Sermón: Juan 10:34-36 La Inerrancia e Infalibilidad de las Escrituras
Juan 10:34-36 “Jesús les respondió: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois? 35 Si llamó dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y la Escritura no puede ser quebrantada), ¿al que el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tú blasfemas, porque dije: Hijo de Dios soy?”
El domingo pasado estuvimos estudiando tres atributos de las Escrituras: la inspiración, la autoridad y la suficiencia de la Biblia. Vimos que el testimonio de la Biblia sobre sí misma es que ella es la Palabra de Dios. Y que toda ella es inspirada por Dios. Nunca los escritores de la Biblia escribieron por sí mismo. Ellos escribieron según fueron movidos, impulsados y dirigidos por el Espíritu Santo.
Vimos que si la Biblia es la Palabra de Dios y ella es inspirada Por Dios mismo entonces ella posee suprema autoridad. Es obvio que la Palabra de Dios vaya por encima de las palabras de los hombres por el hecho de que Dios es Dios y nosotros no. El es nuestro creador y nosotros somos sus criaturas. Le debemos todo a Él. Por tanto, es nuestro deber ver si lo que creemos y cómo vivimos está en acorde con lo que Dios ha enseñado en su Palabra. Por ejemplo, Dios define lo que es el matrimonio. Dios define lo que es el ser humano. Dios explica cómo el universo fue creado. Dios revela cuál es el destino del hombre. Dios revela lo que es la verdadera sexualidad. Dios determina cuáles son los roles de los esposos en el matrimonio. En fin, todo lo que Dios revela es de suprema autoridad sobre nosotros. Vimos también que esto implica que no creer ni obedecer la Palabra de Dios es no creer ni obedecer a Dios mismo.
También vimos que la Biblia es toda suficiente para darnos el conocimiento de Dios para la salvación, sobre lo que debemos creer y sobre todo lo que tiene que ver con nuestra vida cristiana, de una vida que le agrada a Dios. Y si ella es suficiente no necesitamos ninguna otra guía: no necesitamos entonces el horóscopo, no necesitamos las cartas del Tarot, no necesitamos consultar a los muertos, ni debemos buscar ningún “médium, ni large o extra-large” en nuestras vidas. Ni tampoco necesitamos el modelaje de los “ídolos” de Hollywood.
Ahora bien, qué podemos decir de todas aquellas historias de la Biblia que a simple vista parecen fantasiosas, inverosímiles, contradictorias y que desafían las leyes de la lógica y la ciencia. Por ejemplo: qué podemos decir de: la historia de un hombre que fue tragado por un gran pez y estuvo en el vientre del mismo, tres días y tres noches, y pudo sobrevivir sin que le faltara oxígeno o muriera por los jugos gástricos del gran pez. Qué podemos decir de los años que poseían los que vivieron antes del diluvio, como por ejemplo de Adán que vivió 930 años, de Set 912 y qué decir de Matusalén que vivió 969 años. ¿Con quién se casó Caín? ¿Cómo podemos explicar que todos descendemos de Adán y Eva y hablamos de tres diferentes razas: blanca, negra y amarilla? ¿Cómo podemos hablar de la resurrección física de una persona realmente muerta por cuatro días? ¿Y qué de aquellos pasajes que aparentan ser “incorrectos”: como uno que dice que somos ovejas de su mano y pueblo de su prado? Entre muchas otras cosas.
Hermanos, todo esto nos lleva a discutir con ustedes dos atributos adicionales de las Escrituras: la inerrancia e infalibilidad de las Escrituras. Y de ellos nos habla Jesús en este pasaje. Para Jesús las Escrituras son inerrantes.
I. Las Escrituras son inerrantes
¿Qué queremos decir con que las Escrituras son inerrantes? Significa que ellas no poseen errores en los escritos originales. Hermanos, si la Biblia es la Palabra de Dios, ella es la misma voz de Dios. Y si Dios se encargó de mover, impulsar y dirigir a los hombres que escribieron la Biblia entonces podemos decir que Dios se encargó que ellos escribieran su Palabra y hace de esta una Palabra inerrante. La Biblia, en sus escritos originales no tiene errores.
Eso es lo que Jesús enseña en este pasaje. El domingo pasado vimos lo que Pablo enseña de las Escrituras. Hoy vemos lo que Jesús mismo enseñó y creía sobre las Escrituras.
En este pasaje Jesús buscó defenderse del cargo de blasfemia. Los judíos acusaban a Jesús de blasfemar porque según ellos “tú, siendo hombre, te haces Dios.” Juan 10:33. ¿Cómo Jesús se defiende? Jesús cita la Biblia, cita la ley. En este caso cita un salmo. Cita el Salmo 82:6 que dice: “Yo dije: Vosotros sois dioses”. ¿Cuál es su argumento? El argumento de Jesús es uno de menor a mayor, de menos a más. Así como la Biblia llama dioses a los reyes y jueces porque representan la justicia divina y a ellos vino la Palabra de Dios, entonces no es incorrecto que yo diga que soy Hijo Dios, quien en mí mismo soy la Palabra de Dios y he ido consagrado y enviado por Dios mismo para ser Salvador. Esa es la idea.
Jesús basa su argumento en la enseñanza de la Biblia. La Biblia llama dioses a los reyes y jueces quienes legislan y juzgan en el nombre de Dios. Y si la Biblia usa la palabra dioses de la esa manera, entonces es correcto que yo también la use así. ¿Por qué? Jesús dice: Porque “la Escritura no puede ser quebrantada”. Aunque una paráfrasis, la TLA nos da la idea correcta: “Y ella siempre dice la verdad.” Esa es la idea. La Escritura no puede ser quebrantada, la Escritura no puede equivocarse. Ellas no pueden errar, ni enseñar el error.
Lo que Jesús dice implica que Dios se encargó de preservar su Palabra libre de errores en los escritos originales. Eso es lo que Jesús creía y enseñaba. Y eso es lo que debemos creer porque Jesús es Dios.
Miremos otro pasaje. Mateo 5:18 “Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido.” Ni la letra más pequeña del alfabeto hebreo (la jota o yod) “ni una tilde” (ni un punto) “pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido”.
Miremos otro más. Lucas 16:17 “Pero más fácil es que pasen el cielo y la tierra, que se frustre una tilde de la ley.” Y también, Mateo 24:35 “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.”
Y porque la Biblia no posee errores en los escritos originales ella es totalmente confiable. Para Jesús las Escrituras no pueden ser quebrantadas, son inerrantes. Pero también son infalibles.
II. Las Escrituras son infalibles
¿Qué significa que son infalibles? Significa que ellas, por no poseer errores, jamás nos llevan al error. Porque son inerrantes, es decir, exentas de error, ellas son infalibles, no pueden errar. Y, por tanto, son seguras, ciertas, indefectibles, totalmente confiables en su enseñanza.
Jesús confiaba plenamente en la Biblia. Por eso cuando fue tentado por Satanás El se defendía citando las Escrituras. Y cuando fue tentado por los saduceos que no creían que existían los ángeles, los espíritus ni la resurrección, Jesús destruye sus argumentos citando la Biblia. Y les dijo en Mateo 22:29 “Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios.” Mateo 22:31-32 “Pero respecto a la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído lo que os fue dicho por Dios, cuando dijo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos.” Jesús cita Éxodos 3:6.
Porque Dios movió, impulsó y dirigió a los escritores bíblicos a escribir sus Palabras, la Biblia está exenta de errores ella es inerrante y si es inerrante ella es también infalible, jamás me lleva al error. Por tanto, yo no tengo dudas para poder creer que Jonás sobrevivió en el vientre del gran pez, aunque yo no entienda cómo es eso posible. No hay límite al poder de Dios. No necesito estudiar el sistema estomacal de las ballenas para convencerme de que eso fue así. Yo confío plenamente en las Escrituras porque ellas son la Palabra de Dios y jamás me llevan al error.
Yo no tengo temor en disciplinar a mis hijos con la vara o con la correa, con moderación y cuidado, porque Dios me enseña en la Biblia en Proverbios 22:15 “La necedad está ligada en el corazón del muchacho; Mas la vara de la corrección la alejará de él.” Eso no significa que la disciplina corporal es mi primera ni mi única opción. Y que puedo usarla irresponsablemente. Pero si la usamos con moderación, sabiamente, en casos extremos, jamás me llevará al error.
Esta doctrina implica que es Dios quien define nuestra sexualidad y no yo. Y como El ha determinado que solo existen dos sexos yo no tengo el derecho ni la libertad de decidir que hay 15 o veinte: que hay hombres; que hay mujeres; que hay hombres por la mañana y mujeres por la noche o viceversa; o que hay algunos totalmente indefinidos. Y es Dios quien decide el uso de mi vida sexual: dentro del matrimonio en un pacto público y formal.
Y por tanto si yo vivo mi vida dirigida por la Palabra de Dios ella jamás me lleva al error, si no todo lo contrario. Es allí donde viviré en plena libertad, en felicidad, en orden, en paz, agrando a Dios en todo.
Te pregunto: ¿es esa tu fe? ¿Cuánta confianza tienes en la Palabra de Dios para dirigir tu vida? ¿Vives en obediencia a la Palabra de Dios? ¿Procuras que tu relación matrimonial refleje la relación que Cristo tiene con su iglesia? ¿Te sometes a la Palabra de Dios?
Quiera Dios que cada uno de nosotros consideremos la Biblia con la plena confianza que Jesús tuvo con ella. Para Jesús la Biblia era inerrante e infalible. ¿Lo es para ti?
Sermón: 2 Timoteo 3:16-17 La Inspiración, Autoridad y Suficiencia de las Escrituras
2 Timoteo 3:16-17 “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, 17 a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”.
El domingo pasado vimos que Dios nos llama a vivir una vida consagrada. Hemos sido comprados por precio. El precio pagado lo fue la sangre preciosa del Señor Jesucristo. Esta consagración de vida incluye el cuerpo físico: nuestros brazos, nuestros pies, nuestra lengua, nuestros ojos, nuestras partes íntimas. Todo lo pertenece a Dios. Dijimos también que Dios nos llama a renovar nuestra mente. Debemos cambiar nuestra forma de pensar. Y el medio para esa renovación intelectual lo es la Palabra de Dios. Debemos leerla, estudiarla, comprenderla en un todo. Debemos conocer cada una de sus partes, cada uno de sus libros y cada mensaje que Dios ha dado con cada uno de esos libros.
Siendo esto así, nos toca repasar nuestra confianza en la Palabra de Dios. Ella es el medio para nuestra transformación moral y espiritual a la imagen de Jesús.
Dios nos ha dado su Palabra. Tenemos delante nuestros ojos y al alcance de nuestras manos nada más ni nada menos que la misma Voz de Dios. La Biblia es Vox Dei. Ella es también Verbum Dei, la Palabra escrita de Dios. Y como ella es su Palabra, ésta debe poseer ciertos atributos que la distinguen de todo lo demás. Por tanto, hoy vamos a contestar la siguiente pregunta: ¿cuáles son los atributos o cualidades que poseen las Escrituras como Palabra de Dios? Es imposible contestar esa pregunta completamente en el día de hoy. Por eso solo vamos a limitarnos a tres de ellos: la inspiración, la autoridad y la suficiencia de las Escrituras.
¿Cuáles son los atributos o cualidades que poseen las Escrituras como Palabra de Dios?
I. Ella es inspirada por Dios
Miremos el versículo 16 “Toda la Escritura es inspirada por Dios”. ¿A qué Escritura se refiere Pablo? El contexto inmediato se refiere a las Escrituras del AT. ¿Cómo lo sabemos? Miremos los versículos 14-15 “Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; 15 y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.” Pablo le dice a Timoteo un joven pastor: persiste, continúa firme en tu fe, en lo que has aprendido y estas persuadido y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras. ¿Cuáles? El AT. Timoteo era hijo de una mujer judía y padre griego. Y su madre y su abuela se encargaron que desde niño Timoteo aprendiera las Sagradas Escrituras. De ellas Pablo dice “Toda la Escritura es inspirada por Dios”. El AT es inspirado por Dios. ¿Pero solo el AT es inspirado por Dios? El contexto inmediato se refiere al AT. Pero cuando tomamos conocimiento de todo el contexto de las epístolas pastorales sabemos que incluye también el NT. Miremos 1 Timoteo 5:17-18 “Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar. 18 Pues la Escritura dice: No pondrás bozal al buey que trilla; y: Digno es el obrero de su salario.” Pablo basa el salario de los ancianos en dos pasajes bíblicos o como Pablo dice aquí: “Pues la Escritura dice”. El primer pasaje de la Escritura que cita lo es Deuteronomio 25:4 “No pondrás bozal al buey que trilla”. Cuando el buey esté trillando, es decir, trabajando en recortar el trigo no le tapes la boca. Déjale que coma de su trabajo, esa es la idea. Pero lo que nos interesa aquí es que Pablo cita otro pasaje para fundamentar el argumento del salario de los ancianos citando, como Escritura Lucas 10:7, que dice: “Digno es el obrero de su salario.” Si te das cuenta para Pablo la frase “toda la Escritura” se refiere tanto al AT como al NT.
Y no dice Pablo, toda ella es inspirada por Dios. ¿Qué significa la palabra inspirada? La palabra en griego es “theopneustos”, que significa exhalada por Dios. Esto es súper importante. Hermanos, el que “toda la Escritura es exhalada por Dios” implica dos cosas:
(1) Dios es el autor de las Escrituras. Es cierto, Dios utilizó hombres para que redactaran su mensaje. Pero Dios se encargó que lo que redactaran no fuera otra cosa que su misma Palabra. Miremos 2 Pedro 1:21 “porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.” En este pasaje la palabra traducida “inspirada” es una palabra distinta en el griego. Es la palabra “φερόμενοι”. Y esta puede ser traducida: movida, impulsada o dirigida. La BDHH traduce el pasaje: “porque los profetas nunca hablaron por iniciativa humana; al contrario, eran hombres que hablaban de parte de Dios, dirigidos por el Espíritu Santo.” La NVI traduce: “Porque la profecía no ha tenido su origen en la voluntad humana, sino que los profetas hablaron de parte de Dios, impulsados por el Espíritu Santo.” La Biblia de Jerusalén traduce: “hombres movidos por el Espíritu Santo, han hablado de parte de Dios”. Dios es al autor de las Escrituras. La Biblia es la Palabra de Dios cuyo origen es divino. Fue Dios quien la exhaló. Fue El quien la produjo. No fue que los hombres se dijeron vamos a dejar por escrito lo que nosotros creemos es la voluntad de Dios. No. Fue Dios mismo quien los impulso a escribir. Fue El quien los comisionó para que escribieran sus Palabras. Como traduce la NVI: “la profecía no ha tenido su origen en la voluntad humana”. Ha tenido su origen en Dios. El es el autor de las Escrituras.
(2) El resultado de la exhalación de Dios es que tenemos en la Biblia una Escritura inspirada. El producto de la obra de Dios es una Biblia inspirada. Fue El quien movió a los santos hombres para que escribieran su misma voz. La Biblia no es en última instancia un escrito humano, sino divino. Ella es en la forma más clara y sencilla de decirlo: La misma voz de Dios.
¿Qué otro atributo posee las Escrituras?
II. Ella posee suprema autoridad
La Biblia posee suprema autoridad. Esto se desprende de que ella es inspirada por Dios. Si Dios es el autor de las Escrituras y El se aseguró en impulsar a los hombres para que escribieran sus Palabras, El exhaló las Escrituras y ellas son en última instancia divinas y no humanas, o más bien la Palabra de Dios en lenguaje humano. Entonces, concluimos que ellas al ser Palabra de Dios tiene suprema autoridad sobre todo.
Por tanto, ella de ser creída en todo lo que enseña. Ella debe ser obedecida en todo lo que ordena. Por eso dice la CFW.I.4: “La autoridad de las Santas Escrituras, por la que ellas deben ser creídas y obedecidas, no depende del testimonio de ningún hombre o iglesia, sino exclusivamente del testimonio de Dios (quien en sí mismo es la verdad), el autor de ellas; y deben ser creídas, porque son la Palabra de Dios”.
No creer el mensaje y la enseñanza de la Biblia es no creer a Dios. De igual manera, desobedecer a las Escrituras es desobedecer a Dios mismo, porque ella es su Palabra. Por eso Pablo elogia a los tesalonicenses porque cuando recibieron el mensaje de los apóstoles lo recibieron como lo que realmente era: el mensaje de Dios mismos. Busquemos 1 Tesalonicenses 2:13 “Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes.”
Hermanos, esto es importante y sumamente serio. Dios nos ha dado su Palabra. Y su palabra es su voluntad revelada para nosotros. Cuando Dios nos dice: confía, es nuestro deber confiar; cuando nos dice: cree, es nuestro deber creer; cuando nos dice: obedece: es nuestro deber obedecer. Cuando leemos la Palabra de Dios o cuando la enseñamos y la predicamos, no es cualquier cosa. No es una tontería. No creer y no obedecer la Palabra de Dios es rebelarnos contra Dios. Y la rebelión contra Dios lleva a la perdición. Torcer la Palabra de Dios, hacer que diga lo que no dijo, es algo serio. Cuan terriblemente serio es predicarla, enseñarla. 2 Pedro 3:15-16 “Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, 16 casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición.” Torcer las Escrituras es para nuestra propia perdición.
Dios es el autor de las Escrituras, por tanto, ellas poseen suprema autoridad sobre todo: sobre toda idea, sobre todo valor, sobre toda enseñanza, sobre toda filosofía, sobre toda opinión de los hombres.
Mira a Jesús y su autoridad. Mateo 5:43-45 “Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. 44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; 45 para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.” Por encima de las opiniones de los hombre está la autoridad de Dios.
¿Qué otro atributo posee las Escrituras?
III. Ella es suficiente
Miremos 2 Timoteo 3:16-17 “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, 17 a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”. Ella es útil para enseñar la voluntad de Dios para nuestra salvación, es útil para redargüirnos de pecado, para corregirnos si nos hemos desviado del camino correcto y es útil para instruirnos en justicia, es decir, en el camino de la santidad. Pero alguien pudiera decir: Pablo dice que la Biblia es útil para muchas cosas pero no que es suficiente.
Miremos el versículo 17: “a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”. Por el hombre de Dios debemos entender en primer lugar el ministro de la Palabra. Esa es la manera en que Pablo la usa en las cartas pastorales. Y la idea es que la Biblia es suficiente para que el ministro sea capaz de cumplir todos sus deberes ministeriales: “sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”. Y si la Biblia es suficiente para el ministro cuanto más lo es para todo creyente.
Ahora bien, ¿suficiente para qué? No para pasar el examen de matemática, ni el examen de inglés, ni para enseñarte cómo pintar una casa, etc. Suficiente para darte el conocimiento necesario para la salvación, para saber cómo debemos glorificar a Dios, lo que debemos creer y todo lo necesario para vivir la vida celestial que a Dios le agrada y demanda. En todo eso ella es suficiente y no necesitamos nada más. Como dice la CFW.I.6: “El consejo completo de Dios tocante a todas las cosas necesarias para su propia gloria y para la salvación, fe y vida del hombre, está expresamente expuesto en las Escrituras, o se puede deducir de ellas por buena y necesaria consecuencia,”.
Hermanos, Dios nos ha dado su Palabra y esto es un acto de increíble misericordia. ¿Sabes por qué? Porque el mundo sin la Palabra de Dios está en tinieblas. No conocen el camino de salvación. No saben cómo agradar a Dios ni cómo glorificarle, ni cómo ordenar sus vidas de tal manera que agrade a Dios. Pero Dios en su misericordia nos ha dado su Palabra. Nos ha traído la luz del evangelio. Nos ha revelado a Cristo. Su ha revelado así mismo. Nos ha dado una porción de su mente. Nos ha revelado su corazón.
En última instancia, ¿qué es la Biblia para ti? ¿Es un libro cualquiera o es la palabra de Dios?
Para la iglesia de Cristo, ella tiene su origen en Dios. Posee suprema autoridad. Y es suficiente para capacitarnos para darnos el conocimiento de la salvación, la gloria de Dios, lo que debemos creer y cómo debemos vivir. Espero que esa sea tu convicción.
Sermón: Romanos 12:1-2 Cambiando Nuestra Forma de Pensar
Romanos 12:1-2 “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. 2 No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”
Un nuevo año se aproxima. Y esto implica nuevas cosas. No sabemos lo que el nuevo año traerá o más bien lo que Dios nos traerá en el nuevo año. Pero una cosa sí sabemos: “que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, 39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.” (Romanos 8:38-39).
No hay mejor manera de enfrentar un nuevo año sino con una nueva mentalidad, con nuevos propósitos, nuevos sueños, nuevos planes. La vida continúa. Lo pasado quedó atrás. Nosotros seguimos hacia adelante hacia “a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3:14).
Y que mejor pasaje para ayudarnos a coordinar nuestros planes futuros que el pasaje que tenemos aquí de Romanos 12:1-2.
Dios nos ha salvado, hermanos y amigos, para vivir para Él. No somos nuestros. Le pertenecemos en cuerpo y en alma a Dios. Y Él nos llama a vivir una vida consagrada a Él, con una mente transformada totalmente por su voluntad. De eso trata el pasaje de Romanos.
Mira cómo Pablo desarrolla ese llamado a una vida consagrada a Dios.
V. 1 “Así que hermanos”. Me gusta más la traducción de la LBLA “Por consiguiente, hermanos”. La palabra en griego es “οὖν” y puede ser traducida: por tanto. Hermanos, en nuestro estudio de la Biblia es importante que miremos cómo comienzan las oraciones de los versículos. A veces encontramos palabras claves que nos ayudan a entender mejor el pasaje. Y una de ellas es este “Así que” o “por consiguiente”. ¿Por qué? Porque esa palabra une el capítulo 12 con todo lo que Pablo ha dicho. Y él nos ha hablado acera del pecado, de la gracia de la justificación, de la santificación de la elección divina, de los planes que Dios tiene con los judíos y los gentiles. ¿Cuál es la idea? Pablo quiere que tú y yo miremos lo que Dios ha hecho para salvarnos. El quiere que sintamos el peso de todo lo que Dios ha hecho con nosotros para darnos vida eterna, para salvarnos. Tú y yo estábamos muertos en nuestros pecados y delitos. Éramos esclavos del pecado. In capaces de salir de ese estado y condición de pecado y miseria. Estábamos destituido de la gloria de Dios. No éramos justos, no buscábamos a Dios. Sepulcro abierto era nuestra garganta. No conocíamos el camino de paz. No nos sujetábamos a la ley de Dios y tampoco podíamos hacerlo. Éramos enemigos de Dios. Éramos débiles para poder salir de ese estado y condición.
Pero Dios nos salvó. Dios nos perdonó, Él nos justificó por medio de la fe en el Señor Jesucristo. Y nos dio paz de conciencia. Derramó su espíritu Santo sobre nosotros. Nos hizo templo de Dios. No crucificó con Cristo y nos resucitó para una nueva vida. El pecado ya no reina en nosotros. Nos dio su Espíritu Santo y es El quien nos guía. Somos herederos con Cristo. Y esperamos la bienaventuranza de la libertad gloriosa de los hijos de Dios.
Y todo es parte de los planes de Dios. El nos escogió desde antes de la fundación del mundo y nos predestinó para ser hechos conforme a la imagen de su Hijo. Todo eso y mucho más Dios ha hecho por nosotros.
Por consiguiente, hermanos, por todo lo que Dios ha hecho por nosotros y en nosotros, dice Pablo, “os ruego por las misericordias de Dios”, por el hecho de que Dios ha derramado su gran misericordia sobre nosotros, os ruego que sigáis consagrándoos a Dios. Esa es la idea. ¿Por qué decimos que sigáis? Porque ya Pablo había tratado el tema de la santificación en el capítulo 6 de Romanos y ahora continua con ese mismo tema. Hermanos, cuán importante es esto. La base de nuestra obediencia a Dios descansa en la gracia de Dios, en lo que Dios ha hecho por nosotros. El mundo pagano busca hacer las cosas bien para ganar la misericordia de los dioses. Pero en el cristianismo, buscamos obedecer por la misericordia que ya Dios nos ha otorgado. Dios nos salva para obedecer. 1 Pedro 1:2 “elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo”. ¿Acaso no hacemos nosotros lo mismo con nuestros hijos? Nosotros les damos la vida si es necesario. ¿Y qué esperamos? Que obedezcan en agradecimiento por todo lo que hemos hecho por ellos. Así es Dios. El espera que vivamos para El en agradecimiento por sus misericordias.
Ahora bien, Dios no llama a una vida consagrada, a una transformación total de nuestra forma de pensar y a un disfrute y deleite de la voluntad de Dios. Veamos cada punto.
I. Consagración
Fíjate cómo Pablo lo presenta. V. 1 “que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.” Pablo tiene detrás de su mente la adoración en el AT, cuando el creyente traía ante Dios su sacrificio. Y Pablo nos dice, nosotros también debemos presentar un sacrificio. ¿Cuál? El sacrificio de nuestro cuerpo. Esto es importantísimo.
La santificación y consagración a Dios incluye nuestro cuerpo físico. Cristo vino a salvar a nuestro cuerpo y no solo nuestra alma. 1 Corintios 6:20 “Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo”. ¿Cuál es la idea? Pablo la explica en Romanos 6:13 “ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.” ¿Qué significa? Oh hermanos, muchas veces usamos nuestro cuerpo para el pecado. Usamos nuestra lengua para los chismes, o para ofender a nuestro prójimo, burlarnos de él. Usamos nuestros oídos para escuchar lo que no nos conviene ni edifica. Usamos nuestras manos para hacer daño, para golpear y maltratar. Usamos nuestros ojos para ver lo que no nos conviene como cristianos. Pero Dios nos llama a presentar nuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo agradable a Dios. A usar nuestro cuerpo de una manera santa, que agrade a Dios.
Hay cristianos que piensan que tienen libertad en Cristo para hacer cualquier cosa que deseen, o ver cualquier cosa que deseen ver. Eso no es cierto. Hace un tiempo atrás yo puse en el Facebook de la iglesia un artículo hablando sobre el sexo en la serie de HBO “Game of Throne”. Y hubo personas que se indignaron por ello. Hermanos, muchas de las series de televisión hoy día son pornográficas. Y no es sabio ni prudente verlas. Dios nos llama a consagrar nuestro cuerpo porque El lo compró. y El demanda y espera que sus hijos usen su cuerpo como instrumento de justicia no impiedad. Miremos 1 Corintios 6:13 “Las viandas para el vientre, y el vientre para las viandas; pero tanto al uno como a las otras destruirá Dios. Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo.” V. 15 “¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? De ningún modo.” Vuestros cuerpos son miembros de Cristo, mi unión con Cristo no solo es una unión espiritual sino también física.
¿Cuál es la idea de todo esto? La idea es consagrar mi cuerpo al Señor. Todo mi cuerpo le pertenece a Él. Consagra tu cuerpo, úsalo como instrumento para bien. Haz lo mismo que hizo Job. Job 31:1 “Hice pacto con mis ojos;
¿Cómo, pues, había yo de mirar a una virgen?”. El consagró sus ojos a Dios: que no miraría a un virgen para codiciarla. Mis ojos son del Señor: no son para la pornografía. Mi boca es del Señor, no es para ofender. Mis partes íntimas son del Señor, no para usarlas sino cuando me case formalmente con mi esposa.
La santificación y la consagración conlleva la consagración de nuestra mente. Vimos que conlleva la consagración de nuestro cuerpo físico, pero también la consagración de nuestra mente. V. 1 “que es vuestro culto racional.” La palabra racional es importante. ¿Sabes por qué? Porque Dios espera que le sirvamos también con nuestra mente. Es más, es imposible consagrar nuestro cuerpo a Dios si no hemos usados nuestra mente. ¿Por qué? Porque Dios espera que nuestra adoración no sea mecánica, automática. Esto es importante.
Dios desea que le amemos no solo con todo nuestro cuerpo sino también con toda nuestra alma. Marcos 12:30. Dios espera que le sirvamos con nuestra mente y con nuestra voluntad. ¿Qué implica esto? Implica que le sirvamos con amor y por amor. Servir a Dios no debe ser una carga para nosotros. Debe ser algo que surja espontáneamente. Dios debe estar presente en todos nuestros pensamientos. Todo lo hacemos pensando: ¿le agradará a Dios lo que yo hago? ¿Cómo yo puedo servirle mejor? ¿De qué manera yo puedo estar más involucrado en el servicio a Dios en la iglesia? Tal vez no puedo barrer, pero puedo fregar, traer galletitas para los niños, comprar productos de limpieza, darle pon a alguien, comprar papel de baño, llamar a mi hermano. ¿Por qué? Porque amo a Dios, amo a su iglesia de la cual formo parte.
Dios nos llama a vivir una vida consagrada. Nuestro cuerpo le pertenece a Dios y también nuestra alma. Somos distintos del mundo por lo que Dios ha hecho en nosotros. Por eso Dios nos llama a pensar de una manera distinta. Él nos llama a la transformación.
II. Transformación
V. 2 “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” Ahora bien. Esta transformación tiene un aspecto negativo y uno positivo. Veamos cada uno.
El aspecto negativo es separarnos del mundo, “No os conforméis a este siglo”. ¿Qué quiere decir Pablo por siglo? Por siglo Pablo quiere decir la forma de pensar, vivir, actuar y valorar que posee el mundo que no tiene a Dios. Lo podemos llamar la filosofía del mundo o la mentalidad del mundo, los valores del mundo, la forma de pensar del mundo. De un mundo que no tiene a Dios como su Dios y Rey. De un mundo que no obedece a la Palabra de Dios. De un mundo que no busca ser gobernado por Dios. Ese es el siglo del cual Pablo nos dice: “no os conforméis”.
Esa separación no es una física necesariamente sino moral y espiritual. Cuando digo física me refiero que no significa encerrarnos en nuestras casas y no tener contacto con el mundo externo. De esa mentalidad surgió el monaquismo, lo monasterio, los anacoretas. Esa no es la idea. Dios nos llama a una vida moral y espiritual distinta a la vida que vive el mundo. Nuestra ética es distinta del mundo porque es una ética basada en la Palabra de Dios no en la democracia, sociología, en la estadística, etc.
Nuestra vida no debe conformarse al mundo. ¿Cómo pensamos acerca del matrimonio? ¿Cómo pensamos acerca de las relaciones sexuales fuera del matrimonio? ¿Cómo pensamos acerca de criar a nuestros hijos? ¿Cómo pensamos acerca del aborto, del homosexualismo? ¿Cómo pensamos acerca de nuestro prójimo? ¿Cómo debemos reaccionar ante el paso del huracán María: solo pensamos en nosotros y nos ocupamos de nosotros y después que todo esté bien pues que cada cual se salve como pueda? ¿A quiénes hemos servido a parte de nosotros mismos y los que nos rodean, nuestros familiares y qué del prójimo?
Esta trasformación tiene también un aspecto positivo y ese es: renovando nuestra mente. V. 2 “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento”. Hermanos, Dios nos llama a cambiar nuestra forma de pensar. No podemos consagrar nuestro cuerpo ni apartarnos del mundo de una forma correcta a menos que cambiemos nuestra forma de pensar. Tiene que haber una metamorfosis intelectual. Nuestra forma de pensar ha sido afectada por el pecado y necesitamos que esta sea cambiada completamente.
Pero esa renovación no viene sino por medio de la Palabra de Dios. No viene sino por el estudio consciente, dedicado, arduo, consistente de la Palabra de Dios. No viene sino por el estudio de buenos libros que nos ayudan a entender la Palabra e Dios. No viene sino por exponernos constantemente al ministerio educativo de la iglesia: sea escuela dominical, estudio bíblico los jueves y la predicación de la Palabra. No viene sino por la constante meditación de la Palabra de Dios. No viene sino por evaluar toda forma de pensar a la luz de la Biblia. pero no podemos evaluar correctamente a menos que conozcamos la Palabra de Dios, a menos que escudriñemos la Palabra de Dios. Ni viene a menos que reconozcamos que ella es la Palabra de Dios y que yo debe someterme en alma y corazón a esa Palabra.
Solo podremos “comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” ¿Qué significa eso? Significa que solo cuando nuestra mente es transformada por la Palabra de Dios podremos decir verdaderamente la voluntad de Dios es agradable, es buena para mí, es perfecta, no tengo nada más que buscar. Eso es lo que yo necesito. Eso es lo que necesita el mundo. Que buena es esa Palabra. Lo mejor que me ha sucedido es conocerla y vivirla.
Hermanos, Dios nos da dado el regalo más grande que alguien puede dar en este mundo: la salvación. Su gran misericordia sobre nosotros ha sido abundante. Dios no ha retenido ninguna bendición para nosotros. ¿Qué pide de nosotros? Que le amemos como nos ha amado. Que consagremos toda nuestra vida a El de una manera consciente, inteligente y voluntaria. Que ese sea tu resolución para este nuevo año: vivir una vida totalmente consagrada para Él.
Sermón: Lucas 2:25-32 El Nunc Dimittis
Lucas 2:25-32 “Y he aquí había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él. 26 Y le había sido revelado por el Espíritu Santo, que no vería la muerte antes que viese al Ungido del Señor. 27 Y movido por el Espíritu, vino al templo. Y cuando los padres del niño Jesús lo trajeron al templo, para hacer por él conforme al rito de la ley, 28 él le tomó en sus brazos, y bendijo a Dios, diciendo: 29 Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, Conforme a tu palabra; 30 Porque han visto mis ojos tu salvación, 31 La cual has preparado en presencia de todos los pueblos; 32 Luz para revelación a los gentiles, Y gloria de tu pueblo Israel.”
Hemos venido predicando sobre los cánticos navideños que precedieron y siguieron el nacimiento del Señor Jesús. Y así debió ser. Dios merece toda adoración y que manera más hermosa que adorarle por medio de los cánticos. Cuando hay alegría es momento de cantar. Y Dios en su soberana sabiduría nos dio estos hermosos cánticos de adoración en la venida de nuestro glorioso Salvador el Señor Jesucristo.
En los últimos dos domingos hemos estudiado el Magnificat de María. Hermoso cántico o salmo si me permiten identificarlo de esa manera. Un salmo que no revela lo increíble que era María. Que mujer piadosa. Que mujer poderosa en las Escrituras. Pero sobre todo que increíble privilegio el ser la madre de nuestro Señor, según la carne. El domingo pasado estuvimos estudiando el Benedictus de Zacarías. Y allí vimos cómo Zacarías por encima de darle gracias a Dios por darle un hijo en su vejez él le da gracias a Dios por acordarse de su pueblo y proveer para Israel y el mundo un poderoso Salvador.
Hoy tenemos ante nosotros el cuarto cántico navideño conocido históricamente como el Nunc Dimittis, por las primeras palabras de ese cántico en Latín: “Nunc Dimittis servum tuum Domine” (Ahora, despide a tu siervo Señor).
Este cántico fue pronunciado por un hombre llamado Simeón. Nada sabemos de ese hombre fuera de este pasaje de la Biblia. Todo lo que podemos saber de él está contenido en este hermoso pasaje. Y lo que nos dice de él este pasaje es suficiente para tenerle en alta estima.
Miremos lo que se dice de él, V. 25 “Y he aquí había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre, justo y piadoso”. V. 26 “que no vería la muerte antes que viese al Ungido del Señor”. Estas palabras no enseñan que él era un hombre viejo. Que sus días habían llegado a sin fin entre nosotros pero que Dios le había prometido que no vería la muerte antes de ver al Ungido del Señor, literalmente del griego al “Cristo del Señor”. La palabra Cristo significa ungido. Pero aparte de ser anciano era todo un verdadero cristiano. El era un hombre justo: dikaios, es decir, íntegro en su trato a su prójimo. Fiel a la segunda tabla de la ley. Todos podían confiar en él. No tenían problema al dejar dinero en la mesa ya que sabían que jamás se lo llevaría. Ningún esposo tendría problema en dejarle a su esposa a su cuidado. Era íntegro en sus palabras: para él el sí es sí y el no es no. Un hombre que respeta a la autoridad sin importar si esa persona es más joven que él o menos inteligente que él, o menos educado. Pero no solo eso. El era un hombre piadoso: eulabes, es decir, devoto, temeroso de Dios, reverente. Y en el contexto del pasaje: un hombre que toma en serio las promesas y la Palabra de Dios. Que confía en todo lo que Dios ha revelado en su Palabra. Que sabe que Dios espera que le sirvamos con sinceridad, con el corazón. Que vivir para Dios es la vida de su alma. El no solo sirve a Dios, él se entrega al servicio de Dios. El no es un cristiano de nombre. Uno de esos que caminan con la Biblia debajo del brazo, pero su vida no demuestra que conocen al Señor.
Oh hermanos, así debemos ser siempre. Y así debemos envejecer. ¡Qué hermoso es ver a un anciano lleno de canas y lleno de piedad, fiel a Dios íntegro en su conducta ante los hombres y ante Dios!
Pero el pasaje nos dice algo más. Y ese algo a mí me llena de regocijo. Y espero que a ti también. Nos dice el versículo 25 cuál era su esperanza. V. 25 Simeón “esperaba la consolación de Israel”. La palabra consolación ustedes la conocen: “paraklesis”, de donde sale la palabra Parakletos. ¿Quién es el Parakletos? El Espíritu Santo. Simeón esperaba la consolación de Israel. Esperaba que Dios cumpliera su promesa de dar genuino y permanente consuelo a su pueblo. Y es de esa consolación que vamos a hablar hoy. Y vamos a contestar varias preguntas:
I. ¿Quién es la consolación de Israel?
El cántico de Simeón nos dice que esa consolación nos viene por medio del hijo de María y José. Cuando María y José fueron al templo para circuncidar a Jesús Simeón lo coge en sus brazos y él ve en Jesús el Ungido del Señor. Él es la consolación de Israel. Simeón bendice a Dios V. 30 “Porque han visto mis ojos tu salvación”. Jesús mismo es nuestra salvación. Es por su muerte y resurrección que nosotros podemos disfrutar de una perfecta consolación.
Oh hermanos, la tendencia nuestra es buscar consolación sólida y permanente en las cosas del mundo. Dios ha diseñado este mundo con cosas que nos consuelan. Un amigo, un hermano, la hermosura de la creación, una esposa, un esposo, el trabajar, etc. Son cosas que en un sentido producen satisfacción y cierto consuelo. Pero todas estas cosas Dios nos la da para que busquemos en El la fuente de todo consuelo. Todos estos consuelos son débiles y efímeros. Nuestros amigos se van o parten de este mundo. Las riquezas son inciertas. Pero Dios es permanente. Simeón nos dice que es en el Ungido del Señor, en el Cristo de Dios en todo nosotros debemos buscar toda consolación.
Jesús puede consolar porque El fue ungido por Dios para traer consolación. Ese es parte de su ministerio. Miremos Isaías 61:1-3 “El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; 2 a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados; 3 a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya.” Según Lucas 4:18-19, las palabras de Isaías se cumplen en Jesús. El fue ungido con el Espíritu Santo para ser nuestro Consolador.
Y como El fue experimentado en quebranto El puede consolar a todos sus hermanos que sufren. Como Él fue menospreciado incluso por sus discípulos El puede consolar cuando somos menospreciados por los seres más íntimos nuestros. El sabe lo que es sentirse solo, abandonado, rechazado. Y con su presencia y Espíritu dar consuelos a sus hijos.
Pero el consuelo mayor descansa en el hecho de que solo El nos puede dar el consuelo fruto de su muerte y resurrección. Dice Romanos 5:12 “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo;” Qué consuelo es saber que Dios no es nuestro enemigo. Que realmente puedo decir que Dios es mi amigo, que El camina conmigo. Ese privilegio es solo de los creyentes. Nadie disfruta de ese beneficio. Solo gracias a Jesús. Solo gracias al Dios y Padre del Señor Jesucristo. Y solo gracias al Espíritu Santo.
II. ¿En qué consiste esa consolación?
Consiste en que Jesús traerá V. 32 “Luz para revelación a los gentiles”. Sin Jesús el mundo está en tinieblas. El paganismo, la idolatría, la irracionalidad arropa este mundo que dice ser un mundo intelectual, un mundo avanzado. Nos libra de las cartas del Tarot, de la ouija, del horóscopo, de dar igual o mayor valor a los animales que a los seres humanos, nos libra de la práctica del aborto, de la eutanasia, etc. Jesús trae consigo mismo la verdad porque El es la luz del mundo.
Consiste en que ella es V. 32 “Y gloria de tu pueblo Israel”. Para el pueblo de Israel significó ser la nación de la cual vendría el Salvador. Un gran privilegio que ninguna nación ha tenido ni tendrá en este mundo.
Pero lo grande de esa consolación es el hecho de que capacita a un creyente a enfrentar la muerte con paz. Mira a Simeón. Cuando él vio a Jesús y lo tomó en sus brazos él dijo, V. 29-30 “Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, Conforme a tu palabra; 30 Porque han visto mis ojos tu salvación”. Simeón podía enfrentar la muerte en paz por dos razones. En primer lugar, porque él vio que Dios cumple su Palabra. Dios le reveló por el Espíritu Santo que él no moriría hasta que viera al Ungido del Señor. “despides a tu siervo en paz, Conforme a tu palabra”. Y Dios cumplió su Palabra. En segundo lugar, porque Simeón tuvo en sus manos la salvación de Dios. El tuvo en sus manos la seguridad de que Dios salva a su pueblo. De que todo lo que Dios había prometido cumplir para la salvación se estaba cumpliendo con Jesús.
Lo grande de esa consolación para todos nosotros hoy día es que Cristo ya compró nuestra salvación. Cuando Jesús dijo en la cruz: Consumado es, ya había revelado que no hay que hacer nada más por la salvación de nuestras vidas. No hay nada que hacer para adquirir los cielos: excepto tener fe salvadora en el Señor Jesucristo y arrepentirnos de nuestros pecados para con Dios.
Lo grande de esa consolación es que nosotros ahora podemos enfrentar la muerte en paz y sin temor. Porque, qué es la muerte sino el paso a una mejor vida. Qué es la muerte sino el reposo de nuestras vidas. Qué es la muerte sino el poder ver a Dios cara a cara. Qué es la muerte sino el experimentar en carne propia la más perfecta felicidad, santidad, paz, amor, gozo, en donde ya no hay más dolor ni tristeza. Y esa paz se acompaña con la seguridad que, así como Dios ha cuidado mi vida El cuidará de cada cabello de los miembros de mi familia. Solo la fe en Cristo nos reviste de esa paz. Solo Cristo da esa paz. ¿Cómo un creyente puede enfrentar la muerte en verdadera paz? ¿No una paz fingida, no una paz basada en la ignorancia sino una paz verdadera, real y que no avergüenza? Porque Jesús es el consolador para el mundo y especialmente para ti y para mí.
Por eso Dios merece toda alabanza y gloria. Amén.
Sermón: Lucas 1:67-79 El Benedictus
Lucas 1:67-79 “Y Zacarías su padre fue lleno del Espíritu Santo, y profetizó, diciendo: 68 Bendito el Señor Dios de Israel, Que ha visitado y redimido a su pueblo, 69 Y nos levantó un poderoso Salvador En la casa de David su siervo, 70 Como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio; 71 Salvación de nuestros enemigos, y de la mano de todos los que nos aborrecieron; 72 Para hacer misericordia con nuestros padres, Y acordarse de su santo pacto; 73 Del juramento que hizo a Abraham nuestro padre, Que nos había de conceder 74 Que, librados de nuestros enemigos, Sin temor le serviríamos 75 En santidad y en justicia delante de él, todos nuestros días. 76 Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado; Porque irás delante de la presencia del Señor, para preparar sus caminos; 77 Para dar conocimiento de salvación a su pueblo, Para perdón de sus pecados, 78 Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, Con que nos visitó desde lo alto la aurora, 79 Para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte; Para encaminar nuestros pies por camino de paz.”
Estamos en la época navideña, una época caracterizada por cánticos, jolgorios, parrandas, etc. Es una época para cantar. Y es interesante que el nacimiento de Jesús fue precedido por cánticos o himnos de alabanza. Hay cuatro de ellos en el evangelio de Lucas. El domingo pasado estuvimos estudiando el himno de María llamado el Magnificat, el cual comienza diciendo: “Engrande mi alma al Señor; Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador”. María irrumpe en adoración a Dios por la misericordia que Dios le ha mostrado. Hermanos, sus misericordias sobre nosotros son nuevas cada día. No hay un día en el cual Dios no derrame su bondad sobre nosotros. Por eso, adorar a Dios debe ser algo que fluya diariamente de nuestros labios.
Hoy continuamos nuestro estudio de los cánticos navideños bíblicos. Y el segundo que tenemos es el himno profético del sacerdote Zacarías conocido históricamente como el Benedictus. Se llama así por la primera palabra de este himno en la traducción de la Biblia al latín conocida como la Vulgata. Y ella comienza diciendo: “Benedictus esto Dominus Deus Israelis”, que significa: Bendito sea el Señor, Dios de Israel.
Zacarías al igual que María nos recuerda que esta época navideña es una de adoración a Dios. Que por encima de cualquier regalo que podamos recibir hay un regalo que sobrepasa a los demás. Y al entender lo que ese regalo es y significa nos debe llevar también a adorar a Dios. ¿Qué podemos aprender del Benedictus de Zacarías? Por lo menos tres cosas:
I. Dios merece alabanza
Así comienza este himno profético. V. 68 “Bendito el Señor Dios de Israel”. Zacarías lleno del Espíritu Santo, es decir, habiendo recibido una unción adicional del Espíritu Santo profetiza o predica acerca de Jesús y de su hijo Juan el bautista. Y lo primero que hace es alabar a Dios por la salvación. Esto es increíble. ¿Por qué? Porque Zacarías acababa de ponerle nombre a su hijo al ser circuncidado. Y lo “lógico” sería adorar a Dios por el privilegio de ser padre aun en la vejez. Pero Zacarías no hace eso. El adora a Dios por la salvación que Dios va a cumplir y que Zacarías ya da por cumplido por medio del Mesías al decir en el versículo 68 “Que ha visitado y redimido a su pueblo”. El habla en tiempo pasado. ¿Por qué? Porque para Zacarías no hay duda alguna de que Dios rescatará a su pueblo. Dios salvará sin lugar a duda a su pueblo. Y esto es materia de adorar a Dios.
Mira lo que hace Zacarías. Por encima de todo lo demás, por encima del nacimiento del hijo que Dios le ha dado, Zacarías mira a la salvación que Dios ha provisto a su pueblo y adora a Dios.
Zacarías estuvo mudo por nueve meses y una semana. Y cuando recobra su voz lo primero que hace es alabar a Dios, no por su hijo, sino por la obra de salvación que ya Dios había comenzado a hacer, según era evidente en la vida de Elizabet y María.
Hermanos, en vez de pensar en sí mismo, él piensa en el reino de Dios, en la obra de salvación. Hermanos, así también debemos pensar. El reino va por encima de nuestros bienes temporales. Debemos ir por encima de nosotros y ver la obra de Dios. No que no veamos que nuestros hijos son una gran bendición de Dios porque lo son. Pero por encima incluso de eso, lo grande es la obra de salvación. Y por eso Dios merece ser adorado. Zacarías por encima del regalo que Dios le dio, él pensó en el regalo del cual se beneficia toda la humanidad, el regalo de la salvación. Y por eso él adora a Dios.
Hermanos, esta época navideña debe ser una época de adoración a Dios por encima de todo lo demás. Por encima de cualquier regalo, el regalo de la salvación para el mundo entero debe ser el motivo principal para adorar a Dios. ¿Es ese tu sentir? Nuestro deseo constante y oración deben ser: “Venga tu reino”, oh Dios. Padre, que otros conozcan de Cristo. Que nuestros hijos sean instrumentos para dar a conocer el evangelio a los demás. Que yo tenga siempre presente que yo también debo invitar a otros a la iglesia, orar por su conversión, darles libros evangelísticos. En fin, buscar que la Palabra de Cristo llegue a las demás personas. Ese debe ser nuestro deseo constante.
Así que Zacarías comienza su himno profético alabando a Dios. ¿Por qué?
II. Porque Dios ha visitado a su pueblo
V. 68 “Bendito el Señor Dios de Israel, Que ha visitado y redimido a su pueblo,”. El pueblo de Dios ha tenido el privilegio de que Dios le visite nuevamente. Y aunque Dios puede visitar a un pueblo para juzgarlo por sus pecados, Zacarías nos dice que Dios los ha visitado para redimirlos, para rescatarlos.
Esto es algo importante, hermanos. Por 400 años no había voz profética en Israel. Dios no había levantado un profeta por cuatro siglos. Así como Zacarías estuvo mudo por 9 meses Dios estuvo callado por 400 años. “El pueblo pudo haber pensado: Dios se olvidó de nosotros. El nos ha desechado. Ya no hay salvación ni esperanza para nosotros”. Pero luego de 400 años de silencio profético Dios envía un ángel a Zacarías con la promesa de un hijo. Y en voz profética Zacarías dice: “Bendito el Señor Dios de Israel, Que ha visitado y redimido a su pueblo,” Hermanos, no hay salvación a menos que Dios esté en medio nuestro. Podemos tener un hermoso templo, podemos servir a la comunidad, podemos incluso hacer obra evangelística, pero si Dios no está en medio nuestro, jamás habrá victoria. Jamás habrá salvación. Nunca olvides la derrota de Horma en Números 14:39-45. Por eso cuando Zacarías ve lo que está sucediendo el adora a Dios por que la salvación ha llegado. Así que lo importante es saber si Dios está en medio nuestro. Y Dios está en donde su palabra es fielmente predicada y enseñada y el pueblo de Dios la obedece. Moisés tenía la verdad y el arca del testimonio, y aun así el pueblo fue derrotado. ¿Por qué? Porque el pueblo no obedecía esa Palabra. ¿Quieren que Dios esté aquí? Vivan la Palabra, crean y vivan el evangelio. Sean fieles en enseñarla y vivirla.
Y nos dice más. Nos dice que lo que movió a Dios a venir para redimir a su pueblo lo fue la misericordia de Dios. Y esto lo dice dos veces: V. 72 “Para hacer misericordia con nuestros padres, Y acordarse de su santo pacto;” V. 78 “Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, Con que nos visitó desde lo alto la aurora,”.
¡Oh hermanos, cuán importante es esto! Dios viene a salvar a su pueblo no porque lo merecen, no porque se lo han ganado sino por la misericordia y compasión de Dios. Dios es un Dios de entrañable misericordia. Y aunque su pueblo no merece la salvación ni jamás podrán comprarla, ni ganarla, Dios por su entrañable misericordia vino a salvar a su pueblo de sus pecados. ¡Qué gran Dios es el Dios que servimos!
Zacarías dice más. Dios ha visitado a su pueblo por su fidelidad al pacto Davídico y Abrahámico. V. 69 “Y nos levantó un poderoso Salvador En la casa de David su siervo,” V. 73 “Del juramento que hizo a Abraham nuestro padre, Que nos había de conceder”. ¿Qué significa esto? Significa que la vendida de Cristo fue en cumplimiento de las promesas que Dios hizo a David y a Abraham. Dios le prometió a David que de su descendencia según la carne vendría un Rey cuyo reino no tendría fin. Que sobre el trono de David se sentaría un Rey justo, poderoso, compasivo, que aseguraría la salvación de su pueblo para siempre. Un Rey que nadie puede derrotar. Y por tanto una salvación invencible.
Pero que también, ese hijo de David y que es Señor de David, sería de la simiente de Abraham, en quien serían benditas todas las familias de la tierra. Hermanos, quien realmente trae bendición a todas las familias de la tierra lo es el Señor Jesucristo. El regalo gratuito de la salvación, por su muerte y resurrección, es el regalo más importante de la navidad. Así lo anunciaron los santos profetas del AT.
Hermanos, todo regalo navideño se puede perder, se puede dañar, puede perder su valor, no así Jesús. El es el regalo más valioso del mundo que no se puede perder, que no se puede dañar y que jamás pierde su valor. ¿Quieres ese regalo? Apocalipsis 22:17 “Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.”
¿Por qué Zacarías adora a Dios? En primer lugar, porque Dios ha visitado a su pueblo y en segundo lugar, porque Dios ha traído salvación.
III. Porque ha traído salvación
Fíjate lo que dice el versículo 69 “Y nos levantó un poderoso Salvador”. ¿Quién es ese? Ese es Jesús. Todos los versículos del 67-75 tratan de Jesús.
Zacarías adora a Dios porque en Jesús Dios nos ha dado un poderoso Salvador. Hermanos, Jesús es un poderoso Salvador. El no es un debilucho. Su muerte no fue la desgracia de una persona que padeció por la corrupción del gobierno romano. El vino a dar su vida para rescatar a muchos. Nadie le quitó su vida, sino que él voluntariamente la dio. Y él tenía poder para darla y poder para retomarla de nuevo por sí mismo.
Ahora bien, en qué consiste la obra de ese poderoso Salvador. Nos dice Zacarías en que ese poderoso Salvador y solo él es quien nos libra de nuestros enemigos. V. 71 “Salvación de nuestros enemigos, y de la mano de todos los que nos aborrecieron;” Estos enemigos son enemigos espirituales no físicos. Son ilustrados por enemigos físicos, pero son espirituales. Solo Jesús nos libra de nuestros enemigos espirituales: Satanás, el mundo y nuestro pecado. Si no eres cristiano genuino eres esclavo de Satanás, eres esclavo del mundo y eres esclavo de tus pecados. Solo Jesús tiene la llave de la libertad.
Jesús es un poderoso Salvador porque solo él nos da luz. Jesús es llamado aquí la aurora, V. 78 “Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, Con que nos visitó desde lo alto la aurora,” La aurora es la primera luz después de la oscuridad de la noche. Jesús es esa luz que quita la oscuridad en el mundo. Sin Jesús estamos en oscuridad, estamos en tinieblas. Juan el bautista vino, nos dice Zacarías, desde el versículo 76 en adelante, para decirle al mundo que Jesús vino V. 79 “Para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte”. El mundo está en tinieblas y no solo PR. Y esa oscuridad no desaparece cuando AEE restaure la electricidad. Sin Cristo el mundo entero permanece en tinieblas, aunque tenga luz eléctrica. Si no tienes a Cristo como tu Dios y Señor estás en tinieblas y permanecerás en tinieblas.
Jesús es un poderoso Salvador porque solo él nos da la paz. Ese también fue el mensaje de Juan el bautista con respecto a Jesús. V. 79 “Para encaminar nuestros pies por camino de paz.” Sin luz no sabemos por donde ir. En Quebradillas hay una sección en donde no hay luz y se han borrado las líneas de los carriles. Y cuando uno va por la noche uno no sabe por dónde va. No sé si voy en mi carril o el carril contrario o cerca de chocar la valla. De igual manera hermanos, solo Cristo puede guiar nuestros pies por camino de paz. Paz para con Dios, paz para con nuestro prójimo, paz en nuestra familia: con nuestros esposos, esposas, hijos; paz con la vida, paz con nosotros mismos. Cristo es nuestra paz.
¿Cuál entonces debe ser nuestra respuesta a este poderoso Salvador?
La única respuesta sensata es creer en el evangelio. Es recibir a Cristo como la aurora de tu vida. Es rendirte a sus pies como el único que puede rescatarte del pecado, de Satanás, de la ira de Dios. Esto es importante y es serio. Si no crees rechazas la misericordia de Dios. Si no crees rechazas la fidelidad de Dios. Si no crees sigues bajo el dominio de tus enemigos. Si no crees no tendrás luz en tu vida y si no crees no tendrás paz jamás. Ven a Cristo ahora. Esa es la única respuesta sensata a la misericordia de Dios.
Dios ha visitado a su pueblo en Cristo Jesús y en él nos ha traído salvación para todo aquel que en él cree y por eso Dios debe ser adorado. Amén.
Sermón: Salmo 107:43 Meditando en la Providencia Divina
Salmo 107:43 “¿Quién es sabio y guardará estas cosas, Y entenderá las misericordias de Jehová?”
Cuando María, la madre de Jesús, recibió a los pastores quienes le contaron la visión celestial que habían tenido, y viendo todo lo que estaba aconteciendo alrededor de ella, nos dice Lucas cuál fue su reacción, en Lucas 2:19 “Pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.” Lo mismo había hecho Jacob cuando escuchó el sueño de José de que “el sol y la luna y once estrellas se inclinaban [hacia él]”. Y la reacción de Jacob fue según nos enseña Génesis 37:11 “Y sus hermanos le tenían envidia, mas su padre meditaba en esto.” Y el predicador en Eclesiastés 7:13 nos dice: “En el día del bien goza del bien; y en el día de la adversidad considera. Dios hizo tanto lo uno como lo otro, a fin de que el hombre nada halle después de él.” La palabra considera es “רָאָה rā’āh”, que significa mira, es decir mira para que aprendas. Mira lo que está sucediendo para que aprendas.
Es eso mismo lo que el versículo 43 del salmo 107 nos quiere enseñar. Es un llamado a meditar en la Providencia divina. Hermanos, nada de lo que sucede en este mundo está fuera del control de Dios. Nada se mueve en este universo sin el permiso de Dios. El gobierna los cielos y la tierra. Nada sucede por el azar. Por eso el salmista nos llama a meditar en lo que Dios hace en este mundo. Saca tiempo para que medites, pienses, veas lo que Dios ha hecho y está haciendo en medio de nosotros: en el país, en nuestras vidas, en las vidas de los demás, en la vida de la iglesia. Ese es el llamado. “¿Quién es sabio y guardará estas cosas?”
Ahora bien, se levanta una pregunta. ¿Cómo yo lo hago? Y el salmista nos dice: mira lo que Dios hace en este mundo. Y nos da cuatro ejemplos:
1. Versículos 4-9. Hay algunos que se perdieron en el desierto. No encontraban el camino hacia una ciudad para refugio. En su desesperación clamaron a Dios. ¿Y qué Dios hizo? V. 6-7 “Entonces clamaron a Jehová en su angustia, Y los libró de sus aflicciones. Los dirigió por camino derecho, Para que viniesen a ciudad habitable.”
2. Versículos 10-16. Hay algunos que han sido llevados presos. Fueron llevados cautivos como castigo por no obedecer a Dios. Y no había quién los ayudase. Pero clamaron a Dios. ¿Y qué Dios hizo? V. 13-14 “Luego que clamaron a Jehová en su angustia, Los libró de sus aflicciones; Los sacó de las tinieblas y de la sombra de muerte, Y rompió sus prisiones.”
3. Versículos 17-22. Hay algunos insensatos, pecadores, rebeldes que no quieren aprender por amor al pecado. Y por causa de su pecado están terriblemente enfermos. Enfermos de muerte. Aun ellos clamaron a Dios. ¿Y qué hizo Dios? V. 19-20 “Pero clamaron a Jehová en su angustia, Y los libró de sus aflicciones. Envió su palabra, y los sanó, Y los libró de su ruina.” Y la misma palabra que menospreciaron fue el medio para sanarlos.
4. Versículos 23-32. Hay algunos que son comerciantes y mercaderes. Y en medio de su viaje por mar Dios levanta una tormenta. V. 25 “Porque habló, e hizo levantar un viento tempestuoso, Que encrespa sus ondas.” En medio de la tormenta están desesperados. Nada de lo que estudiaron en la escuela de navegación les sirve para nada. V. 27 “Y toda su ciencia es inútil.” Y en medio de ello, clamaron a Dios. ¿Y qué hizo Dios? V. 28-29 “Entonces claman a Jehová en su angustia, Y los libra de sus aflicciones. Cambia la tempestad en sosiego, Y se apaciguan sus ondas.”
Así que hermanos, mira lo que Dios hace en este mundo. Dios ejecuta juicio en este mundo. Pero también derrama su misericordia, no solo sobre sus hijos, sino también sobre aquellos que no son sus hijos. Y nada bueno merece. Pero Dios es bueno y por tanto merece ser alabado. V. 31 “Alaben la misericordia de Jehová, Y sus maravillas para con los hijos de los hombres.” Iglesia de Cristo mira lo que Dios hace en este mundo. Medita en ello. Mira en estas cosas su severidad, pero también mira su compasión. Y si Dios tiene compasión sobre los hijos de los hombres, cuanto más tendrá compasión sobre ti que eres su hijo, e hija. Su amor para con nosotros es amor eterno. Medita en ello y adora a Dios. V.1 “Alabad a Jehová, porque él es bueno; Porque para siempre es su misericordia.”
Ahora bien, ¿qué beneficio obtengo al meditar en la providencia divina? El versículo 43 nos menciona por lo menos dos:
1. Serás sabio. Fíjate cómo comienza el versículo “¿Quién es sabio?” La idea es que son pocas las personas que meditan en la Providencia divina. Son pocos los que meditan en lo que Dios hace en este mundo. Y por tanto jamás serán sabios. Porque, ¿quién es el sabio? Es el que ve a Dios detrás de todas las cosas. Que busca vivir por la sabiduría divina y no su “sabiduría”. Para El Jesús es su sabiduría. Es uno que aprende. Como dice Proverbios 13:1 “El hijo sabio recibe el consejo del padre; Mas el burlador no escucha las reprensiones.” Es uno que acepta corrección, Proverbios 9:8 “No reprendas al escarnecedor, para que no te aborrezca; Corrige al sabio, y te amará.” Es uno que habla con propiedad, Proverbios 15:2 “La lengua de los sabios adornará la sabiduría; Mas la boca de los necios hablará sandeces.”
Hermanos, cuando meditamos en lo que Dios ha hecho y está haciendo en el mundo, y guiados por la Palabra de Dios, aprendemos por experiencia propia cómo debemos vivir. Nos ayuda a madurar. Creemos en la fe. Crecemos en la paciencia. Seremos sabios. Nos ayudará a no cometer los mismos errores. A esperar en Dios. A confiar en Él.
2. A entender las misericordias de Jehová. Solo el creyente puede entender esto. Ya que solo en ellos Cristo Jesús, en virtud de su obra salvadora, abre su entendimiento para que comprendan la voluntad de Dios. Lucas 24:45 “Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras;” ¿Y qué cosas podemos entender de sus misericordias?
a. que Dios nunca está ocioso. Juan 5:17 “Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo.” Hermanos, Dios está obrando en medio nuestro. El nunca descansa. El actúa para nuestro bien.
b. que su cuidado sobre nosotros es especial. Salmo 33:18-19 “He aquí el ojo de Jehová sobre los que le temen, Sobre los que esperan en su misericordia, Para librar sus almas de la muerte, Y para darles vida en tiempo de hambre.” Tan especial es que El cuida nuestros huesos. Salmo 34:19-20 “Muchas son las aflicciones del justo, Pero de todas ellas le librará Jehová. El guarda todos sus huesos; Ni uno de ellos será quebrantado.” Nuestras lágrimas las colecciona en una botella y las pone en su libro de memorias. Salmo 56:8 “Mis huidas tú has contado; Pon mis lágrimas en tu redoma; ¿No están ellas en tu libro?” Dios está pendiente de todo lo que acontece en nuestra vida, aun de aquellas cosas pequeñas como nuestro cabello. Mateo 10:30 “Pues aun vuestros cabellos están todos contados.”
¿Por qué ese amor tan especial por nosotros solamente? Porque Jesús con su muerte y resurrección nos hizo aceptos ante Dios. Efesios 1:6 “para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado,” Hebreos 10:19 “Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo,”. Salmo 107:1 “Alabad a Jehová, porque él es bueno; Porque para siempre es su misericordia.”
Sermón: Santiago 5:13-18 Orando en toda Circunstancia
Santiago 5:13-18 “¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración. ¿Está alguno alegre? Cante alabanzas. 14 ¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. 15 Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados. 16 Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho. 17 Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. 18 Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto”.
No sé cuántos de ustedes llegaron a ver la serie de televisión “Alf”. Esa serie trataba de un extraterrestre que llegó a vivir en una familia ordinaria de estadounidenses. Alf era una especie de peluche andante. Y tenía una peculiaridad: el plato principal de su planeta era comer gatos. En uno de los episodios, Alf había cometido un pecado terrible, condenado en su planeta. Había roto un libro. Y eso era terrible en su planeta porque privaba a las generaciones venideras de sabiduría. Y él estaba angustiado por el terrible pecado que había cometido. Y la única manera de librarse era realizar un rito complicado. Bueno, el episodio trataba acerca de las cosas que tenía que adquirir para poder realizar el ritual y así ser liberado de la culpa. Luego de que adquiere todo, el ritual requería que el culpable dijera unas palabras solemnes para poder recibir el perdón. Y las palabras eran: “lo siento”. Eso era todo. Uno pensaba que era algo complicado, largo, extenso, que llevara a la persona a hacer algo grandioso, cuando realmente lo único que tenía que hacer era pedir perdón.
A veces los cristianos pueden pensar que se necesita hacer grandes cosas para poder tratar con las aflicciones, problemas y necesidades que vienen a nuestra vida. Cuando lo que realmente necesitamos es la sencillez del evangelio. Yo diría que uno de los males que padece la Iglesia de Cristo del siglo 21 es su falta de fe en los medios de gracia que Dios ha instituido en su Palabra. Todos sabemos cuáles son esos medios de gracia: la oración, la Palabra y los sacramentos. Todos los hemos usados. Y es posible que algunos piensen que necesitamos algo más. Y algunos se pasan durante toda su vida buscando algo más. En cambio, Dios nos llama a confiar en lo que El instituyó. Los medios de gracia son pocos, son sencillos, pero son poderosos en Dios.
Ahora bien, Santiago está a punto de terminar su epístola y como es costumbre él dedica tiempo para darnos algunas directrices con respecto a la oración. El tema de la sección es la oración. ¿Cómo lo sabemos? Lo sabemos porque esta se repite en todos los versículos, sea la palabra oración o el verbo orar. Así que Santiago desea enfatizar la importancia de la oración en la vida nuestra. Y se levanta la pregunta, ¿Qué nos quiere enseñar Santiago respecto a la oración?
I. Debemos orar en toda circunstancia
Debemos orar en primer lugar, cuando estemos afligidos, V. 13a “¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración. La palabra afligido en el original griego es una palabra genérica para referirse a toda clase de aflicción y pruebas. ¿Qué debemos hacer si somos visitados por diversas aflicciones de cualquier tipo? Santiago nos dice: “Haga oración”. Así de sencillo. En medio de las aflicciones que vienen a nuestra vida Dios nos llama a que le busquemos por medio de la oración. No necesariamente para ser liberados de la aflicción sino también para que Dios nos fortalezca y podamos resistir con fidelidad.
Debemos orar, en segundo lugar, cuanto estemos alegres. V.13b “¿Está alguno alegre? Cante alabanzas.” La palabra alegre connota la idea de alegría de corazón, de espíritu, que uno puede tener cuando las cosas estén bien pero también cuando las cosas estén mal. Es decir, debemos reconocer que Dios es quien nos ha bendecido y por tanto adorémosle cantándole himnos de alabanza. Dios es el Señor de tu vida y de todo lo que te sucede. Por tanto, adora a Dios por medio de la música. Así de simple. Y aunque cantar no es lo mismo que orar, la Biblia nos enseña que están íntimamente relacionados. Y algunos himnos son oraciones a Dios. ¿No es una oración el himno que dice: “Haz lo que quieras de mí Señor, Tú el alfarero yo el barro soy, dócil y humilde anhelo ser, cúmplase siempre en mí tu querer”?
Debemos orar, en tercer lugar, cuando estemos enfermos. Y no solo eso. Cuando estemos enfermos tenemos que llamar a los presbíteros de la iglesia, a los ancianos de la iglesia. V. 14 “¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor.” Hermanos, te pregunto, cuando estás enfermo, ¿llamas a los ancianos de la iglesia para que oren por ti? Ellos velan por ti. Ellos cuidan de tu alma, pero también cuidan de tu cuerpo. Cuantas veces nos hemos enterado de que los hermanos estuvieron en el hospital después que le dieron de alta. Me han dicho: estuve 10 días en el hospital y no me visitaron. Y yo le he tenido que decir: me acabo de enterar ahora mismo. Hermanos, quiero decirles un secreto: Dios no nos permite usar bolas de cristal para saber quién está enfermo o no. Contamos con su ayuda. Mira cómo Santiago lo pone: “¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame”. Fíjate que no dice: llamen, en plural, sino “llame”. ¿Quién? El mismo enfermo. Cuando estemos enfermos tenemos que llamar a los presbíteros de la iglesia, a los ancianos, para que oren por él. Y Santiago dice más: “y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor.” ¿Qué significa esto? ¿Significa que cada vez que vayamos a visitar a un enfermo tenemos la obligación de ungirle con aceite? La respuesta es, no necesariamente. En aquellos tiempos el aceite de oliva tenía un valor medicinal. La ciencia médica de aquella época recomendaba el uso del aceite de oliva como la mejor medicina para sanar todo tipo de dolencias. Pero sabemos por la misma Escritura que no todas las oraciones para sanidad requerían el ungir con aceite al enfermo. Veamos algunos ejemplos. A veces la sanidad vino por medio de la palabra solamente: Hechos 9:34 “Y le dijo Pedro: Eneas, Jesucristo te sana; levántate, y haz tu cama. Y en seguida se levantó.” En otras, al tomarle por la mano: Hechos 3:6-7 “Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. 7 Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos”. En otras, echarse sobre la persona, Hechos 20:9-10 “y un joven llamado Eutico, que estaba sentado en la ventana, rendido de un sueño profundo, por cuanto Pablo disertaba largamente, vencido del sueño cayó del tercer piso abajo, y fue levantado muerto. 10 Entonces descendió Pablo y se echó sobre él, y abrazándole, dijo: No os alarméis, pues está vivo.” Y en otras, ungiendo con aceite a la persona, Marcos 6:13 “Y echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos, y los sanaban”. ¿Qué podemos decir al respecto? ¿Es necesario ungir con aceite a la persona toda vez que oremos por sanidad? No, no es necesario. ¿Podemos hacerlo? Podemos hacerlo, creo. Pero el énfasis del pasaje no es la unción con aceite sino el poder de la oración en el nombre del Señor.
¿Qué nos quiere enseñar Santiago respecto a la oración?
II. La oración debe tener ciertos requisitos
El primer requisito de la oración lo es la fe. No es el aceite lo que hace la diferencia sino la oración con fe. V. 15a “Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; No es orar por orar lo que hace que el enfermo se salve o se sane. Es la misma palabra, pero el contexto terminará si se refiere a salvación o a sanidad del cuerpo. No es orar por orar sino orar con fe lo que hace la diferencia. Es creer con todo el corazón que Dios tiene el poder para sanar a una persona. Que Él tiene el poder de levantarlo de la cama ya que no hay nada difícil para Dios. Siempre teniendo presente que Dios es soberano al sanar. Él puede sanar si a Él le place. O puede no hacerlo. Es su prerrogativa.
El segundo requisito es autoexamen. V. 15b “y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados.” ¿Qué significa eso? Significa que muchos de nuestras enfermedades son causadas por nuestros pecados. No todas nuestras enfermedades son causadas por el pecado. Santiago así lo enseña al decir “y si hubiere cometido”. Pero Santiago nos lleva a auto examinar nuestra vida. Y a confesar nuestros pecados si estos están relacionados con nuestras enfermedades para que podamos ser sanados.
El tercer requisito es mutuo perdón. V. 16ª “Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados.” Santiago nos recuerda que somos una familia y que en la familia siempre hay roces entre los miembros. Y si esto ocurre debemos confesar nuestras ofensas los unos a los otros para poder ser sanados. ¿Sanados física o espiritualmente? Ambos. El contexto demanda que sean ambos. Santiago ha estado hablando de sanidad física, primeramente. Pero también habla de “sanidad” espiritual cuando habla de que “si hubiere cometido pecados le serán perdonados”. Si un hermano peca contra otro el deber es confesar su pecado para que haya sanidad. Sin confesión no habrá sanidad, no habrá restauración en medio nuestro.
¿Qué nos quiere enseñar Santiago respecto a la oración?
III. Debemos creer en el poder de la oración
V. 16b “La oración eficaz del justo puede mucho.” La oración del justo puede mucho. Es decir, tiene mucho poder, puede lograr mucho. Y esto no es para súper santos sino para todo hijo de Dios. Para todo hijo de Dios que busca vivir para El y que con sinceridad busca obedecer su Palabra. Es la oración del justo no la del súper justo.
Santiago entonces nos da un ejemplo del poder de la oración en la vida de Elías. V.17-18 “Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. 18. Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto”. ¿Quién era Elías? Santiago nos dice: “hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras”, es decir, un ser humano como todos nosotros. Con nuestras mismas debilidades, temores, frustraciones, depresiones que todos nosotros tenemos. Hermanos, ¡él no logró que en la tierra no lloviera por tres años y medio por ser profeta! Él lo “logró” por orar fervientemente. Oró para que no lloviera y oró para que lloviera. Ese es el poder de la oración.
Dios desea que seamos hombres y mujeres de oración. Que la oración y el espíritu de oración estén a flor de labios. Que tengamos el espíritu de orar sin cesar creyendo en el poder de Dios por medio de la oración. Si nosotros confiáramos más en el poder de la oración oraríamos más. Y recibiríamos más de parte de Dios. Si recordamos que Jesús con su muerte nos ha reconciliado con el Padre, y que Él es nuestro Mediador que pone del incienso de su oración con el nuestro delante de Dios. Si recordamos que Jesús nos llama a orar en su nombre bajo el poder del Espíritu Santo y que Él nos ayuda en nuestras debilidades porque no sabemos cómo orar. Si recordamos que Dios es un Dios que escucha siempre la oración de su pueblo. Que no es una oración con un grado alto de perfección la que Dios acepta sino una sincera de un corazón que clama como Pedro: Señor sálvame que perezco. Entonces nos acercaríamos más con fe a orar a Dios y vivir una vida de oración.
¿Qué nos quiere enseñar Santiago respecto a la oración? Que debemos orar en cualquier circunstancia, que hay ciertos requisitos a toda oración y que debemos creer en el poder de la oración.
Sermón: Santiago 5:7-11 Paciencia y Perseverancia
Santiago 5:7-11 “Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía. 8 Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca. 9 Hermanos, no os quejéis unos contra otros, para que no seáis condenados; he aquí, el juez está delante de la puerta. 10 Hermanos míos, tomad como ejemplo de aflicción y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor. 11 He aquí, tenemos por bienaventurados a los que sufren. Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo.”
De la noche a la mañana la bolsa de valores de Nueva York colapsa. Y Egipciaco, nombre ficticio, y quien era un ganadero rico, ve perder toda su fortuna que con mucho sacrificio y honradez había ganado. Al poco tiempo sus hijos iban de paseo a España y en un concierto ocurre una balacera. Miembros de ISIS se adentran al concierto y comienzan a disparar a mansalva y mueren allí sus tres hijos. En esa misma semana, el doctor de cabecera le llama y le notifica que las pruebas de laboratorio indican que tiene cáncer en el páncreas en un estado avanzado. En medio de todo esto su esposa le dice que ella no puede vivir así ya que han perdido todo y está considerando ponerle carta de divorcio a su matrimonio de 30 años.
¿Cómo reaccionarias si ésta fuera tu historia?
Esta historia ficticia es una versión moderna de lo que le pasó a Job. De la noche a la mañana Job perdió todo: sus riquezas, sus hijos, sus bienes y el respeto de su esposa. Todo eso en un breve lapso de tiempo. ¿Cómo reaccionó Job ante todo esto? Nos dice Job 1:21-22 “Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito. 22. En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno.”
Santiago comienza esta sección con las palabras: por tanto. Y con ello indica que lo que va a hablar guarda relación con la sección anterior. En esa sección vivimos la amenaza que Dios pronunció sobre los ricos opresores. Dios les castigará. Pero mientras tanto el pueblo que es oprimido es llamado por Dios a mostrar una gracia característica de Dios y del Señor Jesucristo. ¿Cuál la paciencia? Y con ellos nos debemos preguntar, ¿Cómo debemos actuar cuándo las personas se levantan contra nosotros para hacernos mal? Santiago nos da la respuesta. Y él nos dice que, en medio de los abusos, las aflicciones que nos vienen, no por catástrofes, sino por aquellos que buscan hacernos mal, debemos en primer lugar…
I. Ser pacientes
Este es el énfasis principal del pasaje. Cuatro veces Santiago menciona la palabra paciencia en esta sección. Y por tanto el mensaje es que en medio de las aflicciones que recibimos por aquellos que nos quieren hacer daño, la respuesta es, tengamos paciencia. Claro está, hermanos, es fácil decirlo que hacerlo. La tendencia nuestra es a la impaciencia. Queremos tomar las cosas en nuestras manos. Queremos que se nos haga justicia inmediatamente. Pero Dios nos llama a ser pacientes.
¿Qué es la paciencia? La palabra que utiliza Santiago en el griego es “makrothumia”. Conlleva la idea de controlarnos, de restringirnos a nosotros mismos, de ser lentos para la ira. Implica que el mal está presente. Y en medio de ese abuso o maltrato a nuestras personas, Dios nos llama a controlarnos, a no dejar que nuestras emociones nos lleven a actuar de una manera descontrolada. Nos llama a esperar.
Santiago nos da un ejemplo de lo que quiere decir. Él dice: “Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía.” El agricultor siembra la semilla, pero ésta no da fruto inmediatamente. Él tiene que esperar. Él tiene que aguardar con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana (la de octubre) y la tardía (la de abril) para poder recibir el precioso fruto de la tierra. Tiene que esperar su tiempo. A su tiempo el agricultor segará su fruto. Pero tiene que aguardar con paciencia.
Cuán difícil es esto en un sentido para nosotros que vivimos en una sociedad donde desea todo para ahora mismo. En cambio, Dios nos llama a ser distintos. A ser imitadores de Dios quien es “lento para la ira y grande en misericordia y verdad” Éxodos 34:6.
Pero ¿cómo podemos lograr esto? Santiago nos llama a poner nuestra mirada en Jesús. Y nos dice que debemos esperar, esperar con paciencia. ¿Hasta cuándo? Espera…
II. Esperar hasta la Venida Señor
V. 7 “tened paciencia hasta la venida del Señor.” Y lo menciona nuevamente en el versículo 8 “Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca.” ¿Qué quiere decir Santiago con la venida del Señor? Y, ¿por qué dice que la venida del Señor está cerca? ¿Creían los apóstoles que la segunda venida d Jesús ocurriría en su tiempo? Y si esto es así, ¿acaso nuestra fe en la fidelidad de la Biblia no está comprometida? De ninguna manera.
La palabra que Santiago utiliza es “parousía”. Y esa palabra es la palabra técnica para referirse a la Segunda Venida de Cristo. Pero la Biblia nos enseña que toda manifestación especial de la ira, juicio y gracia del Señor es también llamada en la Biblia una venida del Señor.
En el AT los profetas constantemente hablaban de la venida de Jesús como algo que iba a ocurrir inmediatamente cuando esto ocurriría 400, 500 y hasta 700 años después. Un ejemplo lo tenemos en Hageo 2:6-7 “Porque así dice Jehová de los ejércitos: De aquí a poco yo haré temblar los cielos y la tierra, el mar y la tierra seca; y haré temblar a todas las naciones, y vendrá el Deseado de todas las naciones; y llenaré de gloria esta casa, ha dicho Jehová de los ejércitos.” El Deseado de las naciones es una referencia a Jesús quien vino 400 años después de Hageo, pero Dios dice “de aquí a poco”. Hablando del fin del mundo Pedro nos recuerda que Dios no retarda su venida como algunos piensan y les dice que no debemos medir los tiempos según nuestra agenda sino según la agenda de Dios. ¿Por qué? Nos dice 2 Pedro 3:8 “Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día.” Así que según el lenguaje profético un poco de tiempo no necesariamente significa dentro de poco según nuestra agenda sino puede ser bastante tiempo.
Jesús mismo nos enseña algo adicional. Cuando Jesús habla de su venida en Mateo 24 y nos dice que esta generación no pasará hasta que todo esto ocurra (Mateo 24:34), la referencia es sin lugar a duda a la destrucción de Jerusalén para el año 70 con las tropas del general Tito.
Entonces, ¿a qué se refiere Santiago con que seamos pacientes hasta la vendida del Señor y que la venida del Señor se acerca? Yo entiendo que la referencia es a la Segunda Venida de Cristo en gloria. ¿Cuál es la idea? La idea es que debemos reconocer que Jesús es nuestro defensor. El interviene en la historia. El visita a los padres y a sus hijos con ira, cuando ellos viven de espaldas a Dios. Y El muchas veces castiga severamente a los pecadores en este estado de la eternidad. Pero Él se reserva el castigo mayor en el día del juicio final.
Oh creyente, Cristo Jesús, como tu Rey, es tu defensor. Aunque tú no lo sepas y aunque tú no lo veas, Jesús te está defendiendo de tus enemigos. Como dice 1 Corintios 15:25 “Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies”. Jesús no vendrá por segunda vez hasta tanto no ponga a sus enemigos y los nuestros (porque son los mismos) debajo de sus pies. Debajo de sus pies simboliza derrota.
Por tanto, si esto es así, si en los cielos tenemos a nuestro defensor que interviene aquí en la tierra, entonces enfrentemos con paciencia las aflicciones que vienen a nuestra vida producto del pecado de los hombres. Esperemos en Dios porque Él es nuestro defensor. Seamos pacientes hasta la segunda venida.
Pero algunos dirán que “justicia tardía no es justicia”. A lo cual respondemos que Dios visita en nuestros tiempos a los malvados dándoles una muestra de lo que recibirán en el juicio final.
Pero como nosotros siempre queremos justicia inmediata Santiago nos dice que en medio de esas aflicciones es importante…
III. Controlar las frustraciones
V. 8-9 “Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca. 9.Hermanos, no os quejéis unos contra otros, para que no seáis condenados; he aquí, el juez está delante de la puerta.” Santiago nos dice, en primer lugar, que para poder sobrellevar esto es necesario que afirmemos o fortalezcamos nuestros corazones. ¿Qué es esto? Debemos tener una firme convicción de la verdad. Podremos sobrellevar todo esto si estamos convencidos que Dios intervendrá contra nuestros enemigos. Si creemos en la providencia divina. Si creemos que Dios es nuestro defensor. Si creemos que el bien triunfará sobre el mal, porque Dios mismo es el Bien y quien tiene todo poder para derrotarlo.
En segundo lugar, Santiago nos dice que debemos evitar el descargar nuestras frustraciones con los demás. “Hermanos, no os quejéis unos contra otros, para que no seáis condenados”. En medio de las aflicciones la tendencia es estar sensitivos. Y lo triste del caso es que a veces nos desquitamos con aquellos que no tienen nada que ver con el asunto o no son culpables. Generalmente el desquite es con los seres queridos que son los que más cerca están de nosotros. A lo cual Santiago les dice: paren de hacer esto. Si esto es lo que han estado haciendo no lo hagan más. ¿Por qué? Para que no seáis condenados. Dios no solo es el juez de los malos. Él es el juez de toda la tierra y nosotros también compareceremos delante de Dios.
¿Qué deben hacer entonces? Tengan paciencia hasta la venida del Señor. Esperen la justicia de las manos de Dios mismo. Y fortalezcan su corazón. Vivan bajo la convicción de la protección y defensa de Dios.
Y además…
IV. Perseverar hasta el fin
V. 11 “He aquí, tenemos por bienaventurados a los que sufren. Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo.” Dos notas con respecto a la traducción de la RV60. La primera oración podría dar la impresión de que el sufrimiento en sí mismo es bueno, “bienaventurados… los que sufren”. Eso no es correcto. Por eso otras traducciones capturan la idea del pasaje. DHH “Pues nosotros consideramos felices a los que soportan con fortaleza el sufrimiento.” RVA 2015 “He aquí, tenemos por bienaventurados a los que perseveraron.” ESV “Behold, we consider those blessed who remained steadfast.” Así que la idea es son benditos los que perseveran en medio del sufrimiento. El llamado es a perseverar en medio de la aflicción. Es un llamado a seguir siendo fieles a Dios, aunque estemos sufriendo por parte de aquellos que desean nuestro mal.
Pero no solo eso. Debemos ver las aflicciones con otros ojos. No somos malditos sino benditos en medio del sufrimiento. “bienaventurados a los que perseveraron”. ¿Por qué? Porque acabaron su prueba. Porque fueron perfeccionados por medio de las aflicciones. Porque dieron testimonio de su fidelidad y del poder de la gracia de Dios que es la única que nos capacita para perseverar.
Y también porque al así hacerlo somo contados en el número de los profetas. V. 10 “Hermanos míos, tomad como ejemplo de aflicción y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor.” Los profetas que hablaron en el nombre del Señor no fueron librados de sufrir. Ellos son ejemplo de aflicción y de perseverancia porque ellos estuvieron dispuestos incluso a morir por su fe.
Y sobre todo miremos el ejemplo de Job. Y aquí también debemos revisar la traducción de la RV60. Esta traduce: “Habéis oído de la paciencia de Job”. La RVA 2015 captura mejor el original griego “Han oído de la perseverancia de Job”. En medio de todo lo que este hombre sufrió vemos a Job perseverando en su fe hasta el fin. Es cierto que en momentos su fe decae como cuando maldijo el día de su nacimiento. Pero él nunca negó su fe. Nunca comenzó a vivir como si no valiera la pena ser creyente en Jehová. Nunca vivió contrario a su fe. El no actuó como algunos hacen: “como Dios me ha enviado males no vale la pena seguirle. O todo lo que me han enseñado acerca de Dios es falso, y la evidencia es que yo que soy su hijo estoy sufriendo”. El por la gracia de Dios perseveró hasta el fin.
Y Job descubrió el fin del Señor, cuál era el propósito de Dios en todo lo que le sucedió. Dios probada su fe. Y Dios le recompensó con bienes superiores a los que tenían antes. Revelando que el Señor es “muy misericordioso y compasivo”. Reconoce por la fe que Dios aun cuando aflige Él lo hace para nuestro bien. Y no solo es Dios misericordioso sino muy misericordioso y compasivo.
Hermanos, en medio de los abusos que algunos tienen contra nosotros Dios nos llama a ser pacientes, esperando al Señor, sin descargar nuestras frustraciones contra nuestros seres queridos ni los hermanos en la fe y perseverar hasta el fin, al reconocer que Dios es muy misericordioso y compasivo.
Sermón: Santiago 5:1-6 El Peligro de ser Rico
Santiago 5:1-6 “¡Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán. 2 Vuestras riquezas están podridas, y vuestras ropas están comidas de polilla. 3 Vuestro oro y plata están enmohecidos; y su moho testificará contra vosotros, y devorará del todo vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado tesoros para los días postreros. 4 He aquí, clama el jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado por vosotros; y los clamores de los que habían segado han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos. 5 Habéis vivido en deleites sobre la tierra, y sido disolutos; habéis engordado vuestros corazones como en día de matanza. 6 Habéis condenado y dado muerte al justo, y él no os hace resistencia”.
Hace como dos semanas atrás se anunció que habían destronado a Bill Gates como el hombre más rico del mundo. Ustedes saben que Bill Gates es el CEO de Microsoft, la compañía que construye programas para computadoras. Pues, Bill Gates ya no es el hombre más rico del mundo. El hombre más rico lo es ahora el fundador y CEO de Amazon. Se estima que su fortuna lo es 91.6 billones de dólares. Con eso podría pagar la deuda de Puerto Rico y sobrarle unos tristes 21.6 billones de dólares y algún cambio. Jamás en la historia de la humanidad se había pensado que una sola persona pudiera amasar tanto dinero, por encima del dinero que poseen cientos de países en el mundo. Los ricos del pasado son pobres en comparación con este pequeño grupo de billonarios.
Pero hay algo que no debemos olvidar. Cada condición social en el mundo trae sus problemas. A veces los pobres piensan que solo ellos son los que tienen problemas en el mundo. Pero eso no es cierto. Los problemas no se resuelven por el mero hecho de ser ricos. El cantante norteamericano Bruno Mars tiene una canción pegajosa que decía: “Quiero ser un millonario, lo deseo con todas mis fuerzas”. ¿Es esa la actitud correcta para un cristiano?
Santiago nos dice que la riqueza puede ser una fuente de mucho mal, de peligro y condenación. Recuerden lo que dijo Jesús en Mateo 19:23-24 “Entonces Jesús dijo a sus discípulos: De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios.” Teniendo esto presente veamos lo que nos dice Dios por medio de Santiago.
V. 1 “¡Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán.” ¿De quiénes está hablando Santiago? Santiago habla aquí de los ricos, pero no de cualquier rico, sino de aquellos que son pecadores, abusadores, que han amasado sus riquezas de una manera pecaminosa. El no habla de todo tipo de ricos, sino de impíos o posiblemente de ricos que, aunque han profesado su fe en Cristo su vida demuestra que su profesión fue falsa. Hermanos, la Biblia en ningún momento condena la riqueza. Es más, nos enseña que la riqueza es un don de Dios. Dice Proverbios 10:22 “La bendición de Jehová es la que enriquece, Y no añade tristeza con ella.” Mira la bendición de Dios sobre Isaac en Génesis 26:12-13 “Y sembró Isaac en aquella tierra, y cosechó aquel año ciento por uno; y le bendijo Jehová. El varón se enriqueció, y fue prosperado, y se engrandeció hasta hacerse muy poderoso.” ¿Se puede ser rico y piadoso? Claro que sí. Los ejemplos de Abraham, Isaac, Job y David nos enseñan que se puede ser rico y un hombre de Dios a la vez.
Pero aquí Santiago nos advierte del peligro de las riquezas. Y más que eso, nos habla del juicio que Dios traerá sobre los ricos explotadores, abusadores y quienes han hecho de las riquezas su dios y quienes piensan solamente en ellos. Y a ellos Santiago les dice: “Llorad y aullad por las miserias que os vendrán.” Lloren, aúllen o griten de dolor por el castigo que vendrá sobre ustedes. Hermanos, Dios castigará a todos los poderosos que abusan de nosotros: sean ellos personas particulares, gobierno, corporación. Cualquiera que esté en autoridad sobre nosotros y abuse de nosotros tiene la sentencia de Dios sobre su cuello.
Pero ¿cuál es el problema que tenían estos ricos? Santiago enumera las razones para el juicio de condenación. ¿Cuáles son los pecados que Santiago señala? Santiago señala cuatro pecados. Veamos brevemente cada uno de ellos:
1. Amasar fortuna:
V. 2-3 “2 Vuestras riquezas están podridas, y vuestras ropas están comidas de polilla. 3 Vuestro oro y plata están enmohecidos; y su moho testificará contra vosotros, y devorará del todo vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado tesoros para los días postreros.” ¿Qué es lo que estaba sucediendo? Estos ricos estaban amasando riquezas, que en aquella época consistía en maíz, granos, ropas, plata, oro, etc. Y el problema aquí es que, aunque tenían grandes riquezas eran avaros, no pensaban en los demás. Tenían ropas que no necesitaban y en vez de darla a los pobres preferían que la polilla se los comiera en vez de donarla. Dios les dice: “vuestras ropas están comidas de polilla”. Tenían suficiente maíz y granos almacenados y preferían que se les dañara en vez de ayudar a saciar el hambre de los pobres. Dios les dice: “Vuestras riquezas están podridas”. Lo mismo hacían con la plata y el oro. En aquella época no había bancos y el dinero se guardaba en cofres que, en este caso, por la abundancia que tenían y como no los usaban se llenaban de una costra y hongo como si estuvieran dañados. Dios dice: “Vuestro oro y plata están enmohecidos”. Y no solo eso, en el día del juicio ellas testificarán que preferías que se dañaran antes de ayudar al necesitado. Tus riquezas testificarán contra ti.
Durante la Gran Depresión, en los EE.UU, cuando colapsó la economía, una de las razones fue el exceso de producción y el no poder venderlos. Los precios entonces bajaron grandemente para tratar de vender los productos. Y como los precios se caían estrepitosamente, muchos agricultores para evitar la caída por el exceso de producción decidieron destruir sus productos. Y quemaron frutas, verduras, de todo tipo de alimentos, que se pudieron haber dado a los que padecían hambre. Así piensan muchos ricos.
Ellos creen que han acumulado riquezas, cuando lo que han acumulado es juicio de Dios. “Habéis acumulado tesoros para los días postreros.” No han cumulado riquezas de paz sino de ira. Porque Dios los castigará por su pecado, en los días postreros, es decir, en el juicio final.
2. No pagar a sus empleados
V. 4 “4 He aquí, clama el jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado por vosotros; y los clamores de los que habían segado han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos.” Estas personas ricas eran dueños de fincas y terrenos y no estaban cumpliendo el deber de pagar lo que en justicia era de los obreros. O no les estaban pagando o retenían lo que les era justo. En aquellos días la pobreza era tan grande que nadie podía darse el lujo de pasar un solo día sin cobrar su salario. Este se pagaba a diario. No recibir el pago implicaba no comer ese día. Por eso desde el AT Dios dijo en Deuteronomio 24:14-15 “No oprimirás al jornalero pobre y menesteroso, ya sea de tus hermanos o de los extranjeros que habitan en tu tierra dentro de tus ciudades. En su día le darás su jornal, y no se pondrá el sol sin dárselo; pues es pobre, y con él sustenta su vida; para que no clame contra ti a Jehová, y sea en ti pecado.” Pues, el dinero mismo clama a Dios por no haber sido dado en justicia al obrero. Y Dios les dice a ellos “los clamores de los que habían segado han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos.” Dios toma nota de todo esto y Él es el Señor de los ejércitos o Señor de sabaot: el Señor de los ángeles, de los cielos y la tierra, de todas las cosas, y tiene poder para hacerles justicia. Dios sabe que el obrero es digno de su salario.
3. Una vida disoluta, en deleites
V. 5 “5 Habéis vivido en deleites sobre la tierra, y sido disolutos; habéis engordado vuestros corazones como en día de matanza.” Han puesto su felicidad en las cosas de la tierra. No es que no disfrutemos de lo que Dios ha creado y nos ha dado, porque dice 1 Timoteo 6:17 que Dios “nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos”; pero para ellos, los bienes materiales, eran el fin de su vida. No es comer para saciar nuestra hambre sino comer, comer, comer, por comer. Hemos sabido de boxeadores que en dos años han gastado 11 millones de dólares y necesitan regresar al ring porque no tienen dinero. Han vivido disolutamente. Una cosa es comprar ropa porque la necesitamos, otra comprarla porque sí.
4. Matar al justo
V. 6 “Habéis condenado y dado muerte al justo, y él no os hace resistencia.” ¿Cómo así? Posiblemente porque el justo, el obrero u otra persona no tiene los recursos para defenderse del abuso y sufre las consecuencias del mismo. En aquella época sino recibía el salario a diario sin lugar a duda se acostaban sin comer. Tal acto es violar el sexto mandamiento de no matarás.
Durante la Revolución Industrial donde se trabaja por 16 horas, incluso los niños, las máquinas en las fábricas eran llamadas devoradoras de brazos. Y se daba el caso de personas que perdían sus brazos y en su enojo o en desesperación por salvar su brazo golpeaban la máquina y si ésta se dañaba eran acusados y encarcelados por destrucción de propiedad ajena. Y si no tenían dinero para pagar un abogado no había nada que hacer. Muchos ricos se aprovechaban del sistema jurídico que imperaba. Y el justo sufría por no poder defenderse.
Aplicaciones prácticas:
1. A ti que eres oprimido por los poderosos: por el gobierno sea estatal o federal (que amenaza con no dar el seguro social, o el retiro de los empleados públicos, entre otras cosas), por aquel que le pagas renta, por tu jefe que abusa de ti, entre otros, quiero que se sepas que ellos no quedarán impunes. Juicio vendrá sobre ellos. Dios conoce tus aflicciones y El pagará a su tiempo. No luchas solo, el Señor de los ejércitos lucha por ti. Él te vengará. Confía en que Dios es tu defensor. Cristo es Rey de su Iglesia. Hablando de Jesús dice el Salmo 110:1-2 “Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. Jehová enviará desde Sion la vara de tu poder; Domina en medio de tus enemigos.” Jesús no solo salva del pecado, Él nos salva de todos nuestros enemigos. Suplícale a Él por justicia cuando eres maltratado injustamente.
2. Hermanos, Dios nos ha dado bienes a cada uno de nosotros en mayor o menor grado. Pero ¿para qué lo ha hecho? No es para que los acumulemos y acumulemos sin fin. Él nos ha bendecido para que seamos de bendición. Para que ayudemos a los menos afortunados. Dice Efesios 4:28 “El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad.” Nuestra meta no es hacernos ricos, sino servir a Dios con diligencia en la vocación que Él nos dio. Glorificamos a Dios cuando somos excelentes pintores, carpinteros, maestros, cocineros, etc., usando lo dones al máximo. Y si Dios nos bendice con riquezas, gloria a Dios. Dios ha prometido bendecir y prosperar al diligente no al vago. Como dice Proverbios 10:4 “La mano negligente empobrece;
Mas la mano de los diligentes enriquece.” Pero Él nos bendice para que tengamos “qué compartir con el que padece necesidad.”
3. No acumulemos tesoros en la tierra sino en el cielo. Jesús dijo en Mateo 6:19-21 “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.” Todas las riquezas de este mundo son pasajeras, son corruptibles. En cambio, los tesoros en los cielos no pueden ser dañados, ni corroídos ni robados, son eternos. Si nuestro corazón está en los cielos, si lo que amamos es Dios y las cosas divinas, su reino, su pueblo, sus medios de gracias, entonces ocúpate en acumular recompensas en los cielos al servir a Dios cuando sirves a los hermanos. Yo sé que aquí hay hermanos que por amor a Dios han acumulado tantos tesoros que honestamente no se pueden calcular. El servicio que dan a la Iglesia les será recompensado. Ellos limpian, donan, ayudan, están presentes en todas las actividades de la Iglesia sirviendo, llevan, traen, son carros públicos, han limpiado los pies de los santos, los han alimentados, los han hospedados, etc. Dios les dará su recompensa. Su corona brillará más que muchas otras. Son riquezas bien acumuladas. “Donde está tu tesoro allí está tu corazón”. ¿En dónde está tu tesoro?
4. No envidiemos a los ricos. Recuerda Marcos 4:18-19 “Estos son los que fueron sembrados entre espinos: los que oyen la palabra, pero los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa.” El engaño de las riquezas, los afanes de este sigo y la codicia de otras cosas han impedido a muchos que se salven. Y también 1 Timoteo 6:9-10 “Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.” Y Proverbios 15:16-17 “Mejor es lo poco con el temor de Jehová, Que el gran tesoro donde hay turbación. Mejor es la comida de legumbres donde hay amor, Que de buey engordado donde hay odio.”
5. Si miramos bien las cosas sabemos que somos ricos verdaderamente, porque Cristo nos ha hecho ricos. 2 Corintios 8:9 “Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos.” ¡Qué mayores riquezas que disfrutar del perdón de pecados, de gozar de su favor, de ser sus hijos, de saber que reinaremos con Él, que Dios es nuestro defensor, del gozo del Espíritu Santo, de saber que todo absolutamente todo obra para nuestro bien, de ángeles que cuidan de nosotros, de ser hechos cada días a la imagen de Cristo, etc! Todas esas riquezas las tenemos por Jesús. Por tanto, valora las riquezas espirituales por encima de las riquezas materiales. Estas son tuyas y solo tuyas y de nadie más, por medio de la muerte y resurrección de Cristo.
Así que, no envidiemos a los ricos, Dios es vengador de los que nos oprimen, y alegrémonos en las bendiciones abundantes que Dios nos da cada día. Cuéntalas y verás que es cierto. Amén.
Sermón: Santiago 4:13-17 Si Dios quiere
Santiago 4:13-17 “13 ¡Vamos ahora! los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos; 14 cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece. 15 En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello. 16 Pero ahora os jactáis en vuestras soberbias. Toda jactancia semejante es mala; 17 y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado.”
Una de las cosas que me gusta de la carta de Santiago es lo práctico que es. Nos habla de cómo debemos ver las aflicciones que vienen a nuestra vida. Nos enseña dónde debemos buscar sabiduría para nuestras vidas. Nos habla sobre qué debemos hacer con la Palabra de Dios: hay que obedecerla y no solo oírla. Nos habla acerca de cuáles son algunas de las marcas de la verdadera religión cristiana; cómo debemos tratar a todos por igual sin importar el estatus social y económico que tengan; cómo usar la lengua de una manera que honre a Dios y a mi prójimo; cómo debemos acercarnos a Dios cuando hemos fallado, etc. Es una epístola práctica. Y es una que nos confronta con nuestro pecado.
En nuestros días se da culto y adoración a la autosuficiencia. Por ahí se venden las siguientes ideas: tú eres el Amo de tu vida, el Señor de tu destino. Debemos ser, nos dicen: el Superman de Frederick Nietzsche, que postulaba que “nosotros somos los dueños de nuestro destino y debemos ser libres de toda ley y atadura, yo soy el Señor de mi vida y por tanto yo no me someto ni me limito a la moral cristiana, a las leyes del estado, ni a las restricciones de la sociedad. Yo soy mi propia ley. Yo hago lo que yo quiero hacer, sin ataduras”.
Un pensamiento similar tenemos aquí en el pasaje de Santiago 4:13-17. ¿Qué es lo que está sucediendo aquí? Tenemos a unos hermanos en la fe que, en la vida diaria, en la vida práctica están viviendo como si fueran los amos de su destino. V. 13 “¡Vamos ahora! los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos;”. ¿Quiénes son ellos? Aparentemente son comerciantes cristianos. ¿Cómo lo sabemos? Por las palabras que hablan de traficar y ganar. Estos cristianos estaban planificando su futuro: hoy y mañana iremos a tal ciudad. Y no solo eso: estaremos un año residiendo allí, lo que implica planes para buscar una casa, análisis de lo que se mueve allí, etc. Entonces traficaremos, es decir, haremos comercio y ganaremos, lograremos las ventas que deseamos, sin lugar a duda nos irá bien. Aunque Santiago no lo dice, es posible que algunos en la iglesia tuvieran la misma mentalidad.
Pero ¿cuál es el problema con eso? ¿Es malo planificar el futuro? Hermanos, no es malo planificar el futuro. Es más, sería tonto no hacerlo. Todos nosotros lo hacemos. Pero entonces ¿cuál es el problema? El problema es hacerlo sin tomar en cuenta varias cosas importantes. Para nuestros planes futuros debemos tener presente…
I. Una clara perspectiva de la realidad de la vida
V. 14 “cuando no sabéis lo que será mañana”. Parecería una contestación tonta a esas palabras. ¿Acaso no sabe el mundo que nosotros no sabemos lo que ocurrirá mañana? La respuesta es sí. Todos sabemos que no sabemos el mañana. Para nosotros el mañana es totalmente desconocido, aunque no para Dios. Pero estos hermanos aparentan planificar como si controlaran el mañana. Ese es uno de los problemas. Ellos planifican como si fuesen los que controlan el mañana. Piensan que son dueños del mañana.
A lo cual Santiago les recuerda: “no sabéis lo que será mañana”. Ustedes no son dueños del mañana. Ustedes no controlan lo que sucederá el mañana. Por tanto, no se jacten del mañana. Miren lo que dice Proverbios 27:1 “No te jactes del día de mañana; Porque no sabes qué dará de sí el día”. No te jactes de que el mañana está en sus maños porque no es así. ¿Qué nos enseña eso? Nos enseña que no somos los dueños de la vida. Podrás planificar, pero no eres el dueño del mañana.
A veces somos así. Y yo diría que en nuestros tiempos muchos de nosotros vivimos como si lo fuéramos. Gastamos el dinero que ganamos como si controláramos el mañana. “Gasto todo lo que tengo porque el día quince y el treinta recibiré de nuevo mi salario”, esa es la mentalidad moderna. ¿De verdad es eso así? Ni los trabajos, ni los salarios, ni las pensiones garantizadas por el gobierno o los depósitos de los bancos son seguros. Pero Dios nos dice: “no sabéis lo que será mañana”.
Ahora bien, el problema no es solo eso. El peligro es preocuparnos más por el cuerpo que por el alma. Lo triste es que es sacamos más tiempo para el cuidado de las cosas de la tierra y poco tiempo para cuidado del alma. Mira a uno que pensó que era el dueño y controlador del mañana quien buscaba proveer para su cuerpo y no su alma en Lucas 12:16-21 “También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho. 17 Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? 18 Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; 19 y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. 20 Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? 21 Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios.”
Para nuestros planes futuros debemos tener presente, una clara perspectiva de la realidad y en segundo lugar…
II. Una clara perspectiva acerca de nosotros mismos
V. 14 “Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece.” Nosotros no solo no somos dueños del mañana tampoco somos dueños de nuestra vida. Dos cosas nos dice Santiago acerca de nuestra vida. Una: nuestra vida es como neblina; es algo frágil, casi sin sustancia, es débil. Y dos: es de poca duración: “aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece.”
Ese es el testimonio de toda la Escritura. Job 7:7 “Acuérdate que mi vida es un soplo”. ¿Cuánto dura un soplo? Varios segundos. Así es nuestra vida. Nuestra vida es como aire que desaparece rápido.
Ese es el testimonio de la experiencia diaria. ¿Cuántas personas conocemos que han muerto, como diríamos a destiempo? No solo mueren los viejos, sino los jóvenes, los niños, los bebés, los que hacen ejercicio y siguen una dieta cuidándose muchísimo. Nuestra vida es como neblina que “aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece.”
¿Qué nos enseña? Nos enseña que nosotros no somos dueños de nuestro destino, ni dueños de nuestra vida. No escogimos dónde nacer, que siglo vivir, quiénes serían nuestros padres, en qué país naceríamos, etc.
Pero sobre todo recordar que el tiempo que tenemos aquí es preparatorio para la eternidad. El día de salvación es hoy. ¿Por qué hoy? Porque no sabemos el mañana. El mañana nos puede sorprender con que no hemos conocido salvadoramente, en fe salvadora y arrepentimiento verdadero, al juez que nos juzgará y nos sentenciará: cielo o infierno. Recuerda que lo que hagas aquí ahora cuenta para siempre.
Para nuestros planes futuros debemos tener presente, una perspectiva clara de la realidad, una perspectiva clara de nosotros mismos y en tercer lugar…
III. Una perspectiva clara acerca de Dios
V. 15 “En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello.” Santiago nos dice que con respecto a los planes futuros Dios siempre debe ser el primero con quien contemos. No debemos hacer planes sin contar con Dios. Y para ello debemos tener una perspectiva clara de quién es Él y lo que Él hace en nuestra vida.
Dos cosas con respecto a Dios nos señala Santiago. Una: Él es el Dueño y Amo de nuestra vida: “Si el Señor quiere, viviremos”. Nuestra vida se la debemos a Dios. Él es el Dador de la Vida. ¿Amén? Pero El también determina el tiempo de nuestra muerte. Cada amanecer es un regalo de Dios. Cada vez que abrimos los ojos debemos darle las gracias a Dios que nos regala un día más. Cada latido del corazón, cada suspiro de nuestra vida se la debemos a Dios. ¿Cuán agradecido estamos de El?
Nuestra vida se la debemos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Dios Padre crea por medio de su Hijo en el Espíritu. De aquí que nuestra vida le pertenece a Dios.
En segundo lugar, Dios determina lo que hacemos. “Si el Señor quiere… haremos esto o aquello.” Nuestros actos están bajo el control absoluto de Dios. Como nos dice las Escrituras. Proverbios 19:21 “Muchos pensamientos hay en el corazón del hombre; Mas el consejo de Jehová permanecerá.” Hermanos, podemos planificar, pero Dios tiene el derecho de desbaratar nuestros planes. Proverbios 16:1 “Del hombre son las disposiciones del corazón; Mas de Jehová es la respuesta de la lengua.” El hombre propone, pero Dios dispone.
Por eso, si esto es así, es absurdo hacer planes futuros sin contar con Dios. Es absurdo hacer planes futuros sin buscar la bendición de Dios. Y no la buscamos a menos que hagamos las cosas como Dios manda, en obediencia a su Palabra.
Nuestra vida y nuestros actos dependen de Dios. Con El podemos contar todos los días de nuestra vida porque Él es un Padre que se ha reconciliado con nosotros por medio de Cristo Jesús. Podemos tener la seguridad de que Dios adelantará nuestros planes, bendecirá nuestras empresas porque por Cristo gozamos de su favor.
Pero no perdamos de perspectiva que Dios gobierna nuestras vidas. Todo lo que sucede en ellas ha sido marcado por Dios. No solo por un Dios soberano sino por un Padre amante. Entonces, confiemos en que Dios sabe cómo gobernar nuestras vidas. Tengamos plena confianza que si Dios estorba nuestros planes Dios sabe más. No hay razón para quejarnos de Dios. ¡Aunque Dios me mate en El confiaré!
Aplicaciones:
1. La vida cristiana es una vida de humilde sumisión y dependencia de Dios. V. 16 “Pero ahora os jactáis en vuestras soberbias. Toda jactancia semejante es mala;” Dios nos llama a no jactarnos, a no enorgullecernos como si fuéramos los amos de nuestra vida. Vivamos como aquellos que reconoceos que dependemos totalmente de Dios para todo. Debemos reconocer que la victoria está en la debilidad no en el poder. Y que vivimos para El no para nosotros mismos.
2. No hay excusa para no vivir así. V. 17 “y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado.” Aparentemente los hermanos sabían que lo que Santiago les dice era cierto. Pero aun así vivían como si Dios no existiera en este mundo. A lo cual Santiago les dice: “ustedes saben esto, ustedes saben que esto es así, que así es como deben vivir. Entonces, póngalo en obra”. Porque no es suficiente que conozcan la verdad, hay que vivir la misma. De nada nos vale conocerla y no practicarla. ¿Porqué? Porque “al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado.”
¿Cómo debemos hacer planes para el futuro? Con Dios al frente en todo momento, con una clara perspectiva acerca de la vida, de nosotros mismos, de Dios y en humilde dependencia de El para todo.
Sermón: Santiago 4:11-12 No murmuréis contra tu hermano
Santiago 4:11-12 “Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del hermano y juzga a su hermano, murmura de la ley y juzga a la ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres hacedor de la ley, sino juez. Uno solo es el dador de la ley, que puede salvar y perder; pero tú, ¿quién eres para que juzgues a otro?”
Una de las cosas de no pasan de moda es el uso de lo que llamamos en Puerto Rico el “bumper sticker”. Muchos de ustedes tienen uno en sus carros. Hubo un tiempo cuando la moda era poner los muñequitos de los miembros de la familia. Allí podías ver el papá, la mamá, los hijos, incluso los perros y gatos, que hoy día son parte de la familia. Y siempre hay un gracioso que cuando veía que la familia era grande decía: cómprense un televisor. Y me imagino que algunos de ellos responderían: “lo tenemos, pero no lo usamos”.
Es bien común, y yo diría bastante común, que las personas les guste emitir juicio, o juzgar, sobre la forma de vida de los demás. Y en Puerto Rico hay expresiones como si tenemos más de dos hijos somos güimos. Es común que las personas les encante meter la cuchara, como decimos aquí, sobre la forma de vida de los demás.
De eso está hablando Santiago aquí. Veamos qué nos enseña Santiago sobre el uso de la lengua y cómo debe ser nuestro trato hacía nuestro hermano que difiere de nosotros.
V. 11 “Hermanos, no murmuréis los unos de los otros.” El énfasis del pasaje lo es el mandamiento “no murmuréis los unos de los otros”, lo sabemos porque es lo primero que aparece en el original griego. Una traducción literal sería: “Dejen de seguir murmurando los unos de los otros”. Es decir, paren esa práctica, esa mala costumbre de estar murmurando los uno de los otros. Así que aparentemente ésta era una práctica común en la iglesia a la cual Santiago les escribe. “Ustedes son dados a quemarse los unos a los otros. Ustedes tienen esa mala costumbre de murmurar unos contra otros”, esto tiene que para ahora mismo, les dice Santiago.
Ahora bien, qué significa murmurar. La palabra murmurar en el griego es “Katalaleite” la cual significa “hablar en contra de”. Por eso la RV2015 traduce: “no hablen mal los unos de los otros”. Y el DRAE define murmurar como: “Conversar en perjuicio de un ausente, censurando sus acciones.” ¿Qué es lo que estaba sucediendo allí? Los hermanos estaban criticándose unos a otros. Hablaban mal los unos de los otros a sus espaldas. Pero ¿qué es lo que les llevó a esto? ¿Cuál es la causa de esto? El pasaje no nos dice solo podemos especular. Posiblemente porque en medio de esa transición entre el AT y el NT, unos hermanos seguían observando las leyes ceremoniales o dietéticas del AT y otros no, y esto dio paso a críticas fuertes de parte y parte. A lo cual Santiago les dice: no murmuréis los unos de los otros. No hablen mal ni en contra los uno de los otros.
Claro está, hay un momento cuando hablar en contra tu prójimo es necesario. Por ejemplo, en Levíticos 5:1 “Si alguno pecare por haber sido llamado a testificar, y fuere testigo que vio, o supo, y no lo denunciare, él llevará su pecado.” Aquí se le considera pecador a aquel que cuando fuere llamado a testificar de lo que vio o supo no lo denunciare, es decir, no dijera lo que vio o supo. No testificó, se quedó callado. No es pecado testificar en contra mi prójimo cuando he sido llamado a ello. Otro ejemplo, 1 Corintios 1:11 “Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas.” Aquí la familia de Cloé puso al tanto a Pablo de los problemas que había en la iglesia de Corinto. Pero fíjate que aquí el propósito no es llevar chismes sino la de informar a Pablo para que ayude en ese problema, de las peleas y contiendas que había en la iglesia de Corinto. Y el pasaje clásico en Mateo 18:15 “Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano.” ¿Qué debo hacer cuando mi hermano peca contra mí? ¿Ir y llevar el chisme a los demás para que piensen mal de mi hermano y bien de mí? Jesús nos dice que no. Ve a solas, nadie se tiene que enterarse, y repréndele, amonéstale en amor. No lo dejes pasar por alto. ¿Con qué fin? Para ganar a tu hermano, para que haya reconciliación.
Así que hay momentos cuando es lícito, es correcto hablar contra nuestro prójimo: cuando somos llamados a testificar, cuando somos llamados a informar para resolver un problema, cuando pecan contra nosotros, entre otros.
Pero aquí Santiago nos informa que los hermanos estaban hablando uno en contra de los otros. No había intención de ayudar al hermano, no se menciona que lo que estaban criticando era que alguien había violado la ley de Dios. Estaban criticando lo que hacían los hermanos, criticando sus actos, sus motivos e intenciones.
¿Cuál es el principio? El principio es que no debemos hablar en contra los unos de los otros. No debemos ser chismosos. No debemos estar hablando de espaldas a nuestros hermanos. O como lo dijo Jesús en Mateo 7:1 “No juzguéis, para que no seáis juzgados.” ¿Qué quiso decir Jesús? El no eliminó todo juicio, sino todo juicio sin misericordia. Todo juicio que se olvida que nosotros también somos pecadores como los demás. Todo juicio que es de una sola dirección. Todo juicio apresurado. Todo juicio que busca exaltarse sobre los demás y decir: yo no soy como esa persona: mira la paja de su ojo, yo no tengo pajas en mis ojos. Tienes toda la razón no tienes pajas sino un tronco en tus ojos.
¿Por qué no debemos murmurar los unos de los otros? Santiago no da tres razones.
I. Porque somos hermanos
V. 11 “Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del hermano y juzga a su hermano”. Tres veces Santiago usa la palabra hermanos en este versículo. “Hermanos, del hermano, a su hermano”. ¿Por qué no debemos murmurar los unos de los otros? No debemos hablar en contra los uno de los otros porque somos hermanos. Somos una sola familia. Dios Padre es mi Padre, pero también es el Padre de mi hermano. Cristo Jesús es hermano de ambos. Jesús derramó su sangre preciosa tanto por mí como por él. Él es mi Señor como lo es de mi hermano. El mismo Espíritu Santo que me santifica mora también en él. Esa misma idea la trae Pablo cuando habla de un tema similar en Romanos 14:15 “Pero si por causa de la comida tu hermano es contristado, ya no andas conforme al amor. No hagas que por la comida tuya se pierda aquel por quien Cristo murió.” Cristo murió para salvar tanto al hermano fuerte como al hermano débil. Por tanto, cómo es posible que hablemos mal contra nuestra propia familia.
Hermanos, la iglesia no es un grupo de personas que se reúnen juntas a adorar a Dios. La iglesia es un cuerpo, es el cuerpo de Cristo. Y cada uno de nosotros somos miembros los unos de los otros. Si mi mano, mete la pata, y toca algo caliente y se quema. ¿Qué hacemos con ella? La sanamos, la curamos, buscamos que se restablezca. No le caemos a palos, ni la cortamos por lo que hizo. Es cierto nos molestamos, pero o cortamos la mano por lo que hizo. A menos, claro está que desarrolle gangrena o algo por el estilo. De igual manera tenemos hacer así con los hermanos.
Cuando criticamos a nuestros hermanos por el hecho de criticar, aunque lo que digamos sea cierto, pecamos contra nuestros hermanos y contra Dios. La frasecita tan mencionada en Puerto Rico: a mí no me gustan los chismes, pero me entretienen, no tiene razón de ser en la vida de los cristianos.
¿Por qué no debemos murmurar los unos de los otros? En primer lugar, porque somos hermanos los unos de los otros, somos una misma familia. En segundo lugar…
II. Porque yo no soy juez de mi hermano
V. 11b-12 “El que murmura del hermano y juzga a su hermano, murmura de la ley y juzga a la ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres hacedor de la ley, sino juez. Uno solo es el dador de la ley, que puede salvar y perder”. El que murmura de su hermano o juzga a su hermano, la conjunción “y” no aparece en el original, se opone a la ley de Dios. El que hace eso habla en contra de la ley y juzga a la ley. ¿A qué ley se refiere Santiago? El contexto de la carta nos debe llevar a concluir que se refiere a la ley moral de Dios Santiago 2:8 “Si en verdad cumplís la ley real, conforme a la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, bien hacéis”. ¿Qué significa murmurar de la ley y juzgar la ley? Significa dos cosas:
(1) hablamos mal de la ley y la juzgamos al decir con nuestros actos que la ley no me aplica a mí. Yo estoy por encima de la ley. O la ley no es lo suficientemente estricta como debe ser. La ley me ordena amar a mi hermano a no murmurar contra él, pero al hacerlo decimos que estamos por encima de la ley. Al hacerlo decimos que la ley no cubre esas áreas y por lo tanto es incompleta. De esa manera murmuramos de la ley y juzgamos a la ley.
(2) Nos hacemos señores de la ley. Pero fue Dios quien dio la ley. El único legislador lo es Dios. Y nosotros somos llamados a obedecer la ley, a cumplir la ley. En cambio, cuando murmuramos al hermano o juzgamos al hermano nos atribuimos algo que no nos pertenece: el ser señores de la ley, creadores de la ley en vez de hacedores de la ley. Asumimos las prerrogativas que son de Dios.
Nosotros no somos jueces de nuestros hermanos. No tenemos el derecho de condenar a nuestros hermanos porque tal oficio le pertenece a Dios. A parte de que somos incompetentes como jueces. Solo Dios conoce las intenciones del corazón, nadie posee tal capacidad. Además, nadie es más misericordioso que Dios. Por eso David prefería ser juzgado por Dios y no por los hombres.
Solo Dios es el que salva y el que condena. Todos compareceremos al tribunal de Dios, no al tribunal de Perencejo. Y es El el único que es el juez de toda la tierra. Y es a El que daremos cuenta, porque solo Él es el Señor.
Nuestro deber es obedecer la ley, someternos a la ley, cumplir la ley y no ser jueces de la ley ni de los hermanos.
En tercer lugar, no debemos murmurar de nuestros hermanos…
III. Porque yo soy como mi hermano
V. 12b “pero tú, ¿quién eres para que juzgues a otro?” ¿Quiénes somos nosotros para juzgar al hermano o juzgar al prójimo? Nosotros somos tan débiles como ellos. También tenemos los mismos defectos que los demás en diferentes áreas de la vida, pero tenemos faltas como los otros. Nadie tiene el derecho de exaltarse sobre los demás. Cuando alguno murmura de su hermano o juzga al hermano se levanta por encima de él como superior a él. Pero Dios nos llama tener la misma actitud de Cristo Jesús. Filipenses 2:5-8 “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” Aunque Jesús era Dios y por tanto exaltado sobre todas las cosas. Nada de eso impidió que se humillara haciéndose siervo para salvarnos. Jesús se humilló para exaltarnos. Ese mismo espíritu debe estar en nosotros. Por tanto, Filipenses 2:3-4 “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros.”
La humillación de Cristo es el modelo que debemos seguir en la iglesia. Cuando lo hacemos así no habrá razones para murmurar al hermano o juzgarlo. ¿Quiénes somos nosotros para hacerlo? No somos sus dueños, no somos señores de los hermanos. Solo Dios es el Señor de todos nosotros. Eso mismo les dijo Pablo a los romanos en Romanos 14:4 “¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme.” ¿Quiénes somos nosotros para juzgar a nuestro prójimo? Somos iguales a ellos, débiles, ignorantes, llenos de faltas como los demás.
Aplicación:
1. Hermanos, solo Dios es el Señor de la conciencia. Y Dios ha dejado libre a nuestra conciencia de toda doctrina y mandamiento humano que sea contrario a la Biblia o esté al margen de la misma. ¿Qué significa? Significa que tenemos a prender a aceptar que los demás hermanos tienen la libertad de vivir sus vidas de una manera diferente a las nuestras. Siempre y cuando no violen la ley de Dios, tienen libertad en Cristo de vivir de formas diferentes a las nuestras. Nadie tiene el derecho de decidir cómo los demás hermanos tienen que gastar su dinero, escoger la escuela de sus hijos, cuántas veces deben bañarlos, criarlos, qué marca de ropa deben vestir, qué deben hacer con su tiempo libre, cómo deben alimentar a sus hijos, cuántos viajes darán al año, cómo deben combinar los colores de su ropa (si cuadros con líneas, etc.). Nadie tiene la autoridad de imponer sus criterios personales o gustos personales sobre los demás.
¿Por qué no debemos murmurar del hermano? No debemos hacerlo porque es mi hermano, hueso de mis huesos y carne de mi carne en el Espíritu, porque yo no soy su juez, solo Dios lo es. Y porque yo soy como él: débil, frágil, lleno de miles defectos y virtudes. Pero, sobre todo: tenemos el mismo Padre, Cristo Jesús murió tanto por él como por mí. Y a ambos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. Somos uno en Cristo, somos uno. Amén.
Sermón: Proverbios 23:22-25 Los Privilegios de la Paternidad
Proverbios 23:22-25 “22. Oye a tu padre, a aquel que te engendró;
Y cuando tu madre envejeciere, no la menosprecies. 23. Compra la verdad, y no la vendas; La sabiduría, la enseñanza y la inteligencia. 24 Mucho se alegrará el padre del justo, Y el que engendra sabio se gozará con él. 25. Alégrense tu padre y tu madre, Y gócese la que te dio a luz.”
Cuando llega el Día de los Padres generalmente nos enfocamos en los deberes y responsabilidades de los hijos hacia los padres. Y es importante que esto sea así ya que los padres deben ser honrados por sus hijos. No solo la Biblia lo enseña así directamente sino la misma naturaleza, si podemos hablar así con propiedad, enseña la mismo.
Pero en el día de hoy y en la celebración del Día de los Padres quisiera que el enfoque sea distinto. Y en vez de concentrarnos en los deberes de los hijos hacia sus padres, deseo que veamos y estudiemos juntos los Privilegios de la Paternidad. Es un privilegio el ser padre. Es una gran bendición el ser padres. Es un gran honor que Dios nos ha dado.
El pasaje que hemos seleccionado nos puede enseñar esto de una manera indirecta. Veamos de cerca el pasaje y veamos el enfoque adicional que el mismo pasaje nos da. Como es el Día de los Padres quisiera que nos enfocáramos en ellos particularmente. Fíjate lo que dice: “Oye a tu padre, a aquel que te engendró”. El mandamiento, no cabe la menor duda, es a los hijos. Los hijos tienen el deber de oír a sus padres. Y no meramente oírles. Por oírles debemos entender obedecerles. ¿Por qué debemos obedecer a nuestros padres? Nos dice el pasaje, “a aquel que te engendró”. Dios especifica que es aquel que te engendró. Y sin lugar a dudas la idea es que debemos obedecerá nuestros padres por el solo hecho de que ellos nos engendraron. Ellos nos procrearon. Les debemos nuestra vida. Por tanto, debemos obedecerles.
Mira el enfoque que queremos dar. Un padre engendra a sus hijos. Y yo me pregunto: ¿Qué bendición tan grande? ¿Qué privilegio es ser, bajo la bendición de Dios, el autor de una vida? ¡Es un gran privilegio el ser padres! Y de eso trata el sermón. ¿Cuáles son los privilegios de ser padres? Quisiera que meditáramos en los privilegios de la paternidad. ¿Cuáles son los privilegios de ser padres?
I. El Privilegio de Representar a Dios
Lo primero que deseo que vean del pasaje es que habla acerca de los padres. Pero mira el título que poseen. Ellos son padres. Tal título es exclusivo de Dios. ¿Por qué? Porque por creación Dios es el Padre por excelencia de todas sus criaturas. La Biblia llama a Dios el Padre de todos los espíritus. En Hebreos 12:9 “Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos?” Dios es el Padre de los espíritus por el hecho de que todos le debemos la existencia a Dios. Dios es Padre por creación. Él es el Padre por creación de todas las almas del mundo. Por eso decimos que el título de Padre es exclusivo de Dios.
Pero, mira el privilegio que Dios nos ha otorgado. Él nos ha otorgado el título que le pertenece solo a Él. Y nos ha dado el privilegio de ser llamados: padres. Con esto Dios nos ha adornado. Con esto Dios nos ha honrado. ¿Sabes por qué? Porque el título de padre, en sí mismo, debe traer a nuestras mentes las ideas de: amor, ternura, protección, defensa, cuidado, provisión, seguridad, consuelo, cercanía, confianza, etc. Que bendición y privilegio que en sí mismo el título de padre evoque tales ideas.
Pero, así como evoca tremendas ideas, también conlleva la gran responsabilidad de vivir a la altura de ese título. Dios nos ha dado ese título para hacer dóciles a nuestros hijos. ¿De qué manera? Al nosotros ser ejemplos del amor, cuidado, protección y provisión que Dios mismo posee. Nosotros los padres debemos imitar a nuestro Padre celestial y así representarle fielmente. Ese es el privilegio y responsabilidad del título de padre. Que nuestros hijos vean en nosotros el amor de Dios, el cuidado, la paciencia, la ternura, la firmeza, la justicia, la protección, la santidad, pureza y la fuente de todo bien que se encuentra solo en Dios.
Para poder cumplir con ellos, nosotros mismos debemos estar cerca de Dios Padre. Solo cuando dedicamos nuestro tiempo para estar cerca de Dios, en comunión con El, en meditar sobre su persona, en clamar su gracia, su sabiduría, su carácter, es que podremos representar fielmente a Dios delante de nuestros hijos.
II. El Privilegio de Reparar el Daño de la Caída
No solo Dios nos ha honrado con el privilegio de llevar su nombre, el ser llamados padres como Dios es llamado padre. Dios nos ha dado el privilegio de ser los instrumentos principales para reparar el daño que ha traído la caída. Veamos varios particulares para que lo veamos en el pasaje:
1. El pasaje nos enseña que los padres son responsables de engendrar a sus hijos. Esto ya lo vimos: “a aquel que te engendró”. ¡Qué gran privilegio el de ser los instrumentos bajo la bendición de Dios de traer vida al mundo! Y no solo eso: el de traer al mundo almas inmortales. ¡Qué honor más increíble!
Pero hay un punto importante que señalar. Nosotros procreamos hijos según nuestra imagen, es decir, hijos caídos en el pecado. Busquemos Génesis 5:3 “3 Y vivió Adán ciento treinta años, y engendró un hijo a su semejanza, conforme a su imagen, y llamó su nombre Set.” Adán engendró un hijo a su semejanza, conforme a su imagen. ¿A qué te recuerdan esas palabras? A la creación de Adán y Eva. Dios los creó a la imagen y semejanza de Dios. Y la imagen es principalmente espiritual. Entonces, Adán engendró a Set según su imagen y semejanza espiritual, es decir, como caídos en el pecado. Y nosotros hacemos lo mismo. Nosotros engendramos hijos según nuestra naturaleza caída. Ellos han heredado la corrupción de nuestra naturaleza.
2. Dios entonces nos da el privilegio de traer hijos al mundo con el propósito de nosotros ser los instrumentos principales de reparar el daño que trajo la caída. Miremos el pasaje de Proverbios 23:23-24 “Compra la verdad, y no la vendas; La sabiduría, la enseñanza y la inteligencia. 24 Mucho se alegrará el padre del justo, Y el que engendra sabio se gozará con él.” Aquí tenemos otro privilegio de ser padres: el privilegio de educar a nuestros hijos. No es una maldición el educar a nuestros hijos, es un privilegio el hacerlo. Todos los padres tenemos el deber y el privilegio de enseñarle a nuestros hijos, a que sobre todas las cosas valoren la verdad, la sabiduría y la inteligencia. ¿Con qué propósito? Para que nuestros hijos sean, como dice el pasaje, justos. “Mucho se alegrará el padre del… justo”. Hermanos, aunque a veces se nos sea difícil creerlo, nuestros hijos no son justos por naturaleza. Engendramos hijos pecadores, caídos en pecado. Por eso dice la Biblia en Proverbios 22:15 “La necedad está ligada en el corazón del muchacho; Mas la vara de la corrección la alejará de él.” ¿Por qué disciplinamos a nuestros hijos? Porque son pecadores y la necedad está ligada, o atada al corazón del muchacho. Tan grande es la atadura que solo la vara de la corrección la alejará. Y junto con eso es la educación en el temor de Jehová. Dios nos ha dado el privilegio para que por medio de la educación en el temor de Dios, enseñándole la Palabra, modelándole la Palabra, catequizando a nuestros hijos y disciplinándolos cuando lo necesiten, sea el medio para hacerlos justos, es decir, reparar los resultados de la caída. Porque por naturaleza nuestros hijos no son justos, son pecadores.
¡Qué privilegio tan grande es esto! Ser los instrumentos de Dios para la salvación de nuestros hijos. Procurar así, en dependencia de la Palabra de Dios y el Espíritu de Dios, enderezar lo torcido. Reparar lo que Adán destruyó. Cumplir así la misión de Cristo quien vino a buscar y salvar lo que se había perdido. Ser así como Cristo un instrumento en la obra de sanación en el mundo. Y de reunir a los pecadores con Dios.
Pero este privilegio evoca también unas responsabilidades. La responsabilidad de criar a nuestros hijos para Dios. La de enseñarles la Palabra de Dios porque es el instrumento que Dios utiliza para la conversión. De enseñarles la importancia de la iglesia y sobre todo la importancia de estar atentos a la predicación de la Palabra, porque es el medio principal para la salvación de pecadores. Como dice 1 Corintios 1:21 “Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación.” Por tanto, enséñales a temer a Dios, su Palabra, su responsabilidad de adorar a Dios con reverencia. Enséñales a participar activamente en todos los elementos del culto de adoración. Que ellos vean que todo lo que se hace en la adoración a Dios es importante porque lo hacemos para que nuestro Salvador sea honrado y adorado. Cuando son chiquitos posiblemente no entiendan las palabras, pero sí entienden el sentido de reverencia, temor, seriedad e importancia de todo lo que se hace en la adoración ya que nada de lo que se hace carece de importancia. Aquí le cantamos a Dios, escuchamos su voz, le oramos, confesamos nuestra fe, sostenemos el reino con nuestra presencia y dinero y testificamos que somos una familia bajo Dios Padre. Todo eso le debemos enseñar a nuestros hijos.
Hay algo del pasaje que nos podría confundir. Dice el pasaje: “Y el que engendra sabio se gozará con él.” Alguien pudiera pensar que lo bueno o lo malo de nuestros hijos se debe a que han nacido así. Yo he escuchado mucho esta frase: “le nació un hijo bueno, o le salió bueno el hijo”. Hermanos, nuestros hijos no nacen buenos, sino malos, pecadores. Por eso debemos criarlos como dice Pablo en Efesios 6:4 “criadlos en disciplina y amonestación del Señor.” ¿Qué significa esa oración entonces? Significa que el padre que se esmera en engendrar un hijo sabio por medio de la enseñanza anterior se alegrará con su hijo, del bien que ese hijo tendrá y disfrutará.
Los padres tenemos el privilegio de hacerles mucho bien a nuestros hijos por el hecho de la cercanía que tenemos con ellos. Por el hecho de les amamos con todo nuestro ser, por el hecho de que deseamos lo mejor para nuestros hijos. Utiliza todas estas cosas para salvar a tus hijos.
III. El Privilegio de Disfrutar la Paz
V. 25 “. Alégrense tu padre y tu madre, Y gócese la que te dio a luz.” Así como los padres podemos ser de gran bendición para nuestros hijos, de igual manera nuestros hijos pueden ser de gran bendición para nosotros. Pero esto no viene automáticamente. Esto no viene mágicamente. No les va a venir, como decía mi madre, por osmosis. Nuestros hijos son plantas que necesitan todo el cuidado necesario porque todas las fuerzas del mundo quieren destruirlos. Hay que criarlos. Si no lo hacemos así podrán hacernos daños y traer mucha tristeza a nuestras vidas. Hay una frase que dice: cría cuervos y te sacarán los ojos.
Pero si criamos a nuestros hijos en la disciplina y amonestación del Señor disfrutaremos de paz. Proverbios 29:17 “Corrige a tu hijo, y te dará descanso,
Y dará alegría a tu alma.” Si los corregimos a tiempo, disfrutaremos de descanso y nos llenaremos de alegría. Hay padres que no descansan. Yo he sabido de padres que se levantan por la noche y van al punto de drogas para recoger a sus hijos. Hay padres que no descansan y llevan una cruz sobre sus vidas. Pero aquí tenemos una promesa de descanso y alegría pero condicionada a que disciplinemos a nuestros hijos.
Para que nuestra disciplina tenga efecto positivo de ver a nuestros hijos caminar por el camino recto, nosotros debemos caminar por ese mismo camino. Proverbios 20:7 “Camina en su integridad el justo; Sus hijos son dichosos después de él.” La dicha que tengan nuestros hijos depende de nuestro caminar en integridad, en obediencia a Dios.
Pero alguien me dirá: ¿Yo soy un pecador que tengo tantos defectos e imperfecciones cómo yo puedo hacer esto? Yo también me hago esa pregunta y muchas veces me ahogo al ver mis pecados y deficiencias. Para esto es importante reconocer que necesitamos de Dios para ser fieles. No procures ser perfecto sino fiel. Pon a tus hijos en las manos de aquel que sí los puede cambiar. Clama a Dios sin cesar que Dios intervenga en el corazón de nuestros hijos. Solo Dios tiene acceso al alma. Busca su gracia que es toda suficiente para que te capacite a ser un padre que imite al Padre de nuestro Señor Jesucristo. Busca de Cristo que sane tu corazón y depende del Espíritu Santo que subyugue y mortifique tus corrupciones. Y alégrate de los privilegios de ser padres: de tener el título exclusivo de Dios y ser su representante, de ser el instrumento en reparar el daño de la caída y la paz que cosecharás al serle fiel. Y que todo esto nos estimule a ser padre como nuestro Padre celestial.
Sermón: Santiago 4:1-3 Cuando amamos más a los Placeres que a Dios
Santiago 4:1-3 “¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? 2 Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. 3 Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.”
Regresamos a la serie de sermones acerca de la epístola de Santiago. Y para refrescarnos la memoria de lo último que Santiago nos estaba enseñando es importante que leamos los versículos 14-17 del capítulo 3 que dice: “Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa. Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía.” Santiago contrasta la sabiduría del mundo de la sabiduría que proviene de Dios. La sabiduría del mundo, o la forma de vida que caracteriza al mundo, es de celos amargos, contención, vanagloria, mentiras. Tal forma de vida o filosofía de vida no proviene de Dios sino del mundo, de los deseos carnales y del mismo Satanás. En cambio, la sabiduría que desciende de lo alto, que proviene de Dios mismo se caracteriza por pureza o santidad, es pacífica, amable, benigna, llena de misericordia, de buenos frutos, es sincera y es estable.
Si nos damos cuenta, ambas formas de vida son diametralmente opuestas. Dios nos salvó de esa forma de vida terrenal, y nos trasladó al reino de su amado Hijo Jesucristo. Y esa vida de santidad a la cual Dios nos ha llamado, esa forma de vida que debe caracterizar a un hijo de Dios no es otra cosa que Jesús mismo siendo formado en nosotros. El evangelio no solo es lo que Dios hace por nosotros sino también lo que Dios hace en nosotros. Hemos sido predestinados para ser hechos conforme a la imagen de Jesús. Y es esa imagen la que Dios Espíritu Santo busca crear o recrear en nuestras vidas.
Esto nos debe llevar a evaluar nuestras vidas y ver si la obra de gracia se da en nosotros. Es imposible tener el Espíritu Santo morando en nuestras vidas sin que Él nos cambie, sin que nos cambie a la imagen del Señor Jesús. Y una de las obras que Dios hace en nuestras vidas es hacernos mansos y humildes como lo es El.
En nuestro pasaje Santiago nos enseña que la iglesia a la cual él le escribe tenía serios problemas. La conducta de muchos reflejaba la “sabiduría” del mundo. Su filosofía de la vida era errónea. ¿Cuál era la razón? Su corazón se había desviado de Dios y la vida eterna y habían puesto su felicidad en los placeres del mundo.
La iglesia vive en medio de la tensión: vivimos en el mundo, pero no somos del mundo. Todas las cosas del mundo son nuestras, pero yo no me dejaré esclavizar de ellas.
En medio de esa tensión la iglesia puede caer presa de las cosas hermosas que hay en el mundo. Podría caer presa y esclava de los placeres del mundo. Eso es lo que estaba sucediendo a esta iglesia. Su felicidad la estaban poniendo aquí y no en el reino de los cielos. Y esto los llevó a amar los placeres del mundo más que a Dios. Esto no es inofensivo, porque nos lleva a vivir de una manera opuesta a la voluntad de Dios. Todos estamos expuestos a estas tentaciones. ¿Cómo podemos saber si hemos caído en los lazos del amor a los placeres del mundo? Santiago nos dice por lo que nos lleva a hacer.
El amor a los placeres del mundo, nos dice Santiago, nos lleva, en primer lugar:
I. A luchar entre nosotros
V. 1a “¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros?” ¿Qué es lo que estaba sucediendo en la iglesia? Santiago nos dice que hay guerras y pleitos entre ellos. Se estaban comiendo por los rabos, como decimos aquí. Y lo llama guerras, que significa conflicto armado, para indicar la seriedad del mismo y posiblemente la agresividad del mismo. No es que había malos entendidos. No era que había diferencias de opiniones entre ellos. Había guerra entre ellos: peleas, pleitos, principalmente de tipo verbal: insultos, humillaciones, vejaciones, etc.
La Biblia nos enseña que esas luchas revelan el corazón de las personas. Y nos enseña quiénes realmente son del pueblo de Dios. Nos dice Pablo en 1 Corintios 11:19 “Porque es preciso que entre vosotros haya disensiones, para que se hagan manifiestos entre vosotros los que son aprobados.” Por medio de esto Dios nos enseña quiénes son realmente el pueblo de Dios. Sobre quiénes la gracia de Dios se ha manifestado y quiénes son realmente convertidos al Señor.
¿Cuál era la causa de ello? Nos dice Santiago en forma de pregunta. V. 1b “¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros?” La causa o el origen de sus peleas Santiago lo atribuye a las pasiones. La palabra pasiones en griego es la palabra “ἡδονή” que significa placeres, deseos. Y aunque la palabra deseos en sí misma no es una mala palabra, la palabra “ἡδονή” siempre es usada de forma negativa en la Biblia. De esta palabra “ἡδονή” proviene nuestra palabra en español hedonismo. ¿Y qué es el hedonismo? “El hedonismo postula el placer como fin y fundamento de la vida”. Esa era la causa detrás de las luchas que había en la iglesia.
¿Cuál era la causa? El amor a los placeres. El poner nuestra felicidad en las cosas del mundo. El poner la mirada más en la tierra que en los cielos, más en el tiempo que en la eternidad, más en los hombres que en Dios, más en la carne que en el Espíritu. Y cuando eso es lo que domina el corazón inevitablemente producirá tal conducta.
Se manifestará nos dice Santiago en el versículo 2a “Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar”. Cuando el corazón busca la felicidad en las cosas del mundo: la ropa, los celulares, los trabajos, los deportes, etc. tal inclinación del corazón los lleva a codiciar y envidiar a los demás. Y no solo eso. Santiago nos dice que nos lleva en segundo lugar…
II. A depender solo de nosotros
V. 2b “combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís”. Cuando el amor a los placeres o las cosas del mundo no es mortificado por el Espíritu eso les llevará a no solo a codiciar y tener envidia de los demás, sino que los lleva a pensar que lo que tienen que hacer para lograr las cosas lo pueden hacer ellos mismos. Ese deseo es fuerte y ardiente y les lleva a desear todo. Es algo insaciable. A Rockefeller le preguntaron una vez se estaba satisfecho con todo el dinero que había logrado y su respuesta fue: con un poquito más.
Y los lleva a pensar que las cosas de la vida solo se adquieren por el esfuerzo humano. Yo no necesito de Dios solo tengo que hacer aquí y allá y lograré lo que quiero. Los lleva a ser auto-suficiente. No tienen que depender de Dios. Si yo me fajo mucho y hago todas las cosas que tengo que hacer: soy diligente, pongo todo mi esfuerzo y tengo un solo propósito, lograré todo lo que me propongo. Nada ni nadie va a impedir que lo logre. “Para poder tener ese celular solo tengo que dejar de almorzar por varios días y semanas y tendré suficiente dinero para comprarlo. Es que es tan lindo y seré la envidia de todos”.
Santiago les dice: ustedes desean muchas cosas, pero ninguna de ellas les llega. ¿Por qué? Porque ustedes dependen únicamente de ustedes mismos. “No tenéis lo que deseáis, ¿Por qué? porque no pedís”. En última instancia las cosas no están en nuestras manos. Todas las cosas están bajo el control de Dios. Así lo dijo Ana la madre del profeta Samuel. En 1 Samuel 2:6-8 “Jehová mata, y él da vida; El hace descender al Seol, y hace subir. 7 Jehová empobrece, y él enriquece; Abate, y enaltece. 8 El levanta del polvo al pobre, Y del muladar exalta al menesteroso, Para hacerle sentarse con príncipes y heredar un sitio de honor. Porque de Jehová son las columnas de la tierra, Y él afirmó sobre ellas el mundo.” La riqueza y la pobreza están en las manos de Dios. Por eso dice el Salmo 104:13-15 “El riega los montes desde sus aposentos; Del fruto de sus obras se sacia la tierra. 14 El hace producir el heno para las bestias, Y la hierba para el servicio del hombre, Sacando el pan de la tierra, 15 Y el vino que alegra el corazón del hombre, El aceite que hace brillar el rostro, Y el pan que sustenta la vida del hombre.” Santiago les dice: si necesitan algo, ¿qué deben hacer? Una de las primeras cosas que deben hacer es pedirla a Dios. “No tenéis lo que deseáis, ¿Por qué? porque no pedís”. Aprendan a depender totalmente de Dios porque El cuida de ti. El conoce tus necesidades y Él es capaz de saciarlas. Fue Jesús mismo quien dijo en Mateo 7:7-8 “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.
Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.”
Pero si nuestro amor son los placeres del mundo, esto nos llevará, en tercer lugar…
III. A buscar solo los bienes de Dios
V. 3 “Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.” No solo no pedían a Dios por sus necesidades, sino que cuando pedían a Dios pedían mal. ¿Cuál era la causa? Porque pedían para gastar en los deleites. Hermanos, hay necesidades reales, y hay necesidades creadas. Hay cosas que podemos necesitar, pero hay cosas que nos empeñamos en tenerlas porque los demás lo tienen. No es lo mismo necesitar un teléfono celular que necesitar un celular inteligente. Uno de ello puede ser una necesidad genuina, el otro una necesidad creada. No es lo mismo necesitar uno tenis que necesitar los tenis marca Lebron James que cuestan $200. Tampoco el hecho de que tenemos el dinero necesariamente justifica el que lo compremos. Un joven puede decir: pero papi yo tengo el dinero para comprarlos. Y puede que sea cierto. ¿Pero necesariamente es eso suficiente para justificar el comprarlos? ¿Realmente los vale? ¿No hay otras necesidades más importantes? Tal vez en vez de gastar los $200 en los tenis marca Lebron James pudiera comprarse unos más baratos, que sean buenos, y con ello una muda de ropa o cualquier otra cosa.
Cuando nuestro corazón está puesto en los placeres inevitablemente nos lleva a buscar más los bienes de Dios que a Dios mismo. Ellos no estaban orando como debían. Y cuando oraban, oraban mal. Dios ha dicho: esa oración no será contestada. “Pedís, y no recibís,”. Hermanos, nuestras intenciones pueden estorban nuestras oraciones. Nuestras oraciones tienen que tener un motivo correcto. Fue Jesús quien dijo en Juan 14:13-14 “13 Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. 14 Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.” Cuando oramos a Dios no solo debemos creer que Dios escucha nuestras oraciones y que Él contesta las mismas. Eso no es suficiente. Debemos orar pidiendo que esa petición santifique el nombre de Dios, adelante la causa de su reino y que esté en armonía con la voluntad de Dios. Si estas cosas están presentes cuando oramos Dios prosperará nuestra petición.
¿Cuál es el peligro de todo esto? El peligro es que si ponemos nuestro corazón en los placeres del mundo éste nos destruirá. Muchos se han apartado de la fe por los afanes y placeres del mundo. Jesús nos advierte en Lucas 8:14 hablando de la parábola del sembrador: “La que cayó entre espinos, éstos son los que oyen, pero yéndose, son ahogados por los afanes y las riquezas y los placeres de la vida, y no llevan fruto.”
¿Cómo podemos vencer esto? Depender de la gracia de Cristo. Jesús murió para salvar nuestro corazón de estar apegado a este mundo. Nos dice Pablo en Gálatas 1:4 “el cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre,”. Oremos que Dios nos preserve de poner nuestro corazón en las cosas del mundo. Tenemos que estar alerta ya que muchas veces nuestro corazón se desliza en esa dirección. Y por el Espíritu pongamos freno a tal mentalidad. Pongamos nuestra mirada en Jesús. Para El su comida y bebida era hacer la voluntad de Dios. Servir a Dios y estar involucrado en los negocios de su Padre era su pasión. El disfrutó de las cosas de la vida. Se le acusó de comelón y bebedor de vino. Él no fue abstemio. Pero Él sabía que todas esas cosas eran para refrescar su cuerpo y su espíritu para poder servir mejor a Dios.
Somos peregrinos y extranjeros en este mundo. Vamos camino a la ciudad celestial. Orémosle a Dios pidiéndole que nos ayude a usar de las cosas de este mundo con la moderación y el balance que debe caracterizar a los que reconocemos que vamos camino a nuestro hogar.
Que nos enseña la Palabra de Dios en todo esto. Nos enseña que debemos cuidar nuestro corazón. Todas las cosas son nuestras y para nuestro disfrute, pero no debemos dejar que ellas capturen nuestro corazón. Porque si lo hacen producirá lucha y pelea dondequiera que estemos: sea en la iglesia, en la familia, en el trabajo. Nos llevará a no buscar las cosas de la fuente misma quien es Dios. Y también a que nuestras oraciones no sean contestadas. Cuidémonos de tales engaños.
Sermón: Juan 3:16 Amor, Regalo y Salvación
Juan 3:16 “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”
Este versículo bíblico es uno de los versículos más citados de la Biblia. Y esto con mucha razón, porque en este versículo está contenido el mensaje del evangelio. Es más podemos decir que tenemos en este versículo el resumen del mensaje de toda la Biblia. Por eso Martín Lutero lo llamaba: La Biblia en miniatura.
De qué nos habla este versículo, nos habla de por los menos de tres cosas medulares: nos habla del Gran Amor del Padre, nos habla del Gran Regalo del Padre y de la Gran Salvación que obtenemos del Padre. Veamos cada uno de estos tres puntos.
I. El Gran Amor del Padre
Fíjate cómo dice el versículo bíblico “Porque de tal manera amó Dios al mundo”. Generalmente hablamos mucho acerca de Jesús. Y en muchos lugares se habla mucho acerca del Espíritu Santo. Pero aquí Juan nos habla acerca del Padre. Cuando nos dice que Dios amó, ese Dios se refiere a la persona del Padre. Y nos dice por lo menos dos cosas:
(1) nos habla acerca del mundo. ¿Qué es el mundo? A la luz de todo el evangelio de Juan el mundo es la humanidad, los seres humanos. Pero no solo los seres humanos sino la humanidad en rebelión contra Dios. Todos los seres humanos desde nacimiento viven en rebeldía contra Dios. El apóstol Pablo le dijo a la iglesia de los efesios lo que eran ellos y lo son todos los seres humanos desde nacimiento. En Efesios 2:3 “éramos por naturaleza hijos de ira”. Fíjate que dice: por naturaleza, no por imitación y ejemplo, no por el ambiente, sino por naturaleza, desde el mismo nacimiento, somos hijos de ira. Herederos de la ira de Dios. Los seres humanos nacemos en rebelión contra Dios. No queremos que Dios reine sobre nosotros. Ni queremos recibir a Jesús como el Rey y Salvador nuestro. Por eso el apóstol Juan dice, desde el mismo comienzo de su evangelio, en Juan 1:11 “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.” Si miramos las portadas de los periódicos de Puerto Rico qué leemos: robos, asesinatos, violaciones, mentiras, engaños, bullyings, corrupción, egoismo, materialismo, adulterio, fornicaciones, odio, envidia, etc. Este es un retrato de la humanidad. Es un retrato de nosotros. Es un retrato de nosotros porque todos nosotros somos pecadores. Y el pecado no es otra cosa que rebelión contra Dios. Todos somos rebeldes ante Dios porque todos somos pecadores.
Cuando le trajeron a Jesús a la mujer adúltera, qué fue lo que Jesús dijo a los que la trajeron en Juan 8:7 “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella.” Nadie en este mundo está sin pecados. Ni tú ni yo. Este mundo está perdido. Es de ese mundo que nos habla Juan en este pasaje de Juan 3:16. El mundo es la humanidad perdida, pecadora y rebelde contra Dios.
Pero el pasaje nos habla de algo más. Nos habla…
(2) del Gran Amor del Padre. “Porque de tal manera amó Dios”’. El énfasis del pasaje es el Gran Amor del Padre. ¡Cuán Grande es el Amor de Dios por la humanidad! Es increíble el pensar que Dios, quien es tres veces santo, pueda tener compasión con una humanidad terriblemente pecadora. Es incomprensible que Dios tenga la intensión de salvar a criminales, porque eso es lo que somos por naturaleza.
¿Qué decimos del que mata a su padre, madre, hijos, roba, asalta, viola, maldice, destruye, etc? ¿Qué decimos de esa persona? ¡Enciérrenlo y boten la llave! Pero Dios dice: yo tengo compasión de él, yo le voy a mostrar mi misericordia. Yo le voy a dar el regalo más grande que alguien puede recibir en esta tierra.
El amor de Dios es incomprensible, no lo podemos entender plenamente. ¿Cómo es posible que Dios desee salvar a una humanidad rebelde? ¿Cómo es posible que Dios quiera redimir a aquellos que no merecen nada excepto la condenación? Pero el amor de Dios supera el obstáculo del pecado. Podemos decir que el pecado es algo grande, pero más grande es el amor de Dios. El pecado destruye pero el amor de Dios construye. El pecado deshumaniza pero el amor de Dios nos hace verdaderos seres humanos. El pecado mata pero Dios da vida. ¡Cuán grande es el amor de Dios!
Por eso nos dice Juan “Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado”. El Amor de Dios es tan inmenso que El provee, El provee, un camino para salvar a la humanidad perdida por sus pecados. Y ese camino es el...
II. El Gran Regalo del Padre
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda”. Con respecto al regalo del Padre podemos ver por lo menos tres cosas:
(1) Jesús es el Gran Regalo del Padre. El Padre nos dio a nada más ni nada menos que a su propio Hijo, a su Hijo unigénito. Fíjate que el énfasis es “de tal manera”. Su Amor es tan Grande, tan inmenso, que El no puede dar sino lo mejor de El, a su Hijo unigénito. Cuando el amor es grande uno da lo mejor. El Padre nos dio a su Hijo, el Regalo más Grande que puede existir. Dios es perfecto, por tanto su regalo es perfecto: Jesús es Dios y por tanto perfecto. Dios es santo, por tanto su regalo es santo: Jesús jamás pecó ni podía pecar. Dios es infinito, por tanto su regalo el cual es Jesús, ofreció un sacrificio de poder infinito para salvar a los pecadores.
Jesús es el Gran Regalo del Padre. ¿Por qué lo es? Porque con El hay salvación y sin El hay condenación.
Eso es lo segundo que vemos aquí.
(2) Fe en Jesús libra de la condenación. El pecado trae condenación. Eso está incluido en el paquete. No nos gusta que esté incluido en el paquete, pero así es. La paga del pecado es muerte. No nos gusta eso, pero está incluido allí. Dios odia el pecado y condenará a los que persisten en vivir en pecado. Eso es lo que Dios mismo dice en su Palabra. Como dice el Salmo 5:5-6 “Los insensatos no estarán delante de tus ojos; Aborreces a todos los que hacen iniquidad. Destruirás a los que hablan mentira; Al hombre sanguinario y engañador abominará Jehová”.
Pero la fe en Jesús libra de la condenación. ¿Por qué? Nos contesta Pablo de Roamnos 1:16 “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego”. Fe en Jesús salva, nos libra de la condenación. ¿Sabes cómo? Porque sola la fe nos une a Cristo quien con su muerte, su sacrificio en la cruz paga la deuda ante Dios de todos los que creen en El. El pecado nos hace deudores ante Dios. Pero la “moneda” que paga la deuda es la muerte de Cristo a los que creen en El.
Por eso el Amor de Dios es tan Grande que nos dio a su Hijo unigénito para que todo aquel que en El cree no se pierda. Los que creen en El no se pierden pero los que no creen en El se pierden, es decir, serán condenados. Y el Padre dice que esa salvación solo se encuentra en su Hijo. Por eso dice Hechos 4:11-12 “Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” Fe en Jesús libra de la condenación producto del pecado. Los milagros de Jesús provaban que eso era cierto. Por eso dice Lucas 5:24 “Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa.” Fe en Jesús libra de la condenación producto del pecado.
Pero esa fe en Jesús no es cualquier cosa. No es levantar la mano y decir: yo creo en Jesús como mi Salvador personal. La fe en Jesús, la que salva, no es una fe cualquiera. Es una fe que salva. Es una fe que transforma, que cambia a la persona en otra persona. Una fe en Cristo que deja a la persona igual no es fe que salva. La fe que salva no viene sola. Es acompañada por un cambio de vida, un cambio de carácter, un cambio de mentalidad hacia el pecado, una sensibilidad hacia el pecado (con un deseo y lucha contra el pecado), un corazón obediente a la Palabra de Dios, un amor y respeto por el prójimo (sea niño, adulto, joven, rico, pobre, lindo o no), un amor por la Iglesia, un deseo de servir en la misma, una boca que busca hablar verdad, solo la verdad y nada que no sea la verdad en amor. Y sobre todo una fe que recibe a Jesús como su Salvador, Amigo y Rey.
Juan 3:16 nos enseña algo más acerca de lo que el Padre hace por nosotros. Y no habla arca de…
III. La Gran Salvación que da el Padre
“Para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” El Gran Amor del Padre por la humanidad le llevó a dar el Gran Regalo que es Jesús. Y el Gran Regalo que da el Padre es salvación y vida eterna por medio de Jesús. Dos cosas podemos ver aquí.
(1) la salvación que el Padre nos da por medio de Jesús es vida. A todos nos gusta la vida. Y no solo eso, nos gusta el vivir. Y Juan nos dice que este vivir solo se encuentra en la fe de Jesús. Jesús es la vida. Tener a Jesús es vivir. Sin Jesús tenemos muerte y el resultado la condenación.
Pero la fe en Jesús nos da verdadera vida, nos lleva a vivir la vida plena. Jesús dijo en Juan 10:10 “yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.” La vida que Jesús se refiere es vida plena, feliz, alegre, satisfaciente en comunión con Dios. Es disfrutar de Dios y a Dios en las cosas que El nos da en la vida. Es disfrutar de adorar a Dios, de estudiar su Palabra, de hablar con El por medio de la oración. Pero es algo más. Es vivir esta vida y disfrutar de las cosas que Dios nos da en comunión con El. Es darle gracias por el pan, por los hijos, por la libertad, por la playa, por la familia, por la Iglesia, por todo. Es vivir la vida bajo la seguridad de su amor y su cuidado de mí y los míos. Es vivir bajo la paz y la alegría que solo Dios da aun en medio de los problemas, aflicciones de la vida. Es vida plena.
(2) la vida que nos da es eterna. El disfrute de esa vida, que obtenemos por la fe en Cristo, es por toda la eternidad. El vivir natural es temporero. Pero el vivir que Dios da es vivir en el disfrute de El desde hoy hasta la eternidad sin fin. Así como la condenación será sin fin, la salvación es vida plena, abundante, sin fin.
Cierre:
Jesús no solo es el Salvador si no también Amigo de los que le reciben como Salvador del pecado. Siendo Jesús el Gran Regalo del Padre, producto de su Gran Amor por la humanidad, es con El con quien podemos contar para todo. El no solo nos salva, El se une a nosotros. El mora dentro de nosotros por el Espíritu Santo. Con El podemos conversar. Pero conversar no solo con alguien que me escucha sino con alguien que me entiende como nadie puede en este mundo. Con alguien que es compasivo como ninguna persona. Con El puedo contar para todo problema, desición, temor, ansiedad, necesidad. Su gracia, su amor, su fortaleza es conocida por todo creyente. Entonces, ven a El. Conviértete de tus pecados a El. Renuncia a tu vida antigua de pecado e incredulidad y cree en el evangelio. Solo así tendrás perdón y vida eterna. El amor de Dios es tan grande que no hay pecado tan grande que El no pueda perdonar. Pero no hay perdón sin fe ni arrepentimiento. Ven a El y hallarás la vida y vida eterna.
Sermón: Proverbios 22:6 Propósito de la Escuela Bíblica de Verano
Proverbios 22:6 “Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.”
Esta semana comienza la EBV de nuestra iglesia. Y como todos los años hay excitación, alegría, temores, preocupaciones y expectativas. No sabemos si solo van a venir 60 como el año pasado. O si van a venir 150 como hace dos años atrás y según tengo entendido como ha pasado muchas veces.
Y meditando sobre esto me llevó a considerar cuál es el propósito de la EBV. ¿Cuál es el norte que debemos seguir en el trabajo y esfuerzo que año tras año se pone en la EBV? Creo que no hay mejor pasaje para considerar esta pregunta del propósito de la EBV que Proverbios 22:6. Así que, ¿cuál es el propósito de la EBV según Proverbios 22:6? El propósito es:
I. Entrenarlos para la vida eterna
Lo primero que vamos a hacer es considerar la segunda oración del pasaje que dice: “Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.” Esta oración captura el propósito de lo que queremos hacer en la EBV. ¿Cuál es? Esperamos en fe que la enseñanza que reciban estos niños dure toda su vida. Ese es el propósito de lo que hacemos aquí. Es más, ese es el propósito de toda educación que lo que aprendan transforme sus vidas y les dure toda su vida. Este es el propósito de la crianza de nuestros hijos. Les educamos para la salvación. Y también les educamos para que lo que aprendan les sirva en el mañana.
Este propósito no solo es de nuestros hijos, sino también de todo niño que Dios ponga en nuestras manos. Todos los adultos tenemos la responsabilidad de ser maestros de los niños: sean los nuestros o los ajenos. Claro está, no tenemos la misma responsabilidad que tenemos sobre nuestros hijos. Pero eso no excluye nuestro sentido de ser instrumentos para la educación y correcta enseñanza de todo aquel que necesite educación en los caminos de Dios. Somos ejemplo a todos aquellos que nos miran. Somos ejemplos para todos aquellos que nos conocen. Nuestras palabras, gestos, involucración son comentarios y ejemplos de lo que es ser un hombre y una mujer de Dios.
Esto es importante hermanos.
En otras palabras, el entrenamiento debe ser con un propósito. Comentando sobre esto decía Matthew Henry: “Hay que entrenarlos para lo cual han sido designados”, el conocer a Dios salvadoramente. Hermanos, no debemos pensar que la EBV es que, pues, hay que hacer esto porque hay que hacerlo y punto. Se nos llamó para participar en una actividad de hacer bizcochos y pues vamos a hacerlo porque hay que hacerlo. Ese no es el propósito de la EBV el decir que hemos recibimos 60, 80 o 100 niños y por tanto hay que atenderlos. El propósito es sembrar la semilla de la Palabra, proveer, aunque sea una pequeña porción del entrenamiento que esos niños y todo niño debería recibir: ser instruidos en la Palabra de Dios para la gloria de Dios y su salvación. Sabemos, por experiencias pasadas, que algunos padres ven la EBV como un cuido de niños para que ellos puedan salir a “divertirse”. Esa es la visión de algunos padres, pero esa no es nuestra visión. Nuestra visión es evangelística, es salvadora. Es con miras a ser un medio en el cual la semilla de la Palabra es sembrada clamando al Señor que El prepare el campo para que esa semilla germine para vida eterna.
Y esto conlleva mucha oración. Oración no solo por los niños sino por nosotros mismos, los sembradores. ¿Por qué? Porque solo Dios convierte a los pecadores. La obra es de Él y solo Él es quien hace germinar su semilla. Pero también hay que orar por nosotros mismos porque la tarea es gigante y necesitamos la gracia y el poder de Dios para hacerla. Y el no perder de perspectiva cuál es el propósito de la EBV.
Ahora bien, ya hemos visto el propósito de la EBV y la educación cristiana de los niños. Pero el pasaje nos dice algo más. Nos dice desde cuál es la mejor manera de hacerlo. ¿Cuál es la mejor manera de entrenar a nuestros niños para la vida eterna? La mejor manera es…
II. Entrenarlos desde la niñez
“Instruye al niño en su camino”. Lo primero que podemos ver en el pasaje es que el verbo instruir es un imperativo, es decir, es un mandato. Lo interesante de caso es que el verbo instruir conlleva la idea de consagración. Miremos el uso de ese verbo en la Biblia. En Deuteronomio 20:5 “Y los oficiales hablarán al pueblo, diciendo: ¿Quién ha edificado casa nueva, y no la ha estrenado? [consagrado, dedicado, no la ha separado aparte para vivir allí] Vaya, y vuélvase a su casa, no sea que muera en la batalla, y algún otro la estrene.” Pero el ejemplo mejor del uso de esta palabra lo 1 Reyes 8:63 “Y ofreció Salomón sacrificios de paz, los cuales ofreció a Jehová: veintidós mil bueyes y ciento veinte mil ovejas. Así dedicaron el rey y todos los hijos de Israel la casa de Jehová.” La casa de Jehová, es decir, el Templo fue consagrado a Jehová. Entonces cuando nosotros instruimos a nuestros niños nosotros buscamos con hecho consagrarlos a Dios. Es ponerlos en las manos de Dios por medio de su instrucción. Es como si dijéramos: Oh Señor que por medio de esta enseñanza estos niños se acerquen más y más a Ti.
Lo segundo que deseo que vean es desde cuándo debemos comenzar ese entrenamiento para la vida eterna. Nos dice desde la niñez: “Instruye al niño”. La palabra en hebreo es (na'ar) que tradicionalmente se traduce niño. Pero también se usa para referirse a un bebé. Éxodos 2:6 “Y cuando la abrió, vio al niño; y he aquí que el niño lloraba. Y teniendo compasión de él, dijo: De los niños de los hebreos es éste.” Es decir, el niño (na'ar) tenía tres meses según el versículo 2. Es por eso que nosotros bautizamos a nuestros bebés porque su educación cristiana comienza desde su nacimiento. Pero la palabra también se usa en la Biblia para referirse a un joven. Génesis 37:2 “Esta es la historia de la familia de Jacob: José, siendo de edad de diecisiete años, apacentaba las ovejas con sus hermanos; y el joven estaba con los hijos de Bilha y con los hijos de Zilpa, mujeres de su padre; e informaba José a su padre la mala fama de ellos.” Inclusive la palabra (na'ar) se usa también de un joven en edad para casarse. Génesis 34:19 “Y no tardó el joven en hacer aquello, porque la hija de Jacob le había agradado; y él era el más distinguido de toda la casa de su padre.” En otras palabras, el entrenamiento que nos ordena el autor de Proverbios no se limita a los niños per se, aunque no cabe la menor duda que la persona que el autor considera lo es propiamente un niño. Desde la niñez deben ser educados en el camino del Señor. Desde que nacen tienen que ser educados.
Lo tercero que quiero que vean del pasaje es que nos dice que hay que instruirlos en el camino en que debe seguir. “Instruye al niño en su camino”. Hermanos, hay un camino a seguir. Hay un estándar al cual el niño y toda persona debe conformarse. La ventaja de tomarlos jóvenes es la posibilidad, desde la perspectiva humana, de impactar sus vidas desde el momento en que son más moldeables. El fruto de este trabajo es que cuando llegue a viejo, a mayor, no se aparte del camino.
Hay algo importante que tener presente. El libro de Proverbios nos enseña que hay solo dos caminos en este mundo: el camino de la sabiduría y la justicia y el camino de la necedad y la impiedad. No hay un tercer camino. No hay un camino intermedio. Está el camino que lleva a la vida eterna y el camino que lleva a la perdición.
Dios ha puesto en nuestras manos a estos niños para enseñarles cómo deben vivir, pensar y sobre todo sobre quién deben poner su fe para la salvación. Hay que enseñarles el camino correcto. Por tanto, la idea no es de educar o entrenar al niño según su personalidad, según su forma de ser, como algunos han dicho. Algunas de nuestras formas de ser: pensar y actuar son pecaminosas. Si no que el entrenamiento debe ser dirigido hacia lo que deben ser y hacia lo que deben pensar.
Por eso hay que cuidarnos sobre cómo les hablamos, cómo reaccionamos cuando ellos pequen, cuando ellos nos den a entender que muchas de las coas que están aprendiendo en sus hogares son claramente opuestos a la Palabra de Dios. Aprovechemos esas oportunidades para orar específicamente por esas cosas e instruirlos en el camino correcto de pensar y actuar.
Esto implica que somos modelos para ellos. No es el momento para gritarles, humillarlos, burlarnos, maltratarlos, quejarnos delante de ellos. A veces los niños reciben de los maestros burlas de otros niños o de otros maestros. Cuidémonos de hacer cosas semejantes.
Aplicaciones:
1. Jesús nos dice que debemos confesar a Cristo delante de los hombres. Mateo 10:32 “A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.” Por tanto, lo que hacemos da testimonio de nuestra fe. Nosotros somos la cara del evangelio. Somos cartas abiertas de lo que Dios ha hecho en nosotros. Tu conducta y tus palabras revelan tu corazón. Revelan quién es el Señor de tu vida.
2. Nosotros somos también la cara de la iglesia Jesús es la Verdad. Damos testimonio acerca de nuestra iglesia. Y queremos dar un buen testimonio de nuestro Salvador y de nuestra iglesia. Lo que hacemos y hablamos y reaccionamos habla a favor o no de nuestra iglesia. Demos una buena cara, la cara de vidas transformadas por el evangelio.
3. Muchos de los niños no son cristianos ni de familias cristianas. Por tanto, revistámonos de paz, paciencia y amor. Firmeza no es sinónimo de gritar. Este es un ministerio de amor y de abnegación. Hay que negarnos a nosotros mismos por amor a las almas de los niños y sus padres. Oremos todos los días por ellos.
4. Si reconocemos que todos los seres humanos son pecadores y están totalmente depravados, entonces, no pueden quedarse solos por un momento. Hay que coordinar para que siempre haya un miembro Staff presente. Hay que mantener el orden y el control y no debemos dejar que los niños sean los que decidan cómo hacer las cosas.
Que nos enseña Proverbios en este pasaje. Nos enseña que el propósito de instruir, educar y entrenar a los niños es para la vida eterna. Y que la mejor manera de hacerlo es instruirlo desde la niñez. Quiera Dios que todos cumplamos con esta misión lo mejor que podamos para la gloria de Dios.
Sermón: Los atributos de Dios, la absoluta verdad
Jeremías 10:10 “Mas Jehová es el Dios verdadero; él es Dios vivo y Rey eterno; a su ira tiembla la tierra, y las naciones no pueden sufrir su indignación.” Tito 1:1-2 “Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesucristo, conforme a la fe de los escogidos de Dios y el conocimiento de la verdad que es según la piedad, en la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no miente, [Biblia Textual: que no puede mentir] prometió desde antes del principio de los siglos,” 2 Timoteo 2:13 “Si fuéremos infieles, él permanece fiel; Él no puede negarse a sí mismo.”
Cuan distinto es la fe cristiana al pensamiento del mundo. Si hay un área en la cual podemos decir que las diferencias son grandes lo es en el área del conocimiento. El pensamiento moderno dice que no hay verdad absoluta. Excepto, claro está, la verdad absoluta que no hay verdades absolutas. Dicen que existen muchas verdades. E incluso que no importa si esas “verdades” son contradictorias la una con la otra. No hay verdad absoluta, dicen, y por tanto no es importante si tu “verdad” choca con mi “verdad”, porque en última instancia: la verdad depende de cómo veamos las cosas.
En contra de tal mentalidad irracional, le fe cristiana descansa en una verdad absoluta: Dios. Dios es y Él se ha revelado. Él ha creado todo lo que existe. La realidad la ha definido Dios. Y como Dios se ha revelado nosotros conocemos la verdad. Es más, Dios es infinito, eterno e inmutable en su verdad. La verdad de Dios es el fundamento de todo conocimiento y el fundamento de nuestra fe. Ahora bien, ¿Qué significa que Dios es verdad? ¿Qué implica para nosotros y el mundo que Dios es verdad? Significa e implica que…
I. Dios es verdad en Sí mismo
Cuando la Biblia nos habla de la verdad de Dios lo primero que señala es el hecho de que Jehová es el único Dios que existe. No existe ningún otro Dios que no sea Jehová. Él es el único Dios verdadero. Como dice Jeremías 10:10 “Mas Jehová es el Dios verdadero; él es Dios vivo y Rey eterno; a su ira tiembla la tierra, y las naciones no pueden sufrir su indignación.” En el capítulo 10 de Jeremías se contrasta al Dios verdadero con los dioses falsos. Se nos dice en Jeremías 10:4-5 “Con plata y oro lo adornan; con clavos y martillo lo afirman para que no se mueva. Derechos están como palmera, y no hablan; son llevados, porque no pueden andar. No tengáis temor de ellos, porque ni pueden hacer mal, ni para hacer bien tienen poder.” Son dioses adornados con oro y plata. Se construyen con martillos y clavos. Hay que usar clavos para que no se caigan. Están derechos como las palmas, pero no pueden andar, por eso son llevados de aquí para allá. Tendrán boca, pero no pueden hablar. Esos son los dioses falsos. Pero dice Jeremías algo más. “No tengáis temor de ellos, porque ni pueden hacer mal, ni para hacer bien tienen poder.” Esos dioses no tienen poder contra nosotros para hacernos mal. Porque temerles. Porque temer a los amuletos, a las muñecas del vudú, a las cartas del Tarot. Ellos no tienen poder para hacernos daño. Ni tampoco pongamos nuestra esperanza en ellos, ni busquemos de ellos bien, prosperidad, éxito, fama, ni bienestar. No hay poder en ellos para hacernos bien.
En cambio, Jehová es diferente a ellos. V. 6 “No hay semejante a ti, oh Jehová; grande eres tú, y grande tu nombre en poderío.” Nadie es igual a Jehová. Él es verdaderamente grande. Los dioses falsos no son grandes. Los harán grandes, pero realmente no lo son. Esos dioses son pequeños. En cambio, el poderío de Dios es grande. Como dice el corito: No hay Dios tan grande como tú, no lo hay, no lo hay, no hay Dios que pueda hacer las cosas como las que haces tú.
Hermanos, no nos equivoquemos. El único Dios real, que realmente está vivo, es Jehová de los ejércitos. “Él es Dios vivo y Rey eterno”. Los demás dioses están muertos. Solo Él es eterno. No existe Alá, Brahama, Vishnu, ni cualquier otro que se mencione por allí. Solo Jehová es el “Dios verdadero”.
Pero hermanos, aunque esto es así, no negamos que los seres humanos son creadores de muchos dioses falsos. Calvino decía: “que el corazón del hombre es una fábrica de dioses”. Todas las culturas y sociedades crean sus propios dioses. Dioses en los cuales buscan seguridad, paz, felicidad y prosperidad. Dios es en los cuales ponen su confianza. Algunos son hechos de palo y madera, bien anticuados. Pero hay otros más sofisticados. Y que podrían pasar desapercibidos. E incluso hacernos pensar que son tonterías. Que no hay nada de malo en tenerlos, usarlos y llenar nuestra vida de alegría con ellos. Tenemos que cuidarnos de los dioses de nuestros días. Sí hermanos, hoy día tenemos otros dioses. El pueblo de Israel tenía el templo en Jerusalén para adorar a Dios como Él ordenó. Pero aparte de eso, los israelitas también tenían los lugares altos; tenían miles de ellos. En las colinas, debajo de árboles frondosos, habían altares pequeños para adorar otros dioses. En esto tenemos que cuidarnos. Hay lugares altos en medio nuestro. Y tenemos que cuidarnos de no adorar en esos lugares. Solo Jehová es la Dios verdadero. Como le dijo Jesús a Satanás en Mateo 4:10 “Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás.” Es fácil pensar que es poca cosa tener lugares altos de adoración aparte de adorar exclusivamente a Jehová. ¿Cuáles son los lugares altos de nuestros tiempos? Los lugares altos de nuestros tiempos son: “Los malles y el materialismo asociado con ellos (el comprar, comprar, comprar). Los deportes, que compiten con la adoración a Dios ya que la mayoría se realizan los domingos. Los juegos de videos, el celular, las redes sociales, la televisión, la diversión. El vivir mi vida como yo quiera vivirla sin que Dios me diga cómo hacerlo”. Y hay miles más. Lo interesante del caso es que muchas de estas cosas no son malas en sí mismas. Pero ellas compiten contra nuestros deberes para con Dios. Ellas anhelan nuestro corazón, buscan nuestra felicidad y paz, en competencia con Dios.
Pero solo Jehová es el Dios verdadero. Nada debe competir con nuestra íntima relación con Dios. Con nuestro deber de adorarle, servirle, leer su Palabra, orarle y trabajar en su reino. Solo Él puede llenar nuestra alma, darnos paz duradera y sólida, llenar nuestros corazones de alegría permanente, y librarnos de la esclavitud que esos dioses siempre traen con ellos. Solo Jehová es el verdadero Dios. Dios es verdad en Sí mismo. El único que realmente es Dios. Todos los demás dioses son fantasía. Cuidémonos de no hacer de esas cosas nuestros dioses. La felicidad que venden es pasajera, es temporal, es terrenal. No tienen poder en sí mismos. Y nos esclavizan.
II. Dios es verdad en Su Palabra
En segundo lugar, cuando hablamos de la verdad de Dios, la Biblia nos lleva a contemplar su Palabra. Todas las Palabras que Dios ha revelado son la verdad, porque Dios es verdad. Fue Jesús quien dijo en Juan 17:17 “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.” Porque Dios es un Dios de verdad todas sus Palabras son la verdad. Hay una sola verdad y es la verdad de Dios. Lo que Dios ha revelado es la verdad sobre cualquier otra aparente verdad. Y como es así, solo ella tiene un poder transformador. Jesús nos dice que somos santificados por la verdad y esa verdad es su Palabra. La Palabra tiene poder santificador, es decir, transformador, de adentro hacia afuera. No solo cambia nuestra conducta exterior, sino que cambia nuestro corazón. Transforma nuestra forma de pensar, nuestra voluntad, nuestras emociones. Cura la pecaminosidad de nuestra alma. Por eso solamente cuando vivimos bajo esa Palabra y llevamos cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo es que hay transformación que lleva a la vida eterna y encontramos verdadera felicidad. ¿Es esa tu fe? ¿Cuánto realmente confiamos en que lo que Dios revela en la Biblia es la verdad suprema?
Solo los matrimonios fundados en obediencia a la Palabra de Dios son los que son verdaderamente felices. Pero me dirán: yo conozco matrimonios de cristianos que son infelices y conozco matrimonios entre no cristianos que son felices. ¿Qué respondemos a ello? Respondemos que el matrimonio infeliz de esos cristianos lo es porque no viven en obediencia a la Palabra de Dios. Cristo no es el centro de ese matrimonio. El poder transformador del evangelio no se experimenta allí. Y los matrimonios felices entre no cristianos se debe a la misericordia de Dios quien hace salir su sol sobre justos e injustos. Pero ellos no cumplen el fin por el cual Dios instituyó el matrimonio. ¿Cuál es? Que sean ayudas idóneas, ayudándose mutuamente a servir a Dios. En este camino a la ciudad celestial Dios nos da un compañero(a) de viaje para que juntos nos ayudemos a perseverar en obediencia y fidelidad a Dios. Ese es el propósito principal del matrimonio: la mutua ayuda.
Solo cuando permitimos que la Palabra de Dios dirija nuestras vidas es que poseeremos la verdad y esa verdad nos hará libres. Juan 8:30-32 “Hablando él estas cosas, muchos creyeron en él. Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.” Si permanecemos en la Palabra de Cristo… conoceréis la verdad. Además, si permanecemos en la Palabra de Dios, en obediencia, siguiendo sus directrices, seréis verdaderamente mis discípulos. Y cuando permanecemos en esa verdad seréis verdaderamente libres. ¿Libres de qué? Libres de la condenación del pecado y del poder reinante del pecado. Y libre en todas las áreas de la verdad.
Porque Dios es un Dios de verdad todas sus promesas se cumplen. Ninguna de sus Palabras y promesas caen por tierra. Si Dios lo prometió Él lo cumplirá, porque Dios es un Dios de verdad. ¡Si El no cumpliera con sus promesas El no sería Dios! El cumple todas sus promesas porque todas están fundadas en Cristo. Por eso Pablo dice en 2 Corintios 1:20 “porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios.” Pero, aunque sus promesas siempre se cumplen, ellas se cumplen en el tiempo del Señor y de la manera que Dios considere es mejor para nosotros. Por ejemplo, una promesa temporal Dios puede “cambiarla” por una promesa espiritual. Puede que a este cristiano no llene sus bolsillos de dinero, pero llena su vida de la gracia de la fe, de paz en su alma, de humildad, etc. que son riquezas más grandes que el mismo dinero. Por eso el apóstol Juan dice en 1 Juan 5:4 “Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.” Es la obra de Dios en nosotros la que vence el mundo, no las riquezas. Es la fe que Dios nos da la que vence el mundo. No las posesiones.
Porque Dios es un Dios de verdad Sus juicios también se cumplen. Eso es lo que se implica en Jeremías 10:10 “Mas Jehová es el Dios verdadero; él es Dios vivo y Rey eterno; a su ira tiembla la tierra, y las naciones no pueden sufrir su indignación.” ¿A qué ira se refiere? Al castigo que Dios dará a su pueblo por sus pecados. Dios es un Dios de paciencia. Pero su paciencia tiene un límite. Dios es un Dios de salvación, pero el día de salvación tiene un límite. Habrá un momento donde no habrá más salvación. Y habrá un momento donde Dios dirá basta, no soportaré más tu pecado. Eso fue lo que Dios le dijo al reino del Norte y del Sur. Y les dijo por medio del profeta Amos en el capítulo 7:8 “no lo toleraré más.” El que Dios se “tarde” en castigar no significa que nunca vendrá el castigo, porque Dios es un Dios de verdad. Y así como Dios cumple sus promesas de igual forma el cumple sus castigos. Y Dios no solo disciplina a su pueblo. El visita con castigo a los pecadores. Porque Dios es un Dios de verdad Sus juicios también se cumplen. A su tiempo el pie de los pecadores resbalará.
III. Dios es fiel a su pacto
Dios ha prometido ser nuestro Dios para siempre. Él ha prometido salvarnos, cuidarnos, socorrernos, guiarnos, protegernos, llevarnos a la gloria. Y El cumple su pacto. El siempre permanece fiel a su pacto. 2 Timoteo 2:13 “Si fuéremos infieles, él permanece fiel; Él no puede negarse a sí mismo.” Si fallaremos, Él nos disciplinará, pero jamás nos abandonará. ¿Por qué? Porque en su pacto, El prometió ser nuestro Dios eternamente y para siempre. Como dice Hebreos 13:5-6 “No te desampararé, ni te dejaré; de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré Lo que me pueda hacer el hombre.” La obra de salvación que El comenzó la terminará (Filipenses 1:6). Pero junto con ello no nos olvidemos 2 Timoteo 2:12 “Si sufrimos, también reinaremos con él; Si le negáremos, él también nos negará.” El que niega a Dios con su vida, su conducta, con su falta de perseverancia no verá la vida eterna, porque Dios es un Dios de verdad.
Como Dios es fiel a su pacto El castiga la desobediencia de sus hijos. Amós 3:2 “A vosotros solamente he conocido de todas las familias de la tierra; por tanto, os castigaré por todas vuestras maldades.” Porque ustedes son mis hijos yo os castigaré por vuestros pecados. Dios nos corrige cuando nos desviamos porque El es un Dios de verdad.
Y como Dios es fiel a su pacto Él no puede mentir. Tito 1:1-2 “Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesucristo, conforme a la fe de los escogidos de Dios y el conocimiento de la verdad que es según la piedad, en la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no miente, [Biblia Textual: que no puede mentir] prometió desde antes del principio de los siglos,” El pacto de gracia que Dios ha establecido con nosotros está fundado en la verdad de Dios. ¿Qué significa? Significa que todo lo que allí se contiene es verdadero. Su salvación es verdadera salvación, su paz verdadera paz, la felicidad en los cielos es real no fantasía. Por tanto, nos dice Pablo, la esperanza de la vida eterna es verdadera porque Dios no puede mentir. Nuestra fe no descansa en la fantasía, en un Dios que no existe, pero que se nos hace creer que sí existe. Nuestra fe descansa en el hecho de que Dios es y se ha revelado y nos ha revelado al Salvador Jesucristo. Él es el verdadero Dios y la vida eterna (1 Juan 5:20).
Aplicaciones:
1. Porque Dios es verdad, Él nos llama a hablar la verdad. Efesios 5:1 “Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados.” Por tanto, desechamos toda mentira. 1 Pedro 2:1-3 “Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis gustado la benignidad del Señor”. Una media verdad no es una verdad completa. No hay mentiras piadosas. Debemos ser sinceros unos con otros. Ser lo que profesamos ser. Todo engaño, falsedad, mentira, hipocresía debe ser desechado por nosotros. Efesios 4:25 “Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros”.
2. Confía plenamente en el Señor. Dios es la Verdad. Confía en su Palabra, en sus doctrinas, en sus enseñanzas. Por encima de lo que dicen los hombres la Verdad de Dios es suprema. Ella te enseña lo que es la realidad de las cosas y cómo estas funcionan correctamente. Por ejemplo: somos criaturas de Dios no el producto del azar. Los hombres son la cabeza en la familia y las mujeres están llamadas a someterse a los maridos. Solo así seremos verdaderamente felices y libres, porque descansamos en el Dios de verdad.
Sermón: 1 Corintios 15:1-8 La Resurrección de Jesús
Sermón: 1 Corintios 15:1-8 La Resurrección de Jesús1 Corintios 15:1-8 “Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; 2 por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano. 3 Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; 4 y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; 5 y que apareció a Cefas, y después a los doce. 6 Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen. 7 Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles; 8 y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí.”
La doctrina de la resurrección física de Jesús ha sido reconocida por toda la iglesia como una doctrina fundamental y central de la fe cristiana. Es una doctrina esencial al cristianismo. Pablo nos dice que el evangelio que él les predicó a los Corintios se basó en la muerte y resurrección de Jesucristo. Y les dice a los Corintios que: si retienen este evangelio, si creen verdaderamente en este evangelio, seréis salvos. Por este evangelio sois salvos. Es lo que dice en los primeros dos versículos 1 Corintios 15:1-2 “Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano”. Pablo conecta la verdad de la enseñanza con la salvación. “Si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos”. Es decir, la doctrina de la resurrección física de Cristo es de la esencia de la salvación. El evangelio es el evangelio de la muerte y resurrección de Cristo. Si no creemos ambas no hay genuina conversión.
Tan fundamental e importante es esto, que la doctrina de la resurrección de Cristo fue una de las doctrinas que acompañó en todo momento la predicación del evangelio desde sus mismos principios. Hechos 2:29-32 “Varones hermanos, se os puede decir libremente del patriarca David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy. Pero siendo profeta, y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que de su descendencia, en cuanto a la carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono viéndolo antes, habló de la resurrección de Cristo, que su alma no fue dejada en el Hades, ni su carne vio corrupción A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos.” En el primer sermón de la iglesia primitiva, en Pentecostés, la doctrina de la resurrección de Cristo fue parte esencial de la predicación del evangelio. Tan es así que Pablo, en Romanos, nos dice que creer en la resurrección física de Jesús es esencial para ser salvo. Nadie puede ser salvo sin creer en la resurrección física de Jesús. Romanos 10:9 “que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.” Así debemos todos nosotros considerar la doctrina, como una parte esencial del evangelio y de la predicación del mismo.
Ahora bien ¿Cómo sabemos que Jesús resucitó realmente? Hay una gran diferencia entre la resurrección de Cristo y la resurrección de otras personas en la Biblia. Por ejemplo, con respecto a Lázaro, todos lo pudieron ver y permaneció con ellos por algún tiempo. Le podían traer personas donde él estaba, y ellos corroborar por sí mismo la resurrección de Lázaro.
¿Quiénes, entonces, pueden probarlo? Pablo responde, nosotros, los testigos visuales de la resurrección. ¿Quiénes pueden ser testigos? Sólo son capaces de ser testigos los que tienen conocimiento personal de los hechos, lo testigos visuales de la resurrección. Si alguien le preguntara a Pablo: ¿Cómo tú sabes que Jesús resucitó? Y él contestara, yo lo sé porque yo lo escuché decir de Pedro. ¿Y de dónde pedro sacó eso? Él lo escuchó de Juan. ¿Y Juan de donde lo sacó? Lo escuchó de Andrés. Pero eso no es lo que dice Pablo. Pablo nos dice: nosotros creemos en la resurrección porque vimos a Jesús resucitado. Tenemos conocimiento personal de que eso es así. Y nos dice que Jesús se le apareció a Cefas, es decir, a Pedro; “y después a los doce. 6 Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen. 7 Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles; 8 y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí”. ¿Pero, hay otras evidencias de la resurrección?
La tumba vacía es una de las pruebas de la resurrección. Pero la tumba vacía no es la única prueba de que Jesús resucitó de los muertos. Es una prueba. Pero no es la única. Que la tumba vacía es una prueba de la resurrección lo vemos por varias razones:
a. Algunos postulan que Jesús no había muerto, sino que estaba desmayado. Pero, Jesús fue confirmado que estaba muerto. El no se desmayó como algunos dicen y luego se despertó y salió de la cueva. ¡Qué absurdo! Sus manos estaban horadadas y sus pies también. El fue azotado hasta el agotamiento, sin alimentos ni descanso y con una herida en el costado. ¿Cómo es posible haber movido la piedra, haber burlado la guardia y haber caminado por el pueblo y llegado a donde estaban sus discípulos y esto sin ser visto?
b. Los discípulos no pudieron robar su cuerpo. No hubieran podido burlar la guardia. Mover la roca de la cueva hubiera alertado a los guardias quienes fueron puestos allí expresamente para evitar que se lo robaran.
c. Los enemigos de Dios no pudieron habérselo robado. Esto atentaría contra sus propósitos. Su orden fue, vigilen el sepulcro para evitar que se lo roben.
d. La tumba no estaba vacía. Había ángeles que testificaron que Jesús había resucitado.
e. Los discípulos no estaban preparados para la resurrección de Jesús. Los grandes apóstoles, que caminaron con Jesús por más de tres años, estaban escondiéndose de los judíos. No estaban esperando la resurrección. Las mujeres que fueron al sepulcro no fueron a buscar el cuerpo resucitado de Jesús. Iban con miras a encontrar el cuerpo muerto de Jesús. Iban con especias para ungir el cuerpo muerto de Jesús.
Si te das cuenta los discípulos no eran personas crédulas. No eran personas que creían cualquier cosa milagrosa que le contaran. Ellos como tú y yo descansaban en la evidencia. Los testigos visuales garantizan que Jesús resucitó físicamente de entre los muertos.
¡Jesús resucitó de los muertos! ¡Jesús vive!
¿Cuál es la importancia de esto? ¿Qué importancia tiene que Jesús resucitara de entre los muertos? Varias:
1. Si Jesús resucitó de entre los muertos nos dice Pablo el evangelio es verdadero. Si Jesús no resucitó entonces el evangelio es falso. 1 Corintios 15:13-14 “Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó; 14. Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe.” Pero nosotros creemos, por el testimonio de los testigos que vieron que Jesús resucitó de los muertos. Entonces las buenas nuevas de salvación son verdaderas. El cristianismo es verdadero. Y si es verdadero es nuestro deber creerlo. Entonces, todos lo que no obedecen al evangelio serán condenados. Por no creer en el evangelio del Cristo resucitado.
2. Su resurrección demostró su victoria sobre el pecado y sobre la muerte. 1 Corintios 15:54-57 “Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.”
3. Su resurrección confirmó que Jesús es Dios. Romanos 1:4 “que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos”.
4. Su resurrección nos garantiza el perdón y justificación de nuestros pecados. Romanos 4:24-25 “creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro, el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación.”. Hebreos 7:25 “por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.”
5. Su resurrección nos garantiza nuestra resurrección futura de entre los muertos. Juan 11:25 “Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.” Es la base de nuestra glorificación.
6. Es la base, también, de nuestra santificación. Romanos 6:4 “Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección”.
Aplicaciones:
1. La resurrección es parte del estado de exaltación de Jesucristo. Jesús fue exaltado, luego de ser humillado. Así también lo es con nosotros. El que quiera ser grande en el reino de los cielos debe primero ser un servidor. Lucas 14:11 “Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido.” Por tanto la humildad es parte de la vida del creyente. Es necesario que cultives en tu vida la gracia de la humildad.
2. Si Cristo resucitó, entonces nuestra ciudadanía está en los cielos. Allí es que debe estar tu corazón donde Cristo está sentado. Vive por fe y no por vista. Pon la mirada en las cosas de arriba y no en las de la tierra. Tienes que verte como lo que eres un peregrino y extranjero en esta tierra. Usa las cosas de este mundo, pero no pongas tu felicidad en las mismas.
3. Significa que como creyente habéis muerto al pecado y al mundo. No perteneces a él. No vivas cumpliendo los deseos de la carne.
4. Alégrate porque, así como Cristo resucitó al final de los tiempos serás resucitado con un cuerpo glorioso como el cuerpo glorioso del Señor Jesús. Amén
Sermón: Mateo 27:45-51 Libre acceso por Cristo
Mateo 27:45-51a “Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? Algunos de los que estaban allí decían, al oírlo: A Elías llama éste. Y al instante, corriendo uno de ellos, tomó una esponja, y la empapó de vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a beber. Pero los otros decían: Deja, veamos si viene Elías a librarle. Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu. Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo”.
Es curioso que constantemente escuchamos que alguien salta la verga de la Casa Blanca. Aparentemente es relativamente fácil el saltarla. Hombres y mujeres lo han hecho. Uno esperaría que sería difícil tener acceso a los predios de la Casa Blanca. Aparentemente no es así. Pero aunque han logrado acceso a la Casa Blanca ninguno tiene acceso directo al Presidente de los EE.UU. Allí nadie se acerca sin un arreglo previo. Solo un grupo selecto tienen esa oportunidad. No todos tienen ese acceso. Pero algunos sí. Algunos dignatarios por el puesto político que tienen u otros por los logros realizados sea en el deporte, en las ciencias, etc. podrían lograr ese acceso ante la Casa Blanca.
Pero en el caso de Dios es distinto. Delante de Dios ningún ser humano tiene acceso. Ningún ser humano puede acercarse a Dios, ni por su puesto político, ni por sus habilidades sociales, ni por su dinero, ni por su justicia, ni por sus buenas obras puede ningún ser humano acercarse a Dios. ¿Por qué? ¿Por qué ningún ser humano puede tener acceso directo delante de Dios? La respuesta es…
I. Dios es inaccesible
En primer lugar, por causa de nuestro pecado. Hermanos, nuestros pecados han puesto una barrera entre Dios y nosotros. Nuestros pecados nos separan de Dios. Dice Pablo en Romanos 3:23 “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,”. Nuestros pecados nos destituyen de entrar a los cielos. Dios es muy limpio de ojos para ver el mal, nos dice Habacuc 1:13. Dios no soporta a los pecadores.
El ejemplo más grafico lo tenemos aquí en el pasaje que tenemos presente. Mira a Jesús agonizando en la cruz del Calvario. Mira las palabras de Jesús que reconoce que se ha abierto una distancia entre el Padre y El. Dios Padre ha abandonado a su propio Hijo. A Su Hijo de quien decía en Mateo 3:17 “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.” O Mateo 11:27 “Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar.” Había una íntima relación entre el Hijo y su Padre, al punto de decir que nadie conoce al Padre sino el Hijo. Hay un conocimiento exclusivo entre ellos. Hay un amor íntimo entre el Padre y el Hijo. Pero vemos algo distinto en la cruz. ¿Por qué el Padre abandonó a su Hijo? ¿Por qué Jesús tuvo que clamar en angustia: V. 46 “Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado”? ¿Por qué cuando Jesús clamó al Padre no se oyó una respuesta de su Padre? La respuesta es: por causa de nuestros pecados. Nos dice Pablo en 2 Corintios 5:21 “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado”. Fíjate en la manera en cómo lo dice Pablo: Dios “lo hizo pecado”. Hay una unión entre Cristo y nuestros pecados de tal manera como si fuesen uno solo. Dios Padre hizo pecado a Cristo, es decir, puso toda la culpa de nuestros pecados sobre Jesús. El Padre imputó nuestros pecados sobre su Hijo. Y, por tanto, el Padre, como juez justo, no podía sino abandonar a Jesús en la cruz del Gólgota. Nuestros pecados nos separan de Dios. Dios es inaccesible por causa de nuestros pecados.
¡Qué cosa más horrible! Dos que se aman profundamente, con un amor puro y santo, con un amor de puro deleite, no pueden estar juntos. Ese era el corazón de su agonía, estar separado del amor de su vida Su padre. Nuestros pecados nos separan de Dios.
Pero hay algo más. ¿Por qué nuestros pecados nos separan de Dios? Nuestros pecados nos separan de Dios por causa de su santidad. Hay un problema serio: nosotros somos pecadores y Dios es santo. Esto es como el agua y el aceite: jamás se unen.
Dios es santo. Él es separado de todo lo que es común. Él es infinitamente puro. Y como Dios santo y juez justo, Él no puede sino condenar el pecado y a los pecadores. El Padre no puede sino condenar a su propio Hijo en la cruz. Condenar a Su propio Hijo quien nunca hizo pecado, pero quien llevaba sobre el madero nuestros pecados.
Por eso vemos en la narración en Mateo 27:45 “Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena.” Las tinieblas no solo es señal de que algo terrible va a suceder sino en primer lugar del juicio de Dios. La ira de Dios vino sobre Jesús. Yo sé que se habla de la muerte de Cristo como una manifestación del amor de Dios. Y eso es cierto. Pero antes que eso, la muerte de Jesús es la revelación de la santidad de Dios y su aborrecimiento sobre el pecado. Si no lo vemos así, no hemos entendido el evangelio.
Nuestros pecados nos separan de Dios. Dios es inaccesible por causa de nuestros pecados y por causa de su santidad.
Pero, aunque esto es cierto, por la cruz Jesús hizo algo.
II. Cristo nos da acceso a Dios
Jesús en la cruz estaba reconciliando a Dios con el mundo. 2 Corintios 5:19 “Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo”. Dios mismo logró la reconciliación del mundo por medio de Jesús. Jesús es nuestra reconciliación con Dios. Y la obra de reconciliación es la obra de su mediación. En la cruz Jesús estaba mediando entre Dios y nosotros.
Hay enemistad entre Dios y nosotros. Por naturaleza no queremos que Dios reine en nuestra vida. Y Dios aborrece no solo nuestros pecados sino también nuestras vidas porque somos pecadores. Pero Jesús se presenta en la cruz como nuestro mediador. Se presenta como aquel que busca reconciliar a los enemigos. ¿Cómo lo sabemos? Toda la semana de la pasión nos enseña que Cristo muere no por ser pecador por sí mismo sino por llevar nuestros pecados. Por su mediación El busca reconciliarnos con Dios.
Y por su sacrificio en la cruz Jesús nos da acceso a Dios. Lo podemos ver claramente en los versículos 50-51 “Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu. Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo”. Cuando Jesús clamó a gran voz, posiblemente Mateo se refiera a las palabras “Consumado es”. Luego de haber entregado el espíritu, es decir, haber muerto, nos dice Mateo que “el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo”. Esto es importante.
El velo del templo se refiere al a la cortina que separa el Lugar Santo del Lugar Santísimo, en donde estaba el arca del pacto símbolo de la presencia de Dios. El velo representaba lo inaccesible de entrar ante la presencia de Dios. Nadie podía entrar al Lugar Santísimo excepto el Sumo Sacerdote una sola vez al año en el Día de la Expiación. Y solo podía entrar si ofrecía un sacrificio por sus pecados y por los pecados del pueblo. Hebreos 9:6-7 nos dice: “Y así dispuestas estas cosas, en la primera parte del tabernáculo entran los sacerdotes continuamente para cumplir los oficios del culto; pero en la segunda parte, sólo el sumo sacerdote una vez al año, no sin sangre, la cual ofrece por sí mismo y por los pecados de ignorancia del pueblo;”
Pero Mateo nos dice que cuando Jesús murió “el velo del templo se rasgó de arriba abajo”. De arriba abajo indica que fue algo que Dios mismo hizo. La muerte de Jesús, su sacrificio por nuestros pecados, logró el acceso directo ante la misma presencia de Dios. Su muerte nos dio acceso a Dios mismo. Tenemos libertad para entrar en el Lugar Santísimo. Nadie puede acercarse a Dios sino por medio del sacrificio de Jesús. Por eso Hebreos 10:19-22 “Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura”.
Hermanos, Jesús ha abierto un acceso directo ante Dios. Tenemos libre acceso. ¿A qué tenemos libre acceso?
III. Tenemos libre acceso
En primer lugar, a su presencia. Eso es lo que simboliza el rasgar el velo. Hermanos, no necesitamos ningún otro mediador, sean ángeles, santos, o a María para acercarnos a Dios. Ya Cristo nos dio libre acceso. Todos los que vienen a Jesús por la fe tienen acceso directo ante la misma presencia de Dios. Él está cerca a los que le invocan. ¡Qué privilegio tan grande! No meramente le oramos y sabemos que El escucha nuestra oración, sino que oramos delante de su presencia. Le adoramos delante de su presencia. No necesitamos ningún otro intermediario sino a Jesús. Por medio de Jesús entramos a puertas anchas ante el trono de Dios.
En segundo lugar, a su familia. Con su muerte Jesús compró para nosotros la adopción de hijos. Dios no solo nos recibe ante su presencia, sino también os adopta en su misma familia. Nosotros que éramos sus enemigos ahora somos sus hijos por la fe en Jesús. No solo tenemos franca entrada al trono de Dios sino al mismo seno de Dios. A sentarnos con Él como un hijo se sienta a la mesa de su Padre.
Y en tercer lugar, a la vida eterna. No solo tenemos acceso ante la presencia de Dios, hemos sido adoptados como hijos por el Hijo, también tenemos derechos de morar con El por toda la eternidad. Allí en los cielos donde mora la justicia, donde la santidad brilla en su pureza sinigual, donde la paz, el amor reinan. Y en donde no habrá más llanto ni dolor, ni preocupaciones, ni la lucha contra el pecado, ni la lucha contra la falta de Dios. Allí Dios será todo en todo. Jesús logró esto con su muerte.
Aplicaciones:
1. No hay más sacrificio por el pecado. Yo no tengo que ofrecer sacrificios. Yo no tengo que ofrecer sacrificios de buenas obras, ni sacrificios de obediencia, ni sacrificios de oraciones, ni de votos. Cristo ya ofreció el sacrificio perfecto que da libre acceso al Padre de todos los que creen en El. Solo por la fe en Cristo como Profeta, Sacerdote y Rey me hace partícipe del sacrifico perfecto que me da acceso a Dios y la vida eterna. No busques hacer sacrificios para satisfacer por tus pecados. Cree en Jesús. Cree en su perfecto sacrificio. Y descansa en El. Ven a Cristo.
2. Todo creyente tiene libre acceso directo ante Dios. Disfruta tal privilegio. Agárrate por la fe de ese privilegio. Camina con la libertad de los hijos de Dios. Somos libre en Cristo para acercarnos a Dios con plena confianza. Disfruta de la libertad con la cual Cristo nos ha hecho libre. Disfruta de ser hijo de Dios. Alégrate de tan gran privilegio. Mantente fiel a quien te llamó.
Hermanos, el pecado nos aleja de Dios por el hecho de que Dios es santo. Pero Jesús, con su muerte nos abrió el camino a Dios. ¡Cuán privilegiados somos! ¿No es así?
Sermón: Mateo 21:1-11 La Entrada Triunfal
Mateo 21:1-11 “Cuando se acercaron a Jerusalén, y vinieron a Betfagé, al monte de los Olivos, Jesús envió dos discípulos, diciéndoles: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego hallaréis una asna atada, y un pollino con ella; desatadla, y traédmelos. Y si alguien os dijere algo, decid: El Señor los necesita; y luego los enviará. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo: Decid a la hija de Sion: He aquí, tu Rey viene a ti, Manso, y sentado sobre una asna, Sobre un pollino, hijo de animal de carga. Y los discípulos fueron, e hicieron como Jesús les mandó; y trajeron el asna y el pollino, y pusieron sobre ellos sus mantos; y él se sentó encima. Y la multitud, que era muy numerosa, tendía sus mantos en el camino; y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían en el camino. Y la gente que iba delante y la que iba detrás aclamaba, diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas! Cuando entró él en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, diciendo: ¿Quién es éste? Y la gente decía: Este es Jesús el profeta, de Nazaret de Galilea.”
Saddam Hussein fue el quinto Presidente de Iraq. Y como tenía muchos enemigos él tenía varios dobles. Cuando fue capturado en la guerra de Iraq y le preguntan quién era él, su respuesta fue Yo soy Saddam Hussein, el Presidente de Iraq. Pero por causa de los dobles era necesario cerciorarse de que en realidad era Saddam Hussein. Le tomaron las huellas digitales, le sacaron sangre, incluso lo afeitaron para corroborar su rostro. Era importante certificar su identidad.
Eso es lo que Jesús hace en la Entrada Triunfal. Jesús con este acto certifica su identidad. ¿Quién es Jesús? Jesús es el Rey. Pero este Rey es un rey distinto a los reyes de este mundo. Posee unas cualidades que lo llevan a distinguirse y diferenciarse de todos los demás. Y que nos llevan, por tanto, a poner toda nuestra fe y salvación exclusivamente en El. ¿Cuáles son estas cualidades que lo hacen distinto a los demás? Jesús es distinto porque…
I. Él es Dios
V. 1-2 “Cuando se acercaron a Jerusalén, y vinieron a Betfagé, al monte de los Olivos, Jesús envió dos discípulos, diciéndoles: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego hallaréis una asna atada, y un pollino con ella; desatadla, y traédmelos.” Jesús sabía de ante mano que habría una asna atada y un pollino en el lugar específico que Él les dijo que estarían. No era una conjetura. Era conocimiento cierto del futuro. Y su conocimiento del futuro prueba que Jesús era divino, porque solo Dios, solo El conoce el futuro.
Pero alguien diría que si eso fuera así ellos también serían divinos. Porque ellos saben que a las 5:30 pm su esposa tiene su carro estacionado en la marquesina de su casa. ¿Cómo lo saben? Porque ella hace lo mismo todos los días. Pero eso no es cierto. El que ella lo haga todos los días no es garantía que ella lo hará tal día en específico. Pudo ella haber chocado y así evitado que el carro estuviera allí a esa hora. Pudo ese día haberle dado pon a una amiga y haberse desviado y llegar a otra hora. Nadie tiene una garantía que ella o él estará a tal hora en tal lugar porque así lo haya hecho por muchos años. Pero Jesús sabía de ante mano que esos animales habrían de estar allí porque El los necesitaba. De lo contrario su mensaje no se daría.
Jesús conoce el futuro porque Él es Dios. Y esto lo hace distinto a todos los demás reyes de la tierra. Ninguno de ellos es divino. Solo el Rey Jesús lo es.
Jesús es distinto porque…
II. Él es el Dueño de todo
V. 3 “Y si alguien os dijere algo, decid: El Señor los necesita; y luego los enviará.” Los discípulos son enviados a desatar, sin preguntar, una asna y su pollino. Vayan y tráiganlos. “Y si alguien os dijere algo, decid: El Señor los necesita”, pero una traducción literal sería: “El Señor de ellos los necesita”. El Señor de los animales los necesita. Jesús es en última instancia el dueño de todo lo que existe. Los animales “tenían” un dueño inmediato, pero sobre ese dueño Jesús se para como el Dueño absoluto de todo.
En última instancia nada es nuestro. Lo único que somos es mayordomos de los bienes de Dios. No nos debemos olvidar de eso. No debemos actuar como si nosotros fuéramos los dueños de las cosas. No somos dueños de nuestra vida, por eso no podemos disponer de ella como queramos. No somos dueños de nuestros cuerpos para hacer de ellos lo que nos plazca. Ni somos dueños de nuestra boca para hablar sin pensar, o para ofender. Ni somos dueños de nuestro dinero para disponer de él sin tomar en consideración a los necesitados, o a la iglesia.
Jesús es Dueño de todo por derecho propio porque como dice Juan 1:3 “Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.” Y Colosenses 1:16 “Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.” ¿Es Jesús tu Dueño? ¿Vives como uno que reconoce que todo lo que tienes es de Jesús: sea mi esposa, mis hijos, mi casa, mi dinero, mi tiempo, mis habilidades y destrezas, mis juegos?
No hay rey en la tierra que sea dueño de todo excepto Jesús. Eso lo hace distinto de todos.
Jesús es distinto porque…
III. El espera obediencia por quién es en Sí mismo
V. 6 “Y los discípulos fueron, e hicieron como Jesús les mandó;”. Los discípulos obedecieron con prontitud lo que les ordenó Jesús. El esperaba obediencia y recibió obediencia. Pero alguien diría, “pero yo soy padre y también espero obediencia de mis hijos. Eso no prueba nada acerca de Jesús.” Eso es cierto, pero si tomamos la totalidad de la narración bíblica vemos que la cosa es distinta. Los discípulos rinden obediencia a Jesús por el hecho de quién es El en sí mismo. Los padres deben esperar obediencia de sus hijos no por sí mismos sino porque Dios les dio el título y privilegio de ser padres. Nadie tiene autoridad sobre ningún ser humano excepto por permiso de Dios. Porque el único que tiene derecho y autoridad sobre los hombres es Dios.
Todos procreamos por necesidad. Pero Dios crea, no por necesidad, sino de la abundancia de su bondad.
Esa obediencia de los discípulos pone a Jesús sobre todos los demás reyes y personas en autoridad en el mundo. Los reyes del mundo reciben obediencia por causa de su oficio y por delegación de Dios. Jesús recibe obediencia por quién es El en Sí mismo: Él es Señor. Él es Dios sobre todas las cosas: Dios bendito por toda la eternidad.
¿Obedecemos los mandamientos de Jesús con prontitud? ¿Le damos obediencia por quién es Él? ¿O pensamos que ser cristianos es portarse bien? ¿Qué te motiva a obedecer y vivir como cristiano?
Jesús es distinto porque…
IV. El recibe adoración
V. 8-9 “Y la multitud, que era muy numerosa, tendía sus mantos en el camino; y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían en el camino. Y la gente que iba delante y la que iba detrás aclamaba, diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!” Toda la ocasión nos recuerda las celebraciones que se hacían para recibir y honrar a un nuevo rey. Por ejemplo, 2 Reyes 9:12b-13 “Así ha dicho Jehová: Yo te he ungido por rey sobre Israel. Entonces cada uno tomó apresuradamente su manto, y lo puso debajo de Jehú en un trono alto, y tocaron corneta, y dijeron: Jehú es rey.” Pero aquí hay algo distinto. ¿Qué es? La multitud rinde adoración a Jesús. ¿Cómo lo sabemos? Por las palabras de adoración: “¡Hosanna al Hijo de David!” esta alabanza es una cita del Salmo 118:25-26 “Oh Jehová, sálvanos ahora, te ruego; Te ruego, oh Jehová, que nos hagas prosperar ahora. Bendito el que viene en el nombre de Jehová; Desde la casa de Jehová os bendecimos." La oración: “Oh Jehová, sálvanos”, es una sola palabra: Hosanna. En otras palabras, la multitud adora a Jesús al decirle: Jehová, sálvanos. Claro está, para la época de Jesús la palabra Hosanna había adquirido una nueva connotación de mera alabanza. Es a Jesús quien dirigen la alabanza. “¡Hosanna al Hijo de David!”
Jesús es alabado por la multitud al reconocer a Jesús como el Mesías quien posee sangre real. Él es llamado Hijo de David. Por tanto, heredero del trono de David como Rey. Lucas 19:38 así lo reconoce directamente: “¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, y gloria en las alturas!” Jesús es Rey. Y digno de adoración.
Ningún rey es digno de adoración. Serán dignos de respeto y deferencia por su oficio, pero jamás dignos de adoración. Esto hace a Jesús distinto a todos los demás. ¿Adoras a Jesús? ¿Le adoras con todo tu ser? ¿Haces las cosas con miras a adorar a Jesús?
Jesús es distinto porque…
V. Su carácter es puro
V. 4-5 “Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo: Decid a la hija de Sion: He aquí, tu Rey viene a ti, Manso, y sentado sobre una asna, Sobre un pollino, hijo de animal de carga.” El apóstol Juan nos dice que Jesús había llegado a Betania una semana antes de la pascua. Jesús llegó un viernes. Y esperó hasta el domingo para realizar la famosa Entrada Triunfal. El escoge entrar a Jerusalén montado, no en un caballo, señal de poder militar, sino en un pollino, en un burro. Y esto en cumplimiento de la profecía de Zacarías 9:9. ¿Por qué lo hizo así? Porque Él deseaba mandar un mensaje: yo soy Rey, pero no un rey como los reyes de este mundo. Mi reino no es de este mundo. Mi reino es distinto a los reinos del mundo porque yo soy distinto a los reyes de este mundo. ¿Cuán distintos? Él es manso y humilde. Él es Rey y por tanto Dueño de todo. Él es Dios y por tanto merece obediencia y adoración. Pero Él es un Rey manso y humilde. Eso lo hace distinto a todos los reyes del mundo. Lo hace distinto a todos los “mesías” del mundo.
Pero, ¿acaso Mahatma Gandhi no fue “manso y humilde” como lo fue Jesús? ¿No es Gandhi el “padre” de la desobediencia civil pacífica? ¿No fue Gandhi un hombre que vivió en la pobreza, que ayunó hasta casi el punto de la muerte? ¿No habla eso de la increíble humildad de Gandhi? ¿Y qué es esto distinto de Jesús?
Jesús es distinto por el carácter de su persona. Jesús fue sin pecado no así Gandhi. Gandhi practicaba los ayunos para purificarse a sí mismo. Pero Jesús es puro en Sí mismo.
Jesús es distinto por el propósito de sus actos. Gandhi buscaba dar libertad política y económica al pueblo de la India. Jesús vino a dar su vida para salvar al mundo de su pecado y de la destrucción eterna en el infierno.
Jesús es distinto por el poder de su obra. La obra de Jesús es una obra que trasciende los tiempos, trasciende las razas y los pueblos y alcanza dimensiones universales. Su obra de salvación se aplica a los santos de todas las eras del mundo desde la misma fundación del mundo. Adán y Eva se salvaron por el poder de la muerte y resurrección de Cristo. Y todos los creyentes de todas las eras pasadas y las futuras se salvan por la virtud infinita la muerte y resurrección de Cristo. Todo esto y mucho más hacen a Jesús distinto y único en este mundo.
Además, mira la mansedumbre y humildad de Jesús. 1 Pedro 2:21-23 “Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente;”. ¡Cuán distinto es el cristianismo al pensamiento del mundo que nos invita a la venganza, que rechaza la humildad como debilidad! ¡Cuán distinto es el cristianismo al islamismo! El islamismo siempre se ha caracterizado por ser una religión violenta. Mahoma tuvo un ejército, literalmente. Jesús jamás. Él es manso y humilde.
Y por el hecho de que Jesús es el Salvador de su pueblo, El llama a su pueblo a ser mansos y humildes como Él es. Mateo 11:28-30 “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”. He ahí la clave para vivir como mansos y humildes: aprender de Jesús. Pon tu mirada en Jesús. Mira cómo vivió, cómo habló, cómo reaccionó ante los insultos. Mira a Jesús y serás manso y humilde. Al mirar a Jesús en fe, Dios Espíritu Santo impartirá esas gracias sobre nuestras vidas. Yo creo que la poca mansedumbre y humildad entre el pueblo de Dios hoy día, se debe a que no miramos a Jesús, no aprendemos de Él. ¿Es Jesús el estudio de tu vida? ¿Es Jesús el ejemplo a seguir?
Hermanos, Jesús es Rey, pero es un rey distinto a cualquier rey en el mundo. Él es distinto a todos los demás, por eso, Jesús es el único Salvador de la humanidad. Solo Él es Dios, es Dueño de todo, merece obediencia por quién es en Sí mismo, merece adoración y es puro en su Ser. ¿Es ese Jesús a quien tú amas? ¿Es Jesús tu Rey y Salvador?