Sermón: Jeremías 9:23-24 La Reforma y la Doctrina de Dios

Jeremías 9:23-24 “Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. 24 Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová.”

 

            Cuando hablamos de la Reforma Protestante generalmente hablamos de lo que Martín Lutero hizo al clavar las 95 tesis en la puerta de la iglesia del Castillo de Wittenberg en Erfurt, Alemania. Y se habla mucho acerca de la venta de las indulgencias y de cómo Lutero se opuso a la misma porque llevaba a la gente a poner su confianza de perdón en la iglesia y no en Dios mismo y en el evangelio, es decir, en Cristo Jesús.

            El énfasis que se da en todo esto es la doctrina de la justificación por la fe solamente. Sin lugar a duda esta doctrina es el corazón de la Reforma Protestante. Pero hay algo que no debemos perder de perspectiva. No puede haber una doctrina correcta de la justificación por la fe solamente sino tenemos una doctrina correcta acerca de Dios. La teología define la soteriología. En palabras más sencillas nuestra doctrina acerca de quién es Dios y qué es Dios define cómo Dios salva a los pecadores.

            En otras palabras, la Reforma Protestante no solo nos llevó a tener un claro entendimiento del camino de salvación sino también nos ayudó a tener un claro entendimiento de quién es Dios. La Reforma nos ayudó a tener una doctrina correcta acerca de Dios.

            ¡Cuán importante es esto! ¡Cuán importante es tener una doctrina correcta acerca de quién es Dios! Y te pregunto ¿quién es Dios para ti? ¿Cuál es el Dios que tú dices servir? ¿Cómo es el Dios que se ha revelado en la Biblia y que es el único Dios vivo y verdadero? ¿Cuál es el concepto bíblico de Dios?

I. Dios es soberano

            V. 24 El hace “juicio y justicia en la tierra”. O hermanos, el dios que oímos muchas veces por ahí en muchas iglesia y en entre muchos de los profesan ser cristianos y entre el mundo es un dios que da pena. Se vende por ahí a un dios que no es soberano. Sí, muchos cristianos dicen que Dios es soberano. Y lo tienen que decir porque eso es lo que enseña claramente la Biblia. Pero cuando buscamos entender qué es lo que ellos dicen que la soberanía de Dios es: queda bien lejos de lo que la Biblia dice acerca de la soberanía de Dios.

            Hermanos, es Dios quien gobierna esta tierra. Él es quien la creó. Este mundo no se creó por sí mismo. Él es también el Gobernador de este mundo. El mundo no es gobernado por el azar ni por lo ricos en última instancia. Dios es quien gobierna este mundo. El hace juicio y justicia en la tierra. V. 25-26 “He aquí que vienen días, dice Jehová, en que castigaré a todo circuncidado, y a todo incircunciso; 26 a Egipto y a Judá, a Edom y a los hijos de Amón y de Moab, y a todos los arrinconados en el postrer rincón, los que moran en el desierto; porque todas las naciones son incircuncisas, y toda la casa de Israel es incircuncisa de corazón.” En otras palabras: él castiga a los pecadores de todas las naciones. Ninguno de ellos podrá escapar. Y para nosotros sus hijos él nos defiende, nos protege y nos guía. Su pueblo está seguro en sus manos. Y su control y autoridad se extiende absolutamente sobre todo.

            Nuestro Dios es Rey soberano sobre todas las cosas. El hace lo que le place sobre todas las cosas. Dice el Salmo 115:3 “Nuestro Dios está en los cielos; Todo lo que quiso ha hecho.” Su autoridad es incuestionable. Dice Daniel 4:35 “Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?” El no necesita de nada ni de nadie. Hechos 17:24-25 “El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, 25 ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas.” Y aunque Dios no nos necesita nosotros lo necesitamos a El cada segundo de nuestra vida. Sin El no somos nada. A El le debemos absolutamente todo, excepto el pecado. A El debemos temer porque El es el único que puede destruir en el infierno. Como Jesús dijo en Mateo 10:28 “Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.”

            Y no solo eso. Dios es soberano en la salvación de pecadores. Muchos que profesan ser cristianos no aceptan esta verdad bíblica. Muchos creen que Dios es soberano cuando se refiere a enviar la lluvia, controlar los vientos, los huracanes, etc. Pero no aceptan que Dios es soberano en la salvación. Pero Jonás dijo en Jonás 2:9 “La salvación es de Jehová”. Solo Dios salva. Y El salva a quien quiere salvar. El salva a quien le place. Fue Jesús mismo quien dijo en Juan 15:16 “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé.” Y Juan 6:44 “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero.” Y por tanto la salvación de un pecador no depende en última instancia del libre albedrío de esa persona ni de sus buenas obras porque como dice Pablo en Romanos 9:16 “Así que no depende del que quiere [su voluntad], ni del que corre [sus buenas obras o intensiones], sino de Dios que tiene misericordia.” Por eso Dios le dijo a Moisés Romanos 9:15 “Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca.”

            Nuestro Dios tiene la vida y la muerte y la salvación de cada ser humano en sus manos. Él no nos necesita pero tú y yo le necesitamos. Y ninguno de nosotros jamás será feliz sin tener el Dios verdadero como nuestro Dios y Salvador.

            ¿Es ese tu Dios? ¿Es tu Dios digno de ser temido, adorado y reverenciado? ¿O es tu Dios uno digno de pena? Pero nuestro Dios es soberano sobre todas las cosas. Nuestra vida está en sus manos. Y estas son las manos más seguras en las que puedes estar. Para sus hijos El es un León protector, el Vengador que nos defiende, el Padre que nos ama y quien provee para nosotros. El es una Roca alta de refugio contra todo. Nada nos puede alcanzar y si algo nos alcanza es por su voluntad para nuestro bien. Es a Él a quien debemos postrárnos y decir: no se haga mi voluntad sino la tuya.  ¿Es ese tu Dios? Ese es el Dios no domesticado que revela la Biblia.

            ¿Cuál es el otro aspecto de la doctrina de Dios que nos revela este pasaje?

II. Dios es Jehová

            V. 24 “yo soy Jehová”. ¿Qué significa? Que Dios es el Dios del pacto. ¡Cuán importante es esto! ¿Sabes por qué? Porque indica que Dios es el Dios de salvación. Indica que Dios es el Dios que viene a buscar y a salvar lo que se había perdido. Y aunque lo que se perdió no merece su salvación aún así Jehová se da a sí mismo en Cristo Jesús para salvar a los pecadores.

            El es Jehová y esto implica que aquellos a quienes salva El entra en una relación íntima de amistad inquebrantable. El no solo es nuestro Dios soberano sino también nuestro amigo íntimo. Parece una contradicción pero no lo es. Y como tal nosotros participamos de la vida de Dios. ¿Cómo esto se manifiesta en la vida diaria? Se manifiesta en que Dios se nos revela a nosotros. El se da a conocer. El revela su corazón y amor y compasión en la persona de Jesús. El hace que nosotros le conozcamos salvadoramente. El nos revela sus secretos. Nos habla como un amigo habla con su amigo. El camina con nosotros, come con nosotros y bebe con nosotros. Y mora con nosotros bajo un mismo techo. Estamos seguros en sus brazos. De Noé se dijo en Génesis 6:9 “Estas son las generaciones de Noé: Noé, varón justo, era perfecto en sus generaciones; con Dios caminó Noé.” De Abraham se dijo en Isaías 41:8 “Pero tú, Israel, siervo mío eres; tú, Jacob, a quien yo escogí, descendencia de Abraham mi amigo”.

            Que Jehová es el Dios de pacto implica que El nos escogió para sí. El nos escogió para que seamos un pueblo especial. Para que seamos un reino de reyes y sacerdotes para Él. El nos dio un nombre nuevo: hijos de Dios. El hace que nos parezcamos a El cada día y nos hace partícipes de la naturaleza divina. El provee para nosotros. El nos defiende. El nos disciplina cuando pecamos, pero jamás aparta su misericordia de nosotros. Y aunque nuestros padres nos fallen, El jamás, jamás nos fallará. Con El podemos contar en cada momento. De El debemos buscar sabiduría, fortaleza, dirección, salvación, pureza, consolación, etc. Porque El y solo El es infinito en su Ser y perfecciones.

            Pero hay algo muy importante. El que Jehová es el Dios del pacto implica también que nosotros estamos en pacto con El. Y esto implica recordar que por su gracia, poder y regeneración nosotros también lo hemos escogido a El como nuestro Dios. El pacto es mutuo. El nos escogió e hizo que le escogiéramos voluntariamente. Nosotros le hemos escogidos por su gracia. Y esto implica deberes de nuestra parte.

            ¿Cuáles? De eso trata la tercera parte

III. Dios debe ser conocido

            V. 24 “Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme”. Ese es el propósito de nuestra vida. Hemos sido creados para conocer a Dios, amarle, servirle, adorarle y vivir para Él y con Él. La meta de tu vida no es ganar este mundo. O como dice el versículo 23 “Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas.” No es a nosotros la gloria sino la Gloria sea solo para Dios. Nuestra meta no es ganar el mundo sino tener a Dios como a nuestro Dios y vivir nuestra vida sirviendo a Dios con todo lo que El nos da. Siéndoles fiel a El siempre aunque no nos de lo que muchas veces le pedimos. Aunque no tengamos la vida que creemos que es la vida feliz según los ricos de este mundo. La vida feliz se vive en Dios y para Dios. En obediencia a El y en comunión con El apartándonos del pecado.

            ¿Qué implica esa relación pactual con Dios? Implica varias cosas:

1. Conocerle y entenderle. Conocer a Dios no es meramente saber que Dios existe o que El es. No conocemos a Dios a menos que vivamos para Él. A menos que consagremos toda nuestra vida y todo lo que tenemos a Él. El es nuestro Dios. Vivimos por su Palabra y mandamientos y sabiduría y no la nuestra.  Y por tanto vimos para adorarle. Y no hay nada más importante para un cristiano que la adoración a Dios en la iglesia y fuera de la iglesia. De aquí que debemos ser celosos de su adoración: de darle a El la mejor adoración posible con nuestro corazón y con nuestro cuerpo. Por tanto, Dios es el número uno en la vida de todo genuino creyente. Si Dios no es lo primero en tu vida. Si su Palabra y hacer su voluntad no es lo número uno en tu vida, lamentablemente te tengo que decir que no conoces a Dios realmente. El creyente no vive para sí sino para Dios.

2. Separarnos del mundo. Esto es importante. Dios es nuestro esposo. Y esto implica que nosotros como esposas celosas solo tendremos ojos y deseos para nuestro esposo. E implica que lucharemos contra las tentaciones de Satanás y nuestra carne, los deseos pecaminoso que buscan apartarnos de Dios y pecar.

3.  Fe y arrepentimiento. Conlleva vivir una vida de fe. Hermanos, a andamos por fe y no por vista. Conlleva creer en Dios y creerle a Dios. Confiar en sus promesas. Confiar en su perdón. Confiar en amor eterno por nosotros. Confiar en su buena voluntad siempre. Y sobre todo descansar en Cristo para salvación. Yo no me puedo salvar por mí mismo, solo Cristo salva. Es su obra. Es su obediencia, es su sacrificio que paga por mis pecados la base de mi salvación eterna.

            Conlleva también una vida de arrepentimiento. Conlleva el tener presente que ahora que soy salvo la meta de mi vida es crecer en santidad. Conlleva el cuidar nuestro corazón y velar para saber si hay algún pecado que estamos protegiendo, alimentando, coqueteando con él. Examinarnos cada día y ver en qué hemos fallado y confesarlo y buscar el perdón de Dios y su gracia para apartaros de ese pecado.

            ¿Es esa tu doctrina de Dios? Dios se revela como un Dios soberano sobre todas las cosas y sobre todas las naciones. El es soberano incluso en la salvación de pecadores. El determina a quien va a salvar. Pero también Dios es el Dios del pacto: él camina con nosotros, nos abre su corazón para que veamos su amor y misericordia. Y todo esto implica que nosotros lo hemos escogido por su gracia y procuramos vivir para El todos los día de nuestra vida. Todo eso nos lo enseñó la Reforma Protestante. Por eso y mucho más hoy la celebramos.