Sermón: Mateo 6:22-24 Llenos de luz y un solo Señor

Mateo 6:22-24 “La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; 23 pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas? 24 Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.”

 

            Decía Aristóteles que de todos los 5 sentidos que tenemos el más importante es el de la vista. Por medio de la vista se nos abre el mundo. Y decía que la vista es la puerta del alma.

            ¡Qué don más hermoso que el don de la vista! Si nuestros ojos están bien entonces podemos apreciar todos los detalles de las cosas que nos rodean. Podremos caminar con seguridad y sin tropezar. Pero cuando nuestros ojos no ven bien caminamos por ahí inseguros, tropezando y muchas veces nos caeremos.

            Jesús utiliza esa verdad de la vida para ilustrarnos la importante de que nos examinemos y nos preguntemos cómo están nuestros ojos. Porque hay ojos sanos y hay ojos que están enfermos. Y lo más triste es que hay ojo completamente ciegos. Veamos cómo Jesús distingue lo que es un ojo bueno de un ojo malo. Y cómo eso en última instancia se relaciona sobre quién es el Señor de tu vida.

            En primer lugar, veamos lo que significa tener un ojo bueno.  

I. Un ojo bueno

            Lo primero que hace Jesús es describir la función del ojo. El ojo es la lámpara del cuerpo. Bueno no absolutamente porque el ojo no es la fuente de la luz pero ella captura la luz y así puede ver claramente y en ese sentido es como una lámpara. Y si es la lámpara del cuerpo entonces es lo que trae luz a nuestro cuerpo. Jesús habla aquí en sentido metafórico. Aunque usa lenguaje físico la enseñanza es espiritual.

            Ahora bien, si tu ojo es bueno, está sano, entonces todo tu cuerpo se beneficia y estará lleno de luz.

            Pero nos preguntamos. ¿Qué es un ojo sano? Un ojo sano es uno que pone su mirada en Dios y es dirigido por la Palabra y la voluntad de Dios. Es un ojo que sabe quién es él y qué Dios espera de él. Es un ojo que tiene su norte claro y sabe hacia dónde debe ir. E uno que tiene sus prioridades en orden y procura vivir y ser dirigido por la mente sujeta a la Palabra de Dios y no por los sentimientos, las emociones o los deseos de la carne.

            Lamentablemente hermanos y amigos, se dice que, por encima de la crisis mundial del coronavirus, hay una crisis mayor que está destruyendo y matando al mundo. Es una crisis que lleva más de 60 años destruyendo. ¿Sabes cuál es? Es la crisis de la identidad. En siglos anteriores y por la influencia del cristianismo el mundo occidental sabía quiénes eran ellos: ellos creían que eran criaturas hechas a la imagen de Dios, varón y hembra nos creó. El es quien nos creó y por tanto es El quien  define lo que somos.  Pero con el rechazo de la Biblia como la Palabra de Dios y el rechazo mismo de la existencia y/o intervención de Dios en el mundo, el mundo ha decidido definirse a sí mismo. Y ha llegado a conclusión de que ellos mismos son los que se definen sin referencia alguna a Dios.  Y algunos dicen: somos criaturas, otros: somos animales, otros: somos moléculas, otros: somos un accidente de la evolución, somos primates, somos seres sin propósito y sin valor, somos hombres, somos mujeres, ni somos hombres ni mujeres, no tenemos géneros, o definimos nuestro género o nuestro género es cambiante según me sienta durante el día (me levanté sintiendo mujer, pero a la media hora me siento hombre, durante el día me siento que soy un pedazo de carne que camina sin rumbo ni propósito, etc.). No en balde hay tanto problema de salud mental en el mundo.

            Tristemente, nos pasa lo mismo a los cristianos. Influenciados por el mundo nosotros hemos caído en la misma crisis. ¿Quién soy yo? ¿Cuál es mi propósito en la vida? Algunos piensan que yo soy el hijo de un Rey y por tanto con derecho a recibir ahora, de ese Rey, todas las riquezas que El me ha prometido. Promesa que para ellos son principalmente físicas y económicas. Otros, que el propósito de Dios para mi vida es que yo sea feliz siempre. Otros, que después que tú seas sincero, amable, cariñoso y “ames al Señor Jesús” es lo importante aunque seas homosexual. Otros piensan que porque soy salvo por la gracia de Dios y es El quien me santifica solo tengo que dejar que Dios haga la obra, yo solo soy recibidor de su gracia y cuando esa gracia venga a mí entonces yo caminaré en los caminos de Dios.

            Pero Jesús nos dice: No. ¿Tienes tú un ojo bueno? Un ojo bueno es uno que pone su mirada en Dios. Sabe quién es él y sabe lo que Dios espera de él. ¿Quiénes somos nosotros? Nosotros somos hijos de Dios y siervos del Señor Jesucristo. Y nuestro norte es amarle más y más y servirle cada día con todas nuestras fuerzas y buscar que otros también amen al Señor Jesús y vivan para Él. Ese es un ojo bueno. Ese es el ojo que hace que todo nuestro cuerpo esté lleno de luz. Y si lleno de luz entonces caminará sin tropezar, caminará rectamente por los caminos que Dios mismo ha trazado para él. Como dice Pablo en Efesios 2:10 “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.”

            Pero lamentablemente hay otro ojo. Hay un ojo que no es bueno. Y es descrito por Jesús como un ojo malo.

II. Un ojo malo

            V. 23 “pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas.” Si tu ojo es maligno, es malo, está enfermo, entonces inevitablemente todo tu cuerpo, es decir, toda tu vida estará en tinieblas. Palabras fuertes de Jesús. A nadie le gusta que le digan que está equivocado. Y Jesús nos dice que todos aquellos que tienen ojos malos, es decir, ojos que no miran a Dios, ni le aman, ni le adoran, ni viven para El ni dirigen su vida por la Palabra de Dios, todos ellos están en tinieblas aunque crean que tienen luz. No hay peor ciego que el que no quiere ver.

            Con esto mismo confrontó Jesús a los fariseos quienes crían que tenían ojos buenos. En Juan 8:12 “Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.” Jesús es la luz del mundo y solo los que le siguen, los que creen y confían en Jesús como su Dios y Salvador no andarán en tinieblas sino que tendrán la luz de la vida en ellos. Todos los demás, los que no me siguen, ni creen ni confían en mi ni me reciben como Señor y Redentor andan en tinieblas. Y Jesús demuestra que Él es la luz del mundo al sanar a un ciego de nacimiento. Y a todo esto qué respondieron los fariseos en Juan 9:40-41 “¿Acaso nosotros somos también ciegos? 41 Jesús les respondió: Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; mas ahora, porque decís: Vemos, vuestro pecado permanece.”

            Así que un ojo malo es uno que no tiene la luz de Jesús en su vida porque no ha creído ni confiado en El y por tanto todo su cuerpo, toda su vida anda en tinieblas.

            Jesús dice además “Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?” ¿Qué nos enseña Jesús aquí. Jesús nos llama a que nos examinemos y nos preguntemos qué clase de luz hay en nosotros. >Tenemos luz verdadera o nuestra luz es tinieblas? Porque si la luz que realmente hay en ti es tinieblas, entonces en donde no hay nada de luz las tinieblas son peores.

            Yo te pregunto, ¿cuál es tu ojo?  ¿Tienes un ojo bueno o tienes un ojo malo? ¿Sabes quién eres tú? ¿Tienes claro cuáles son tus prioridades en la vida? ¿Vives para Dios? ¿Vives para adorar a Dios y vivir para Él? ¿Eres dirigido por la Palabra de Dios?

            Ahora bien, Jesús no solo nos dice que nuestra vida debe estar marcada con el reconocimiento de quiénes somos nosotros y cuál es el propósito de nuestra vida como cristianos sino también reconocer que de tras de todo esto es el hecho de que solo podemos tener un solo Señor.

III. Un solo Señor

            V. 24 “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.” Jesús nos habla de una imposibilidad. Ninguno, nadie, es imposible servir a dos señores.

            El verbo servir servir aquí en el griego es importante. Servir aquí significa servir como esclavo no como empleado. No podemos servir a Dios y servir a las riquezas. Es el uno o el otro. O el norte de mi vida es Dios o lo son el buscar hacerme rico. Ambos no pueden subsistir en el creyente. O amamos a Dios o amamos al mundo. Es el uno o el otro. No podemos tener aquí lo mejor de dos mundos. Jesús dice: ninguno puede hacerlo. No te engañes.

            Pero aquí hay un principio importante que señalar. Y es que el creyente tiene a Dios como su Amo y lo ha escogido para servirle exclusivamente a Él. Nosotros somos discípulos de Cristo. Esa es la gran comisión, la de hacer discípulos en todas las naciones. Y el discipulado no es part-time. No podemos ser discípulos parciales. Y decirle a Dios: Sí, Señor Dios yo te sirvo con parte de mis cosas. Te sirvo con parte de mi tiempo, parte de mi dinero, parte de mi devoción, parte de mi compromiso, para de mi entrega. Jesús no. Somos llamados a amar a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, con toda nuestra mente y con todas nuestras fuerzas (Marcos 12:30).

            Muchos pueden tener dos o tres trabajos y así tener dos o tres patronos. Pero solo lo pueden hacer si sus otros trabajos son a tiempo parcial. Y cuando uno exige más tiempo tenemos que escoger y dejar uno y quedarnos con dos o con uno solo. En cambio, Dios demanda todo: todo nuestro tiempo, dinero, compromiso, todo. En todo momento, en toda circunstancia, en todo lugar sea que estemos solos o rodeados de gente, el creyente debe demostrar que tiene a Dios como su Señor y Amo.

            Pero alguien pudiera decir: no estoy de acuerdo. La relación entre Dios y nosotros no es la relación de Amo y propiedad sino de Padre a hijo. Y yo pregunto ¿por qué no? Sería incompatible si Dios fuera un Padre amoroso y un Amo tirano y cruel. Pero ese no es el caso. El Dios que nos ha adoptado no es otro que el Padre de nuestro Señor Jesucristo. Él es nuestro Padre y nosotros somos sus siervos. Así como Jesús es el Hijo de Dios pero también el Siervo de Dios. Isaías 42, 49, 50, 52-53 nos describen al Mesías como el Siervo de Dios. Y Jesús mismo nos dice que El vino no a hacer su voluntad sino la voluntad del que lo envió (Juan 6:38). ¿Por qué? Porque para Jesús era su deleite amar al Padre que lo ha amado tanto. Y al escuchar su Palabra y obedecerla Jesús sabía que ese era el camino que debía recorrer y así alegrar a su Padre amoroso.

            Y con esto finalizo. ¿Es Jesús el Señor, Amo y Dueño de tu vida? Yo espero que sí. Así que en estos tiempos del corona virus Jesús nos llama a considerar quiénes somos nosotros, cómo estamos dirigiendo nuestras vidas, cuáles son nuestras prioridades. Y todo esto testificará quién es el Señor de nuestras vidas: si Dios o el mundo y sus riquezas.

Sermón: Proverbios 31:10-31 La Mujer Virtuosa

Proverbios 31:10-31

             Hoy celebramos el Día de las Madres de una manera distinta. Por causa del toque de queda muchos se han visto privados de visitar a sus madres con la misma libertad que normalmente se hace. Pero aunque esto es así no queremos pasar desapercibido que hoy se celebra en PR y en otras partes del mundo el Día de las Madres. Claro está, por encima de ello hoy es el Día del Señor. Y reunidos queremos honrar a las madres y considerar el carácter de una madre y esposa según delineada en la Biblia, la cual es digna de honor.

            Creo que ésta es la primera vez que voy a predicar sobre todo este pasaje. Y del mismo podemos ver por lo menos tres cosas importante del carácter de esta mujer. Y podemos decir que todo esto se resume en que ella es una mujer, madre y esposa dedicada. ¿Dedicada en qué? Dedicada en tres áreas: en la familia, a su casa y a su Señor. Veamos:

I. Dedicada a su familia

            Lo primero que menciona el pasaje es lo raro que es una mujer así. Ella es de gran valor. Tan valiosa es ella que su valor sobrepasa a las piedras preciosas. Fíjate cómo lo dice: “su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas”. Su valor para la familia, para la iglesia y para la sociedad no es igual al valor de las piedras preciosas. Su valor sobrepasa largamente a todas ellas juntas.

            Ahora bien. ¿En qué consiste su gran valor? Ella es una mujer dedicada. ¿Dedicada a qué? Dedicada a su familia. Y lo primero que menciona es que ella es dedicada a su esposo. Ella vive de tal manera que su esposo confía plenamente en ella. V. 11 “El corazón de su marido está en ella confiado”. El no tiene temor de que hable con otros hombres porque él sabe que tiene a su lado a una mujer fiel. Y si hay problemas en el matrimonio él sabe que ella no saldrá corriendo a otros brazos sino que buscará con él cómo resolver el mismo. ¿Por qué? Porque ella es una mujer virtuosa. Y además, V. 12 Ella “Le da ella bien y no mal Todos los días de su vida.”  Y aunque su esposo tiene muchas faltas ella no se pasa pregonando las mismas a los demás.

            El carácter de ella es de tal manera que todos hablan bien de él por causa de ella. V. 23 “Su marido es conocido en las puertas, Cuando se sienta con los ancianos de la tierra.” Sentarse en las puertas era sinónimo de ser un líder en la sociedad. E indica que el carácter dedicado y consagrado de ella provoca que hablen bien de él. Y digan: este hombre debe ser un hombre excelente al tener una mujer tan noble, casta, y ejemplar.

            Ella es dedicada no solo a su familia y a su esposo, sino que ella es dedicada también a sus hijos. Ella está pendiente de sus hijos y los miembros de su familia. V. 15 “Se levanta aun de noche Y da comida a su familia Y ración a sus criadas.” La noche no evita que ella siga atenta a todo lo que sucede en la familia. Ella está pendiente no solo de las necesidades inmediatas sino también de las futuras. V. 21 “No tiene temor de la nieve por su familia, Porque toda su familia está vestida de ropas dobles.”

            No en balde sus hijos y su esposo la alaban. V. 28 “Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada; Y su marido también la alaba:” Ellos la honran con sus palabras. No se quedan cayados ni piensan: yo no le digo que la amo porque ella lo sabe. No. Ellos le dicen que la aman, que la valoran, que ella es la mejor mamá y esposa que hayan conocido. Y esta honra no se limita a las palabras de vez en cuando o una vez al año. No. Ellos la honran de hecho y en verdad en todo momento: hablándole con respeto, ayudándola, cuidando de ella.

            En segundo lugar, esta mujer virtuosa no solo es dedicada a su familia sino también a su casa.

II. Dedicada a su casa

            Ella no tiene complejo de inferioridad ni de que su vida no se ha realizado porque se ha dedicado a su casa y a su familia.

            ¿Qué más podemos decir de ella? Ella es una mujer trabajadora. V. 13 “Busca lana y lino, Y con voluntad trabaja con sus manos.” Ella no está en la casa viendo telenovelas todo el día. No. Ella es hacendosa. V. 14 “Es como nave de mercader; Trae su pan de lejos.”

            Ella es sabia en el manejo del dinero y sabe cómo invertir. V. 16-19 “Se levanta aun de noche Y da comida a su familia Y ración a sus criadas. 17 Considera la heredad, y la compra, Y planta viña del fruto de sus manos. 18 Ciñe de fuerza sus lomos, Y esfuerza sus brazos. 19 Ve que van bien sus negocios; Su lámpara no se apaga de noche.” Es una excelente administradora. V. 27 “Considera los caminos de su casa, Y no come el pan de balde.” Ella está pendiente de todo en los negocios y en su casa. Y sabe que dará cuenta de su mayordomía.

            Y nos preguntamos: ¿De dónde saca sus fuerzas? Ella es trabajadora, hacendosa, fajona. ¿de dónde saca sus fuerzas? Te diré de dónde. De ser una mujer dedicada a su Señor y Salvador.

III. Dedicada a su Señor

            Para ella su Señor y Salvador Jesús es lo número 1 en su vida. Ella sabe que por encima de su belleza exterior vale más su belleza interior. No que no cuide de su apariencia porque ella está pendiente de cómo se viste. Ella saca tiempo para satisfacer sus necesidades. Pero ella sabe V. 30 Que “Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; La mujer que teme a Jehová, ésa será alabada.” Por tanto su fortaleza sale de su temor a Jehová. Ella vive para agradar y servir a su Dios. Su fortaleza sale de su amor y comunión con su Redentor. Ella sabe que su fortaleza para monumental tarea de ser madre, esposa, trabajadora y ser misericordiosa con todos no sale sino de Dios. El centro de su vida no es ella sino Dios. Por tanto, ella saca tiempo para estar a solas con Dios, medita en la Palabra de Dios, orar a Dios, luchar con su pecado porque sin la gracia de Dios ella nada puede hacer.

            De aquí que ella procura cultivar un corazón. Y que el adorno por excelencia es, como dice 1 Pedro 3:4 “el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios.”

            Ella adorna también sus palabras. Ella es una mujer sabia y dulce en su hablar. V. 26 “Abre su boca con sabiduría, Y la ley de clemencia está en su lengua.” Así que todos, incluso su esposo puede buscar de ella sabiduría. Ella es respetuosa al hablar a todos e incluso a su marido.

            Hay algo importante que no podemos dejar de señalar. Ella no solo piensa en su casa sino piensa también en los demás, en especial los necesitados. V. 20 “Alarga su mano al pobre, Y extiende sus manos al menesteroso.” Ella no es individualista pensado que cada cual se salve como pueda. No. Ella es servicial y es desprendida: alarga su mano al pobre y extiende su mano, es decir, ella da a manos llena.

            Pero quién puede llegar a esos estándares que se mencionan. El pasaje lo dice: la mujer que teme a Jehová. No lo logrará a la perfección. Pero si ella teme verdaderamente al Señor procurará por su gracia dirigirse a esa meta que no es otra que ser semejante a Jesús.

            Por todo lo anterior nos dice Salomón: ella es digna de ser honrada por sí misma. Ella no es un apéndice de su marido. Por todo lo anterior ella es digna de ser honrada. ¿De qué manera? Es digna de ser públicamente alabada. V. 31 “Dadle del fruto de sus manos, Y alábenla en las puertas sus hechos.” Su vida y labor no deben ser menospreciadas sino todo lo contrario. Una mujer piadosa es un bendición y un arma poderosa en la familia, en la iglesia y en la sociedad. Por tanto, deben ser alabadas es decir, respetadas, reconocidas, valoradas, amadas, protegidas, obedecidas. Te pregunto a ti ¿cuidas, amas, respetas, proteges a tu madre? ¿lo haces durante todo el año o solo en el Día de las Madres? ¿Y si es anciana cuidas de ella voluntariamente o porque la corte te obliga?

            Hermanos, la gracia de Dios nos ha hecho nuevos hijos e hijas de Dios. Somos nosotros los debemos dar cátedra de cómo cuidar a nuestras madres y respetar a nuestras suegras. Quiera Dios que nosotros aprendamos cada día a honrarlas y no pensar que son una carga sino una gran bendición para nosotros.

Sermón: Habacuc 2:4 El justo vive por la fe

Habacuc 2:4 “He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá.”

             Amada iglesia, durante mi adolescencia yo veía mucho la lucha libre. Yo era fanático de Carlitos Colón, el Invader #1 entre otros. Era un deleite ver las acrobacias que esos luchadores hacían en el cuadrilátero. Es una lucha cuerpo a cuerpo con picadas de ojos, la yeguita voladora, la dormilona, etc. Era un entretenimiento pero también era un reto de fe. Cuando el campeón estaba perdiendo, cuando habíamos perdido las esperanzas de victoria de la nada le salían fuerzas al luchador y vencía contra todo lo que pensamos era imposible lograr.

            En un sentido eso es lo que tenemos aquí en el libro de Habacuc. El profeta tiene una lucha en su interior. Hay una lucha entre lo que él cree y lo que él ve que sucede en el mundo. Hay una lucha entre lo que él cree acerca del carácter de Dios por las Escrituras y lo que Habacuc ve está sucediendo en medio de ellos. Hay una lucha entre la fe y la vista, entre la fe y los hechos. ¿Cómo confiar en Dios en medio de todo lo que Dios va a hacer y hará? A veces las cosas que ocurren en nuestra vida y en el mundo retan nuestra fe. Dios pone a prueba nuestra fe más preciada que el oro. En medio de todo lo que está pasando el PR y en el mundo: los problemas de la economía, el covid-19 y los temblores ¿cuál debe ser la actitud y conducta del creyente? De eso trata el pasaje bíblico que tenemos presente.

            Tenemos aquí un contraste. Habacuc contrasta el carácter y la actitud de dos personas ante los sucesos de la vida. Veamos en primer lugar el carácter y conducta de los incrédulos.

I. El carácter y la conducta de los incrédulos

            Lo primero que podemos ver es que Habacuc nos dice que hay dos y solo dos tipos de personas o almas en el mundo. Hay almas rectas y por implicación hay almas no rectas. Cuando dice: “He aquí que aquel cuya” da a entender que no todos son almas rectas. Este es un veredicto de parte de Dios mismo.

            Hermanos, no todos son creyentes. No es de todos la fe. No todos son salvos. Ni todos van a ir a morar en los cielos con Dios. Hay creyentes y hay incrédulos. Hay justos y hay injustos. Hay santos y hay impíos. Hay almas rectas y hay almas que no son rectas.

            Yo sé que hoy día se enseña que lo único que hay que hacer para ir a los cielos es morirse. Pero esa no es la enseñanza de la Biblia y este pasaje lo corrobora. Por tanto, hay justos y hay injustos según ellos hayan rendido su corazón al Señor Jesucristo.

            Ahora bien, cómo podemos distinguir el uno del otro. Habacuc nos dice por su carácter. ¿Cuál es la característica del alma no recta? Habacuc nos dice: el alma no recta, “se enorgullece”. El no creyente es orgulloso. No se postra delante de Dios ni reconoce que Dios es o que El es digno de fe, confianza y obediencia. Ni reconoce a Jesús como el único Salvador y como el Rey Medianero a quien Dios ha puesto como cabeza sobre todas las cosas sobre su Iglesia.  

            Y cuando ve el tumulto que está sucediendo en el mundo en vez de arrodillarse ante Dios y pedirle perdón o suplicarle su misericordia no lo hace. No ora a Dios porque cree que es autosuficiente en sí mismo para tener que pedirle a Dios. El o ella cree que tiene la sabiduría suficiente, poder en sus manos suficiente para vencer todo caos y superar toda crisis. No es totalmente incrédulo porque pone su fe en el poder del ser humano para superarse. Pone su fe en la ciencia y proclama que la salvación se encuentra en la ciencia o en nosotros mismos. Dicen ellos: Lo que el mundo necesita para salvarse es una buena educación, una mejor distribución del dinero, un mejor acceso a la tecnología, y ser libres de todos los tabúes que el cristianismo ha impuesto en la sociedad.

            El alma que no es recta se caracteriza por buscar su salvación en sí mismo y no en Dios. Y por tanto, no viven para Dios, ni le sirven ni le adoran ni buscan de El la guía de sus vidas. Y si le oran lo hacen buscando la ayuda de Dios pero no buscando a Dios mismo.

            Pero todo eso es edificar sobre la arena. Es poner la fe en un dios que no salva. Y lo triste del caso es que Dios dice: esa alma no es recta para conmigo. Yo no me agrado de esa vida.

            En cambio, Habacuc nos dice que hay otra persona en el mundo. Hay otros en el mundo cuya alma es recta. Veamos el carácter y la conducta del justo.

II. El carácter y la conducta del justo

            Si te das cuenta hay un contraste aquí. A diferencia del alma que no es recta, Habacuc nos habla del que es justo. Y la idea es que el justo posee un alma recta.

            Ahora bien, quién es esa persona. Habacuc nos dice por sus frutos lo conoceréis. ¿Cuál es el carácter y conducta del alma recta? Nos dice Habacuc: él vive por su fe: “el justo por su fe vivirá”. El justo es el que ha creído que Dios es y que El gobierna el mundo. No es arrogante. Él se postra delante de Dios y le dice: que tú oh Dios deseas que yo haga. Reconoce que Dios ha puesto a Cristo como el Rey de este mundo. Y por tanto busca honrar, amar y obedecer al Rey Jesús. Busca de El su protección. Le ora no solo porque tiene que hacerlo sino porque es un deleite hablar con Dios. Pone todas sus cargas ante El. Pone la seguridad de su vida en las manos de Dios. No cree que él tiene el poder para salvarse a sí mismo ni que el ser humano tiene el poder de hacerlo. Usa la ciencia, se educa, es generoso con el necesitado pero no pone su salvación en el hombre ni en sus obras. ¿Por qué? Porque “el justo por su fe vivirá”.  El sabe que Dios es su Protector, su Defensor. Y la salvación de la humanidad se encuentra solo en Dios por medio de Cristo Jesús.

            De aquí que el justo sabe que la verdadera sabiduría se encuentra en Jesús. Y sabe que vivir por la Palabra de Dios es lo más sabio, lógico y recto. Y que aunque las cosas del mundo parezcan otra cosa El confía plenamente en Dios. Por tanto, él camina por fe y no por vista. Aunque sus ojos le dicen: hay caos en el mundo, parece que todo va a la deriva, el mundo parece un barco sin timón; él sabe que no es así. El sabe que Jehová reina y esto le trae paz. ¿Por qué? Porque él sabe que Dios es su Padre. Y que Dios tiene las riendas del timón del mundo en sus manos.

            El sabe que él es justo no por sí mismo sino por la misericordia de Dios. ¿Cómo así? Porque sabe que solo Dios es su Salvador. De lo contrario sería él mismo quien se salvara. Pero él sabe que en su carne no hay nada bueno. Que sus mejores obras están lejísimo de la perfección que Dios demanda, por que Dios es perfecto y solo acepta perfección. Como dijo Jesús en Mateo 5:45 “Sed vosotros perfectos como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”. Y sabe que su fidelidad a Dios es fruto de la gracia de Dios en él.

            Quisiera hermanos hacer un par de aplicaciones prácticas adicionales al pasaje.

III. Aplicaciones prácticas

            Si te das cuenta Dios nos llama a vivir con una fe que abraza incondicionalmente la voluntad de Dios. Busca Habacuc 3:16-18 “Oí, y se conmovieron mis entrañas; A la voz temblaron mis labios; Pudrición entró en mis huesos, y dentro de mí me estremecí; Si bien estaré quieto en el día de la angustia, Cuando suba al pueblo el que lo invadirá con sus tropas. 17 Aunque la higuera no florezca, Ni en las vides haya frutos, Aunque falte el producto del olivo, Y los labrados no den mantenimiento, Y las ovejas sean quitadas de la majada, Y no haya vacas en los corrales; 18 Con todo, yo me alegraré en Jehová, Y me gozaré en el Dios de mi salvación.” Podemos decir como dijo Job en Job 13:15 “He aquí, aunque él me matare, en él esperaré”.

            Hermanos, no dudemos de la sabiduría de Dios. No dudemos de su presencia en medio de nuestro. Ni dudemos de su poder y soberanía sobre todas las cosas. Nuestra fe debe siempre descansar en Dios y no en los hombres ni en las circunstancias.

            Yo sé que hay lucha entre lo que vemos y lo que creemos acerca de Dios. Pero Dios nos llama a perseverar. Y perseverar no es otra cosa que vivir en obediencia a Dios descansando en Él y sus promesas y en su obra de Redención. Dios nos llama a serle fiel. Sigue adelante. Vive por fe. Corre la carrera que tienes por delante pero poniendo tus ojos en Jesús el autor y consumador de la fe.

            Y no te olvides de esta gran verdad. Que aunque nuestra fe puede menguar Dios jamás permitirá que ésta se apague en ti. ¿Por qué? Porque nuestra salvación y nuestra fe descansa, no en nuestras obras, sino en la obra de Cristo Jesús en la cruz. Por eso Pablo dice en Filipenses 1:6 “estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo;” Amén.

Sermón: Filipenses 4:8 Una mente positiva en medio del caos

Filipenses 4:8 “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.”

            Todo lo que oímos por la radio, vemos en la televisión o la internet, todo lo que nos llega en los medios de comunicación no es otra cosa que el tema del momento: el coronavirus. Una buena parte de las noticias se centra en el avance del mismo, que estamos en la semana pico de contagio, que los recursos médicos de protección se han acabado, la cantidad de personas contagiadas y la cantidad de personas que han fallecido por el covid-19. Otras noticias se centran en el posible descalabro en la economía, la cantidad de personas que han solicitado el desempleo, los patronos que han tenido que cerrar sus negocios porque no pueden abrir y no tienen los recursos económicos para pagar la nómina de sus empleados, etc.

            En noticias más alentadoras, nosotros que somos parte de los EUA escuchamos de la aprobación de los 2 trillones de dólares para ayudar a la economía, el dinero asignado en PR para ayudar a los desempleados, los intentos de crear una vacuna que combata el virus, etc.

            Cada una de esas noticias traen una carga, aun las noticias alentadoras. El dinero asignado me llegará, será suficiente para los gastos reales, etc.

            Además se suma a todo esto nuestra propia dinámica diaria. El pensar: se me está acabando la compra (salgo hoy o mañana); tengo que ir a la farmacia, tengo que ayudar a mis padres, los estudios de mis hijos, etc. Todas estas cosas contribuyen a que nuestra mente esté saturada de pensamientos que nos llenan de ansiedad y de tensión.

            Hermanos, la mente es poderosa. Una mente sin frenos y sin controles puede ser una arma negativa en nuestras vidas.

            ¿Cuál debe ser nuestra reacción en medio de todo esto? El pasaje que hemos citado nos enseña cuál debe ser nuestra actitud como pueblo de Dios ante todo este bombardeo de noticias y pensamientos que llegan a nuestra mente. Esto mismo les estaba pasando a los hermanos de la iglesia a los Filipenses. Tenían una mente saturada de problemas y preocupaciones. ¿Cuáles? Pablo estaba en la cárcel. El necesita ayuda económica y nadie se la está proveyendo. Algunos buscan hacer sufrir al apóstol predicando a Cristo por envidia y contienda. Hay animosidad entre los hermanos. Hay amenazas de persecución y algunos se siente intimidados por eso.  En medio de todo esto los hermanos de filipenses se sienten cargados, llenos de tensión entre ellos mismos.

            ¿Cuál es la solución al respecto? Pablo les dice: debemos cultivar una mente positiva. Dice él: “en esto pensad”. En medio de todas estas noticias que nos cargan y nos llenan de ansiedad Dios nos llama a desarrollar una mente verdaderamente positiva. Es más, tenemos que decir que solo los cristianos pueden justificar el tener una mente positiva en medio del caos. ¿Por qué? Porque para nosotros el mundo es gobernado por Dios y no por el azar, ni el destino, ni la fortuna, ni en última instancia por las leyes de la naturaleza.

            Ahora bien. Hoy procuraremos contestar la siguiente pregunta. ¿Cómo podemos desarrollar una mente positiva en medio del caos y la ansiedad? ¿Qué nos dice Pablo en Filipenses 4:8? Veamos.


I. Disciplina tu mente

            Fíjate que el verbo principal del pasaje lo es: “en esto pensad”. Y este verbo está en el modo imperativo, es decir, esto es un mandato. Pablo nos quiere decir que en medio de todas las cosas que nos producen ansiedad en la vida no solo debemos ir a Dios en oración, ruego y adoración sino entrenar nuestra mente a pensar de una manera distinta a lo que por naturaleza estamos acostumbrados a hacer.

            Hermanos y amigos por naturaleza nuestra mente está inclinada a todo lo negativo. Pablo mismo nos dice que los no creyentes “andan en la vanidad de su mente, 18 teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón” (Efesios 4:17-18). Este es nuestro retrato antes de ser creyentes. El no creyente no tiene la vida de Dios en su corazón y por tanto su corazón está endurecido y este corazón endurecido vicia la mente. Andan en la vanidad es decir en la futilidad, lo vacío, piensan en cosas sin valor. El no creyente no conoce a Dios salvadoramente. Por eso Cristo viene a revelarnos a Dios, quitando nuestra mente entenebrecida y nos revela al Padre de una manera salvadora. Juan 1:18 “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.” 1 Juan 5:20 “Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna.” Jesús abrió los ojos de nuestro entendimiento, nos iluminó por su Espíritu Santo para poder conocer y entender al verdadero Dios y la vida eterna. Además nos dio la mente de Cristo. 1 Corintios 2:16 “Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.”

            Pero aunque esto es así Pablo nos dice: “en esto pensad”. El hecho de que conoces a Dios salvadoramente y tienes la mente de Cristo en la Biblia no te inmuniza totalmente de pensar negativamente de las cosas que pasan en la vida y así estar ansioso. Nuestro deber es dirigir nuestros pensamientos, entrenar nuestra mente, disciplinar la misma y seguir los pensamientos de Dios según Dios mismo. “En esto pensad”.   Dirige tu mente a esto que te voy a decir. Ordena tus pensamientos en esto que te voy a enseñar. Entrena tu mente a pensar distinto. Disciplina tu mente a meditar en las cosas que son moral y espiritualmente excelente.

II. ¿En qué debo pensar?

            Lo primero que deseo que vean es que estas seis virtudes que Pablo enumera no lo copió de ningún sitio y así procura incorporarlo en la fe cristiana. No fue que Pablo leyó en los libro de los griegos o los romanos estos principios y se copió de ellos. Rechazamos esa idea por varias razones. (1) el carácter cristiano de estas virtudes se ve porque son dados dentro del contexto del versículo 7 que le precede y que nos habla de la paz de Dios y del versículo 9 que le sigue y que nos habla del Dios de paz. El contexto es netamente cristiano. (2) todas estas virtudes fueron modeladas por Pablo y por otros que imitaron a Pablo. V. 9 “Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced”. Anteriormente Pablo había dicho en Filipenses 3:17 “Hermanos, sed imitadores de mí, y mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros.” Pablo no solo le dijo lo que deben pensar sobre algo sino que se lo ilustró con su conducta de tal manera que ellos vieron el ejemplo de lo que Pablo estaba diciendo. (3) el significado de estas virtudes deben ser interpretados a la luz del uso que Pablo le da a esas palabras en todas sus cartas.

            ¿Cómo podemos tener una mente positiva en medio del caos? Pablo nos dice: piensa en esto.

(1) medita en todo lo que es verdadero. Rechaza todo lo que es falso. El criterio siempre es la verdad de Dios dada en la Biblia. Dios es un Dios de verdad. Dios es real. Él es fiel. Y por tanto debemos meditar en todo aquello que es verdadero, confiable, real: sea en las ciencias, en las noticias, sea que provenga de cualquier lugar. ¿Por qué? Porque toda verdad es verdad de Dios. No dejes que el sensacionalismo, la información no oficial te lleve a creer y abrazar lo falso.

(2) medita en todo lo honesto. La palabra honesto en el griego es [semna] y es usada solo por Pablo aquí y cuando discute los requisitos de los que ejercen un oficio público en la iglesia. Por ejemplo 1 Timoteo 3:8 “Los diáconos asimismo deben ser honestos, sin doblez”. Ellos deben vivir de tal manera que sean dignos de respeto, de buena reputación, dignidad y venerables. Hermanos, hay mucha porquería, muchas cosas sin valor alguno, que no edifican, que en vez de ser digno es indigno en los medios de comunicación. Medita en lo que es digno de consumir tu tiempo. Desecha todo lo frívolo, todo lo deshonesto.

(3) medita en todo lo que es justo. Lo justo es lo que es conforme a los estándares de Dios. Es lo que Dios mismo aprueba.  Hermanos, Dios nos creó a su imagen y semejanza y por tanto cada persona es digna en sí misma. Decir que los ancianos o los abuelos no deben ser tratados del coronavirus porque ya cumplieron su cuota o vida y debemos dar paso a los jóvenes y que pueden salvarse es contrario a los estándares divinos.  

(4) medita en todo lo puro. Lo puro es lo que es libre de impurezas. Es lo casto y lo virginal. Todo lo es inocente, puro sin manchas. No pierdas el tiempo escuchando las barbaridades que se escuchan en la prensa donde se da culto al pecado y se justifica toda la maldad. Nada de eso edifica. Todo eso nos carga de dolor y frustración. Y nos contamina. Llena tu mente en lo que es puro y santo. Hermanos, Dios nos ha dado una nueva mente no es para que la ensuciemos con la basura pornográfica que vemos y oímos. Sé santo con lo que ves en la televisión. Todas esa suciedad contrista el Espíritu Santo. Daña nuestra conciencia y nos llena de ansiedad.

(5) medita en todo lo que es amable. Significa todo lo que es querido, amado, aceptable, agradable. Hay mucha agresividad en el ambiente. Lo único bueno es lo que yo hago. Hay mucha politiquería en el ambiente que nos hace menospreciar al que no piensa como yo. Cuidado con eso.

(6) medita en todo lo es de buen nombre. La palabra significa bien hablado, de buen reporte, buena fama, laudable.  

            Pablo luego nos da una clausula zafacón. Ejerce discernimiento en todo lo que escuchas. Y “si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”. En otras palabras, todo aquello que promueva la excelencia moral y espiritual nuestra en conformidad a la Biblia, en eso también debemos meditar.

            ¿Qué nos quiere enseñar Pablo aquí? Nos quiere enseñar que Dios nos ha dado una nueva mente al hacernos una nueva criatura. El nos ha revelado su mente al darnos su Palabra. Dios desea que vivas una vida nueva pero esa vida nueva jamás se puede vivir si estamos en ansiedad en todo momento. Y la ansiedad se da por medio de todo lo que llegue a nuestras mentes. Y todo lo que llega a nuestras mentes pasa a nuestro corazón. Por eso es necesario que filtres todo lo que llega a tu mente por los medios sociales. Y procura llenar tu mente en vez de pensamientos negativos que solo tratan de lo mal que están las cosas, del caos que hay, de los resultados nefastos que va traer el coronavirus, llénala de todo lo que verdadero, honesto, puro, justo, amable y de buen nombre. Llena tu mente de la verdad de Dios: estudia la Palabra de Dios, lee libros cristianos buenos, estudia la doctrina, lee libros clásicos que estimulen tu mente, lee en vez de oír ya que al leer aprendes a escribir y así aprendes a hablar, medita en los cielos porque ese es tu hogar y te recordarás que allí no tendrás ansias jamás porque allí habita todo lo verdadero, lo puro, lo honesto, lo de bueno nombre, etc.

            No te olvides de esta gran verdad. Proverbios 23:7a “Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él.”  Nosotros somos lo que pensamos. Disciplina tu mente a lo positivo y en medio del caos, practica lo que has aprendido y el Dios de paz estará contigo siempre.

Sermón: Mateo 6:13b El reino, poder y gloria pertenecen a Dios

Mateo 6:13b “porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.” 

            Amada iglesia, hoy finalizamos nuestra serie de sermones en la cual expusimos la oración del Señor conocida como el Padre nuestro. Verdaderamente ha sido un viaje edificante. Hemos visto que en esta oración Jesús no solo nos ha enseñado cómo confeccionar nuestras oraciones y así orar correctamente sino que Jesús nos ayuda a pensar correctamente. Nos ayuda a poner en orden nuestros pensamientos al poner en un orden correcto nuestras peticiones. Dios siempre debe ir primero en nuestros pensamientos y en nuestra. Lo primero en nuestras vidas debe ser la gloria de Dios o su santificación, su reino y su voluntad. Y esto por encima de nuestras necesidades físicas, por encima de nuestro perdón y pro encima de nuestra protección. No que estas cosas no sean importantes. Lo son para nosotros y lo son para Dios. Pero Dios debe tener la prioridad y la precedencia en todas las cosas de nuestra vida.

            Ahora bien, dijimos que la oración del Padre nuestro consta de tres partes: una introducción, seis peticiones y una conclusión. Hoy expondremos la conclusión del Padre nuestro. Pero antes de exponer el mensaje es necesario hacer una clarificación. Necesitamos aclarar algo y luego expondremos brevemente sus frases.

I. Clarificación

            Hermanos y amigos. En muchas biblias modernas esta conclusión del Padre nuestro, la cual es una doxología, no aparece allí. Y la pregunta es obligatoria. ¿Por qué? Bueno los eruditos que estudian los manuscritos antiguos del NT han descubierto lo siguiente. El pasaje paralelo en Lucas capítulo 11 no la tiene. La conclusión sí aparece en una gran parte de los manuscritos de Mateo. Aparece incluso, en una forma abreviada, en libro de la Didaché, llamado la enseñanza de los 12 apóstoles escrita, según se entiende, a principios del siglo 2.  Pero según los eruditos, la conclusión no aparece en los manuscritos más antiguos de Mateo. Aunque se reconoce que el uso de esta conclusión es antiquísimo y su uso fue amplio en muchas de las regiones del imperio romano en el cristianismo desde el segundo siglo.     

            ¿Qué debemos pensar sobre esto? ¿Cómo se explicar la presencia de esta conclusión en el evangelio de Mateo si no aparece en Lucas ni en los manuscritos más antiguos de Mateo?

            Hay varias posible y/o plausibles contestaciones al respecto:

            1. Algunos entienden que aunque no aparece en los manuscritos más antiguos, debió haber estado en el original ya que era común en las oraciones judías terminar con una conclusión o doxología.

            2. Era común en la adoración judía la práctica de responder audiblemente con Amén a las oraciones públicas. Por ejemplo si buscamos en 1 Crónicas 16:36 “Bendito sea Jehová Dios de Israel, De eternidad a eternidad. Y dijo todo el pueblo, Amén, y alabó a Jehová.” Otro ejemplo lo tenemos en Nehemías 8:6 “Bendijo entonces Esdras a Jehová, Dios grande. Y todo el pueblo respondió: ¡Amén! ¡Amén! alzando sus manos; y se humillaron y adoraron a Jehová inclinados a tierra.” Y aparentemente la iglesia primitiva en el NT lo practica también. Por ejemplo en 1 Corintios 14:16 “Porque si bendices sólo con el espíritu, el que ocupa lugar de simple oyente, ¿cómo dirá el Amén a tu acción de gracias? pues no sabe lo que has dicho.” Así que la ausencia del Amén en los manuscritos más antiguos es inexplicable.

            3. Algunos expertos que han estudiado la forma de la adoración de la iglesia en los primeros siglos entienden que la oración del Padre nuestro fue incluida en la adoración de la iglesia desde casi el principio. Y la costumbre era que el pueblo recitaba toda la oración con la excepción de la doxología la cual era pronunciada por el ministro. Eso es posible y plausible pero no es absolutamente seguro.

            4. Otros eruditos entienden que tomando todos los argumentos anteriores concluyen que la ausencia de tal conclusión o doxología en todos los manuscritos antiguos en el pasaje paralelo de Lucas capítulo 11 y la ausencia en los manuscritos más antiguos de Mateo, aunque no en todos los manuscritos antiguos, justifica la conclusión que esta doxología no es original de Mateo. Yo entiendo que esa es la conclusión correcta.  

            Pero entonces de dónde salió la misma. Bueno, no se sabe quién la compuso, pero se entiende que fue escrita siguiendo el modelo de 1 Crónicas 29:11-13 “Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos. 12 Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tú dominas sobre todo; en tu mano está la fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y el dar poder a todos. 13 Ahora pues, Dios nuestro, nosotros alabamos y loamos tu glorioso nombre.”

            Ahora bien. ¿Es esta doxología palabra de Dios? ¿Es material inspirado?

            Aunque la doxología no es original en Mateo ni en Lucas esto no significa que no tiene un valor e importancia en sí misma ya que todo lo que dice es correcto a la luz de las Escrituras. Dice la ESV Study Bible: “No hay nada incorrecto teológicamente en esta conclusión, ni es inapropiado incluirla en nuestras oraciones públicas”. Dice el erudito Craig Blomberg (NAC): “Aunque ausente en los manuscritos provee una conclusión adecuada, y nadie debe hacer campaña en la iglesia para eliminarla. Los cristianos regular y correctamente decimos muchas cosas en la oración que no son citas directas de los escritos originales.” D.A. Carson (EBC): “La doxología en sí misma es profundamente teológica y adecuada al contexto y no cabe la duda de que fue considerada adecuada por los que vieron en las últimas tres peticiones una alusión indirecta a la Trinidad: la creación por el Padre y su providencia de darnos pan; la expiación del Hijo que asegura nuestro perdón y el poder de la morada del Espíritu que nos provee seguridad y triunfo”.

            Tomando todo lo anterior en consideración creo que estamos listo para ver cuál es el mensaje que nos comunica esta conclusión.

II. La Doxología

            Lo primero que podemos decir es que esta doxología termina con un Amén. Y esta sola palabra es súper importante. Es usada aquí para finalizar la oración pero Jesús la usaba constantemente no como una expresión final sino al principio de una afirmación. Yo sé que tú has escuchado la frase: De cierto, de cierto os digo. En el original griego dice: Amén, amén.

            Ahora bien, qué significa la palabra Amén y porque digo que es una palabra súper importante. Significa así sea. Testifica nuestro deseo y convicción de que creemos lo que pedimos. No es una petición de que estas cosas sean así. Si no que reconocemos que ellas son así y sucederán como Dios ha dicho y prometido.

            Y por tanto al concluir nuestras oraciones con Amén nosotros testificamos que descansamos en Dios.  El llamado es a no preocuparte por el futuro si somos hijos de Dios. Constantemente vienen a nuestras mentes si esto que está sucediendo en nuestras vidas y en el mundo está bajo el control de Dios. Cuando estamos ansiosos por lo que pasa en el mundo es porque esperamos resolver la crisis que venga en nuestra vida por nuestro propio poder, por nuestra propia astucia y vemos que el problema es mayor de lo que nosotros podemos controlar y nos llenamos de ansiedad.

            Pero Dios nos dice: di Amén. Cree en Mí. Confía que el reino del mundo es su reino y El no lo deja abandonado. Nada se escapa de las manos a Dios.  Muchos reyes vieron como su reino, su autoridad y el control de sus países se les escapaban de las manos como el agua en una cubeta rota. Y no podían hacer nada para evitarlo. Solo se sentaron a ver cómo ocurría. Y muchas veces salieron corriendo de su propio país porque fueron desterrados de allí. Pero esto jamás ha pasado con Dios y jamás podrá pasar. Eso es lo que testificamos cuando decimos Amén. Confesamos con nuestra boca lo que creemos en nuestro corazón que de Dios es el reino y que El tiene el poder de cumplir sus Palabras y sus promesas. Y nada ni nadie tiene el derecho de cuestionar lo que Él hace ni el poder de frenar Su voluntad. Él es soberano. Y El lo hace todo para su gloria.

            Todos hemos pedido a Dios que frene el avance del coronavirus. Deseamos que no haya más contagios y que Dios, en su misericordia, preserve las vidas. Nosotros creemos que Dios lo puede hacer. Es más, El es capaz de hacer mucho más de lo nosotros pedimos o nos imaginamos. Pero sobre esto debemos pedir a Dios que nos cambie a nosotros. ¿Por qué? Porque no sabemos cuándo todo lo que Dios ha planificado en su decreto eterno ocurrirá. Y en medio de toda esta ansiedad le pedimos a Dios que nos cambie. Por encima de Él cambiar las circunstancias le pedimos que nos cambie. Que cambie nuestra forma de pensar y nuestra forma de dirigir nuestras emociones. Eso es lo que Pablo nos enseña en Filipenses 4:6-7 “Por nada estéis afanosos [ansioso], sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. 7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” La palabra afanosos significa “estar ansioso acerca de, tener un cuidado que perturba”. Nada debe perturbarnos. ¿Cuál es la solución para no estar ansioso? Ora, ruega, adora a Dios. Al orar, rogar y adorar te enfocas en Dios. Cuando quitas tu mirada de Dios te desenfocas. Ves todo borroso. No ves bien, no analizas bien las cosas. ¿Por qué? Porque estas desenfocado. Por eso Pablo dice: pon tu mirada en Dios.

            Hermanos, nosotros hemos resucitados con Cristo. Y El está sentado a la diestra de Dios Padre. Y es allí donde debemos fijar nuestra mirada. Cuando pones tu mirada en Cristo Jesús como el Rey que ha recibido toda autoridad en los cielos y en la tierra tienes paz y seguridad. Mira a Pedro caminando sobre el mar. Cuando puso su mirada sobre Jesús pudo caminar sobre el mar turbulento. Quitó su mirada: se hundió.

            ¿Cuál es la promesa en Filipenses 4? Dios nos promete paz. Fíjate que la paz que promete es interior no exterior. La paz de Dios controlará nuestros corazones y nuestros pensamientos. La palabra guardar es un “término militar, que significa confinar guardando, mantener bajo vigilancia, como con una guarnición”. Conlleva la idea de sitiar, rodear para evitar todo posible lugar de escape. Oh, hermanos, qué bendición es esta. ¿Sabes por qué? Porque cuando las cosas que nos producen ansiedad vienen nuestro corazón se nos quiere salir y nuestra mente piensa en mil cosas y no descansa. Aquí hay una promesa: Dios nos dará una paz que guardará nuestros corazones y mentes para que no estemos en ansiedad. Pero hay algo más. El guardará nuestros corazones y mentes en Cristo Jesús.  ¿Por qué en Cristo Jesús? Al decir “en Cristo”, la idea es posicional. Esa paz se encuentra en El. La posee por estar en El. No es que El te la da y tú la posees separado de Cristo. No. Jamás. Es en Cristo es allí donde la hallarás. Es en Cristo porque es de Cristo que procede. Es en Cristo porque siempre reside en El, El es la fuente de paz inagotable de la cual puedes beber y beber por siempre.   

            En medio de la crisis del coronavirus testifiquemos que de Dios es el reino, el poder y la gloria por siempre. Amén.

             

 

 

Sermón: Mateo 6:13 Tentaciones y el maligno

Mateo 6:13 “Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal”

              Hoy llegamos a la sexta petición de esta oración conocida como el Padre nuestro. Hemos visto lo amplia que es la misma. Y en esto hemos visto que Dios es la fuente que satisface todas nuestras necesidades. El es el gran proveedor que nos da pan y está al tanto de todas y cada una de nuestras necesidades. El es el Dios de perdón quien toma la iniciativa en perdonar y produce en nosotros un corazón perdonador. Y ahora vamos a ver que Dios es el gran protector. Combinadas estas tres debemos decir que sin lugar a duda Dios es el gran consolador. El provee, El perdona, El protege. Todo lo que nosotros necesitamos en la vida debemos buscarlo de Dios y en Dios, es decir, en obediencia a su voluntad.

            Cuando uno considera con detalles y mira de cerca esta sexta petición inevitablemente encontraremos que es más compleja de lo que nos imaginábamos. Las palabras de Jesús son profundas. A simple vista podría traer confusión. Así que lo primero que deseo es aclarar el terreno quitando aquellas matas que nos puedan impedir ver lo que Jesús desea que veamos en el pasaje.

            En primer lugar, qué quiere decir Jesús con tentaciones. La palabra que la RVR60 traduce como tentaciones es en el griego [periasmós] que según el contexto del pasaje puede traducirse como pruebas o como tentaciones. Según la Biblia Dios nos prueba. Por ejemplo, la Biblia nos dice que Dios probó el corazón de Abraham. Los vemos en Hebreos 11:17 “Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac”. Fue Dios mismo quien le dijo a Abraham que ofreciera a Isaac. Tenemos el ejemplo gráfico en la vida de Job. En Job 1:11-12 “Pero extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia. 12 Dijo Jehová a Satanás: He aquí, todo lo que tiene está en tu mano; solamente no pongas tu mano sobre él. Y salió Satanás de delante de Jehová.” Detrás de todas las cosas terribles que le ocurrieron a Job Dios estaba probándolo. Nada ocurre, absolutamente nada, fuera del gobierno providencial de nuestro Dios que es santo, sabio y bueno.

            Pero, por qué Dios nos prueba. Dios prueba nuestra fidelidad a Él. Así Dios le dijo al pueblo de Israel. En Deuteronomio 8:2 “Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos.” Aquí Dios específicamente nos dice que la prueba fue para “saber lo que había en tu corazón”. No que Dios no lo supiera sino para que el pueblo de Israel supiera lo que había en el corazón de ellos. Dios usa las pruebas para descubrir quiénes son los verdaderos cristianos y quiénes no.

            Dios nos prueba también para purificarnos. Proverbios 17:3 “El crisol para la plata, y la hornaza para el oro; Pero Jehová prueba los corazones.” Tanto el crisol y el horno derriten los metales para limpiarlos. Dios nos prueba por medio del horno de la prueba para limpiar nuestra escoria del pecado que todavía hay en nosotros. Y esto es bueno. ¿Por qué? Porque la purificación incrementa el valor del oro y de la plata. Mientras más puros más valen. De la misma manera Dios nos purifica y así nos hace más valiosos y útiles para el reino de los cielos. Él nos santifica y nos fortalece por medio de la prueba. Por eso Santiago nos dice que tengamos sumo gozo cuando seamos afligidos por diversas pruebas. ¿Por qué? Santiago 1:3-4 “sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. 4 Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.”

            Hermanos, Dios tiene muchas razones y propósito para probar nuestra fe en El. Y si Dios nos envía pruebas, entonces la sexta petición no puede ser: Dios no me envíes pruebas a mi vida. No puede ser eso el significado porque sería una contradicción.

            Pero la palabra [periasmós], como dijimos, puede ser traducida también por tentación. ¿Qué es una tentación? Una tentación es todo solicitar, motivar e incitar a cometer pecado. ¿Puede Dios hacer esto? La duda ofende. Claro que no. Nos dice Santiago 1:13 “Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie;” Así que cuando le pedimos a Dios Padre en la sexta petición: no nos metas en tentación, la idea no puede ser: te pedimos Dios que no nos tientes a pecar. ¿Por qué? Porque sería totalmente absurdo hacer tal petición. Dios jamás nos motivará, nos solicitará o nos incitará a pecar. ¿Por qué no? Porque Dios es santo. El “no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie;”

            Entonces qué significa esta sexta petición. Por lo menos tres cosas.

I. Le suplicamos que ordene todas las cosas para nuestro bien

             ¿Qué queremos decir con esto? Reconocemos que no tenemos control de las cosas. Todos nosotros nos acostamos por la noche y no sabemos si nos levantaremos o nos despertaremos. Nosotros nos esforzamos en ganar el pan nuestro de cada día. Pero aun así el que da el crecimiento es Dios. Como dice el dicho popular: El hombre propone pero Dios dispone. Eso concuerda con Proverbios 16:1 “Del hombre son las disposiciones del corazón; Mas de Jehová es la respuesta de la lengua.”

            En medio de toda esa realidad y del hecho de que podemos ser presos a la tiranía de las circunstancia de la vida. Le pedimos a Dios que en su misericordia, en su amor y cuidado por nosotros ordene todas las cosas para nuestro bien. Y que nos ayude a reconocer y a aceptar que nosotros no sabemos manejar muchas veces las circunstancias de la vida. Y por eso le pedimos a Dios que nos ayude a que no seamos destruidos por ellas.  La enseñanza la tenemos en la oración de Agur en Proverbios 30:8b-9 “No me des pobreza ni riquezas; Mantenme del pan necesario; 9 No sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová? O que siendo pobre, hurte, Y blasfeme el nombre de mi Dios.” Nosotros no sabemos cómo bregar con las riquezas ni con la pobreza. Por causa de nuestra fragilidad e ignorancia ambas circunstancias pueden destruirnos: negar que todo lo que tengo proviene de Dios: “¿Quién es Jehová?”, o que niegue la bondad y el cuidado de Dios sobre mí: “Y blasfeme el nombre de mi Dios”. Como eso es una realidad y así de débiles somos nosotros le suplicamos a Dios que en su misericordia ordene todas las cosas para nuestro bien. Y nos capacite a poder para poder resistir.

            Si tenemos alguna duda miremos lo que está pasando con el coronavirus. Mucha gente se ha vuelto loca. Mira que peleando por el papel de inodoro. La inseguridad de la gente. El pánico que se ha creado y mucha culpa del mismo lo tienen las redes sociales: los periodistas, los expertos en Facebook entre otros. El coronavirus está bajo el control de nuestro Dios. Debemos ser precavidos. Pero no debemos llegar al pánico porque Jehová reina. Y Dios Padre “sometió todas las cosas bajo sus pies [los de Cristo], y lo dio [a Cristo] por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia,” Efesios 1:22. Es decir hermanos, todas las cosas del mundo, todo lo que sucede en el mundo está subordinado y controlado para el bienestar de la iglesia. Por eso le suplicamos a Dios que controle todas las cosas para nuestro bien.

            Eso es lo mismo que pide Jesús diariamente por cada uno de sus hermanos. En su oración sacerdotal intercesora Jesús pide al Padre en Juan 17:15 “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal.” Que pidamos: Señor yo sé que pruebas vendrán a mí, yo sé que no tengo control de las circunstancias de mi vida y que muchas veces no sé manejar incluso las cosas buenas que me das, por eso te ruego que lo ordenes todo sabiamente para mi salvación.

            ¿Qué significa esta sexta petición en segundo lugar?

II. Le suplicamos que nos de fuerzas para no pecar

            Nosotros somos atacados por todas partes. Somos atacados por el mundo y también por nuestra propia carne. Somos tentados por el mundo y la carne a pecar contra Dios, a desobedecerle, a no serle fiel. Y aparte de eso, nosotros mismos no somos lo suficientemente cuidadosos en no meternos en la tentación sino que somos prestos a ir detrás de ella. No somos dados a resistirlas, o a apartarnos de las mismas como José se apartó y salió huyendo cuando la esposa de Potifar quería que durmiera con ella. No vigilamos nuestro corazón, ni nuestra mente ni nuestras emociones para reaccionar rápidamente frente a las tentaciones. Nosotros mismos somos como los apóstoles. Jesús les dijo en Mateo 26:41 “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.” ¿Velaron y oraron? No. Se durmieron. Jesús les había dicho: “velad conmigo”. Pero no velaron ni una sola hora.

            Viendo lo dado que somos a caer a las tentaciones, le suplicamos a Dios que nos ayude a reconocer y a aceptar que somos prestos a caer con facilidad. Y le suplicamos nos dé su gracia y fortaleza para poder resistir la tentación y no pecar contra Dios. Que reconozca también que Dios nos da la salida para poder resistir. 1 Corintios 10:12-13 dice “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga. 13 No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.” ¿Qué nos quiere decir? Nuestra firmeza no es permanente, por tanto tenemos que cuidarla. Hay que estar pendiente de no caer. Segundo, toda tentación o prueba es a nivel humano. Dios no nos da una prueba por encima de nuestra capacidad humana. Tercero, toda tentación puede ser resistida exitosamente por la gracia de Dios. Cuarto, Dios siempre nos da una salida para escapar o soportar la prueba. En otras palabras, cuando caemos es porque escogemos pecar.

            Por eso le suplicamos a Dios Padre que en su misericordia nos de las fuerzas necesarias para poder resistir y no pecar contra Él. Nuestra oración debe ser la con las palabras del Salmo 119:133 “Ordena mis pasos con tu palabra, Y ninguna iniquidad se enseñoree de mí.”

            Pero hay algo importante también. Le suplicamos que si caemos en pecado por nuestra negligencia, nuestras carnalidades, etc. podamos levantarnos, regresar al camino y ser sanados de veras. Salmo 51:12 “Vuélveme el gozo de tu salvación, Y espíritu noble me sustente.” Y que aprendamos de nuestras caídas a ser más vigilantes a las tentaciones.

            ¿Qué significa esta sexta petición en tercer lugar?

III. Le suplicamos que nos de las fuerzas para resistir a Satanás

            ¿De dónde sale Satanás en esa petición? Cuando Jesús dice “mas líbranos del mal”, la palabra mal en el griego puede ser neutra y traducirla “mal” como lo traduce la RVR60, o puede ser masculina y ser traducida por maligno. Yo entiendo que sin ser dogmático la mejor elección es traducirla como maligno y así entonces la referencia es a Satanás. ¿Por qué esa elección? Por dos razones: el contexto de la oración es resistir la tentación y sabemos que Satanás está detrás de muchas de nuestras tentaciones. Así pues hace sentido traducirlo maligno. En segundo lugar, en el capítulo 4 tenemos la tentación de Jesús la cual nos recuerda la tentación de Adán. Adán en su estado de santidad sucumbió a las tentaciones de Satanás pero Jesús las resistió.

            Por tanto Jesús desea que nunca olvidemos que sin su gracia, sin su fuerza, no podemos vencer a Satanás. De aquí le pedimos a Dios que nos dé su fuerza para poder resistir.

            Nuestro deber es: sed sobrios, velad y resistid al diablo. 1 Pedro 5:8-9.  “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; 9 al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo.” ¿Cómo lo resistimos? No huyéndole. Es curioso. En persecuciones Dios nos dice que podemos huir de ellas sin negar nuestra fe. O aceptar la voluntad de Dios y ser mártires. Pero con respecto a Satanás el llamado no es a huir. Ni tampoco el llamado es a tenerle terror. El llamado es ser sobrios, a no subestimar a Satanás. Y a velar. El nos tienta de veras a desobedecer a Dios. Pero también él es el gran calumniador. ¿Por qué decimos esto? Porque eso es lo que significa la palabra diablo. La palabra diablo significa acusador. Él nos acusa delante de Dios. Y nos acusa en nuestra conciencia. Y nos dice: “y eso que eres cristiano”; “si fueras cristiano verdadero no habrías hecho lo que hiciste”. Por eso somos también llamados a resistir firmes es la fe.  Resistiendo la tentación bajo el poder de la fuerza de Jesús. El espera de ti que clames: Señor sálvame, ayúdame a resistir. Sin olvidar que el que está en ti, el Espíritu Santo, es mayor que Satanás. Y que la fe que nos ha dado es poderosa y vence no solo al mundo sino a todos sus enemigos porque es la fe que es de Dios. Es su gracia, es su fe, la que vence al mundo. 1 Juan 5:4 “Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.” Fíjate que no dice: todo el que es nacido, sino todo lo que es nacido de Dios. ¿Qué es lo nacido de Dios? Nuestra fe, implantada por Dios en la regeneración o nuevo nacimiento. La fe que Dios nos ha dado es poderosa. Descansa, oh cristiano, en lo que Dios ha hecho por ti por medio de Cristo en el Espíritu Santo.

            En todo esto hermanos, Jesús nos quiere enseñar cuán frágiles, débiles y vulnerables somos nosotros en medio de las tentaciones y las pruebas. Y nuestra absoluta dependencia en Dios para vencer las mismas y evitar pecar. Pero su poder es suficiente para preservarnos, sostenernos y sanarnos si caemos. Por eso siempre pidamos: “no nos metas en tentación, mas líbranos del mal”.

           

 

Sermón: Mateo 6:12b, 14-15 Perdónanos como perdonamos (parte 2)

Mateo 6:12b, 14-15 “12 Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. 14 Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; 15 mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.”

 

            ¿Quién no ha sufrido maltrato de parte de alguien? Me imagino que tanto tú como yo hemos sufrido de manos de otras personas. A lo mejor te han hecho “bullying” en la escuela. Alguien querido a ti te ha hecho mal. Alguien amado te ha traicionado. La persona que le has hecho bien ha hablado mal de ti. La persona a quien has ayudado y le has dado todo te ha dado una “puñalada”. Puede ser la traición de un esposo a su esposa o viceversa. La traición de un hijo a un padre o viceversa. La ofensa de un amigo a su amigo. O inclusive el daño hecho por alguien desconocido.

            Cuando esto sucede la reacción normal es a frustrarnos, a enojarnos grandemente con esa persona, a guardar rencor o a vengarnos. Y a preguntarnos cómo esa persona pudo hacerme hecho esto. Mira todo lo que yo he hecho por esa persona y así me paga. ¿Qué yo le hecho para que me trate así? ¿Cómo es posible que me haya hecho esto o aquello? La persona menos esperada me ha hecho esto. Lo que me ha hecho me ha destruido. Lo que ha hecho me ha llevado a una profunda tristeza. O a un gran enojo hacia esa persona.

            Hermanos y amigos, yo me imagino que tú te puedes identificar con estas palabras. A la luz de esa realidad que a todos nos pasa en la vida. ¿Qué Dios espera de nosotros? El espera que perdonemos las deudas de los demás.

            Jesús nos dice en la oración del Padre nuestro: cuando te acerques a pedir perdón por tus deudas para con Dios debes venir con un corazón perdonador de las deudas de los demás.

I. Un corazón perdonado es un corazón perdonador

            Lo primero que debemos tener presente es lo que no significa la segunda cláusula. Fíjate que dice “Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores”. Algunos piensan que eso significa que nosotros nos ganamos el perdón de Dios al perdonar a los demás. Pero eso no es lo que enseña el pasaje. Si lo analizamos a la luz de la analogía de la fe, es decir, si comparamos las enseñanzas de la Biblia con la Biblia misma veremos que esa no es la enseñanza. ¿Qué queremos decir? Decimos que la Biblia misma nos enseña que la salvación es por gracia y no por obras. Es por la obra de Cristo en nuestro lugar, no por nuestras obras a favor nuestro. El pasaje clave ustedes lo conocen. Efesios 2:8-9 “Porque por gracia sois salvos… no por obras para que nadie se gloríe”. Así que nada de lo que hagamos puede comprar el perdón de Dios hacia nosotros.

            Entonces cuál es la idea detrás de esta cláusula. Cuando oremos pidiéndole a Dios perdón por nuestros pecados, por nuestras deudas, debemos venir como aquellos que reconocemos que como Dios ha perdonado nuestros muchos pecados nosotros buscamos perdonar los pecados de los que nos ofenden. Un corazón que ha sido perdonado por Dios es un corazón que perdona los pecados que otros han hecho contra él. Dios nos dice en Efesios 4:32 “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.” Es cierto que el contexto del pasaje es la iglesia. Que el llamado es a ser benigno y misericordioso a mi hermano en la fe. Pero el principio es el mismo. La base para perdonar a mi hermano en la fe es la misma base para perdonar a los que nos ofenden: así como Dios nos perdonó en Cristo así debemos perdonar los pecados de los que nos ofenden.

            No voy a negar hermanos que esto no es fácil. No voy a negar que es más fácil decirlo que hacerlo. Y habrá momentos en nuestra vida donde diremos: “yo no puedo perdonarlo, lo que me hizo me duele tanto que no puedo perdonarlo.” O en rabia diremos: “jamás lo voy a perdonar. Lo que me hizo no merece perdón”.

            Pero en esto hermanos debemos mirar lo que Dios ha hecho con nosotros. Nosotros hemos pecado contra Dios. Nosotros seguimos pecando contra Dios. No ha habido un día en el cual tú y yo no pequemos contra Dios. Y aún así Dios te ha perdonado. Si Dios nos ha perdonado tanto cómo no debo yo perdonar lo poco que ha pecado contra mí mi prójimo.

            A lo mejor tú dice: tienes toda la razón. Eso es lo que Dios ha hecho por mí. Él me ha perdonado de todos mis pecados por amor a su nombre, de pura gracia, por su misericordia, pero yo no puedo perdonar porque yo no soy Dios.

            ¿Qué dice la Biblia? La Biblia nos dice que Dios ha derramado su perdón en ti. El ha implantado un corazón perdonador en ti. En ti habita el Espíritu Santo y El está activo en ti. El produce en tu vida el fruto del Espíritu. El produce en ti: “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23 mansedumbre, templanza (dominio propio)”. Si eres salvo, genuinamente convertido, Dios ha implantado en ti un corazón perdonador. Un corazón agradecido de que Dios se ha dignado a perdonar a un vil pecador como yo. Si esto no está en tu mente es que no has visto claramente tus pecados. Tus pecados son más grandes de lo que piensas. Aún así Dios te ha perdonado. Y te da la gracia de perdonar por su Espíritu Santo.

            En medio de todo esto tú sabes también a quién acudir. El Señor Jesús fue un hombre experimentado en quebranto. El sufrió también la traición. Fue traicionado por Judas Iscariote uno que mojaba su pan en el plato de Jesús. Eso implica cercanía. Fue traicionado por Pedro. Lo negó tres veces incluso bajo maldición. Sus discípulos lo dejaron solo en el momento mismo de la muerte. Sus hermanos de padre y madre no creían en El. Tuvo un juicio injusto porque Pilato sabía que era inocente pero por congraciarse con el pueblo lo mató a matar. Aún así en el momento de la muerte Jesús dijo: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”.  ¡Oh, gloria a Dios por ese corazón perdonador de Jesús! Es por su amor perdonador, por su misericordia que no somos consumidos. Por tanto, es de Jesús que debes buscar la gracia del perdón para que puedas perdonar. Muchas veces no podemos. Otras no queremos. Jesús nos dice si has recibido el perdón de Dios El te ha dado un corazón perdonador. Ven a pedir perdón con tal corazón.  

            Pero Jesús nos dice algo súper importante, en segundo lugar…

II. El perdonar a otros es evidencia de haber sido perdonado por Dios

            Fíjate cómo Jesús lo dice en los versículo 14-15 “14 Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; 15 mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas”. Aquí hay un punto importante. Jesús dice que si no tenemos un corazón perdonador Dios tampoco perdonará nuestros pecados. “si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas”. Escúchame bien. El perdonar a otros es la condición indispensable para que recibamos nosotros el perdón de nuestros pecados. Dios nos dice: que El no perdonará nuestros pecados si nosotros no perdonamos los pecados de los que pecan contra nosotros.

            Hermanos y amigos, la salvación es por gracia, por la misericordia de Dios. Pero Dios no la da sino a los que tienen fe en El. La da por medio de la fe. De la misma manera, el perdón de Dios es de pura gracia basada en la obra sacrificial de Jesús. Pero Dios no otorga el perdón sino a aquellos que perdonan a su prójimo. Esa es una condición indispensable para recibir el perdón.

            El pasaje bíblico que mejor explica esto lo es Mateo 18:21-35 Vamos a buscarlo. “Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? 22 Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete. 23 Por lo cual el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos. 24 Y comenzando a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos. 25 A éste, como no pudo pagar, ordenó su señor venderle, y a su mujer e hijos, y todo lo que tenía, para que se le pagase la deuda. 26 Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. 27 El señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda. 28 Pero saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y asiendo de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes. 29 Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. 30 Mas él no quiso, sino fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase la deuda. 31 Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su señor todo lo que había pasado. 32 Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste. 33 ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti? 34 Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía. 35 Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas.”

            Así como la fe es un don de Dios de igual manera lo es un corazón perdonador. Esa es la evidencia de haber sido perdonados por Dios.

            Pero hay algo importante que no debemos dejar pasar por alto. Jesús nos dice que “mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas.” Dios nos llama a perdonar de todo corazón. ¿Y qué es perdonar de todo corazón? Es perdonar de veras. No es decir yo te perdono y nada más. Es perdonar verdaderamente. Es perdonar como Dios perdona. ¿Y cómo Dios perdona? Isaías 43:25 “Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados.” Una vez perdonados nuestros pecados Dios no se acuerda de ellos. No los recuerda. No los trae de nuevo a la memoria. Ni se lo recuerda a la persona que nos ofendió. Ni se pasa diciéndole a todo el mundo lo que ocurrió en el pasado. Así debemos perdonar.

            Hermanos yo sé que no es fácil. Yo sé que habrá una lucha por perdonar. Un creyente genuino tiene esa lucha. La ofensa le duele y a veces cree que no podrá perdonar. Y vendrán constantemente los recuerdos de lo que hizo que serán como un gusano que corroe. Y tendrán que decirle a tu mente y a tu corazón. NO. NO. Yo he perdonado. No pienses más en esto. El creyente genuino tiene esa lucha. Pero él quiere perdonar. El busca hacerlo. El sabe que no tiene otra alternativa que no sea perdonar. Al final perdonará por amor a Dios. Porque sabe que ese es su deber para con Dios. Y porque la gracia que está en él es más fuerte que su pecado.

            ¿Qué Jesús nos quiere enseñar? No quiere enseñar que cuando vayamos a pedirle perdón a Dios vayamos con un corazón perdonador de aquellos que han pecado contra nosotros. No hacerlo es no haber recibido el perdón salvador de Dios. Quiera Dios que busquemos la fortaleza que solo Dios puede dar para que podamos cumplir su voluntad y perdonar de todo corazón.   

Sermón: Mateo 6:12 Perdona nuestras deudas (parte 1)


Mateo 6:12, “Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.”

 

            Estamos estudiando el Sermón del Monte y dentro del Sermón de la Montaña estamos estudiando el Padre nuestro. El domingo pasado vimos que al pedir por el pan de cada día Jesús nos quiere enseñar que a Dios le importa absolutamente todo lo que nos pasa en la vida. No hay aspecto de nuestra vida que a Dios no le importe. No hay cosa en nuestra vida que por más pequeña que sea Dios diga: “ah, ahora viene de nuevo con lo mismo, viene de nuevo con estas tonterías”. No. Jamás eso pasa por el pensamiento de Dios. No hay nada que por más pequeño que sea no le interese a Dios. Jesús nos dice que aún nuestros cabellos están todo contados, Mateo 10:30. Por tanto es en Dios que debemos buscar todas las cosas que necesitamos en la vida. Tenemos que reconocer que dependemos absolutamente de Dios para todo.

            Ahora entramos a la quinta petición. Y lo primero que deseo que vean es que la conjunción “y” conecta la quinta petición con la cuarta. Y esto es importante. Jamás podremos disfrutar verdaderamente de las bendiciones materiales de Dios si no estamos reconciliados con Él.  El no creyente recibe muchas cosas buenas de parte de Dios, pero realmente no las disfruta. Es como el reo que va a sufrir la pena capital y se le da su última comida, lo que él desee comer, la mejor comida y la más que le guste. Esa comida jamás la podrá disfrutar realmente sabiendo que es la puerta de entrada a su ejecución. De igual manera el no creyente. Cada comida que recibe de parte de Dios, de un Dios a quién él odia, menosprecia y no ama, se convierte en la comida de la cabra antes del matadero. Por eso nos enseña la Biblia que solo disfrutamos las bendiciones de Dios cuando nos hemos reconciliado con Dios.  

            Ahora bien, qué nos desea enseñar Jesús con respecto a esta quinta petición. Nos quiere enseñar en primer lugar que aunque somos salvos aún somos pecadores.

I. Aunque salvos aún somos pecadores

            Eso es lo primero que Jesús desea que aprendamos.

            Hermanos hay dos maneras de acercarnos a Dios. Y ambas son importante que las distingamos. Una es la de acercarnos a Dios como criminales. Todos los que no son creyentes son criminales delante de Dios. Han transgredido la ley de Dios. Han violado sus mandamientos y viven vidas separadas de Dios. No se han reconciliados con Dios. Y la única manera de acercarse a Dios es reconocer que son criminales. Es reconocer que merecen la ira de Dios en el infierno. No importa si son miembros de la iglesia, no importa si gozan de una buena reputación en su familia, en la comunidad, en la sociedad o en la iglesia. Si no son genuinos creyentes son criminales delante de Dios. Y la única manera de acercarse a Dios es reconocer que esa es su condición y con dolor y odio por sus pecados y por su vida separada de Dios, deben acercarse a Dios con un genuino arrepentimiento de todos sus pecados y creer en el evangelio.  

            Pero hay otra manera de acercarse a Dios. Nosotros quienes hemos creído en el evangelio por la gracia de Dios. Nosotros a quienes Dios ha convertido debemos acercarnos a Dios no como criminales que han transgredido sus mandamientos sino como hijos que hemos ofendido a nuestro Padre celestial. Es de esa persona que Jesús habla en la oración del Padre nuestro.

            Por tanto Jesús nos quiere recordar que al pedir perdón reconozcamos que aún somos pecadores. O más específicamente según Mateo que somos deudores. ¿Qué significa que tenemos deudas? El pasaje paralelo en Lucas 11:4 “Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben.” Nuestros pecados son deudas para con Dios. Y Jesús nos dice que tenemos deudas en plural. Y por tanto somos expuestos al castigo por esa deuda. No solo somos deudores sino también ofensores, V. 14-15.  La palabra ofensa significa transgredir, traspasar los límites. ¿Cuáles límites? Los límites de la Palabra de Dios, de la voluntad de Dios, de nuestros deberes para con Dios y su ley.

            Hermanos y amigos, cada vez que pecamos inquirimos en una deuda para con Dios. Si mentimos tenemos una deuda con Dios de hablar la verdad. Si miramos pornografía tenemos una deuda con Dios de mantener una pureza sexual en nuestra mente, corazón y conducta. Si codiciamos el hombre o la mujer ajena tenemos una deuda con Dios de mantener una pureza sexual si no también de tener contentamiento. Si desobedecemos a nuestros padres tenemos una deuda con Dios de honrarles y de obedecerlos en todo. Si somos ásperos con nuestras esposas y nuestras esposas no son sumisas tenemos una deuda con Dios de tratar a nuestras esposas como vaso más frágil y de honrar y respetar a nuestros esposos.

            Jesús desea que tengamos presentes que aunque salvos todavía somos pecadores y a diario incurrimos en deudas, plural, para con Dios.

            Pero hay una segunda cosa que Jesús desea que aprendamos.

II. Necesitamos perdón todos los días

            Hermanos y amigos, todos los días pecamos contra Dios. No hay un día en el cual nosotros no pequemos contra Dios, ofendamos a Dios e incurramos así en su desagrado paternal. El apóstol Juan nos dice en 1 Juan 1:8 “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.”

            Pero alguien preguntará. Pero no se nos ha enseñado aquí que al convertirnos Dios nos justifica, es decir, perdona todos nuestros pecados pasados, presentes y futuros. Y si han sido perdonados por qué debemos pedir perdón. Excelente pregunta. ¿Cuál es la contestación a la misma?

            La contestación es que hay algo de verdad en esta aseveración. Una vez somos convertidos y por la fe estamos unidos a Cristo todos nuestros pecados han sido transferidos a Él, a su cuenta, y toda su justicia, sus méritos son transferidos a nosotros, a nuestra cuenta, en el tribunal de Dios y en base a los méritos de Cristo somos justificados. Esa justificación es instantánea y completa. Todos nuestros pecados: pasados presentes y futuros han sido perdonados. Por eso Pablo dice en Romanos 8:1 “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús”. Ninguna condenación ahora ni nunca vendrá a los que están en Cristo Jesús por medio de una fe salvífica. Y Pablo menciona nuevamente en Romanos 8:33-34 “¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. 34 ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.” Pero aunque esto es cierto, todo pecado en sí mismo, por ser contrario a la ley de Dios y al carácter de Dios, merece la ira Dios. Y en los hijos de Dios trae el desagrado paternal de Dios. La comunión con Dios se afecta. Incurrimos en la disciplina paternal sobre nosotros. De aquí que somos llamados a confesar nuestros pecados ante nuestro Padre celestial que hemos ofendido y así restaurar nuestra comunión con Dios, la cual no se restaura hasta tanto haya arrepentimiento y confesión. 1 Juan 2:1 “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.”

            Por eso hay muchos cristianos que viven vidas miserables, deprimidas porque no se examinan diariamente acerca de sus pecados cometido en el día y no se acercan a Dios con arrepentimiento como deben.

            Pero Jesús nos dice: ve a Dios, confiesa tus pecados, acércate a Él. Hazlo diariamente.

            En tercer lugar, Jesús desea que aprendamos que…

III. Jamás podremos por nosotros mismos pagar la deuda

            Jesús nos dice que cuando oremos por perdón vayamos solo Dios porque solo Él puede perdonar nuestras deudas. Es a Él a quien hemos ofendido. Nuestra deuda es con Él. Y es de El que buscamos perdón.

            Tú y yo necesitamos perdón. La palabra perdón significa remitir, cancelar, alejar la deuda. Pero esa deuda no se extingue por sí mismo. Esa deuda debe ser pagada para que pueda extinguirse el reclamo a pagar la deuda. Si alguien le debe $50 dólares a otra persona. ¿Tiene el acreedor derecho en justicia a pedir que se le pague la deuda? Claro que sí. ¿Es injusto el acreedor al pedirle y exigirle en justicia que le pague? Claro que no. Supongamos que el deudor no puede pagar la deuda. ¿La justicia le exime de pagarla? No. Su derecho de pagar la deuda persiste ya que la deuda y su obligación no se han extinguido. Pero si el acreedor le dice: olvídate no me pagues nada. ¿se extingue la responsabilidad de pagar? Sí. ¿Se pagó la deuda? No. La deuda no se pagó. El acreedor asumió la pérdida, pero la deuda no fue pagada. En este caso la justicia se quedó coja, fue derrotada aunque triunfó la misericordia. El acreedor tenía el derecho en justicia de exigir el pago de la deuda, pero optó por no hacerlo. El daño persiste. El pago en justicia no fue satisfecho. La justicia fue quebrada aunque la misericordia fue exaltada.

            Pero la justicia y la misericordia son importantes. Ambos merecen honra porque ambos residen en Dios de una manera perfecta. Uno no es más importante que el otro. No podemos decir que la misericordia es más importante que la justicia ni que la justicia es más importante que la misericordia. Ambos son importantes porque ambos residen perfecta y armoniosamente en el Ser de Dios.  

            De aquí que Dios en el evangelio buscó como honrar tanto la justicia como la misericordia. Dios proveyó para exaltar la justicia y la misericordia en el plan de salvación. Ambas virtudes son exaltadas, ambas son honradas, ambas triunfan en la salvación.

            ¿Cómo Dios lo hace? Lo hace al satisfacer la justicia cuando la deuda de nuestros pecados ha sido saldada y así la justicia de Dios satisfecha. Dios proveyó en Jesús, en su vida de perfecta obediencia y en el sacrificio perfecto en la cruz el pago de nuestra deuda y la satisfacción de la justicia. Y su misericordia triunfa al Dios proveer libremente el fiador que satisface nuestras deudas y no exigir de nosotros el pago de una deuda que no podemos pagar. Dándonos libre remisión de nuestras deudas, ofensas y pecados por Cristo Jesús.

            ¿Qué queremos decir con todo esto? Queremos decir que no hay nada que puedas hacer para pagar tu deuda. Nos acercamos a Dios para pedirle perdón pero no para pagar nuestra deuda. No nos acercamos a Dios con promesas de obediencia para que en base a eso Dios nos perdone. “Señor yo te prometo que de ahora en adelante voy a ser obediente, no voy a faltar al culto, voy a llevar la Biblia todos los días, voy a hacerle bien a mi prójimo, voy a negarme a mí mismo. Lo voy a hacer para que me perdones”. ¿Qué Dios nos dice? No. No hay nada que puedas hacer para merecer mi perdón. Ni la base de nuestro perdón descansa en los méritos de nuestro arrepentimiento. La base de nuestro perdón descansa en los méritos de Cristo y en la misericordia de Dios.

            Por eso Jesús nos dice: ve al Padre, pídele perdón por tus deudas. Confiesa tus pecados a El con sinceridad. Tráele a El un corazón contrito y humillado por tal corazón El jamás rechazará. ¿Por qué? Porque Dios es un Dios de perdón.

            Dice el Salmo 130:3-4 “JAH, si mirares a los pecados, ¿Quién, oh Señor, podrá mantenerse? Dice el salmista si Jehová mirare nuestros pecados quién podrá mantenerse, quién podrá declararse inocente, quién se podrá declarar libre de pecado, quién podrá estar de pie ante el juicio de Dios y no ser destruido por su pecado. La contestación a esta pregunta es: nadie. Delante del Dios tres veces santo nadie podrá por sí mismo declararse inocente. Ahora escucha la palabra de su gracia en el versículo 4.  4 Pero en ti hay perdón, Para que seas reverenciado.” En Jehová hay perdón, es decir, Jehová es un Dios de perdón. Él se goza en perdonar. Y ese perdón produce en nosotros reverencia ante El o temor de ofenderle. Pero es el temor de un hijo que está lleno de amor por su Padre porque sabe lo maravilloso que El es, lo paciente, y lleno de misericordia y d perdón, y por tanto busca no pecar por amor a su Padre.

            Jesús nos dice: así debes acercarte a tu Padre celestial para pedir perdón por tus deudas que incurres a diario. Y te pregunto a ti. ¿Es así como te acercas a Dios? Si eres creyente Jesús te dice: acércate a tu Padre celestial para pedir perdón por tus deudas. Has herido, has ofendido a tu Padre. Tu comunión con El se ha afectado. No hay paz en tu vida mientras no los confieses y te apartes. Pero El te dice: sigues siendo mi hijo. No he dejado de amarte, pero me has ofendido. Ven a mí para que halles descanso para tu alma.

            Y si no eres creyente, la única manera de acercarte a Dios es reconocer que eres un criminal ante Dios. Que Dios está airado contigo por tus pecados. Que jamás podrás pagar tus deudas para con Dios. Nada de lo que hagas podrá merecer su perdón. Solo tienes una solución: lánzate a sus brazos. Clama por su misericordia. Arrepiéntete de tus pecados y cree el evangelio. Recibe a Cristo como tu Profeta, Sacerdote y Rey. Y descansa en su obra de salvación.

Sermón: Mateo 6:11 Danos el pan cada día


Mateo 6:11 “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.”

             En nuestro estudio de la oración del Padre nuestro Jesús ha procurado no solo enseñarnos a orar correctamente sino también a pensar correctamente. Nos ha enseñado a poner las cosas de la vida en su justa perspectiva. Lo más importante en la vida es Dios de aquí que debemos pedir en primer lugar por la exaltación de su nombre, es decir, de Dios mismo. Luego Jesús nos ha enseñado que su nombre es exaltado principalmente en su reino. Después nos enseñó que nada le agrada más ni exalta su nombre que un corazón obediente a su voluntad.

            Al ver todo esto cualquiera podría preguntar y qué de nosotros. En respuesta a esto Jesús nos enseña en la cuarta, quinta y sexta petición a pedir por nuestras necesidades. Lo curioso del caso es que Jesús nos llama a pedir por pan antes de pedir por perdón. ¿Cuál de los dos es más importante? La reconciliación con Dios es lo más importante que la misma comida. Pero aunque es más importante que la comida Jesús desea que pidamos primero por nuestras necesidades físicas. ¿Por qué? Porque ellas nos enseñan que así como Dios se preocupa o se ocupa de nuestras necesidades físicas de igual manera El se ocupa de nuestras necesidades espirituales.

            Sí hermanos, a Dios le interesa todo lo que nos sucede. Incluyendo el aspecto físico nuestro. Tan chocante fue esto para algunos de los padres de la iglesia que algunos decían que la palabra pan se refería al pan espiritual de la Palabra de Dios o al pan de la Santa Cena.  Pedir por pan material les sonaba muy carnal, muy terrenal contrario al espíritu del cristianismo, decían ellos.

            Pero Jesús nos enseña que el Dios que nos ha creado y que nos ha redimido en Cristo Jesús se interesa de la totalidad de nuestro ser. El no solo le interesa nuestra alma sino también nuestro cuerpo. A Dios le interesa todo lo que nos sucede. Y El se ha proclamado el único que realmente puede satisfacer todas nuestras necesidades.

            Ahora bien, qué más desea Jesús que aprendamos en esta cuarta petición. Jesús desea que aprendamos a reconocer tres cosas fundamentales:

I. Reconocer que nada es nuestro

            ¿Por qué Jesús nos llama a hacer esta petición? Lo primero que Jesús nos quiere enseñar es a reconocer que nada es nuestro. Dios es el creador de todo. Y como El ha creado todo, todo es suyo por derecho propio. El Salmo 24:1 “De Jehová es la tierra y su plenitud; El mundo, y los que en él habitan.” Por tanto, como nada es nuestro debemos aprender a pedir todas las cosas de la mano de Dios. Y reconocer que Dios es la fuente única de toda bendición. Debemos ver las cosas que nos da como una bendición suya. Dice Santiago 1:17 “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.”

            Ahora bien, no solo todo es Dios porque El es el creador de todo y nada es nuestro. Hay algo más. Cuando Dios creó a Adán, El lo puso como administrador de todas las cosas. Y en un sentido todas las cosas eran suyas. Adán tenía el derecho de usar todas las cosas porque Dios se las había concedido. Pero por causa de la caída Adán y nosotros perdimos ese privilegio. Y no solo eso, nuestros propios pecados que cometemos a diarios son base para perder ese privilegio. ¿Entiendes esto? Hemos perdido el derecho a todas las bendiciones externas de esta vida. Así le dijo Dios al pueblo de Israel en Jeremías 5:25 “Vuestras iniquidades han estorbado estas cosas, y vuestros pecados apartaron de vosotros el bien.” Los pecados de no reconocer a Dios como el Dios de la providencia les llevó a perder el bien. ¿Cuál bien? La lluvia necesaria para que los árboles produzcan frutos y la hierba germine.

            No tenemos derecho alguno a recibir ninguna cosa buena de parte de Dios. Así como el criminal pierde los derechos a la libertad, a la privacidad, e incluso algunos pierden el derecho a la vida, de igual manera nosotros hemos perdido el derecho sobre todas las cosas que tenemos. ¿Qué nos quiere enseñar esto? Nos enseña que debemos reconocer con humildad el enorme privilegio que Dios nos da al darnos cosas buenas. No tenemos derecho a la ropa que nos vestimos. No tenemos derecho a tener hijos o esposa o esposo. No tenemos derecho a tener un trabajo. El que Dios nos le de se lo debemos a Cristo Jesús. ¿Sabes por qué? Porque su sacrificio perfecto nos restaura el derecho perdido de usar las cosas para la gloria de Dios. Es por Cristo que no solo recibimos bendiciones espirituales sino bendiciones temporales. Esas bendiciones temporales están incluidas en el pacto de gracia. Y las recibimos de Dios no solo como creador sino con nuestro Padre celestial que ama y cuida a sus hijos. Cada cosa que recibimos si nos viene por el uso recto y lícito es fruto de la bendición de Dios.

            ¿Qué más desea Jesús que reconozcamos?

II. Reconocer que dependemos de Dios en cada momento

            Jesús nos quiere enseñar al pedir el pan a reconocer que dependemos de Dios cada día, en cada momento. Al decir “pan” decimos provéeme de todas las cosas necesarias para la vida: salud, trabajo, fuerzas, sabiduría, destreza, familia, amigos, transportación, etc. Al decir “dánoslo hoy” es reconocer que nosotros, por nosotros mismos sin Dios jamás podremos llevarnos un solo bocado a nuestra boca. Jamás podremos ganar dinero para comprar absolutamente nada. Es solo su bendición la que nos provee todas las cosas.  

            Dice el Salmo 127:1 “Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican; Si Jehová no guardare la ciudad, En vano vela la guardia.”

            Por eso Dios hablando por boca de Moisés les dijo al pueblo de Israel que cuando vieren la bendición de Dios en la Tierra Prometida tenían que cuidarse de decir: ¡esto lo logré yo!, ¡Esto me lo gané yo! Deuteronomio 8:17-18 Cuídate “y digas en tu corazón: Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza. 18 Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día.”

            Fíjate que Jesús nos llama a pedir el pan de cada día. Pedimos para nuestro sustento y bienestar. No pedimos para riquezas y cosas innecesarias. No pedimos para satisfacer nuestras necesidades creadas. Pedimos lo necesario para la vida y no para satisfacer nuestra codicia.

            Y al decir cada día Jesús nos quiere enseñar a vivir una día a la vez. Mateo 6:34 “Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.” En aquella cultura los obreros recibían el pago de sus servicios al finalizar el día. Se levantaban temprano iban a la plaza esperando el ser contratados para trabajar. Y podían estar una buena parte del día esperando. Se levantaban sin saber si iba a ser contratados. Y se acostaban sin saber si al otro día tendrían pan para su familia. Por eso pedían el pan diario. Pero nosotros no estamos lejos de ellos. Sin la bendición de Dios ni tú ni yo podemos comer a diario. No hay seguridad alguna que me levantaré a trabajar o a estudiar. En última instancia no hay seguridad de trabajo porque yo no lo puedo garantizar ni mi patrono ni el gobierno lo pueden garantizar. Por eso no debe pasar un día sin que pidamos su bendición sobre nosotros. Pidámosle pan a Dios a diario. Pidámosle el poder levantarnos y cuando lo hacemos démosle gracias a Dios. Y cuando nos falte el pan vayamos a El corriendo y suplicándole que nos de pan, abra puerta en conseguir un trabajo y fuerzas y sabiduría para trabajar de la mejor manera posible: con diligencia, con respeto, con humildad, no sirviendo al ojo del patrón sino haciendo todas las cosas como para el Señor.  

            Con todo esto Jesús desea enseñarnos a reconocer que solo Dios es la fuente de todo bien. 1 Corintios 4:7 “Porque ¿quién te distingue? ¿o qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?”

            Además de aprender a esperar en El. Salmo 145:15-16 “Los ojos de todos esperan en ti, Y tú les das su comida a su tiempo. 16 Abres tu mano, Y colmas de bendición a todo ser viviente.”

            Por tanto nuestra confianza debe descansar solo en El. No en ninguna cosa, ni criatura, sino solo en Dios y su amor paternal. Salmo 146:3 “No confiéis en los príncipes, Ni en hijo de hombre, porque no hay en él salvación.” ¿Por qué los príncipes? Porque ellos representan el estado, porque ellos representan poder y riquezas. Nosotros buscamos ayuda de los que pueden y de los que tienen. Dios nos dice: No. No confíes ni en príncipes ni en hijo de hombre porque en última instancia no hay salvación en ellos ni por ellos sino solo en Dios.

            Jesús desea que aprendamos a orar no solo por nuestras necesidades sino también por la de los demás. Fíjate que en los versículos del 11 al 13 hay un cambio de persona gramatical. En las primeras tres peticiones Jesús nos llama a orar por tu nombre, tu reino y tu voluntad. Ahora nos dice que oremos por nuestro pan, nuestro perdón y nuestra protección. No solo por mi pan debo orar sino por nuestro pan. Te pregunto: ¿oras por el pan de los demás? ¿Cuántos hoy día en el mundo se acuestan sin comer? En cambio tú y yo comemos todos los días. Jesús nos dice: no te olvides de ellos. Ora por el pan de ellos y no solo por el tuyo.

            ¿Qué otra cosa desea que reconozcamos?

III. Reconozcamos que debemos estar contentos con lo que Dios nos da

            Hemos visto que según Jesús y la Biblia todo lo que tenemos, absolutamente todo es un regalo de Dios. Y El distribuye sus bienes según su sabiduría. A unos El les da una cosa y a otros le da otra. Pero tanto el uno como El otro deben estar contentos con lo que Dios les da. Dice Pablo en 1 Timoteo 6:6-8 “Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; 7 porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. 8 Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto.”

            Los ricos deben estar contentos con lo que tienen. Pero alguien dirá eso es fácil para ellos. La respuesta es que no. Muchos ricos viven vidas amargadas. Tienen mucho y quieren más. Y a veces ese más se adquiere haciendo trampas, abusando del necesitado, doblando la ley para su beneficio. Algunos de ellos jamás se sacian. Como una vez dijo el magnate Rockefeller. ¿Está usted contento con todo lo que tiene? Y dijo: con un poquito más.

            Los no ricos deben estar contentos con lo que Dios les ha dado. Y no deben quejarse de que no tienen lo que tienen los demás. No significa que no busquen mejorar su condición. Pero su meta no es tener lo que otros tienen sino servir al Señor con lo que tienen. Y si Dios prospera nuestra diligencia, gloria a Dios. Tu diligencia no debe ser para enriquecerte sino para ser responsables de los dones que El nos ha dado.

            ¿Qué nos enseña Jesús en todo esto? Nos enseña a reconocer que nada es nuestro. Que todo lo que tenemos se lo debemos a Dios. Que necesitamos aprender a depender de Dios cada día y en cada momento. A valorar todo lo que tenemos como algo inmerecido y como un regalo de Dios gracias a la obra de la cruz de Cristo. Y que debemos tener corazones agradecidos a Dios y estar contentos con lo que Dios nos da sea mucho o sea poco. A El sea la gloria por siempre.

Sermón: Mateo 6:10b Hágase tu voluntad

Mateo 6:10b “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.”

        En el primer año de la vida de un bebé es difícil separarlo de su madre o de su padre. Cuando es así de chiquito y alguien, que no es su padre o madre, quiere cogerlo normalmente el bebé no quiere. Y cuando se lo quitan a sus padres el bebé lo resiente y mira para atrás y levanta los brazos para que el padre lo vuelva a coger. Hay un apego natural de amor, de seguridad de parte de ese bebé a sus padres.

            Lo mismo sucede en el plano espiritual. Cuando Dios nos convierte El pone en nuestros corazones un apego de amor, deleite y deseo en el corazón de cada uno de sus hijos. Hay un anhelo de estar cerca de Dios, de estar en su presencia y hay un anhelo de ser lo que Dios desea que seamos. Hay un anhelo de vivir para Él, de agradarle, de servirle y un amor a la santidad como algo placentero y delicioso. Todo esto es evidencia de vida espiritual.

            Y lo genuino de esa nueva vida espiritual, nacida de Dios, se traduce natural y espontáneamente en esta tercera petición de la oración del Señor conocida como el Padre nuestro.

            Jesús nos ha venido enseñando que la gloria de Dios, es decir, la santificación de su nombre es lo primero que un creyente desea y busca promover en el mundo. El creyente ama al Dios Trino y uno, porque es su Dios. Porque Dios Padre lo ha salvado por medio de su Hijo el Señor Jesucristo. El vive para Dios en el Espíritu Santo y en la fe de Hijo de Dios. Y por tanto desea que otros le amen como él le ama. Pero también sabe que es en la comunión del reino de Dios que su nombre es verdaderamente santificado. No hay lugar en el mundo en donde Dios es más glorificado que en su iglesia. Pablo dijo en Efesios 3:21 “a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén.” Y de aquí surge ese deseo que el nombre de Dios sea santificado en la iglesia. El creyente genuino ama la iglesia. Ama a los otros creyentes y desea que ellos también glorifiquen al Padre.

            Ahora bien, nada da más gloria a Dios que cuando los hijos de Dios viven para El haciendo su voluntad. Jesús dijo en Juan 15:8 “En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.” Por eso Jesús nos dice: hemos sido creados para adorar a Dios, ese es el propósito de nuestra vida. Y ese propósito se da cuando el reino de Dios se va extendido en el mundo por medio de la iglesia, los salvados. Pero Dios no solo es glorificado cuando vemos hombres y mujeres y niños entrar al reino de Dios por medio de una genuina conversión sino también por un pueblo de Dios obediente. Eso es lo que Jesús nos enseña en esta tercera petición que dice: “hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.” Hay por lo menos tres cosas aquí: (1) qué es la voluntad de Dios, (2) cómo se hace esa voluntad en los cielos y (3) cómo debemos hacer su voluntad en la tierra.

I. ¿Qué es la voluntad de Dios?

            A la luz de la Palabra de Dios tenemos que decir que hay una sola y simple voluntad en Dios. ¿Cuál es? Su voluntad, lo que Dios desea hacer. Pero esa sola y simple voluntad de Dios se nos presenta en las Escrituras en dos aspectos. De aquí que los teólogos hablan de la voluntad decretiva de Dios y la voluntad preceptiva de Dios. La voluntad decretiva de Dios es lo que Dios se ha propuesto hacer en el mundo. Es su plan eterno sobre todas las cosas. Esta voluntad nos es oculta en la mayoría de los casos. Y esa voluntad de Dios siempre se cumple. Se cumple no solo por los hijos de Dios sino incluso por aquellos que no son sus hijos. Dios siempre cumple sus decretos en sus criaturas o por encima de ellas.

            Ahora bien, por la voluntad preceptiva hablamos de la regla de vida que Dios nos ha dado en sus mandamientos. esta voluntad preceptiva es cumplida o desobedecida por sus criaturas. Esta distinción la podemos ver en Deuteronomio 29:29 “Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley.”

            ¿A cuál de esas voluntad se refiere Jesús? A la segunda, a la voluntad revelada de Dios, a sus mandamientos. En otras palabras Jesús nos dice que cuando oremos “hágase tu voluntad” lo que estamos pidiendo es que el mundo entero pero sobre todo nosotros en particular sometamos nuestra voluntad a la voluntad de Dios. Y procuremos obedecer sus mandamientos. ¿Por qué? Porque son sus mandamientos. Fíjate que dice: hágase TU voluntad, no la mía sino la de Dios. Nuevamente se levanta la pregunta: ¿Por qué?  Porque Dios lo manda. Porque Dios lo dice. Porque El tiene autoridad sobre nosotros. Y además de eso: porque como nos dice Pablo en Romanos 12:2 su voluntad es “una buena voluntad, agradable y perfecta”. La voluntad de Dios es buena, es decir, es excelente, es la mejor que hay en el mundo. No hay nada más excelente en el mundo que su voluntad porque procede de Él. Es también agradable, es decir, es lo que a Dios le agrada. Y es perfecta, es decir, completa, no le hace falta nada. Nada la puede mejorar. Nada la puede embellecer. Y no solo eso sino porque cada genuino creyente ama hacer la voluntad de Dios. David dijo en el Salmo 119:97 “¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación.” Esa es la evidencia de ser hijo de Dios. El hijo ama la ley de Dios. Se deleita en ella. No la ve como una maldición sino como una bendición de la misericordia de Dios. Y como la ama medita en ella todo el día. La tiene presente en su mente en todo el tiempo.  

            Entonces a qué voluntad se refiere Jesús cuando dice “hágase tu voluntad” se refiere a la voluntad de sus mandamientos. Que todos seamos obedientes en ponerlos por obra.

            ¿De qué manera? De la manera como se hace en los cielos. Se levanta una pregunta: cómo se hace esa voluntad en los cielos. Ese es nuestro segundo punto.

II. ¿Cómo se hace esa voluntad en los cielos?

            ¿De quiénes está hablando Jesús? Jesús está hablando de los ángeles como modelo de lo que se debe hacer en la tierra. Los ángeles en los cielos hacen la voluntad de Dios. Ellos obedecen su voluntad. ¿Pero cómo lo hacen?

            Los ángeles obedecen la voluntad de Dios en los cielos completamente. Ellos no escogen qué van a obedecer y qué no van a obedecer. Ellos no dicen: esto suena bien, esto me gusta y por tanto esto es lo que voy a hacer. No. Ellos obedecen todos los mandamientos de Dios. Se someten a cada uno de ellos. Ellos no son como Saúl. A Saúl Dios le dice destruye a todos los amalecitas y todo lo que tienen “porque ellos se opusieron a los hijos de Israel cuando salían de Egipto” (1 Samuel 15:1-3). ¿Y qué hizo Saúl? Por sus pantalones perdonó al rey Agag y a todos los animales gordos y bonitos; y destruyó “todo lo vil y despreciable” (1 Samuel 15:7-9). Perdonó a los animales para ofrecerlos en sacrificio a Dios. Y qué Dios le dijo. 1 Samuel 15:22 “Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros.”. Cumplir parte de la voluntad de Dios no es cumplir su voluntad. En cambio los ángeles cumplen la voluntad de Dios completamente.

            Además, ellos la cumplen de corazón. Ellos cumplen la voluntad de Dios Porque aman a Dios. Ellos viven también para agradarle. Ellos lo hacen con alegría.

            Y también lo hacen con prontitud. Ellos la hacen inmediatamente. En la Biblia son descritos con alas para indicarnos lo presto y rápidos que son el obedecer la voluntad de Dios.

            Jesús nos dice que la voluntad de Dios debe hacerse en la tierra como es hecha en los cielos. Entonces, en tercer lugar…

III. ¿Cómo debemos hacer su voluntad en la tierra?

            Jesús nos está diciendo que cuando oremos debemos orar siempre: ayúdame, Señor, a hacer tu voluntad todos los días.  Santifica cada día mi corazón para que pueda obedecerte completamente. Auxíliame para poder vivir para ti. Cambia mi corazón para que escoja lo que te agrada. Cambia mi mente para que piense y analice todas las cosas desde la perspectiva de la eternidad. Para que escoja según los principios y preceptos de tus mandamientos. Transfórmame para que mis emociones estén en tono con tu santa voluntad.

            ¿Es esa tu oración? ¿Es esa tu oración constante?

            Mi oración constante es: oh, Señor, dame un corazón pastoral como el corazón de Cristo. Hazme paciente, amoroso, respetuoso, sincero, amable, humilde, cariñoso, sabio. Ayúdame a cuidar a todo el rebaño y a cada oveja en particular.

            Si somos genuinos creyentes entonces tu anhelo constante es orar: hágase tu voluntad como en el cielos así también en mi vida. Y le suplicaremos a Dios diariamente: Señor ayúdame a obedecerte cada día más. Ayúdame a ser un mejor esposo y mejor esposa según tu Palabra. Ayúdame a ser un mejor miembro de la iglesia: siempre puntual, servicial, que me deje pastorear. Ayúdame a ser un mejor hijo o hija. Ayúdame a no dejar que las ideas del mundo que son contrarias tu voluntad dirijan mi vida. Ayúdame a negarme a mí mismo y tomar mi cruz cada día y seguirte a ti. ¿Es esa tu oración constante? Ayúdame a ser fiel a mi esposo o esposa. Ayúdame a criar a mis hijos, pero a criarlos en la disciplina y amonestación del Señor; hacerlo con la Biblia en la mano. Ayúdame a no justificar mis pecados. Ayúdame a poner siempre mi mirada en Jesús. Ayúdame a ir a la cruz constantemente para el perdón de mis pecados. Ayúdame a depender del Espíritu Santo; a caminar en el Espíritu. Ayúdame a obedecer con alegría y con prontitud. Ayúdame a no tener doble vara: a ser puntual en mi trabajo pero no en la iglesia, a ir enfermo y cansado al trabajo pero no con igual tesón y empeño en las cosas de Dios. ¿Es esa tu oración?

            Si esa no es tu oración tengo que decirte no eres cristiano. No lo eres, aunque seas respetuoso, aunque no te metas con nadie, aunque tengas buenas notas en la escuela, aunque no le des problemas a tus padres o a tu cónyuge, no eres cristiano. Y si eres miembro de la iglesia te digo, podrás ser miembro de la iglesia visible pero no de la iglesia invisible. Si no te arrepientes caerás en las manos de Dios viviente. Y Hebreos 10:31 dice “¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!”. La palabra para horrenda es [φοβερός], literalmente horrorizante es caer en la manos, en la justicia del Dios que está vivo. Ya que sabes que lo va a hacer. El actúa.

            Pero no todo está perdido. Ven a Cristo. Corre y lánzate en los brazos de su misericordia. Porque solo El puede darnos un corazón obediente al hacernos nacer de nuevo.

            ¿Qué nos enseña Jesús aquí? Nos enseña que nuestra oración constante debe ser: Hazme Señor cada día obediente a tu voluntad revelada. Solo tú lo puedes hacer en mi vida y en el mundo. Este es mi más ardiente deseo. Por Cristo Jesús amén.  

 



Sermón: Mateo 6:10a Venga tu Reino

Mateo 6:10a “Venga tu reino”.

            Continuamos con nuestro estudio de la oración del Señor, mejor conocida como el Padre nuestro. Y en nuestro estudio hemos visto que Jesús no solo nos enseña cómo pensar correctamente sino también cómo orar correctamente. Alguien pudiera preguntar: por qué estamos dedicando tanto tiempo a estudiar una oración tan corta y sencilla. Y la respuesta es bien sencilla: en esta brevedad está contenido un océano de enseñanza tan vasto que nosotros tan siquiera estamos boyando en la superficie. Además, hoy verás que aunque sabemos en parte lo que Jesús enseña aquí, yo mismo sabiendo lo que se enseña muchas veces me quedo súper corto de lo que Jesús nos enseña debemos incluir en nuestras oraciones.

            Ahora bien, Jesús nos dice que antes de pedir por nuestras necesidades, antes de pedir por aquellas necesidades básica y esenciales en la vida (comida, bebida y vestido), la santificación del nombre de Dios debe ser la prioridad número uno en nuestras vidas. Y juntamente con ello, debe ser también su reino.  Y yo te pregunto de saque: ¿Es Dios la prioridad número uno en tu vida? ¿Son las cosas divinas lo más importante para ti? ¿O son ellas plato de segunda mesa?

            Jesús nos dice que en nuestras oraciones debemos incluir también orar porque el reino de Dios venga. Hay tres cosas importantes que tener presente: (1) ¿Qué significa aquí la palabra reino? (2) ¿Qué es lo que pedimos cuando oramos que tu reino venga? (3) ¿Por qué esto es importante?

I. ¿Qué significa aquí la palabra reino?

            Para poder contestar a esta pregunta debemos tomar toda la Biblia como nuestra guía. ¿Sabes por qué? Porque Jesús tiene presente todas las dimensiones que abarca este término en la Biblia. ¿Qué significa el reino de Dios? A la luz de la Biblia los teólogos hablan de tres reinos de Dios. Vamos a verlos brevemente porque todos están íntimamente relacionados e incluidos en esta oración.

            Hablamos en primer lugar del:

            A. El reino de poder

                        Jesús como Dios es el Creador de los cielos y de la tierra. Todo ha sido creado por El y para su gloria. Pablo nos dice en Colosenses 1:16-17 “Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. 17 Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten;” Y Juan 1:3 “Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.” El Hijo es el Creador de todas las cosas al igual que el Padre y el Espíritu Santo.

            Pero El no solo ha creado todas las cosas como Dios. El también como Mediador gobierna todo este vasto universo con su presencia y con su poder. El está sentado a la diestra del Padre dirigiendo este mundo sometiendo a todos sus enemigos bajo el estrado de sus pies, guiando y protegiendo a su iglesia. El emplea a sus ángeles como espíritus ministeriales para el servicio de los herederos de la salvación. El controla y restringe a los demonios. Y gobierna todos los negocios de todas las naciones. Y los corazones de los hombres están bajo su control.

            En segundo lugar, la Biblia habla de…

            B. El reino de la gracia

                        Dentro de este reino de la gracia distinguimos entre el reino en su aspecto invisible y su reino en su aspecto visible.

                        El reino en su aspecto invisible es la iglesia invisible. Y esta consiste de todos los que le han recibido en sus corazones y vidas como su Rey. A ellos Dios les ha trasladado del reino de Satanás al reino de su amado Hijo Jesucristo. Cada genuino creyente tiene a Jesús como el objeto de reverencia, amor y obediencia. Ellos confían en El para su protección, claman auxilio de Él. Son leales a Jesús por encima de cualquier lealtad. Son soldados de Cristo y le sirven en promover su reino de día y de noche. Jesús es su misma vida. Su gozo es amarle, disfrutar de Él, tener comunión con Dios por medio de Él. Viven para Él. Este es el reino de la gracia en su forma invisible.

            El reino de la gracia en su aspecto visible consiste de la iglesia visible de Cristo. La iglesia invisible de Cristo, que consta de todos los regenerados y que han nacido de nuevo, se hace visible por medio de su profesión y confesión de fe. Está compuesto de todos los que profesan la verdadera religión junto con sus hijos. A esta iglesia visible, instituida por Jesús mismo, Dios les ha dado su Palabra como la ley suprema de verdad, les ha dado las ordenanzas para la edificación de la iglesia y les ha dado oficiales o líderes permanentes llamados y comisionados por Cristo mismo. ¿Con qué propósito? Para el bienestar espiritual de todos los que son de Cristo. O como lo dice Pablo en Efesios 4:12 “a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo”.

            En tercer lugar, la Biblia habla del…

            C. El reino de gloria

                        El reino de gloria no es otra cosa de los cielos mismos en donde habita Dios, los ángeles y las almas de los justos hechas perfectas en santidad.

            Cuando Jesús venga por segunda vez entonces se inaugurará la plena manifestación del reino de gloria que consiste únicamente de los redimidos, en cuerpos glorificados, adorando y sirviendo a Dios por toda la eternidad. Conociendo como fuimos conocidos. Creciendo en el conocimiento de Dios y su gracia. Disfrutando de la beatífica visión, ya que veremos a Dios cara a cara en la Persona del Hijo de Dios.

            Cuando Jesús nos dice que en nuestras oraciones debemos orar por el reino de Dios, El desea que pidamos constantemente por estas tres dimensiones o aspectos de su reino.

II. ¿Qué es lo que pedimos cuando oramos que tu reino venga?

            Cuando oremos debemos incluir peticiones por cada una de estas dimensiones del reino de Dios. Así que debemos incluir las siguientes peticiones:

            1. Que el evangelio se propague por todo el mundo. 2 Tesalonicenses 3:1 “Por lo demás, hermanos, orad por nosotros, para que la palabra del Señor corra y sea glorificada, así como lo fue entre vosotros,”. Y en conjunto con ello:

                        a. que los judíos sean llamados a la fe en Jesús. Romanos 10:1 “Hermanos, ciertamente el anhelo de mi corazón, y mi oración a Dios por Israel, es para salvación.” Aquí yo diría que estamos bien faltos. Deberíamos tener esto presente. Ellos no son el pueblo de Dios. Son rebeldes ante Dios. Pero Dios todavía tiene promesas de salvación para ellos. Romanos 11:25-26.

                        b. que la plenitud de los gentiles sean introducidos en el reino. Juan 17:9, 20 “Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son, 20 Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos,”.

            2. Oremos por la iglesia visible. Pidamos que Dios les dé todos los oficiales de la iglesia: buenos pastores, ancianos y diáconos. Ellos son necesarios para el bienestar y edificación de la iglesia. Mateo 9:38 “Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.” Y en conjunto con ello:

                        a. que Dios purifique a su iglesia de todo error y toda corrupción. Hay muchas iglesias que enseñan el error. Y hay iglesias que se han convertido en sinagogas de Satanás. Oremos por su purificación. Sofonías 3:9 “En aquel tiempo devolveré yo a los pueblos pureza de labios, para que todos invoquen el nombre de Jehová, para que le sirvan de común consentimiento.”

                        b. que la iglesia sea protegida por el gobierno. 1 Timoteo 2:1-2 “Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; 2 por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad.” ¿En qué sentido? En que el gobierno no se oponga a la iglesia y a la predicación del evangelio. Que sus leyes no se opongan a la tarea de la iglesia de predicar todo el consejo de Dios y de llamar a los pecadores al arrepentimiento.

            3. Oremos porque Jesús apresure su segunda venida. Apocalipsis 22:20 “El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús.”

                        a. suplicarle que Cristo gobierne en nuestros corazones cada día más. Efesios 3:14-20.

                        b. suplicarle que Dios ejerza el reino de su poder en este mundo de la mejor manera que conduzca a estos fines. Isaías 64:1-2 “¡Oh, si rompieses los cielos, y descendieras, y a tu presencia se escurriesen los montes, 2 como fuego abrasador de fundiciones, fuego que hace hervir las aguas, para que hicieras notorio tu nombre a tus enemigos, y las naciones temblasen a tu presencia!”

III. ¿Por qué esto es importante?

            Esta petición es importante porque este es el propósito principal por el cual Dios hace todas las cosas. Dios hace todas las cosas para que su nombre sea glorificado en la salvación de pecadores. Dios salva por medio de la predicación de la iglesia. El controla todas las cosas en su providencia para que la iglesia cumpla su misión de predicar el evangelio a todas las naciones. Y por medio de esa predicación El establece su reino en los corazones de los hombres. Y son ellos los que eventualmente serán glorificados.

            Este es el propósito principal de Dios. Y si este es el propósito principal de Dios debe ser también tu propósito. ¿Por qué? Porque tú eres de Él. Eres su hijo. Y como hijo buscas honrar a tu Padre celestial. Deseas que su nombre sea santificado. Y su nombre es santificado en primer lugar en la iglesia. Nada da más gloria a Dios en este mundo que su iglesia. Efesios 3:21 “a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén.”

            Por tanto Jesús te llama a que ames su reino, su iglesia. Que ores por ella, trabajes por ella, sirvas a Dios al servir a los hermanos, que seas celoso en tu adoración a Dios en la iglesia. Que no te canses de servirla. Que ores por sus líderes. Que sigas sus consejos aun cuando muchas veces no lo dicen con la dulzura que deberían. Que la sostengas con tu dinero. La apoyes con tu presencia en todas sus actividades. Trabajes en ella y por ella. Que no te alejes de ella por razones triviales. Que te esfuerces en entrar a la membresía de la iglesia y una vez dentro lucha por permanecer. Que ores y trabajes por el evangelismo de la iglesia. Dios te ha puesto como una luz en el candelero para que alumbres a todos los que están en la casa. Evangeliza a tus hijos, a tu cónyuge. Y si son cristianos ayúdense mutuamente a perseverar en amor edificándose mutuamente, estudiando juntos la Palabra, orando juntos motivándose a servir al Señor cada día más.

            Así que hermanos, cuando oremos en nuestras casas no nos olvidemos de orar que el reino de Cristo venga cada día, en primer lugar, en nuestros corazones, en nuestras familias, en nuestra iglesia, en nuestra comunidad, en nuestro Puerto Rico y en el mundo entero.

 

 

Mateo 6:9b Santificado sea tu Nombre

Mateo 6:9b “Santificado sea tu nombre”.

             Continuamos nosotros en el estudio de la oración del Señor conocida popularmente como el Padre Nuestro. Estudiarla de cerca debe llevarnos a ver la increíble sabiduría de nuestro Dios y Salvador el Señor Jesucristo. En esta tenemos un ejemplo de la increíble combinación de brevedad y de profundidad.

            Dijimos en nuestro estudio que ésta no solo es una oración modelo sino que esta también una forma de oración que puede ser hecha o recitada por nosotros. Jesús dijo en Lucas 11:2 “Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos”. Claro está, Dios mira el corazón. Y El espera que los que reciten esta oración lo hagan con entendimiento y con el alma. Esta no es una oración para hacerla al papagayo.  

            También dijimos que esta oración consta de tres partes: un prefacio o introducción, seis peticiones y una conclusión. El domingo pasado nos ocupamos de exponer el prefacio. Hoy nos ocuparemos de estudiar con profundidad la primera de las seis peticiones que dice: Santificado sea tu nombre.

            Pero antes de explicar lo que esto significa e implica quisiera que consideráramos algo súper importante. ¿Qué es?

            En esta oración Jesús no solo nos enseña cómo orar a Dios correctamente sino también cómo pensar correctamente. Nos enseña a poner los bueyes delante de la carreta y no atrás. Escúchame bien. Jesús nos dice que ni yo ni mis necesidades son lo más importante en este mundo. Sin negar que nuestras necesidades son importantes, ellas no son lo más importante. Lo más importante de nuestras vidas debe ser Dios y sus intereses. Eso es lo que Jesús desea que aprendamos en estas primeras tres peticiones. Dios y su gloria están por encima no solo de padre, madre, esposa, hijos, trabajo sino también por encima de mi propia vida y salvación. Él debe ser la prioridad número uno de nuestras vidas. Amarle, servirle, adorarle, obedecerle, promover su gloria, promover que el mundo admire a Dios y le busque esa debe ser la prioridad número uno de tu vida. Como dice el Salmo 115:1 “No a nosotros, oh Jehová, no a nosotros, Sino a tu nombre da gloria, Por tu misericordia, por tu verdad.”

            Fíjate que antes de pedir por nosotros Jesús nos dice: pide primero por la gloria de Dios. Dios y su gloria es más importante que tú. Dios y su santidad es más importante que tu comida. Dios y su exaltación es más importante incluso que tu salvación. E incluso más importante que la salvación de todo el mundo. Esa es la enseñanza de toda la Biblia. Romanos 11:36 “Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.” Todo es de Él. Es decir Él es la fuente y origen de todo lo que existe. Todo sale de Él.  Todo es por El, o a través de Él o por medio de Él. El es el medio de través del cual surgen todas las cosas. El no usó material que existía para crear. El creó de la nada. Él es el Creador de todo lo que existe. Tú existes gracias al Dios Trino y uno. Y todo es para Él; para gloria, para su exaltación de su Ser y Persona. Por tanto, al El sea la gloria por toda la eternidad. Proverbios 16:4 “Todas las cosas ha hecho Jehová para sí mismo, Y aun al impío para el día malo.” Y la salvación de los pecadores lo es para la alabanza de su gracia salvífica. Efesios 1:6 “para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado,”.

            Así que Jesús, en su misericordia, no solo nos enseña a orar correctamente sino a pensar correctamente. Y a poner nuestras prioridades en su justa perspectiva. El primero y grande mandamiento es amar a Dios, no es amarnos a nosotros mismos.

            Ahora bien, hay otro punto importante que señalar antes de entrar en los detalles de esta primera petición. Esta petición no solo es una oración a Dios sino que también son votos y promesas que hacemos a Dios. No solo pedimos que Dios haga algo sino también al pedirlo nosotros nos comprometemos a hacerlo también. Este es un compromiso tuyo. Cuando le pedimos a Dios que nos dé el pan diario no solo le pedimos que El lo supla sino también nuestro compromiso de salir de la casa y ganar con el sudor de nuestra frente el pan de cada día bajo su bendición y fuerza. No es un llamado a recostarnos. Es un llamado a estar activos en la obra del Señor. Así que cuando pedimos que Dios santifique su nombre, también hacemos la promesa de que nosotros también lo vamos a hacer. También nosotros vamos a santificar ese nombre.

            ¿Cómo lo hacemos?  Lo hacemos de tres maneras: 1. Glorificándole en todo aquello en lo cual Dios se da a conocer. 2. Estimándole y glorificándole en pensamiento, palabra y obra. 3. En suplicar que Dios prevenga y destruya todo aquello que le es deshonroso.

I. Glorificándole en todo aquello en lo cual Dios se da a conocer.

            ¿Qué nos enseña Jesús en esta primera petición? Nos enseña que lo primero que debemos pedir a Dios es que El santifique su propio nombre. Claro está, Dios es perfectamente santo, El no pude mejorar. Él es inmutablemente santo, no puede dejar de ser santo. ¿Entonces qué significa? Significa que es nuestro deseo y súplica que su nombre sea reconocido, sea tratado como santo, glorioso, digno de reverencia, respeto y temor en todo el mundo y por todas las personas que habitan en el mundo. La misma petición la tenemos en el Salmo 34:3 “Engrandeced a Jehová conmigo, Y exaltemos a una su nombre.”. Es un llamado a que toda la creación y todas las naciones se unan para exaltar el nombre de Dios.

            Fíjate en algo interesante. Jesús dice Santificado sea tu nombre. ¿A qué se refiere con el nombre de Dios? El nombre de Dios es Dios mismo como Él se ha revelado. Deuteronomio 28:58 “Si no cuidares de poner por obra todas las palabras de esta ley que están escritas en este libro, temiendo este nombre glorioso y temible: JEHOVÁ TU DIOS,”.

            Hermanos, Dios se ha dado a conocer por medio de su nombre y por medio de sus nombres, títulos, obras y atributos. ¿Qué nos enseña Dios acerca de sí mismo por ejemplo cuando El se llama Jehová-jireh? El Dios que provee no solo a nuestra necesidades sino a nuestra necesidad mayor: Dios provee un Salvador a los pecadores. ¿Y cuándo se llama El Róiy, el Dios que ve? Dios nos ve en donde quiera que estemos y en cualquier circunstancia en que estemos. Nada puede ocultarse de Él. ¿Y cuándo se llama Jehová-rafa, Jehová tu sanador? Es El quien sana nuestras dolencias y nuestro pecado. ¿Y cuándo se llama Jehová-shammah, Jehová está allí? La gloria de los cielos no es que no habrá más llanto ni dolor sino que Jehová está allí. Es su presencia lo que hace que los cielos sean un lugar de perfecta felicidad, libertad y vida. Así que Dios se da a conocer por medio de sus nombres.

            En esta oración también le pedimos que reverenciemos sus ordenanzas, Palabra, obras y todo aquello por medio de lo cual a Él le place darse a conocer.

            Santificamos su nombre cuando reverenciamos sus ordenanzas. ¿Cómo lo hacemos? Cuando valoramos las mismas. Cuando la Cena del Señor la tomamos con la seriedad que merece una ordenanza de Dios. Y recordamos cuándo se va a celebrar para prepararnos para celebrarla dignamente. Cuando reconocemos su importancia y bendición que es celebrarla. Cuando la esperamos con ansias locas la celebración de la misma y hacemos todo lo humanamente posible para evitar ausentarnos cuando se celebra.

            Santificamos su nombre cuando reverenciamos su Palabra. ¿Cómo lo hacemos? Cuando creemos que ella es la voz misma de Dios. Creemos que ella es su Palabra inerrante: no tiene errores, que es infalible: no engaña. Que ella es la Verdad y no hay nada por encima de ella. Cuando nos sometemos a ella. La estudiamos como buscando oro o piedras preciosas. Cuando somos dóciles en y ávidos en aprender. Cuando la enseñamos a nuestros hijos, esposas, amigos, vecinos, desconocidos. Cuando vivimos la Palabra.

            Santificamos su nombre cuando reverenciamos las obras y todo aquello por medio de lo cual a Él le place darse a conocer. Que nosotros reverenciemos todo lo que Dios ha creado: usándolo con el propósito que Dios lo creo. Usando la comida santamente y no como gula. Usando la naturaleza sin hacer de ella un dios. Disfrutando de lo creado viendo a Dios en cada una de ellas, etc.

            ¿Cómo santificamos además el nombre de Dios?

II. Estimándole y glorificándole en pensamiento, palabra y obra.

            Santificamos su nombre cuando le pedimos que por su gracia Dios nos capacite y nos dirija, a nosotros y a los demás, a reconocer y a estimarle grandemente. Le pedimos a Dios que El produzca esto es nosotros. Sin negar nuestra responsabilidad. Pero le pedimos que Dios haga la obra, produzca esta obra de gracia en nosotros y en el mundo. ¿No es eso lo que anhela tu corazón? ¿No anhela tu corazón que el mundo entero ame a tu Padre celestial? ¿Le honre, le tema, le busque, lo desee?

            En otras palabras, le pedimos a Dios que nos capacite para amarle cada día más. Que verdaderamente le temamos. Que cuando hablemos de El lo hagamos con la mayor reverencia posible. Y que nos haga fructíferos en buenas obras. Mira cómo Pablo lo pidió en Filipenses 1:9, 11 “Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aun más y más en ciencia y en todo conocimiento, 11 llenos de frutos de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.” Y 1 Corintios 6:20 “Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.” En nuestro cuerpo, según el contexto, cuando no usamos nuestro cuerpo para la fornicación sino como lo que es templo del Espíritu Santo. Usando nuestro cuerpo y nuestros miembros como instrumentos de justicia. Y glorificamos a Dios en nuestra alma: amándole, deleitándonos en El, creyendo en El, confiando en El, etc.

            ¿Cómo santificamos su nombre en tercer lugar?

III. En suplicar que Dios prevenga y destruya todo aquello que le es deshonroso

            El mundo está lleno de pecado y maldad. El mundo está bajo el maligno. La filosofía del mundo, sus valores, ideas y religiones son contrarias a la santificación del nombre de Dios. Por tanto en esta petición incluimos el pedirle a Dios que destruya y suprima todo aquello que es contrario a la exaltación de su nombre. Que Él prevenga y elimine el ateísmo, la ignorancia, la idolatría, la profanación y todo aquello que es contrario a su gloria.

            En todo esto hermanos debemos tener presente lo siguiente:

            Nosotros y todos los seres humanos somos incapaces de honrar a Dios como El se merece. Tendemos a menospreciarle. Tendemos valorar poco a nuestro Dios. Tendemos a dar por sentado lo que nos da como si lo mereciéramos. Le amamos, pero no le amamos con la pasión e intensidad que Él se merece. Por eso en esta petición supliquemos a Dios que nos haga sensibles a nuestro pecado de no valorarlo, ni valorar su Palabra, ni valorar su adoración, ni valorar que no somos dueños de nosotros mismos. Y le supliquemos que la sangre de Cristo nos limpie cada día. Que su Espíritu Santo avive nuestro corazón para que podamos amarle como Jesús nos enseña en esta petición: con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, con toda nuestra mente y con toda nuestras fuerzas.   Y digamos Jehová-rafa; solo Tú me puedes sanar así por Cristo Jesús. Y oremos: Sáname cada día, te lo suplico.

Sermón: Mateo 6:9a El Padre Nuestro: El Prefacio

Mateo 6:9 “Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos…”  

            En nuestro estudio de la vez pasada vimos que Jesús dirige a sus discípulos a lo que no deben hacer cuando van a orar.  Cuando vamos a orar Jesús nos dice que debemos evitar toda vanagloria: nosotros oramos a Dios y no a los hombres. No es momento para hacerles ver a nadie lo súper piadosos que somos, lo súper santos que somos. Cuando oramos oramos para Dios buscando tener comunión con Él.  Tan poco debemos ir con la mentalidad de manipular a Dios. Ni debemos orar a Dios en incredulidad. El sabe nuestras necesidades aun antes de que se las pidamos. Ya El tiene preparado de ante mano la respuesta y la provisión para cada una de nuestras necesidades.

            Luego de decirnos lo que no debemos hacer Jesús entonces procura enseñarnos cómo orar a Dios correctamente. Y en estos versículos tenemos lo que se ha sido llamado históricamente el Padre Nuestro o la Oración del Señor.

            El Padre Nuestro se divide en tres partes. ¿Cuáles son? Tenemos en primer lugar el Prefacio, luego vienen seis peticiones y finaliza con una conclusión. Las primeras tres peticiones guardan referencia primaria a la gloria de Dios. Las otras tres a nuestra salvación y a nuestra necesidades. Pero hay algo importante que tener presente. Todas y cada una de ellas se centran en la gloria de Dios. Porque aunque en una de ellas le pedimos a Dios que nos dé el pan diario para nuestra vida aun esa petición lo es si esto redunda en su gloria. A veces Dios aguanta el darnos el pan que pedimos por razones sabias que Él tiene y como parte de su plan para nosotros. Él sabe mejor que nosotros cuál es la porción que nos beneficia. Y cuándo es el mejor momento para dárnosla. A veces El nos da las cosas a cuenta gota, no porque Él no pueda dárnoslas todas de un cantazo, sino porque como Dios sabio que dirige nuestras vidas a veces dispensa su medicina poco a poco para nuestra sanidad. Llevándonos a espera siempre en El.

            Hoy nos vamos a concentrar en el prefacio.

I. El Prefacio

            ¿Cuál es el prefacio del Padre Nuestro? El prefacio es Padre nuestro que estás en los cielos.

            Ahora bien, lo primero que deseo que vean es que el Padre Nuestro es un modelo de oración. ¿Cómo lo sabemos? V. 9 “Vosotros, pues, oraréis así”. O como lo traduce LBLA: “Vosotros, pues, orad de esta manera”. Ella es la oración modelo. Jesús en su misericordia, deseando que nosotros pudiéramos orar correctamente para que nuestras oraciones lleguen a los cielos nos da en el Padre Nuestro el modelo que deseamos usar como guía cuando oramos. En otras palabras, hermanos cuando oramos a Dios debemos incluir los elementos esenciales de la oración modelo. ¿Cuáles son ellos? Debemos incluir adoración a Dios, peticiones, confesión de pecados, acción de gracias e intercesión por otros y no solo por nosotros mismos. Jesús nos enseña con esto que nuestras oraciones no deben ser egoístas: pedir solo para nosotros. Debemos pedir por los demás miembros de la familia de Dios, ya que Dios no solo es mío sino nuestro, es decir, del pueblo de Dios también. Por eso Jesús nos enseña a orar Padre nuestro y no Padre mío. ¿En tus oraciones estás orando por los hermanos de la fe? ¿Incluyes oraciones por las demás iglesias? ¿Oras por tu pastor y ancianos, líderes de la iglesia? ¿O solo oras por ti y los tuyos? Jesús nos dice cuando ores, ora de esta manera.

            En segundo lugar, el Padre Nuestro no solo es una oración modelo. Ella es también una forma de oración. ¿Qué queremos decir con eso? Queremos decir que Jesús no solo la dio como modelo sino también como una oración misma ya preparada de ante mano que podemos nosotros hacer o recitar. ¿Cómo lo sabemos que es así? Jesús nos dice en Lucas 11:2 “Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.” No solo oraréis así sino también cuando oréis decid: Padre nuestro. Claro está hermanos, Dios mira el corazón y no solo las palabras. Así que cuando recitemos el Padre Nuestro no nos olvidemos que debemos hacerlo con entendimiento, es decir, debemos haber entendido el significado de cada una de las palabras. Esto no es hacerlo al papagayo. Es con entendimiento. Además haciendo nuestras cada una de esas peticiones y súplicas. Orando también con fe, es decir, ora con el alma y no solo con la mente. Ora con tu corazón.

            Lo tercero que deseo que vean es la manera propia de acercarnos a Dios en oración. Jesús nos dice que cuando oremos debemos hacerlo con reverencia. No nos acercamos a uno de nuestros pares, nos acercamos a Dios mismo, nos acercamos al Padre. Y esto debe evocar reverencia y respeto. Hay que mantener en un sentido una cierta distancia. Él es el Creador y nosotros somos la criatura. Esa distinción jamás debemos perderla de vista. Por tanto no es propio ni correcto acercarnos a Dios en la oración y llamarle chuito como yo he escuchado decir a verdaderos hermanos en la fe.  O decirle: Oye pana mío. Yo sé que algunos dicen que su relación con Dios es personal e íntima y El y yo tenemos una relación de entera confianza. Hermanos, tener confianza no significa olvidar quiénes somos nosotros y quién es Dios. La palabra Padre debe imprimir en nosotros entre otras cosas un sentido de respeto ante su presencia. Él y nosotros no somos iguales. El está en los cielos y nosotros en la tierra.

            Jesús nos dice además que cuando oremos debemos acerquémonos a Dios con confianza. El es no solo Padre, El es nuestro Padre. Y la palabra Padre aquí aplica al Dios trino y uno. El Dios trino y uno es nuestro Padre y no solo la primera persona de la Trinidad. Y el hecho de que es Padre debe evocar en nosotros un sentido de confianza, amor y seguridad. El es infinito en bondad en sí mismo. Y gracias a Jesús, por su obra de redención, Él es ahora nuestro Padre. Y nosotros somos hijos adoptivos de Dios. Cristo es nuestro hermano mayor.

            El hecho de que Dios es nuestro Padre nos debe llevar a no olvidar que El es un Padre perfecto. Solo hay un Padre perfecto en este mundo y ese es el Dios Trino y uno: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Jesús dijo en Mateo 5:48 “vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.” Con esto Dios se presenta como la misma fuente de amor y misericordia. Un amor y misericordia mayor que cualquiera de nuestros padres terrenales. Y si nuestros padres terrenales dejaran de comportarse como tal sabemos que Dios nunca dejará de sernos así ya que Él no puede negarse a sí mismo.  Salmo 27:10 “Aunque mi padre y mi madre me dejaran, Con todo, Jehová me recogerá.” Isaías 49:15 “¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti.”

            Y si nosotros que somos padres pecadores les damos cosas buenas a nuestros hijos, cuánto más nuestro Padre. Lucas 11:13 “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?”.

            En quinto lugar, Jesús nos dice que cuando oremos no nos olvides que Dios es nuestro Padre que está en los cielos. ¿Qué quiere decir eso? Cuando oramos no nos acercamos a un padre terrenal: débil, frágil, limitado, incapaz de hacer muchas de las cosas que pedimos o necesitamos. Cuando oramos nos acercamos al Padre que está en los cielos: al Dios soberano, todo poderoso, Rey y Señor del Universo, al Dios del cual nada es difícil, al Dios que llama las cosas que no son como si fueren, al Dios que resucita a los muertos. Esa es la idea detrás de la frase: que está en los cielos. Mira varios ejemplos. Salmo 2:4 “El que mora en los cielos se reirá; El Señor se burlará de ellos.” Los enemigos de Dios se levantan contra El pero el que mora en los cielos se burlará de ellos. Tú quieres pelear contra mí: Tú me haces reír. Nadie puede contra Dios. Salmo 115:3 “Nuestro Dios está en los cielos; Todo lo que quiso ha hecho.” Todo lo que Dios se propone hacer El lo hace y nada ni nadie puede detener su brazo. Por tanto, no limites el poder de Dios como si El solo pudiera hacer algo: mírate de lejos y tener compasión de ti y nada más. Verte de lejos con los brazos cruzados. O con los brazos y la cara de qué puedo yo hacer, tengo las manos atadas. No así nuestro Padre celestial. El somete todas las cosas debajo de los pies de Cristo para tu bien.

            Ese es tu Padre que está en los cielos. Por tanto acércate a El con un corazón de hijo. Admira a tu Padre. Confía en El. Imítalo. Obedécelo. Búscalo. Pon todo en sus manos.  

            Así que lo primero que desea Jesús que aprendas es a descansar en fe en tu Padre celestial. Porque si nuestra oración no está bañada de fe no va para ningún lado.

            Con esto finalizo. Hay una palabra de precaución. Solo pueden llamar a Dios Padre los que están reconciliados con Él. Nadie tiene el derecho de llamar a Dios Padre excepto sus hijos. Si no eres creyente, y creyente no es sinónimo de ser miembros de la iglesia, no tienes derecho de llamarlo tu Padre. Porque es solo por adopción que El es nuestro Padre. Y somos adoptados hijos de Dios por medio de la fe en el Señor Jesucristo. El nos revela la clase de Padre maravilloso que Dios es. Este es un privilegio para los que le aman y no le odian. Si no eres creyentes tú odias a Dios. Por eso no puedes llamarlo tu Padre. Solo por fe en Jesús. Al recibirle con el Rey de tu vida, tu Salvador y rendirte a sus pies para vivir para Él es que recibirás el poder de ser llamado hijo de Dios. Ven a Cristo y así conocerás y experimentarás el amor de Dios como Padre.    

 

 

Sermón: Mateo 6:1-4 Que tu izquierda no sepa lo que hace tu derecha

Mateo 6:1-4 “Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos. 2 Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. 3 Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, 4 para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.”

 

            Un joven predicador estaba ansioso de subirse al púlpito para poder predicar un excelente sermón que había escrito. Se había fajado mucho. Había hecho bien su trabajo y estaba orgulloso de todo lo que había preparado y escrito. Este sermón me quedó bueno de verdad. Este sermón, decía, va a hacer historia en la iglesia. Muchos los van a oír porque es al aire libre.

            Entonces llegó el momento de la predicación y lo llamaron para que subiera al púlpito. Se levanta con ánimo, su cabeza en alto, contento de que llegó el momento de demostrar todo lo que había aprendido en el seminario. Y cuando iba a subir al podio vino un viento y le arrebató el papel en el cual había escrito el sermón, cuyo papel se perdió.  Su sermón no fue lo que esperaba ser. Luego de terminar su parte bajó del podio cabizbajo y se sentó en medio de la congregación.

            Y alguien dijo: si hubiera subido al podio como bajó, con la actitud humilde en la cual bajó, la cosa hubiese sido diferente.

            Jesús en este pasaje nos da una precaución a una iglesia ansiosa y celosa de hacer el bien. Nos da precaución a una iglesia deseosa de demostrar que su justicia es superior a la justicia de los escribas y los fariseos. A una iglesia alegre de ser una luz puesta en un candelero que alumbra a todos los que están en la casa. A una iglesia que reconoce su llamado de ser una ciudad asentada sobre una montaña de tal manera que el mundo entero pueda verla. Sí hermanos, Dios nos ha puesto para que brillemos. Dios te ha puesto para que todos te vean. Y al verte vean la obra de la gracia en Cristo Jesús.

            Ahora bien. Aunque la iglesia es ansiosa de servir a los demás Jesús le da una precaución. Al hacerlo debes tener en consideración que hay una actitud incorrecta de hacerlo y una actitud correcta de hacerlo.

I. La actitud incorrecta de hacer bien

            V. 6 “Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos.” Lo primero que deseo que vean es que aquí hay una precaución. Fíjate que Jesús no prohíbe hacer nuestra justicia delante de los hombres. Es más él nos dice que es inevitable porque esa es la voluntad de Dios. Él nos ha puesto como una ciudad asentada en una montaña para que todos nos vean. Nosotros somos una luz puesta en el candelero que alumbra a todos en la casa. Y dice Mateo 5:16 “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras,”. Hermanos, nosotros somos la obra de Dios en el mundo. Dios nos ha perdonado en Cristo. Y su Espíritu nos sigue santificando cada día más. Y El busca exhibir su gloria por medio de nuestras vidas. Pero aunque esto es así, Jesús nos da una advertencia. Esa justicia, esa santidad de vida, ese vivir las bienaventuranzas y en este pasaje el hacer bien a los demás, el hacer buenas obras a nuestro prójimo, no deben ser hechas con el propósito de buscar nuestra gloria: no debe ser con el propósito “de ser vistos de ellos”, “para ser alabados por los hombres”. El creyente jamás debe ser vanaglorioso. Nada de lo que haga debe ser para que otros digan: Wao! qué tremendo es fulano de tal, sino cuán glorioso es Dios quien produce tal transformación en la vida de fulano. ¡Cuán glorioso es Cristo al hacer tal obra de salvación! ¡Cuán glorioso es el Espíritu Santo al hacer tal obra de santificación! O como dijo Jesús en Mateo 5:16b “para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.” Dios produce esa buenas obras en nosotros para que ellas le glorifiquen solo a El porque en última instancia Dios es el autor de ellas. Como dice Efesios 2:10 “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.”

            El llamado de Jesús es a la humildad, en el propósito de dar limosnas, de orar y de ayunar, es decir, en todos nuestras actividades religiosas. Todos estos temas están entrelazados. Pero los hipócritas no buscan la gloria de Dios al hacer obras de caridad sino su propia gloria. Lo mismo hizo el pueblo de Israel ayunando no para la gloria de Dios sino para su propia gloria. Zacarías 7:5-6 “Habla a todo el pueblo del país, y a los sacerdotes, diciendo: Cuando ayunasteis y llorasteis en el quinto y en el séptimo mes estos setenta años, ¿habéis ayunado para mí? 6 Y cuando coméis y bebéis, ¿no coméis y bebéis para vosotros mismos?”.

            Si nos vanagloriamos no tenderemos recompensa de Dios por nuestras buenas obras. “de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos.” Hay una recompensa de parte de Dios por nuestras buenas obras. Pero para que sea clasificada una buena obra un requisito importante es que sean hechas palabra la gloria de Dios. Nuestro Padre jamás recompensará nuestras “buenas obras” que no busquen exaltarlo.

            Ahora bien, en el V. 2 Jesús nos da una ilustración de lo que nos quiere decir. El ejemplo lo es con dar limosnas, con ayudar a los pobres o a los necesitados. Tanto en el A como en el NT Dios nos llama a cuidar de los necesitados. Nos llama a tener misericordia y compasión con el que sufre. Y a dar de gracia lo que por gracia hemos recibido. Nos llama a ser misericordiosos. Y nos recuerda que son bienaventurados los misericordiosos y ellos alcanzarán misericordia. Y que cuando lo hagas no llames la atención. No hagas algarabía: toques trompetas para ser alabado por los hombres. Si lo haces la única alabanza que podrás tener será de los hombres pero no de Dios, que es lo más importante.

            Así que hermanos Jesús nos enseña que hay una manera incorrecta de hacer bien. Hay una manera incorrecta de ser luz en este mundo. Y la actitud del corazón, el fin y propósito de hacerlo debe ser uno correcto. ¿cuál es la manera correcta de hacer bien?

II. La actitud correcta de hacer bien

            V. 3 “Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha,”. Al dar limosna, o el hacer algún favor, hacer algún bien, hacer alguna buena obra, debemos hacerlo con tal discreción, con tal anonimato que ni siquiera la mano izquierda no sepa lo que ha hecho la derecha.  La ilustración es interesante ya que casi siempre hacemos las cosas con ambas manos. Y la discreción que nos llama Jesús es de tal manera que no solo sea secreta a otros sino a uno mismo. ¿Cómo así? Luego de hacerla olvidarnos de ella y no decir dentro de nosotros: O que tremendo yo soy, así es que deben hacer los otros. Yo marqué el paso para que otros me sigan. Jesús dice: No. Que la izquierda no sepa lo que hace la derecha.

            Ahora bien, hay dos cosas importantes. Jesús reconoce que sus discípulos son misericordiosos y que son dadivosos. Jesús dice V.2 “cuando, pues, des”. Y lo repite en versículo 3Mas cuando tú des limosna”. Él no dice: si algún día dieras al necesitado. No, “mas cuando tú des limosna”.  Así que una marca de un hijo de Dios es que tiene compasión de los demás y es desprendido y da de su dinero, da de su ayuda, da de lo suyo. ¿Es esa tu marca? Y que nosotros como cristianos debemos ayudarnos unos a otros y ayudar a los necesitados no solo en medio nuestro sino en la sociedad. Hubo un tiempo cuando la iglesia se derramaba en servir a los necesitados. Y en esos tiempos la iglesia construía orfanatos, construía escuelas para proveer educación a los pobres. La escuela dominical fue un proyecto para proveer educación a los niños que participaban de la revolución industrial. Niños que trabajaban desde los cuatro años y que muchas veces trabajaban hasta 16 horas. Jamás podían estudiar. Y la iglesia creó la escuela dominical para esos niños. Jesús nos enseña que debemos ser creyentes dadivosos, desprendidos a los necesitados y no solo pensar en nosotros mismos. A veces pienso que los creyentes están centrados en sí mismos que se nos olvida que hay otros afuera que sufren. Y que debemos de alguna manera aliviar sus cargas.

            Ahora bien. Nos dice algo adicional el versículo V. 4 “para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.” De tal manera debe ser hecho que sea hecho en secreto, es decir, sin buscar ser visto por nadie para ganar gloria. Es imposible que sea totalmente en secreto. Alguien se va a enterar. Pero esto es una circunstancia de la vida inevitable. Pero lo que sí es posible es hacerlo sin fanfarria sin llamar la atención a nuestra persona ni a lo que hacemos. Entonces, y solo entonces, si lo hacemos así por respeto a la gloria de Dios, por lo que Él ha hecho por nosotros, y lo hacemos desinteresadamente, Dios nos recompensará. No al buscar exaltarnos, sino a bendecirnos. Al darnos una buena conciencia y el de gozarnos con la alegría de los que reciben tu expresión de amor al dar.

            La frase “en público” tanto aquí como en los versículo 6 y 18 no aparecen en los manuscritos más antiguos. Y aunque no aparece en los manuscritos más antiguos la enseñanza de toda la Biblia es que Dios recompensa en el ahora y en la eternidad. Hermanos, no limitemos ni necesariamente pensemos en el presente como si todo nuestra felicidad y bendiciones las recibiremos aquí. En el juicio final seremos reconocidos públicamente y recibiremos públicamente la recompensa de la vida eterna además de recompensas de obras.

            Pero hay un punto importante. ¿Cómo podemos hacerlo sin traer esta condenación sobre nosotros? Pablo nos contesta a esta pregunta en 2 Corintios 8:5 con la ofrenda de los Macedonios a la iglesia de Jerusalén. ¿Cómo lo lograron? Dice 2 Corintios 8:5 “Y no como lo esperábamos, sino que a sí mismos se dieron primeramente al Señor, y luego a nosotros por la voluntad de Dios;” Ellos se dieron primeramente al Señor: Señor todo lo que yo tengo es tuyo, incluso yo no me pertenezco a mí mismo, nada es mío. Y luego de darse al Señor se dieron a ellos por la voluntad de Dios, es decir, Señor damos de lo que tenemos porque tú nos llamas a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Y a no amar de palabra sino de hecho y en verdad. Así como tu amor no fue solo un sentimiento en ti sino uno que te impulsó a dar a tu Hijo unigénito para que todo aquel que en él cree, no se pierda, ms tenga vida eterna.

            ¿Qué nos enseña Jesús aquí? Nos enseña que Por el hecho de que Dios nos ha hecho sus hijos nosotros debemos ser desprendido con nuestro dinero. Dar a los necesitados no buscando nuestra gloria sino siempre y exclusivamente la gloria de nuestro Padre que está en los cielos. Da generosamente y da alegremente y da para la gloria de Dios. Esa es su voluntad para ti.