Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré;
Que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida,
Para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo.
Salmos 27:4 (RV1960)
—
¿Acaso hay alguna diferencia entre el deseo puesto por Dios en nuestro corazón y el deseo de Dios para nuestra vida? El salmista parece no tener ninguna distinción entre la santidad buscada y la santidad ya adquirida. Por un lado le reclama a Dios por su ayuda aceptando que de él solamente procede el perdón y salvación y por el otro lado se esfuerza para hacer la voluntad del Dios que le ha escogido. Una cosa el salmista le ha rogado a Dios y esa misma buscará (v.4).
Es por esto que las dinámicas de santidad a lo largo de toda la Biblia se originan en Dios, se anclan en la obra completa de Jesucristo y se producen en los creyente por el poder, voluntad y acción del Espíritu Santo (1 Cor. 1:30). La biblia es totalmente clara cuando afirma que Jesús “con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados” (Hebreos 10:4). En otras palabras, el estatus de todo genuino cristiano es el de santos en los cielos en virtud de la obra de justificación en Jesucristo (Rom. 5:1). Sin embargo hasta que no lleguemos a los cielos tú dependes y te esfuerzas diariamente en Dios para crecer en la semejanza de Cristo hasta el fin. En otras palabras, tu participas activa y voluntariamente y ninguna parte de tu ser debe dejar de involucrarse en este crecimiento; incluyendo tu voluntad, tus emociones y tu intelecto (Rom. 12:1-2).
En el Salmo 27 vemos las siguientes:
1. El salmista no negaba la realidad de la circunstancias
"Aunque un ejército acampe contra mí,
No temerá mi corazón;
Aunque contra mí se levante guerra,
Yo estaré confiado."
—Salmos 27:3
2. El salmista tenía una confianza anclada en Dios y su bondad
"Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová en la tierra de los vivientes."
—Salmos 27:13
3. El salmista veía con fe y esperanza su futuro
"Luego levantará mi cabeza sobre mis enemigos que me rodean,
Y yo sacrificaré en su tabernáculo sacrificios de júbilo;
Cantaré y entonaré alabanzas a Jehová."
—Salmos 27:6
4. El salmista se predicaba a si mismo
"Aguarda a Jehová;
Esfuérzate, y aliéntese tu corazón;
Sí, espera a Jehová."
—Salmos 27:14
Es la santidad que se nos presenta en la Biblia para los creyentes una definitiva y eficaz y por lo tanto progresiva y en constante lucha con los apetitos de nuestro pecado remanente (Rom.7) ¿Acaso te has dado cuenta que los deseos de esa nueva vida que se producen en ti hacen toda la diferencia para hacerte crecer y disfrutar de la presencia de Dios? Es el escritor bíblico quien nos dice: “ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.”(Fil 2:12-13). Si tú eres cristiano, esos deseos de la nueva vida que se producen en ti son con la razón de garantizar tu adopción como hijo, de bendecir tu progreso en la santificación, de ayudarte a perseverar y guardarte del mal, entre otras cosas.
Es un privilegio y regocijo la inmerecida presencia de Dios en ti por cuanto ahora eres parte del templo de Dios. Cuando tu alma languidece, son los impulsos de esta nueva vida espiritual la que hambrienta y sedienta te motiva a buscar el rostro de Dios y recrearte en la infinita hermosura de Su Santidad. Quiera Dios que hoy te recrees en la hermosura de aquel que con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.