Mateo 11:12 “Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan.”
Uno de los grandes problemas que enfrenta la iglesia de Cristo del siglo 21 lo es su desconocimiento de lo que es el evangelio. La iglesia moderna carece de un conocimiento completo acerca de la biblia, las doctrinas cristianas, la forma correcta de adorar a Dios. Y lo triste del caso es que carece de un claro entendimiento de lo que es el evangelio y la verdadera naturaleza de la conversión. Carece de un claro entendimiento acerca de las marcas distintivas de un verdadero cristiano. No entiende lo que es la fe salvadora y las marcas distintivas de lo que es la fe salvadora. Así que en comparación con otras épocas del cristianismo, la iglesia de Cristo hoy día es una iglesia que necesita mucho, pero mucho que aprender de la biblia y de la teología cristiana.
Este versículo que tenemos delante de nosotros es uno que trata acerca de la naturaleza de la fe salvadora. Y con respecto a esto tenemos que decir algo muy importante: no toda fe en Cristo es fe salvadora. Una persona puede creer en Cristo y aún así ir para el infierno. No sé si me sigues. Una persona puede creer en Cristo, saber todo lo relacionado a la vida y misión de Jesús, puede incluso explicar correctamente la doctrina de la Trinidad y explicar perfectamente la unión hipostática de la naturaleza humana de Jesús con su naturaleza divina y explicar correctamente cómo uno se salva y aún así perderse por toda la eternidad. ¿Por qué? Porque aunque sabe mucho acerca de Cristo Jesús no ha conocido a Cristo de una manera salvadora. Por eso decimos: no toda fe en Cristo es una fe salvadora.
Pero entonces se levanta una pregunta, ¿Cuáles son las características de poseer una fe salvadora? Nuestro pasaje nos dice cuáles son dichas características. O por lo menos nos dice de una característica fundamental de la fe salvadora. ¿Cuál es? Ya mismo lo explicaremos.
Ahora bien, Jesús mismo lo enseñó cuando dijo en Mateo 7:22 “No todo el que dice Señor, Señor entrará en el reino de los cielos sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”. Jesús mismo nos dice que invocar su nombre de una manera afectiva: Señor, Señor, no es suficiente para clasificar como fe salvadora. La fe salvadora, dice Jesús, tiene que ir acompañada de obediencia. Jesús dice quién entrará en el reino de los cielos, es decir, quién se salvará “el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”. Repito: la fe salvadora, dice Jesús, no digo yo, tiene que ir acompañada de obediencia. De eso trata el sermón de hoy.
No todo el que se sienta en la iglesia a escuchar el mensaje predicado es nacido de nuevo. Porque sólo los que han nacido del agua y del Espíritu estos son los que han nacido de nuevo. No todos los que se hacen miembros de la iglesia de Cristo son necesariamente miembros de Cristo. Sólo los regenerados son los verdaderos miembros de Cristo. Y no todo el que por años persevera en una iglesia, leyendo la Biblia, orando y ayunando es necesariamente un hijo de Dios.
Oh hermanos y amigos esto es muy importante. Y nos debe llevar a cada uno de nosotros a meditar y preguntarnos si realmente poseemos la fe salvadora. Cada uno de nosotros debe auto-examinarse para ver si está en la fe. Y este auto-examen es necesario y saludable tanto para el ceryente verdadero como para el que cree que es creyente cuando realmente no lo es.
Jesús mismo nos dice quiénes son los que heredan el reino de los cielos. Y estos son los violentos.
Miremos lo que nos dice Jesús: “Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia”. Juan el Bautista fue quien comenzó a predicar el evangelio de Jesucristo llamando al pueblo a preparar su vida para la llegada del Mesías. El evangelio que antes había sido prometido ahora hizo su entrada por medio de la predicación de Juan el Bautista. Y desde esos momentos el reino de los cielos o los cielos mismos, donde mora Dios, sufre violencia. Muchos se apresuraban y se esforzaban para entrar en él. Lo vemos cuando Juan el Bautista comenzó a predicar el bautismo de arrepentimiento cómo las multitudes venían a su bautismo. Dice Marcos 1:5 “Y salían a él toda la provincia de Judea, y todos los de Jerusalén; y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados.” Lo mismo ocurría con la predicación de Jesús en los años de su popularidad. En esos tiempos vemos cómo las multitudes le buscaban. Las casas estaban llenas de gente que si alguien quería ver a Jesús le era casi imposible entrar. Incluso los amigos de un paralítico tuvieron que hacer una abertura en el techo para poder lograr que Jesús lo viera y lo sanara. Lo vemos en las multitudes que fueron por él alimentadas: la alimentación de los 5 mil y la alimentación de los 4 mil. En otras palabras, la idea es que desde que Juan comenzó a predicar que el Mesías había llegado y que El vino a traer salvación y juicio, multitudes corrían con ímpetu y fuerza por entrar en el reino de los cielos, para alcanzar la salvación. Esa es la naturaleza de la fe salvadora. Aquél que posee la fe salvadora se esforzará para llegar a los cielos. El reino de los cielos sufre violencia, muchos desean entrar a los cielos y alcanzar la salvación eterna. ¿Quién quiere ir al infierno? ¿Quién desea ser condenado y destruido en cuerpo y en alma por toda la eternidad? ¿A quién le gustaría ser atormentado de día y de noche por los siglos de los siglos sin fin? El infierno es un horno de fuego donde los que van allí son castigados perfectamente: quemados en cuerpo y en alma, sufriendo en inagotable agonía todos los días de su vida, por toda la eternidad, y sin la más mínima posibilidad de que su sufrimiento termine. ¡Qué cosa más horrible! ¿A quién le gustaría ir allí? Por eso muchos buscan entrar en el reino de los cielos. Pero muchos lo buscan equivocadamente. Muchos buscan ser salvos, no del pecado, sino del infierno. Muchos buscan ser salvos con sus pecados no de sus pecados. Quieren ser salvos viviendo en pecado. ¡Qué ignorantes son! Es más, ¡qué perversos son!
Pero Jesús nos dice quienes son los únicos que realmente llegan a los cielos. Jesús nos dice quiénes son los únicos que arrebatan el reino de los cielos. Y esos son los violentos. Sólo los violentos arrebatan el reino de los cielos. Así lo dice Jesús: “el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan”. Sólo los violentos lo arrebatan. El sustantivo violento en griego es “biastés” que significa: hombre esforzado o violento. Implica fuerza, vehemencia, dedicación.
Algunos comienzan la carrera pero cuando ven lo que implica se quitan de la misma. Muchos entran a la carrera con ideas equivocadas de lo que es ser cristiano. Entran bajo emociones equivocadas y cuando esas emociones desaparecen dejan de perseverar. Y algunos piensan que mostrar interés en las cosas de Dios es todo lo que se necesita para ser salvos. Pero Jesús nos dice que no es así. Solo los violentos, no dice los valientes, sino los que ofrecen violencia en las cosas de Dios heredan el reino de los cielos.
Y te pregunto: ¿Eres tú violento para el reino de los cielos? ¿Te esfuerzas para entrar en él? Todo aquél que desea ser salvo debe ofrecer violencia para el reino de los cielos. ¿Por qué? Porque solo los violentos lo arrebatan. Sólo los violentos entran en el reino de los cielos. Sólo los violentos se salvan. Eso es lo que Jesús enseña. Fe sin obediencia a Dios es una fe muerta.
Si tú deseas ver a Dios y recibir de El las palabras de Mateo 25:34: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.” tienes que ser violento. Tienes que ofrecer y estar ofreciendo violencia para arrebatar el reino de los cielos.
Ahora bien, quisiera hacer una aclaración antes de proseguir con la exposición. Quisiera aclarar lo que no es ser violento para el reino de los cielos. Y luego explicar cuál es la violencia santa que debemos ejercer para arrebatar el reino de los cielos.
Veamos lo que no es ser violento para el reino de los cielos. Algunos piensan que ser violentos para el reino de los cielos es ser religioso. Piensan que después que yo vaya a la iglesia algunos días especiales durante el año: en Navidad, Viernes Santo, etc. eso es ofrecer violencia para entrar en el reino de los cielos. Eso es lo que debemos hacer para asegurar la entrada en los cielos. Hermanos, eso no es ofrecer violencia para entrar en los cielos. Eso es ser supersticioso. Dios no ordenó la celebración de tales días. La iglesia los celebra para conmemorar la vida y obra de Jesús y recordar los grandes hecho históricos que son el fundamento del evangelio. Pero, nadie es salvo por celebrar esos días. Es más uno puede ser salvo sin celebrar el día de la Navidad. Nadie se salva por obras religiosas. Somos salvos por la fe y no por obras. Pablo dijo: “Por gracia sois salvos por medio de la fe… no por obras para que nadie se gloríe”. Efesios 2:8-10. Pero aunque somos salvos por la fe, tenemos que entender que no somos salvos por cualquier clase de fe. La fe tiene que ser verdadera. Es decir, una fe que obra por el amor. Podemos comprar un pollo con diez dólares, pero no podemos comparlo con un billete falsificado. Por eso dijo el ministro puritano Elisha Coles: “La fe justifica a la persona, y las buenas obras justifican su fe”.
Otros piensan que ser violentos para alcanzar los cielos lo es el ser sinceros cualquiera que sea su fe. Piensan que después que uno sea sincero en lo que cree y humilde y servicial a los demás eso es lo que vale para ser salvos no importa lo que uno crea. Eso no es bíblico. Jesús no enseñó eso. Jesús dijo a la mujer Samaritana que los samaritanos están errados en su fe, ¿Por qué? Porque su fe no estaba basada en la verdad de la Escrituras. En Juan 4:22 “Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos.” Dios escogió al pueblo de Israel para ser los recipientes de la revelación de Dios. Y si ustedes no siguen dicha revelación no están adorando al Dios verdadero. Si te das cuenta la sinceridad de lo que uno cree no es suficiente para ser salvos. Debemos poseer la verdad.
Otros piensan que ser violentos para el reino de los cielos es hacer buenas obras para ganar los cielos. Si yo trabajo honradamente, no le hago mal a nadie, cuido a mis hijos y esposa tengo el cielo gano. Eso no es el evangelio de salvación. Nadie gana el cielo. La salvación no es por obras sino por la gracia de Dios. Es por creer en Cristo. Es por recibirle por fe como nuestro único Profeta, Sacerdote y Rey. Es por creer en Cristo y recibirle como Señor. Creyendo que sólo la sangre de Cristo es la única que nos puede limpiar de nuestros pecados. Como aquél único que nos puede reconciliar con Dios.
Lo interesante del caso es que muchos piensan que ni siquiera es necesario ser violentos o esforzarse para entrar en el reino de los cielos. Que todo esfuerzo es negar la salvación por la gracia de Dios y traer como se dice por la puerta trasera salvación por obras. Pero fue Jesús mismo quien dijo en Lucas 13:24 “Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán”. La palabra esforzaos en griego es [agonizomai (ἀγωνίζομαι)] (del castellano, agonizar), se puede traducir: luchar. Comentando sobre esta palabra dice el Diccionario Vine: “la idea es de luchar como en una competencia, forzando todos y cada uno de los nervios para alcanzar el objetivo”. NET: “La idea es la de ejercer el máximo esfuerzo”. Hermanos, solo los violentos heredan el reino de los cielos. Por tanto cada uno de nosotros debemos ofrecer violencia para entrar en el reino de los cielos.
Veamos ahora, cuál es la violencia santa que debemos ejercer para arrebatar el reino de los cielos.
En primer lugar, debemos ejercer violencia hacia la verdad. La verdad es únicamente lo que Dios dice que es la verdad. Pablo dijo en Romanos 3:4 “sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso”. Sólo Dios es veraz. Sólo Dios es el único que no miente. Sólo El tiene la verdad y habla la verdad. Y toda verdad que hablen los hombres es verdad porque procede de Dios. Y esa verdad se encuentra en la Biblia. ¿Qué es la verdad? La verdad no es otra cosa que la Palabra de Dios, por eso es llamada la Palabra de Verdad en Efesios 1:13. Y la verdad es toda doctrina que se deriva de las Santas Escrituras. Así que debemos contender por la doctrina de la Trinidad, de la Creación, del pecado original, de la predestinación, de la justificación por la fe solamente, la santificación, la segunda venida de Cristo, etc. Debemos ser violentos por estas doctrinas que son esenciales al mensaje del evangelio.
Los que desean ser salvos deben ejercer violencia hacia la verdad. ¿Por qué? Porque Dios nos llama a contender por la verdad revelada. Judas 3 “Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos.” Judas nos dice que la verdad del evangelio está siendo atacada. Es atacada por aquellos que usan el evangelio no para agradar a Dios, viviendo en santidad, sino todo lo contrario. Algunos “convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo.” Y esto mismo pasa en nuestros tiempos. Algunos se jactan del amor de Dios. Y en vez de que este amor les motive a vivir una vida de agradecimiento a Dios y santidad, usan, erróneamente, la doctrina santa del amor de Dios para justificar su vivir en pecado. Como Dios es amor Dios me ama no importa que yo no le sirva. Dios me ama no importa si yo soy homosexual. Dios me ama y no importa si no soy miembro de ninguna iglesia. Dios me ama y no importa si hablo malo, me apropio ilegalmente de lo que no es mío. No importa si yo miento, si manipulo para conseguir las cosas, si yo asisto a la iglesia una vez al mes, etc. Por eso Judas le dice a toda la iglesia cristiana: “contiendan ardientemente por la fe que de una vez para siempre fue entregada a los santos.”
¿Por qué más debemos ser violentos por la verdad? Porque somos salvos por medio de la verdad. Santiago 1:18 “Él, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.” Porque somos santificados por la verdad, Juan 17:17 “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.” Porque sólo la verdad nos hace discípulos de Cristo y verdaderamente libres. Juan 8:31-32 “Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.”
En segundo lugar, debemos ejercer violencia hacia nuestra salvación. Pablo dijo en Filipenses 2:12 “Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor,” ¿Qué quiere decir Pablo con ocupaos en vuestra salvación? El contexto nos da la respuesta: sigan siendo obedientes a Dios en humildad y sumisión. Ese es el contexto del pasaje. En los versículos anteriores Pablo les dijo a los Filipenses sean de un mismo sentir, hablen un mismo idioma en la iglesia, ámesen de una misma manera, haya armonía entre ustedes, sean humildes, nada hagan por vanagloria sino con humildad considerando los demás como superiores a ustedes mismos. Tengan el mismo espíritu que hubo en Jesús quien se humilló para nuestra salvación. Humíllense unos a otros, sírvanse unos a otros, así como Cristo vino a servir. Y así como habéis obedecido a mis palabras sigan obedeciendo mis palabras: V.12 “ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor”. Y lo repite de nuevo, V.14 “Haced todo sin murmuraciones y contiendas”. No se coman por los rabos. Ese es el llamado. En otras palabras: trabajen con su corazón, luchen en el Espíritu con su soberbia, con su orgullo, con las actitudes pelioneras. Crezcan en humildad y respeto unos con otros. Debemos esforzarnos, debemos ser violentos con respecto a la santidad, eso es ocuparnos de nuestra salvación con temor y temblor.
Hermanos, el ser violento con respecto a nuestra salvación, en arrebatar el reino de los cielos, implica por lo menos tres cosas. Implica en primer lugar una plena resolución de nuestra voluntad. Muchos no llegan a los cielos porque no tienen hambre de los cielos. Comienzan a buscar de las cosas de Dios pero se fatigan. Se cansan de ir a la iglesia, se cansan de leer la Biblia, se cansan de orar, se cansan de perseverar, se cansan de luchar contra su pecado, de vivir vidas rectas, de poner en práctica la santidad de vida que Dios demanda, en otras palabras, d negarse a sí mismo, tomar la cruz cada día y seguir a Jesús. Y se convierten en casi cristianos. Sólo los violentos arrebatan el reino de los cielos. Solamente los que tienen esa hambre de llegar a los cielos llegarán. Los que están dispuestos a seguir adelante no importa lo que se ponga en su medio. Están dispuestos a sufrir, a llorar, a aborrecer a padre, madre, hijo, dinero y aún su propia vida para ser dignos de ser discípulos de Cristo. Mateo 10:37-38 “El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; 38 y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí”.
Implica también una plena resolución en nuestras emociones. Nuestras emociones prejuician nuestros planes. A veces sabemos lo que es correcto pero no lo amamos. Es por eso que debemos dirigir nuestras emociones por el camino correcto sujetándolas a la Palabra de Dios, sometiéndolas bajo el Señorío de Cristo para que ellas, bien informadas, acompañen la resolución de nuestra voluntad.
Y por último implica una dedicación a esta empresa. Los comerciantes exitosos son los que se entregan al comercio. Los cantantes exitosos son los que se entregan en cuerpo y alma a su carrera de cantantes. Los que heredan los cielos son los que se dan en cuerpo y alma para el reino de los cielos. Es por eso que Jesús hablando de la conversión dijo en Lucas 13:24 “Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán.” Ya vimos este pasaje. Pero no comentamos sobre algo importante. Dice Jesús que hay muchos que “procurarán entrar y no podrán entrar”. ¿Por qué no podrán? Jesús dice porque no se han esforzado. No es meramente procurar entrar sino esforzarse a entrar. La fe de ellos no ha sido acompañada con la obediencia violenta que evidencia que poseen la fe salvadora.
Sé violento, sé esforzado, agoniza, porque sólo los violentos arrebatan el reino de los cielos.