Hechos 4:19 “19 Mas Pedro y Juan respondieron diciéndoles: Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios;”
Amada iglesia en el estudio de este pasaje que comenzamos el domingo pasado señalamos que podemos ver por los menos tres cosas importantes del mismo: 1. Que es nuestro deber obedecer las autoridades superiores. 2. Que en algunas circunstancias es nuestro deber desobedecer las autoridades superiores y 3. ¿Cómo Jesús, los apóstoles y la iglesia primitiva lo hicieron?
El domingo pasado estudiamos la primera. Y allí recordamos que es el deber de todo ser humano y de todo creyente obedecer a las autoridades superiores, es decir, el Magistrado civil o el gobierno. La base de esto descansa en que es Dios quien instituye el gobierno. La autoridad que posee el gobierno no deriva del pueblo sino de Dios mismos. Claro está, reconocemos que la forma que ese gobierno adquiere varia de nación a nación y que esa forma debe su origen a la creación del pueblo. Eso lo vemos claramente tanto en el gobierno de los EE. UU. como en el gobierno de Puerto Rico. Por eso el apóstol Pedro 1 Pedro 2:13-14 (diciendo esencialmente lo mismo que dice Pablo en Romanos 13) nos dice “13 Por causa del Señor someteos a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior, 14 ya a los gobernadores, como por él enviados para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen bien.” En un sentido el gobierno es una institución humana. La forma en que se crea varia de nación a nación pero su autoridad última descansa en Dios quien lo creó.
Así que de Hechos 4:19 podemos ver que es justo delante de Dios obedecer a las autoridades superiores. Aunque estas autoridades sean impías, aunque lo que legislen sea difícil, molestoso y oneroso (como cuando legislan que tenemos que pagar impuestos), aún así somos llamados a obedecer a las autoridades superiores. Pero su autoridad es delegada por Dios mismos y él tiene la responsabilidad de dar cuentas ante Dios de su autoridad delegada. Somos llamados a obedecer.
¿Pero cuando el gobierno no solo ordena leyes difíciles, molestosas y onerosas sino que traspasa sus límites establecidos por Dios cuál es nuestro deber? ¿Debemos siempre obedecer? ¿Cuándo sí y cuándo no?
A la luz de Hechos 4:19 hay algunas circunstancias en que es el deber del cristiano desobedecer al estado.
II. En algunas circunstancias es nuestro deber desobedecer las autoridades superiores
Mira como lo dice Pedro: En lo que piden, en lo que se nos ordena de que “en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús.”, dice Pedro “No es justo obedecer a ustedes antes que a Dios”. Es decir, aunque somos llamados a obedecer a las autoridades superiores, al gobierno civil, o todos aquellos que estén en autoridad sobre nosotros, nuestra obediencia es primeramente a Dios. Si te das cuenta tales palabras significan que nuestra obediencia a Dios está por encima de la obediencia a los hombres. Y en el contexto significa que no podemos obedecerles si nos prohíben algo que Dios nos ha ordenado. Y si nos prohíben hacer algo que Dios nos ha ordenado no nos queda otro remedio que desobedecer tal orden humana. Por eso cuando se les prohibió predicar acerca de Jesús y de la resurrección ellos dijeron V. 20 “20 porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído.” Y aunque Dios nos llama a obedecer a las autoridades civiles también Dios nos llama a desobedecerlas cuando ellas nos ordenan a no hacer lo que Dios manda o a hacer lo que Dios prohíbe. Esta es la base de la desobediencia civil bíblica.
Fíjate que Pedro da a entender que tal desobediencia no es opcional para el cristiano. Al decir en el V. 20 “no podemos dejar” está diciendo: esto no es una opción para nosotros. Si tu me dices que debo pagar por el gasto de agua que se consuma en la iglesia, o de luz o impuestos de la propiedad al Crim, con eso no hay problema alguno. Pero no nos puedes prohibir predicar lo que hemos visto y oído, si nos prohíbes predicar la Palabra te tenemos que decir que no podemos hacer eso: “no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído.” No es una opción para nosotros porque no es justo delante de Dios que los obedezcamos a ustedes antes que a Dios.
¿Cómo reaccionó el sanedrín? V. 21 “Ellos entonces les amenazaron y les soltaron, no hallando ningún modo de castigarles, por causa del pueblo”. El sanedrín esperaba que los apóstoles se acobardaran y cumplieran la orden que les dieron. ¿Cumplieron los apóstoles? Claro que no. En Hechos capítulo 5 se nos narra que cuando los apóstoles son nuevamente apresados y Dios los saca de la cárcel milagrosamente y regresan a enseñar en el templo el jefe de la guardia los busca pero esta vez los trae al sanedrín sin violencia y el sumo sacerdote les dice en Hechos 5:28 “28 ¿No os mandamos estrictamente que no enseñaseis en ese nombre? Y ahora habéis llenado a Jerusalén de vuestra doctrina, y queréis echar sobre nosotros la sangre de ese hombre.” ¿Cómo respondieron los apóstoles a la interrogación? V. 29 “29 Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.” Los apóstoles desobedecieron la orden de no predicar el evangelio. ¿Por qué? Porque para ellos como para cualquier cristiano Dios está por encima de todos. Y cuando hay un conflicto de obediencias el cristiano sabe que debe obedecer a Dios antes que a los hombres. Y si es necesario debe desobedecer a las autoridades civiles, es decir, al gobierno. Tal desobediencia al estado, al gobierno civil, es obediencia a Dios.
Y esto nos recuerda que nuestro amor supremo lo es a Dios antes que a cualquier criatura. Dice Marcos 12:30-31 “Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. 31 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.” El cristiano no puede sino amar a Dios sobre todas las cosas. Yo le amo porque Él me ha amado primero “y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.” (1 Juan 4:10).
¿Pero tal desobediencia nos podría llevar a la cárcel u otro castigo incluyendo multas? La respuesta es que eso es posible. Los apóstoles sufrieron cárceles por su desobediencia civil. Fueron perseguidos. Algunos fueron asesinados.
Ellos supieron cómo hacerlo.
III. ¿Cómo Jesús, los apóstoles y la iglesia primitiva lo hicieron?
Jesús, los apóstoles y la iglesia primitiva practicaron la desobediencia civil. ¿Cómo lo hicieron?
A. ¿Cómo lo hizo la iglesia primitiva?
Cuando los romanos conquistaban a los pueblos no les prohibían que estos siguieran adorando a sus dioses. Los cristianos en la iglesia primitiva no fueron perseguidos por ser meramente cristianos y creer que Jesús es Dios y que la salvación es por gracia y no por obras. A los romanos no les molestaba ni les importaba eso. En el imperio romanos tú podías creer prácticamente cualquier religión sin prácticamente tener problemas. Pero el estado requería de todos sus súbditos, alguna que otra vez, ofrecieran incienso al emperador romano como un dios. Y tenían que proclamar Kyrios Cesar (César es el Señor). ¡Eso es todo! Para un cristiano es: ¡imposible tal declaración! Y por no hacerlo fueron llevados al circo para ser despedazados por las fieras. Nerón los guindaba de postes y los encendía en fuego para alumbrar sus jardines de noche. La iglesia primitiva practicó la desobediencia civil. Para ellos obedecer a Dios es más importante que su misma vida. Ellos hicieron suyos las palabras de Jesús en Lucas 14:26 “26 Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo.” Un creyente aborrece su vida, es decir, ama a Jesús por encima de su propia vida.
Pero no solo la iglesia primitiva practicó la desobediencia civil sino también Pablo además de Pedro. Veamos.
B. Los apóstoles ejemplificados por Pablo
1. Hechos 23:1-7 “1 Entonces Pablo, mirando fijamente al concilio, dijo: Varones hermanos, yo con toda buena conciencia he vivido delante de Dios hasta el día de hoy. 2 El sumo sacerdote Ananías ordenó entonces a los que estaban junto a él, que le golpeasen en la boca. 3 Entonces Pablo le dijo: ¡Dios te golpeará a ti, pared blanqueada! ¿Estás tú sentado para juzgarme conforme a la ley, y quebrantando la ley me mandas golpear? 4 Los que estaban presentes dijeron: ¿Al sumo sacerdote de Dios injurias? 5 Pablo dijo: No sabía, hermanos, que era el sumo sacerdote; pues escrito está: No maldecirás a un príncipe de tu pueblo. 6 Entonces Pablo, notando que una parte era de saduceos y otra de fariseos, alzó la voz en el concilio: Varones hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseo; acerca de la esperanza y de la resurrección de los muertos se me juzga. 7 Cuando dijo esto, se produjo disensión entre los fariseos y los saduceos, y la asamblea se dividió.” No olvidemos que Pablo está detenido ilegalmente. A él se le violaron sus derechos como ciudadano romano. La autoridad es legal pero el procedimiento es ilegal. Pablo estaba nuevamente ante el sanedrín, la corte o concilio judío. Y cuando comienza a presentar su defensa el sumo sacerdote le ordena a los que estaban junto a él que le dieran en la boca. A lo cual Pablo responde V. 3 “3 Entonces Pablo le dijo: ¡Dios te golpeará a ti, pared blanqueada! ¿Estás tú sentado para juzgarme conforme a la ley, y quebrantando la ley me mandas golpear?” ¿Qué principios podemos ver aquí?
a. todos tenemos derecho a defendernos en las cortes.
b. las cortes están sujetas a la ley de Dios. Ellos deben actuar en conformidad a la ley y no estar por encima de la ley. La ley tiene autoridad sobre las cortes, el gobierno y el estado. Ningún gobierno tiene la autoridad de estar por encima de la ley. La ley es rey y no el gobierno es rey.
c. es nuestro deber como cristianos respetar a las autoridades superiores. V. 5 “escrito está: No maldecirás a un príncipe de tu pueblo.” Esto es una cita de la ley civil del AT en Éxodos 22:28 que establece el principio de honrar y respetar a aquellos que están en autoridad sobre nosotros.
d. en nuestra defensa debemos tener una estrategia. Es decir, debemos y podemos defendernos con toda estrategia y astucia: divide y conquista. V. 6-7 “6 Entonces Pablo, notando que una parte era de saduceos y otra de fariseos, alzó la voz en el concilio: Varones hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseo; acerca de la esperanza y de la resurrección de los muertos se me juzga. 7 Cuando dijo esto, se produjo disensión entre los fariseos y los saduceos, y la asamblea se dividió”.
2. Hechos 25:10-12 “10 Pablo dijo: Ante el tribunal de César estoy, donde debo ser juzgado. A los judíos no les he hecho ningún agravio, como tú sabes muy bien. 11 Porque si algún agravio, o cosa alguna digna de muerte he hecho, no rehúso morir; pero si nada hay de las cosas de que éstos me acusan, nadie puede entregarme a ellos. A César apelo. 12 Entonces Festo, habiendo hablado con el consejo, respondió: A César has apelado; a César irás.” Pablo tenía una doble ciudadanía: era judío y era ciudadano romano también. Al igual que nosotros para bien o para mal. Vemos aquí cómo Pablo utiliza su derecho como ciudadano romano para la protección de las leyes. El procurador romano Festo estaba violando la ley romana al detener a Pablo por dos años sin juicio por congraciarse con los judíos; esto fuerza a Pablo a apelar al César. Así que para Pablo el gobierno no es un mal necesario como diría San Agustín o Abraham Kuyper sino una institución humana establecida por Dios para preservar el orden, la ley y la justicia.
C. Y qué podemos decir de Jesús.
1. Jesús mismo enseña que el pueblo judío tenía que obedecer las autoridades eclesiásticas de la época, pero con una condición. Mateo 23:2-4 “2 En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. 3 Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen. 4 Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas.”
2. Jesús ante Pilatos en Juan 19:9-11 “9 Y entró otra vez en el pretorio, y dijo a Jesús: ¿De dónde eres tú? Mas Jesús no le dio respuesta. 10 Entonces le dijo Pilato: ¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para crucificarte, y que tengo autoridad para soltarte? 11 Respondió Jesús: Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba; por tanto, el que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene.” Jesús le dice a Pilato que su autoridad sobre Él fue delegada “si no te fuese dada de arriba”. Así mismo dijo Pablo. Pero lo interesante del caso es el silencio de Jesús ante la autoridad de Pilato. ¿Por qué no contestó? Jesús no contestó porque su caso ya había sido ventilado. Pilato no había encontrado nada digno de muerte en Jesús. V. 6b “Tomadle vosotros, y crucificadle; porque yo no hallo delito en él.” Aún así Jesús se sometió a un procedimiento ilegal y vicioso para nuestra salvación.
Así que Dios nos llama a obedecer a las autoridades superiores, es decir, al estado. Pero hay momento en cuanto desobedecer es un deber. Para ello debemos recordar que nuestro amor y obediencia a Dios es supremo sobre todas las cosas y sobre toda institución humana. Para nosotros Dios es primero y agradarle a Él es más grande que agradarnos a nosotros mismos. Obedecer a Dios va por encima de obedecer a los hombres.
Lamentablemente el gobierno en nuestros días se está atribuyendo poderes que van por encima de los que Dios les ha delegado. ¿Qué podemos hacer nosotros al respecto?
1. Debemos orar por el gobierno. 1 Timoteo 2:1-2.
2. Debemos demostrarles que somos ciudadanos ejemplares que obedecemos la leyes aunque sean onerosas y difíciles de cumplir. Como aquellos que pagamos nuestros impuestos. Tito 3:1 “1 Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que obedezcan, que estén dispuestos a toda buena obra.” Al decir: recuérdales Pablo nos enseña que por causa del pecado y una equivocada creencia acerca del Señorío de Cristo ha llevado a la iglesia a menospreciar a las autoridades superiores. Por eso Pablo les recuerda que el hecho de que sean cristianos no les libra de obedecer al gobierno.
3. Debemos influenciar al gobierno. Somos llamados a ser la luz del mundo y la sal de la tierra. Debemos alumbrar a todos y debemos sazonar a todos con la Verdad del evangelio y de toda Verdad dada por Dios en todas las áreas de la vida. No seamos como decía Bruce Lee en su supuesta filosofía de vida: seamos agua. Jesús nos dice se sal y se luz. Busca estar salado con la sal del evangelio.
4. Debemos seguir predicando el evangelio porque solo el evangelio cambia las vidas. Pero para ello necesitamos recuperar nuestra plena confianza de la Palabra de Dios. Debemos creer en su inerrancia, en su infalibilidad, en su inspiración verbal y plenaria. Y debemos vivir como ciudadanos del reino de los cielos.
5. Pedro pudo decir lo que dijo sabes por qué porque él estaba lleno del Espíritu Santo. Hechos 4:8. Esa llenura es el fruto de la comunión con Cristo en donde dejamos que la Palabra de Dios more ricamente en nuestros corazones y nos moldee según su voluntad. Esa es la base para poder ser fieles a Dios por encima de la autoridad de los hombres.
Y por último, 6. No debemos temer a los hombres. Ellos solo pueden tomar nuestro cuerpo por un poco de tiempo pero jamás para siempre. Porque Cristo compró nuestro cuerpo y nuestra alma con su preciosa sangre. Mi cuerpo y mi alma están unidos a El espiritual pero realmente. Y yo soy de Él y Él es mío para siempre. Amén.