que tener presente. La conversión es nuestra responsabilidad. Somos nosotros los que nos hemos desviados y somos nosotros los responsables en venir a Cristo para tener vida. Pero este venir es la obra de Dios en nosotros por medio de su Palabra y Espíritu. Nadie tiene el poder para convertirse por sí mismo. En última instancia es Dios quien nos convierte. Fue Jesús mismos quien dijo en Juan 6:44 “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero.” Cuando Pedro confesó que Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios viviente, Jesús dijo, Mateo 16:17 “Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.”

            ¿Qué es la conversión entonces? Es un cambio producido en la vida de un creyente por medio de la Palabra y el Espíritu de Dios, cambiando a la persona totalmente en un verdadero adorador de Dios. Es un cambio del corazón al ver no solo la ira de Dios por el pecado sino la misericordia de Dios en Cristo a los que se arrepienten. Es una transformación total y que lleva a abrazar a Dios con toda el alma y a consagrar nuestra vida absolutamente a su voluntad.