Basado en el libro: Living by God's promises por Joel R. Beeke y James A. La Belle,
Adaptado por el Pastor Roberto Quiñones.
I. Entendiendo las promesas de Dios
1.Comenzamos un estudio sobre las promesas de Dios. Será un estudio de 2 meses. Hablaremos acerca de lo que son las promesas, su naturaleza, cómo podemos beneficiarnos de ellas y cómo debemos o podemos aplicarlas en relación a: las aflicciones, las tentaciones, nuestra lucha contra el pecado, y nuestra búsqueda de la santidad.
2. ¿Por qué estudiar las promesas es importante? Porque Dios las ha prometido, porque ellas son fundamentos de nuestra fe. Además, hay un mal uso de las promesas de Dios en el pueblo de Dios, sin contar los ministros de la palabra. Hay gran desconocimiento de las promesas y hay mal uso de la mismas. Pero Dios nos las ha dado para nuestro bien. Son muchas, son grandes y con preciosas. Son un bálsamo que alivia el dolor, son un ancla a nuestra fe, son un estímulo a la esperanza y son un medio para fortalecernos bajo la mano soberana de Dios.
3. Busquemos 2 Pedro 1:3-4 – “Dios nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina” … - LBLA – preciosas y maravillosas. ESV – precious and very great promises. NET – precious and most magnificent.
4. Busquemos 1 Cor. 2:9 – “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman.”
A. La Naturaleza de las promesas Divinas:
1. Las promesas en primer lugar no son mandamientos que nos enseñan obediencia. Ni tampoco amenazas, que buscan frenar nuestra desobediencia.
2. Las promesas confirman lo que Dios movido por su Soberana misericordia y buena voluntad hará por nosotros. Revelan lo que nuestro Dios, por causa de Cristo, hará a nuestro beneficio. No lo que El anhela hacer o intentará realizar, sino lo que Dios mismo se ha comprometido y obligado (pactado) cumplir en nosotros. Dios es un Dios de verdad y sus Promesas son de verdad. La certeza de su cumplimiento descansa en Dios quien la hizo y se obligó a sí mismo a nosotros.
3. Las promesas de Dios tocan acerca del bien que Él nos bendecirá, pero también tratan acerca del mal que Él nos quitará.
4. Las promesas de Dios son la base de nuestra:
a. Esperanza – ya que esperamos lo que Dios ha prometido. Y solo así es una esperanza que no avergüenza, es sólida.
b. Fe – debemos creer lo que Dios ha prometido por el hecho de que es Dios quien lo promete. Núm. 23:19: Dios no es hombre para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿Y no lo ejecutará? Dios es fiel. Creer sin promesa es presunción. Heb. 11:11
c. Regla y guía en la oración – No solo es guía en la oración sino es también el contenido de nuestra oración. Debemos y podemos citar las promesas de Dios en nuestras oraciones. Génesis 32:12; Éxodo 32:13; Salmos 119:58; 1 Reyes 8:25
5. Las promesas de Dios son la base o fundamento de nuestro consuelo presente y la expectativa de bendiciones futuras. Son promesas irreversibles.
6. Pero son de diversas claves y hay que conocerlas para usarlas y usarlas correctamente.
B. Las Diversas clases de Promesas Divinas:
1. Hay promesas absolutas y hay promesas condicionales; hay promesas generales y particulares, hay promesas para esta vida y hay promesas para la vida venidera, etc.
2. Promesas absolutas –declara lo que Dios hará sin ninguna referencia a lo que nosotros hacemos. Isaías 7:14 una promesa absoluta: la venida de Jesús; Génesis 6:13. La promesa del diluvio.
3. Promesa condicionales – son aquellas que son condicionales a lo que Dios en sabiduría y propósito desea hacer para su gloria y el bien de sus hijos. Dios las da según su sabiduría y lo que es bueno y propio para nosotros. Por ejemplo: Dios promete bendiciones temporales (pero Lázaro no las tuvo en Lucas 16:19-31); libertad de cruces y problemas (pero Job sufrió); libertad de tentación (pero Jesús fue tentado); gracia santificadora (pero varia de santo a santo).
4. Con respecto a las condicionales algo nos es requerido. Si fallamos en cumplirlo perderíamos mucho consuelo espiritual al respecto. Esto es importante ya que hay mucha confusión al respecto. Por ejemplo: oramos y no nos metas en tentación más líbranos del mal – pero requiere que nosotros resistamos la tentación, ese es nuestro deber. Dios nos sostendrá. Pero nuestro deber es resistir. Busquemos Salmos 37:25 – Esa es una promesa, pero nadie debe pensar que recibirá de Dios sustento sin buscarlo, echado en una hamaca. Salmos 25:9; Juan 15:7; Juan 3:16
6. Algunas promesas son para motivarnos y darnos apoyo: Isaías 40:31; algunas traen recompensa Salmos 84:11 y algunas traen privilegios Juan 1:12. Distinguirlas nos ayudará a apropiarnos de ellas y cuidarnos de presunción.
C. La Excelencia de las promesas de Dios.
1. La Promesa de la Promesa. La principal de todas lo es darnos a Cristo: Isaías 7:14; el perdón de pecados, la vida eterna, remisión de pecados 1 Juan1:9 y justicia en Romanos 4:5. Las promesas espirituales son las principales por encima de las temporales.
2. La Biblia llama a las promesas: las riquezas inescrutables de Cristo en Efesios 3:8. Son un vínculo de amor y herencia del pueblo de Dios.
3. ¿Por qué son excelentes? Porque Dios es su Autor y Cristo quien las compró. 2 Corintios 1:20.
II. El fundamento y fuente de las Promesas de Dios
Cuando Irma y yo estábamos construyendo nuestra casa en Isabela una de las cosas que nos comentó el contratista fue lo difícil que se le hizo construir el fundamento de la casa, los cimientos. Y uno se preguntaría cuán importante es tener un buen fundamento. Bueno, es importante porque toda la estructura de la casa depende de un buen fundamento. Si el fundamento está descuadrado la estructura estará descuadrada.
De igual manera pasa con el fundamento de nuestra salvación. Si somos creyentes nuestro fundamento es uno firme y seguro, fundado en la Roca inamovible que es el Señor Jesucristo y en el pacto de gracia que El ratificó con su sangre.
A. El Fundamento de las Promesas de Dios
El Fundamento de las promesas de Dios descansa en el hecho de que Dios es un Dios de pacto. Y Dios estableció un pacto de gracia con su pueblo. ¿Cuál es la esencia del pacto de gracia? La esencia del pacto de gracia descansa en la promesa hecha de que “Dios será nuestro Dios y nosotros seres su pueblo”. Jeremías 31:33 “y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo”.
A Abraham Dios le dijo en Génesis 15:1 “No temas, Abram, porque yo soy tu escudo y tu galardón será en sobremanera grande”. Esa relación pactal fue establecida también con Isaac y Jacob y con su simiente. Cuando los hijos de Israel fueron liberados de Egipto el fundamento para el rescate lo fue el que Dios recordó su pacto que había hecho con Abraham, Isaac y Jacob. Éxodo 2:23-25 “…Y oyó Dios el gemido de ello, y se acordó de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob”.
Ahora bien, Dios no solo cumplió su promesa de libertarlos de Egipto como había dicho 400 años antes a Abraham en Génesis 15:13-14 sino que además “desarrolla la relación que tenía con ellos a un grado mayor de intimidad”. Esto es importante. No solo los multiplica en Egipto y los saca con brazo extendido, sino que también los introduce a la tierra prometida en donde ellos disfrutarían todos los beneficios de ser el pueblo de Dios. Ellos son distinguidos de todos los demás pueblos del mundo, como su especial tesoro. El escucha sus lloros y los saca de Egipto porque Él es su Dios. No solo los libera, sino que les otorga todas las bendiciones celestiales. Fue una adopción y a una relación íntima con Dios a lo cual les llamó.
Pero cuál es la esencia de la promesa del pacto de gracia. Es Dios mismo. Yo seré su Dios. Las promesas nos llevan a una relación íntima, fructífera, inamovible e inquebrantable. Cuando tenemos a Dios lo tenemos todo. Es una relación personal con Cristo mismo. Deut. 33:29; Sal. 33:12; 65:4.
Si esto es así, entonces el poner nuestra fe y confianza en el hecho de que Dios es nuestro Dios, eso es suficiente para hallar consuelo en este mundo. Mira a David en el Salmo 56:8-11 “Mis huidas tú has contado; pon mis lágrimas en tu redoma; ¿No están ellas e tu libro? Serán luego vuelto a tras mis enemigos, el día en que yo clamare; Esto sé, que Dios está por mí. En Dios alabaré su Palabra; En Jehová su palabra alabaré. En Dios he confiado; no temeré; ¿Qué puede hacerme el hombre?”
Nuestra esperanza y fe en las promesas de Dios están fundadas en la íntima relación que Dios ha establecido con nosotros por medio de Cristo en el pacto de gracia. Sobre este fundamento debemos construir toda nuestra vida cristiana y sobre el cual descansa nuestra salvación. Sal. 130:7.
B. La Fuente de la cual brotan de las Promesas de Dios
El fundamento lo es el pacto de gracia. Pero la fuente de la cual brotan todas las promesas de Dios lo es la Persona de Jesucristo.
Hay dos puntos importantes que mencionar. Uno que Cristo como Cabeza de la Iglesia es quien recibe las promesas de Dios. Dos, que es Cristo quien las distribuye a sus hijos ya que es El quien nos salva.
En primer lugar, En el pacto de redención Cristo recibe todas las promesas para nuestro beneficio. Por ejemplo, en Gálatas 3:16 a Abraham y a su simiente fueron hechas las promesas y esa simiente lo es Cristo.
En segundo lugar, Cristo es quien nos otorga esas promesas. De tal manera que nosotros nunca adquirimos ninguna promesa de Dios sino por medio de Cristo. Él es la mina de la cual extraemos las joyas de las promesas. Él es el bando espiritual de donde adquiriros nuestros dividendos. ¿Por qué es Cristo la fuente de la cual brotan las promesas de Dios?
Porque es Jesús quien compra todas las promesas por su sangre. Efesios 3:6.
Porque es Jesús quien hace que nosotros podamos poseer las promesas al darnos la fe salvadora y el arrepentimiento para vida. El hace que descansemos en las promesas de Dios. Mateo 11:28; Marcos 9:24.
III. Al Pueblo a quien Pertenecen las Promesas
A. Introducción:
1. En Puerto Rico cuando hablamos de herencias hablamos del sistema sucesorio. Y cuando se habla de esto una de las preguntas que siempre se hace es ¿quiénes son los herederos? A lo cual se responde que los herederos son los más cercanos al causahabiente. Son los más cercanos en el orden de sucesión: hijos y descendientes, padre y ascendiente, colaterales y el cónyuge supérstite. Estos son los herederos.
2. ¿Pero si el causahabiente desea dejar algo de su herencia a otra persona que no sean sus herederos naturales lo puede hacer? La respuesta es que sí. Tú puedes dejar parte de tu herencia a otra persona que no es un heredero forzoso. Él puede nombrar a otros para que hereden también de su fortuna. Esa cercanía por causa de sangre o por causa de disposición legal les da derecho a todas esas personas a ser herederos.
B. El Derecho a las Promesas de Dios
1. ¿A quiénes pertenecen las promesas de Dios?
a. Dijimos que ellas pertenecen en primer lugar a Cristo. De El Dios dijo en el Salmo 2:7-8 “Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy. Pídeme, y te daré por herencia las naciones, Y como posesión tuya los confines de la tierra.” Hebreos 1:2 nos enseña que el Padre constituyó al Hijo “heredero de todo”.
b. En segundo lugar y por causa de Cristo y en virtud del pacto de gracia, las promesas también pertenecen a su Iglesia. Efesios 1:22-23 “y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.” Porque Cristo es nuestra cabeza y nosotros somos Su cuerpo, todo lo que pertenece a la Cabeza pertenece al cuerpo, que somos nosotros. Así que todas las promesas nos pertenecen porque pertenecemos a Cristo por medio de la fe. Esa es la única base sobre la cual descansan las promesas. 1 Corintios 1:21-23 “Todo es vuestro… y vosotros de Cristo y Cristo de Dios”. Solo los que son de Cristo por medio de una fe salvadora son herederos a todas las promesas de Dios. Romanos 8:1, 15-17 “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.”. ¿Es ninguna condenación para todo el mundo? No, para los que están en Cristo Jesús, por una fe viva. ¿Quiénes son los herederos? Los adoptados como hijos, los que han recibido el Espíritu de adopción el cual es el Espíritu Santo.
c. Esto implica que los no creyentes, los que no pertenecen a Cristo, están excluidos de las promesas. Efesios 2:12 “En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo.” Cinco cosas no poseen los no creyentes: (1) están sin Cristo, (2) no son ciudadanos del pueblo de Dios, (3) lejos de los pactos de la promesa (Cristo), (4) sin esperanza y (5) sin Dios en el mundo. “Dios promete satisfacer, pero solo a aquel que tiene hambre y sed de justicia; consolar no al descuidado sino al que llora; perdonar pecados, pero solo al penitente (arrepiente); dar vida eterna a los que creen”. Edward Leigh.
d. Algo importante: Ninguna de las promesas que Dios ha hecho jamás fallarán. Todas se cumplirán porque nosotros pertenecemos a Cristo. Ellas han sido dadas a Cristo como nuestro Mediador como promesas absolutas y firmes, y no como promesas condicionales. Busquemos Hebreos 6:13-20. ¿Qué significa esto? Nuestra salvación y vida eterna y todas las promesas que acompañan a ésta se van a cumplir todas sin que falte ni un punto, coma, tilde de las promesas de Dios. ¿Por qué? Porque Cristo es el Tesorero y Guardián de esas promesas. Y están seguras en El. Nuestra regeneración, fe, arrepentimiento, justificación, adopción, santificación, perseverancia hasta el fin y glorificación están absolutamente garantizados por Cristo.
e. Otro punto importante: Muchas de las promesas de Dios tienen diferentes fechas de cumplimiento. Se cumplen en etapas o por etapas. Explico. Hay promesas que se cumplen en diferente tiempo, años y en diferentes generaciones de la Iglesia. Nosotros no agotamos las promesas de Dios como si las consumiéramos todas. Cuando partamos de este mundo tenemos la seguridad que abundancia de promesas quedarán para nuestros hijos, nietos, bisnietos, hasta mil generaciones. Hay promesas y gracia futura para nosotros, así como las hay para hoy. Puede que alguno de nuestros hijos no venga a los pies de Cristo, pero habrá nietos, bisnietos, tataranietos hasta mil generaciones que conozcan al Señor.
C. El Problema de la Demora
1. Pero si las promesas de Dios son nuestras porque pertenecemos a Cristo y son seguras de tal manera que se cumplirán, ¿por qué a veces parece que no se cumplen: que no llega ese consuelo, esa ayuda, esa paz? Algunas de las razones para que Dios demore en otorgar sus promesas son:
a. Que no pongamos nuestra mirada en este mundo como si él fuera el que satisface todas nuestras necesidades. Para que no hagamos tesoros en la tierra. Para que pongamos nuestra mirada en la ciudad cuyo arquitecto y constructor es Dios. Hebreos 11:10.
b. Por medio de la demora crecemos más en nuestra fe, mucho más que cuando la promesa es cumplida aquí en la tierra. Cuando se tarda hace que nosotros estemos constantemente de rodillas que cuando tenemos la bendición.
c. A veces para disciplinarnos por nuestra dejadez espiritual. Israel pudo haber entrado a la tierra prometida en tres meses de su salida de Egipto. En cambio, tardó 40 años.
d. Por medio de la demora Dios nos “fuerza” a ejercer más nuestra fe. A demostrar que realmente deseamos la promesas. Que no la vamos a tener con poco o ningún esfuerzo. Las cosas que obtenemos con gran esfuerzo las valoramos más.
e. Para que oremos más a Dios. Nos educa en la perseverancia en la oración.
f. Para que las disfrutemos más cuando nos llegan. Cuando uno tiene mucha hambre y después come: qué rica es esa comida. Nos sabe mejor. Proverbios 13:12 “La esperanza que se demora es tormento del corazón;
Pero árbol de vida es el deseo cumplido.”
g. Dios desea que dependamos más de Él.
h. Por medio de la demora y su cumplimiento Dios procura exaltar la gloria de su sabiduría y poder. Cuantas veces nos sentimos que estamos al borde del precipicio y de momento Dios nos socorre justo a tiempo. Nos da un final de película. Una promesa demorada no es señal de que la Palabra de Dios ha fallado sino una señal de la soberna, sabia y poderosa obra santificadora de nuestro Dios. Él sabe más.
D. Un Aspecto más de la Demora
1. A veces Dios demora el cumplimiento de las promesas por causa de nuestra fe. Por causa de que:
a. Nuestra fe es a veces impaciente y fallamos en imitar como dice Hebreos 6:12 “imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas.”
b. Nuestra fe es inconsistente con respecto a las promesas de Dios. Deuteronomio 6:9 “De esta manera habló Moisés a los hijos de Israel; pero ellos no escuchaban a Moisés a causa de la congoja de espíritu, y de la dura servidumbre.” Aunque Dios prometió ellos, como dice RSB, no se convencieron que esa promesa de liberación era así. No creyeron que se cumpliría.
c. Muchas veces no somos diligentes en fe y en la oración para el cumplimiento de las promesas.
*Nuestra fe descansa en que Dios es más fuerte que nosotros. Y el cumplimiento de sus promesas descansan en Cristo más que en nuestra fe. Pero Dios espera que le creamos a Él.
IV. El Uso Correcto de las Promesas de Dios
A. Un Repaso de lo Discutido
1. Hemos dicho que las promesas son declaraciones de la buena voluntad de Dios hacia nosotros. Y Dios nos garantiza y nos ordena esperar en ellas, creer en ellas y pedir a Dios que las cumpla, sean promesas temporales o eternas. Dijimos que son el contenido de nuestras oraciones.
2. Todas las promesas de Dios tienen su fundamento en el pacto de gracia. Y la promesa principal o promesa madre del pacto de gracia lo es la declaración que Dios hace de ser nuestro Dios y que nosotros seremos su pueblo. Cristo es la fuente de la cual brotan las promesas de Dios. Todas fluyen de Él.
3. Las promesas de Dios pertenecen solo a aquellos que por la gracia de Dios han sido unidos a Cristo por medio de la fe y pertenecemos al Señor Jesús.
4. Todas las promesas no son dadas de pura gracia ninguna merecida. Son plenas, son firmes y fieles.
5. Hasta ahora hemos procurado informar sus mentes. ¿por qué? Porque ese es el método de Dios. El ilumina nuestras mentes con la verdad para que ésta entendida y creída pueda pasar y mover nuestra voluntad en obediencia a Dios.
6. Si las promesas son lo que hemos dicho que son entonces vemos cuán importantes son para nuestra vida. Son en un sentido el aire mismo que respiramos. Somos llamados a vivir por fe y no por vista. En otras palabras, somos llamados a vivir bajo las promesas de Dios. Eso es vivir por fe. Vivir bajo la confianza de Dios y de que todo lo que Él ha prometido se cumplirá y en esa fe nuestra alma descansa.
7. Ahora bien, así como la comida no nos beneficia a menos que la comamos, de igual manera las promesas de Dios no nos “benefician” hasta que las apliquemos o nos beneficiemos de ellas. Hoy vamos a hablar en términos generales cómo nos podemos beneficiar por ellas. Este estudio viene siendo como un capítulo de transición. Después vamos a estudiarlas y aplicarlas con respecto a: aflicciones, tentaciones, la lucha contra el pecado y la búsqueda de la santidad.
B. Debemos Creer las Promesas de Dios
1. Hermanos, debemos creer las promesas de Dios. Pero alguien dirá gran cosa, eso ya lo sé. Si, una cosa es saberlo otra creerlo. Todos podemos mencionar alguna promesa de Dios. Mencionemos algunas. Pero son pocos lo que realmente creen en ellas a tal punto de que estas endulcen nuestra vida en medio de las amarguras, confirmen nuestra débil fe cuando estamos en pruebas, o nos impulsen a la obediencia en medio de la adversidad, o nos provean contentamiento y paz en medio de la ansiedad.
2. Mira a Jeremías consolándose con la promesa del pacto de Dios en Lamentaciones 3:21-23 “Esto recapacitaré en mi corazón, por lo tanto esperaré.
Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad.”
3. Al pueblo de Israel no le beneficiaron las palabras de Dios porque no fueron mezcladas con fe. Hebreos 4:2 “Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron.”
4. Si esto es así, entonces nuestra principal tarea debe ser clamar a Dios como clamó el padre del niño poseído por un demonio. En Marcos 9:24 “E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad”. Es una oración para que Dios perdona nuestra fe débil y nos permita disfrutar en Cristo todo lo que Él nos ha prometido. Así que hay que luchar contra la incredulidad. Jesús les decía constantemente a sus discípulos: hombres de poca fe”. Así somos: hombre y mujeres de poca fe.
5. Aunque Dios nos hace cristianos cuando nos aplica su salvación por medio de la fe, no debemos olvidar que disfrutamos el estar en Cristo y ser separados para El, en nuestra experiencia diaria, por medio de la fe. No te olvides que hay tres componentes en la fe salvadora: conocimiento, asentimiento y confianza. No solo debemos conocerlas y aprobarlas debemos descansar en ellas. O en Dios en ellas.
6. Pero cuando creemos las promesas de Dios entonces:
a. nos sostendrán en nuestra lucha contra el pecado. 2 Corintios 7:1 “Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.”
b. nos sostendrá cuando nos sentimos solos y abandonados. Salmo 119:49-50 “Acuérdate de la palabra dada a tu siervo, En la cual me has hecho esperar. Ella es mi consuelo en mi aflicción, Porque tu dicho me ha vivificado.” La palabra de Dios provee esperanza y consuelos aun en el sufrimiento. Salmo 119:92 “Si tu ley no hubiese sido mi delicia, Ya en mi aflicción hubiera perecido.” El deleitarnos en la palabra de Dios y creer en sus promesas es sostén en la aflicción.
c. es la fuente de gozo espiritual y nos ayuda en nuestra adoración a Dios. Salmo 71:14 “Mas yo esperaré siempre, Y te alabaré más y más.” Aunque hay adversarios a nuestra alma, el Salmista confía en Dios y sin importar el resultado El esperará en Dios y sus promesas y estas lo llevan a adorar más y más a Dios.
7. Es importante no descansar en una fe general acerca de las promesas. Sí yo sé esas promesas, sino con una fe específica abrazar y recibirlas. La fa verdadera no es solo algo de la mente sino una obra del corazón. La fe salvadora no es solo asentir a la verdad sino confiar en Dios y su palabra. Ese elemento de confianza y descanso es esencial.
C. Debemos Aplicarnos las Promesas
1. La aplicación de las promesas va de la mano con el creerlas, pero no son lo mismo. Es un grado mayor. Implica varias cosas:
a. una frecuente y seria meditación en las promesas. Al meditar en ellas nosotros le extraemos el jugo de la misma. Como una abeja que van de flor en flor y no para hasta que extrae todo lo que necesita. Uno que quiera vaciar un pozo no lo logrará con sacar un solo balde de agua. Hay que ir una y otra vez hasta vaciarlo. De igual manera hay que hacerlo con respecto a las promesas de Dios: hay que meditar en ellas con frecuencia y con seriedad. Al principio no parecerá gran cosa hacerlo, pero cuando somos consistente en hacerlo redundará en fortaleza por medio de la meditación en ellas. Es como masticar la comida. Mientras más la masticamos más nos beneficia. Esto no llevará a depender de ellas. Así que cuando leamos de la Biblia alguna promesa no cerremos nuestra mente cuando cerremos la Biblia, es decir, escríbela, memorízala, repítela, piensa en ella constantemente. ¿Cuánta consolación vendría a nuestra vida si nosotros constantemente meditamos en la promesa del Salmo 46:1? “Dios es nuestro refugio y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones”.
b. hay que tener las promesas de Dios siempre al alcance nuestro. Como David cuando iba a pelear contra Goliat, él tenía su mano en la bolsa de las piedras para usarla tan pronto sea necesario. Así que cuando la aflicción venga ya tú tienes preparada la promesa necesaria para luchar contra esa aflicción. Obviamente conlleva que memoricemos esas promesas. Pero si hemos meditado frecuente y seriamente éstas estarán cerca de nuestro corazón. Por ejemplo, hay algunas promesas como el Salmo 46:1 entre otras que debemos tener siempre al alcance de la mano. Cuando estemos afligidos por el pecado podemos echar a la mano Éxodos 34:6-7 “Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad;
que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación”. Cuando Dios dice esas palabras el pueblo de Israel no hacía mucho había hecho el becerro de oro, aun así, Dios se revela como el misericordioso, tardo para la ira, que perdona la iniquidad, etc. También si necesitamos sostén que mejor versículo que Isaías 43:2-3 “Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti. Porque yo Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador”.
c. conlleva esperar pacientemente por el cumplimiento de ellas. Así como el siervo de Elías que miraba hacia el mar esperando la llegada de la lluvia, así debemos fijar nuestros ojos, esperando el cumplimiento de las promesas de Dios. Si queremos aplicarlas hay que ser pacientes dependiendo sobre Dios en ellas para consuelo y esperanza. Hay un ejemplo médico sobre esto. Los padres se desesperan cuando le dan una medicina al hijo y pasan varias horas y no se mejoran. Y a veces le piden al médico que le den el antibiótico más potente que tengan. Pero se olvidan que aunque no se ha sanado inmediatamente no significa que la medicina no esté funcionando y sanando. Así nos aconseja Habacuc 2:3 “Aunque la visión tardará aún por un tiempo, mas se apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará”. Dios tiene medido su tiempo para el cumplimiento de sus promesas. Es en Su tiempo y no en el nuestro. Sembrar y cosechar no ocurren en el mismo día.
D. Debemos Orar por la Promesas
1. Orar por las promesas es el elemento más importante en el uso correcto de las promesas. Aunque el cumplimiento nos parezca lejano Dios ha provisto un medio de consuelo, la oración. Por medio de ella Dios nos sostiene, y nos da el impulso para seguir adelante. Salmo 22:19, 22-24 “Mas tú, Jehová, no te alejes; Fortaleza mía, apresúrate a socorrerme. V. 22 Anunciaré tu nombre a mis hermanos; En medio de la congregación te alabaré. Los que teméis a Jehová, alabadle; Glorificadle, descendencia toda de Jacob, Y temedle vosotros, descendencia toda de Israel. Porque no menospreció ni abominó la aflicción del afligido, Ni de él escondió su rostro; Sino que cuando clamó a él, le oyó.” Esto implica dos cosas:
a. usarlas como la base y contenido de nuestras oraciones. 1 Juan 5:14-15 “Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.” Pedir en fe creyendo que somos escuchados y recibiremos contestación, no es otra cosa que pedir sobre una promesa en particular. Hay un dicho que dice: Hay que arroparse hasta donde cobija la sábana. Debemos pedir hasta donde llega la promesa. Hay ejemplo de los santos orando las promesas de Dios en Jaco, Daniel, David, etc.
(1) ¿Podemos orar a Dios en fe por cosas que deseamos, pero del cual no tenemos una promesa particular de parte de Dios? Es decir: orar por que nos guíe en un negocio, o por una enfermedad en particular, o problema específico, aunque no tenemos una promesa particular y específica para cada una de esas cosas. En primer lugar, es imposible tener una promesa particular para cada cosa. Necesitaríamos miles de biblias que contengan cada promesa particular. ¿Qué podemos decir? Dios nos llama a confiar en Él y someternos a su voluntad. Y no solo eso a confiar que Dios está presto a hacer lo que es mejor para mí en tal situación particular y que sea lo más redunde para Su propia gloria y mi bien. Efesios 3:20 “Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros”
b. usarlas como nuestra guía en la oración. Por las cosas que han sido prometidas absolutamente, debemos pedir por ellas absolutamente. Pablo dice que la voluntad de Dios para vuestra vida es vuestra santificación. Orar por santificación es una promesa absoluta. Pero cuando Dios ha puesto condiciones o excepciones a una promesa debemos orar con la limitación que la Biblia nos pone que es: Dios si así quieres, si es de acuerdo a Tu voluntad, etc. Si oramos pro ayuda en la tentación podemos orar por la promesa absoluta de 1 Corintios 10:13, porque Dios promete darnos la salida para poder soportar. Si necesitamos sabiduría podemos pedir por ella absolutamente porque Santiago 1:5 nos dice que “el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.” Es más aun en esas promesas siempre debemos orar en sumisión a la voluntad y sabiduría de Dios.
(1) En estas promesas condicionales debemos orar en la fe de que Dios nos dará lo que pedimos o su equivalente. Por ejemplo, si pedimos paz en medio de la prueba, debemos confiar que Él nos dará la paz si es para Su gloria, y si no, nos dará paciencia en el lugar de paz. Si oramos por un aumento de sueldo en el trabajo oramos para que si El entiende que es bueno para mí y no detrimental a mi vida espiritual Él lo dará o si no nos dará el contentamiento para vivir con lo que tenemos.
V. Usando las Promesas de Dios en las Aflicciones
1. Nadie quiere sufrir. Todos evitamos el sufrir. Es más, hubo un filósofo que definió la felicidad como la ausencia de sufrimientos. Pero Job nos dice en Job 14:1 “El hombre nacido de mujer, Corto de días, y hastiado de sinsabores,”. LBLA: “lleno de turbaciones,”. ESV: “full of trouble.”
2. Así que el sufrimiento es parte de nuestra vida. Y nadie escapa del mismo. Sea joven, viejo, lindo, feo, grande, pequeño, rico, pobre, ministro o grey del Señor, a todos nos alcanzarán las aflicciones.
3. Sabemos que las aflicciones pueden llevar a una persona a la desesperación, a la depresión y aún tristemente al suicidio.
4. Algunos tratan de huir del sufrimiento por medio del alcohol, las drogas. Incluso algunos contemplan la muerte como la única solución a sus problemas.
5. Pero nosotros como cristianos tenemos un mejor entendimiento de lo que es la vida. Sabemos por qué hay sufrimiento en la vida. La Biblia nos enseña que el sufrimiento que hay en este mundo es producto o consecuencia de la rebelión de nuestros padres: Adán y Eva. Ni el sufrimiento, ni el dolor, ni las aflicciones, ni las pruebas eran parte de la creación original de Dios. ¿Cómo lo sabemos? Génesis 1:31 “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera.” Todo era bueno. Y como no había pecado no había sufrimiento.
6. Aunque nuestra fe en Cristo no nos hace inmunes al sufrimiento, pero sí cambia nuestra concepción acerca de ellas. Y debería cambiar la manera en la cual nos enfrentamos a ellas. ¿Por qué? Porque Aquel que las envía es nuestro Padre celestial. Y esto significa que podemos enfrentar las aflicciones con la fortaleza de Cristo y aún hallar bendiciones en medio de las pruebas por medio de la Obra de Cristo Jesús.
7. Hay esperanza en medio de las pruebas por medio de lo que Dios ha prometido hacer en nuestras pruebas y por nuestras pruebas. En nuestras pruebas Dios ha prometido su presencia y protección; por nuestras pruebas El promete corregirnos y darnos beneficios espirituales.
A. ¿Por qué son Necesarias las Aflicciones?
1. La Biblia nos enseña que las aflicciones y las pruebas son una parte necesaria de nuestro peregrinaje. Suena fuerte, pero eso es lo que enseña la Biblia. Busquemos varios pasajes. Filipenses 1:29 “Porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él”. Pablo conecta creer en Cristo con padecer por Cristo. Y nos dice que ambas cosas son dones dados a la Iglesia. Dice Pablo: “os es concedido”. Una concesión es un honor, un privilegio dado por Dios. Romanos 8:17 “Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.” Pablo dice algo importante aquí. Él dice que nuestra herencia en gloria es condicional a nuestro sufrimiento con Cristo en esta vida. Es decir, así como Cristo no entró en gloria sino por medio de la Cruz, de igual manera nosotros no heredaremos los cielos sino habiendo pasado como Cristo por medio de las aflicciones. Después que Pablo fue apedreado en Listra, él regresa para confirmar los ánimos de los creyentes allí. Y les dice en: Hechos 14:21-22 “Y después de anunciar el evangelio a aquella ciudad y de hacer muchos discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios.” Lo mismo le dice Pedro a los “expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia”, y quienes sufrían por causa de su fe en el evangelio. Y les dice 1 Pedro 4:12-13 “Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría.”
2. Por tanto, si sufrimos por causa de ser cristianos, haciendo el bien, o por causa de que vivimos en un mundo caído en pecado, no debemos sorprendernos. Porque somos cristianos y somos herederos de las promesas de Dios, nuestras aflicciones y pruebas tienen un propósito diferente: ellas nos santifican (o Dios nos santifica por medio de ellas) dentro del propósito salvador que Él tiene con nosotros.
3. Así que, las aflicciones son el instrumento que Dios utiliza para moldearnos y conformarnos a la imagen de Cristo. Son los medios que utiliza para perfeccionar la obra comenzada en nosotros. Filipenses 1:6 “estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo”. Las aflicciones son las ocasiones para que nuestra fe madure y se fortalezca. También los medios que Dios utiliza para revelar nuestro pecado y así llevarnos al arrepentimiento. (Job 42:3b, 5-6). Y como pruebas de fuego para probar lo genuino de nuestra fe. Es el lente que analiza la pureza del diamante.
4. Ahora escúchame bien. Si esto es así, entonces, debemos concluir que, como son parte del plan salvador y santificador de Dios, no debemos darnos el “lujo” de vivir sin ellas. ¿Me siguen? Todo lo contrario: debemos “preferir vivir” con ellas. Pablo llegó a esa conclusión en 2 Corintios 12:9b-10: “Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.”
5. Claro está hermanos, esto es lo que Dios hace por medio de las aflicciones. Y El promete su presencia y protección en medio de las aflicciones, porque sin su presencia las aflicciones pueden destruirnos.
B. Dios nos promete Protegernos de las Aflicciones
1. Decimos que Dios no solo ofrece muchas promesas en las aflicciones sino El también promete guardarnos de las aflicciones y de los peligros. ¿Acaso no pedimos en el Padre nuestro que Dios “nos libre del mal”? Pero no olvidemos que, si enviar las aflicciones a nuestra vida redundan en mayor gloria para Dios y de mayor beneficio espiritual para nosotros, entonces debemos considerar las muchas promesas que Dios nos ofrece en medio de las aflicciones. Veamos algunos textos:
a. El promete que nos preservará de las pruebas. Génesis 15:1 “No temas, Abram; yo soy tu escudo”. Proverbios 30:5 “Toda palabra de Dios es limpia; Él es escudo a los que en él esperan.” El escudo es Dios mismo y su palabra. ¿Cuál palabra? Sus promesas. Sus promesas son un escudo que apaga los dardos del enemigo. Salmo 125:2 “Como Jerusalén tiene montes alrededor de ella, Así Jehová está alrededor de su pueblo, Desde ahora y para siempre.” Salmo 121:7 “Jehová te guardará de todo mal; El guardará tu alma.” Salmo 91:9-11; Job 5:19. Hermanos, cualesquiera que sean nuestras aflicciones Dios es nuestro escudo. Y si Él lo permite lo es para Su gloria y nuestro bien.
C. Dios Promete su Presencia en nuestras Aflicciones
1. Cuando Nabucodonosor lanzó a los tres jóvenes al horno de fuego nos dice la Biblia en Daniel 3:24-25 “Entonces el rey Nabucodonosor se espantó, y se levantó apresuradamente y dijo a los de su consejo: ¿No echaron a tres varones atados dentro del fuego? Ellos respondieron al rey: Es verdad, oh rey. Y él dijo: He aquí yo veo cuatro varones sueltos, que se pasean en medio del fuego sin sufrir ningún daño; y el aspecto del cuarto es semejante a hijo de los dioses.” Dios siempre estará con su pueblo en el fuego, así como estuvo con Moisés y Jonás en el agua. Cuando Jesús estaba en el bote con sus discípulos se desató una tormenta. ¿Y qué pasó con los discípulos? Se asustaron en gran manera. ¿Por qué? Porque se olvidaron de quien estaba con ellos. Jesús se levanta y reprende al viento y le obedece. La presencia de Jesús con ellos hace la diferencia. Por eso Jesús les pregunta en Maros 4:40 “¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?” Es decir, no había razón para temer. Salmo 23:4 “Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo”. ¿Y tú crees esto? ¿Le creemos a Dios? Salmo 91:15 “Me invocará, y yo le responderé; Con él estaré yo en la angustia”.
D. Dios Promete Su Protección Contra la Destrucción de las Aflicciones
1. Dios promete también protegernos de que las aflicciones no nos destruyan. Isaías 43:2 “Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti.” La promesa es preservarnos de ser destruido por las aguas y por el fuego de la aflicción. Fíjate que no dice que no tendremos que pasar por ellas. Dios en su sabiduría ha determinado librarnos de ciertas aflicciones. Pero también ha determinado hacernos pasar por ellas. Y si pasamos por medio de ellas Él ha prometido preservarnos en medio de ellas. Ellas no nos destruirán por Dios es nuestro Salvador.
2. Un ejemplo claro lo tenemos con Job. ¿Por qué Job sufrió? Dios quiso probarlo. Dios puso su fe a prueba. Pero hay algo más. No te olvides que de Job se dice en Job 1:1 “Hubo en tierra de Uz un varón llamado Job; y era este hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal.” Job era un hombre recto. Y Dios quería hacerle recordar a Job que no podía descansar en su justicia sino en la justicia de Dios. Dios procuró entre otras cosas revelarle el corazón a Job. Veamos Job 42:1-6. Las aflicciones de Job fueron terribles. Pero si leemos todo el libro veremos que Dios estaba protegiéndole en todo momento de evitar que cayera en ruinas. Al final sabemos que Dios le dobló sus bendiciones.
3. ¿Cuál es la base y fundamento de todo esto? El pacto de gracia. Por medio del pacto hay una íntima relación paternal que jamás será quebrantada. Él es nuestro Padre. Y como Padre Él nos hace pasar por medio del fuego de las aflicciones. Siempre para nuestro bien. Nunca para nuestro mal, aunque la realidad del dolor está presente. El purgante es horrible pero sana al muchacho.
E. Dios Promete una Corrección Sabia y Tierna
1. Los no creyentes sufren aflicciones y los creyentes también. Es más, sufren las mismas aflicciones. ¿Hay alguna diferencia entre ambas, si son las mismas aflicciones? La respuesta es que Sí. Dios nos prueba y nos disciplina como hijos y no como enemigos. Y estas obran para bien. En cambio, para los no creyentes las aflicciones son anticipo de las aflicciones que sufrirán en el infierno. Dios disciplina a sus hijos, pero castiga a sus enemigos.
2. Así que Dios ha prometido también corregirnos y disciplinarnos por medio de las aflicciones. Pero como son de corrección son para nuestro beneficio. Esto es importante. ¿Por qué? Porque cuando vemos que hay una aflicción fuerte o una serie de aflicciones constantes en nuestra vida es importante que nos auto-examines si estas han venido por causa de nuestro pecado. No siempre es así. Pero algunas aflicciones vienen por causa de nuestro pecado. Esto es importante decirlo. No podemos ir al extremo y decir que todas las aflicciones no guardan relación con nuestro pecado. Ni ir al extremo y decir como los amigos de Job que todas son producto de nuestro pecado. Ambos extremos son erróneos. Pero Dios nos disciplina por nuestro pecado para nuestro bien. Como cuando un padre disciplina a su hijo, lo hace para su bien. Por tanto, si tenemos eso presente nos ayudará a ver y preguntarnos cómo yo puedo beneficiarme de esa aflicción en lugar de preguntarme cuánto tiempo tendré que sufrir.
3. Uno de los propósitos de las aflicciones es enderezarnos para que sigamos el camino correcto y así no nos apartemos de él. Hebreos 12:6 “Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo.” ¿Qué implican estas palabras? Implican que si Dios no nos disciplina entonces no somos hijos. Su disciplina es señal de amor paternal y no de odio ni que busca nuestro mal. V. 7-8 “Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos”. Y no solo eso. Dios siempre nos disciplina con sabiduría, amor y ternura. V. 9-11 “Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad. Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.” Yo digo que el versículo 10 nos enseña que muchas veces la disciplina que les damos a nuestros hijos es “try and error”. ¿por qué? Porque disciplinamos como nos parece correcto. A veces no sabemos cuánta disciplina: somos más severos de los que deberíamos o más flexibles. Pero Dios no es así. Dios nos disciplina para lo que es provechoso, para que participemos de su santidad y produce fruto apacible a los que se someten humildemente a la disciplina del Señor.
4. Cuando Dios nos disciplina por medio de las aflicciones El promete hacerlo con gran compasión y ternura. Lamentaciones 3:31-32 “Porque el Señor no desecha para siempre; Antes si aflige, también se compadece según la multitud de sus misericordias”. El no ejecuta su ira sobre nosotros, sino que como Padre compasivo Él sabe que somos frágiles. Salmo 103:13-14 “Como el padre se compadece de los hijos, Se compadece Jehová de los que le temen. Porque él conoce nuestra condición; Se acuerda de que somos polvo.”
F. Dios Promete Madurarnos en la Fe
1. Hemos dicho que Dios promete que nuestras aflicciones sean un medio para santificarnos. Un medio para formar a Cristo en nosotros. El promete, además:
a. Bendecirnos en las aflicciones. Romanos 8:28-29 nos enseña que todo lo que Dios hace en nuestra vida tiene un fin: “para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo”. Madurar nuestra fe. Romanos 5:3-5 “Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba [LBLA: carácter probado]; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.” 2 Corintios 4:16-17 “Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria;” Fíjate cómo Pablo contrasta la leve tribulación. Por cada leve tribulación recibiremos más excelente y eterno Peso de gloria. Y por la tribulación, gloria.
b. Probarnos y revelar lo que hay dentro de nuestro corazón. Para revelar una fortaleza en nosotros (puesta allí por El) o para revelar una debilidad la cual no conocíamos o de la cual no estábamos dispuestos a trabajar con ella (para llevarnos al arrepentimiento). Un ejemplo lo tenemos en Abraham Dios lo probó fuertemente para revelar si Abraham amaba más a su hijo que a Dios mismo. Y Él lo hace así con nuestros seres queridos si amamos más a nuestras esposas, esposos, padres, madres, etc. Más que a Dios. A Abraham también lo probó para ver si él creía que Dios cumpliría su promesa con respecto a su hijo; aún cuando el mandato de Dios aparentemente contradecía lo que Dios prometió; y si Abraham confiaría en los métodos de Dios, en Su voluntad, aunque no pudiera entenderlos. Cuando Moisés envía a los 12 espías a la tierra de Canaán, a la Tierra Prometida solo dos espías hablaron positivamente acerca de conquistar la tierra. Caleb dijo en Números 13:30 “Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos.” ¿Y cómo reaccionan los otros 10? Números 13:30 “No podremos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros.” ¿Y cómo reaccionó el pueblo? Números 14:2b-3ª: “¡Ojalá muriéramos en la tierra de Egipto; o en este desierto ojalá muriéramos!
¿Y por qué nos trae Jehová a esta tierra para caer a espada, y que nuestras mujeres y nuestros niños sean por presa?” Y así sucesivamente Dios prueba una y otras y les descubre lo que había en el corazón de ellos. Dios probaba si ellos iban a confiar en Dios e ir a la batalla contra toda “encuesta” posible de victoria, humanamente hablando. Lamentablemente, el pueblo no confiaba en Dios. No nos olvidemos que nosotros nunca enfrentamos las aflicciones como lo hacen los incrédulos. Nosotros tenemos las promesas de Dios que, en todas las cosas, incluidas las aflicciones, todo obra para nuestro bien.
2. Cuando la gracia es fortalecida en nosotros, entonces caminamos con mayor confianza y estamos en pie con firmeza y esto motiva a otros a serle fiel en santidad. De igual manera cuando nuestra debilidad se ve en la prueba, ese es el momento para arrepentirnos, unirnos más y más a Cristo en nuestro caminar, cuidar mejor nuestros corazones y esforzarnos a caminar con mayor cuidado y humildad. No te olvides de la doxología que cantamos en la iglesia domingo tras domingo 1 Pedro 5:10 “Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca.”
VI. Usando las Promesas de Dios en las Tiempos de Tentaciones y Pecado
1. Hermanos, el Señor nos ha salvado. Él nos ha rescatado del reino de Satanás. Éramos esclavos de Satanás y de esa esclavitud horrible Dios nos libertó.
2. Pero Satanás cual Faraón, no quiere dejar a sus esclavos salir tranquilamente. Así como Faraón persiguió al pueblo de Israel luego de que éste saliera de Egipto de igual manera Satanás busca perseguirnos. Y ya que no puede hacer frente a Jesús mismo ni puede reclamarnos ya que el poder y señorío de Cristo se lo impide, él busca provocar a Cristo para que nos abandone. ¿Cómo él lo hace? El busca tentarnos a pecar para que cuando pequemos Dios nos abandone como falsos cristianos, niños rebeldes incorregibles incapaces de mejoría.
3. Así que somos tentados por el hecho de que Jesús nos ha libertado de la esclavitud de Satanás. Ahora que el Espíritu de Dios habita en nosotros, somos nuevas criaturas y libres de la esclavitud del pecado, Satanás busca que pequemos contra Jesús y que nos deslicemos y seamos arrebatados de las manos de Jesús.
4. Nuestra lucha contra Satanás dura toda la vida. El busca en todo momento zarandearnos como trigo. ¿Qué esperanza hay? Nuestra esperanza es confiar en las promesas de Dios en tiempos de tentación y de pecado.
A. No Estamos Solos en la Tentación
1. El primer punto para señalar es el hecho de que no debemos pensar que somos los únicos que estamos luchando contra un pecado en particular. Ni decir: “nadie lucha tanto como yo lucho contra este pecado”, o todo el mundo vence sus pecados excepto yo”. Pero la Biblia nos dice en 1 Corintios 10:13 “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana [LBLA: común a los hombres; NET: que no haya sido enfrentado por otros]; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.”
2. Claro está, algunos tendrán que luchar más que otros con tentaciones sexuales, con la ira, la vanidad, la avaricia, materialismo, etc. Pero las tentaciones es un mal universal. Por ejemplo: si alguien lucha con las tentaciones sexuales, tenemos a un David que sucumbió al adulterio. Si alguien lucha contra la ira, tenemos a un David quien fue cómplice de asesinato. Si alguien lucha contra el temor y la inseguridad, tenemos a un Pedro quien negó a su Señor, a un Abraham que mintió a un Abimelec con respecto a su esposa. Problemas con la mentira, he ahí un Jacob.
3. ¿En dónde encontraremos consuelo en medio de las tentaciones? ¿Acaso no fue tentado Cristo mismo? Nuestro consuelo yace, entre otros en el hecho de que Dios nos rescató del dominio de Satanás y nos ha trasladado al reino de su amado Hijo. Y nadie nos puede arrebatar de allí.
B. Los Tres Agentes de las Tentaciones
1. El segundo punto que debemos tener presente es que esta nos viene por medio de 3 agentes, tres medios. Un general espera ataques de frente, por los costados y por la retaguardia. El saber esto nos ayuda a estar mejor preparados y vigilantes.
2. Los 3 agentes son mencionados en 1 Juan 2:16 “Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.” Los deseos de la carne se refiere a los placeres pecaminosos que la vida ofrece. Los deseos de los ojos se refiere a las riquezas y las posesiones de este mundo. Y la vanagloria de la vida se refiere al honor y la alabanza de los hombres. Todas las tentaciones nos vienen de estas cosas. Si una de estas falla, Satanás tiene otra en espera.
3. Los otros dos enemigos que ayudan a Satanás son: el mundo y la carne. El mundo, ese sistema de vida y de creencias que está en rebelión contra Dios, nos tienta con riquezas, placeres y honores para que le sirvamos. Pero la carne es peor que el mundo. Porque es el enemigo que duerme con nosotros. Tenemos un traidor en nuestro seno mismo. Nuestro viejo hombre que, aunque ha sido destronado no ha sido totalmente erradicado de nuestra vida. Y este es presto a sucumbir a las tentaciones de Satanás y a abrazar el pecado.
C. Las Tentaciones están bajo el Control de la Providencia de Dios
1. Hermanos, las tentaciones al igual que todas las demás cosas en la vida están bajo la providencia paternal de Dios. Y así como las aflicciones son una parte necesaria de nuestro peregrinaje, también las tentaciones no son nada más que aflicciones gravosas.
2. Las tentaciones han sido ordenadas por Dios para ayudarnos a crecer en la gracia de Dios. Las tentaciones como todo lo demás están incluidas en el decreto de Dios. Efesios 1:11 “hace todas las cosas según el designio de su voluntad”. Un ejemplo de esto lo tenemos en el caso de Pedro en Lucas 22:31-32 “Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo;
pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos.” Tenemos aquí a la tentación como un medio para crecer en la gracia. Fíjate que Cristo no oró para que Pedro fuera librado de tentación porque Él sabía que era bueno que Pedro la enfrentara. Aunque Pedro fue sincero en decir que estaba dispuesto hasta ir a la muerte por Cristo, Pedro no sabía dos cosas: una, el deseo de Satanás de destruirlo y dos, su propia debilidad bajo una prueba. Jesús lo matriculó en la escuela del fracaso donde su caída le enseñó acerca de que “vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar”. Por tanto “Sed sobrios, y velad”, 1Pedro 5:8. Le enseñó como dice 1 Pedro 1:13 “ceñid vuestro entendimiento para la acción”; la necesidad de “resistid [a Satanás] firmes en la fe”, 1 Pedro 5:9; y que hay que suplementar a la fe en Cristo otras virtudes Cristo-céntricas “porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás”, 2 Pedro 1:5-10.
3. Así que las tentaciones “tienen” un poder santificador por ser pruebas para purificar cual oro las impurezas en nuestras vidas. Con una provocación sale a flote los celos y la ira; en otros sale el orgullo; en otros los deseos pecaminosos; en otros la codicia. Satanás busca con ello destruirnos, pero Dios las ordena para hacernos humildes. Aunque Satanás busca nuestro mal, Dios busca nuestro bien (Génesis 45:5; 50:20). Así que oremos “no nos meta en tentación” para que Dios nos libre de las mismas, nos dé fuerzas y sabiduría para resistir y un corazón arrepentido sinceramente si pecamos.
4. ¡Qué gran consuelo todo esto nos da! Nada sucede por casualidad sino por el decreto de Dios. El usa las tentaciones para nuestro bien. Él nos sostiene, ni deja que seamos tentados al punto de destruirnos, etc. Esto dio consuelo a Pablo. Cuando Pablo estaba ante el Cesar en Roma todos lo habían abandonado. 2 Timoteo 4:16 “En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon”. Pero en medio de tal prueba Pablo dice, 17-18 “Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, ... Así fui librado de la boca del león. Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial. A él sea gloria por los siglos de los siglos. Amén.”
D. Dios promete fortalecernos en la Tentación
1. Dios nos promete que nos dará la victoria sobre las tentaciones. Santiago 4:7 “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.” Si la promesa tuviera algún límite diría: “resistid que él usualmente huirá de ustedes”, o “él podría huir de ustedes”. Pero eso no es lo que dice el pasaje. Si nos sometemos a Dios El promete sin lugar a dudas que Él nos dará la fortaleza para resistir al diablo hasta que él huya de nosotros. No por lo que nosotros somos en nosotros mismos sino por el hecho de quien es El para nosotros nuestro Salvador. Y porque somos parte de su ejército y Él nos capacita para estar firme en el día malo. Efesios 6:10-11, 13.
2. 1 Juan 5:18 “Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca.” El creyente se caracteriza por ser una persona que no practica el pecado, es decir, no vive en pecado. ¿Por qué? Porque es una nueva criatura. Posee una nueva naturaleza. Y hay una promesa para nosotros: Dios nos guarda, o más bien Cristo nos guarda (Aquel que fue engendrado por Dios) y el maligno no nos toca. ¿Qué significa no lo toca? Obviamente no puede significar que no lo tienta porque sabemos que Satanás tienta a los creyentes. Aquí tocar es dañar al punto de destruir. Eso jamás puede ocurrir. El creyente será victorioso sobre las tentaciones de Satanás.
3. Mateo 16:18 “…sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.” Las puertas eran la señal de la fortaleza de una ciudad y el lugar donde los sabios ancianos se sentaban. Así que Dios promete que ni la fortaleza ni la sabiduría de Satanás prevalecerán contra nosotros.
4. Jeremías 31:33 “yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.” El pacto de gracia es un pacto inquebrantable. Satanás jamás podrá lograr arrebatar a ningún hijo de Dios. 1 Juan 4:4 “mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.”
5. Con respecto al pecado Dios ha dicho que el pecado no se enseñoreará de nosotros. Romanos 6:14. Es una realidad presente pero no una realidad reinante. La realidad es que Cristo reina en nosotros y no el pecado.
6. La fortaleza para vencer el pecado y a Satanás es una realidad presente.
7. Pero que sucede si nosotros decidimos no usar la fortaleza que Dios provee en Cristo o no ofrecemos resistencia hacia el diablo y caemos en pecado. ¿Hay alguna promesa de parte de Dios? Dios promete que El derramará su misericordia y nos restaurará.
E. Dios promete restaurarnos
1. De todos los apóstoles Pedro es un apóstol bien querido. ¿Por qué? Porque él falló y fue restaurado. Nosotros nos identificamos con él. Nos da esperanza de que, si Pedro fue restaurado, aunque negó al Señor tres veces nosotros podremos esperar que Dios sea fiel a su pacto con nosotros.
2. Si te das cuenta nuestro consuelo descansa en que Dios es fiel a Su pacto. Este es el fundamento de todas sus promesas. Obviamente no tendríamos esperanza de:
a. perdón si no lo hubiera incluido en Su pacto. Génesis 17:7 “Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti.”
b. consuelo si no lo hubiera prometido. Isaías 66:13 “Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros, y en Jerusalén tomaréis consuelo.”
c. seguridad de perdón si Dios no lo hubiera incluido en Su pacto. Isaías 55:7 “Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar.”
d. seguridad de restauración si Dios no lo hubiera prometido. Jeremías 27:22 “A Babilonia serán transportados, y allí estarán hasta el día en que yo los visite, dice Jehová; y después los traeré y los restauraré a este lugar.” La promesa es dada indirectamente. Dios habla de los utensilios que quedaron en el templo que serán llevados a Babilonia, pero luego serán restaurados. Pero ellos no son restaurados sino en conjunto con el pueblo de Dios que es el único que los iba a usar. Así que Dios promete indirectamente restaurar al pueblo de Dios al decir que va a restaurar los utensilios del templo para su uso sagrado en el templo. Salmo 145:14 “Sostiene Jehová a todos los que caen, Y levanta a todos los oprimidos.”
F. Dios promete gracia aun en medio de pecados escandalosos
1. Lamentablemente un genuino creyente puede caer en pecados serios. Uno piensa en David y en Pedro y se escandaliza. No solo eso. Todos los días un genuino creyente peca contra Dios. Peca varias veces. Y podemos incluso apartarnos por un tiempo de los caminos del Señor. ¿Qué Dios nos dice en su palabra?
2. Santiago 4:6a “Pero él da mayor gracia”. Hermanos, nuestros pecados no están fuera del alcance de la misericordia y la gracia de Dios. El da mayor gracia. Él tiene más gracia que todos nuestros temores de apartarnos, que todas nuestras dudas de su existencia y amor, que todos nuestros pecados y nuestra falta de fe.
3. El promete que nunca nos dejará ni abandonará. Hebreos 13:5 “No te desampararé, ni te dejaré”. Pero alguien podrá decir: Dios promete que no nos abandonará, pero yo sí puedo abandonarle. No hay garantía de que yo no le abandonaré. Hermanos, Dios es fiel a Su pacto y en Su pacto Él ha prometido hacernos fieles a Él. Aunque somos nosotros los que creemos y nos arrepentimos, el poder de así hacerlo es de Dios. Por gracia sois salvos. Jeremías 32:40 “Y haré con ellos pacto eterno, que no me volveré atrás de hacerles bien, y pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de mí.” Dios hace que perseveremos hasta el fin. Filipenses 1:6 “estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo”. Romanos 8:32-35-39 “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? V. 35-39 ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.”
4. Dios promete sanarnos cuando nos resbalamos. Oseas 14:4 “Yo sanaré su rebelión, los amaré de pura gracia; porque mi ira se apartó de ellos.” La ira de Dios se ha apartado de nosotros por la sangre de Cristo. Jesús satisfizo las demandas de la justicia de Dios pagando nuestra deuda hacia Dios. Ya no somos objetos de la ira de Dios porque Cristo apaciguó la ira de Dios con su sacrificio perfecto en la cruz. 1 Tesalonicenses 5:9 “Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo”. Amén.
VII. Viviendo bajo las Promesas de Dios en la Lucha contra el Pecado
1. Vivimos como la vida de Pedro y específicamente su caída y restauración nos recuerdan de la misericordia de Dios en tiempos de tentación y caídas en pecado. Nadie debe usar eso como una excusa para no velar y orar para que no entremos en tentación. Es un bálsamo el saber que Dios no solo ha prometido darnos victoria sobre el pecado y sobre Satanás, sino que también ha prometido que si fallamos y caemos en pecado Él nos restaurará. Y esto por amor a su nombre, en virtud del pacto de gracias.
2. Hoy podemos ver la vida del apóstol Pablo y al igual con lo que pasó con el apóstol Pedro, nos podemos identificar con las circunstancias de la vida de Pablo. ¿En qué aspecto? En su lucha contra el pecado. En Romanos 7:14-25 vemos a un genuino creyente, Pablo, luchando como luchamos nosotros contra el pecado. En la vida de Pedro tenemos la esperanza al ver la misericordia de Dios, su perdón y restauración. En el caso de Pablo vemos la obra de santificación de Dios en su pueblo. Su vida demuestra que nuestra lucha contra el pecado no es inconsistente con el estado de gracia o salvación, sino que es le evidencia de estar en un estado de salvación. El no creyente no lucha contra el pecado como pecado. Solo el creyente lucha contra el pecado por ser pecado y no por el castigo del pecado.
A. Dios Promete Darnos Su Espíritu
1. Exequiel 36:25-27 “Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré.
Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.
Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.” Aquí tenemos una descripción de la obra del nuevo nacimiento o regeneración. En el NT el pasaje paralelo al de Ezequiel lo es Juan 3:5 “Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.” De estos pasajes podemos ver lo que es la obra del nuevo nacimiento o regeneración. Veamos algunas características:
a. Es una obra que Dios hace de pura gracia. No es nuestra obra. Ni la merecemos.
b. Es una obra radical de tal manera que se asemeja a nacer por segunda vez.
c. Es una obra de purificación interna.
d. Es un cambio de corazón y por tanto de inclinación de la voluntad. Antes nos inclinábamos a toda clase de pecado, ahora deseamos desvestirnos de todo camino pecaminoso y deseamos caminar en justicia y santidad. Teníamos un corazón de piedra, es decir, endurecido a las cosas de Dios, insensible a toda la vida espiritual. Ahora tenemos un corazón de carne, sensible a las cosas de Dios y la vida espiritual.
e. Nuestra mente estaba ennegrecida por el pecado. Ahora tenemos la mente de Cristo para entender las cosas reveladas y deleite en ellas.
f. Es tan grande el cambio que Pablo nos dice que somos una nueva criatura o una nueva creación. Que antes estábamos muertos y ahora estamos vivos. El nuevo nacimiento o la resurrección espiritual precede al estar vivo. Nacemos de nuevo y tenemos fe.
g. Todo esto ocurre cuando el Espíritu Santo entra en nuestras vidas. Allí Dios toma posesión de nuestras vidas y hace de nuestro corazón su templo. Efesios 2:22 “en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.”
2. Dios ha prometido todo esto en el pacto de gracia desde el AT.
3. El don del Espíritu Santo como una parte fundamental del pacto de gracia es evidente en las constantes referencia al Espíritu de la promesa. Por ejemplo, en Gálatas 3:14 “para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.” Efesios 1:13 “En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,”.
4. ¿Por qué esto es importante? Porque estamos estudiando las promesas de Dios. Y la promesa del Espíritu Santo es la raíz de todo lo que Dios promete hacer en nosotros por la redención en Cristo. Sin la morada del Espíritu Santo no podemos disfrutar de otras bendiciones espirituales porque ellas son el fruto de Su morada dentro de nosotros. El Espíritu es las arras de nuestra herencia, la garantía de que el propósito eterno, irreversible y perfecto que Dios tiene con nosotros se cumplirá.
5. Dios desea que seamos consolados al de las referencias a la morada del Espíritu Santo en nosotros. Son demasiado para citarlas todas. Pero el énfasis es que debemos vernos como creyentes en quien habita permanentemente es Espíritu de Dios por la fe. Veamos algunos pasajes. Romanos 8:9, 11 “Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. V. 11 Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.” 1 Corintios 3:16-17 “¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.” 2 Corintios 6:16 “¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos”. Efesios 2:19, 22 “Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios V. 22 en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.” 1 Pedro 2:5 “vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo”.
B. Dios promete Santificarnos por Su Espíritu
1. Vemos que Dios no solo promete darnos su Espíritu, sino que Él también nos asegura que la morada de su Espíritu es permanente. Jesús dijo en Juan 14:16 “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre”. Es decir, Jesús asegura con su muerte y resurrección que el Espíritu Santo o el Espíritu de Cristo more permanentemente en nosotros. Y esto implica que Jesús asegura nuestra santificación.
2.Eso es lo que nos enseña Ezequiel 36:27 “Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.” Esa promesa fue repetida en Ezequiel 11:19-20 “Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne, para que anden en mis ordenanzas, y guarden mis decretos y los cumplan, y me sean por pueblo, y yo sea a ellos por Dios.” En el NT es repetida en Hebreos 8:10 “Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en la mente de ellos, Y sobre su corazón las escribiré”. Y en Hebreos 10:16 “Este es el pacto que haré con ellos Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, Y en sus mentes las escribiré”. La repetición implica que esto es importante. Hay un profundo interés en Dios es nuestra santificación. No es una opción en Dios. El santificará a su pueblo porque ese es su interés en nosotros. Pablo dice en Efesios 1:4 que hemos “sido escogidos desde la eternidad para ser santos y sin manchas delante de Él”.
3. Por tanto, esto es causa de consuelo hacia nosotros. Dios ha prometido repetidas veces en el AT y en el NT que Él nos va a santificar. Éxodos 19:6; Éxodos 31:13; Juan 17:19; 1 Corintios 1:30; 1 Tesalonicenses 5:23-24. Nadie entonces debe dudar de esa promesa. Hermanos, Dios no abandona su obra. Yo sé que todos nosotros vemos pecado en nuestras vidas. Que los triunfos espirituales son opacados por las derrotas espirituales. Y esto nos frustra. De eso habla David en el Salmo 30:6-7 “En mi prosperidad dije yo: No seré jamás conmovido, Porque tú, Jehová, con tu favor me afirmaste como monte fuerte. Escondiste tu rostro, fui turbado.” Pero Dios ha prometido santificarnos y Él logra su cometido. El cumple su promesa.
4. Ahora bien, algo súper importante hay que decir. Dios lleva a cabo esta obra al unirnos a Cristo. Él lo hace inicialmente y permanentemente en nuestra regeneración., pero también a través del todo de nuestra vida cristiana. Es el Espíritu Santo el vínculo de nuestra unión mística o misteriosa con Cristo, porque es por el Espíritu que Cristo imparte santidad de Su santidad, la de Cristo. Por el Espíritu disfrutamos de una verdadera unión espiritual con Cristo y de todas las gracias de Cristo como nuestro Mediador, Redentor, Salvador, Señor, Profeta, Sacerdote y Rey.
5. La Biblia nos habla de nuestra unión con Cristo en Juan 14:20 “En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros.”; 1 Corintios 12:13 “Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.”; Efesios 1:22-23 “y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo”.
6. Al estar unidos a Cristo es nuestra regeneración nosotros necesariamente participamos de Su muerte al pecado y Su resurrección a una vida nueva. Romanos 6:6-8, 11 “sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado.
Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él V. 11 Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro”. En otras palabras, hemos muerto al pecado, a su poder reinante pero también hemos resucitado a una nueva vida para ser celosos de buenas obras. Y esto en virtud de nuestra unión con Cristo.
7. No olvidemos esta gran verdad: Es de Cristo y Su perfecta santidad que nosotros obtenemos nuestra santidad, aunque imperfecta en esta vida. Su santidad es la raíz de nuestra santificación diaria, la cual resulta en el fruto de una siempre creciente santificación. La santificación es algo que Dios hace en nosotros. No es que Cristo la inicia y nosotros la continuamos y la perfeccionamos. La santificación es la obra de Dios de principio a fin. De perder esto de vista perdemos el fundamento de nuestro consuelo.
8. Así que cuando estudiemos las gracias espirituales que son necesarias para nuestra santificación recordemos que ellas no son prometidas a aquellos quienes se las ganan, o son dignos de ellas sino a aquellos que están unidos a Cristo por la fe.
C. Dios Promete Gracias Salvadoras para Nuestra Santificación
1. Para asegurarnos que Él nos santificará, Dios promete darnos las gracias espirituales que son necesarias para llevar a cabo nuestra santificación. Las gracias espirituales son inseparables de la morada del Espíritu mismo. Las disfrutamos como una parte necesaria de la obra soberana de Dios en santificarnos.
a. Dios promete darnos fe.
(1) Algo súper importante que debemos tener presente: La fe salvadora es una gracia madre. ¿Qué significa eso? Es la gracia de la cual todas las demás se alimentan. Por ella somos unidos a Cristo y recibimos todas las bendiciones espirituales. Así que Dios ha prometido dar fe a todos los que El desea salvar. Hechos 13:48 “y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna.”
(2) Pero si no tenemos fe, ¿qué podemos hacer? Ir a Cristo. Nuestra necesidad de fe nos da el “derecho” para usar las promesas de Dios porque ellas son hechas para los que las necesitan. Tenemos que hacer lo mismo que hizo la mujer de Caná en Marcos 7:24-30 “Levantándose de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón; y entrando en una casa, no quiso que nadie lo supiese; pero no pudo esconderse. Porque una mujer, cuya hija tenía un espíritu inmundo, luego que oyó de él, vino y se postró a sus pies. La mujer era griega, y sirofenicia de nación; y le rogaba que echase fuera de su hija al demonio. Pero Jesús le dijo: Deja primero que se sacien los hijos, porque no está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos. Respondió ella y le dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos, debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos. Entonces le dijo: Por esta palabra, ve; el demonio ha salido de tu hija. Y cuando llegó ella a su casa, halló que el demonio había salido, y a la hija acostada en la cama.” ¿Qué hizo? Ella sabía su gran necesidad y que solo Jesús podía satisfacerla. Ella no se amilanó de la respuesta primera de Jesús. Si no que rogó nuevamente creyendo en la misericordia de Jesús. En otras palabras, hay que ser persistente en el trono de la gracia. Hay que tocar la puerta y volverla a tocar y tocar insistentemente, incansablemente y esperar el tiempo que sea necesario. Dios desea eso de nosotros.
(3) La fe es necesaria en nuestra lucha contra el pecado. Solo por la fe en Cristo es que vencemos el pecado. 1 Juan 5:4-5 “Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.
¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?” ¿Pero el pasaje no habla del mundo no del pecado? Es cierto, pero ambos están relacionados y unidos. ¿Por qué? Porque el mundo está dominado por el pecado y está bajo el poder del padre de mentiras. Así que no es fe en general sino fe en Cristo Jesús, el Hijo de Dios, quien puede destruir las obras del maligno.
b. Dios promete darnos esperanza
(1) Hay una co-relación entre fe y esperanza. Por un lado, la fe es el fundamento de la esperanza, pero la esperanza nutre la fe. La fe cree en las promesas de las cosas que vendrán y la esperanza espera las cosas prometidas.
(2) ¡Cuán fácil decae nuestra esperanza! Es que nuestra esperanza muchas veces descansa en los hombres. Tenemos un problema con la luz, con el carro, con las citas médicas, etc. y esperamos en la fidelidad de las personas, en su consistencia, integridad, etc. Pero nuestra esperanza no debe ser puesta como dice el Salmo 146:3 “No confiéis en los príncipes, Ni en hijo de hombre, porque no hay en él salvación.” Es en Dios que debemos poder nuestra esperanza. Salmo 146:5 “Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob, Cuya esperanza está en Jehová su Dios”. Nuestra esperanza es Dios mismo. Dios se da a nosotros mismos como una esposa se da a su esposo, totalmente. “Yo seré tu Dios y el Dios de tu simiente”. Génesis 17:7. Por eso Colosenses 1:27 dice: “Cristo en vosotros, la esperanza de gloria,”. El planta la esperanza en nuestros corazones al persuadirnos de que El cumplirá todas sus promesas.
(3) El fundamento de las promesas lo es su palabra. Salmo 119:49 “Acuérdate de la palabra dada a tu siervo, En la cual me has hecho esperar.”
(4) Dios nos da esperanza en la revelación de sus atributos, sus perfecciones.
(a) El primer atributo: la gracia de Dios. Dios es lleno de gracia. Es un Dios de gracia. Y su gracia es su favor inmerecido a nosotros. Un favor que es libre en darlo.
(b) El segundo atributo lo es: su poder infinito. Dios pude hacer lo que promete.
(c) El tercero lo es la verdad de Dios. Sabemos que Dios es un Dios de verdad y que El cumple su palabra.
(d) El cuarto: su sabiduría inescrutable. Dios sabe más y debemos aprender a descansar en esto. Él sabe lo que necesitamos, cuando lo necesitamos y sabe cundo es el tiempo para cumplir sus promesas de tal manera que redunde en su mayor gloria y lo mejor para nosotros.
c. Dios promete darnos obediencia.
(1) Por causa de nuestra regeneración Dios ha cambiado nuestra disposición, nos ha dado un corazón que le ama y desea agradarle en obediencia a su palabra. Un creyente tiene la habilidad y la inclinación de obedecer a Dios y le obedece. Pero todavía hay pecado remanente en nuestras vidas.
(2) Un punto importante que tener presente. La santificación es una gracia, pero también es un deber. Dios nos ha desvestido del viejo hombre y nos ha vestido del nuevo, el cual es Jesucristo. Esa es su gracia. Pero nosotros también debemos desvestirnos del viejo hombre caracterizado por la desobediencia y vestirnos de Cristo es actos diarios de obediencia. 1 Corintios 16:13 “Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos.” Efesios 6:16, 18 “Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos;” Filipenses 2:12-13 “ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.” Efesios 4:22-24 “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.”
(3) Dios ha prometido hacernos obedientes a Él. Ezequiel 36:27 “Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.” Y por tanto nos capacita a morir más y más al pecado y vivir más y más a la justicia. Nuestra trayectoria es siempre hacia arriba, aunque reconocemos que a veces caemos. Eclesiastés 7:20 “Ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque.”
(4) Otro punto importante que aclarar. Aunque la santidad es un deber, así como una gracia, nuestra aceptación delante de Dios descansa por nosotros estar en Cristo. No por Cristo y lo que yo hago. Si no Cristo solamente. Ahora bien, ese Cristo hace algo en mí, me capacita, me incita y me mueve a vivir en obediencia a Dios, sin destruir nuestra responsabilidad.
d. Dios promete darnos arrepentimiento.
(1) Si fallamos Dios no solo promete tener misericordia de nosotros y restaurarnos, sino también darnos arrepentimiento para vida, verdadero, y con ello: confesión de pecado, dolor por el pecado, mortificación del pecado y apartarnos del pecado.
(2) El arrepentimiento es una gracia salvadora. Es un don de Dios. Hechos 5:31 “A éste, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados.” Hechos 11:18 “¡De manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida!”
(3) Dios promete hacernos confesar nuestros pecados. Pero no nos olvidemos lo que nos enseña 1 Juan 1:9 “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” La promesa de perdón y limpieza es condicionada a la confesión. Salmo 32:5 “Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; Y tú perdonaste la maldad de mi pecado.” Pero si Dios ha prometido darnos arrepentimiento entonces Él ha prometido indirectamente llevarnos a confesarlos.
(4) El promete entonces hacer que el pecado nos duela. Eso está implicado en un corazón de carne. El corazón de piedra es insensible a Dios, pero el de carne se duele al ofender a Dios. Zacarías 12:10 “Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito.”
(5) De igual manera Dios promete mortificar nuestro pecado, es decirlo, hacerlo morir.
(6) Dios promete que nos apartaremos del pecado hacia Dios mismo. Jeremías 24:7 “Y les daré corazón para que me conozcan que yo soy Jehová; y me serán por pueblo, y yo les seré a ellos por Dios; porque se volverán a mí de todo su corazón.”
¿Qué consuelo nos dan estas promesas? Nos dan el consuelo que, aunque nosotros vemos pecado en nuestras vidas, y que a veces pecados que creíamos que habían sido vencidos regresan nuevamente, podemos estar seguros que el pecado no nos vencerá porque Dios nos ha prometido fe, esperanza, arrepentimiento y obediencia a sus mandamientos con un corazón sincero. Y que Dios ha prometido hacernos semejantes a Cristo en santidad.
VIII. Usando las Promesas de Dios en nuestra Búsqueda de la Santidad
1. Hemos visto que Dios ha prometido fortalecernos en nuestra lucha contra el pecado. De igual manera Dios ha prometido fortalecernos y capacitarnos para poder vestirnos del nuevo hombre.
2. Uno de los problemas que muchos de nosotros enfrentamos en nuestra vida cristiana es el hecho de que se nos olvida cuál es la relación que hay en el desvestirnos del viejo hombre y el revestirnos del nuevo hombre. La Biblia nos dice que nuestra lucha contra el pecado debe ser acompañada con nuestra lucha para vivir en justicia. Veamos. Romanos 6:13 “ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.” No solo debemos dejar de usar nuestros cuerpos como instrumentos para el mal sino usarlos como instrumentos para el bien. Romanos 12:2 “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” El llamado no es solo a no conformarnos a este siglo sino también a renovar nuestra mente según la voluntad de Dios. Pero Pablo no se limita a darnos principios generales. El da ejemplos específicos de lo que quiere decir. En Efesios 4:25, 28 “Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo. El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje”. Colosenses 3:8-10 “Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó”.
3. Sabemos que nuestra lucha contra el pecado, llamada por Pablo la mortificación de la carne o naturaleza pecaminosa no puede ser en nuestro poder. De igual manera, el vestirnos del nuevo hombre, llamado en teología la vivificación del nuevo hombre, tampoco puede ser logrado en nuestras fuerzas. Solo el Espíritu Santo puede vivificar nuestra naturaleza para poder caminar en santidad. Pablo dijo en Romanos 7:19 “Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.” Lo mismo dijo en el versículo anterior, V. 18 “Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.” Sin la gracia de Dios no podemos hacer morir el pecado ni tampoco vivir para la justicia delante de Dios.
4. Hay un punto importante que tener presente. Nosotros no debemos poner nuestra mirada en Cristo para que El bendiga lo que hacemos. Esa no es la enseñanza bíblica. Si lo hacemos es creer que tenemos el poder de hacerlo y que solo esperamos que Él nos ayude en nuestro esfuerzo por ser santos. Lo correcto es confiar en la presencia y el poder de Su morada en nosotros por su Espíritu Santo. Nuestra mirada es en la presencia y en el poder santificador de Cristo en nosotros. Parece lo mismo, pero no lo es. Fíjate como Pablo lo pone en Gálatas 2:20 “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios”. Cristo no solo vive en mí sino que su vida misma crece dentro de nosotros. Pablo dice que Cristo está siendo formado en nosotros. Y por eso no podemos poner nuestra mirada en nuestras habilidades sino poner nuestra fe en lo que Él ha prometido hacer en nosotros, santificarnos. Nuestro deseo y habilidad proviene de Él. Como dijo Pablo, “es Dios quien produce el querer como el hacer según su voluntad”, Fil. 2:13.
5. Así como la santificación es una gracia lo es también un deber. Reconocemos que es Dios quien produce el querer como el hacer por su buena voluntad pero también reconocemos nuestra responsabilidad en “ocuparnos en nuestra salvación con temor y temblor”.
6. ¿Cómo nosotros cumplimos nuestra responsabilidad de buscar la santidad sin descansar en nuestras fuerzas? La respuesta es por el uso de los medios de gracia que Él ha instituido y que ha prometido bendecir. Debemos ser diligentes en el uso de los medios de gracia. La vida de la santidad es inseparable de una vida de consagración a Dios. Es el fruto de la bendición de Dios en nuestro esfuerzo concentrado en crecer en el conocimiento y la gracia de Dios.
7. Pero hay un problema que debemos enfrentar.
A. Nuestra Resistencia a Usar los Medios de Gracia
1. Hay una tendencia natural en nosotros producto del pecado remanente que nos lleva a resistir el uso de los medios de gracia. Busquemos 2 Reyes 5:1-14. Naamán esperaba que Eliseo le pidiera que hiciera algo grande y extraordinario para sanar su lepra. Que hiciera algo tal vez nunca visto. Lavarse en el río Jordán era poca cosa, algo trivial. Pero allí encontró sanidad. Nosotros somos cual Naamán con respecto a nuestros deberes espirituales. Dios ha establecido los medios de gracia como medios de santificación que nos capacitan a hacer morir el pecado en nuestras vidas y vivir para la justicia. Los medios de gracia son: la oración, la lectura de la Biblia, participar en las ordenanzas del ministerio de la Palabra y los sacramentos y la comunión de los santos. Algunos no valorizan estos medios de gracia. Saben que son medios de gracia, pero piensan que no son suficientes y que necesitan por tanto buscar hacer algo nuevo, extraordinario, nunca visto, posiblemente de las palabras de un nuevo gurú (llamado hoy día profeta) que les diga lo que sí funciona. O lo que mayormente hacemos es que nos sumergimos solo dos o tres veces en el río de los medios de gracia y como no vemos un cambio inmediato entonces dejamos de usarlos consistentemente.
2. ¿Qué debemos hacer? Debemos orar y trabajar contra nuestra flojera espiritual, nuestra falta de fe, y ser diligentes en el uso de los medios de gracia. En esto hermanos debemos creer que así como Dios estableció esos medios de gracia Él ha prometido bendecirlos. No debemos dudar de su sabiduría ni de su fidelidad sino serles fieles y celosos en usarlos para la gloria de Dios.
B. El Medio de la Oración
1. De todos los deberes espirituales para nuestro crecimiento el que tenemos más dificultad es la oración. No debería ser así. ¿Por qué? Porque la disponibilidad de la oración es grande. Si no podemos leer porque no tenemos una biblia a la mano, o ya nuestros ojos no ven bien aun así podemos orar. Si no podemos ir a la iglesia por estar enfermos siempre podemos orar. Es más no necesitamos hablar en voz alta para poder orar solo usar nuestros pensamientos. Aun así es el medio de gracia que más descuidamos.
2. Dios nos ha dado grandes promesas en relación con la oración que nos motivan e impulsan a la oración. Por ejemplo, Dios ha prometido:
a. mover nuestros corazones a orar. Dice el Salmo 10:17 “El deseo de los humildes oíste, oh Jehová; Tú dispones su corazón, y haces atento tu oído”. Es importante porque aunque queremos orar también no queremos orar.
b. ayudarnos a orar y en la oración. Romanos 8:26 “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.” Dios no ha dado su Espíritu el cual no solo nos impulsa a orar sino que dirige nuestras oraciones. Nos enseña los qué hemos de pedir, es decir, nos ayuda a elegir las palabras para la oración y las emociones que deben acompañar esas peticiones o súplicas.
c. escuchar nuestras oraciones. Zacarías 13:9 “El invocará mi nombre, y yo le oiré”. Salmo 65:2 “Tú oyes la oración”.
d. contestar nuestras oraciones. Salmo 34:4, 6, 17: “Busqué a Jehová, y él me oyó, Y me libró de todos mis temores. V. 6 Este pobre clamó, y le oyó Jehová,
Y lo libró de todas sus angustias. V. 17 Claman los justos, y Jehová oye,
Y los libra de todas sus angustias.”
e. hacernos crecer por medio de la oración. Lucas 11:13 “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?”. Es la intension de Dios darnos su Espíritu para santificarnos.
3. La palabra de Dios como un medio de gracia. Aun antes de la lectura de la palabra, Dios nos dio su palabra predicada como un medio de gracia. Es interesante que hoy día no se enfatiza tanto como debería ser. Antes de que la palabra de Dios fuera redactada, la palabra de Dios predicada era el medio de gracia por excelencia. La lectura de la biblia es importante, pero la predicación tiene preeminencia según la revelación de Dios. “Agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación”. 1 Corintios 1:21. Dice Pablo en Romanos 10:17 “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.” Pero Dios también ha hecho la lectura de la palabra un medio de gracia y salvación. Juan 20:30-31 “Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro.
Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre.” La palabra de Dios es un medio de santificación lo vemos en Juan 17:17 “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.” Por tanto, Dios nos ha dado su palabra para que sea un medio de gracia en nuestras vidas. Y este medio de gracia Dios nos ha dado una revelación completa y suficiente para el todo de nuestra vida. Para toda necesidad en la vida la palabra de Dios es suficiente. Como la guía de nuestra vida, la palabra de Dios es suficiente. 2 Timoteo 3:16-17 “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.” Por ejemplo:
a. es una guía luchar contra el pecado. Salmo 119:11 “En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti”.
b. es una guía en nuestras aflicciones. Salmo 119:50 “Ella es mi consuelo en mi aflicción, Porque tu dicho me ha vivificado.”
c. es guía si somos tentados a poner nuestra felicidad en las riquezas. Salmo 119:72 “Mejor me es la ley de tu boca Que millares de oro y plata.”
Podemos seguir multiplicandos pasajes bíblicos que nos enseñanza que la palabra de Dios satisface todas nuestras necesidades de guianza en la vida del cristiano. Claro está hay unos límites. Y a veces esos límites se ignoran en muchas iglesias de hoy día. Por ejemplo, ¿es mi guía la biblia en mi búsqueda de una compañera o compañero para mi vida? Sí, absolutamente sí. ¿Te va a dar el nombre de ella o de él? No. El nombre no es importante: se puede llamar Sinforoso o Sinforosa, eso no es importante ni esencial. Pero sí que sea una mujer u hombre cristiano, que sea una persona que busque resolver los problemas bíblicamente, que sea proveedor de la familia, que sea hacendosa, que sepa gobernar su casa, amar a su esposo y criar niños, que ame a su esposa como Cristo amó a la iglesia, que respete los roles bíblicos establecidos por Dios para el matrimonio, etc. ¿Y en mi búsqueda de trabajo es la Biblia una guía suficiente? Sí, absolutamente sí. ¿Te va a decir el nombre de la compañía? No. El nombre de la compañía no es importante. ¿Te va a decir el nombre del pueblo, del estado o del país? No. No es absolutamente importante el nombre. Pero sí te guiará a que sea un trabajo lícito, que te permita proveer para ti, tu familia, tu iglesia, para tu nación, que te permita vivir con dignidad, que sea cónsono con los dones que Dios te ha dado, que no te aparte de Dios ni de la iglesia, que no seas adicto al trabajo, que no sea mediocre en el trabajo, etc. En todo esto Dios espera que uses los principios generales de la palabra de Dios, el consejo de líderes maduros como tu pastor, los ancianos o cualquier creyente maduro en la fe que pueda darte palabra de Dios.
4. Dios nos ha dado los sacramentos como medios de gracia para nosotros. Por medio del bautismo Dios nos sella los beneficios del pacto de gracia. Romanos 4:11 “Y recibió la circuncisión como señal, como sello de la justicia de la fe que tuvo estando aún incircunciso; para que fuese padre de todos los creyentes no circuncidados, a fin de que también a ellos la fe les sea contada por justicia;” Cada vez que veamos pecado en nuestras vidas recordémonos que hemos sido bautizados por un Espíritu en un cuerpo. Le pertenecemos a Dios y El no desecha su pueblo. Y aunque a veces lo dudamos al ver nuestro pecado, Sí Dios nos ha santificado y nos sigue santificando. Y la Santa Cena es un medio de participar de Cristo y los beneficios de su mediación y salvación. 1 Corintios 10:16 “La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?”.
5. La comunión de los santos es un medio de gracia también. El congregarnos es medular y fundamental en la vida cristiana. Tan importante es que el autor de Hebreos los enfatiza así en Hebreos 10:24-25 “Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.”
6. Ahora bien, los medios de gracia no poseen poder por sí mismo. Es la presencia de Cristo que los hace eficaces para salvación. Es la bendición de Cristo y la obra del Espíritu Santo sobre ellos que hace que sean medios de gracia. Mateo 28:20 “he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” 1 Corintios 3:5-7 “¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis creído; y eso según lo que a cada uno concedió el Señor. Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento.”
SOLI DEO GLORIA