Porque no se apoderaron de la tierra por su espada, Ni su brazo los libró; Sino tu diestra, y tu brazo, y la luz de tu rostro, Porque te complaciste en ellos.
-Salmos 44:3
Porque no se apoderaron de la tierra por su espada, Ni su brazo los libró
No fueron las manos de un pueblo valiente que confiaba en Dios, quienes finalmente los libro de sus enemigos y dificultades. No fueron las manos de guerreros, de arqueros o de mercenarios. Pues “Tú con tu mano echaste las naciones, y los plantaste a ellos” (V.2)
No fueron las manos diestras sino “la Diestra de Dios”. El brazo todopoderoso, la mano de Dios interviniendo en la historia y los sucesos. El brazo de Dios sosteniendo la creación y los eventos. Este salmo hermoso que pasa de la memoria a la desesperanza, del cuestionamiento y a los fundamentos de la fe, abre mundos entre dudas y lágrimas a la más hermosa dependencia que tenemos en Dios.
Escrito por unos de los hijos de Coré, recuerda lo maravilloso que fue Dios en generaciones previas cuando dice:
"Oh Dios, con nuestros oídos hemos oído, nuestros padres nos han contado,
La obra que hiciste en sus días, en los tiempos antiguos.”
-Salmos 44:1 (RV1960)
El evangelio es primeramente un testimonio histórico, pero no solo eso.
¿Acaso vives de las glorias pasadas? En cierta manera sí y en cierta manera no. Jesús ha venido a la tierra y testificó físicamente a todos los presentes en la Jerusalén en la historia pasada. El apóstol Juan lo testifica de esta manera:
“Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocantes al Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo.Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido.”
-1 Juan 1:1-4 (RV1960)
Tú no estabas allí viendo a Jesús, pero los apóstoles sí y todo el pueblo. Pero la historia de Jesús continúa para siempre. En cierta manera vivimos de glorias pasadas, pues nuestros antepasados nos han contado de lo maravilloso que era y cómo se presentó en la historia el Hijo de Dios; el Mesías, el Rey, el Ungido de Dios, Dios con nosotros. El sacrificio de Jesús fue una sola vez y para siempre. Un solo acto histórico. Todos estos actos fueron fuera de nosotros y en el sentido amplio, retrospectivos, también historia. Pero no solo eso.
No vivimos solo de glorias pasadas. Jesús no puede ser tan solo historia, cuando es Dios y continúa vivo. Las buenas noticias del evangelio, de que existe un rescate para el problema de la culpa, el pecado y la muerte, se proclaman hoy en todo lugar por medio de la “locura de la predicación”. Hoy es el día de salvación. Hoy existe oportunidad. Si recibes la vida infinita y abundante, no puedes permanecer siendo la misma persona.
Nuestro evangelio no solamente es historia, no es solamente una experiencia continua y personal de recibir y vivir con fe salvadora en Jesús. Es también una relación eterna de confianza en Dios, por el poder del evangelio para todas las cosas concernientes a la vida, la salvación y el futuro.
Dios no ha acortado su brazo
De esta forma el salmista tenía claro quién era el que estaba a cargo de darle al ejército de Israel todas las victorias cuando dice:
“Porque no se apoderaron de la tierra por su espada, Ni su brazo los libró; Sino tu diestra, y tu brazo, y la luz de tu rostro, Porque te complaciste en ellos.”
-Salmos 44:3 (RVR1960)
Si solamente las fuerzas de las espadas hubieran librado la guerra, no hubiera necesidad de la ayuda de Dios. La gloria de Dios se hace más evidente cuando reconocemos que no es con astucia, estrategias, tecnología, o la cantidad de recursos, si no, que de Dios es la gloria y el poder. Significa pues, que Dios solo es capaz para hacerlo cómo y cuándo quiera hacerlo.
¿Acaso Dios ha acortado su brazo hoy? No. Dios no ha acortado su brazo, pues a la diestra del Padre gobierna Jesús (Marcos 16:19) ¿Acaso Dios no es el mismo por los siglos? Sí. Jesucristo es el mismo ayer, hoy, y por los siglos. (Heb 13:8)
Él se complace en nosotros
Enigmático y hermoso de reconocer, es que Dios todopoderoso y omnisciente. (Mateo 6;4) Sabiendo lo que somos. (Rom 3:10) Nos escoge. (Ef 1:4) Nos atrae a Él mismo. (Oseas 11;4) Nos esconde en Cristo. (Col 3:3) y se complace de nosotros como sus hijos. (Mateo 3:17, Rom 8:17).
No son tus propios recursos los que te llevaron a Dios, (!Fue Él que te atrajo a sí mismo!). No son tus propias fuerzas los que te pueden hacer permanecer en Dios, (Él pone el querer como el hacer y terminará la obra hasta el fin, Él te ha unido a Cristo). Tampoco son tus propios recursos los que pueden hacerte rebosar en Dios y ganar tus pequeñas batallas. Dependes absolutamente de Dios y eso es bueno.
Que en este día puedas Glorificar a Dios en la hermosa y radiante dependencia del rostro de su hijo Jesús, en quien tenemos toda suficiencia para la vida y la salvación. Jesús te libra enemigos formidables por que por su misericordia se ha complacido en ti.