1 Corintios 10:16 “La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?”
Una de las doctrinas que nosotros como creyentes bíblicos y reformados tenemos que recuperar lo es la doctrina bíblica de que los sacramentos son medios eficaces de salvación. Me he dado cuenta de que muchos creyentes por falta de una sana enseñaza bíblica no tienen un claro entendimiento de la importancia y necesidad de los sacramentos.
Cuando hablamos de los sacramentos hablamos de las ordenanzas del Bautismo y la Cena del Señor. Quiero recalcar que aunque nosotros los creyentes reformados usamos la palabra sacramento, reconociendo que es la manera más antigua para llamar a las ordenanzas del Bautismo y Cena del Señor, no creemos que sea obligatorio llamarlos de esa manera. Lo hacemos porque ha sido una forma de expresión común en la iglesia cristiana por los siglos. Y originalmente significaba el juramento que hacía el soldado cuando ingresaba al ejército. Posteriormente significó algo sagrado. Y ambas ideas están contenidas en los sacramentos: juramos ser solo del Señor en cuerpo y en alma y es algo sagrado lo que hacemos. Tan sagrado es que tomar la Cena indignamente puede matar literalmente hablando al que así lo hace. Además aclaramos que nuestra idea de lo que son los sacramentos es totalmente distinta a la idea de los sacramentos en la iglesia católica romana.
Los sacramentos son medios de gracia. Es decir, son canales utilizados por Dios para impartir y conferir la gracia simbolizada. Y esto es muy importante. La mayoría de las iglesias evangélicas ven a los sacramentos como solamente memoriales o señales que indican que la persona ha hecho una profesión de fe y ahora son parte de la familia de la iglesia. Y eso es muy cierto. Al participar de los sacramentos nosotros declaramos que somos cristianos, que pertenecemos a Cristo, que somos sus discípulos y pertenecemos a la iglesia de Cristo. Pero la Biblia nos enseña que los sacramentos son algo más. Y la importancia de los mismos radica en el hecho de que ellos son primeramente medios de gracia. Son medios eficaces para la salvación. Son canales a través de los cuales Cristo mismo nos comunica, nos hace participes, nos confiere su gracia salvadora. Dios nos confiere su gracia salvadora por medio de los sacramentos. De ahí su gran importancia para nosotros. Permíteme una ilustración. “Los alimentos son nuestra fuente primaria de energía. Sin la misma no podremos sobrevivir. Pero no adquirimos esa energía de los alimentos hasta tanto no los comamos. Es cuando los comemos que nos alimentamos realmente y adquirimos todos los nutrientes para vivir.” De una manera similar, los sacramentos son el medio o canal ordinario y externo que Dios utiliza para impartir la energía y vida espiritual que se haya en Cristo Jesús. Es por medio de ellos que Dios alimenta nuestra vida espiritual. Es por medio de ellos que nosotros recibimos la vida espiritual que nos lleva a los cielos.
Esto lo podemos ver en los versículos que hemos escogido para fundamentar nuestra doctrina. En 1 Corintios 10:16 “La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?” La referencia lo es a la Santa Cena. La copa de bendición es la copa de vino en la Santa Cena. Y el pan no es otra cosa que pan común en la misma. Y Pablo nos dice que al participar de la Santa Cena nosotros participamos de la sangre y del cuerpo de Cristo.
Tomar la Cena del Señor no es cualquier cosa. No es una ceremonia vacía ni meramente un ritual que hacemos porque Cristo lo ordenó sino que es un canal utilizado por Cristo para otorgarnos el poder de su muerte y la virtud de su resurrección. Es un medio de gracia. Dios confiere gracia a los que participan con fe en el mismo. Es decir, Dios nos confiere a Cristo mismo y sus beneficios en la Santa Cena. Y a través de participar de la misma dignamente somos alimentados de Cristo Jesús de una manera espiritual. Hermanos, Cristo Jesús está presente en la Cena del Señor. Su presencia no es física sino espiritual. Pero es una presencia muy real. Porque El está presente a la fe de los creyentes. Nosotros participamos de Cristo toda vez que celebramos la Cena del Señor.
Doctrina: P. 91 ¿Cómo los sacramentos se hacen los sacramentos medios eficaces de salvación? R. Los sacramentos llegan a ser medio eficaces de salvación, no por alguna virtud que haya en ellos, o en aquel que los administra, sino sólo por la bendición de Cristo, y la obra del Espíritu Santo en aquellos que por la fe los reciben”.
Los sacramentos son medios eficaces de salvación. Dios lleva a cabo su salvación por el uso de los medios de gracia. De aquí que todas las ordenanzas de Dios en la iglesia son medios a través de los cuales Dios otorga la redención comprada por Cristo. Jesús compró para nosotros el perdón de nuestros pecados. El nos salva de nuestros pecados. Pero El también nos salva de la ira de Dios. Y Dios ha instituido los medios de gracias como los canales ordinarios a través de los cuales Dios derrama la gracia de la redención. Los medios de gracias más importantes lo son: la Palabra de Dios, los sacramentos y la oración.
Por medio de la predicación de la palabra Dios nos convierte. Ese es el medio primario de evangelismo. Y por medio de los sacramentos somos fortalecidos en la vida espiritual. Nuestra vida espiritual se alimenta por medio de los sacramentos. Son medios eficaces de salvación.
¿Cuán importante es esto para nosotros? Los que se alejan de los medios de gracia se alejan del medio que Dios utiliza en nuestra salvación. Dios nos salva ordinariamente a través del uso de los medios de gracia. Dios utiliza los sacramentos como canales para otorgarnos la gracia significada. Menospreciar los sacramentos es poner en peligro nuestra vida espiritual.
Los sacramentos no poseen dentro de ellos la gracia espiritual. La gracia de Dios no ha sido depositada en ellos. No adquirimos la gracia de Dios porque el poder resida en el pan y en el vino. La gracia se recibe por el Espíritu Santo. Pero El la otorga ordinariamente en la participación de los sacramentos. Los sacramentos entonces son signos y sellos del pacto de gracia y por el uso correcto de los mismos se nos aplica Cristo y sus beneficios para nuestra salvación.
Es por eso hermanos que debemos venir a la Cena del Señor con el deseo de alimentarnos de Cristo. Con el deseo de participar de la sangre de Cristo y de su cuerpo. Debemos suplicar al Espíritu Santo para que Él nos haga receptores, por la fe, del alimento espiritual y así nos haga crecer más y más en Jesús.
El movimiento carismático procura, según sus métodos, tener una experiencia real de Dios en sus vidas. El método que utilizan no es bíblico. De igual manera, las iglesias evangélicas inventan un sinnúmero de espectáculos con miras a edificar a los que asisten a esas iglesias. Lamentablemente tenemos que decir que lo que hacen es contrario a lo que Dios revela en su palabra. Dios sabe cuán frágiles somos nosotros. Cuán prestos somos de dudar de que Dios esté a nuestro lado cuando los problemas nos visitan. El sabe que nuestras rodillas son débiles y flaquean. Y el hecho de que Dios es invisible y que muchas veces oramos y aparenta Dios estar sordo nos llena de dudas y buscamos algo que sea real en nuestra experiencia. Por eso Dios instituyó los sacramentos. El los instituyó para sellarnos sus promesas. Para que sean un juramento de su buena voluntad y gracia hacia nosotros. El instituyó los sacramentos para que veamos con los ojos, toquemos con las manos, comamos con la boca lo que El obra en nuestros corazones. Y por medio de los mismos asegurarnos y confirmarnos la salvación comprada por Cristo. Por medio de los sacramentos Dios nos asegura, a nosotros los creyentes, que Cristo es nuestro, que su justicia es nuestra, que Su vida es nuestra vida, que Su sangre es nuestra sangre, y que la herencia de los cielos es nuestra. Y que no estamos solos. Dios nos ha hecho parte de su familia. No hay dos iglesias de Cristo. Hay una sola iglesia de Cristo, la iglesia de los santificados, la iglesia de los redimidos. ¿Necesitamos algo más para nuestro consuelo? Dios se hace real a nuestras vidas por el uso de los sacramentos.
Pero los sacramentos no nos benefician a menos que nos acerquemos a ellos en fe. Si participamos en fe. Ellos no obran mágicamente por comer de los mismos. Ellos no se hacen eficaces en la vida del creyente por alguna virtud que haya en ellos. Ellos no tienen poder en sí mismos. Hay ejemplos en la Biblia donde vemos a personas participar de los sacramentos y aún así permanecer en “hiel de amargura y en prisión de maldad.” Hechos 8:23. Tampoco se hacen eficaces por quien administra los mismos. La piedad y la santidad del ministro no hacen que los sacramentos sean un medio de santificación para nosotros. La eficacia de los sacramentos radica en dos cosas. En primer lugar, en la bendición de Cristo. Jesús bendijo los sacramentos cuando los instituyó. Y cuando prometió que ellos serían un medio de comunión entre El y los creyentes. Y en segundo lugar, por la obra del Espíritu Santo. Es El quien nos aplica a Cristo. Es El quien hace que la savia de la salvación llegue a nuestro corazón.
Pero alguien puede preguntar, pero ¿es que yo no siento nada al participar de los sacramentos? Bueno hermanos, algunas de las operaciones del Espíritu Santo son más visibles que otras. Y por tanto algunas las podemos percibir claramente y otras no. Pero aunque no los perciba no dejan de ser reales.
¿Qué efectos produce en mí, como creyente, la participación de los sacramentos? Para nosotros como creyentes las gracias operadas en nuestras vidas son:
1. el acercarnos más a Jesucristo y su justicia. El bautismo simboliza nuestra unión con Cristo. Y la Santa Cena el alimentarnos de Cristo. Por tanto, al participar de los sacramentos podemos experimentar un anhelo mayor de estar cerca de Jesús. Y de ahí un mayor compromiso de serle fiel y de cumplir su voluntad. Y de que no buscamos gloriarnos en la carne sino en la justicia de Cristo la cual nos es imputada y recibimos por la fe únicamente. Filipenses 3:3 “Porque nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne.”
2. una mayor sensibilidad a lo que es el pecado y cuales son mis deberes y el anhelo de que Dios me libre de este cuerpo de muerte. ¿Por qué decimos esto? Porque todos los que se acercan más a Cristo se alejan más de todo aquello que nos separa de Cristo, el pecado.
En la Santa Cena recordamos cuanto nos ama el Señor Jesús. El no busca meramente amarnos, El busca unirse con nosotros. El no busca solamente hablarnos acerca de sí al recordar su muerte, El busca abrazarnos en la misma. Consolándonos al decirnos que así como comemos el pan y bebemos la copa en la fe del Señor Jesucristo, de igual manera nos hemos unido a El en un pacto matrimonial para siempre. Un pacto inquebrantable. No hay tormenta de problemas presentes, ni problemas en el mañana, no hay ser en este mundo ni en el mundo angelical que nos pueda separar de su amor por toda la eternidad. Nadie nos condenará porque Cristo murió por nosotros, porque Cristo resucitó por nosotros, porque Cristo está sentado a la diestra de Dios y porque Él vive para siempre para interceder por nosotros. Y a esto solo podemos decir: Aleluya, amén.