Fuera de ti nada deseo en la tierra

¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti?
Y fuera de ti nada deseo en la tierra.
Mi carne y mi corazón desfallecen;
Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.

-Salmos 73:25-26 (RV1960)

La suficiencia en Dios y el destino de los malos

La suficiencia en Dios apremia mas cuando vemos las condiciones aparentemente injustas y en nuestra contra

Éste salmo fue compuesto en medio de una angustia existencial donde en salmista veía a los ricos prosperar y vivir una vida de placer al extremo. Describía a ellos de la siguiente manera; “se mofan y hablan con maldad de hacer violencia”, “hablan con altanería”, “ponen su boca contra el cielo y su lengua pasea la tierra con soberbia”.

¿Pero por qué parece injusto que el malo prospere?
Por qué intuitiva y falsamente relacionamos prosperidad material con un galardón espiritual.

La suficiencia en Dios apremia mas cuando no podemos manejar nuestros deseos de pertenecer
Aunque ser rico no es sinónimo de ser malvado, es común ver estas cualidades juntas en nuestra cultura. En general la cultura promueve a estos tres indicadores de felicidad: los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida en las formas de; riquezas, fama y poder. Y el corazón del asunto es este; no solamente queremos ser amados y prosperados, queremos ser adorados y sin Dios que lo detenga.

Eso es a veces justo lo que nosotros mismos queremos.

El salmista sufría angustiándose con la realidad de ver al malvado prosperar y se lo expresa a Dios:

En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies;
Por poco resbalaron mis pasos.
Porque tuve envidia de los arrogantes,
Viendo la prosperidad de los impíos.

-Salmos 73:2-3 (RV1960)

El salmista sabía lo perjudicial que sería imitarlos a ellos al costo de la condenación de muchos pues:

Si dijera yo: Hablaré como ellos,
He aquí, a la generación de tus hijos engañaría.
-
Salmos 73:15 (RV1960 Strong)

Esta es es la fuerte tentación de un mundo que nos dice que pertenezcamos a él, cuando ya andamos muertos al mundo y resucitados para Dios.

La suficiencia en Dios apremia mas cuando estamos insatisfechos en la bendición que es Él es para nosotros

Todo esto que no proviene de Dios, aparenta darnos un sentido bienestar y pertenencia, pero pretende alterar los fundamentos de nuestra verdadera identidad en Cristo.

Como dice el apóstol Juan:

Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.

Y el mundo pasa, y sus deseos; pero él que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

1 Juan 2:16-17 (RV1960)

En muchísimas ocasiones no tenemos las ganas o los sentimientos correctos para referirnos a la grandeza de nuestro Dios. Nuestro quebranto, cansancio o anhelos personales compiten contra la atención merecida y el resplandor de su gracia día a día. Pero la palabra no nos deja sin respuesta para cuándo estamos en angustia y cuando la auto-compasión nos quiere derrumbar.

Fue en la presencia de Dios donde el encontró respuestas:

Cuando pensé para saber esto,
Fue duro trabajo para mí,
Hasta que entrando en el santuario de Dios,
Comprendí el fin de ellos.

Salmo 73:16-17 (RV1960)

La suficiencia en Dios apremia mas cuando conocemos el destino de los malos y la misericordia de Dios con su pueblo. Y en la presencia de Dios el duro trabajo para ti es liviano para él.

Podrás decir:

Que los malos sigan prosperando, pues algún día verán la justicia del Todopoderoso, mientras tanto hay una lucha que ganar; la batalla de mi corazón. ¿A quién le pertenece?

El salmista decía:

¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti?
Y fuera de ti nada deseo en la tierra.
(v.25)

Hasta que tu cántico no sea este querido amigo, te queda mucho por perder. Hasta que la suficiencia de la salvación de Dios en Cristo no llene de amor tus huesos, sacie todas tus heridas y te limpie a tu verdadera identidad, te falta mucho por perder.

¿A quien tienes en los cielos, intercediendo frente al Padre, velando por tu bienestar físico y espiritual? a Jesus tu amigo, tu abogado defensor, tu Dios Soberano.

Mi oración es que desees vivir tan satisfecho en Dios y tan desprendido en el mundo como si nada fuera de Él desees en la tierra. Tu corazón y tu carne podrán desfallecer, pero la roca de tu corazón y tu porción es Dios para siempre.