Primera Iglesia Presbiteriana Ortodoxa: Jesús es la Verdad

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Sermón: Mateo 12:22-32 La Blasfemía contra el Espíritu Santo

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Sermón: Mateo 12:22-32 La Blasfemía contra el Espíritu Santo Pastor Roberto Quinones Cardona

Mateo 12:22-32 “22 Entonces fue traído a él un endemoniado, ciego y mudo; y le sanó, de tal manera que el ciego y mudo veía y hablaba. 23 Y toda la gente estaba atónita, y decía: ¿Será éste aquel Hijo de David? 24 Mas los fariseos, al oírlo, decían: Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe de los demonios. 25 Sabiendo Jesús los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá. 26 Y si Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo está dividido; ¿cómo, pues, permanecerá su reino? 27 Y si yo echo fuera los demonios por Beelzebú, ¿por quién los echan vuestros hijos? Por tanto, ellos serán vuestros jueces. 28 Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios. 29 Porque ¿cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte, y saquear sus bienes, si primero no le ata? Y entonces podrá saquear su casa. 30 El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama. 31 Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. 32 A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero”.

 

            La oposición al Señor Jesús ha seguido creciendo. Tan seria es la oposición que Jesús les advierte que pueden estar cometiendo el pecado imperdonable. Jesús nos dice que hay pecados que son perdonables. Obviamente si hay genuino arrepentimiento. Pero hay también un pecado que es imperdonable.  Que Dios mismo ha dicho que jamás será perdonado ni en esta vida ni en la vida venidera.

            ¿Cuál es ese pecado imperdonable? Jesús lo llama la blasfemia contra el Espíritu Santo. ¿Qué es ese pecado? ¿Quiénes son los que lo han cometido? ¿Algún amigo mío, o familiar: sea hijo(a) o cónyuge ha sido culpable de cometer ese pecado? ¿He cometido yo ese pecado? De eso vamos a predicar en el día de hoy. Veremos tres puntos. 1. ¿Cuál es el contexto del pasaje que propicia tal conversación? 2. ¿Qué es la blasfemia contra el Espíritu Santo? 3. ¿Quiénes pueden cometerlo?

I. ¿Cuál es el contexto del pasaje que propicia tal conversación?

            Mateo no nos dice cuándo ocurrió el incidente. Solo se limita a decir: “entonces”. V. 22-23 22 Entonces fue traído a él un endemoniado, ciego y mudo; y le sanó, de tal manera que el ciego y mudo veía y hablaba. 23 Y toda la gente estaba atónita, y decía: ¿Será éste aquel Hijo de David? Si te das cuenta Mateo va a toda prisa en su narración. La obra de sanidad él la discute de una manera bien corta porque él está interesado en cubrir el tema de la blasfemia contra el Espíritu Santo. Este es un tema sumamente importante. Verdaderamente serio.

            Ahora bien, el contexto es el siguiente. Le traen a Jesús a un endemoniado, a una persona poseída por un demonio. Y aparentemente el demonio provocó que esta persona estuviera ciega y muda. Había afectado dos de los 5 sentidos. Y de una manera sencilla nos dice Mateo que Jesús le sanó. No nos dice cómo lo hizo. Pero sí nos dice dos cosas importantes. Una, que la obra de sanidad fue completa y perfecta. “le sanó, de tal manera que el ciego y mudo veía y hablaba”.  Y aunque Mateo no nos dice cómo lo hizo, lo que hizo fue algo grande, fue verdaderamente impresionante. Lo sabemos por la reacción de la gente. “Toda la gente estaba atónita”. No lo podían creer. Era algo tan grande que se dieron cuenta que era algo sobrenatural. Al punto de preguntarse: “¿será éste aquel Hijo de David?”. ¿Será aquel Hijo de David que Dios había prometido en el AT y cuyo reino no tendría fin? En otras palabras: ¿será éste el Mesías prometido?

            A lo cual respondieron los fariseos. V. 24 “24 Mas los fariseos, al oírlo, decían: Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe de los demonios”. Fíjate que hay un contraste. “Toda la gente… mas los fariseos”. Viendo lo que había ocurrido. Viendo que Jesús realmente había sacado un demonio del cuerpo de esa persona. Viendo el milagro con sus propios ojos. Y reconociendo que eso era así y no fantasía. Dicen: “Este” [y la palabra éste es en forma de desprecio] no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe de los demonios”. Ya habíamos visto esa palabra. La palabra Beelzebú es una palabra filistea. Está compuesta de Beel que proviene de la palabra: Baal que significa Señor. Y la palabra zebú proviene de la palabra moscas. Así que Beelzebú significa literalmente el Señor de las moscas. Y es sinónimo de Satanás mismo. En otras palabras, los fariseos, aunque vieron el milagro y no lo podían refutar ni negar, dijeron con profunda convicción que Jesús expulsó el demonio por el poder mismo de Satanás.

            A lo cual Jesús les contesta con dos puntos. V. 25-26 “25 Sabiendo Jesús los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá. 26 Y si Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo está dividido; ¿cómo, pues, permanecerá su reino?”. Piensen por un momento lo absurdo de lo que dicen. Si yo hago este milagro de expulsar el demonio por el poder mismo de Satanás entonces Satanás está divido contra sí mismo. Satanás está peleando contra sí mismo. “Todo reino dividido contra sí mismo es asolado” y la palabra asolado aquí significa totalmente destruido. Y si Satanás echa fuera a Satanás su reino no podrá permanecer, sino que Satanás se está destruyendo a sí mismo. Satanás se disparó a sí mismo en el pie. Eso es absurdo.

            Y el segundo punto es V. 27 “27 Y si yo echo fuera los demonios por Beelzebú, ¿por quién los echan vuestros hijos? Por tanto, ellos serán vuestros jueces”. ¿Quiénes son vuestros hijos aquí? Por los hijos se refiere a los discípulos de los fariseos. En el AT se habla de los hijos de los profetas en el libro de Samuel para indicar a los discípulos de los profetas. Aquellos que seguían y aprendían de los profetas el ministerio profético. Era el seminario del AT. Aquí Jesús reconoce que los fariseos tenían unos discípulos que practicaban el exorcizar demonios. Y les dice: “27 Y si yo echo fuera los demonios por Beelzebú, ¿por quién los echan vuestros hijos? Por tanto, ellos serán vuestros jueces”.

            Entonces Jesús concluye. V.28-29 “28 Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios. 29 Porque ¿cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte, y saquear sus bienes, si primero no le ata? Y entonces podrá saquear su casa”. Jesús les dice: este milagro fue hecho por mí en el poder del Espíritu Santo. Y esto demuestra lo que yo he predicado: el reino de Dios ha llegado a vosotros. El reino de Dios no es algo totalmente futuro. Ha llegado con la venida del Hijo de Dios. El reino de Dios es donde Jesús es recibido como Rey y Señor. Nosotros somos el reino de Dios o de Cristo porque Dios nos ha hecho creer el evangelio y recibir a Cristo como nuestro Dios y Señor y Rey y el todo de nuestra vida. Y yo he sanado a este hombre porque Satanás no puede contra mí. Aunque Satanás es el hombre fuerte yo pude echarlo fuera de este hombre porque yo soy más fuerte que él. Yo le he atado y he saqueado su casa, es rescatado a los que estaban presos por Satanás.

            Y les dice más: V. 3030 El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama”. En esto no hay neutralidad. El que no es conmigo, ni apoya mi obra, ni sigue mis caminos, ni se opone al reino de Satanás, ni me recibe como lo que soy el Rey Salvador “contra mí es”. “y el que conmigo no recoge, desparrama”. El simbolismo es del mundo animal. Los animales tienden a desparramarse por el terreno. Si alguien los ve y no los recoge es culpable de desparramarlos. Como se dice en P.R., el que calla otorga. El que no es con Jesús está en contra de Jesús. O somos seguidores de Jesús o somos seguidores de Satanás. O somos hijos de Dios o somos hijos de Satanás. No hay término medio. Así son los reclamos de Jesús. Y te pregunto ¿a qué bando perteneces? ¿Es Cristo Jesús tu Señor? Si no le sigues estás en contra de Él.

            Ese es el contexto del pasaje que propicia tal conversación. Entonces Jesús les hace una advertencia. Y les habla del hecho de que hay un pecado imperdonable. ¿Qué es ese pecado imperdonable?

II. ¿Qué es la blasfemia contra el Espíritu Santo?

            Mira lo que dice Jesús. V. 31-32 “31 Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. 32 A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero”.  ¿Cuáles son sus características? Vamos a enumerarlas:

1.                 Es un pecado que no es fruto de la ignorancia. Por ignorancia uno puede cometer grandes y terribles pecados. Como por ejemplo ser un blasfemo e injuriador contra la iglesia de Cristo. Pablo fue un blasfemo y perseguidor de la iglesia. Pero Dios tuvo misericordia de él porque fue hecho por ignorancia. 1 Timoteo 1:13 “13 habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador; mas fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad”. Pero incluso blasfemar contra el Hijo del Hombre, blasfemar contra Jesús tiene perdón si hay genuino arrepentimiento. En Hechos 3:14-15, 17 “14 Mas vosotros negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis que se os diese un homicida, 15 y matasteis al Autor de la vida, a quien Dios ha resucitado de los muertos, de lo cual nosotros somos testigos. 17 Mas ahora, hermanos, sé que por ignorancia lo habéis hecho, como también vuestros gobernantes”. Por eso Jesús cuando estaba colgado en la cruz su primera palabra fue: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34). No dejan de ser pecadores. Su muerte fue un acto de pecado. Pero fue por ignorancia. No vieron en Jesús al Hijo de Dios y Salvador. Vieron en El a un engañador y blasfemo. Ese no es el caso aquí. Así que no es un pecado cometido por ignorancia o debilidad. Por eso dice Jesús, V. 32ª “A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado”. Le será perdonado si hay genuino arrepentimiento.

2.                 Es un pecado realizado con convicción contra la obra del Espíritu Santo. Los fariseos habían visto el milagro. Sabían que no lo podían negar ni contradecir. Sabían que su oposición era absurda. Que inclusive sus hijos o discípulos procuraban hacer lo mismo que hizo Jesús. Sabían que la única explicación era que fue hecho por Dios mismo. Aun así, declararon que fue obra de Satanás. Se opusieron con convicción en contra de la obra del Espíritu Santo. Con la convicción de que sabían que no era cierto lo que decían. Pero no les importó decir la gran mentira, aunque sabían que mentían.

3.                 Es un pecado que no se limita a blasfemar con las palabras, sino que lo acompaña una rebelión, odio y oposición contumaz de la verdad. Lo vemos claramente en la carta de los Hebreos 6:4-6 “4 Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, 5 y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, 6 y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio”. Aquí se habla de una profunda convicción de la verdad. Se habla de aquellos que a todas luces parecen ser cristianos. Recibieron la palabra de Dios con gozo. Fueron bautizados. Se hicieron miembros de la iglesia. Posiblemente recibieron algunos dones del Espíritu Santo. Pero recayeron. Se apartaron de la fe con rebelión y contumacia. Tal situación endurece su corazón de tal manera que jamás podrán arrepentirse. Y esto como un juicio de Dios por su pecado.

            Ese es el pecado imperdonable. Es imperdonable porque Dios ha dicho que jamás será perdonado quien cometa tal pecado. Ni en este mundo ni en el venidero. O como lo dice Marcos 3:29 “29 pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno”.

            Ahora bien. Se levanta una pregunta. ¿Quiénes pueden cometerlo?

III. ¿Quiénes pueden cometerlo?

            Desde el punto de vista humano todos los que han escuchado el evangelio del Señor Jesús pueden cometer la blasfemia contra el Espíritu Santo. Todos nosotros por causa del pecado remanente en nosotros podríamos, dejados a nosotros mismos, cometer este pecado. Nuestros hijos podrían cometer este pecado. Nuestros cónyuges podrían cometerlo también. Algunos de nuestros familiares podrían cometerlo y posiblemente hemos conocido a alguien cercano a nosotros que lo haya cometido o que esté a punto de cometerlo.

            Pero desde el punto de vista de la gracia de Dios sobre nosotros y en virtud del pacto de gracia, un genuino creyente jamás lo cometerá. ¿Por qué no?

1. Porque Jesús vino para destruir las obras de Satanás por nosotros y para nosotros. Esto no es por casualidad sino intencional. Su obra de salvación incluye la destrucción del reino de Satanás al cual pertenecemos por naturaleza. Dice Hebreos 2:14 “14 Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo”. Cristo vino a destruir con su muerte y resurrección el pecado y el reino de Satanás. Cristo Jesús es más poderoso que Satanás. Él es el único que puede atar al hombre fuerte porque Él es Dios hecho carne. Tú, oh creyente, jamás podrás vencer a Satanás por ti mismo. Por tus propias fuerzas. Pero fortalecido con el poder de su fuerza y vestido con la armadura de Dios podrás vencer a Satanás. Podrás resistir sus tentaciones. Podrás resistir a Satanás y huirá de ti. Porque lo has vencido en Cristo Jesús.

2. Un genuino creyente jamás podrá cometer ese pecado porque la gracia de Dios lo sostiene. Eso es lo que entiendo yo dice el apóstol Juan en 1 Juan 5:18 “18 Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca”. Si eres de Cristo en espíritu y en verdad Dios te preserva hasta el fin. El lo prometió. Jesús dijo en Juan 10:27-29 “27 Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, 28 y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. 29 Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre”. Ese es el amor de Dios por ti en Cristo Jesús.

            Por eso da gracias al Padre “13 el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo,”. Colosenses 1:13. Y esto por pura gracia sin nosotros merecerlo. Si eres genuino creyente duerme tranquilo que Cristo cuida de ti.